Download Oración de intercesión
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Oración de intercesión La oración de intercesión es una oración que nos mete dentro del plan de Dios, es una oración que nos pone en conformidad con el plan de Dios y nos mete dentro de ese plan para participar con Dios. ¿Por qué Dios necesita de nuestra oración si Él va a hacer lo que va a hacer según su querer y su voluntad?, porque Dios no quiere hacer lo que va a hacer sin nosotros. El Señor para hacer lo que quiere hacer, quiere contar con nuestra oración de intercesión, para disponernos interiormente a vivir según su querer y su voluntad, para aceptar cual es su querer y su voluntad. ¿Porqué oramos intercesión?, no porque nosotros en la oración de intercesión constante le vamos a sacar algo a Dios de lo que Él nunca estuvo dispuesto a darnos porque no era su voluntad ni su querer, sino que en el querer de Dios, y entendiendo cual es su voluntad y cuál es su plan, nosotros oramos para disponernos interiormente a recibir el deseo profundo que crece en nosotros de lo que Dios estaba dispuesto a darnos. La oración de intercesión es una oración que más que conseguir algo de lo que pedimos, nos mete en profunda comunión con el plan y el misterio de Dios y nos hace a nosotros capaces de aceptarlo, así es como Dios nos lo plantea y nos lo pide. También podemos dar otra respuesta a esto de porque orar si Dios ya lo sabe todo, porque es Él, para que sea su voluntad, solamente Él es sabio y sabe cuáles son los mejores medios para que nosotros colaboremos con su obra de salvación, por lo tanto, a la voluntad de Dios, desde la oración de intercesión, nos abrimos para entender nosotros como y de qué manera podemos participar en aquel designio de Dios. Dice 1º Juan 5; 14 está la confianza que tenemos con Él, en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha”, por eso oramos, y oramos intercesión, y lo hacemos no de cualquier manera, sino en profunda comunión con Jesús. De ahí que la oración de intercesión para que no sea un formalismo, para que no sea una oración hueca, debe ser una oración del corazón. Esta súplica, esta oración incesante nos lleva a recorrer un camino de profunda comunión con el Señor, el Señor advierte que la posibilidad de dar mucho fruto en Él está en la medida en que permanecemos en Él: “permanezcan en Mi, y darán mucho fruto”. La posibilidad de permanecer en el Señor está en y desde la oración, por lo tanto, orar incesantemente no es pasar el día rezando, no es solamente eso, es sentir en lo profundo del corazón que somos invitados a permanecer en comunión con el Señor siempre y constantemente en espíritu de oración. Este camino de oración constante, incesante, este camino de oración y de súplica, de intercesión, es para sencillamente conocer el querer de Dios. El querer de Dios es que todos los hombres se salven, ese es el gran motivo, que todos los hombres encuentren el gozo y la alegría de haber sido creados por Dios, y que allí desde los lugares donde el gozo no está instalado y la alegría no forma parte de la vida de todos los días, por el peso de la angustia, la tristeza, la desazón, la desilusión, allí mismo comience a habitar la gracia de la esperanza, del gozo interior que nos permite enfrentar todas las dificultades de la vida con el ánimo con el que Dios quiere que las afrontemos, con la certeza absoluta de que Él vence, y se constituye en y para nosotros en Señor de la Historia. El que se dispone a orar incesantemente y tiene en su corazón la certeza de que Dios va a obrar aquello por lo cual se intercede tiene que hacerlo no de cualquier manera, sino en atención a la escucha de la Palabra de Dios, por eso en la oración de intercesión Dios nos revela sus caminos, Dios nos regala la posibilidad de entender sus designios. “No rezamos para cambiar las disposiciones de Dios sino para que sea realizado aquello que Dios mismo había dispuesto cumplir a pedido de los creyentes”, según Santo Tomás la plegaria es una de las causas segundas por medio de las cuales Dios, que es la causa primera de todo, cumple sus designios. Así como cuando uno quiere ir a un lado, para ir a ese lado donde tiene que dirigirse tiene que mover sus pies, el fin a donde va es el lugar a donde ha decidido ir, el camino que debe recorrer es el lugar por donde va, el modo de hacerlo es caminando, así también en lo que se refiere a las gracias que Dios está dispuesto a darnos, el modo de alcanzarla es por la oración, la oración es el camino que nos conduce a las gracias que Dios siempre estuvo dispuesto a darnos. En la oración de intercesión, con fe de poder sabiendo que Dios realiza en medio de nosotros aquello que le pedimos cuando se lo pedimos sabiendo que Él quiere para nosotros lo mejor y lo pedimos a favor de otros, también a favor nuestro cuando el pedido de intercesión es por una necesidad que tenemos, cuando oramos de esta manera y en conformidad con la voluntad de Dios, con su querer, abriéndonos al querer de Dios dejándolo en manos de Él, que todo lo sabe, todo lo puede, lo que hacemos es crecer en el amor, el acto de oración de intercesión básicamente es un acto de amor, pero cuando uno va a hacer fuerza sobre una situación determinada con la que debe combatir, luchar, como son los combates que tenemos en la oración contra la fuerza del mal y contra la acción del pecado y el espíritu del mundo que atenta contra el proyecto de Dios uno tiene que saber que es mejor si hace fuerza con otros. Cuando oramos intercesión qué mejor que sumarnos a los ángeles y a los santos del cielo que interceden constantemente con Jesús ante el trono del Padre en el Espíritu Santo clamando por la obra de la redención que el Señor ha confiado al Hijo como aquel que se hace puente para acceder al misterio de la felicidad para siempre, para la redención eterna que Dios la quiere ya, aquí, para nosotros, la felicidad Dios no la quiere solo para la otra vida la quiere en esta vida, el reino de los cielos ya está aquí, clamamos y hacemos fuerza juntos en nuestra oración de súplica en el Espíritu pidiendo por nuestras necesidades, lo hacemos con los ángeles y con los santos que acompañan nuestro camino con los que Dios ha puesto en tu camino para sostenerte en la búsqueda de lo que Dios quiere como plenitud. Tipos de oración “ Los hombres y las mujeres que oran son invencibles. Con la oración han recibido la llave del corazón de Dios.” La oración de fe Jesús nos muestra que la concesión de una petición de pende en realidad de si ésta se hace con una fe forme. La Palabra dice: “Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen” (Mt 9, 29). Dios espera una fe audaz que mueva montañas. Sin embargo, las aventuras de una fe osada sólo pueden emprenderse en obediencia a Dios. Abraham se atrevió a salir y emigrar a Canaán sin saber a dónde iba, y esto lo hizo porque Dios se lo había ordenado. Él creyó en la orientación de Dios y fue obediente, aun en la incertidumbre. Nuestra fe debe basarse en su Palabra. Esa es la fuerte ancla a la cual debe estar atada la fe. El creyente que ha recibido una promesa de Dios, tiene en su mano un pagaré que puede presentarle una y otra vez: “Padre, tú dijiste: Pidan y se les dará. No serán condenados cuantos en ti confían. Dicha promesa puede ser un mensaje bíblico que Dios comunica de manera personal en un momento de dificultad o de decisión. En la oración de fe, es importante que alabemos, demos gracias y adoremos a Dios, el Todopoderoso; que cantemos una alabanza aun en situaciones que parecen no tener solución, pues mediante la acción de gracias, recibimos la bendición. Cuando alabamos el poder maravilloso del Señor, Él mueve su brazo; al levantar cánticos, proclamando su amor paternal, su corazón se inclina amorosamente hacia nosotros. La oración candorosa La oración candorosa tiene una promesa especial. Una y otra vez, Jesús nos invita a que seamos como niños, porque de ellos es el reino de los cielos; para ellos está abierto el corazón paternal de Dios. Ellos conquistan el corazón del Padre al acudir a Él, de modo infantil, con sus necesidades más pequeñas y pedir hasta por las cosas más insignificantes. Jesús dice: “¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? (Mt 7,9) Y agrega: “…¡Cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!” (Mt 7, 11). Somos sus hijos los que acudimos a Él, pidiéndole con una actitud ingenua de amor y confianza. Si tal oración se hace conforme a su voluntad, ésta no quedará sin respuesta; sin embargo, puede suceder que Él retenga la respuesta si hay obstáculos específicos que le impidan. Con esta demora, Dios nos dará una enseñanza para después conceder nuestras peticiones en abundancia. La Escritura dice: “No consiguen lo que quieren porque no se lo piden a Dios” (Stg 4,2). ¿No es a esta falta de oración infantil a la que se refiere la Escritura? Nos mantenemos pobres y con muchas necesidades; pero no podemos hablar de la respuesta a nuestra oración, debido a que no tenemos una actitud infantil cuando oramos. O tal vez somos tan ricos y estamos tan satisfechos que no nos encontramos en la situación de tener que acudir al Padre. Dios sin embargo, quiere ser nuestro Padre. Desea que acudamos a El con cada una de nuestras necesidades, así como espera que sus hijos le pidan una y otra vez, porque como un padre amoroso, siente gozo en hacernos bien y darnos regalos. La oración perseverante La Palabra nos anima a ser constantes en la oración (Rom 12,12). Nuestras oraciones no deben ser ni ocasionales ni flojas, pues también hay promesas para la oración perseverante. Esta oración no se cansa ni se desalienta, aunque aparentemente no tenga respuesta. La oración perseverante tiene la capacidad de persistir tranquilamente y esperar. Requiere humildad para esperar y pedir repetidamente. La oración perseverante tiene su promesa especial: permite que sucedan grandes cosas a quien pide y se deja purificar en los caminos de la espera; le permite experimentar las poderosas obras de Dios. Mediante la oración perseverante, Dios nos llama a un esfuerzo, a una lucha como la que vemos en el caso de la mujer fenicia o de la viuda insistente. Es una lucha real con Dios, como la que tuvo Jacob en Paniel. Jacob dijo: “Si no me bendices, no te soltaré” (Gn 32, 26). Tal oración le agrada a Dios, pues Jesús dice que Dios contestará esta oración, por ser “inoportuna”. Hay que destacar, sin embargo, que Dios da seguridad y responde a estas luchas de oración, sólo si las peticiones se pronuncian en el nombre de Jesús, y de acuerdo con su propósito y su voluntad. Hay que hacer las oraciones en el nombre de Jesús, ya que él las escuchará y las responderá, pero siempre a su debido tiempo. El celo por el Reino de Dios y por su gloria, prepara el camino para la venida de su Reino y su victoria. Por lo tanto, tales oraciones siempre están en concordancia con su voluntad y su promesa. La oración eficaz La oración eficaz también tiene una gran promesa. La Escritura dice que esta clase de oración logra mucho (Stg 5,16). En realidad, Dios promete contestarla en especial medida; puesto que como la Palabra lo indica, esta oración no es palabrería; tiene un énfasis especial; posee algo que la destaca. De igual forma se puede fortalecer y anticipar con pequeños sacrificios, regalos de nuestro tiempo, energía, bienes y cosas similares. Oración de intercesión Mariana Nuestra Oración de Intercesión Mariana es una Oración de Intercesión Trinitaria. Es Mariana porque en María hacemos éste camino de oración en la Persona de Jesús y es Trinitaria porque Jesús en el Espíritu nos pone en contacto con el Padre, que está dispuesto a darnos todo lo que le pedimos. El Espíritu hace que la inspiración que nos llega de lo alto nos ponga en contacto con María y con su presencia materna. Es decir, para alcanzar las gracias que el Padre está dispuesto a darnos, en el Espíritu somos conducidos por María a la presencia del Hijo. Tal vez el ejemplo más claro al respecto lo tengamos en las Bodas de Caná. Este es el modo de interceder, con libertad, con disposición, éste es el modo de pedir y así no nos equivocamos. Pedimos diciéndole definitivamente a Dios que sea lo que él quiere que sea según el designio y el plan providente del Padre para nuestra salvación. En el camino de nuestra oración mariana vamos aprendiendo a descubrir cuánto ella coopera en el misterio de la redención. Las bodas de Caná son un ejemplo pero en realidad esto se va aprendiendo en la medida en que uno va estableciendo vínculo con la Madre. El vínculo sencillo en éste repetir y repetir el Ave María que es una oración profundamente cristocéntrica, si bien la tiene a Ella como a quién dirigimos nuestra súplica, todo lo que le decimos a María en el comienzo mismo de la oración: Dios te salve María, llena eres de gracia... supone una conciencia en quien lo reza de la presencia de la obra de Dios en la humilde esclava del Señor. María siempre termina por llevarnos a la presencia de Jesús. María es ejemplo de oración insistente, María nos invita a descubrir la fuerza de la oración cuando lo hacemos con insistencia, cuando así lo hacemos Dios nos da lo que nos hace falta. La oración del Rosario es una oración típicamente de insistencia, es una oración de perseverancia, es una oración casi de jaculatoria, es un repiquetear de un Ave María tras otro que va revelándonos desde el corazón de María, a quién oramos, el misterio que lleva ella en su corazón escondido, el de su Hijo Jesús. En éste insistirle a María, en este insistir que es el modo de vincularnos como niños con ella en la oración la Madre nos va revelando el misterio de su Hijo y en ese sentido el Rosario se hace un gran anuncio. En cada uno de los misterios del Rosario María, en contemplación, nos va revelando todo lo que significa uno y otro acontecimiento de la vida de su Hijo, y el corazón se va impregnando de la Gracia de Dios que gana nuestro interior y nos va devolviendo la Paz y nos va poniendo en la alegría de pertenecerle. Es un anuncio que la Madre nos hace de su Hijo, nosotros la buscamos a ella como Madre y ella, como Madre nos revela a nosotros como hijos lo mejor que tiene para darnos, a su propio Hijo, Aquel que tiene para darnos todos sus dones que necesitamos, es el Señor, que intercede delante del trono del cielo al Padre en el Espíritu por lo que nosotros de corazón necesitamos recibir.