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El canon de proporción egipcia Los egipcios partían de que la belleza era una idea que, para hacerse visible, tenía que someterse a un razonamiento deductivo propio del rigor matemático. Según este proceso intelectual, el cuerpo humano debía estar armónicamente proporcionado, ofreciendo un acorde perfecto entre sus partes. Luego, decidieron que el puño sería el módulo regulador y codificaron la longitud perfecta del individuo en 18 puños, distribuidos de la siguiente manera: 2 para el rostro, l0 desde los hombros hasta la altura de las rodillas y los 6 restantes para las piernas y los pies. Consecuentemente, los escribas del Imperio Antiguo vinieron a decir que un hombre o una mujer eran bellos si medían 18 veces su propio puño y estaban armónicamente proporcionados, con independencia de que fueran altos o bajos, guapos o feos, gruesos o delgados. El segundo precepto inmutable de la plástica egipcia fue la ley de frontalidad. Consistía en representar recta la línea de los hombros y las caderas. La unidad de medida para crear el módulo armónico de la figura humana fue el dedo corazón por 19, según Iverson, y también el puño, que se corresponde con la décimaoctava parte. Su altura es de 7 cabezas y media. La cabeza representa el 13´3 % del cuerpo. Manuel Alcayde Mengual