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sumario La hipertrofia benigna de próstata (HBP) es la patología urológica más frecuente en el hombre. Su prevalencia oscila, según la edad, entre el 60 y 75 por ciento a los 80 años, siendo excepcional por debajo de los 40. Los factores esenciales implicados en su desarrollo son la presencia de hormonas testiculares (testosterona) y la edad. También existe un importante grado de agregación familiar. Hipertrofia benigna de próstata S 18 EGÚN datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la HBP es causa de mortalidad en 30 de cada 100.000 personas, ocupando en los países industrializados el tercer lugar entre las enfermedades que suponen un mayor gasto sanitario. El aumento de tamaño de la glándula, que puede ocupar total o parcialmente la luz de la uretra obstruyendo el cuello vesical, origina el factor mecánico. El estímulo de los neurorreceptores alfa, que existen en el propio tejido prostático y en la cápsula, provocan un aumento de la presión en el interior de la uretra, esto origina los factores funcionales. La HBP es un trastorno de fisiopatología heterogénea, no existiendo una correlación clara entre el tamaño de la próstata y la frecuencia o severidad de los síntomas. Los síntomas irritativos o directos más frecuentes son disuria de inicio y más acusada en la primera micción de la mañana, nicturia, polaquiuria, pesadez hipogástrica y urgencia miccional. Entre los síntomas obstructivos se encuentran las alteraciones en el flujo urinario con disminución del calibre y de la fuerza del chorro miccional, interrupción del chorro y goteo postmiccional, tenesmo vesical o rectal, dolor suprapúbico y retención urinaria. La retención aguda de orina es uno de los síntomas clásicos. Puede producirse después de una comida copiosa, bebida abundante, largos viajes en automóvil o por tratamiento con fármacos (diuréticos, efedrina, espasmolíticos). La retención crónica incompleta es un cuadro más insidioso, caracterizado por micción constante e imperiosa (micción por rebosamiento), que puede acompañarse de tumoración hipogástrica palpable y dolorosa (globo vesical). El incremento de volumen prostático conduce a la incapacidad del La ecografía es la técnica de imagen más importante, sin embargo, no siempre está al alcance de los médicos de Atención Primaria completo vaciado vesical con residuo miccional, lo que puede originar complicaciones: hidrouréter, hidronefrosis e insuficiencia renal, infecciones, litiasis vesical y hematuria. Historia clínica La historia clínica, incluyendo el motivo de consulta, así como antecedentes personales y familiares; y la exploración física, fundamentalmente el tacto rectal, son esenciales en el diagnóstico de la HBP. No obstante, pueden ser necesarias pruebas analíticas y de imagen. Debe incluirse la cuantificación de síntomas, siendo de utilidad la escala de la Asociación Americana de Urología en la que se cuantifica la puntuación internacional de sintomatología prostática (PISP), que ha sido adoptada por la Organización Mundial de la Salud. El tacto rectal es la principal técnica diagnóstica y valorará tanto las características de la próstata, como el tono del esfínter anal. En la HBP puede apreciarse un aumento no doloroso del tamaño prostático a expensas de la totalidad de la glándula o de uno de sus lóbulos. La superficie continúa siendo lisa y la consistencia elástica. Las pruebas básicas de laboratorio son un análisis de ori- sumario MAYO-2001 na y otro de sangre, incluyendo creatinina sérica. Así podrá descartarse la coexistencia de infecciones, neoplasias, litiasis o disfunciones renales. La determinación del antígeno prostático específico (PSA) sólo está indicada en caso de sospecha de malignidad. La ecografía es la técnica de imagen más utilizada y en la mayoría de las ocasiones la única necesaria. No siempre es accesible a la Atención Primaria. Permite conocer con gran exactitud la forma, tamaño y estructura de la próstata, también posibilita la cuantificación del volumen del residuo postmiccional. Los pacientes con HBP que precisen estudios complementarios como pruebas de diagnóstico por imagen (ecografías, urografías, estudios urodinámicos) sobre todo cuando estas pruebas no puedan ser solicitadas desde Atención Primaria y aquellos enfermos con alteraciones neurológicas, diabetes mellitus insulindependiente de larga evolución, cirugía o traumatismos urológicos, hematuria, litiasis y retención importante de orina, deben ser evaluados por un Servicio de Urología. Tratamiento quirúrgico Más del 80% de la población masculina mayor de 50 años recibirá tratamiento contra la HBP en algún momento de su vida, y el 20% de los varones a los 80 años se habrá sometido o se someterá a algún tipo de intervención quirúrgica contra la HBP. Un 15% de los ya operados podrá sufrir con el tiempo alguna nueva reintervención. De este mismo grupo de pacientes, entre un 5 y un 10% será diagnósticado de carcinoma de próstata. Eso hace ineludible los controles posteriores aun en enfermos operados. El tratamiento quirúrgico es el más efectivo en la HBP. Las técnicas más importantes son la prostatectomía abierta (adenomectomía) indicada cuando los síntomas irritativos y obstructivos son muy importantes o existen complicaciones, y la resección transuretral (RTU), que es la técnica más utilizada, con efi- El tratamiento quirúrgico es el más efectivo y recomendado en pacientes con sintomatología o complicaciones importantes cacia clínica del 75% y mortalidad del 0,9%. La terapia hormonal mejora el componente estático de la HBP y los síntomas obstructivos. La finasterida bloquea selectivamente la dihidrotestosterona y reduce el tamaño prostático con menos efectos secundarios que otros fármacos antiandrogénicos (disminución de la libido y disfunción eréctil). Los bloqueadores alfaadrenérgicos actúan sobre los receptores α-adrenérgicos de la base vesical y de la próstata, disminuyendo el tono muscular de la vejiga y del músculo liso prostático, lo que origina una mejoría de los síntomas irritativos, es decir, del componente dinámico de la micción. Los más utilizados son: prazosina y doxazosina. Existen otros preparados con una alta proporción de fitosteroles, fitoterapia, estructuralmente parecidos al colesterol, aunque se desconoce su mecanismo de acción. El médico general/de familia encuentra algunas limitaciones en el seguimiento de los pacientes con HBP. Por una parte, no siempre es posible el acceso a la ecografía. En segundo lugar, la prescripción de finasterida precisa visado de inspección, a pesar de presentar menor número de efectos secundarios que otros preparados hormonales. Conclusiones La HBP es la patología urológica más frecuente en el hombre. La presencia de una prevalencia alta con morbimortalidad baja indica que el médico de Atención Primaria debe tener un importante papel en el control de esta enfermedad. La historia clínica y el tacto rectal son fundamentales para el diagnóstico de la HBP. La ecografía es la técnica de imagen más utilizada y aporta datos morfológicos de la glándula y del residuo postmiccional. El tratamiento quirúrgico es el más efectivo en la HBP. No obstante, hay muchos pacientes que pueden beneficiarse de la hormonoterapia y de los bloqueadores alfaadrenérgicos. 19