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Capítulo E9 Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente María José Aguilar Cordero, María Elena Fernández Martínez, Francisco Javier Pérez Rivera Í n d ice Objetivos e-230 Introducción e-230 Conceptos y definiciones e-230 Glándulas endocrinas e-230 Valoración de los niños y adolescentes con trastornos endocrinos e-231 Función hipofisaria. Trastornos e-231 Hiperpituitarismo e-231 Trastornos de la hormona del crecimiento e-232 Trastornos de la hormona antidiurética e-232 Alteraciones de la glándula tiroidea e-233 El yodo, esencial en la alimentación e-233 Valoración de la glándula tiroides e-233 Hipotiroidismo e-233 Hipertiroidismo e-234 Tiroiditis linfocítica e-234 Trastornos de las glándulas paratiroideas e-234 Hipoparatiroidismo en la infancia y adolescencia e-235 Hiperparatiroidismo en la infancia y adolescencia e-235 Alteraciones suprarrenales en la infancia y adolescencia e-235 Trastornos de la corteza suprarrenal e-236 Trastornos de la médula suprarrenal e-237 Cuidados de enfermería de los niños y adolescentes con trastornos endocrinos e-237 Bibliografía e-238 O bjetivo s Describir la estructura y función del sistema endocrino. Identificar las principales alteraciones de la función hipofisaria, tiroidea, paratiroidea y suprarrenal. ● Reconocer la importancia del yodo en la alimentación. ● ● Realizar la valoración de enfermería y establecer el plan de cuidados de niños y adolescentes con trastornos endocrinos. ● Adquirir conocimientos para aplicar los diagnósticos de enfermería. Caso clínico. ● Introducción Conceptos y definiciones Este capítulo trata de los problemas relacionados con la secreción excesiva o deficiente de las hormonas más importantes o con las respuestas defectuosas de los órganos y el tejido blanco de dichas hormonas. El sistema endocrino participa en todos los aspectos del desarrollo corporal, incluidos el crecimiento, la sensación de bienestar físico y emocional, el aspecto físico y el funcionamiento corporal. Muchos de los trastornos endocrinos tienen particularidades comunes, como el hecho de ser crónicos y que su tratamiento requiera una correcta información a la persona afectada y a su familia, e incluso su participación activa en el control de la enfermedad; por ello, la educación sanitaria es de vital importancia desde su inicio, muchas veces ya desde la edad infantil. Sistema endocrino. Es el conjunto de órganos y tejidos del organismo que liberan un tipo de sustancias llamadas hormonas. Los órganos endocrinos también se denominan glándulas sin conducto o glándulas endocrinas, debido a que sus secreciones se liberan directamente en el torrente sanguíneo. Las hormonas secretadas por las glándulas endocrinas regulan el crecimiento, el desarrollo y las funciones de muchos tejidos y coordinan los procesos metabólicos del organismo. e-230 Glándulas endocrinas Las sustancias químicas que liberan las glándulas endocrinas son las hormonas, que participan en la regulación de la función de los órganos, junto con el sistema nervioso central (SNC). © 2012. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente e-231 El hipotálamo establece el vínculo entre el sistema nervioso y el endocrino. Este sistema de control doble, en el que la acción rápida del sistema nervioso está equilibrada por la acción más lenta del hormonal, permite la regulación precisa del funcionamiento corporal como respuesta a diversos cambios internos y externos. Ciertas características anatómicas son comunes a todas las glándulas endocrinas, que consisten en células secretoras dispuestas en grupos diminutos (ácinos). No poseen conductos, pero sí riego sanguíneo abundante, de modo que las sustancias químicas producidas en las glándulas pasan directamente al torrente sanguíneo. La concentración de la mayor parte de las hormonas en el torrente sanguíneo se conserva en un nivel relativamente constante mediante un control por retroalimentación. Si éste aumenta, se inhibe la producción ulterior de hormonas y, en caso contrario, aumenta dicha producción. Las hormonas pueden modificar la función del órgano meta por la interacción con receptores químicos en la membrana plasmática o en el interior de las células. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Valoración de los niños y adolescentes con trastornos endocrinos Los órganos del sistema endocrino son complejos y están muy relacionados entre sí. Cuando una glándula deja de funcionar o de interactuar con otra glándula se producen alteraciones fisiológicas notables. j Valoración física. La historia clínica debe centrarse en la historia familiar de las enfermedades endocrinas, la historia prenatal, la historia de las enfermedades crónicas de la infancia y los patrones de crecimiento y desarrollo. Muchos trastornos endocrinos se presentan con alteraciones del peso, de la estatura, del desarrollo sexual o de la combinación de algunos de esos factores. Otros signos y síntomas habituales tienen carácter neurológico (visión borrosa, desfallecimiento, nerviosismo, confusión) o se manifiestan como trastornos de los rasgos faciales, del pelo o de la piel, polidipsia y poliuria. j Pruebas de laboratorio y pruebas diagnósticas. Las más importantes son las pruebas sanguíneas funcionales y de hormonas tiroideas, los niveles de calcio, fósforo, fosfatasa alcalina y electrólitos. En el análisis de orina se miden los niveles de sodio, calcio, fósforo y glucosa, así como su densidad. Los estudios radiográficos tienen por objeto conocer la edad ósea, comprobar la densidad y la posible calcificación de los tejidos blandos. Los estudios genéticos pueden detectar un déficit enzimático. Función hipofisaria. Trastornos Hipófisis o glándula pituitaria. Es una pequeña glándula con forma de riñón, de color rojo-grisáceo. Se localiza cerca del hipotálamo, en la silla turca, en la parte inferior de la cavidad craneal (en el hueso esfenoides) y está unida a la base del cerebro por un tallo. Se la considera la glándula endocrina principal de los vertebrados, o “glándula maestra”. Mide aproximadamente 1-1,5 cm y pesa menos de 5 g. La hipófisis tiene dos lóbulos, el anterior o adenohipófisis y el posterior o neurohipófisis, que difieren en estructura y j función. El lóbulo anterior está compuesto por grupos de células glandulares separadas por conductos sanguíneos y cubiertas por una cápsula de colágeno. El lóbulo posterior está compuesto por tejido nervioso y células neurosecretoras. El área que queda comprendida entre el lóbulo anterior y el posterior apenas está desarrollada en los humanos, se conoce como lóbulo intermedio. La hipófisis depende del hipotálamo y controla la actividad de las demás glándulas endocrinas a través de la secreción de hormonas. Los lóbulos anterior y posterior de la hipófisis segregan hormonas diferentes. El anterior libera las que estimulan la función de otras glándulas endocrinas, como la adrenocorticotropina, hormona adrenocorticotropa o ACTH, que estimula la corteza suprarrenal; la hormona estimulante de la glándula tiroides o tirotropina, denominada TSH, que controla el ti roides; la hormona estimulante de los folículos (FSH) y la hormona luteinizante (LH), que estimulan las glándulas sexuales y, por último, la prolactina que, al igual que otras hormonas especiales, influye en la producción de leche por las glándulas mamarias. La hipófisis anterior es fuente de producción de la hormona del crecimiento (GH), denominada anteriormente también somatotropina (STH), que favorece el desarrollo de los tejidos del organismo, en particular de la matriz ósea y el músculo, e influye sobre el metabolismo de los hidratos de carbono. La hipófisis anterior también secreta una hormona denominada estimuladora de los melanocitos o MSH, que estimula la síntesis de la melanina en las células pigmentadas o melanocitos. En la década de 1970, los científicos observaron que la hipófisis anterior también produce sustancias llamadas endorfinas, que son péptidos que actúan sobre el SNC y SNP y que reducen la sensibilidad al dolor. j El hipotálamo. Porción del cerebro de donde se deriva la hipófisis, secreta la hormona antidiurética (que controla la excreción de agua) denominada vasopresina, que circula y se almacena en el lóbulo posterior de la hipófisis. La vasopresina controla la cantidad de agua excretada por los riñones e incrementa la presión arterial. El lóbulo posterior de la hipófisis también almacena una hormona fabricada por el hipotálamo llamada oxitocina. Esta hormona estimula las contracciones musculares, en especial del útero, y la secreción de leche por las glándulas mamarias. La secreción de tres de las hormonas de la hipófisis anterior está sujeta al control hipotalámico. La de tirotropina está estimulada por el factor liberador de tirotropina (TRF) y la de la hormona luteinizante por la hormona liberadora de hormona luteinizante (LHRH). La dopamina, secretada por el hipotálamo, suele inhibir la liberación de prolactina por la hipófisis anterior. Además, la liberación de la hormona del crecimiento se inhibe por la somatostatina, sintetizada también en el páncreas. Hiperpituitarismo El hiperpituitarismo primario es infrecuente en los niños, pero la hipersecreción secundaria de hormonas hipofisarias es habitual en los procesos en los que un déficit de un órgano efector aminora el mecanismo de retroacción hormonal. El hipotiroidismo primario de larga evolución puede llevar al desarrollo de tumores hipofisarios, la hiperfunción e hiperplasia hipofisaria agrandan y erosionan la silla turca y, en algunos casos, aumentan la presión intracraneal. Estos tumores no e-232 Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente primarios desaparecen con el tratamiento del problema de la otra glándula. La hipersecreción primaria de hormonas hipofisarias por un adenoma es poco frecuente en la infancia. Los tumores hipofisarios más frecuentes son los que secretan corticotropina, prolactina u hormona del crecimiento. Trastornos de la hormona del crecimiento La hormona del crecimiento es una sustancia necesaria para el crecimiento humano, activa la síntesis de las proteínas y disminuye su catabolismo, además de activar el metabolismo de las grasas. También estimula la secreción, por parte del hígado, de la hormona somatomedina, que da lugar a la formación del hueso. El ejercicio, el estrés, la disminución de la ingestión de glucosa, la insulina y los estrógenos activan la secreción de la hormona del crecimiento. La liberación de esta hormona es inhibida por una proteína llamada somatostatina, que es sintetizada por el hipotálamo. El gigantismo y el enanismo son patologías relacionadas con una síntesis anormal de esa hormona del crecimiento. Gigantismo Es el crecimiento desmesurado de las personas jóvenes con las epífisis abiertas, en especial en los brazos y en las piernas. Se ve acompañado del correspondiente crecimiento de la estatura de todo el cuerpo, ante la producción excesiva de GH. Cuando aparece en la infancia, y antes de que la osificación normal haya concluido, su origen suele radicar en una sobreproducción de la hormona del crecimiento en la hipófisis anterior. En las personas con epífisis cerradas, el resultado es la acromegalia, que también se debe a una producción excesiva de la hormona hipofisaria del crecimiento. Aparece a partir de la tercera década de la vida y da lugar a un desarrollo excesivo de las manos, los pies y el mentón. El gigantismo hipofisario es infrecuente y obedece casi siempre a un adenoma hipofisario o, en escasas ocasiones, a un tumor hipotalámico o a otros tumores, especialmente de páncreas. Los defectos hereditarios que impiden la osificación normal durante la pubertad, y por lo tanto permiten que el crecimiento continúe, pueden dar lugar también al gigantismo. Puesto que la hormona del crecimiento disminuye la capacidad de secreción de las gónadas, el gigantismo suele venir acompañado por el debilitamiento de las funciones sexuales, por lo que recibe el nombre de gigantismo eunucoideo, aunque puede darse gigantismo sin la presencia de estas alteraciones sexuales. Los individuos afectados por cualquier tipo de gigantismo, por otro lado, también acusan debilidad muscular. Los signos habituales consisten en un crecimiento lineal rápido, con rasgos faciales toscos, agrandamiento de las manos y los pies, y crecimiento rápido de la cabeza. Algunos pacientes sufren problemas visuales y conductuales. En la mayoría de los casos, el crecimiento anómalo se hace patente en la pubertad. Estas personas pueden llegar a alcanzar una estatura mayor de 2 m. Los datos de laboratorio muestran altas cifras de GH, que pueden llegar a 400 mg/ml. También se observan cifras elevadas de prolactina. Las terapias que hay que seguir con estos pacientes incluyen la cirugía, la radiación y el tratamiento médico con un producto similar a la somatostatina, además de apoyo emocional, especialmente en la adolescencia. Enanismo Es una condición que se caracteriza por una estatura inferior a 1,27 m. La talla baja es una de las patologías más frecuentes en las consultas de endocrinología pediátrica y su etiología es muy amplia. La primera causa de talla baja son las alteraciones genéticas; la segunda, la carencia afectiva y, por último, los trastornos endocrinos (secreción deficiente de GH) y ortopédicos (como las displasias). Estos pacientes tienen un peso y una talla por debajo de lo normal y se observa también en ellos un fenotipo peculiar, con masas musculares escasas y blandas, paladar ojival, hipertelorismo y epicantus, piel fina, cejas escasas, dientes pequeños y manos hipotalámicas. La mayoría de estos niños poseen una inteligencia normal, pero son habituales los problemas emocionales. El enanismo hipofisario se puede tratar con la hormona del crecimiento humana desarrollada mediante ingeniería genética. Trastornos de la hormona antidiurética La hormona antidiurética (ADH) es sintetizada en los núcleos supraóptico y paraventricular del hipotálamo, se almacena en la hipófisis posterior. Síndrome de secreción inadecuada de la hormona antidiurética Cuando la hipófisis libera demasiada hormona antidiurética los riñones reabsorben más agua, con lo que disminuye la diuresis y se expande el volumen de líquido corporal. Manifestaciones clínicas. Se caracteriza por la hiponatremia y se manifiesta con retención de líquidos y progresa con intoxicación por agua. La hiponatremia trae consigo debilidad, calambres musculares, anorexia, náuseas, diarrea y cefaleas; el paciente también puede estar confuso e irritable. Aumenta de peso y su aporte de líquidos supera a la diuresis; después presenta letargia progresiva, cambia su personalidad, sufre crisis convulsivas y sus reflejos tendinosos disminuyen, e incluso desaparecen. Terapia. La medida principal consiste en la restricción de líquidos. Si en el paciente aparecen signos o síntomas de intoxicación hídrica (confusión y convulsiones), necesita suero salino hipertónico junto con la administración de un diurético. Los fármacos recomendados son la demeclociclina o el carbonato de litio. El tratamiento de esta enfermedad también debe dirigirse a eliminar el problema subyacente, por medio de la resección quirúrgica, la radiación o la quimioterapia. Diabetes insípida Tiene lugar, bien por una hiposecreción de la hormona antidiurética (diabetes insípida central) o bien por la incapacidad de las células epiteliales del tubo colector sensibles a esta hormona para responder con normalidad ante ella (diabetes insípida nefrogénica). Esta última es de carácter hereditario y poco frecuente. Manifestaciones clínicas. Está caracterizada por poliuria y polidipsia. En el lactante se aprecian manifestaciones de deshidratación con llanto excesivo, vómitos y estreñimiento. La fiebre y la pérdida de peso son también signos importantes. En los niños que controlan la vejiga, la enuresis puede ser uno de Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente e-233 los primeros síntomas. Se suelen efectuar estudios radiográficos y de funcionamiento renal. Terapia. Restricción de líquidos y observación de los cambios de la orina. En la diabetes insípida, a pesar de la falta de aporte de líquidos, no se observan cambios en la orina y sí una pérdida ponderal. La poliuria y la polidipsia se alivian administrando vasopresina acuosa inyectada. También se administra vasopresina por inyección o nebulizaciones nasales. En el caso de la diabetes insípida nefrogénica, el niño no responde a la administración de la vasopresina exógena, por lo que se debe restringir el consumo de sal y proteínas y proporcionar diuréticos. La ingestión de líquidos en los dos tipos de diabetes insípida debe ser suficiente para prevenir la deshidratación. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Alteraciones de la glándula tiroidea La glándula endocrina tiroides está situada en la región anterior e inferior del cuello, por delante de los primeros cartílagos traqueales y pesa aproximadamente 30 g. El flujo sanguíneo al tiroides por gramo de tejido glandular es muy elevado (5 ml/ min/g), casi el quíntuplo del flujo sanguíneo hepático, lo que refleja la intensa actividad metabólica del tiroides. Es un órgano de color entre castaño y rojizo con dos lóbulos conectados por un istmo y rodeada por una cápsula de tejido conjuntivo. La componen células epiteliales cúbicas, dispuestas en forma de pequeñas bolsas que se conocen como vesículas o folículos. Las vesículas tienen un tejido de soporte que forma un esqueleto en toda la glándula. En situaciones normales, las vesículas están llenas de una sustancia coloidal constituida por la proteína llamada tiroglobulina, junto con las dos hormonas tiroideas, tiroxina, también denominada tetrayodotironina (T4), y triyodotironina (T3). Estas hormonas están compuestas por múltiples copias del aminoácido tirosina, contienen tres o cuatro átomos de yodo y su falta puede impedir el desarrollo del crecimiento y producir otros problemas, como el bocio. La secreción de estas hormonas está estimulada por la hormona hipofisaria tirotropa (TSH), que a su vez se encuentra bajo el control de la hipotalámica TRH. Cuando los niveles de T3 y T4 en sangre descienden, se acelera la producción de TRH y TSH, y cuando aquéllos aumentan, disminuye la de estas últimas. Algunos factores ambientales, como las bajas temperaturas, pueden originar un aumento de la secreción de hormonas tiroideas. La función principal de las hormonas tiroideas es regular la actividad metabólica celular, pues son como un marcapasos general que acelera los procesos metabólicos. Aumentan el consumo de oxígeno de los tejidos y el metabolismo basal, son indispensables para el crecimiento, actúan sobre los cartílagos de conjunción y sobre el estado de alerta físico y mental. El tiroides también secreta una hormona denominada cal citonina, que disminuye los niveles de calcio y fósforo en la sangre, e inhibe la reabsorción ósea de estos iones. Su secreción no está regulada por la TSH, sino que la secreta el tiroides como respuesta a la hipercalcemia. El yodo, esencial en la alimentación El yodo es uno de los oligoelementos de reconocida importancia para la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que constituye una parte importante de las hormonas tiroideas, que son fundamentales durante todas las fases de la vida para la función normal del SNC y son cruciales durante su desarrollo. Como consecuencia de la Cumbre de la Infancia organizada por las Naciones Unidas en 1989, se establecen como derechos básicos de la infancia, entre otros: j Todo niño tiene derecho a una cantidad adecuada de yodo en su dieta. j Toda madre debe tener una nutrición adecuada de yodo que evite que el niño presente un desarrollo mental afectado por la carencia de ese micronutriente esencial. Para gran parte de la población, el uso de sal yodada en la alimentación parece ser suficiente para cubrir sus necesidades diarias, pero los niños prematuros y lactantes, así como las mujeres embarazadas, necesitan un mayor aporte mediante suplementos diarios de forma controlada a base de complejos vitamínicos y minerales. El déficit de yodo en los recién nacidos puede dar lugar a defectos psicomotores, bocio neonatal e hipotiroidismo neonatal; en los niños y adolescentes, bocio, hipotiroidismo juvenil, deterioro de las facultades mentales y retraso del desarrollo somático. Pero también tiene lugar la situación opuesta, esto es, cuando las cantidades de yodo son excesivas. Se ha observado la aparición de bocio e hipotiroidismo en los niños cuyas madres utilizan demasiados compuestos yodados durante el embarazo. En estos casos se desencadena un bloqueo de la función tiroidea. No se deben utilizar antisépticos yodados, ni contrastes u otros productos que contengan yodo, especialmente con los prematuros. Un uso excesivo puede dar lugar al hipotiroidismo por el bloqueo de la función tiroidea. Valoración de la glándula tiroides En primer lugar, procede llevar a cabo una observación detenida de la parte inferior del cuello, en la búsqueda de cualquier bulto anormal; se procede a la palpación y aunque, en condiciones normales, la glándula tiroides no puede palparse, sí existen nódulos que se ponen de manifiesto con la palpación. Ante una sospecha de hipertrofia, y a través de la ausculta ción, se puede escuchar un soplo sistólico como consecuencia de la circulación a través de las arterias tiroideas. Mediante las pruebas de laboratorio se determinan los niveles de T3 y T4 en suero. La gammagrafía isotópica determina si los nódulos están funcionando (calientes) o no (fríos). Hipotiroidismo Hipotiroidismo congénito El hipotiroidismo se manifiesta, aproximadamente, en uno de cada 4.000 nacimientos y es una de las endocrinopatías más comunes de la infancia, por lo que la mayoría de los lactantes asintomáticos al nacer deben recibir pruebas metabólicas para la detección de esta enfermedad grave y tratable. La determinación de concentraciones séricas altas del factor estimulante del tiroides (TSH) y bajas de tiroxina en los primeros días de vida extrauterina son pruebas metabólicas habituales. Cretinismo. Es una enfermedad producida por la ausencia congénita de tiroxina. La glándula tiroides fetal comienza a producir hormonas al final del tercer mes de gestación. Las hormonas tiroideas maternas no atraviesan la placenta en cantidad suficiente como para asegurar la provisión fetal. Si la e-234 Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente tiroides fetal no se moviliza, puede verse afectado el desarrollo normal del cerebro y el de otros órganos, aunque al nacer existe más peligro, puesto que durante los primeros meses aquél depende de las hormonas tiroideas, por lo que pueden quedar defectos permanentes. Cuando un niño nace con déficit de tiroxina, las neuronas cerebrales no desarrollan las ramificaciones múltiples que constituyen la compleja red cerebral. El diagnóstico y el tratamiento tempranos del hipotiroidismo congénito son de suma importancia. Es difícil identificar los síntomas de esta enfermedad en el período neonatal, aunque una observación atenta puede dar algunos signos, como la ictericia fisiológica prolongada, la hernia umbilical, las dificultades en la alimentación, el sueño excesivo, la sofocación durante la toma de alimentos, la dificultad respiratoria, la escasez del llanto, la inactividad, la baja temperatura y el pulso lento, la piel fría y moteada, la cara hinchada y una lengua de gran tamaño. La evolución de la enfermedad hace evidentes el retraso físico y mental, pues un enfermo de cretinismo adulto alcanza una edad mental de unos 4 años. La estatura se acorta, aumenta el peso, aparecen escoliosis, abdomen “en péndulo”, extremida des deformadas, facciones toscas y pelo escaso y áspero. El tratamiento sustitutivo rápido consigue la curación de la enfermedad y un desarrollo normal del individuo. El inicio de la terapia con hormona tiroidea o con tiroides desecada debe iniciarse en cuanto se sospeche el problema, de modo que se restablezca el desarrollo mental y físico normal. Sin embargo, los problemas de memoria, de atención y los del proceso visual del espacio persisten hasta la adolescencia. Consideraciones especiales. Es muy importante la identificación temprana del trastorno, una vez confirmado el diagnóstico, para explicar a los padres todo lo referente al problema y que el tratamiento va a ser de por vida. Deben reconocer los signos que indican sobredosis, como pulso rápido, disnea, irritabilidad, insomnio, fiebre, sudoración y disminución ponderal; la demora del diagnóstico aumenta las posibilidades de retraso mental permanente. Ante el impacto que esto representa para ellos, procede ayudar a los padres a superar el problema haciendo posible la expresión de sus sentimientos, así como alentarlos para que estimulen al máximo a su hijo y a que centren su atención en los aspectos positivos. Hipertiroidismo La enfermedad de Graves es la causa más común de tirotoxi cosis en la infancia; se cree que se trata de un trastorno autoinmune que tiene efectos estimulantes sobre el tiroides. Se manifiesta en las etapas tardías de la niñez y en la adolescencia y se presenta con mayor frecuencia en las niñas que en los varones (5/1). Los niveles sanguíneos de T3 y T4 son elevados y se han encontrado también en la sangre linfocitos con efecto dañino sobre el tejido tiroideo. Los síntomas son el bocio o hipertrofia tiroidea, el exoftalmos o protrusión de los globos oculares y el hipermetabolismo. De éste se derivan movimientos excesivos, irritabilidad, hiperactividad, incapacidad de concentración, temblores, insomnio e inestabilidad emocional. Aunque el apetito sea voraz, el peso disminuye. El crecimiento lineal y la edad ósea aumentan, se aprecian debilidad muscular, vómitos y deposiciones frecuentes, la piel se nota caliente, enrojecida y húmeda, y aparece disnea con el ejercicio leve. El exoftalmos se acompaña de ojos muy abiertos y prominentes, mirada fija, aumento del parpadeo, retraso parpebral, visión borrosa y disminución de la agudeza visual. Pueden aparecer también crisis tiroideas, denominadas tormentas, por la liberación súbita de las hormonas de esta glándula. Son poco frecuentes en los niños, pero muy graves pues ponen en peligro su vida por el colapso circulatorio. Se acompañan de irritabilidad, inquietud, vómito, diarrea, hipertermia, hipertensión y postración. El tratamiento puede ser clínico o quirúrgico. Se pueden administrar fármacos antitiroideos que interfieren la síntesis de la hormona tiroidea. La tiroidectomía subtotal es un tratamiento definitivo, pero presenta riesgos postoperatorios de hipotiroidismo, hipoparatiroidismo y lesiones de nervios laríngeos. Consideraciones especiales. El niño necesita un ambiente tranquilo y escaso de estímulos, que faciliten su reposo, reduzcan el estrés y satisfagan sus necesidades de manera inmediata. La inestabilidad emocional se puede manifestar por períodos de llanto alternados con otros de alegría, lo que unido a la irritabilidad puede dificultar las relaciones interpersonales. La intolerancia al calor también puede ser conflictiva, puesto que el niño prefiere un ambiente más frío que los demás pacientes de la sala. Su necesidad de calorías aumenta y quizá requiera complementos vitamínicos, por lo que su voraz apetito se satisface mejor con cinco o seis comidas al día. En el proceso postoperatorio es importante detectar las posibles complicaciones como hemorragias, lesión del nervio laríngeo, hipotiroidismo e hipoparatiroidismo. Hipertiroidismo neonatal Los recién nacidos y lactantes de madres que son o fueron tirotóxicas pueden presentar síntomas de hipertiroidismo con taquicardia, taquipnea, bajo peso al nacer, irritabilidad, hipersensibilidad, temblor, piel caliente y sudorosa, vómitos, diarrea e hiperactividad. Se trata de una situación clínica poco frecuente debida al paso transplacentario de inmunoglobulinas estimulantes del tiroides. Los síntomas suelen persistir algunas semanas y se controlan con dosis bajas de yodo. Tiroiditis linfocítica También llamada tiroiditis autoinmunitaria o tiroiditis de Hashimoto, es la causa más común de bocio e hipotiroidismo adquirido en los niños. Es mucho más frecuente en las mujeres y suele tener carácter familiar. Se la considera una enfermedad autoinmune en la que el paciente desarrolla anticuerpos contra su propio tejido tiroideo. La glándula tiroides aumenta de tamaño, adquiere una consistencia firme y, en ocasiones, nodular. El tratamiento consiste en la administración de la hormona tiroidea por vía oral, lo que reduce el tamaño de la glándula. Trastornos de las glándulas paratiroideas Las glándulas paratiroideas son órganos encapsulados pardoamarillos, bien determinados y de 6 mm de longitud. Son cuatro glándulas que se encuentran detrás de los lóbulos laterales del tiroides. El peso combinado de estas glándulas es de 1.000 mg como máximo. En otros casos se encuentran asociadas con el timo, o incluso en cualquier localización del cuello o de la zona anterior y superior del tórax. Las glándulas que pueden encontrarse, además de las cuatro citadas, se conocen como tejido paratiroideo accesorio. Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente e-235 Las glándulas paratiroideas secretan parathormona (PTH), una hormona que controla la concentración de calcio (ion calcio) y fósforo (ion fosfato) en la sangre. El calcio y el fósforo mantienen una relación constante en el organismo. La hormona paratiroidea eleva la excreción de fósforo por los riñones, reduciendo los niveles de fósforo en la sangre e incrementa la tasa de reabsorción de calcio del hueso, lo que eleva el nivel de calcio en la sangre. Algunas acciones de esta hormona se intensifican en presencia de la vitamina D. La secreción de hormona paratiroidea depende de la fracción sérica de calcio ionizado; su aumento provoca la disminución de la secreción de la hormona como parte de un sistema de retroalimentación. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Hipoparatiroidismo en la infancia y adolescencia Existen dos variantes de hipoparatiroidismo primario durante la infancia, el hipoparatiroidismo idiopático, con reducida producción de la hormona paratiroidea, y el seudohipoparatiroidismo, en el que es normal esa producción pero deficiente la respuesta de los órganos frente a ella. También se produce hipoparatiroidismo secundario cuando se extirpan las glándulas durante operaciones paratiroideas o tiroideas, o con una enfermedad de duración breve en los recién nacidos de madres con hipoparatiroidismo. El déficit de hormona paratiroidea rara vez tiene lugar de forma espontánea; generalmente se debe a la resección o corte accidental de las glándulas paratiroideas durante la extirpación quirúrgica del tiroides. La consecuencia del déficit de esta hormona es la reducción del calcio sanguíneo, el aumento de los niveles de fósforo y de la excitabilidad nerviosa, lo que conduce a contracciones rápidas e involuntarias de los músculos. Es un estado denominado tetania, que consiste en aumento de la excitabilidad de los nervios, espasmos musculares dolorosos, temblores o contracciones musculares intermitentes, así como parestesias y estridor laríngeo. Además, anomalías en la dentición (retrasos, caída prematura, caries), malformaciones de las uñas, alopecia, piel seca y escamosa, y trastornos oculares. Entre los síntomas gastrointestinales son normales las náuseas, los vómitos, la diarrea y el estreñimiento. A veces, cuando se extirpan las cuatro glándulas principales, el tejido paratiroideo accesorio basta para evitar los síntomas graves de deficiencia. Terapia. Debe ser etiológica y consiste en la administración por vía oral o intravenosa de gluconato de calcio, para que aumente el nivel de calcio en la sangre, y vitamina D para una mejor absorción del mineral, así como inyección de hormonas que controlen la actividad de las paratiroides. A menos que exista tejido accesorio o que se administren inyecciones de hormonas, el déficit de parathormona conduce a la muerte. El seudohipoparatiroidismo es una enfermedad hereditaria poco frecuente. Se caracteriza por una resistencia renal a la acción de la parathormona, lo que causa hipocalcemia e hiperfosforemia, así como niveles elevados en sangre de parathormona, por lo que el paciente presenta signos de tetania. Los niños afectados son de estatura corta, tienen cara redonda, dedos cortos y una elevada incidencia de retraso mental. El patrón de herencia de esta enfermedad suele ser autosómico dominante del cromosoma X. Bajo el tratamiento con calcio y vitamina D se consigue la remisión de la sintomatología y de los parámetros bioquímicos, lo que aumenta la masa ósea. Atención de enfermería. Consiste en medidas de precaución contra las convulsiones y de seguridad general, disminución de los estímulos ambientales, reducción de la intensidad de la luz y de los ruidos y valoración continua de los signos del laringoespasmo (estridor, ronquera y sensación de rigidez en la garganta). Se recomienda una dieta con bajo contenido en fósforo y sin alimentos como la leche, los quesos y los huevos; a los lactantes se les deben administrar fórmulas alimentarias sustitutivas. Hiperparatiroidismo en la infancia y adolescencia El hiperparatiroidismo primario es una entidad muy rara en la infancia. La forma neonatal se produce por hiperplasia de las glándulas paratiroideas y corresponde al 40% de los casos in fantiles. En el resto de las edades infantiles, el 80% de los casos corresponden a adenomas. Origina una disminución del fósforo en la sangre y un aumento del calcio sanguíneo. Éste se obtiene por la reabsorción de determinadas zonas óseas, que se vuelven blandas y frágiles, y dan lugar a los “seudotumores”. Se presentan signos de raquitismo, dolores óseos y fracturas patológicas. En el hiperparatiroidismo, la elevada excreción de calcio en la orina provoca la formación de cálculos renales. Los depósitos de calcio en los riñones dan lugar a poliuria, polidipsia, disuria, nicturia y cólicos renales. La mayoría de los pacientes con hiperparatiroidismo presentan debilidad, fatigabilidad y atrofia muscular, así como estreñimiento, bradicardia e irregularidades cardíacas y afectación del SNC (letargia, estupor, psicosis). La mayoría de estos casos se solucionan con cirugía, a base de eliminar el tumor o las glándulas paratiroideas hiperplásicas. Se ha observado también en pacientes con anorexia nerviosa que la hipocalcemia crónica, por malnutrición y abuso de diuréticos, puede llevar a la hiperplasia de paratiroides e hiperparatiroidismo secundario con importante afectación ósea, por lo que precisa tratamiento quirúrgico para su solución. Alteraciones suprarrenales en la infancia y adolescencia Las suprarrenales son unas glándulas endocrinas situadas sobre el polo superior de los riñones. Están constituidas por dos partes, la medular, interna, y la cortical, externa. En la parte medular de la glándula suprarrenal se elaboran adrenalina y noradrenalina, que regulan el metabolismo a base de estimular la catabolia de las sustancias almacenadas para satisfacer las necesidades calóricas con fuentes endógenas. La corteza suprarrenal secreta tres grupos principales de hormonas a las que se denomina genéricamente esteroides: los mineralocorticoides (aldosterona), que actúan sobre el equilibrio hidromineral, los glucocorticoides (cortisol, corti costerona) con acción hipoglucemiante y, por último, los corticoides sexuales suprarrenales (andrógenos, estrógenos y progestina), que se estima que influyen en la aparición de las características de maduración corporal. Los glucocorticoides adoptan su nombre del efecto importante que tienen en el metabolismo de la glucosa, por lo que el aumento de la producción de hidrocortisona origina hiperglucemia. Sin embargo, también tienen efectos significativos en el metabolismo de casi todos los órganos corporales. La corteza suprarrenal produce estas hormonas como respuesta e-236 Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente a la liberación de ACTH por parte del lóbulo anterior de la hipófisis. Las concentraciones altas de glucocorticoides exógenos en la sangre inhiben la liberación de ACTH y glucocorticoides, lo que puede causar atrofia de la corteza suprarrenal. Por otra parte, si se interrumpe de forma repentina la administración de glucocorticoides exógenos, surge insuficiencia suprarrenal por la incapacidad de la corteza atrofiada para responder adecuadamente al cambio. Los mineralocorticoides ejercen sus efectos principales en el metabolismo de los electrolitos, ante todo en los túbulos renales y el epitelio gastrointestinal, donde aumentan la absorción de sodio y la excreción de potasio e hidrogeniones. La secreción de aldosterona se ve afectada muy poco por la ACTH y tiene lugar sobre todo como respuesta a la presencia de angiotensina II en el torrente sanguíneo. Esta última es una sustancia que aumenta la presión arterial por constricción arteriolar; su concentración se eleva cuando los riñones liberan renina, como respuesta a la presión arterial renal. El aumento resultante de las concentraciones de aldosterona estimula la resorción renal y la absorción gastrointestinal de sodio, con lo que se logra la estabilización de la presión arterial normal. La liberación de aldosterona también aumenta como resultado de la hipercalcemia. Esta hormona es la principal en la regulación del equilibrio del sodio a largo plazo. Los andrógenos suprarrenales tienen el mismo efecto que los producidos por los testículos y su secreción se encuentra regulada por la ACTH. Trastornos de la corteza suprarrenal Las alteraciones de la secreción de las hormonas de la corteza suprarrenal son poco frecuentes en los niños. Hipofunción corticosuprarrenal Los factores causantes más comunes son hemorragias por traumatismos, infecciones fulminantes, interrupción abrupta de las fuentes exógenas, ausencia congénita y tumores. j Insuficiencia aguda. El lactante muestra cierto grado de pérdida de sal, retención de potasio y acidosis; no suele aumentar de peso, se alimenta mal y vomita a menudo. Es la forma más frecuente durante la infancia. El estado del niño es de deshidratación, semejante al shock, con pulso rápido y débil, descenso de la presión arterial, respiraciones rápidas y superficiales, humedad y frialdad de la piel y cianosis. En los recién nacidos, además, se suele acompañar de hiperpirexia, taquipnea y convulsiones, y se muestra la hemorragia como una masa retroperitoneal palpable. El tratamiento debe ser inmediato e intensivo, basado en la administración intravenosa de cortisol, la reposición de líquidos, mediante soluciones de glucosa y la antibioticoterapia, si existe infección. También se administran hormonas que favorecen la retención de sal. j Insuficiencia crónica. Enfermedad de Addison. Es poco frecuente en la infancia y la causa un proceso autoinmune, si bien en el período neonatal puede deberse también a una hemorragia intraparto, generalmente en partos distócicos o como consecuencia de una sepsis fulminante. Las características clínicas son: debilidad muscular, laxitud, fatiga mental, disminución ponderal, anorexia, baja presión arterial, deseo de comer sal, náuseas, diarrea y cambios de pigmentación de la piel en manos, cara y puntos de presión, así como hiperpigmentación de pecas y cicatrices. En el suero, los niveles de ACTH son altos y los de cortisol, bajos. Los niños deben tomar suplementos de cortisol y sal. j Hipoplasia suprarrenal. Los signos de la hipoplasia o aplasia suprarrenal primaria son obvios poco después del nacimiento. Responden a los de pérdida de sal con un aumento insuficiente de peso, letargia, alimentación deficiente, vómitos y deshidratación. Hiperfunción corticosuprarrenal Síndrome de Cushing. Es el resultado de una mayor producción crónica de glucocorticoides. La causa más frecuente es la terapia con corticosteroides. También puede deberse a una hiperplasia o a tumores. Las manifestaciones son la obesidad del tronco con esbeltez de los miembros, el abdomen con estrías púrpuras, acumulación de grasa en el cuello y en la espalda (“giba de búfalo”) y la cara redondeada o de luna. También se observa a menudo una masculinización de las mujeres, debilidad, plétora (enrojecimiento de las mejillas), propensión a las equimosis, cicatrización deficiente de las heridas, retraso del crecimiento y aumento de la susceptibilidad a las infecciones. Se suele acompañar de osteoporosis, hipertensión, diabetes sacarina leve y disminución de glóbulos rojos. Se produce un aumento de cortisol en sangre y orina, así como un aumento de la glucemia. El tratamiento depende de la causa. Si se debe a un tumor, es precisa la extirpación quirúrgica, y si se extrae la glándula entera debe ponerse en práctica un tratamiento de sustitución. Si la causa se debe al tratamiento con esteroides, se interrumpe gradualmente, pues el corte brusco da lugar a una insuficiencia suprarrenal aguda. j Hiperaldosteronismo. La producción de aldosterona aumenta por cualquier afección que haga disminuir el volumen sanguíneo o el flujo de sangre en el riñón. Otras causas menos frecuentes pueden ser la hiperplasia suprarrenal o los tumores. La principal característica clínica es la hipertensión, aunque también se puede apreciar la alcalosis metabólica. Debido al bajo nivel de potasio se presenta una debilidad muscular y los riñones no producen orina concentrada, por lo que se aprecia un síndrome parecido al de la diabetes insípida. Los niveles de sodio son elevados y existe una retención hidrosalina. Se producen hipertensión, hipopotasemia y poliuria que no responden a la administración de la hormona antidiurética. La terapia consiste en la aplicación de glucocorticoides y un antagonista de la aldosterona, así como en la reposición de potasio. Si existe algún tumor o hiperplasia, se procede a su extirpación quirúrgica. j Hiperplasia corticosuprarrenal congénita. También conocida como síndrome suprarrenogenital. Es una alteración heredada (autosómica recesiva), en la que falta alguna enzima necesaria para la biosíntesis del cortisol. Como consecuencia de ello, la hipófisis secreta más ACTH en el estímulo de las suprarrenales, por lo que aumentan de tamaño y producen gran cantidad de andrógenos. La excesiva secreción de andrógenos da lugar a una masculinización del sistema urogenital durante el desarrollo fetal. Si el feto es femenino se aprecia una ambigüedad genital (seudohermafroditismo). El clítoris se agranda y simula un pequeño pene y los labios mayores están fusionados formando una estructura del tipo de un saco semejante al j © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente e-237 escroto, pero carente de testículos. En los órganos genitales internos no se observa modificación alguna. Si el lactante es varón, no muestra anormalidades genitales al nacer, pero pronto se aprecia un aumento del tamaño del pene y con erecciones frecuentes. Si no se trata esta enfermedad, se adelanta la maduración sexual, con crecimiento de los órganos genitales externos y los vellos axilar, púbico y facial, agravamiento de la voz, acné y aumento de la musculatura. En la adolescencia de la mujer no se desarrollan las mamas y permanece amenorreica y estéril. En ambos sexos se acelera el crecimiento lineal y es prematuro el cierre de las epífisis, lo que da como resultado una baja estatura al término de la pubertad. El objetivo inicial de la atención del equipo de salud consiste en identificar a los niños que padecen este problema y asignarles un género que coincida con el genotipo. Si existen dudas en cuanto al género a asignar, los padres deben ser informados de inmediato. Necesitan una explicación cuidadosa del trastorno, así como apoyo para hacer frente a la incertidumbre. Se administra cortisona para reducir la secreción alta de ACTH y lograr que desaparezcan los signos de masculinización de las niñas y se desacelere el crecimiento lineal temprano. Dependiendo del grado de masculinización, puede ser necesario practicar operaciones de reconstrucción que reduzcan el tamaño del clítoris, separen los labios y constituyan el orificio vaginal. Como los órganos sexuales internos no están afectados, en la etapa de madurez se alcanza la fertilidad y la satisfacción sexual normal. Esta reconstrucción debe llevarse a cabo antes de que el niño tenga edad suficiente como para darse cuenta de lo anormal de sus genitales (18-24 meses). En los casos en los que se asigne erróneamente el género y después sea necesario cambiarlo, los padres necesitan ayuda y apoyo psicológicos para que comprendan los motivos y las opciones de reasignación de género e intervenciones que se precisen. Los padres deben descartar cualquier duda respecto al verdadero sexo de su hijo, pues la identidad sexual no es sólo una entidad biológica sino, sobre todo, el resultado y la expresión de influencias psicológicas y ambientales múltiples. La reasignación, después de los 18-24 meses y cuando el niño ya ha tomado conciencia de su identidad sexual e imagen corporal, puede causarle conflictos psicológicos importantes, por lo que se debe continuar la crianza según el sexo establecido previamente a su fenotipo. Y ello mediante las intervenciones clínicas (administración sustitutiva de hormonas) y quirúrgicas (extirpación de los órganos femeninos y reconstrucción del órgano masculino para que las relaciones sexuales sean satisfactorias) que sean necesarias. Se mantiene un problema insalvable para la sanidad actual, que no es otro que la evidente esterilidad de estos individuos. Trastornos de la médula suprarrenal La médula suprarrenal produce adrenalina y noradrenalina, también llamadas catecolaminas. Estas hormonas se liberan en el torrente sanguíneo cuando la médula suprarrenal es estimulada por el sistema nervioso simpático. Esta liberación se produce, sobre todo, en situaciones de tensión (shock traumático, infecciones graves, hipoglucemia, miedo intenso, etc.). La adrenalina aumenta la velocidad y la fuerza de la contracción del corazón, aumenta la dilatación de los bronquios y la velocidad respiratoria, así como la liberación de glucosa. La nor adrenalina constriñe los vasos sanguíneos, por lo que aumenta la presión arterial. Todos estos cambios tienen lugar como forma de alertar a los órganos vitales del organismo, aumentando las provisiones de combustible del cuerpo ante situaciones de urgencia. Los tumores secretores de catecolaminas son la principal causa de hiperfunción de la médula suprarrenal. En los niños, la neoplasia más frecuente de este tipo es el neuroblastoma. j Feocromocitoma. Es un tumor, por lo general benigno, que surge en la médula suprarrenal y en ocasiones en los tejidos de los nervios simpáticos, en el abdomen y en el tórax. Se transmite por herencia como un rasgo autosómico dominante. Los síntomas y signos que acarrea esta dolencia son hipertensión, taquicardia, cefalalgia, disminución de la actividad gastrointestinal traducida en estreñimiento, hipermetabolismo con anorexia, disminución ponderal, hiperglucemia, poliuria, polidipsia, hiperventilación, nerviosismo y diaforesis. El tratamiento definitivo consiste en la extirpación quirúrgica del tumor. Si se le ha practicado una adrenalectomía total, se deben tener las mismas consideraciones que para la insuficiencia suprarrenal. j Neuroblastoma. Es el tumor maligno más común en la lactancia y la niñez. Se inicia en el nervio simpático e incrementa las catecolaminas en la orina. Los síntomas más evidentes los ocasiona el propio proceso invasivo del tumor. Cuidados de enfermería de los niños y adolescentes con trastornos endocrinos Los cuidados de enfermería tienen carácter general, por lo que se deben adecuar a cada caso concreto. No se debe olvidar que el niño/adolescente forma, conjuntamente con su familia, una unidad hacia la cual se proyectan todos los cuidados enfermeros, siendo la atención de enfermería mucho más eficaz. En los primeros momentos de la vida del niño, el personal de enfermería tiene una gran responsabilidad, puesto que es el encargado de llevar a cabo las primeras pruebas metabólicas que detectan posibles problemas, con lo que se puede dar comienzo a un tratamiento precoz, tan importante en los trastornos endocrinos. Normalmente, esas pruebas se efectúan en la unidad de neonatos del hospital, aunque las enfermeras de Atención Primaria las deben practicar en las 72 horas siguientes al nacimiento, si en el hospital no se hicieron. Para la prevención de los trastornos endocrinos relacionados con la glándula tiroides se deben evitar los desinfectantes yodados en los cuidados del ombligo, y la alimentación debe proporcionar una ingesta adecuada de yodo. La mayor parte de los trastornos endocrinos son problemas crónicos en los que es muy importante la educación sanitaria sobre el tratamiento y los aspectos higiénico-dietéticos, así como el control de los signos y los síntomas que detecte las crisis y las dificultades con prontitud. Las enfermeras deben brindar al niño/adolescente y a sus padres apoyo psicológico y emocional, ya que se van a encontrar ante una sociedad que no siempre acepta de buen grado a los individuos que se desvían del estándar aceptado mayoritariamente. Las familias necesitan ser escuchadas para que puedan expresar sus sentimientos y ayudarlas a pasar por un proceso e-238 Capítulo E9 – Principales trastornos endocrinos del niño y del adolescente doloroso ante la pérdida de la perfección de su hijo. Resulta útil poner en contacto a estos pacientes con personas que vivan el mismo problema o que ya lo hayan superado, pues así perciben soluciones a los pequeños o grandes problemas que sufren en el camino de la vida. 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