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El reto de reducir el consumo de carne
para paliar el calentamiento global
Ecologistas, animalistas y ganaderos discuten sobre consumo de carne y cambio climático en un debate organizado
por Equo en el Europarlamento.
11 diciembre 2016
10:13
Dani Cabezas
redaccion@lamarea.com
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Al menos el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre proviene del
sector ganadero, alcanzando incluso porcentajes mayores en el caso de los gases más peligrosos como el
metano (35-40%) o el óxido nitroso (65%). Con este contundente dato, el eurodiputado de EquoFlorent
Marcellesi inauguró el pasado jueves el encuentro Consumo de carne y cambio climático: un debate
ineludible, que citó en el Europarlamento de Bruselas a algunos de los principales actores implicados,
principalmente grupos ecologistas, organizaciones no gubernamentales, animalistas y representantes del sector
de la ganadería ecológica, además de un grupo de periodistas.
Marcellesi destacó la necesidad urgente de reducir el consumo de carne en el marco de los acuerdos
alcanzados en la Cumbre del Clima de París del pasado 2015, una cita en la que “apenas se habló” de la
importante incidencia de la industria ganadera en la preocupante aceleración del cambio climático. “Actualmente
en el mundo se consumen 40 kilos de carne al año por persona, que en España ascienden hasta los 100 kilos.
Para que el mundo fuera sostenible, tendríamos que comer como máximo 20 kilos de carne al año, lo que
implica reducir en cinco veces el consumo actual”, apuntó el eurodiputado.
“Hay que abordar este asunto lo antes posible”, explicó Alexandra Clark, activista pro alimentación sostenible,
que recordó que actualmente en la Unión Europea existe una epidemia de obesidad con más de la mitad de la
población con sobrepeso, en parte debido al sedentarismo y a una mala alimentación relacionada con el exceso
en el consumo de carne. Daniela Romero, de Anima Naturalis, recordó que “cada año mueren 65.000
millones de animales destinados al consumo humano que deberían ser tenidos en consideración”.
Por su parte, representantes de la ganadería ecológica como Paola del Castillo, propietaria de una instalación
extensiva en Tarifa, Cádiz, se quejaron de la severidad de las leyes de bienestar animal, así como de la falta de
subvenciones y de la imposibilidad de satisfacer la actual demanda de carne si la producción tan solo
dependiera de este tipo de explotaciones, al tiempo que reivindicaron su papel frente a la ganadería intensiva.
Información y transparencia
Ana Etchenique, vicepresidenta de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), apuntó que es
“fundamental” que los diferentes sectores se sienten a tratar de buscar soluciones, pues “sólo de una forma
multidisicplinar vamos a conseguir llegar al necesario cambio de modelo”. En ese sentido, tras el debate se
celebraron tres grupos de trabajo que trataron de poner encima de la mesa las posibles medidas a adoptar a
corto y medio plazo.
Ponerse de acuerdo no fue sencillo: los colectivos animalistas ahondaron en la necesidad de promover el
veganismo y el rechazo a los productos de origen animal como la mejor forma de luchar contra el cambio
climático. En ese sentido, estudios como el realizado por la Universidad de Oxford en 2014 ponen de relevancia
que las emisiones de CO2 de las personas vegetarianas son un 50% menores que las de quienes consumen
carne a diario, y las de las veganas, un 60%. El eurodiputado alemán del Grupo Confederal de la Izquierda
Unitaria, Stefan Eck, intervino en el debate para compartir su propia experiencia: “Lo más fácil para luchar
contra el cambio climático es dejar de comer carne. Llevo 20 años siendo vegano y no me he muerto. Es
necesario si queremos que el planeta siga vivo”. Por su parte, los responsables de las explotaciones ganaderas
hicieron hincapié en la importancia del modelo extensivo de cara a preservar la biodiversidad.
Entre los pocos puntos en común a los que se llegó, la necesidad de que los consumidores tengan acceso a
una información más rigurosa y transparente acerca del origen de los productos que consumen, así como en
lo referente a las condiciones de los animales que acaban en el matadero. “El reto es llegar a la gente, pues la
mayoría no tiene ni idea”, señaló Etchenique. “Los consumidores deberían ver con sus propios ojos cómo
funciona la explotación ganadera intensiva”, añadió.
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