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LAS PENAS CON PAN SON MENOS 02 de julio de 2014 Monterrey, México. “¿Cuántos meses de embarazo tienes? y ¿Para cuándo nace el bebé?”, son preguntas emotivas que detonan en momentos incómodos cuando la respuesta no es precisamente la esperada: “No estoy embarazada, solo aumenté de peso”. En las reuniones familiares hablar de los kilos de sobra es costumbre. Nunca falta quien reniega por su fracaso en la última dieta, también conocemos los secretos de algún amigo para bajar de peso o sabemos de alguien que se propuso cambiar sus hábitos alimenticios hasta el lunes (cuando probablemente faltan cinco días para que llegue esa fecha). Pastillas para adelgazar, cremas para quemar grasa, aparatos para reducir medidas y fajas que disminuyen centímetros de cintura al instante, son algunos ejemplos de productos que se ofrecen como alternativas milagrosas para verse más delgado y presumen de “resultados inmediatos”. Conozco muchos casos de personas cercanas que los han consumido y pagaron el precio de desórdenes hormonales en la tiroides, fuertes dolores de cabeza e incluso hospitalizaciones, poniendo en riesgo su vida con tal de ver realizado su sueño de ser delgadas. En la mercadotecnia de los alimentos las palabras favoritas resultan ser “light” y “cero grasa” porque enamoran fácilmente a los consumidores. Sin embargo, el engaño podría estar implícito en las tablas nutricionales de esos alimentos. México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil. Cuando escuchaba este tema, pensaba en el difícil camino que les espera a estos niños y en lo que debe hacer la familia para ayudarlos. No es nada fácil empezar con un régimen alimenticio, de ahí que muchas personas se motivan a través de grupos de amigos, familia o con expertos que los asesoran para evitar las tentaciones alimenticias. Jesús Amaya y Evelyn Prado, autores del libro “Niñas glamour, la tercera mujer” relatan que cada vez hay más madres de familia que llevan a sus hijas menores de 16 años al quirófano a realizarles algún tipo de cirugía estética y están dispuestas a pagar cualquier cantidad de dinero para que sus hijas sean las más hermosas. Las cirugías estéticas antes de los 18 años no deberían sorprendernos, cuando hay altas probabilidades de que las madres también hayan pisado el quirófano para realizarse algún arreglito estético. “Papás gorditos, hijos gorditos”, esta frase refleja la herencia menos deseada para cualquier hijo. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) existe cierta predisposición genética para la obesidad y solo el 30 por ciento de los casos se relacionan con la genética. Esto explica que la frase anterior es falsa, ya que a pesar de los padres con sobrepeso, siempre existirá la opción de que los hijos modifiquen su alimentación, eviten el sedentarismo y realicen alguna actividad física. Los buenos hábitos no se heredan, se aprenden, son cosas de familia. Somos ejemplo para nuestros hijos y sin importar la edad, representamos una imagen frente a ellos en nuestra manera de reaccionar ante cualquier situación como el sobrepeso. Si ellos observan que la intención de bajar de peso se ha convertido en una obsesión, realizando dietas extremas y rutinas de ejercicio de forma compulsiva (vigorexia), probablemente aprenderán a solucionar este problema de la misma manera. Las penas con pan son menos, sí, pero siempre habrá alternativas de alimentos saludables y nutritivos cuyos componentes ofrezcan mejorar nuestra salud. La sandía, limón y acelgas contienen diferentes componentes que ayudan a mejorar la forma en que nos sentimos. De ahí que cada vez se realicen más investigaciones acerca de cómo con cambiar la alimentación, podemos mejorar nuestra vida.