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Irene Maillo Chacón Colegio “La Purísima”, Lucena (Córdoba) 6º Premio Provincial ¿Qué veo cuando me miro en el espejo? Ayer, como todos los días me levanté a las 8 de la mañana, caminé hacia el aseo y me miré en el espejo. Reflexione y pensé que no era la persona que me gustaría ver. Así que, poco a poco mientras me iba despertando, decidí que me pondría en forma sin esperar ni un día más, y que comenzaría a llevar una dieta saludable. Acción que nunca en mi vida me había dignado a realizar. En el colegio llevaba bollos y otros muchos productos de bollería industrial no muy saludables para mí. Tampoco me gustaba hacer deporte ni en clase, ni fuera de la misma. Entonces, a partir de ese día, me di cuenta de que mi vida no podía seguir así, y que debía cambiar mis hábitos de vida inmediatamente si no quería enfermar, ya que de media engordaba unos tres kilogramos al año. Ese día, cogí mis patines y me dirigí hacia el instituto, cuando llegué allí en vez de coger el ascensor, subí hasta la clase ligeramente por las escaleras. Cuando bajamos al recreo, tomé dos piezas de fruta, y la verdad es que por primera vez en mi vida me estaba gustando más que la palmera que solía desayunar diariamente. Parecía que mi propuesta empezaba bien. En casa, comí verdura y otras comidas saludables. Y por la tarde, hice un pacto conmigo misma de ir todos los días a nadar a la piscina cubierta. Todo esto, lo cumplí durante tres meses y la verdad, es que cada vez me encontraba más ágil, más guapa y ya había bajado unos cuatro kilos aproximadamente. Hasta que un día, comenté a mi mejor amigo lo que me estaba ocurriendo, y ella me dijo que todo eso eran tonterías y que ella no iba a mejorar sus hábitos. Pero ese mismo día, fue al médico y allí le tomaron varias muestras de sangre para analizar su estado de salud. Unos días más tarde, llegó diciéndome que tenía muchísimo colesterol y también, el doble de grasa de lo que debía tener. Y yo le comenté el método que llevaba, pero ella se negaba. Hasta que un día en clase, la profesora nos explicó en un tema transversal la importancia de hacer deporte y llevar una vida sana. Ella, parecía que estaba recogiendo muy bien la información y estaba dispuesta a comprometerse a hacer algo para mejorar su vida. Al día siguiente, las dos quedamos para ir al colegio en bicicleta, en el recreo comer pan y aceite o fruta y seguir durante todo el día realizando actividades saludables. De este modo, nos apuntamos a natación de alto rendimiento y a atletismo. Y ahora, ella es medalla olímpica de oro en atletismo y yo medalla de plata en natación. Nuestra dieta, por supuesto, ha cambiado de no comer verduras o tomar lo recomendado por todos los especialistas en nutrición, es decir, el famoso “cinco al día”, y no comer alimentos con alto contenido graso o industriales. Ahora, todas las mañanas cuando nos levantamos y nos miramos al espejo, sí que vemos a la persona que queremos ver. Y en fin, esta es nuestra historia de superación día a día. Irene Maillo Chacón