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Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co África subsahariana en la dinámica global del siglo XXI: Entre mitos y realidades Hilda Varela∗ La absoluta ignorancia de las costumbres ajenas es en gran parte un privilegio de los poderosos Kwame Anthony Appiah África subsahariana. ¿Irrelevante a nivel internacional? Es ampliamente aceptado en forma acrítica y pasiva el mito de que África subsahariana carece de importancia en las relaciones internacionales y en especial en el marco de la globalización1 (término que Kwame Anthony Appiah prefiere denominar ∗ Profesora-Investigadora de tiempo completo en el Centro de Estudios de Asia y África (CEAA), El Colegio de México. 1 En los últimos años del siglo XX y principios del XXI, el proceso histórico y complejo conocido como globalización se convirtió en el rasgo más distintivo de la pos-Guerra Fría, en un referente común en el ámbito de la política mundial. Aunque casi siempre percibido como una noción vaga y a veces vacía de realidad, ha sido asumida como el concepto clave para articular la nueva retórica de la pos-Guerra Fría. A la sombra del discurso dominante y asociada con las grandes transformaciones mundiales, la globalización es percibida como un fenómeno básicamente económico —con consecuencias políticas—, impulsado por las fuerzas de mercado y por los avances tecnológicos, lo que favorecerá, a largo plazo, la convergencia de las distintas sociedades (homogeneización), con el surgimiento de valores, ideas, preocupaciones, conocimientos e instituciones mundiales cimentados en el liberalismo. Véase: Kidane Mengisteab, “Globalization and State-Society relations in Africa”, Africa Development, XXXIII (2), 2008 1 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co “comopolitismo”2), tomando en cuenta ciertos aspectos cuantitativos (¿y subjetivos?) como su débil participación en la economía política global y el hecho de que en la región subsahariana haya varios países definidos como Estados calificados como fallidos (en términos políticos) y como Estados frágiles (en términos económicos). A pesar de que se afirma que África podría ser la cuna de la humanidad, su estudio académico es relativamente reciente y sigue estando opacado por la persistencia de mitos racistas, cuyos antecedentes datan de la época de la Grecia clásica. La “idea de África”3, como sostiene el filósofo V.Y. Mudimbe, se fue gestando en la imaginación de los griegos en el periodo clásico, los cuales -sin evidencia histórica- describieron en sus textos a los africanos como la otredad, como lo opuesto a la civilización occidental superior, como antítesis del “ideal” del ser humano, como pueblos “bárbaros” y como una especie subhumana sin historia e incapaces de crear cultura4. A partir de esos textos, en los siglos XV y XVI los europeos inventaron la idea de que eran pueblos salvajes. Más tarde, en el siglo XIX y en el marco de los primeros viajes de expedición al continente, los fantásticos relatos de viajeros sirvieron de base para el nacimiento de la denominada “biblioteca colonial”: un conjunto de conocimientos construidos con el propósito explícito de traducir y descifrar al africano como objeto.5 Con el paso de los años, la “idea de África” en el imaginario colectivo ha asumido una forma más sofisticada, pero en esencia se mantiene inalterable. A finales de la década de 1950 y principios de 1960 surgió un relativo interés –en América Latina sobre todo en círculos intelectuales- por los grandes líderes africanos, pero con el estallido de los primeros golpes de Estado, de guerras civiles, de brotes de violencia étnico-política y de hambrunas, tomó nueva fuerza la “idea de África”, suponiendo que en dicho continente la situación no cambia y convirtiendo los problemas africanos en simples “espectáculos mediáticos”. Este hecho explica, por ejemplo, que a pesar de que a partir de la década de 1990 en diversos países surgieron importantes manifestaciones de protesta popular, protagonizados por una incipientes “sociedad civil”6, con la irrupción de movimientos de 2 Kwame Anthony Appiah. Cosmopolitismo. La ética en un mundo de extraños. Buenos Aires/Madrid, Katz Editores, 2007. 3 V.Y. Mudimbe. The Idea of Africa. Bloomington e Indianapolis: Indiana University Press, 1994. 4 Amílcar Cabral expuso la imposibilidad de que haya un pueblo sin historia y sin cultura, véase (Cabral, 1975). 5 Ibidem. 6 Tanto la definición de la sociedad civil como en particular las formas para distinguirla de la política comunal informal y de formas de competencia política 2 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co mujeres en algunos países y la proliferación de distintos procesos internos y regionales, orientados hacia la democratización de las estructuras y la elaboración de soluciones regionales –no exentas de contradicciones- los medios masivos de comunicación difícilmente han abordado esos casos. En una deformación reduccionista, se supone que los problemas que enfrentan los países africanos en el siglo XXI son los mismos que hace 50 años, ignorando los cambios cualitativos surgidos en dicha región y que se expresan, entre otras cosas, en nuevos desafíos para ubicarse en la nueva dinámica global. En esta deformación reduccionista, en los análisis de relaciones internacionales se tiende a “ignorar” los acontecimientos africanos, afirmando que su problemática está al margen de la globalización. Una simple revisión de la literatura especializada permite apreciar la relevancia de África subsahariana: a nivel mundial, es la región más abierta al comercio internacional; diversos organismos internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de Comercio y la Unión Europea, entre otros) han actuado como agentes dinámicos de la globalización –entre otras cosas estableciendo la política desarrollo y las reglas que gobiernan al sistema de Estados-, además del gran potencial de crecimiento económico de dicha región, entre otros aspectos, permiten poner en tela de juicio su “irrelevancia” en el sistema internacional del siglo XXI. En esta ponencia se busca subrayar la gran ironía, en la que África subsahariana históricamente ha atraído la atención internacional de organismos internacionales tales como el FMI y el BM, pero se le ha negado la posibilidad de expresar sus opciones. En el siglo XXI emerge una nueva tendencia, que asume una forma concreta en la proliferación de los procesos de democratización y de integración regional, que demuestra una posición más pragmática de las elites políticas y más participativa de la denominada sociedad civil, en un contexto incierto. Por primera vez en su historia, los africanos intentan elaborar una base común para su reinserción en el sistema internacional. formal son objeto de un amplio debate tanto político como académico, cuyo análisis no es objeto de estudio de esta presentación. Para fines explicativos, se recurre a la conceptualización de sociedad civil en África aportada por Anne Marie Goetz y Shireen Hassim, quienes sostienen que la sociedad civil es el ámbito de las actividades basadas en el grupo auto-escogido, la cual surge de la división de intereses en la sociedad. Dichas actividades formalmente no son parte del Estado. En el seno de la sociedad civil se distinguen distintos grupos, como movimientos sindicales, trabajadores rurales, organizaciones no gubernamentales y movimientos de mujeres. Anne Marie Goetz y Shireen Hassim. “Introduction. Women in power in Uganda and South Africa” en Goetz y Hassim (eds.) No shortcuts to Power. Londres y Nueva York, Zed Books, 2003. Véase también, entre otros, Nelson Kasfir “Civil society, the State and democracy in Africa”, Commonwealth and Comparative Politics, 36 (2), Julio 1998. 3 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co La naturaleza del Estado Kidane Mengisteab7 sostiene que la naturaleza del Estado moderno, surgido después de los procesos de independencia, es considerado como el principal “responsable” de los problemas básicos económicos, políticos y sociales que aquejan a la región, ante su incapacidad para cambiar las estructuras heredadas de la colonización. Los regímenes autoritarios —civiles o militares— contribuyeron al profundo declive de las economías locales: por la mala organización y administración de las finanzas públicas, por la ausencia de recursos internos y por prácticas de despilfarro cayeron en un endeudamiento externo desmedido, que aunado a la falta de incentivos a la producción interna y al deterioro de los términos del comercio internacional, entre otros factores, desencadenaron una profunda crisis económica. La corrupción, el carácter artificial de un espacio político limitado a la preservación del poder personal y la grave erosión de la economía, entre otros aspectos, se tradujeron, por un lado, en la extraordinaria vulnerabilidad de los Estados africanos ante las presiones externas, en especial del BM del FMI y de la Unión Europea (antes Comunidad Económica Europea) y, por otro, en la incapacidad de las elites gobernantes para realizar tareas mínimas en el plano interno, como el desarrollo de identidades de tipo moderno, constituirse en mecanismo de integración nacional, garantizar un mínimo de seguridad a sus ciudadanos y elaborar normas no escritas de conducta social para el manejo de los conflictos y para asegurar la convivencia de los distintos sectores sociales, en especial de los grupos étnicos. En la década de 1990, en el contexto de una profunda crisis económica acelerada por la adopción de programas de ajuste estructural de los años 1980, la profunda erosión de los regímenes africanos y la irrupción en la escena política de sociedades civiles emergentes, aunados a los cambios acelerados en la estructura de poder y en las reglas del juego internacional, desencadenaron el auge de una gran variedad de procesos de cambio político —que no necesariamente son democráticos— inaugurados de manera simbólica en 1991 con la realización de elecciones que permitirían un auténtico cambio de régimen en Benin, Cabo Verde y Zambia. A esas elecciones de inicios de la década de 1990 se les atribuye un carácter 7 Kidane Mengisteab, 2008. 4 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co fundacional: fueron el inicio de una nueva etapa en la vida política de África subsahariana, con la génesis de experiencias innovadoras. Es importante mencionar que en algunos casos la erosión de los regímenes autoritarios se ha registrado en un ambiente político dominado por el incremento en intensidad y extensión de la violencia. Debido a la trascendencia de estos procesos, definidos como “la segunda liberación” de África subsahariana, alcanzaron una gran popularidad los estudios de la democratización, lo que contrasta con la falta de preocupación analítica por los temas de género vinculados con la democratización: el papel jugado por movimientos de mujeres en la apertura democrática, resistiendo a regímenes corruptos y represivos a través de demostraciones públicas y otras formas de activismo político –en Kenya, Mali, Sierra Leona, Guinea y Níger entre otros países- rara vez es mencionado. La nueva coyuntura se convirtió en el escenario propicio para una mayor participación política de las mujeres, quienes empezaron a hacer su marca en la política en los 1990s a un grado nunca visto en la era pos independencia. 8 Uno de los aspectos más importantes fue la creciente visibilidad de las mujeres como actores políticos, con el incremento de organizaciones independientes de mujeres, enfocadas a la educación cívica, al entrenamiento en liderazgo y animando a mujeres para competir por puestos públicos, desde parlamentarios hasta la presidencia. Los procesos de democratización, con la creciente participación autónoma frente al Estados de las organizaciones de la sociedad civil y la imposición de reformas liberales, no han generado consecuencias necesariamente uniformes y pueden tener efectos negativos para las mujeres, creando problemas inesperados, por ejemplo en cuanto a la transformación del discurso de género en leyes viables, que deben ser sostenidas por un esfuerzo organizado, necesario para que los temas de mujeres tengan vigencia. En la práctica se distinguen grandes diferencias derivadas de aspectos tales como el contexto socio-político y étnico y las desigualdades de género. En muchos países africanos la ciudadanía plena y activa de las mujeres continúa siendo un derecho condicional y elusivo, ante la persistencia de tradiciones, leyes y creencias religiosas que inhiben la extensión del derecho de ciudadanía a las mujeres. A pesar de estas condiciones adversas, hay mujeres que –no obstante tener poco poder- han podido aprovechar la nueva apertura de espacios y establecer su presencia en la esfera pública. Este es un aspecto especialmente problemático, no solo por la desigualdad entre 8 Aili MariTripp. “The new political activism in Africa”, Journal of Democracy, 12 (3) 2001 5 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co hombres y mujeres sino por los altos niveles de desigualdad en la sociedad en general, por ejemplo entre ricos y pobres y entre sectores urbanos y rurales. En forma contradictoria, junto a esta literatura de los procesos de democratización en África subsahariana surgió una perspectiva teórica enfocada al análisis de los Estados “fallidos” (en términos políticos) y débiles (en términos económicos), subrayando que la gran mayoría de los Estados “fallidos” estaban en África subsahariana.9 El planteamiento de fondo es el tradicional escepticismo ante las posibilidades de cambio positivo en África subsahariana. Los intentos de solución regional En ese contexto, el entonces presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki,10 aportó lo que se ha convertido en el planeamiento filosófico de la región subsahariana –el renacimiento africano- para subrayar una nueva era de África subsahariana en la nueva dinámica mundial del siglo XXI, sin ignorar la persistencia de las lógicas externas de dominación: de acuerdo con la opinión de expertos, sin desconocer las incertidumbres derivadas del hecho de que la gran mayoría de los Estados africanos siguen siendo débiles, el futuro de África subsahariana en este siglo no es necesariamente negativo y dependerá de nuevos equilibrios que se están gestando,11 con la emergencia de procesos regionales sin precedentes, orientados a aminorar la debilidad de los Estados, proporcionando a la población los bienes políticos básicos y a reclamar un lugar para África subsahariana en la nueva dinámica mundial. Esos procesos, aunados a nuevos enfoques teóricos y políticos, permiten apreciar que 9 Uno de los estudios más conocido es el elaborado por Robert Rotberg “The new nature of Nation-State failure”, The Washington Quarterly, verano de 2002. Para una vision crítica véase: Eghosa E. Osaghae,. “Fragile States”, Development in Practice, 17 84-5), 2007 10 Resulta interesante que la gran mayoría de los autores consultados enfatizan el papel jugado por Mbeki en esta redefinición ideológica positiva del papel de África en la dinámica mundial. Sin embargo, debido a pugnas políticas al interior del gobernante Congreso Nacional Africano (ANC), Mbeki tuvo que renunciar y actualmente en Sudáfrica difícilmente se menciona este término. 11 Esta afirmación corresponde a un informe, elaborado por un equipo de expertos africanos y tomando como punto de partida los resultados de distintos seminarios de trabajo, cuyo objetivo no es predecir ni proponer el futuro de esa región, sino explorar el futuro a partir de un análisis riguroso del pasado reciente, de la situación actual, de las prioridades africanas y del peso de factores externos. Cfr. Africa 2025. What possible futures for Sub-Saharan Africa? Johannesburgo, African Futures, 2006. 6 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co predomina una imagen positiva de cómo los africanos se ven a sí mismos a inicios del siglo XXI. La redefinición de la posición internacional de África subsahariana comenzó con procesos regionales y subregionales y años más tarde asumió una nueva faceta, con el cambio en la percepción del papel de África subsahariana en la globalización, en un entorno internacional alterado por los acontecimientos de septiembre de 2001. Al inicio de la primera década del siglo XXI tuvieron lugar dos acontecimientos que permiten apreciar cómo las nuevas elites políticas y económicas africanas, reconociendo las incertidumbres de la situación actual y definiendo la reconfiguración de los espacios nacionales y su reposicionamiento en la dinámica mundial del siglo XXI como prioridades, perciben el futuro de la región. En primer lugar, la creación de la Unión Africana, con la disolución formal de la Organización de la Unidad Africana (OUA), creada en 1963 en el marco de la Guerra Fría. Este hecho dio nacimiento a un organismo regional más acorde con nuevas reglas del juego mundial. Reuniendo a todos los países africanos (con excepción de Marruecos), entre los aspectos más sobresalientes de la UA destacan el énfasis en la resolución de la problemática económica, en lo que ha sido denominado como la nueva lucha continental (liberación económica), y la renuncia (al menos teórica) de sus miembros al principio de no intervención en asuntos internos, reconociendo la necesidad de actuar colectivamente en casos graves de amenazas a la seguridad y estabilidad del continente.12 En este aspecto sobresale la importancia dada al logro de la estabilidad, seguridad y cooperación entre los Estados miembros.13 En segundo lugar, la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD: New Partnership for Africa’s Development). La Unión Africana retomó una iniciativa, que tiene sus antecedentes desde finales de la década de 1990, y que plantea una fórmula colectiva (regional) para enfrentar los problemas del desarrollo económico, político y social, conocido por sus siglas en inglés como NEPAD o simplemente como partnership. Se trata de un documento ambicioso, que el cual en una perspectiva amplia de paz y seguridad, se formulan los lineamientos generales de una estrategia para la recuperación económica de los países africanos, orientada a romper con las tendencias históricas hacia la pauperización masiva y la exclusión de África (incluida la parte norte), a partir de un 12 Africa Research Bulletin, 39 (7), pp. 14922-14925. Norman Mlambo. “Evolution of the Peace and Security Council o0f the African Union of the African Union and the African Standby force, up to 2006”, Africa Insight, 36 (3-4), 2006 13 7 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co reposicionamiento internacional del continente (partnership), con principios justos de coparticipación, con los distintos países del mundo: se reconoce que la pobreza y el atraso de África y la continua marginalización en la economía global constituyen una grave amenaza para la participación del continente en el sistema mundial y propone revalorar a África por lo que internamente se está construyendo y ofrece una nueva forma de asociación. Mientras que los países africanos ofrecen, fundamentalmente, convertirse en socios confiables, creando las condiciones internas necesarias para el desarrollo, como buena gobernación, transparencia, estabilidad y paz regionales, los socios no africanos se comprometen a respaldar los esfuerzos africanos con apoyos económicos.14 En el marco de los cambios internos y de estas dos iniciativas (UA y NEPAD), han tomado fuerza o han sido creados nuevos esquemas de integración subregional como mecanismo para lograr el crecimiento económico, atraer nuevos recursos financieros y renegociar su posición en la economía mundial. Esto sin embargo no implica que las condiciones internacionales sean necesariamente más favorables, en comparación con la situación en los primeros años de vida independiente. El nuevo enfoque de integración se basa en una perspectiva que, al menos en el plano teórico, es más coherente con la realidad: pretende ser compatible con la globalización de la economía y está orientado hacia la apertura y la interdependencia. En el plano internacional, organismos internacionales (en especial el Banco Mundial, BM) impulsan la integración, que además parece contar con el apoyo de las elites africanas. En una dinámica contradictoria y en gran parte como resultado de la imposición de programas de ajuste estructural y la expansión de la ideología neoliberal, las estructuras económicas y políticas de los distintos países africanos son más similares, lo que puede favorecer la integración: las economías se abrieron, disminuyó el papel intervencionista del Estado y tomaron fuerza sectores privados, casi siempre en detrimento de los sectores más vulnerables (obreros, campesinos pauperizados). Sin embargo, esas economías siguen siendo débilmente competitivas en el nivel internacional. 14 Declaration on the implementation of The New Partnership for Africa´s development (NEPAD). Addis Abeba, African Union; NEPAD Executive Summary. Short Term Action Plan. Addis Abeba, African Union, mayo 2002; Kiki Edozie, “Promoting African ‘Owned and Operated’ development: A reflection on The New Partnership for African Development (NEPAD)”, African and Asian Studies, 3 (2), 2004 8 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co Según el Banco Mundial, en la primera década del siglo XXI sería necesario que las economías africanas alcancen un crecimiento promedio anual de entre 5 y 7 por ciento para lograr un crecimiento económico sostenido y durable, para responder al ritmo de crecimiento de la población (más del 3 por ciento). Tomando en cuenta la fragilidad y pequeñez de la gran mayoría de las economías africanas, el BM sostiene que la interrogante no es si África subsahariana debe o no integrarse para alcanzar el crecimiento necesario, sino cómo hacerlo. En esta óptica, los esquemas de integración deben necesariamente comprender, a nivel de región, el desarrollo de instituciones, una política de infraestructura y mecanismos de financiamiento y de concertación a favor del sector privado. De acuerdo con nuevas reglas del juego internacional, el enfoque regional no puede quedar limitado a la esfera económica. Los Estados deben crear las condiciones internas —estabilidad política y económica— favorables para las nuevas estrategias de inversión y para integrarse en mercados regionales A manera de conclusión La participación de África en el comercio mundial sigue siendo mínima, con aproximadamente 1-5% y además las exportaciones están concentradas en un reducido grupo de mercancías primarias. Aunque los flujos de inversión directa en África se han incrementado, lo han hecho de manera desigual y siguen siendo mínimos, correspondiendo a menos del 4% de la economía mundial. Estos flujos tienen como principales destinatarios a Sudáfrica y a los países productores de petróleo, lo que refleja la persistencia de la dependencia de exportaciones de materias primas. El sector privado está involucrado solo de manera marginal en esquemas internacionales de producción, en especial en maquiladoras en las primeras etapas de producción. El rápido crecimiento de las economías emergentes asiáticas había incrementado la demanda de materias primas de África (petróleo, metales y piedras preciosas) y había generado una mejoría en los términos del intercambio. Por ejemplo, las exportaciones africanas hacia China crecieron 12 veces en 2006, en comparación con 1995. El aspecto negativo en esta situación es que tiende a fortalecer la especialización de los países africanos como exportadores de materias primas. En la agricultura, a pesar del alto potencial en algunos países, persiste la incapacidad africana para alimentar adecuadamente a su 9 Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID Buenos Aires – Argentina www.ceid.edu.ar admin@ceid.edu.ar Universidad de Externado Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Bogotá – Colombia http://www.uexternado.edu.co/africa africa@uexternado.edu.co población y 42 países están clasificados como importadores netos de alimentos. La participación de África en el comercio agrícola mundial es inferior al 6%. Los nuevos inversionistas, incluidos los chinos y los indios, se han diversificado los flujos de inversión directa hacia la agricultura, manufacturas, construcción y servicios. Los inversionistas internacionales están empezando a ver a África como un destino promisorio, sobre todo a partir de los cambios cualitativos internos. 10