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Año 2001, Volumen 17 nº 1 El Boletín Terapéutico Andaluz (BTA) es una publicación bimestral, que de forma gratuita se destina a los sanitarios de Andalucía con el fin de informar y contribuir a promover el uso racional de los medicamentos. Este boletín es miembro de la Sociedad Internacional de Boletines Independientes de Medicamentos (I.S.D.B.). EN ESTE NÚMERO … 1 • Utilización de medicamentos Utilización de sales de hierro: ¿quién las necesita? El tratamiento de la anemia ferropénica es una práctica habitual en Atención Primaria, aunque la elección del preparado de hierro no es fácil y la dosis varía según el grado de déficit y las características del paciente. 2 • Farmaconotas ¿Se han asociado mutaciones genéticas al uso de ácido fólico durante el embarazo? 1 Utilización de medicamentos Utilización de sales de hierro: ¿quién las necesita? RESUMEN ANDALUZ Boletín Terapéutico Depósito Legal: GR–356–1984. ISSN 0212–9450. Año XVII, nº 123 Enero-Febrero 2001, Franqueo Concertado 18/30 Redacción: CADIME Escuela Andaluza de Salud Publica. Aptdo. 2070. 18080 Granada. España. Tfno. 958 027 400, Fax 958 027 505 www.easp.es/cadime e-mail: cadime@easp.es La administración de sales de hierro, especialmente por vía oral, resulta una práctica habitual en nuestro medio, debido a la prevalencia de ferropenia. El hierro es un elemento fundamental para el buen funcionamiento del organismo, especialmente para la elaboración de hemoglobina que permite la oxigenación de los tejidos. Aunque en condiciones normales se pierde muy poca cantidad de hierro al día, las necesidades pueden ser mayores en determinados pacientes (niños, gestantes) y procesos (hemorragias). Se distinguen varios estados carenciales de hierro, siendo la anemia ferropénica la manifestación más grave, que requiere un diagnóstico diferencial con otros tipos de anemia. Existen comercializadas numerosas sales de hierro oral, siendo las ferrosas las de elección por su mejor absorción, mientras que no se aconseja el uso de hierro en preparados multicomponente. La dosis de hierro elemental varía según la vía de administración, grado de déficit de hierro, y edad o situación del paciente. También habrá que tener en cuenta si se quiere instaurar profilaxis o tratamiento; el cual requerirá de un minucioso seguimiento para determinar la eficacia del preparado administrado. INTRODUCCIÓN Las anemias ferropénicas son las más habituales en Atención Primaria, estimándose que hasta el 75% de las anemias diagnosticadas en un año pueden deberse a déficit de hierro (1). En España su prevalencia es de un 1% en escolares, adolescentes y varones adultos, del 4-5% en mujeres en edad fértil, y del 7-12% en lactantes y preescolares (1-3). Desde el punto de vista fisiopatológico, la anemia ferropénica supone una pérdida de la capacidad de regulación de la eritropoyesis normal. Cuando las concentraciones de hemoglobina descienden, los tejidos reciben un menor aporte de oxígeno, elevándose las concentraciones de eritropoyetina, la cual estimula la proliferación de la médula eritroide que, junto a un apor- VALORES HEMATOLÓGICOS NORMALES MÍNIMOS Población Edad Hemoglobina (<g/dl) Hematocrito (< %) Niños 1-<2 años 2-<5 años 5-<8 años 8-<12 años 11,0 11,1 11,5 11,9 32,9 33,0 34,5 35,4 Hombres 12-<15 años 15-<18 años >18 años 12,5 13,3 13,5 37,3 39,7 39,9 Mujeres (no gestantes y en periodo de lactancia) 12-<15 años 15-<18 años >18 años 11,8 12,0 12,0 35,7 35,9 35,7 Embarazadas 1.er Trimestre 2.º Trimestre 3.er Trimestre 11,0 10,5 11,0 33,0 32,0 33,0 Tabla 1. Tomado de 6. te suficiente de hierro, aumenta la formación de hematíes. Sin embargo, cuando existe un defecto en alguno de estos elementos se manifiesta una anemia hipoproliferativa o una anemia ferropénica (4). NECESIDADES Y METABOLISMO DEL HIERRO El hierro es un catión indispensable para la síntesis de hemoglobina y la formación de otros componentes (mioglobina) y enzimas (citocromos microsómicos y mitocondriales) que actúan en otros procesos metabólicos, principalmente de óxidoreducción. El 80% del hierro orgánico se emplea en la función eritrocítica por lo que, cuando existe un desequilibrio entre la ingesta y las pérdidas, la anemia es la manifestación más fácilmente detectable (1,5,6). Las pérdidas de hierro son mínimas (1 mg/día, en adulto normal), si bien pueden incrementarse en situaciones como la menstruación o el embarazo; así como, en otros procesos que impliquen pérdidas importantes de sangre (hemorragias, donaciones, etc.) (5-8). El hierro proveniente de los alimentos, se encuentra en forma orgánica (hem) o inorgánica. Esta última es la más abundante, aunque posee una baja biodisponibilidad (5-10%), y su absorción depende –entre otros factores- de la composición de la dieta; ya que algunos alimentos la favorecen (carne, pescados y vitamina C) mientras que otros la dificultan (fosfatos, taninos) (2,5,6,8,9). Adicionalmente, el hierro endógeno procede de los hematíes viejos, y se acumula en el sistema reticuloendotelial (4,6). El hierro se absorbe en el duodeno y yeyuno proximal, y al pasar al plasma es transportado por la transferrina, glucoproteína sintetizada en el hígado. El complejo hierro-transferrina se une a receptores específicos de los precursores eritroides (médula ósea) y penetra en la célula donde se libera el hierro (4,5). En el interior de las células, el hierro liberado se deposita principalmente en forma soluble (ferritina) y, en menor proporción, en forma insoluble (complejo hemosiderina); también se utili- za para sintetizar hemoglobina (en los precursores eritroides) u otras sustancias (enzimas hepáticas del hem) (4,6). ESTADOS CARENCIALES El criterio diagnóstico inicial, que induce a sospechar la existencia de una anemia ferropénica, es un hematocrito (Hc) o una concentración de hemoglobina (Hb) inferior a la normal. Los niveles normales de Hb varían en la población adulta entre: Hb<10-11,5 g/dl en mujeres, y Hb<12,513,8 en hombres, según los diversos autores (ver tabla 1). Sin embargo, no se ha establecido a partir de qué niveles de Hb sería recomendable realizar determinaciones de hierro sérico, antes de que progrese a anemia; ya que, normalmente, sólo se manifiestan reducciones de la Hb y del Hc en estadíos avanzados ferropenia (6,7,10,11). Tradicionalmente, se ha definido la anemia ferropénica como aquella causada por un defecto en la síntesis de Hb, debida a un déficit del hierro corporal total, PARAMETROS ANALÍTICOS DE ANEMIAS MICROCÍTICAS Anemia ferropénica Talasemias Anemia por enfermedad crónica Anemia sideroblástica Hierro Bajo Normal o Alto Bajo Normal a Alto Ferritina Baja Normal o Alta Normal o Alta Normal o Alta Transferrina (TIBC) Clase de Hemoglobina Alta Normal Baja Normal Normal Anormal Normal Normal Tabla 2. Tomado de 3, 4. 2 Bol Ter ANDAL 2001; 17 (1) que origina eritrocitos más pequeños (microcíticos) que contienen menor cantidad de Hb (hipocrómicos). Pueden distinguirse varios estadíos, que se diferencian según los datos de laboratorio (3,4,6,7,9,10): – Agotamiento de los depósitos de hierro, ocurre cuando las demandas fisiológicas superan a la ingesta de hierro. Puede aparecer durante el crecimiento, embarazo y debido a pérdidas menstruales. El dato más característico es la hipoferritinemia, que disminuye aún más en estadíos avanzados. – Eritropoyesis con carencia de hierro, indica la existencia de una producción restringida de hematíes. Suele aparecer como consecuencia de hemorragias intensas (menstruaciones abundantes, hemorragia gastrointestinal moderada, donación de sangre), durante el embarazo, así como en caso de malabsorción moderada. Se caracteriza principalmente por una disminución del hierro sérico. – Anemia ferropénica, se caracteriza por hematíes hipocrómicos y microcíticos, debido a un prolongado período de balance negativo de hierro. Puede deberse a hemorragia gastrointestinal intensa, intervenciones quirúrgicas, hemólisis intravascular, malabsorción intensa (esprue, gastrectomía, enfermedad inflamatoria intestinal), o ciertas parasitosis. La existencia de anemia hipocrómica y microcítica no basta para diagnosticar anemia ferropénica, por lo que en ocasiones es necesario establecer un diagnóstico diferencial con otros tipos de anemias microcíticas (2-4,12) (ver tabla 2). TRATAMIENTO El tratamiento de la ferropenia tiene el doble objetivo corregir la causa y restaurar los niveles de hierro. Por ello, se desaconsejan los tratamientos empíricos con hierro, ya que, en adultos, una ferropenia ha de considerarse inicialmente como un signo de hemorragia (12). Sin embargo, puede iniciarse la ferroterapia hasta conocer el resultado del diagnóstico etiológico (7). Aunque habitualmente el tratamiento con sales de hierro se suele iniciar por vía oral, la etiología de la anemia ferropénica va a determinar el tipo de terapia. Así, en caso de hemorragias continuas es muy difícil reponer los depósitos de hierro; y en pacientes con malabsorción intestinal, el hierro oral puede ser ineficaz. Por otra parte, la disminución de la producción de eritropoyetina, junto a las alteraciones del funcionamiento de la médula eritroide, CONTENIDO EN HIERRO DE DIVERSAS SALES Sal de Hierro Cantidad (mg) Hierro elemental (mg) Fumarato ferroso 200 65 Gluconato ferroso 300 35 Glicina sulfato ferroso 225 40 Succinato ferroso 100 35 Sulfato ferroso 300 60 Sulfato ferroso anhidro 200 60 Polisacárido complejo 330 Ferritina 100 40 (Fe+3) 20 (Fe+3) Tabla 3. Tomado de 5. pueden conducir a una baja eficacia del hierro administrado, como ocurre en pacientes con nefropatías en fase terminal o con ciertas enfermedades inflamatorias. Así, cuando la respuesta a la administración de hierro por vía oral es insuficiente, y tras una detallada reevaluación etiológica, habrá de decidirse el posible empleo de transfusiones o la administración de hierro parenteral (4). Hierro oral En el mercado se dispone de diversos preparados de hierro para administración oral, solo o asociado a otras sustancias. La sales ferrosas, al ser más solubles, se absorben mejor que las férricas; y entre ellas, el sulfato ferroso es considerada la sal de elección dada su buena solubilidad y bajo precio, aunque otras sales ferrosas (gluconato, fumarato) son igualmente eficaces (1-4,8-11). En líneas generales los ensayos comparativos de eficacia y seguridad frente al sulfato ferroso son prácticamente inexistentes, e incluso para algunas sales ni siquiera se han publicado estudios adecuados de biodisponibilidad (12). En los mejores casos (p. ej., complejo ferroso-polisacárido), la absorción y la intolerancia gastrointestinal son similares (13), aunque son preparados más caros, al igual que ocurre con los preparados férricos (14). En principio, se desaconseja la administración rutinaria de hierro asociado a otras sustancias (ácido fólico y vitamina B12) ya que, además de ser más caros, pueden dificultar la interpretación de la respuesta terapéutica, o aumentar la incidencia de reacciones adversas gastrointestinales. También se desaconseja utilizar preparados polivitamínicos con minerales, ya que la cantidad de hierro de los mismos suele ser inadecuada. La vitamina C se incluye en los preparados de hierro para potenciar su absorción, pero para que sea eficaz ha de ir en cantidades de 200 mg ácido ascórbico/30 mg de hierro elemento, lo cual aumenta la intolerancia gástrica (1-5,7-8,11). Los preparados con cubierta entérica, tendrían como ventaja evitar la irritación por la liberación del hierro en el estómago; sin embargo, éste puede ser liberado en zonas más distales del intestino absorbiéndose menos y originado diarrea debido a la irritación que produce (1-5,7-8,11). La dosis se calcula a partir del contenido en hierro elemental de la sal elegida (ver tabla 3). El aporte diario de hierro varía según el tipo de paciente y del grado de déficit a corregir (1,3,4,10): - Adultos. Cuando la anemia es moderada, la dosis oscila entre 100 y 250 mg/día de hierro elemento; siendo la dosis habitual de 150-200 mg/día (2-3 mg/Kg/día) (1,3,4,8,11). Los pacientes con anemia grave, o con hemorragias continuas o abundantes, pueden requerir hasta 300-400 mg/día (4,8). En caso de ferropenia leve y déficit nutricional pueden ser suficientes aportes de 30-60 mg/día (3). - Ancianos. Pueden precisar de dosis mayores ya que suelen absorber menos hierro, como consecuencia de la aclorhidria, lo cual dificulta la eliminación de la cubierta del comprimido (3). Resulta de importancia conocer que en 2/3 de los adultos mayores de 50 años, la anemia no suele ser consecuencia de una ingesta insuficiente de hierro, sino que ésta se debe a enfermedades crónicas e inflamatorias: úlceras, tumores (6). - Embarazadas. El Center for Diseases Control de EEUU recomienda tratar a dosis de 60-120 mg/día. Cuando el Hc y la concentración de Hb se normalizan, se disminuiría la dosis a 30 mg/día (6). Otros autores, desaconsejan utilizar dosis mayores de 200 mg/día al causar efectos adversos que limitan el cumplimiento (15). - Niños y Adolescentes. En general se administrarán 3-6 mg/Kg/día (1,3,8). Bol Ter ANDAL 2001; 17 (1) 2/I Hasta los 5 años de edad, la dosis estándar es de 3 mg/Kg/día; entre los 5-12 años de edad, se administrará un comprimido de 60 mg/día. En adolescentes (12-18 años) la dosis asciende a 120 mg/día, dividida en dos tomas (6). El hierro debe administrarse, repartido en 2-4 tomas, preferentemente en ayunas (1 h antes ó 2 h después de las comidas) ya que numerosos alimentos disminuyen su absorción (p. ej., huevos, productos lácteos, fosfatos, calcio y fibras vegetales), al igual que ciertos medicamentos (antiácidos, tetraciclinas, etc.). Habrá que advertir al paciente que los antiácidos, antiulcerosos (anti-H2, inhibidores de la bomba de protones) y procinéticos, muy utilizados para evitar las reacciones adversas gastrointestinales inducidas por el hierro, disminuyen la eficacia de la ferroterapia. Adicionalmente, el hierro puede interaccionar, disminuyendo la eficacia de otros agentes (quinolonas, tetraciclinas, levodopa, metildopa, penicilamina y hormonas tiroideas), por lo que se recomienda distanciar 2 h su administración (3,8,11,13). Se estima que un 25% de los pacientes experimentan reacciones adversas gastrointestinales (dolor abdominal, náuseas, vómitos, estreñimiento y diarrea), que son proporcionales a la cantidad de hierro ionizado en tubo digestivo. Su frecuencia no se debe al tipo de sal, sino a la cantidad de hierro elemental administrado; por tanto, los preparados férricos no son mejor tolerados que los ferrosos, sino que habitualmente contienen menor cantidad de hierro. La intolerancia gastrointestinal disminuye el cumplimiento y favorecen el abandono del tratamiento. Para aliviarla, puede iniciarse el tratamiento con dosis bajas (mínimo: 100 mg/día de hierro elemental), incrementándolas gradualmente hasta alcanzar la dosis total diaria. Si sigue existiendo intolerancia, puede administrarse con las comidas (con la consiguiente reducción de absorción) u optar por un preparado de liberación controlada o hierro parenteral (1-5,7,8,11,12). Es habitual la coloración negruzca de las heces, que no requiere el cese del tratamiento. Las formas líquidas -muy empleados en niños, ancianos y pacientes aclorhídricos- también pueden teñir los dientes, por lo que se aconseja diluirlas o tomarlas con agua (3,4,7,8,10). La ferroterapia debe mantenerse durante 6 meses, en adultos, excepto en determinados pacientes (hemorragias continuas, embarazos repetidos, etc.); y, en los niños, entre 3-4 meses, al responder más rápidamente al tratamiento. Inicialmente las cifras de reticulocitos se elevan alcanzando su máximo 10 días después de iniciado el tratamiento; y a las 3-4 sema- 2/II Bol Ter ANDAL 2001; 17 (1) nas, las concentraciones de Hb aumentan 2 g/dl, hasta normalizarse a las 8-10 semanas (3,5,7-11); aunque la ferroterapia ha de continuarse para restaurar los depósitos de hierro (1,2,5,9). Conforme la concentración de Hb aumenta, la absorción de hierro disminuye, por lo tanto cuando se alcancen tasas de Hb superiores a 1112 g/dl, puede reducirse la dosis de hierro, con lo que se asegura el cumplimiento del paciente para el resto del tratamiento (4). Es preciso instaurar un seguimiento para evaluar la eficacia de la terapia, mediante la realización de hemogramas, cuya frecuencia variará según la gravedad de la anemia, la dosis administrada y el estado del paciente (3,10,11). La falta de respuesta, tras un mes de tratamiento, puede deberse a incumplimiento (10-20% de los tratados), inadecuada elección del preparado (infradosificación), malabsorción, pérdidas de sangre que superan el aporte de hierro, error diagnóstico o comorbilidad: lesión de médula ósea, proceso inflamatorio crónico (2-5,7,10,11). Se dispone de algunos estudios que muestran que la administración de hierro 1-2 veces/semana (incluso a bajas dosis) resulta de eficacia similar a su administración diaria (11,16). Si bien, hay que tener en cuenta que este régimen de dosificación se ha llevado a cabo en países en vías de desarrollo, especialmente en niños y embarazadas, con la intención de paliar otros inconvenientes (cumplimiento, abastecimiento, etc.) y para suplir la baja ingesta de hierro o como tratamiento de anemias leves o moderadas. Sin embargo, el diseño de estos estudios no siempre es considerado adecuado como para establecer una comparación fiable entre el régimen de dosificación intermitente y la administración diaria de hierro (16-19). Hierro parenteral La administración de hierro por vía parenteral no es más eficaz que la vía oral, ni reduce la duración del tratamiento, sino que constituye una alternativa a la administración oral para pacientes que no lo toleran (incumplimiento) o en los que está contraindicado (úlcera péptica, enfermedad inflamatoria intestinal); asimismo se utiliza en cuadros de malabsorción y, en pacientes sometidos a diálisis que reciben eritropoyetina recombinante, para asegurar un aporte de hierro que mantenga la proliferación de precursores eritroides (24,8,11). No se debe administrar simultáneamente hierro oral y parenteral, debiendo esperar un tiempo para cambiar la vía de administración (3,5,20). En España existen dos preparados férricos para administración IM, conteniendo hierro-dextrano (Imferon®) o hierro-sorbitol (Yectofer®). El hierro-sorbitol ha de administrarse en una sola dosis de 1,5 mg/kg/día (máximo: 100 mg por inyección) (20), de la cual el 50% se absorbe en unas 8 horas. El 60% del hierro-dextrano se absorbe en las primeras 72 horas y el resto en las 14 semanas siguientes (8). Su dosis habrá de calcularse según la fórmula (2,4): Dosis total (mg) = [Peso (Kg) x 2,3 x (15 – Hb del paciente, g/dl)] + 500-1000 mg hierro Además del dolor local y la pigmentación de la piel en el lugar de inyección, las reacciones adversas suelen ser infrecuentes, siendo las más usuales: alteraciones del gusto, náuseas, vómitos, rubor, cefalea, malestar general, mareos, parestesia pasajera, taquicardia y, excepcionalmente, arritmia grave. También pueden originarse reacciones alérgicas inmediatas (anafilácticas) o retardadas (artralgia, mialgia, linfadenopatía regional y fiebre), por lo que se recomienda iniciar la primera administración de forma lenta con una dosis baja (0, 5 ml), vigilando la posible aparición de reacciones adversas durante 1 hora. Lógicamente está contraindicado en pacientes con reacciones de hipersensibilidad previas al preparado, y se debe administrar con precaución en personas con historial de alergias o enfermedades autoinmunes (3-5,20). PROFILAXIS La prevención primaria consiste en asegurar una adecuada ingesta de hierro. En nuestro medio, en la población general, no está indicada la administración de preparados de hierro con fines preventivos, a no ser que exista ferropenia; si bien, en algunas situaciones especiales (p. ej., tras realizar gastrectomía) puede estar indicada la instauración de profilaxis (3,9). Adicionalmente, el uso prolongado de suplementos de hierro podría enmascarar un sangrado crónico u originar toxicidad aguda, teniendo en cuenta que el 10% de la población es heterozigota para hemocromatosis (12). En las embarazadas habría que distinguir entre la verdadera anemia (Hb<1010,5 g/dl) y la pseudoanemia, causada por la hemodilución, especialmente durante el tercer trimestre (6,15,21). La prevalencia de anemia, en embarazadas con baja ingesta de hierro, aumenta desde un 9% en el primer trimestre, hasta un 14% y un 37% en trimestres posteriores. Teniendo en cuenta que las necesidades de hierro se incrementan durante la gestación, y la anemia no tratada durante el embarazo se ha asociado a muerte perinatal, parto prematuro y neonatos de bajo peso, de forma rutinaria se ha recomendado administrar suplementos de hierro (30-60 mg/día), especialmente durante los dos últimos trimestres, con el fin de prevenir la disminución de los depósitos de hierro (3,6,8,15,21). Aunque esta práctica no ha mostrado ser perjudicial, excepto en poblaciones con gen de la hemocromatosis, tampoco existen datos concluyentes sobre los beneficios de la administración de hierro a todas las gestantes (2,6,8,15). Teniendo en cuenta esta situación, algunos autores desaconsejan la profilaxis sistemática, restringiendo la administración de hierro para aquellas gestantes con ferritinemia<50 mcg/l al inicio del embarazo (2) o las que presentan un riesgo aumentado de sufrir anemia: desnutrición, embarazo múltiple, etc. (1,8). Sólo durante la gestación puede considerarse racional el uso combinado de preparados de hierro junto al ácido fólico (4,6,15,21). Los niños menores de 2 años de edad pueden sufrir una disminución de los depósitos de hierro debido a su rápido crecimiento, por lo que ha de asegurarse una adecuada ingesta con alimentos ricos o enriquecidos con hierro (6). Estudios recientes, realizados en países desarrollados, muestran una elevada prevalencia de anemia entre los niños menores de 3 años, lo cual podría originar retraso psicomotor y de la función cognoscitiva que pueden ser incluso irrecuperables tras la instauración de ferroterapia. La sustitución de la lactancia materna ha de realizarse con leches enriquecidas con hierro, ya que la leche entera de vaca y los cereales para niños mayores y adultos no contienen suficiente hierro (22-24). En lactantes de riesgo, tales como: gemelos, prematuros, nacidos con bajo peso, anemia ferropénica intensa durante la gestación o hemorragia placentaria, alimentación incorrecta o con patología intestinal o nutricional grave y prolongada, se pueden administrar dosis de 1 mg/Kg/día; estimándose que a partir de los 2 años de edad, la dieta es lo suficientemente diversa –en países desarrollados- como para inducir anemia ferropénica (1-3,6,8). CONCLUSIONES - La anemia ferropénica es el estadío más avanzado de deficiencia de hierro. - El tratamiento de la anemia requiere un diagnóstico diferencial con otros tipos de anemia y tiene un doble objetivo: identificar y tratar la causa y corregir el déficit de hierro. - Se desaconseja el tratamiento empírico con hierro, ya que hay que descartar la existencia de hemorragia. - Las sales férricas para administración oral se absorben peor y contienen menor cantidad de hierro elemento que las ferrosas, aumentando el coste del tratamiento. - El sulfato ferroso por vía oral es considerada la sal de elección dada su buena solubilidad y bajo precio, aunque otras sales ferrosas son igualmente eficaces. - Los ensayos comparativos de eficacia y seguridad de las distintas sales de hierro frente al sulfato ferroso son prácticamente inexistentes, e incluso para algunas sales ni siquiera se ha estudiado adecuadamente su biodisponibilidad. - Se aconseja utilizar preparados de hierro monocomponente, que se administrarán preferentemente en ayunas. - La dosis ha de calcularse según el contenido hierro elemental. - Los efectos adversos, preferentemente gastrointestinales, se deben a la cantidad de hierro elemental y no dependen del tipo de sal. - La administración parenteral de hierro es más dolorosa, aunque igualmente eficaz, y se reserva como alternativa en pacientes en los que no es posible la administración oral. - La mejor prevención es asegurar una dieta que aporte hierro suficiente; y la profilaxis activa con suplementos de hierro está restringida a determinados grupos de población: niños menores de 2-3 años y embarazadas. 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La hiperhomocisteinemia constituye un factor de riesgo de padecer enfermedades neurológicas y cardiovasculares; habiéndose observado en madres que presentan complicaciones durante el embarazo y una alta frecuencia de abortos espontáneos, así como en las que han tenido hijos con malformaciones del tubo neural (4-6). Diversos ensayos clínicos han mostrado que la administración de ácido fólico (0.5-5 mg/día) reduce la hiperhomocisteinemia, especialmente en los pacientes que tenían niveles de fólico bajos antes de comenzar el tratamiento (6); aunque, no Programa de la Consejería de Salud dirigido por la Escuela Andaluza de Salud Pública CONSEJO DE REDACCION REDACTOR JEFE: José Ma Recalde Manrique. SECRET. REDACCION: Antonio Matas Hoces. Redacción CADIME: Victoria Jiménez Espinola, María del Mar Láinez Sánchez, Antonio Matas Hoces, María Teresa Nieto Rodríguez, José María Recalde Manrique. 4 ha podido establecerse su eficacia en la prevención de abortos espontáneos en mujeres con hiperhomocisteimemia, ya que los estudios realizados al respecto presentan resultados contradictorios y no concluyentes (4). Por el momento está bien establecido que la administración de ácido fólico durante el periodo periconcepcional reduce la incidencia de malformaciones congénitas del tubo neural, tracto urinario, cardiovasculares, límbicas, paladar endido y labio leporino (5,8-11), mientras que las evidencias disponibles, no permiten establecer una asociación entre la administración de ácido fólico y la transmisión de un genotipo mutagénico a los hijos de las madres tratadas. BIBLIOGRAFÍA 1- Agencia EFE. Descubren que un tratamiento administrado a las embarazadas genera mutaciones. Diario Ideal 16Nov-1998 2- Muñoz Moran E et al. 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