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valió la pena la espera Vino Dios y comprometió nuestra existencia, se vistió de paja y barro, se acunó entre dos esteras. Vino Dios y asombró a los corazones y corrieron presurosos a adorarle los pastores. Vino Dios y enamoró a su sierva madre, y dejó que entre sus brazos se escondieran sus rumores. Vino Dios, desde tan lejos vino, que pide reposar la paz después del largo camino. Pobre, frágil, niño, hombre, Dios errante en tierra extraña. Así vino y viene Estando ellos allí, le llegó la hora del susurrando nuestro nombre. parto y dio a luz a su hijo Manos vacías, eso es lo que espera en mí. Él me ha mandado dejarlo todo a sus pies hasta que no tenga nada en mi poder, para que él pueda llenar mi vida hasta rebosar primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. Lc. 2, 6-7 Esperado, ansiado, anunciado, rechazado, Nacido en la Tierra, invisible a algunos ojos, alejado del ruido, quizá pasando frío… sin nada. Que nuevamente pide una oportunidad, que ha vuelto a llamar a nuestra puerta en busca de posada, que empieza de cero, que nace de nuevo, que se hace hombre porque cree en el hombre, en el rico y en el pobre… pero nace pobre, sin techo. Ante nuestras atónitas miradas se ha hecho un hueco en nuestros brazos y nos pide cuidado, calor, ternura, atención, unas monedas, un bocadillo, un café, un hogar, comprensión, escucha. Y sonríe mientras espera y nos da la Paz de un niño que sueña. Dios nacido, Buena Nueva, Dios sin techo,… “Adórote, Rey del Cielo, verdadero Dios y hombre. Adoro tu santo nombre, mi salvación y consuelo. Adórote, hijo y padre, a quien sin dolor parí, porque quisiste de mí hacer de sierva tu madre. Bien diré aquel salmo glorioso que dije, oh, hijo precioso, cuando yo te concebí: que mi ánima engrandece a ti, mi solo Señor, y en ti, mi salvador, mi espíritu florece” Al ver el astro se llenaron de un gozo inmenso. Entraron en la casa, vieron al niño con su madre, María, y echándose por tierra, le rindieron homenaje. Después abrieron sus arquetas y le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra. Mt. 2, 10-12 Adorado y perseguido al tiempo. Adorado por los Sabios del Cielo, por los de la sierra y los campos, por las lavanderas y por los herreros,… Perseguido por Herodes y su causa. Adorado por María, madre e hija al tiempo, deslumbrada, enamorada, entregada,… Adorado por José en la duda,… Ambos rumian en silencio que sea según tu palabra, pues confían y reconocen en su niño al que se ha servido de ellos para traer la salvación, y son testigos de cómo otros tantos se acercan al él. Han dejado el rebaño, certezas tangibles, seguridades, trabajos,… y ante él vacían sus manos, sus tiempos, su corazón, y encuentran al Dios pequeño, al Dios vulnerable. No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. (bis) No adoréis a nadie, a nadie más, (2) No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. Porque sólo Él os puede sostener (bis) No adoréis a nadie, a nadie más... No pongáis los ojos en nadie más que en Él (bis) No pongáis los ojos en nadie más... Porque sólo él os da la libertad (bis) No adoréis a nadie, a nadie más... Cuando se marcharon, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a la madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Se levantó, tomó al niño y a la madre todavía de noche y se refugió en Egipto, donde residió hasta la muerte de Herodes. Mt. 2, 13-14 Mi Señor, de mis enemigos líbrame. En Ti me refugio, enséñame a cumplir tu voluntad. Porque Tú eres mi Dios, mi Dios. Tu Espíritu que es bueno me guíe por una tierra llana. DAME VIDA, DAME LA VIDA, DAME TU VIDA, MI DIOS (bis). Mi Señor, siente cómo me falta el aliento, no escondas tu rostro, si lo alejas de mí me moriría. Haz que siente en la mañana tu amor. Enséñame el camino a seguir, a ti levanto mi alma. ENSÉÑAME TU TIERRA, GUÍAME A TU TIERRA, LLÉVAME A TU TIERRA, SEÑOR (bis). En Camino, hacia Egipto, más allá de las fronteras, sin papeles, sin permisos, expulsado,… Huyen para proteger su vida de los peligros de su tierra, en busca de algo mejor… Nuevamente responden a la voluntad de Dios que habla al corazón de José, que nos habla al corazón, que nos pide que protejamos a ese niño que nos ha nacido, que no le pongamos en peligro, porque en él está nuestra alegría, nuestra salvación, nuestra libertad más profunda, nuestro regalo de Reyes, nuestro Tesoro escondido,… Es él a quien esperamos con esperanza, él que viene de fuera y que nos invita a la vida plena, llena de oportunidades y de sentido, llena de la Paz del caminante: Dios peregrino, Dios emigrante.