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Marzo 1 2 3 Programa 7 WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791) Obertura de la ópera El rapto del serrallo, K 384 .............................. GEORG PHILIPP TELEMANN (1681-1767) Concierto para viola, cuerdas y continuo en sol mayor, TWV 51:G9 Largo Allegro Andante Presto .............................. ALFRED SCHNITTKE (1934-1998) Monólogo para viola y cuerdas .............................. Marzo 4 Programa 7 LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827) Sinfonía no. 5 en do menor, op. 67 Allegro con brio Andante con moto Scherzo (Allegro) Allegro .............................. Notas: Juan Arturo Brennan 1 Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Obertura de la ópera El rapto del serrallo, K 384 Por aquello de que en el título de esta ópera hay una palabra no muy usual, una vez más se hace necesario ir velozmente al diccionario más cercano para averiguar qué es un serrallo. En la página 940 de mi vieja edición del Pequeño Larousse Ilustrado es posible enterarse de que la palabra serrallo viene del vocablo turco serai, que significa palacio. Convirtiendo este significado en algo un poco más específico, serrallo es el lugar en el que los musulmanes guardan a sus mujeres. Según el mismo diccionario, un sinónimo de serrallo es la palabra harén, departamento de la casa en que viven las mujeres entre los musulmanes. También se llama harén, entonces, al conjunto de las mujeres de un musulmán. Pero el diccionario no se detiene ahí, sino que procede a informar que, en sentido figurado, se utiliza la palabra serrallo para describir un lugar en el que se cometen actos obscenos. (Dicho de otra manera, y en determinadas circunstancias, la palabra serrallo quiere decir lo mismo que burdel o prostíbulo.) Ahora bien, es posible intentar averiguar qué entiende el Pequeño Larousse Ilustrado por actos obscenos, pero ello complicaría mucho este texto que, después de todo, debe tratar de música y no de actos obscenos. ¿Qué tenía que ver Mozart con toda esta obscenidad? Veamos... Existía por ahí un texto teatral titulado Belmont y Constanza, escrito por un tal Christoph Friedrich Bretzner, que fue tomado por Gottlieb Stephanie para hacer un libreto operístico que fue la base textual de la ópera de Mozart. El rapto del serrallo fue escrita por el compositor en el lapso de un año y el estreno, después de varios retrasos, se llevó a cabo en Viena el 16 de julio de 1782. Los musicólogos y biógrafos de Mozart afirman que en esta ópera se respira un ambiente sonoro alegre y optimista debido a dos razones: la primera, que Mozart acababa de librarse de la tiranía de su antipático patrón, el arzobispo Jerónimo Colloredo de Salzburgo, y la segunda, que estaba muy enamorado de Constanza Weber, con quien habría de casarse después del estreno de la ópera. ¿Qué improbable historia nos cuentan, pues, Stephanie y Mozart en El rapto del serrallo? Resulta que un tal Belmonte llega al palacio del pashá Selim en busca de su amada Constanza, que ha sido capturada por piratas y vendida como esclava. Comparten el cautiverio de Constanza su sirvienta inglesa, Blonde, y un sirviente español, Pedrillo. A pesar de las sospechas de Osmin, sirviente del pashá, Pedrillo logra entrar al servicio de Selim. A su vez, este pashá ha sido rechazado en sus avances amorosos por Constanza. Por si fuera poco, el tal Osmin está enamorado de Blonde, la sirvienta inglesa, que no quiere nada con él. Constanza declara que ni la tortura la hará aceptar al pashá. El sirviente Pedrillo logra emborrachar a Osmin para facilitar la huida de los prisioneros, que son atrapados en el intento. Al final, sin embargo, el pashá se pone generoso y los deja libres. Nótese que cualquier semejanza de este argumento con el de la ópera La italiana en Argel (1813) de Gioachino Rossini (1792-1868) no es más que una prueba de que la ópera suele ser frecuentemente repetitiva. Por lo general, la crítica no suele considerar a esta ópera de Mozart como una obra maestra comparable con sus óperas de madurez; sin embargo, tiene una indudable importancia histórica, sobre todo porque es un estupendo ejemplo de la forma escénico-musical llamada en alemán Singspiel, en la que los números musicales están separados por escenas dialogadas. Uno de los primeros en apreciar el valor de El rapto del serrallo fue el compositor alemán Carl Maria von Weber (1786-1826), considerado como el padre de la auténtica ópera alemana. Decía Weber: “Esta ópera es el retrato de lo que los años de alegre juventud son para un hombre, los años cuya frescura nunca recuperará. Me atrevo a decir que en El rapto del serrallo Mozart había alcanzado el punto culminante de su experiencia artística, a la cual sólo era necesario añadir la experiencia del mundo. La humanidad tenía derecho a esperar que compusiera otras óperas como Las bodas de Fígaro y como Don Giovanni, pero ni con toda su voluntad hubiera podido escribir otra como El rapto del serrallo.” En tiempos de Mozart, los temas turcos estaban muy de moda en la literatura, la escena y la música, y el público de Viena adoraba ver la comitiva del embajador turco, que se hacía acompañar por música de su patria, en la que destacaban los címbalos, los triángulos y los grandes tambores, que fueron incorporados en sus partituras por muchos compositores germánicos de los siglos XVIII y XIX. Mozart no fue la excepción, y su ópera El rapto del serrallo está llena de vibrantes músicas al estilo turco (o al menos, lo que por entonces pasaba por turco en Viena), con las percusiones, las flautas y las trompetas tomando el papel protagónico. Mozart ofrece su visión de la música turca desde la obertura misma, que es muy corta y compacta, con una sección central lenta basada en la primera aria del tenor. En su forma original, la obertura conduce directamente, sin pausa, a la acción de la ópera; para su interpretación en concierto se añade una breve coda para redondear el discurso musical. 2 Georg Philipp Telemann (1681-1767) Concierto para viola, cuerdas y continuo en sol mayor, TWV 51:G9 Largo Allegro Andante Presto Algunos datos al vapor sobre el señor G. P. Telemann, compositor: Nació en Magdeburgo, murió en Hamburgo Estudió leyes y lenguas En música fue básicamente autodidacta Como padrino de Carl Philipp Emanuel Bach, se convirtió en compadre de Juan Sebastián Bach En su tiempo, fue más famoso y apreciado que su ilustre compadre Fue uno de los compositores más prolíficos de la historia El puesto de chantre en Santo Tomás de Leipzig fue obtenido por J. S. Bach sólo después de haber sido rechazado por Telemann Compuso numerosa música en todos los géneros conocidos de su tiempo. Si algo tiene en común Telemann con su ilustre contemporáneo Antonio Vivaldi (16781741) es el hecho de que ambos dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a la creación de conciertos para casi todos los instrumentos que se conocían en su tiempo. En el caso de Telemann, una somera revisión de su catálogo permite descubrir conciertos para numerosos instrumentos solistas y sus combinaciones; además de los conciertos en los que se propone un sólo instrumento solista, existen numerosos conciertos múltiples en los que se hace evidente el espíritu aventurero de Telemann. Entre estos conciertos con solistas múltiples hay combinaciones tales como fagot y dos violines; flauta, oboe de amor y viola de amor; flauta y violín; dos flautas y fagot; dos flautas y dos oboes; dos flautas y violín; dos flautas, violín y violoncello; tres oboes; flauta de pico y fagot; flauta de pico y flauta traversa; trompeta y dos oboes; trompeta, dos oboes y fagot; trompeta, dos violines y violoncello; tres trompetas y dos oboes; tres violines; cuatro violines... En fin, el caso es que Telemann se dedicó con especial asiduidad a la exploración de cuanta combinación tímbrica e instrumental se le ocurrió, no sólo en el ámbito de los conciertos con solista y orquesta, sino también en el campo de su abundante música de cámara. Es posible que esta visión amplia del material instrumental le haya sido conferida a Telemann por su vida peripatética y siempre cambiante. Nacido en Magdeburgo, estudió leyes en Leipzig, aunque pronto abandonó la carrera para dedicarse por entero a la música. Después de ejercer diversos puestos musicales en Leipzig, Telemann trabajó en Sorau y en Eisenach (la ciudad natal de Bach), y más tarde fue director musical en la ciudad de Frankfurt. Finalmente, en 1721, se estableció en Hamburgo y hacia 1737-1738 realizó un viaje de ocho meses por Francia. Todos estos trayectos y movimientos no le impidieron a Telemann convertirse en uno de los compositores más prolíficos de la historia, al grado de que el trabajo de catalogar su música ha ocasionado innumerables dolores de cabeza a los musicólogos de nuestro tiempo. Lo más importante de la producción de Telemann en este ámbito se encuentra en una colección de 48 conciertos para un instrumento solista con acompañamiento de orquesta. De estos conciertos, 21 son para violín, 11 para flauta, 8 para oboe, 2 para flauta dulce, 2 para oboe d’amore, 2 para viola, uno para corno y uno para trompeta. Hay, además, un importante Concierto para flauta en la colección titulada Tafelmusik (Música de mesa). De los dos conciertos para viola de Telemann, el Concierto en sol mayor es el más conocido, y es además el más famoso concierto para viola de todo el período barroco. Como coincidencia, Telemann compuso también un concierto para dos violas, en la misma tonalidad de sol mayor. En el Concierto para viola, Telemann supo aprovechar al máximo todo el registro del instrumento, pero no escribió la parte solista como un complicado ejercicio para el lucimiento del solista virtuoso, sino como un discurso musical fluido y placentero. En este sentido, dicen los conocedores que las partes de viola del Sexto concierto de Brandenburgo de Bach son mucho más difíciles de tocar que este concierto de Telemann. 3 Alfred Schnittke (1934-1998) Monólogo para viola y cuerdas Mi desarrollo musical tomó un curso similar al de algunos de mis colegas y amigos, a través del romanticismo del concierto para piano, el academismo neoclásico, y los intentos de lograr una síntesis ecléctica, y también reconoció las inevitables pruebas de la masculinidad en la auto-negación del serialismo. Habiendo llegado a la estación terminal, decidí bajarme del ya atiborrado tren. Desde entonces he tratado de seguir el camino a pie. Esta breve pero contundente declaración de principios del notable compositor ruso Alfred Schnittke es bastante parecida a sus obras, por su mezcla de claridad y misterio y su indeclinable búsqueda de una voz personal. En el caso de la música de Schnittke, el término “personal” toma una connotación realmente profunda, de cualidades intensamente introspectivas, llegando en ocasiones a lo confesional. Una de las obras más representativas de esta búsqueda interior en la música de Schnittke es su Monólogo para viola y cuerdas. Entre los numerosos comentarios que han sido escritos sobre el Monólogo de Schnittke, uno de los más lúcidos y precisos se debe a Seth Brodsky, musicólogo que obtuvo sus grados académicos (hasta el doctorado) en la Universidad de Wake Forest y en Escuela Eastman de Música. El primer párrafo del texto de Brodsky es particularmente ilustrativo: Con el título de su Monólogo para viola y cuerdas de 1989, Alfred Schnittke pone de relieve de un modo particularmente crudo uno de sus más persistentes miedos y fantasías: aun en los momentos más privados del individuo, alguien más está escuchando. Más específicamente, esa angustia generalizada de que “no estamos solos” es transformada en la obra de Schnittke en la angustia de una música no vista y no escuchada o, a la inversa, un oído fantasma que intercepta las confesiones destinadas solo a uno mismo. Y hay casi siempre una perturbadora implicación política o moral, una insinuación de que este doble insidioso es (y temblamos al pensarlo) el mal mismo, cayendo sobre nosotros, humillando nuestro sincero monólogo al convertirlo en un diálogo con un oponente inconquistable y sin corazón. Para efectos prácticos, el Monólogo de Schnittke es un potente concierto para viola y cuerdas en un solo movimiento, en el que el instrumento solista ocupa un rol particularmente dramático y expresivo. En general, el estado de ánimo de la obra es oscuro y desolado, y quienes conocen la obra han hallado en ella algunas referencias (más menos veladas) a la música de Gustav Mahler (1860-1911), Alban Berg (1885-1935) y Dmitri Shostakovich (1906-1975). Como ocurre en muchas obras de Schnittke, el desgarrador discurso musical del Monólogo se disuelve finalmente en un ámbito estático, de inmovilidad aparente. Se trata, en suma, de un monólogo profundamente interiorizado y de un intenso dramatismo expresado no sólo en las cualidades de la escritura musical, sino también en la propuesta instrumental de Schnittke. No han faltado los analistas que afirman que en su Monólogo Schnittke se observa a sí mismo como un personaje doliente con una herida abierta (a la manera de Amfortas, el legendario rey de los caballeros del Santo Grial, que lleva una herida hecha por su propia lanza), y que la herida es la hemorragia cerebral que lo fue debilitando poco a poco en sus últimos años hasta quitarle la vida en 1998. Alfred Schnittke compuso el Monólogo para viola y cuerdas en 1989, por encargo del espléndido violista Yuri Bashmet, quien se encargó de realizar el estreno de la obra. El estreno ocurrió en Schleswig-Holstein, con Bashmet como solista y director de los Solistas de Moscú, el 4 de junio de 1989. Tres años antes, en enero de 1986, Bashmet se había encargado de estrenar el Concierto para viola de Schnittke, considerado por muchos como la obra maestra del compositor ruso. El Monólogo se interpreta por primera vez en México el 5 de marzo de 2010 con la Orquesta Filarmónica de la UNAM bajo la batuta de Ronald Zollman, y con Roberto Díaz en la viola. Después de escribir el Monólogo, Schnittke habría de revisitar varias veces más la composición de obras concertantes, creando el Concerto grosso no. 5 (violín, piano fuera de las escena y orquesta) en 1991 y el Concerto grosso no. 6 (violín, piano y cuerdas) en 1993; el Segundo concierto para violoncello en 1990; el Concierto para viola y pequeña orquesta en 1997; y el Concierto para tres (violín, viola, violoncello y cuerdas) en 1994. 4 Ludwig van Beethoven (1770-1827) Sinfonía no. 5 en do menor, op. 67 Allegro con brio Andante con moto Scherzo (Allegro) Allegro A pesar de lo que digan los modernistas, es un hecho que la música de Beethoven todavía tiene una poderosa capacidad para sorprendernos y, en ocasiones, la sorpresa crece a medida que pasa el tiempo y escuchamos una y otra vez alguna de sus obras. No cabe duda que la Quinta sinfonía de Beethoven es una de las obras más sorprendentes de su catálogo, y de toda la historia de la música. No es novedad afirmar que hay algo de mágico e insólito en el primer movimiento de esta obra, un movimiento que ha sido objeto de innumerables análisis a lo largo del tiempo. Uno de los estudios más interesantes que se han hecho del primer movimiento de esta sinfonía fue realizado por Carlos Chávez, en una conferencia dictada en la Universidad de Harvard a fines de la década de los 1950s. La conferencia lleva por título La repetición en música y expone con toda claridad un hecho fundamental: que una parte importantísima del lenguaje musical de Occidente está basada en la repetición. Como ejemplo significativo de este hecho, Chávez alude al Allegro con brio con que se inicia la Quinta sinfonía de Beethoven y nos hace descubrir, entre otras cosas, que el breve y contundente tema de cuatro notas con que se inicia la obra se repite más de doscientas veces tan sólo en el primer movimiento, y que aparece muchas otras veces a lo largo de la obra, produciendo un diseño unitario y simétrico que se advierte en muy pocas obras musicales, y que aún tiene la capacidad de sorprendernos a casi doscientos años de distancia. La Quinta sinfonía de Beethoven no sólo ha dado origen a muchos estudios y análisis, sino también a muchas anécdotas. Una de ellas nos dice que el compositor y maestro francés Jean François Lesueur, quien detestaba la música de Beethoven, fue convencido por uno de sus alumnos, Héctor Berlioz, de escuchar la Quinta sinfonía del compositor alemán. Cuando Lesueur escuchó finalmente esta obra maestra de Beethoven, quedó tan impresionado que se puso a gritar: “¡Déjenme salir, necesito aire! ¡Esto es increíble, maravilloso!” Más tarde, Lesueur habría de confesar que al final de la audición de la sinfonía estaba tan afectado que cuando quiso ponerse el sombrero no pudo encontrar su cabeza. Hacia 1808 Beethoven ya padecía la sordera que habría de ser su mayor desgracia. A pesar de ello, todavía hacía apariciones públicas como pianista, participando en conciertos monumentales que aún en nuestro tiempo podrían parecer excesivos. En la temporada de Navidad de 1808, en el Theater an der Wien de la capital austriaca, se llevó a cabo uno de esos conciertos, en el que Beethoven fue protagonista absoluto como compositor, pianista y director. El programa de esa noche sin duda hizo las delicias de los admiradores de Beethoven, y quizá más de uno enloqueció, como le ocurrió a Lesueur años más tarde. Esa noche, Beethoven estrenó su Cuarto concierto para piano y obsequió al público con algunas otras de sus obras: la Fantasía coral para piano, coro y orquesta, el aria de concierto Ah, pérfido!, fragmentos de su Misa en do mayor, una fantasía para piano solo, y el estreno mundial de dos de sus sinfonías, la quinta y la sexta. Entre las muchas asociaciones extramusicales que la Quinta sinfonía de Beethoven ha generado hay que recordar el hecho de que durante la Segunda Guerra Mundial los aliados tomaron el tema inicial del primer movimiento como un símbolo de la victoria, ya que ese tema de cuatro notas es idéntico en su distribución (tres cortas, una larga) a la letra “V” del alfabeto telegráfico de Morse. Y entre las glosas más complicadas que sobre esta obra se han hecho, hay una muy interesante, escrita por Henry Brenner en 1923, en la que el comentarista describe los cuatro movimientos de la sinfonía de un modo muy complejo y lleno de alusiones filosóficas. Así, en el curioso texto de Brenner cada movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven lleva un subtítulo: Primer movimiento: El paraíso perdido Segundo movimiento: El paraíso reencontrado Tercer movimiento: Relaciones sociales Cuarto movimiento: El triunfo del entusiasmo Además, en el texto de Brenner el análisis de cada movimiento va precedido de un epígrafe tomado de un escritor; los dos primeros movimientos llevan epígrafes de Carlyle, el del tercero es de Addison, y el del cuarto de Emerson. El primer epígrafe de Carlyle podría tomarse como un buen comentario general sobre la Quinta sinfonía de Beethoven, y quizá, sobre su indomable espíritu musical: “El hombre es de la tierra, pero su pensamiento está con las estrellas.” Finalmente, vale la pena repetir lo que tantas veces se ha dicho respecto a que las cuatro notas iniciales de la sinfonía representan la forma en que el destino llama a la puerta. Es imposible saber si el propio Beethoven tuvo alguna vez esta idea en forma muy clara; lo que sí es cierto es que esta sinfonía, de principio a fin, es una enorme, poderosa llamada de atención para todo aquel que alguna vez haya escuchado música y, como el señor Lesueur, haya perdido la cabeza.