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EL CAMINO DEL CORAZÓN Angel C.P. Rasilla EDTENE12 INSPIRACIÓN Uno de los motivos recurrente en la pintura europea es la representación de San Jorge a caballo matando al Dragón. Los detalles del cuadro así como sus interpretaciones simbólicas son muchas y han ido variando a lo largo de las épocas pero habitualmente se dice que San Jorge representa a la Cristiandad y el Dragón a los enemigos de la fe en esa época histórica en particular o más en general al pecado. Ni que decir que la simbología asociada a dragones y serpientes es aún más abundante y requeriría un trabajo completo solamente el analizarla. Como no es el caso que nos ocupa voy a compartir lo que veo cuando contemplo ese cuadro lo cual últimamente sucede a menudo ya que se me aparece dentro de mi cabeza como una especie de obsesión. El jinete y el caballo, el hombre dominando su parte animal, la razón dirigiendo al cuerpo como mero vehículo que con su lanza atraviesa el cuerpo del dragón, símbolo de las emociones, del corazón, vínculo de ambas partes, dejando al hombre separado en dos. Espíritu y carne, mente y cuerpo, cultura y naturaleza, cielo y tierra. Dentro del sistema de chakras hindú y en palabras de María José Álvarez Garrido, experta en el tema, en su obra: ”Chakras, el viaje del héroe” nos encontramos con una idea similar: Al principio, el chakra corazón funcionaba como un centro moderador de los otros seis centros energéticos principales y con el fin de conseguir la puesta en marcha del juego del karma decidimos crear una barrera de energía para aislarlo y así conseguir que los tres chakras inferiores funcionaran como departamentos separados de los tres superiores. Los tres centros inferiores serían experiencias del ego y los tres superiores experiencias que nos acercarían al Espíritu. Estamos por tanto divididos, separados. Se nos ha sido negado el corazón, el vínculo que unía nuestra mitad superior, racional, con nuestra mitad inferior, animal. El hombre al adquirir consciencia de sí mismo como un ser diferenciado y único, se aparta del Todo del que procede, lo que le sume en un estado de angustia permanente producida por esta situación de “separatividad”. Emprende entonces una huida hacia delante que le lleva a negar incluso dentro de sí mismo aquello que le recuerda de dónde viene, a dónde pertenece. Satura tanto su cuerpo como su mente de estímulos, come en exceso, se empapa en alcohol, consume drogas, mata las horas frente a la televisión, se engancha a Internet, al trabajo, al fútbol… a lo que sea para no tener un segundo libre en el que tal vez un rayo de consciencia le recuerde quién es y en qué se ha convertido. Estamos perdidos y necesitamos un camino de vuelta a casa: el Camino del Corazón. No es un camino fácil. Hay que hacerlo sólo aunque por el camino encuentres buenos compañeros de viaje con los que compartir unas jornadas. Hay que salirse de las vías más fáciles y transitadas y aventurarse por senderos escarpados y oscuros bosques. Hay que desoír los gritos de nuestros doloridos pies que nos piden parar. Hay que estar atento a las emboscadas y a las sirenas que apostadas junto a los ríos nos cantan melodías tan dulces a nuestros oídos… Pero cuando llegamos a la meta el paisaje que se extiende ante nuestra vista es de una belleza tal que nos deja sin aliento, sin palabras. Al llegar a la meta comprendes. Comprendes de dónde vienes, a dónde perteneces, comprendes quién eres. Y entonces y sólo entonces sabes que todo está dentro de ti y que todo es posible. Convertirnos en peregrinos del camino del amor nos lleva a un mundo mejor. INTENCIÓN Desde muy pequeño me han encantado los libros de viajes y descubrimientos. Llegar a tierras desconocidas habitadas por gente exótica. Siempre he tenido la pena de que hoy en día apenas queden lugares inexplorados o tribus por descubrir. Hace unos años por una de esas “casualidades” de la vida entre en contacto con el yoga y a través del yoga a un nuevo mundo de descubrimiento interior y mi intuición tanto tiempo dormida me señalo con total certeza que por fin había encontrado mi camino. Hoy esa misma intuición-certeza me dice que he llegado al final de una etapa. Como todo final supondrá el comienzo de un nuevo viaje pero antes de comenzarlo me gustaría compartir el viaje vivido. Como los antiguos exploradores que se aventuraban en las zonas en blanco de los mapas para cartografiarlas y facilitar el viaje a los que siguieran esa misma ruta. Con esa intención os presento mi guía de viaje al corazón. Te advierto, quien quiera que fueres. Tú que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. ¡Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses! Oráculo de Delfos EL CAMINO DEL CORAZÓN: GUÍA PARA VIAJEROS ANTES DE PARTIR Llevamos muchos años viviendo bajo la dictadura de la razón. Bajo el paraguas de la razón y la lógica hemos construido el mundo actual, la sociedad en la que vivimos. Desde la imparable razón nos hemos lanzado a la conquista del mundo, con la idea de que cuando entendemos algo (según las leyes mecanicistas y el método científico en el que nos movemos y que se asemeja a un nuevo dios infalible) lo dominamos. Así hemos enfocado nuestra atención hacia el exterior en un intento de dominar la naturaleza, de dominar el mundo. Ahondando al mismo tiempo en esa sensación de separatividad, de no pertenencia. Poniendo cada vez más distancia entre el ser humano y la naturaleza. Siempre hacia fuera. Desde esta misma razón entendemos el tiempo como algo lineal, hemos dejado muy atrás la concepción cíclica de la vida y entendemos que a lo largo de este tiempo tenemos que progresar, mejorar, crecer. Crecimiento. Hacia arriba. La sociedad actual siempre mira hacia fuera y hacia arriba. Las catedrales, las sedes de los grandes bancos, de las grandes empresas…dominan el perfil de nuestras ciudades buscando alcanzar no saben muy bien qué. Crecimiento. La economía, religión de nuestro tiempo, ha vivido estos últimos años inmersa en el mito del eterno crecimiento. No hay límites para el ser humano y su tecnología, para el jinete y su caballo. Cuanto más crezcamos, más tendremos y más felices seremos. Tener. Cuanto más mejor. Dinero, objetos, relaciones, seguridad, experiencias, títulos, conocimientos... La tercera pata de la nueva santísima trinidad. Razón-CrecimientoTener. Incluso los círculos espirituales están contagiados de este vocabulario, ni siquiera ellos se pueden liberar de la influencia de este paradigma dominante. Los cursos son de crecimiento personal y los asiduos a ellos coleccionan títulos de yoga, reiki, taichi, aromaterapia, flores de Bach…en un intento de alcanzar el cielo. Pero parece que estamos reaccionando. Seguramente habrá sido necesario que lleguemos a apurar hasta el final el vaso de la razón para darnos cuenta de que este camino evolutivo se ha acabado. Hace ya tiempo oí por primera vez un término que me sorprendió por la sensación de ruptura con lo anterior, con lo establecido que me transmitía: decrecimiento. Es un concepto nacido en el ámbito de la ecología. Sostiene que hemos llegado más allá del límite de nuestro crecimiento (en este caso económico) y que debemos decrecer. Como cuando un río se desborda y todos deseamos que vuelva a su cauce. Esas palabras me resonaron a un nivel profundo, más allá (o mejor más acá) de la economía y la ecología. Tengo la sensación de que hemos llegado más allá del límite de nuestro crecimiento a través de la razón. Pero lo que más me llamó la atención fue la imagen que han elegido para simbolizar el decrecimiento y que he tomado como mía. En esta época de velocidad, de prisas, de ansia de poder la alternativa es andar el camino como el caracol. Humilde. Sin prisa. La espiral de muestra el camino a seguir. Hacia dentro, a nuestro mismo centro. Además nos recuerda que vayamos donde vayamos, su estamos concha en nos casa. Caminando como el caracol, buscando en nuestro interior, hallaremos aquello que nos falta y que, aun sin saberlo, llevamos toda la vida buscando fuera de nosotros. Caminando como el caracol recuperaremos nuestro corazón y él nos mostrará el camino de vuelta a casa. PUESTA A PUNTO Antes de comenzar cualquier viaje lo más importante es poner a punto nuestro vehículo. Ya he avisado de que este viaje no es un viaje fácil. No es un viaje organizado con guía que te explica lo que pasa en el exterior de tu autobús con aire acondicionado y te lleva a los mejores hoteles y tiendas de la zona. Es un viaje a pie, cargando tu mochila y por terreno desconocido y escabroso. Así que lo primero es preparar tu cuerpo. Por descontado que puede haber muchos sistemas para hacerlo pero como esta guía está basada en mi experiencia personal recomiendo el yoga. A continuación os presento una serie de asanas que practicadas con regularidad (y bajo la supervisión de un profesor si nunca has practicado antes) abrirán tu corazón al viaje que estás comenzando. 1. Salabhasana postura de la Langosta Acostado en el piso boca abajo Pierna y pies juntos compactando caderas. Brazos atrás, arriba de los glúteos entrelazo las manos y en la exhalación abro el pecho y miro al techo Lleva los hombros hacia atrás. Respira profundo. 2. Urdhva Danurasana Variación. El arco. De salabhasana: Toma los tobillos con tus manos mantén los muslos empujando intensamente al piso. En cada exhalación empuja los pies en flexión más hacia atrás. Haciendo palanca con tus brazos para abrir más el corazón 3. Urdhva Mukha Svanasana. Perro mirando hacia arriba De salabasana, por tus manos al lado del pecho con los dedos abiertos viendo hacia el frente. Piernas y pies juntos compactando las caderas. Empuja las manos hacia el piso y eleva el pecho llevando los hombros hacia atrás y abajo en dirección de la cintura. Empuja los empeines contra el piso y eleva las rodillas. Mantén tu mirada hacia enfrente. 4. Matsyasana. La postura del Pez. Variación con ladrillo. Sentado con las piernas estiradas posiciona el ladrillo detrás de tu cuerpo de manera que esté vertical al tronco calculando que quede al nivel de los omóplatos. Flexiona los codos y apoya el tronco en el bloque. Apoya la coronilla en el piso, las manos y los antebrazos presionan el piso. 5. Purvottnasana, la postura del estiramiento intenso De dandasana (la postura del bastón) Junta las piernas y los pies. Estira bien tu espalda del coxis a la coronilla. Abre los dedos de tus manos y llévalos detrás de la espalda en dirección a tus pies. En una exhalación eleva las caderas, abre el pecho y empuja las manos desde los hombros. Eleva los muslos y mantén los pies empujando el piso. Eleva tu mirada. 6. Virabhadrasana I, variación Guerrero en media luna De virabhadrasana I Flexiona la rodilla derecha y lleva tu rodilla y tu empeine al piso. Deja caer las caderas y lleva el peso hacia el pie derecho. Mete el coxis. Eleva tus brazos hacia arriba y llévalos al nivel de las orejas. Siente tu intención de entrega. 7. Ustrasana. El camello Hincado, abre tus piernas al ancho de las caderas. Apoya los dedos de los pies en el piso. Lleva las manos a los glúteos con los dedos en dirección al piso. Mete el coxis. Eleva el ombligo al esternón. Eleva el pecho y dirige tu mirada hacia el techo. Si puedes lleva tus manos a los tobillos. TU EQUIPAJE Ahora que tu cuerpo se encuentra preparado hay que fijarse en el equipaje. La primera regla del viajero es viajar ligero. Aplicando esta sencilla regla aprenderás además a diferenciar entre los verdaderos viajeros y los simples turistas. Para empezar tienes que desconectarte. Si permaneces conectado será como si nunca te hubieras movido del sofá de tu casa. Apaga la tele, desconecta el móvil, no enciendas el portátil, ni siquiera escuches la radio. No te van a decir nada nuevo y saturan tu mochila de información innecesaria y que además te llena de ansiedad. Puedes llevar un libro si prometes no leer de forma compulsiva y abstraerte de lo que pasa a tu alrededor. Después debes vaciar tu equipaje mental de todo lo aprendido, de todo lo que sabes, de todos los lugares comunes, de todos los prejuicios, de tus rutinas y necesidades, de tus enganches y adicciones. Cuando llegas a nuevos lugares tienes que ir sin expectativas que adulteren tu experiencia. Con mente de principiante. Para ello deberás comenzar a meditar. Todos los días. Aunque sólo sea un ratito. Tu mente normalmente revuelta se irá calmando. Aprenderás a reconocer los automatismos que surgen de tu cerebro, los programas que están cargados en tu cabeza y que te hacen reaccionar siempre de la misma manera. Inconscientemente. Te darás cuenta de que eres mucho más que esos programas y comenzarás a reescribirlos de manera consciente. Desde tu verdadero yo, desde tu corazón. Si quieres llenar tu vaso de conocimiento, primero tienes que vaciarlo. COMIENZA A CAMINAR Sal a la calle. Mézclate con la vida. No encontrarás tu corazón entre cursos y libros. Así no harás más que acumular y acumular información. Como dice el aforismo yóguico: “Vale más un gramo de práctica que toneladas de teoría”. Sal a pasear y mantente en contacto con la naturaleza. Ve al monte, a la playa. Si no puedes vete a un parque. ¿Te has dado cuenta alguna vez de la cantidad de pájaros que viven en tu ciudad? ¿Te has fijado como crecen las plantas y las flores en cualquier sitio llenando de verde nuestro entorno? Con tu mente ya desconectada, abre tus sentidos y conéctalos directamente al corazón. Práctica la ATENCIÓN PLENA cada vez que camines. Incorpora estos paseos conscientes a tu vida diaria. Empezarás a ver la vida de otra manera, tal vez alcances algunos momentos especiales de conexión y tu corazón comenzará a llenarse de amor. Pero no siempre hará buen tiempo. Habrá días que el cielo esté oscuro y grandes nubarrones se ciernan sobre ti. En el camino hacia tu interior aparecerán inseguridades, miedos, bloqueos, escondidos en lo más recóndito de tu mente que te paralizarán. No huyas. No abandones el camino. Enfréntalos con valentía. Ve hacia ellos, allá donde aparezcan y RESPIRA, larga y profundamente. Conscientemente. Sintiendo la vida penetrar en ti, llegando hasta tus zonas más oscuras y disolviéndolas. Los bloqueos surgen principalmente por acumulación de tensiones físicas, las emociones negativas o la actividad descontrolada de los pensamientos. El problema es que muchas de estas tensiones se acumulan en el diafragma cerrándolo, lo que nos lleva a realizar una respiración rápida y poco profunda utilizando únicamente la parte superior de nuestros pulmones que es la más estrecha. Es el tipo de respiración que se da en personas con ansiedad, inspiraciones cortas y rápidas, boca abierta… y es el tipo de respiración cada vez más extendida en nuestra sociedad en la que quien más y quien menos lleva su carga de estrés. Tenemos que volver a aprender a respirar como los bebés. Si observamos un bebé durmiendo, veremos que cuando inspira el abdomen se eleva y cuando expira desciende. El pecho permanece pasivo, sin participar. Su respiración fluye fácilmente, sin tirones, sin cortes, como las olas del mar, desarrollándose y rompiendo en la playa para luego volver al océano. Esta forma de respirar, la respiración abdominal, es la forma de respirar innata al ser humano. http://www.youtube.com/watch?v=Wtf2DmovEFk DISFRUTA DEL PAISAJE Olvídate de tus obligaciones, de tus preocupaciones y problemas. No son más que tus proyecciones en el futuro o recuerdos del pasado. Céntrate en el Presente, en su doble sentido: en el momento actual y como “regalo o cosa que se da voluntariamente en señal de agradecimiento o afecto”. La vida es un regalo. Disfrútalo. Para conseguirlo tienes que ser menos estricto contigo mismo. Hemos nacido en una sociedad que nos encauza para alcanzar y exigir la perfección, pero ahora nos encontramos en otro paisaje. El camino del Amor no nos lleva a la perfección sino a la totalidad. Para caminar por él debes perdonarte y permitirte. Basta ya de fustigarnos en nombre de una moral impuesta desde el exterior. Basta ya de ahorrar (dinero pero también emociones) por lo que pueda pasar. Solo existe el ahora. Debes recuperar tu poder interior y obrar de acuerdo a él. Transforma tu ira, tu miedo y tu tristeza en AMOR. Rescata al niño que llevas dentro de ti, cólmale de regalos y llévale contigo a todas partes cuidándole, protegiéndole y respetándole. Conecta con tu creatividad. A tu niño interior le encanta jugar. Pinta, esculpe, escribe, canta, baila, actúa… y sobre todo RÍE. El viajero y periodista Lorenzo Pérez-Verdú escribía en un artículo sobre viajes y educación:”cuando me he desplazado a países pobres y he observado su alegría y su sonrisa me he dado cuenta de que a menor riqueza material, se halla mayor alegría y corazón en la gente…Estos pueblos conservan la inocencia y la sabiduría porque viven en el Ser, mientras que el desarrollo tecnológico y material hace que nosotros vivamos en el Tener. Nosotros vivimos divorciados de la Naturaleza mientras que ellos viven inmersos en ella, siguiendo sus ciclos. Son pobres en dinero, pero ricos en tiempo libre para amar, dedicar tiempo a la amistad y reír. Al visitar estos países y mezclarnos con estas gentes lo que hace más transformador el viaje es la risa, siempre presente”. Una forma de conectar con nuestra creatividad que a veces se encuentra bloqueada es pintar o colorear mandalas. Lo ideal es dibujarlos y pintarlos tú mismo después de una meditación y en un ambiente tranquilo para que la creatividad brote de nuestro corazón. También pueden comprarse libros en los que ya aparecen mandalas para colorear. Personalmente recomiendo los de Ahimsa Lara Rivera aunque hay muchísimos más. “Nuestro planeta un gran mandala” OTRAS GENTES Una de las cosas que más enriquecen nuestros viajes son las gentes que nos encontramos por el camino. A estás alturas del viaje nuestro cuerpo estará sano y fuerte, nuestra mente tranquila y despejada, nuestro paso será ligero y nuestro corazón estará abierto. Como es un viaje a nuestro centro, las personas con las que primero nos encontraremos serán las más cercanas. Acércate a ellas con la mirada renovada. No te relaciones ni con tu pareja, ni con tus padres, ni con tus hermanos, ni con tu familia, ni con tus amigos. Relaciónate con la persona que hay detrás del rol, con su verdadero ser. No juzgues. Perdónales y permíteles igual que te has perdonado y permitido. Conecta desde tu corazón con el niño herido que cada uno de ellos lleva dentro. Con PACIENCIA, HUMILDAD Y AMOR. Un amor que llegue a todo y a todos. Un amor que a través de tu Conexión con Todo, te hace consciente de que Compartimos un mismo camino, te lleva a Conocer al Otro y hace que brote un sentimiento de Con-pasión infinita que te lleva por fin a Comprender. “Si tu Zen excluye aunque solo sea a la más diminuta partícula del Universo, no es Zen” LA VUELTA A CASA “Viajar es la experiencia de dejar de ser quien te esfuerzas en llegar a ser para transformarte en aquello que eres”. Paulo Coelho Tras completar tu viaje se consuma una transformación. No eres el mismo que partió. Regálate una meditación guiada que te acompañe en tu vuelta a casa como ser renovado: Respira profundamente e imagina una esfera de luz dorada que gira sobre tu cabeza, la cual en cada giro se deshace en ondas de energía que te envuelven y te van relajando. Relajan tu cabeza, limpian tu mente de pensamientos, ablandan los músculos de tu cara, sueltan la mandíbula, relajan el cuello, la nuca, las cervicales; sueltan los hombros, relajan la columna vertebral, los brazos, las manos, el pecho, el tronco, los órganos internos, las piernas, los pies… Imagina ahora que paseas por un bosque en primavera. Puedes escuchar una sinfonía de sonidos que te envuelven: el viento meciendo las hojas de los árboles, el canto de los pájaros, el suave murmullo de un riachuelo. Percibe la fragancia de las flores, de las plantas aromáticas, de las fresas silvestres. Siente que el bosque está vivo y a tu paso caminan contigo seres amorosos que no puedes ver pero sí percibir. Ahora sigue el curso del arroyo, que se sumerge en lo más profundo del bosque. Llegas a una gruta por la que la corriente de agua se pierde. Al entrar en ella sientes una gran paz. Una luz fosforescente sale de tu cuerpo iluminando la estancia. En el centro ves un ascensor transparente, cilíndrico. Lo llamas y las puertas se abren. Entras y ves que hay 7 pisos hacia abajo. Aprietas el 1, las puertas del ascensor se cierran y empiezas a descender. Llegas al piso número 7, una habitación pintada de violeta. El piso número 6 está pintado de índigo. Bajas más profundo. El piso número 5 está pintado de azul turquesa. El piso número 4 está pintado de verde. El piso número 3 está pintado de amarillo. Más profundo. El piso número 2 está pintado de naranja. Más y más profundo. Finalmente llegas al piso número 1, que está pintado de rojo. Has llegado a tu destino. Las puertas del ascensor se abren y estás en una habitación roja. Frente al ascensor hay una puerta. Observa cómo es. Te acercas a ella y la franqueas. Estás en un inmenso espacio sin límites, en penumbra. En el centro aparece una larguísima escalera que asciende hasta un gran Sol, tan luminoso que los últimos escalones se difuminan con su resplandor. Tiene 33 escalones. Sientes que tu cuerpo se ilumina. Tu corazón se llena de luz. Empiezas a ascender. A medida que pisas cada peldaño, se ilumina. En el primer escalón te encuentras con el niño que fuiste. Le coges de la mano y subís juntos. Siente la alegría de este reencuentro. Uno…, dos…(el niño te reclama que le escuches y le prestes atención), tres…,cuatro…(deja que caiga todo el peso del sufrimiento que pasaste en tu infancia), cinco…(el niño empieza a sonreír y subís jugando), seis…, siete…(el niño te da las gracias; le prometes que siempre le escucharás, que siempre le protegerás y que en tu vida siempre habrá cabida para el juego y la risa. Le abrazas. El niño se convierte en energía y se funde en tu corazón. Sigues subiendo. En el octavo escalón te encuentras con el adolescente que fuiste. Fíjate cómo estás, qué ropa llevas, si estás alegre, si hay en ti rebeldía o frustración, miedo…sigues subiendo con él (si no te quiere dar la mano no te preocupes). Ocho…, nueve… ( el adolescente se queja, no sabe quién es. Está confundido, no sabe si sigue siendo un niño o ya es un adulto), diez…, once…(deja que caigan las dudas, la inseguridad, la decepción, el pavor a no ser aceptado ni reconocido por el otro. Libérate del miedo a hacerte responsable de tu vida), doce…(el adolescente te da la mano chocando los cinco y te pasa el brazo por el hombro como si fuerais colegas. Sentís que podéis ser dueños de vuestro poder en el mundo de los adultos sin dejar de ser niños), trece…, catorce…( os abrazáis y el adolescente se convierte en energía fundiéndose en tu corazón). Miras hacia abajo y te das cuenta de todo lo que has ascendido ya. Respiras profundamente y te liberas del cansancio. Te sientes más liviano y más pleno y continúas ascendiendo. Al llegar al decimoquinto te encuentras con el joven que fuiste, eres o serás. Es la época de los estudios y los primeros trabajos. Estas deliberando sobre como encauzar tu vida. Es un tiempo dedicado a los primeros amores, a las primeras relaciones de pareja. Quince…, dieciséis… (las dudas se reflejan en el rostro del joven:”¿Sigo estudiando o trabajo?¡Qué agobio depender de mis padres!¡Quiero tener dinero para hacer lo que me de la gana!¡Quiero irme de casa! Sólo pienso en el sexo ¿Habrá alguien que me quiera? ¿Triunfaré o fracasaré? ¿Me ganaré la vida haciendo lo que me gusta?”), diecisiete…,dieciocho…(libérate de tus miedos; el poder reside en ti, tú escribes tu vida. Rechaza todos los caminos que te lleven a encerrarte en ti, a ser egoísta, y también aquellos que te conduzcan a perderte, como las drogas o cualquier otra adicción), diecinueve… (en el rostro del joven se despejan las dudas; sonríe y surge entre vosotros una complicidad infinita. Os decís el uno al otro:”Tú vales mucho. Llegarás a donde quieras”), veinte…, veintiuno… (os abrazáis; el joven se transforma en energía y se funde en tu corazón). Continúas subiendo, afrontando el siguiente tramo de escalones. Al llegar al vigésimo segundo, te encuentras cara a cara con el adulto que eres, fuiste o serás. Es la época de los compromisos; se formalizan las relaciones de pareja y los trabajos. Se crea el núcleo familiar y pueden llegar los hijos. Veintidós…, veintitrés… (miras a ese adulto y te das cuenta de que anda encorvado. La vida le pesa y está lleno de preocupaciones:”¿Llegaré a fin de mes…?La hipoteca, los colegios de los niños, la VISA… ¿Y ahora qué? ¡Me he acabado convirtiendo en mi padre/madre! ¿Dónde se quedaron los dorados años de la juventud? ¿Por qué los malgasté? Me aburre mi pareja, mi trabajo; me aburre la vida. ¿Cómo me he metido en este callejón sin salida?”), veinticuatro…, veinticinco… (suelta tu aburrimiento y la inercia que te mantiene muerto en vida como un zombie). Decreta. Tú eres Dios, tú y sólo tú creas tu realidad. Siempre hay tiempo para ser feliz. Equilibra todas las áreas de tu vida. Conecta con quien realmente eres, tu verdadero Ser. Apela a tu creatividad, nunca es tarde.), veintiséis… (el adulto recupera la luz de la juventud perdida. La empatía entre ambos os hace prever que todo acabará bien), veintisiete…, veintiocho… (os abrazáis y el adulto se convierte en energía y se funde en tu corazón). Has llegado al tramo final de la escalera. Te tomas una pausa, orgulloso de todo el camino recorrido. Miras hacia abajo y aunque parece que es mucho en realidad ha sido un instante. Quedan muy pocas piedras en la mochila que cargas a tu espalda. En el vigésimo noveno escalón te encuentras con el anciano que serás. Tómate un tiempo para visualizarte. Los hijos se independizan, pronto llegarán los nietos y la jubilación. Tu cuerpo no es el de antes. Es una época de síntesis. Veintinueve…, treinta… En las arrugas del anciano ves reflejado el peso de toda una vida. Ha pasado ya el duelo del nido vacío, atrás quedaron la menopausia y la andropausia. Vino la jubilación y se sintió como un juguete roto, abandonado: “Y ahora qué hago?” Ha tenido que asimilar que le llamen abuelo. Crió a sus hijos y luego le tocó criar a sus nietos. Tuvo que renunciar al sexo. Murió su compañero/a. Se nota en sus ojos la soledad y tristeza. “Ahora me paso la vida en el sofá viendo la tele. Todos mis amigos se han ido. Estoy lleno de achaques. Y lo peor de todo: me da pánico la muerte.” Treinta y uno…(¡suelta todo el dolor, la tristeza, el miedo y la ira que te queden dentro!,¡todo eso son tus diablos! Recuerda que todo lo vivido lo elegiste tú. Perdónate y abraza tu sombra. No te enjuicies. Perdona a los demás y no los enjuicies tampoco. Ellos representaron el papel que tú les diste en tu vida. No estás solo, siempre estás acompañado. Si aún eres capaza de dar amor hazlo y verás como la vida te lo devuelva. Nunca es tarde para hacer nuevos amigos e incluso enamorarse. Libera a tu cuerpo de de todos los pensamientos y emociones negativas. Ha llegado el momento de hacer uso de tu poder y de entregar tu sabiduría a los demás. Deja de hacerte la víctima y conecta con el héroe que llevas dentro. No mires tanto al pasado ni te angusties por el futuro. Vive y disfruta el eterno presente en el que estás. ¿Quién te ha dicho que en la muerte se acaba todo? La muerte es tan solo un tránsito entre esta ilusión y la verdadera vida a la que renacerás), treinta y dos…(la alegría renace entre vosotros. El anciano deja atrás el dolor del pasado y subía los últimos escalones con emoción)…y ¡treinta y tres! (¡¡¡Lo habéis conseguido!!! Os abrazáis y la energía del anciano se funde en tu corazón, que ahora no cabe en sí de gozo). Has llegado al final de la escalera. Has conquistado los 33 escalones. Ante ti se abre un inmenso vacío, pero ya no hay miedo. Todo tu Ser se ha convertido en luz. Saltas sin vacilar y te sumerges en un inmenso océano de amor. Flotas en ese amor y te sientes parte de Todo. Conectado con Todo. Tómate el tiempo que quieras flotando en ese amor. Cuando quieras regresar, vuelve a la sala roja y toma el ascensor haciendo el proceso inverso: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y regresa al lugar donde empezaste la meditación. Siente tu cuerpo y vuelve lentamente. Da las gracias. Ya estás en casa. UN CUENTO PARA EL CAMINO El Viajero llegó a lo alto de la última colina y observó el apacible valle que se extendía a sus pies. Entrecerró sus ojos oteando el pequeño pueblo que bajo él se hallaba y encontró lo que buscaba, una pequeña e inconfundible casa blanca, con su chimenea humeante y rodeada de un cuidado huerto. Una cálida sonrisa se dibujó en su rostro, curtido por el sol y el viento de lugares lejanos con nombres impronunciables. Se volvió y dirigiéndose a la bella mujer que dentro del carro amamantaba un bebé dijo: - Aquí esMientras el Viajero descendía con su mujer y su hijo recién nacida hacia la casa en la que había pasado los primeros años de su vida, no pudo evitar rememorar aquella lluviosa mañana con apenas 16 años en que, a pesar de los lloros de su madre y la firme oposición de su padre, decidió abandonar el abrigo de la casa familiar y descubrir qué había más allá de las colinas. Su sueño era ser el mejor espadachín del mundo, hacerse rico y famoso y que en su pueblo le recibieran como un héroe y por ello se dirigió a la Isla de Ikas donde se encontraba la Universidad de la Espada. Tras varios meses caminando por polvorientos caminos y con sus escasos ahorros casi desaparecidos llegó ante las impresionantes puertas de la Universidad. Fueron años duros en los que tuvo que trabajar por las noches en las cantinas de la populosa ciudad para poder costearse los estudios pero por fin pudo conseguir su título de espadachín. Con su flamante título bajo el brazo y la única y vieja espada que pudo permitirse en su vaina, se encaminó con el corazón contento en busca de emociones y aventuras. Su destino era el lejano Bosque de Ilun donde se decía que en sus profundidades se escondía el Último Dragón, que custodiaba en su guarida un tesoro como no había otro igual. Quien acabara con él, tendría fama y fortuna de por vida. A nuestro Viajero le fue fácil conseguir un trabajo de guardia en las caravanas de comerciantes y así durante años, recorrió las más exóticas tierras en su camino hacia el tenebroso Bosque. Aprendió varias lenguas, amó a bellas mujeres y su bolsa fue llenándose. Era una buena vida, cómoda y con incontables momentos de placer, pero la insatisfacción crecía en su interior. Así nunca conseguiría la fama y la riqueza y nunca le recibirían como a un héroe. Decidió abandonar su trabajo en las caravanas. Se compró un veloz caballo, una gruesa capa de viaje y una espada nueva y se dirigió al galope hacia el Bosque. Cabalgaba de día y por la noche solía descansar junto a una hoguera cerca del camino ya que si gastaba su dinero en pagar una cama y una cena caliente tendría que parar a trabajar. Un atardecer, mientras buscaba un lugar protegido para detenerse a descansar, se topó con un hombre que, en medio de un claro del bosque cercano al camino, practicaba con su espada. Estaba desnudo de cintura para arriba y por cómo sudaba parecía que llevaba varias horas practicando. Al ver acercarse al recién llegado, se volvió y le saludo en su lengua pero con un fuerte acento. -¿Hacia dónde te diriges, joven amigo?- dijo. – Al Bosque de Ilun, ¿sabes si aún falta mucho?-¿Eres hábil con la espada?- contestó haciendo caso omiso a la pregunta - Me gradué en la mejor universidad que existe- dijo el Viajero no sin cierto orgullo. - Luchemos entonces y si consigues desarmarme te diré como llegar hasta IlunEl Viajero descabalgó, se puso en guardia y atacó al desconocido que con un hábil movimiento le desarmó. Recogió su espada y volvió a atacarle con idéntico resultado. Continuaron así hasta que no le quedaron fuerzas para recoger de nuevo la espada. -Conoces toda la teoría pero te falta mucha práctica-dijo el desconocido.-No puedo ayudarte porque mi destino se encuentra lejos de aquí, pero si sigues el camino, encontrarás una gruta en la que vive un anciano que tal vez pueda.- Dicho esto reunió sus cosas, subió a su montura y partió en dirección contraria. Con la cabeza gacha y pensando en lo que el extranjero le había dicho, el Viajero montó y con paso cansino fue en busca de la gruta. Dentro de la gruta se encontró con un anciano sentado que parecía que le esperaba. Le dijo lo que le pasaba y el anciano accedió a ayudarle si le obedecía en todo sin rechistar. El Viajero accedió. Fueron 7 largos años de práctica, de duro trabajo físico y mental que, además de convertir al Viajero en un verdadero experto con la espada, fortalecieron su cuerpo y su espíritu. Al final del séptimo año el anciano le dijo que ya estaba preparado y que podía continuar su camino. Se separaron con un fuerte abrazo y lágrimas en los ojos. Apenas 3 días después el Viajero llegó al linde del Bosque de Ilun. Acampó junto a un enorme árbol que señalaba el inicio del bosque, encendió una hoguera y se durmió confiando en recuperar fuerzas para la aventura del día siguiente. Al despertar, con una determinación que surgía desde lo más profundo de su corazón y haciendo oídos sordos a las advertencias que resonaban en su cabeza, fruto de las innumerables y terribles historias que había oído acerca del bosque y de lo que les pasaba a los que se adentraban en él, se internó en la espesura. Caminó durante días, dirigiéndose al centro mismo del bosque. Los altísimos árboles y la cerrada vegetación hacían que incluso durante el día apenas penetrara la luz, confiriendo a todo el paisaje una sensación de irrealidad. En varias ocasiones le pareció oír la cantarina voz de una joven mujer junto a un riachuelo. También encontró numerosos árboles cargados de jugosas frutas, pero era tal su determinación que nada podía desviarle de su camino. Según iba acercándose al centro, la oscuridad iba haciéndose más espesa y sentía malignas criaturas arrastrándose a su alrededor. Ni siquiera las punzadas de temor le detuvieron y de repente llegó a un enorme claro, justo en el centro del bosque, donde se encontró de frente con el Dragón. La lucha que siguió fue épica y los dos contendientes hicieron uso de todas sus habilidades y estratagemas. Los ataques del Dragón eran terribles pero el Viajero los evitaba con habilidad y contraatacaba con fuerza. Al cabo de varias horas el Dragón empezó a retroceder ante las acometidas del espadachín que tras años de duro entrenamiento no sentía el cansancio. Tras un nuevo ataque el Viajero consiguió herir a la criatura que cayó de espaldas. Entonces saltó sobre ella y se dispuso a hundir su espada en lo más profundo del corazón de la bestia. En ese momento el Viajero vio el miedo reflejado en los ojos del Dragón. Le embargó un profundo sentimiento de compasión y, confundido, bajo los brazos y saltó a tierra. El Dragón se incorporó con dificultad y lentamente se acercó a nuestro protagonista que pensó que era su final. Entonces, con una voz profunda y serena la bestia le habló: “Has sido capaz verme con los ojos del corazón y no con los de la mente y al hacerlo has reconocido mi ser esencial. Has comprendido que soy tú. Por fin has completado el Camino de la Espada. Toma ahora este anillo como símbolo del nuevo camino que ahora comienza: el Camino del Amor. El Viajero se despertó junto al enorme árbol que señalaba el inicio del bosque y vio que la hoguera ya estaba apagada. En su cabeza se sucedían imágenes confusas de un mundo irreal. Entonces vio el anillo que resplandecía en su mano derecha. Sonrió y con el corazón pleno emprendió el camino de vuelta a casa. MI VIAJE Hace 7 años, por una serie de coincidencias, comencé a practicar yoga. Yo no lo sabía pero empezaba entonces un camino de descubrimiento personal que me ha conducido hasta donde ahora me encuentro. Estos 9 meses de curso y los 33 temas han sido como un embarazo y la realización de este proyecto el parto. Siento que he nacido de nuevo. Por primera vez en mi vida he conectado con mi corazón a la hora de realizar un trabajo. Sin juzgarme. Sin pasar todo por la rígida censura de la cabeza. Y he disfrutado. Tal vez el proyecto no sea tan coherente, ordenado ni ajustado a las reglas como mi parte lógica demandaba, pero me ha brotado desde dentro. Después de muchos años de viajar por todo el mundo y recoger, creo que el viaje interior me impulsa a devolver y compartir lo recogido. Tras muchos años encadenado a la razón me siento conectado con mi fuente de creatividad, con mi corazón. Siento que he llegado al final de una etapa de mi camino personal y que ante mi se extiende un mundo nuevo de infinitas posibilidades. El final de un camino no es más que el principio de otro. Un camino desconocido pero hacia el que me dirijo pleno de confianza y alegría. ¿Quién sabe lo que nos deparará la vida? UN REGALO DE MI VIAJE (Tienes que pulsar Control y hacer click sobre la imagen)