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ego | probióticos Los especialistas sugieren mantener refrigerados aquellos alimentos probióticos que lo requieran, para así preservar los microorganismos durante el mayor tiempo posible Alimentos probióticos Cultivo funcional Recomendado por especialistas, el consumo de alimentos enriquecidos con microorganismos benéficos ayuda a fortalecer el sistema inmunitario y a evitar trastornos gastrointestinales y alergias / Silvia Martins | FOTografía orlando palencia Los alimentos probióticos tienen su origen en las investigaciones del microbiólogo ruso Ilya Ilyich Mechnikov –Premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre el sistema inmunitario–, quien a comienzos del siglo XX descubrió que el consumo de leche fermentada con un tipo de bacteria protectora (a la que llamó “bacilo búlgaro”) mejora la flora intestinal, neutraliza a los microorganismos patógenos y previene enfermedades. Aunque en esa época el aporte de Mechnikov no tuvo repercusiones prácticas, sirvió de base a estudios posteriores sobre los efectos positivos de la ingesta de probióticos, microorganismos vivos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “administrados en la cantidad adecuada, confieren beneficios para la salud del huésped”. Fuentes naturales Ángela Rodríguez, nutricionista del Centro Colombiano de Nutrición Integral, apunta que para ser considerados “alimentos probióticos”, los productos deben cumplir tres requisitos: contar con un elevado número (miles de millones) de microorganismos benéficos, mantener sus propiedades aun después del procesamiento industrial y resistir la acción de los jugos gástricos. 88+SALUD Sneyder Rodríguez-Barona, bióloga y profesora de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia, afirma que los microorganismos más usados para la elaboración de alimentos probióticos son los lactobacilos y las bifidobacterias, los cuales se encuentran en fuentes naturales como la leche materna, las frutas y las verduras. Para utilizarlas con fines industriales, las bacterias se aíslan, se purifican y se estudian minuciosamente en laboratorios especiales. Una vez que se comprueban sus aplicaciones clínicas, se reproducen para adicionarlas a los productos. La mayor parte de los alimentos probióticos que hoy se producen son lácteos, especialmente yogures, porque son productos que de por sí requieren la adición de bacterias para su fermentación y coagulación. En consecuencia, para hacerlos probióticos sólo hay que añadirles lactobacilos o bifidobacterias. Sin embargo, Rodríguez-Barona precisa que estos microorganismos también se pueden agregar a otros alimentos como carnes, cereales o jugos. De hecho, señala que actualmente se encuentra trabajando en un proyecto para obtener aperitivos elaborados con frutas impregnadas de agentes probióticos. probióticos | ego Etiqueta estándar La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido la información que debe contener el empaque de los productos probióticos: • El tipo de microorganismos que contiene (el género, la especie y la cepa). • La cantidad mínima de bacterias que permanecerán vivas a la fecha de vencimiento del producto. • Las recomendaciones sobre las condiciones de almacenamiento apropiadas. • Los datos de contacto de la empresa para los consumidores que deseen aclarar dudas. Balance positivo Según un reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y de acuerdo con la OMS, los probióticos pueden utilizarse para prevenir y tratar infecciones gastrointestinales y urogenitales, así como ciertos tipos de trastornos digestivos y alergias. El gastroenterólogo y pediatra nutrólogo Wilson Daza explica que “siendo mayor la cantidad de microorganismos protectores que los agentes causantes de enfermedades, los probióticos mejoran el balance de la flora bacteriana. Por eso disminuyen las molestias y las alteraciones gastrointestinales”. Daza recomienda su ingesta para prevenir y tratar la diarrea, promover los movimientos intestinales que ayuden a aliviar el estreñimiento y aminorar el riesgo de presentar las alergias alimentarias que se originan en el aparato digestivo. También sugiere su consumo a los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal y en algunos casos de síndrome del intestino irritable. Rodríguez-Barona señala que las bacterias presentes en los alimentos probióticos “mejoran las defensas del organismo y aumentan la secreción de la inmunoglobulina A, un tipo de célula del sistema inmune muy efectiva para atacar los virus causantes de enfermedades intestinales”. Además, agrega la especialista, “según estudios incipientes, que requieren una mayor investigación, podrían evitar el crecimiento de bacterias asociadas al cáncer y ayudar a disminuir el colesterol en la sangre”. 89+SALUD ego | probióticos Los pacientes con diabetes, sobrepeso o problemas de colesterol o triglicéridos deben elegir productos probióticos descremados y bajos en azúcar Probióticos y prebióticos Además de los probióticos, existen también los llamados prebióticos. El gastroenterólogo Wilson Daza aclara la diferencia entre ambos: los probióticos son microorganismos vivos que se incorporan a los alimentos para que ejerzan funciones de protección en el sistema digestivo, y los prebióticos son carbohidratos no digeribles por las enzimas humanas que nutren y favorecen la multiplicación de los probióticos en el colon. Los prebióticos se encuentran en alimentos como la cebolla, el espárrago, el cambur, la alcachofa, el ajoporro y el ajo; y pueden adicionarse a fórmulas infantiles y productos como yogures, galletas y cereales. Consumo seguro Los especialistas señalan que, aunque contienen bacterias, los alimentos probióticos resultan seguros para el consumo humano. Daza subraya que, antes de ser utilizados en la industria alimentaria, son estudiados por las autoridades sanitarias para garantizar su inocuidad y efectividad. Por su parte, Rodríguez precisa que si bien todas las personas pueden consumir alimentos probióticos, los pacientes inmunosuprimidos 90+SALUD (por ejemplo, quienes hayan recibido un trasplante o tengan el Virus de Inmunodeficiencia Humana) deben hacerlo con precaución. “No quiere decir que los tienen prohibidos, sólo hay que vigilarlos para asegurarse de que no tendrán problemas”, afirma la nutricionista. Rodríguez advierte, además, que el consumo de probióticos debe ser parte de un estilo de vida sano, que incluya ejercicios y una dieta balanceada, baja en grasas y rica en frutas y verduras. También recomienda tomar abundantes líquidos. “Si una persona come todos los días yogur probiótico, pero tiene una nutrición deficiente, o es sedentaria, el impacto del alimento no será suficiente para lograr que esté saludable”, ejemplifica la especialista. • F u e n tes c o n s u lt a d a s º Wilson Daza, gastroenterólogo, pediatra y magíster en Nutrición Clínica. Universidad El Bosque (Colombia). º Sneyder Rodríguez-Barona, bióloga, PhD en Tecnología de los Alimentos. Universidad Nacional de Colombia. º Ángela Rodríguez, nutricionista y dietista. Centro Colombiano de Nutrición Integral. º Organización Mundial de la Salud (OMS). º Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).