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Cambio climático: un efecto mariposa que a todos nos golpea Como causantes del problema, nos viene por consecuencia una inevitable responsabilidad para ser la solución. A partir del año 2000 hemos tenido a nivel mundial temperaturas récord prácticamente cada año. Un país como Alaska, tradicionalmente asociado con paisajes nevados y temperaturas frías, alcanzó en junio de este año los 35ºC. Y en Australia incluso se amplió la escala de la predicción de temperaturas para alcanzar los 54ºC en 2013. Sin embargo, estos cambios en la temperatura del planeta no son solamente un ciclo geológico normal, como muchos intentan asegurar. La NASA asegura que existe ya un fuerte consenso científico(1) para explicar que estas ondas de calor son producto del cambio climático y que este es resultado de las conductas humanas. En América Latina el problema no es que neguemos la responsabilidad, sino que ni siquiera conocemos lo que está sucediendo con el mundo y tampoco tenemos idea de cómo podemos detenerlo. Este artículo busca justamente rememorar el hilo conductor entre nuestras acciones diarias y los grandes temas ambientales a nivel mundial. Es el efecto mariposa en su máxima expresión, y solo cuando valoremos el impacto de nuestro aletear diario podremos mejorar al mundo. El cambio climático es una consecuencia del calentamiento global: a grandes rasgos significa que, debido al exceso en los gases de efecto invernadero,(2) se crea una capa en la atmósfera que permite que entren los rayos solares pero que bloquea su salida y que, por lo tanto, causa —como en un invernadero— que la temperatura de la Tierra se eleve. Este aumento en la temperatura del planeta ha sido tan dramático que James Hansen(3), antiguo director de la NASA y ahora un científico dedicado a estudiar el fenómeno del cambio climático, asegura que la energía que se encuentra atrapada en la tierra debido a esta capa de contaminantes equivale a que diariamente explotáramos 400 000 bombas atómicas como la de Hiroshima. La energía que liberarían, y el calor consecuente, es lo que ocasionamos con la contaminación excesiva a la atmósfera. La temperatura mundial ha aumentado de la mano del número de contaminantes que generamos. Basémonos por ejemplo en el Dióxido de Carbono (CO2). Este es un gas bastante común, y si rememoramos nuestras primeras clases de biología podemos recordar que, incluso, es algo que todos los seres vivos producimos: respiramos oxígeno y exhalamos CO2, y las plantas hacen el proceso inverso. El CO2 está dentro de procesos naturales y en una concentración moderada no sería dañino para el planeta ni para el hombre. Sin embargo, cuando generamos este compuesto en exceso, empiezan nuestros problemas. La mayoría de los procesos industriales actuales implican, en mayor o menor medida, combustión y, por lo tanto, generan CO2. Cuanto más dióxido generamos, más aumentan las temperaturas: más se acumula el contaminante en la atmósfera, menos rayos del sol salen de ella, más se calienta el planeta. En algunos casos primero aumenta la temperatura, pero cuando esto sucede entonces más se calientan los contaminantes, más se concentran en la capa superior de la atmósfera… y más se calienta el planeta. Este calentamiento tiene consecuencias interesantes: generalmente pensamos que eso significa que hace más calor que antes… pero también más frío… y también llueve más. Recordemos el ciclo del agua: los cuerpos de agua se evaporan con el sol, se condensan en las nubes, y cuando se saturan, precipitan el agua en forma de lluvia, que encuentra su camino hacia ríos y, finalmente, hacia los mares, donde se repite el ciclo. Pensemos ahora en términos de cambio climático: hay más rayos del sol en la tierra, más se calienta el agua, más agua se evapora, más agua se condensa y más agua cae en la lluvia… los ríos se desbordan, los huracanes se generan, los animales mueren, los humanos pierden posesiones y hasta la vida… Este es justamente el efecto mariposa del que hablamos. Estamos hablando a nivel mundial: la contaminación en un lado del planeta tiene repercusiones importantes en el otro lado del mundo. El cambio climático lo sufrimos todos. Cada vez son mayores las inundaciones, cada vez son más extensas las tormentas tropicales y cada vez hay más huracanes y tormentas donde antes solía no haberlas: Mozambique, Grecia, Argentina, República Checa, Alemania, Austria, Estados Unidos, India, Canadá… todos sufrieron inundaciones graves, y todos en este año. Falta el otro lado de la moneda: el mismo calor que evapora las aguas es el que seca la tierra y deja lugares enteros en sequía extrema, sin posibilidades de sobrevivir para la flora y la fauna que lo habitan. Los investigadores han concluido que, en unos 100 años más, casi el 75 por ciento de la masa terrestre se encontrará en un rango de sequía. En condiciones más áridas proliferan los incendios y el actual caso en Yosemite sin duda está relacionado con estos hechos, como el de Colorado en el pasado junio. En condiciones áridas se secan las cosechas, se genera escasez de oferta agrícola y suben los precios de los productos. Finalmente, con el cambio climático se vuelven inevitable el deshielo, modificaciones del pH de los mares, malformaciones en especies marinas, enfermedades en humanos… la lista parecería interminable. ¿Cuál es nuestra labor aquí? Como causantes de este problema nos viene por consecuencia una inevitable responsabilidad para ser la solución. El efecto mariposa positivo también empieza con nosotros. El uso de medios ecológicos de transporte, caminar más, andar en bici, usar el metro, todo eso ayuda a reducir la producción de CO2 que utilizamos. Hemos oído a mucha gente decir “pero el autobús de todos modos va a andar sin mí”, y eso sin duda es cierto, pero cuanta más gente hay en un autobús, más gasolina se necesita para moverlo y, por lo tanto, más CO2 se emite a la atmósfera. Dejemos de usar las fuentes de energía tradicionales: cavar 100 pozos más en aguas profundas nos va a dar más petróleo, sí, pero también nos va a llevar a más problemas cuando este se consuma. La verdadera solución está en las energías renovables y nuestra labor como seres humanos es exigir que estas se usen, y no saliendo a gritarlo a las calles, sino generando la demanda para que estas industrias se desarrollen. Iluminación y calentamiento de agua a través de paneles solares ya son una realidad para nuestras propias casas, son una inversión que se recupera en el transcurso de un año, y cuanta más demanda generemos más obligaremos a la industria privada y al gobierno a voltear hacia ese sector y expandirlo e incentivarlo. Jamás está de más recordar las tres R: Reduce el desperdicio que generas, Reutiliza todo lo que puedas volver a usar y Recicla lo que ya no tiene más uso. Pero, sobre todo, proponemos agregar una cuarta R: ¡Rechaza! Rechaza todo lo que no favorezca al ambiente: los empaques excesivos en tus compras, a las personas que tiran basura por la ventana, los estados de cuenta en físico, a las empresas que imprimen inútilmente, rechaza todo para que generemos conciencia; cuando una empresa se dé cuenta de que envolver algo con tres bolsas es inútil porque el cliente mismo se las regresa, entonces dejará de hacerlo, disminuirá su compra de bolsas, disminuirá la producción de las bolsas, y habremos comenzado con un cambio positivo por este planeta que es de todos y por el que todos padecemos. (4)