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AUTORIDADES DE LA UAP Rector CP Oscar Ramos Vicerrector Académico Dr. Víctor Armenteros Vicerrector de Asuntos Económicos CPN Rubén Boidi Vicerrector de Bienestar Estudiantil Mag. Walter Lehoux Vicerrector de Desarrollo Espiritual Dr. Carlos Hein Secretaria General CP. Nilde Mayer de Luz Secretario Académico Dr. Daniel Gutiérrez Raina Secretaria de Ciencia y Técnica Lic. Edith Soriano de Castro Secretario de Extensión Dr. Edgar Araya Facultad de Cs. de la Salud Decano: Dr. Abraham Acosta Vicedecana: Bioq. Élida Iriarte Secretario Académico: Dr. Milton Mesa Facultad de Cs. Económicas y de la Administración Decano: CP Horacio Casali Secretario Académico: Lic. Eduardo Ciuffardi Facultad de Humanidades, Educación y Cs. Sociales Decano: Dr. Raúl Nikolaus Secretaria Académica: Prof. Susana Tabuenca Facultad de Teología Decano: Dr. Carlos Steger Secretario Académico: Dr. Rubén Otto Director de Posgrado Teología: Dr. Laurentiu Ionescu EDITORIAL Como con cada nuevo ejemplar de ENFOQUES, en esta ocasión sentimos una profunda satisfacción al hacerles llegar a nuestros lectores este primer número del volumen XXIII, inspirado en la pluma de prestigiosos colaboradores que nos honran con sus valiosos aportes. Cinco artículos y dos recensiones componen este número. Hugo Celso Felipe Mansilla nos propone una crítica hacia algunas relevantes corrientes actuales de las ciencias sociales latinoamericanas, relacionadas especialmente con la considerada incomparabilidad e inconmensurabilidad de los diversos proyectos civilizatorios del Tercer Mundo. Desde el campo de la intervención social, Luis Hernán Santarsiero hará un análisis de la relación entre las necesidades sociales como categorías de investigación e intervención, el Estado y las intervenciones políticas para generar y distribuir satisfactores. Desde planteos de la filosofía contemporánea y la perspectiva del pensamiento de la comunidad, Silvia Hernández reflexiona sobre la idea de comunidad que subyace a las urbanizaciones cerradas como “nuevos espacios urbanos”. Nilo Henrique Neves dos Reis, analiza las discusiones sobre la ética que, por ser polifacética, requiere de la contribución de otras áreas del conocimiento así como su articulación a los descubrimientos de la naturaleza humana y al patrimonio filosófico. Finalmente, Carina Ganuza interpreta la interrelación poder político temporal-espiritualeclesiástico y las redes de poder desarrolladas en el espacio geográfico franco de los siglos X-XIII. Gracias de manera especial a los autores por haber confiado en nosotros y permitirnos ser agentes de propagación del conocimiento científico. Edith Soriano de Castro Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) SUMARIO Editorial, por Edith Soriano de Castro .....................................................................1 Sumario ..........................................................................................................................2 Colaboradores ...............................................................................................................3 ARTÍCULOS Contra la práctica tan aplaudida de hacer pasar elementos autoritarios como diferencias culturales de origen autóctono, por Hugo Celso Felipe Mansilla .........................................................................5 Necesidades, bienestar e intervención social del estado: ejes de debate conceptual para el desarrollo de políticas sociales, por Luis Hernán Santarsiero ............................................................................ 23 El pensamiento de la comunidad: un aporte para pensar las relaciones entre sujeto, espacio y ciudad, por Silvia Hernández ......................................................................................... 45 Ética na contemporaneidade: elementos para uma análise, por Nilo Henrique Neves dos Reis ................................................................. 57 Teorías para la construcción del poder temporal: el papado y la iglesia en el occidente europeo (siglos X-XIII), por Carina Ganuza ............................................................................................. 75 Recensión bibliográfica, por Celina Lértora Mendoza ............................... 101 Recensión bibliográfica, por Daniel Plenc ................................................... 105 Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) COLABORADORES Hugo Celso Felipe Mansilla. Licenciado en Ciencias Políticas y Filosofía, Doctor en Filosofía por la Universidad Libre de Berlín. Es miembro de la Real Academia Española desde 1987. Catedrático visitante en universidades de Alemania, Austria, España y Suiza. Ha publicado cerca de 50 libros y más de 300 artículos, dispersos en revistas de más de 20 países. También es autor de algunas obras de ficción, publicadas en Bolivia. Es colaborador permanente del portal político iberoamericano www.e-lecciones.net Luis Hernán Santarsiero. Licenciado en Sociología de la Universidad Nacional de La Plata y Magíster en Sociología y Ciencia política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO - Argentina). Becario Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Actualmente se desempeña como docente e investigador del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdHICS UNLP/CONICET). Miembro del equipo del proyecto “Pobreza y relaciones de género y edad en ámbitos domésticos y extradomésticos. Estudios en el Gran La Plata", radicado en el CIMeCS-IdIHCS (UNLP/CONICET) y el Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación de la UNLP integrado al Programa de Incentivos a la Investigación del Ministerio de Educación de la Nación. Silvia Hernández. Licenciada en Ciencias de la Comunicación (FSOC-UBA). Es becaria de CONICET y maestranda en Estudios Interdisciplinarios del Sujeto y la Subjetividad (FFyL-UBA). Ejerce como docente en Teorías y Prácticas de la Comunicación III (Ciencias de la Comunicación, FSOC-UBA). Forma parte del equipo de investigación UBACyT "Discurso, Política, Sujeto: encuentros entre el marxismo, el psicoanálisis y las teorías de la significación", dirigido por el Prof. Sergio Caletti. Ha publicado artículos en revistas como Andamios (México, en prensa), Question (Argentina), Contratexto (Perú) e Isla Flotante (Chile). Nilo Henrique Neves dos Reis. Profesor adjunto en la Universidade Estadual de Feira de Santana y doctor en Filosofía por la Universidad Católica Pontifícia de San Pablo. Fue miembro del Núcleo de Ética, del Núcleo de Ética en el uso de animales para laboratorio y del Comité de Ética en la inves- Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) 4 Colaboradores tigación con seres humanos. Es el creador de la Revista de Filosofía Ideação y ha publicado diversos trabajos sobre ética y bioética. Carina Ganuza. Profesora de Historia por el Instituto N° 22 de Fray Luis Beltrán. Postítulo en Historia Social. Es maestranda en Integración y Cooperación Internacional por la Universidad Nacional de Rosario. Se ha desempeñado como docente en la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales en la Universidad Adventista del Plata. Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) Contra la práctica tan aplaudida de hacer pasar elementos autoritarios como diferencias culturales de origen autóctono Hugo Celso Felipe Mansilla Resumen El texto es una crítica a las teorías contemporáneas que proclaman la incomparabilidad de los "proyectos civilizatorios" en el Tercer Mundo, puesto que existiría una diversidad tan amplia y tan profunda de culturas, que sería imposible encontrar un "metacriterio" histórico, desde el cual recién se podría juzgar los aspectos positivos y negativos de las mismas. En realidad esto significa pasar por alto los aspectos autoritarios de muchos regímenes socio-culturales. Se analizan ejemplos del espacio islámico y de la región andina de Sudamérica. Palabras clave: autoritarismo – justicia andina – mundo islámico – postmodernismo – relativismo cultural Summary The text is a criticism to the contemporary theories that proclaim the incomparability of “civilizing projects” in the Third World, due to the existence of a wide and deep cultural diversity which would make it impossible to find a historical “meta-criteria”, from which positive and negative aspects could be judged. As a matter of fact, this would imply that many authoritarian aspects of many socio-cultural governments would be omitted. Examples of the Islamic world and Andean regions in South American are analyzed. Key words: authoritarianism – andean justice – islamic world – post-modernism – cultural relativism OBSERVACIONES PRELIMINARES Este texto se inscribe en la tradición de la ensayística política latinoamericana, a la que pertenecieron, desde perspectivas muy diferentes, Domingo F. Sarmiento y Octavio Paz. Esta tradición no está exenta de un factor polémico, que es necesario para poner en evidencia los aspectos negativos que también están contenidos en la memoria histórica de muchas sociedades del Tercer Mundo y en las capas profundas de la identidad colectiva de regímenes populistas y autoritarios reputados como progresistas. Por ello es claro que trataré aquí un tema incómodo con el propósito manifiesto de poner en cuestionamiento algunas corrientes actuales que son relevantes en las ciencias sociales latinoamericanas. No hay duda, y esto quiero enfatizar Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 6 Hugo Celso Felipe Mansilla claramente, de la justicia histórica y del impulso ético y religioso que acompañan y hasta iluminan muchos aportes del multiculturalismo y algunas variantes del relativismo cultural. Lo mismo vale, en el deleznable terreno de la praxis, para numerosos movimientos sociales y políticos que están asociados, así sea indirectamente, con los mencionados principios teóricos. Pero todo el respeto que estas tendencias merecen no puede hacernos pasar por alto los aspectos criticables y poco promisorios que están vinculados con las prácticas cotidianas, con el carácter humano de sus adherentes y con el accionar de sus líderes. Aun los movimientos más democráticos tienden a conformar élites privilegiadas que paulatinamente generan intereses específicos y particulares. Por otra parte, la crónica de estas élites que hablan en nombre de los desposeídos constituye uno de los temas más fascinantes de la historia socio-política, tema al que los pensadores progresistas dedican pocos esfuerzos de esclarecimiento profundo. Basado en experiencias personales en el ámbito islámico y en la región andina de América Latina me permitiré cuestionar dos aspectos que hoy en día son tratados de manera apologética por muchos partidarios y practicantes del multiculturalismo y del relativismo cultural. 1 Me refiero a (1) los estrechos nexos entre religión y política en el mundo musulmán y (2) al renacimiento de la llamada justicia comunitaria en el área andina de Sudamérica. En ambos casos no deberíamos dejar que la simpatía por una causa nos haga dejar de lado las experiencias empíricas que nos muestran una realidad más compleja y, generalmente, más turbia de lo que uno se imagina a primera vista. Como dijo Hannah Arendt, el intento de pasar por alto los elementos desagradables y contra-intuitivos de la realidad nos impide una actitud humanista auténtica y de largo alcance. 2 En las ciencias sociales de nuestros días es usual proclamar la incomparabilidad e inconmensurabilidad de los numerosos "proyectos civilizatorios" en el Tercer Mundo, puesto que existiría una diversidad tan amplia y tan profunda de culturas, que sería imposible encontrar un "metacriterio" histórico, desde el cual recién se podría juzgar las bondades y desventajas de las mismas. Esto suena muy bien en la teoría, como una declaración pluralista, tolerante, moderna y 1 2 Cf. los ensayos que no han perdido vigencia: Charles Taylor, El multiculturalismo y la política del reconocimiento (México: FCE, 1993); Giacomo Marramao, “Paradojas del universalismo”. SOCIEDAD, nº 4 (1994): 25-38; Wolfgang Reinhard (comp.), Die fundamentalistische Revolution. Partikularistische Bewegungen der Gegenwart und ihr Umgang mit der Geschichte [La revolución fundamentalista. Movimientos particularistas del presente y su tratamiento de la historia], (Friburgo: Rombach, 1995). Hannah Arendt, Elemente und Ursprünge totaler Herrschaft [Elementos y orígenes del poder total, 1951], (Munich/Zurich: Piperm, 1986), 719; cf. también: Karl-Heinz Breier, Hannah Arendt zur Einführung [Introducción a Hannah Arendt], (Hamburgo: Junius, 2001), 151. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… respetuosa de la alteridad. Pero en el prosaico campo de la praxis esto significa a menudo ignorar generosamente los aspectos inaceptables e inhumanos de muchos regímenes socio-culturales. Por ello es conveniente mencionar algunos rasgos que contradicen, por lo menos parcialmente, la tesis de la diversidad, incomparabilidad e inconmensurabilidad de las sociedades del Tercer Mundo. Entre estas características se hallan: (a) el aspecto similar que exhiben casi todas las formas de pobreza en Asia, África y América Latina; (b) la semejanza en el deterioro del medio ambiente y la negligencia muy parecida con respecto a cuestiones ecológicas y conservacionistas; (c) la notable analogía constatable en los tres continentes, que puede ser caracterizada como el relativo desinterés por la investigación científica y la desidia en lo referente a un espíritu crítico; y (d) el paralelismo en la tolerancia benevolente con respecto a regímenes autoritarios. Un examen detenido de la vida cotidiana y de las prácticas sociopolíticas en numerosas sociedades del Tercer Mundo nos puede mostrar que existen gradaciones cualitativas en el intento universal de alcanzar un desarrollo razonable para los seres humanos (o una vida bien lograda, como se decía en la Antigüedad clásica). Sería una simplificación inadmisible el declarar que no existe una perspectiva razonable para juzgar los méritos y los deméritos de todos estos modelos civilizatorios, que serían incomparables entre sí y que, por consiguiente, no admitirían juicios de valor en torno a la calidad intrínseca de los mismos. Afirmo esto de manera enfática porque son los propios habitantes del Tercer Mundo, que no conocen las teorías del relativismo cultural, los que implícitamente establecen esa perspectiva general y las jerarquías concomitantes al iniciar procesos migratorios masivos y al expresar claramente preferencias de consumo y distracción, que son las adaptadas del ámbito occidental. LOS NEXOS ENTRE RELIGIÓN Y POLÍTICA EN EL MUNDO ISLÁMICO Para ilustrar esta temática se puede mencionar el siguiente testimonio. A mediados del siglo XIX Gérard de Nerval publicó su crónica del Oriente musulmán, que es un intento literario de comprender lo Otro, lo diametralmente distinto a la cultura occidental. Este esfuerzo no estuvo teñido del propósito de denigrar la civilización islámica o de despreciar la cultura de los países árabes que Nerval visitó, sino que se inspiró en el anhelo de entender lo Otro y dar cuenta de ello Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 7 8 Hugo Celso Felipe Mansilla de forma objetiva e imparcial, en el grado en que la literatura lo puede permitir. Nerval quería hacer justicia a ese mundo tan diferente del propio. El ambiente que describe es deslumbrante y seductor y, al mismo tiempo, monstruoso e inhumano. Es ciertamente lo Otro por excelencia, fascinante y desafiante, lleno de aventuras y curiosidades inesperadas, pero también un ámbito de una pobreza indescriptible, lleno de injusticias y discriminaciones inaceptables, relacionadas sobre todo con las mujeres y los esclavos. 3 Y uno de los factores más detestables, como lo señaló Gérard de Nerval, es la justificación de ese estado de cosas mediante la religión, la tradición y la historia, es decir acudiendo al argumento del carácter único e irreductible de las diferencias identificatorias. Siguiendo al politólogo sirio Bassam Tibi se puede afirmar lo siguiente: muchos aspectos de la vida cotidiana en la mayoría de las sociedades que conforman el ámbito islámico, el tratamiento de las mujeres y de las mino- rías y la configuración de sus instituciones políticas, no son sólo modelos distintos del europeo occidental, sino sistemas de ordenamiento social que denotan un arcaísmo petrificado, un legado autoritario enraizado profundamente y un nivel organizativo que ha quedado sobrepasado por el decurso histórico modernizante. 4 No hay duda, por otra parte, de que los elementos centrales de esa tradición brindan seguridad emocional, un sentido bien fundado de pertenencia colectiva y, por consiguiente, una identidad relativamente sólida. Y por todo ello estos factores son aceptados gustosamente y estimados en alto grado por una porción muy importante de la población en el mundo islámico. 5 En otras áreas del Tercer Mundo se encuentran numerosos fenómenos similares. Constituyen evidentemente piedras angulares de una identidad colectiva que viene de mucho tiempo atrás y que durará todavía por largo tiempo. En muchos casos se trata de una combinación de un arcaísmo autoritario con modelos modernos de administración pública centralizada y con tecnologías muy avanzadas en el campo productivo. 3 4 5 Gérard de Nerval, Voyage en Orient (vol. II) (París: Bibliothèque de la Pléiade/Gallimard, 1956), 94-313, especialmente el capítulo: “Les femmes du Caire”, en: Gérard de Nerval, Oeuvres, texto establecido y anotado por Albert Béguin y Jean Richer,.- Una opinión totalmente distinta en: Gustave Le Bon, La civilización de los árabes [1884] (Buenos Aires: Claridad, 1944), 315-326. Bassam Tibi, Die Krise des modernen Islams. Eine vorindustrielle Kultur im wissenschaftlich-technischen Zeitalter [La crisis del Islam moderno. Una cultura pre-industrial en la era científico-técnica], (Munich: Beck, 1981), 11-19. Cf. Stefan Batzli et al. (comps.), Menschenbilder, Menschenrechte: Islam und Okzident. Kulturen und Konflikte [Visiones del hombre, derechos humanos: Islam y Occidente. Culturas y conflictos] (Zurich: Unionsverlag, 1994); Igor Trutanow, Zwischen Koran und Coca-Cola [Entre el Corán y la CocaCola] (Berlin: Aufbau, 1994). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… Las doctrinas que enaltecen el pasado musulmán y denigran la cultura occidental tienen la función indispensable de brindar seguridad emocional a los individuos desgarrados por el proceso incipiente de la modernidad, que descompone rápidamente los vínculos primarios. Esto explica parcialmente el auge del fundamentalismo islámico. Versiones simplificadas de este credo, con claros elementos arcaizantes, intentan renovar la unidad del ámbito político con el religioso, la identidad de razón y fe, y de esta manera recrear una constelación que habría existido en los primeros tiempos del Islam y garantizado la concordia de los creyentes y la gran expansión geográfica de este modelo civilizatorio. En el caso del Islam, lo decisivo está encarnado por la fusión entre lo político y lo religioso, con la aparente preeminencia de lo último. Esta amalgama, que paradójicamente se reafirmó y endureció frente a la penetración cultural y política europea a partir de la invasión napoleónica de Egipto, es ahora la característica distintiva del mundo islámico: hasta los marxistas más leales a su dogma se proclaman fidelísimos creyentes de la fe musulmana en sus respectivos países. Y el prestigio del que goza este rasgo identificatorio hace todavía impensable la privatización del credo islámico según el modelo europeo o japonés, lo que, según numerosos pensadores, políticos y empresarios, sería la solución para la crisis actual del ámbito islámico. En la constelación contemporánea este camino ─la transformación de un credo religioso en un asunto personal-privado, según el ejemplo protestante─ resulta ser altamente improbable. Como escribió Bassam Tibi, hasta la gente "moderna" en sociedades islámicas, que ha secularizado sus actividades hace mucho tiempo y se ocupa ahora en actividades tecnológicas contemporáneas, cree que actúa estrictamente según el derecho musulmán tradicional, que no admite ninguna separación entre lo religioso y lo mundano. 6 Los esfuerzos intelectuales se reducen entonces a la apología del credo religioso (o de la ideología prevaleciente), pues en una atmósfera semejante, que puede durar siglos, no hay un lugar efectivo para el cuestionamiento de las relaciones de poder, para la crítica del papel de la religión y para la duda acerca de los valores colectivos de orientación, pues todo esto adquiere el color de lo herético y prohibido. En aquel contexto islámico el saber intelectual en ciencias sociales, con algunas loables excepciones, se ha inclinado a la defensa de aquellas tradiciones en las que no hay campo para la libertad de equivocarse. Se puede argüir, evidentemente, que no existe el Islam monolítico, sino una variedad de modelos culturales, derivados del gran legado musulmán, pero muy 6 Bassam Tibi, “Islam and Secularization”. Archiv für rechts - und sozialphilosophie, vol. LXVI nº 2 (1980): 216-221. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 9 10 Hugo Celso Felipe Mansilla distintos y hasta divergentes entre sí. 7 No hay duda de que hay una enorme diferencia entre el Islam tolerante y laxo de Indonesia y el wahhabismo intolerante y muy conservador de Arabia Saudita. Pero también se da un sentimiento muy difundido en el área situada entre Marruecos y Afganistán, sobre todo en los países árabes, que puede ser considerado como el fundamento de una identidad colectiva. Este sentir está conformado por una visión simplificada de las creencias coránicas y por una manifiesta aversión a la civilización occidental, aversión que se muestra como ambivalente. En el Tercer Mundo este tipo de combinación posee un fuerte impulso integrador y creador de identidades colectivas. Es claro que las élites intelectuales y empresariales del ámbito musulmán favorecen generalmente versiones mucho más diferenciadas y refinadas sobre todos los asuntos humanos, incluida la religión. Y, sin embargo, numerosos elementos de esa identidad islámica de indudable arraigo popular significan una deficiencia político-social, una insuficiencia económica traumática y una muestra de irracionalidad global si uno los compara con lo que se ha alcanzado entre tanto en las sociedades modernas. Y uno no puede dejar de compararlos con las normas occidentales por dos razones de bastante peso: (a) las naciones islámicas ─como casi todas en el Tercer Mundo─ están cada vez más inmersas en el universo globalizado contemporáneo, cuyos productos, valores y hasta tonterías van adoptando de modo inexorable; y (b) los propios habitantes de los países musulmanes incesantemente comparan y miden su realidad con aquella del mundo occidental, y ellos mismos compilan inventarios de sus carencias, los que son elaborados mediante la confrontación de lo propio con las ventajas ajenas. En suma: si existiera un esquema evolutivo histórico aceptado generalmente y si la corrección política lo permitiese, podríamos afirmar que las sociedades musulmanas no han alcanzado todavía algunos de los pocos, pero decisivos elementos positivos de la modernidad occidental. El percibir y tomar en cuenta estas jerarquías y gradaciones no implica de ninguna manera aceptar leyes obligatorias de la historia, metas ineludibles del desarrollo o periodos insoslayables de la evolución; tampoco significa creer en la bondad liminar del progreso mate- 7 Cf. Manuel Ruiz Figueroa, Islam: religión y Estado (México: El Colegio de México, 1996), 207 sqq.; y sobre la posibilidad de un Islam crítico y democrático cf. las importantes obras: Mohammed Arkoun, Rethinking Islam: Common Questions, Uncommon Answers Today, (Boulder: Westview, 1994); Naguib Ayubi, El Islam político: teorías, tradiciones y rupturas (Barcelona: Bellaterra, 1991); Rachid Benzine, Les nouveaux penseurs de l'Islam (París: Albin Michel, 2004). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… rial y en las metas normativas a las que presuntamente se encaminaría el despliegue histórico. Y menos aun conlleva la idea de que la democracia actual de masas, practicada en el mundo occidental, representaría la culminación racional del desenvolvimiento institucional. Reconocer que unos modelos de ordenamiento social son más humanos que otros, que unas tradiciones culturales son menos autoritarias que otras y que unas prácticas políticas son más razonables que otras, tiene que ver con un common sense guiado críticamente, con un rechazo a la hipocresía y mediocridad intelectuales que se escudan en la corrección política y con el simple hecho de que una buena parte de los ciudadanos del Tercer Mundo (y especialmente del área islámica) se esfuerzan por superar lo que ellos mismos consideran como un sistema inferior y deficiente de ordenamiento social. El gran teólogo suizo Hans Küng, en una inmensa obra que trata incansablemente de hacer justicia a la cultura, la historia y la teología islámicas, señaló que el estancamiento secular en que está inmerso el mundo musulmán, después de un comienzo brillante, no puede ser explicado adecuadamente mediante el recurso fácil y superficial de atribuir toda la responsabilidad a la superioridad militar de los países europeos, al imperialismo económico de estos últimos o a las maquinaciones de Israel. A más tardar a partir del siglo XII se podría constatar un rechazo al quehacer filosófico, una negación de la autonomía de los saberes científicos y un marcado menosprecio del individuo autónomo. En el ámbito islámico estas actitudes, reforzadas y justificadas por ciertos principios religiosos y determinadas tradiciones socio-históricas conformadas antes de la penetración europea ―es decir, por factores identificatorios de primer rango― habrían imposibilitado la creación innovadora en las ciencias, las técnicas y las artes, dificultado el debate intelectual y político, y restringido el campo del pensamiento y, por ende, de la praxis. El resultado histórico para el mundo islámico sería, según Küng, la imposibilidad de la constitución del individuo autónomo (frente a Dios, a los valores convencionales de comportamiento y a las instituciones sociopolíticas), la poca importancia otorgada a la ciencia y la técnica y, por ende, la improbabilidad de un despliegue histórico similar a lo que aconteció a partir del Renacimiento europeo. 8 Con un cierto temor a generalizaciones indebidas, se puede decir que en las sociedades islámicas ortodoxas, como es actualmente el caso en Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Irán, Sudán y otros países, el Estado posee una dignidad ontológica superior a la del individuo; este último existe sólo en y para 8 Hans Küng, Der Islam. Geschichte, Gegenwart, Zukunft [El Islam. Historia, presente, futuro], (Munich/Zurich: Piper, 2006), 478-483. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 11 12 Hugo Celso Felipe Mansilla la colectividad. Derechos humanos, organizaciones autónomas al margen del Estado omnímodo y mecanismos para controlar y limitar los poderes del gobierno son considerados, por lo tanto, como opuestos al legado coránico y llevan una existencia precaria, como muchas de las instituciones de la democracia moderna en el mundo árabe. 9 El comportamiento adecuado a tales circunstancias es el sometimiento (lo que es el significado literal de "Islam") a las autoridades temporales y espirituales, complementado por un quietismo intelectual relativamente estéril. 10 El desenvolvimiento del individuo en un ámbito eximido de la influencia del Estado y protegido por estatutos legales ha sido casi desconocido en el mundo islámico hasta la introducción parcial de la legislación europea. Por ello es un hecho generalizado que hasta hoy el rol de los derechos humanos y políticos sea marcadamente secundario, que la división de los poderes estatales y el mutuo control de los mismos permanezcan como una ficción, que el régimen de partido único goce de excelente reputación y que la autoridad suprema tienda a ser caudillista, carismática e ilimitada. Todos estos elementos tienden a reforzar un monismo básico: una sola ley, un único modelo de reordenamiento socio-político, una cultura predominante, una estructura social unitaria y, como corolario, una voluntad general encarnada en el gobierno de turno. Este sistema, que confunde aclamación con participación popular y la carencia de opiniones divergentes con una identidad colectiva sólida y bien lograda, corresponde, en el fondo, a un estadio evolutivo probablemente superado por la historia universal. Pero aun sin apelar a teorías evolutivas, se puede llegar a la conclusión de que la civilización islámica destruyó mediante su primera y muy exitosa expansión militar una pluralidad de culturas (la persa, las variantes bizantinas en Asia y África, las comunidades árabes pre-islámicas, las culturas autóctonas del Asia Central y otras), que habían alcanzado importantes logros civilizatorios propios, soluciones originales en la superación de problemas organizativos y una brillantez inusitada en los campos del arte y la literatura. Para algunos de estos ámbitos, la cultura islámica trajo consigo a largo plazo un retorno a modelos socioculturales arcaicos, adoptados, como se sabe, de una sociedad pre-urbana, rodeada del medio hostil y aislante del desierto. Los defensores actuales del particularismo y autoctonismo árabe-islámicos olvidan que estos no son precisamen- 9 10 Sobre el Islam como sometimiento cf. Jean-Claude Barreau, De l'Islam en général et du monde moderne en particulier (París: Le Pré aux Clercs, 1991), passim. Cf. las obras que no han perdido vigencia: Udo Steinbach, “Die Menschenrechte im Verständnis des Islams” [Los derechos humanos en la concepción islámica], VERFASSUNG UND RECHT IN ÜBERSEE (Hamburgo) 8, nº 1 (1975): 49 sqq.; Gustav E. von Grunebaum, Studien zum Kulturbild und Selbstverständnis des Islams [Estudios sobre la visión cultural y la autocomprensión del Islam] (Zürich/Stuttgart: Arthemis, 1969), 248 sqq. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… te la creación auténtica, libre y realmente aborigen de muchos pueblos del Norte de África, del Cercano y Medio Oriente. O dicho de manera más clara: gran parte del modelo cultural árabe-islámico representa una formación social basada en fragmentos anteriores, en una crónica de conquista y sangre y en la preservación de un sistema de poder a menudo despótico. Por lo tanto es difícil discernir cuáles pueden ser los momentos de autenticidad y sus ventajas civilizatorias si este modelo entra en competencia con la modernidad occidental. El resultado global de todo esto es una amalgama de elementos teológicos y profanos, en la que los estratos privilegiados tradicionales mantienen su preeminencia política porque contribuyen decisivamente a consolidar un legado religioso incuestionable. Los individuos, aislados y débiles, con una dignidad ontológica inferior, están enfrentados a un Estado centralizado y poderoso (aunque su funcionamiento sea técnicamente caótico). En el contexto de un Islam convencional-conservador, las personas no pueden hacer valer derechos anteriores y superiores con respecto a la comunidad y al Estado. La justificación del individuo es cumplir sus deberes frente al colectivo social, que, como tal, no puede cometer errores. No es superfluo añadir que esta constelación se repite, con muchas variantes, en otras zonas del Tercer Mundo: los derechos humanos, la separación de los poderes estatales, la representación autónoma de intereses y la participación política de los individuos son fenómenos que ingresaron desde afuera con la penetración de la cultura europea y fueron aceptados, a regañadientes, recién a partir del siglo XX. Aunque las generalizaciones son siempre inexactas, se puede aseverar que para la consciencia islámica tradicional, la democracia liberal, el mercado y comercio libres y el individualismo cultural representan todavía factores cercanos a un detestado y peligroso politeísmo y a una apostasía abominable. La historia del mundo islámico, desde el califato original hasta la república popular de inclinaciones socialistas, ha conocido muchos cambios, pero no ha generado de forma endógena una doctrina de libertades políticas y derechos individuales. 11 Hasta hoy es muy difundida la concepción de que una democracia genuina significa una gran cohesión social y una elevada capacidad de movilización política en pro de objetivos que las élites determinan sin consultar a las masas. Pero considerada desde una óptica personal, la configuración político-institucional del ámbito islámico significa la realización de un consenso compulsivo y no el respeto a un disenso creador. Partidos y movi11 Para conocer versiones diferentes de esta problemática cf. la importante obra de Abdolkarim Soroush, Reason, Freedom, and Democracy in Islam (Oxford: Oxford U. P., 2000) (que tematiza los elementos racionales y democráticos del Islam a lo largo de su historia); y el compendio (sin juicios valorativos) de Heinz Halm, Die Araber. Von der vorislamischen Zeit bis zur Gegenwart [Los árabes. Desde los tiempos pre-islámicos hasta el presente] (Munich: Beck, 2006). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 13 14 Hugo Celso Felipe Mansilla mientos izquierdistas no han modificado (y no han querido modificar) esta constelación básica. En última instancia, la apelación a la soberanía popular es sólo una cortina exitosa que encubre los saberes y las prácticas tradicionales de estratos privilegiados muy reducidos. En varios modelos civilizatorios de cuño autoritario los elementos más nobles del legado occidental ―el respeto al individuo (y al individualismo), la moral universalista, las instituciones democráticas― son percibidos como algo foráneo y amenazador o, en el mejor de los casos, como una moda innecesaria y pasajera. El "proceso de democratización" es visto en esa línea como una alteración de lo propio causada por una intervención de los países occidentales, 12 lo que es reforzado en el ámbito musulmán por ideologías fundamentalistas, que, aunque difieran considerablemente entre sí, tienen en común el menosprecio cultural del adversario. En muchos países estas doctrinas radicales sirven para consolidar una identidad social devenida precaria y para compensar las carencias de estas sociedades (y de sus élites dirigentes) mediante el recurso de postular la supremacía propia en las esferas religiosa y cultural. En estas "culturas a la defensiva" dentro de la modernidad, como las calificó Bassam Tibi,13 extensos grupos de afectados por el proceso de modernización tratan de "reconquistar su identidad", 14 es decir: su dignidad, su visión del mundo y su presunta valía históricopolítica, mediante un renacimiento de la propia tradición religiosa, que en la era de la ciencia y la tecnología sólo puede funcionar tomando prestadas grandes porciones de la modernidad occidental, sin que tenga lugar, empero, una discusión amplia y crítica, relevante en términos sociales y políticos, en torno al propio legado cultural. 15 Cuando todos los campos de la vida social se integran ―a veces forzadamente― en un contexto religioso o cuando la política es exaltada al rango de una fe, se da el peligro de un sistema autoritario que permea todas las esferas de la existencia. Las formas extremas de violencia que conoció el siglo XX fueron posibilitadas por la fascinación que ejercieron algunas ideologías políticas que despertaron esperanzas mesiánicas y utópicas sin límites. Las "religiones políticas mo- 12 13 14 15 Gilles Kepel, Die neuen Kreuzzüge. Die arabische Welt und die Zukunft des Westens [Las nuevas cruzadas. El mundo árabe y el futuro de Occidente] (Munich: Piper, 2005), 356. Tibi, Die Krise des modernen Islams. Eine vorindustrielle Kultur im wissenschaftlich-technischen Zeitalter, 11-32. Anouar Abdel-Malek, La dialectique sociale (París: Seuil, 1972), 69. Bassam Tibi, Die neue Weltunordnung. Westliche Dominanz und islamischer Fundamentalismus [El nuevo desorden mundial. La dominación occidental y el fundamentalismo islámico] (Munich: Econ, 2001), 100. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… dernas" (como el fascismo y el comunismo) crearon un horizonte de expectativas ―simulando, además, un gran potencial de desarrollo histórico y cultural― donde se fundía una creencia irracional con la exclusión de toda actitud crítica, la predisposición a obedecer a la autoridad fortuita del momento y la adoración de la tecnología contemporánea. 16 No hay que excluir este peligro de la evolución del Tercer Mundo. EL CASO DE LA JUSTICIA COMUNITARIA EN LA REGIÓN ANDINA Un ejemplo de autoritarismo práctico disfrazado de diferencia cultural se da en América Latina. Especialmente en la región andina y particularmente en Ecuador y Bolivia se expande desde fines del siglo XX la concepción de una justicia indígena, comunitaria, expedita y no burocrática, que estaría más "cercana al pueblo" y que sería más equitativa y legítima que la enrevesada "justicia occidental". 17 Para las teorías del relativismo axiológico y del multiculturalismo convencional ―como afirma el jurista boliviano Edwin Cocarico― no existe un "metacriterio" por encima de todos los sistemas judiciales que permitiese establecer una gradación o jerarquía de los mismos y menos aun emitir un dictamen valorativo sobre ellos. Todos los modelos de jurisprudencia serían equivalentes entre sí y deberían ser calificados y, si es necesario, criticados sólo por sus usuarios y víctimas. La justicia occidental sería superflua en la región andina, pues carecería de "legitimidad para la cosmovisión indígena". 18 De este modo los habitantes de los Andes, por ejemplo, tendrían todo el derecho para suponer que su justicia indígena comunitaria es superior a las prácticas judiciales tomadas de la tradición occidental y que debería ser utilizada preferentemente a los sistemas actuales de jurisprudencia. 19 16 17 18 19 Sobre la temática de las religiones políticas modernas cf. Hans Maier, Das Doppelgesicht des Religiösen. Religion ─ Gewalt ─ Politik [El rostro doble de lo religioso. Religión ─ violencia ─ política] (Friburgo etc.: Herder, 2004); Hans Maier (comp.), Wege in die Gewalt. Die modernen politischen Religionen [Sendas a la violencia. Las religiones políticas modernas] (Frankfurt: Fischer, 2002). Cf. Ramiro Orías Arredondo, “Agenda de justicia para la reforma constitucional: algunos elementos de discusión”. Opiniones y Analisis nº 81 (2006): 11-51, especialmente 36-39. Edwin Cocarico Lucas, “El etnocentrismo político-jurídico y el Estado multinacional: nuevos desafíos para la democracia en Bolivia”. America Latina hoy. Revista de Ciencias Sociales nº 43 (2006), 140. Sobre esta temática para el caso boliviano cf. Lorena Ossio y Silvina Ramírez, Justicia comunitaria: propuesta normativa para el reconocimiento de la justicia comunitaria (La Paz: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 1998); para el caso ecuatoriano cf. Jaime Vintimillo Saldaña et al., Derecho indígena, conflicto y justicia comunitaria en comunidades kichwas del Ecuador (Lima: Instituto de Defensa Legal/INWENT, 2007); Martha Rojas Álvarez, La garantía del debido proceso y la justicia comunitaria desde una perspectiva constitucional (Quito: s. e., 2009). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 15 16 Hugo Celso Felipe Mansilla Esta doctrina merece ser analizada más detalladamente a la vista de los problemas surgidos en la realidad cotidiana donde aun funcionan estos modelos, como en las zonas rurales andinas y allí donde su revitalización ha sido designada como prioridad de nuevas políticas (por ejemplo en Ecuador y Bolivia a partir de 2006). Mediante las explicaciones de sus propugnadores 20 y en base a la experiencia cotidiana se puede afirmar lo siguiente: los sistemas comunitarios de justicia corresponden a órdenes sociales relativamente simples, típicos de un ámbito preurbano e históricamente estático, para los cuales es extraña la división y separación de poderes del mundo occidental. No conocen diferencias entre derecho civil, penal, mercantil, contencioso-administrativo, etc., y consideran que estas distinciones son negativas en cuanto fuentes de iniquidad, enmarañamiento y trampas legales. No contemplan ninguna posibilidad de apelar a instancias superiores y presuponen, por consiguiente, la absoluta corrección y verdad de la primera y única sentencia judicial. Las autoridades comunitarias (rurales) pre-existentes son simultáneamente policías, fiscales, defensores y jueces. Estos sistemas de justicia no conocen organismos especializados ni personal formado profesionalmente para administrar justicia. Generalmente es la autoridad preconstituida o la asamblea de la localidad campesina la que oficia de tribunal. No existe una estructura normativa mínima (un protocolo) para el inicio, el despliegue y la conclusión de un "juicio". Los acusados no disponen de una defensa (abogado) que conozca los códigos informales que, por más rudimentarios que sean, determinan el comportamiento de los habitantes ―y por lo tanto de los jueces― de esas comunidades; esta protección es indispensable para el acusado, pues hasta en la sociedad más transparente y justa se cometen abusos e irregularidades. La praxis diaria de la justicia comunitaria en el ámbito andino sugiere que los "procesos" están librados a los ánimos del momento y a la efervescencia popular de la asamblea local que actúa como tribunal, a los raptos de emoción que en general son manipulados hábilmente por los caciques y caudillos locales de turno. Es evidente que todas estas carencias "formales" afectan los derechos de los acusados. Esta doctrina favorable a la justicia comunitaria hace pasar un desarrollo incipiente (y deficiente, si se lo mide en comparación a sociedades más complejas y desarrolladas), como si fuera la última palabra de la evolución de los modelos de administrar justicia y la manifestación de un concepto de justicia y equidad que no sólo es considerado como distinto de la visión occidental, sino como una versión más veraz y adelantada de una justicia espontánea, no burocratizada y no corrom20 Valentín Ticona [Viceministro de Justicia Comunitaria de Bolivia], "El delito se resuelve y se castiga en una asamblea indígena", La Prensa, 5 de enero de 2007, 6a. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… pida por las detestables prácticas legales de la cultura europea. Según un destacado jurista, los latigazos, los trabajos comunales obligatorios, "la expulsión de la comunidad o excepcionalmente la pena de muerte" tienen una finalidad "esencialmente resocializadora".21 El principio doctrinario que subyace a este modelo de jurisprudencia es estrictamente colectivista y anti-individualista. No existen culpables individuales, pues "todos somos culpables", como señala la propaganda oficial del Ministerio de Justicia en Bolivia. Se diluye así toda responsabilidad individual en la comisión de delitos, y de ahí se deriva la poca utilidad de un sistema racional de jurisprudencia. Esta justicia constituye, en realidad, un procedimiento para disciplinar a los habitantes de la comunidad e igualar sus comportamientos según un molde no escrito, nunca explicitado claramente, pero que induce a pautas normativas colectivistas que no son puestas en cuestionamiento (lo que ya representaría un acto individual de rebelión). En las sentencias prácticas se privilegia el castigo colectivo, por ejemplo contra la familia o el clan del culpable, que tiene que tomar a su cargo una parte importante de la culpa y del resarcimiento de daños. El resultado práctico es un retorno a formas prerracionales de justicia. La expulsión de la comunidad es vista como el castigo más duro, porque esta separación, temporal o definitiva, significa la muerte moral para el culpable. No se contempla un sistema de detención o de prisión. Las penas dictadas son generalmente castigos físicos inmediatos (latigazos, picota, cepo) y el resarcimiento material del daño. Los castigos corporales consuetudinarios son percibidos como una modalidad más humana y más progresista que las penas de prisión. Se asevera que el encierro "occidental" representa también un castigo tanto físico como psicológico, más grave que los latigazos, pues bloquea "el horizonte de visibilidad del condenado". 22 La lesividad con respecto a los castigados sería mucho mayor en la justicia occidental. Las labores comunales obligatorias (una de las formas usuales de castigo) podrían ser percibidas desde la óptica occidental como trabajos forzados, pero, como el condenado no es privado de su libertad, constituirían un modelo muy avanzado de resarcimiento de daños. 23 No se contempla una investigación objetiva y pericial de los delitos imputados ni se investigan las pruebas. En lugar de la investigación pericial de los antecedentes, la justicia comunitaria recurre a menudo a los oráculos y a rituales religiosos y mágicos para averiguar la "verdad" 21 22 23 Edwin Cocarico Lucas, “El etnocentrismo político-jurídico y el Estado multinacional: nuevos desafíos para la democracia en Bolivia”, 145. Edwin Cocarico Lucas, “El etnocentrismo político-jurídico y el Estado multinacional: nuevos desafíos para la democracia en Bolivia”, 139. Ibíd., 140. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 17 18 Hugo Celso Felipe Mansilla de cada caso. Estos procedimientos se parecen a las pruebas de valor y a las ordalías de la Edad Media. La palabra del acusador está contra la palabra del acusado. Se presume que los miembros de las comunidades rurales y campesinas no mienten y que, por ello, la búsqueda de la verdad es algo muy simple y rápido. 24 Todas las comunidades campesinas y rurales en la región andina se hallan desde hace ya mucho tiempo sometidas a procesos de aculturación, mestizaje y modernización, lo que ha conllevado la descomposición de su cosmovisión original y de sus valores ancestrales de orientación; la justicia comunitaria no está al margen de esta evolución. Cada vez es mayor el número de indígenas que acuden directamente a la "justicia occidental" (la regular del Estado respectivo) o que mediante esta última tratan de modificar fallos adversos de la justicia comunitaria. Este parece ser el desarrollo histórico "normal" cuando una sociedad gana en complejidad. En numerosos casos, cuando no en la mayoría, la "sentencia" se limita a reconocer una posición intermedia entre la versión del acusado y la del acusador, como si esto fuera el descubrimiento de la verdad factual, lo que favorece claramente la actuación de los astutos, ya que éstos, sólo con formular la acusación, tienen ganada la mitad de la partida. En caso de violación, por ejemplo, existe el notable consuelo de que el violador es obligado a casarse con la víctima. Simultáneamente se evita algo "inhumano" como la prisión, así que el asesino confeso y convicto es obligado únicamente a resarcir el daño a la familia del asesinado (y sólo en el modesto marco de sus posibilidades financieras). Todo esto no puede ser considerado como un paradigma de justicia diferente y valioso en sí mismo, una alternativa válida a la corrupta y retorcida justicia occidental. Se trata, en el fondo, de modelos subcomplejos de administrar una justicia elemental. En sentido estricto, la justicia comunitaria resulta ser un mecanismo convencional y rutinario de disciplinamiento social. CONCLUSIONES PROVISORIAS Es pertinente vincular esta temática cultural con algunas de sus consecuencias práctico-políticas. Lo que hoy, a comienzos del siglo XXI, llama la atención en el área andina es la intensificación del carácter conservador de los gobiernos neopopulistas y de los grupos que los apoyan. Conservador en sentido de rutinario y con24 Un distinguido académico afirmó: "Si el acusado miente, según las costumbres, sufrirá la ira de los símbolos de su religiosidad y espiritualidad. Si el infractor miente, sufrirá una descarga eléctrica o la sal le quemará los pies" (Cocarico, “El etnocentrismo político-jurídico y el Estado multinacional: nuevos desafíos para la democracia en Bolivia”, 145). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… vencional y también autoritario, paternalista y prebendalista. Es obvio que esta constelación no fue creada por los regímenes actuales, pero sí legitimada y exacerbada. Para ello no se necesita mucho esfuerzo creativo intelectual, sino la utilización adecuada y metódica de la astucia cotidiana. El accionar de los gobiernos neopopulistas ha sido facilitado por una mentalidad colectiva que, en líneas generales, tiende a la reproducción de comportamientos anteriores, muchos de ellos de carácter verticalista. Por ello se explica la facilidad con que se imponen el voto consigna, el caudillismo personal del Gran Hermano y la intolerancia hacia los que piensan de manera diferente. Hay que señalar que esta atmósfera general de autoritarismo práctico es fomentada también por la carencia de una consciencia crítica de peso social, por el nivel educativo muy modesto de la población y por la existencia de un sistema universitario consagrado a un saber memorístico y convencional, muy lejano de la investigación científica. Aquí se puede cambiar el nombre del país mediante un decreto supremo sin que se presente ninguna oposición seria y sin que los sectores intelectuales articulen ninguna protesta de relevancia social. Es también una tendencia a la desinstitucionalización de las actividades estatales y administrativas. No es casualidad que de modo paralelo se promueva la economía informal, aunque sectores importantes de la misma se encuentran cerca de lo ilegal-delictivo y no fomentan una modernización racional de la economía andina. La desinstitucionalización afianza paradójicamente el poder y el uso discrecional del aparato estatal por parte de la jefatura neopopulista. Este acrecentamiento del poder de los arriba (con su correlato inexorable: la irresponsabilidad) sólo ha sido históricamente posible a causa de la ignorancia, la credulidad y la ingenuidad de los de abajo. Los últimos años en Ecuador, Bolivia y Venezuela han visto la intensificación de fenómenos de vieja data, fenómenos que ahora adquieren el barniz de lo progresista y adecuado al tiempo. Como corolario se puede afirmar que este proceso significa en realidad la supremacía de las habilidades tácticas sobre la reflexión intelectual creadora, la victoria de la maniobra tradicional por encima de las concepciones de largo aliento y el triunfo de la astucia sobre la inteligencia. No debemos aceptar, por todo esto, los teoremas doctrinales tan expandidos hoy en el Tercer Mundo y legitimados por el relativismo axiológico, que partiendo de la diversidad de culturas y de la presunta incomparabilidad de las mismas, declaran como imposible (desde el punto de vista teórico) e "imperialista" (desde la perspectiva política) la vigencia de los derechos humanos universales. Amparándose en concepciones similares, algunos autores, cada vez más influyentes en el área andina, ponen en duda la necesidad de introducir y consolidar la moderna democracia pluralista y representativa, pues sería un fenómeno "foráneo", propio de la civilización occidental. Las culturas andinas autóctonas habrían creado sus propias formas de democracia directa y participativa, sin necesidad de un proceso Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 19 20 Hugo Celso Felipe Mansilla de institucionalización. 25 De ahí hay un paso a rechazar toda mención del autoritarismo inmerso en las tradiciones políticas del mundo andino y a postular la tesis de que los elementos centrales de la vida democrática contemporánea (el sentido de responsabilidad, el concepto de libertad, los derechos básicos, la tolerancia entre grupos plurales) deben ser vistos y comprendidos desde otra óptica, que supera el marco institucional y que presuntamente se "abre" a otras vivencias más profundas y directamente corporales, como la discriminación, la desigualdad y la pobreza. La popular alusión a la discriminación, la desigualdad y la pobreza ―cuya existencia está por encima de toda duda― sirve hábilmente para exculpar y expurgar a la cultura andina de factores antidemocráticos y para dejar de lado hábilmente la problemática del autoritarismo cotidiano. En dilatadas porciones del Tercer Mundo, el ámbito de la cultura occidental es pintado como una civilización decadente, superficial, materialista, sin raíces y sin sueños, que habría destruido, por ejemplo, el vigor y la unidad espirituales de Oriente. Esta corriente reconoce los avances científico-técnicos de los países occidentales, pero critica la falta de una gran visión histórica y religiosa, que vaya más allá de los afanes cotidianos. Este desdén por la democracia contiene elementos premodernos y hasta pre-urbanos. La democracia en cuanto sistema competitivo, en el cual los partidos luchan abiertamente por el poder y donde la resolución de conflictos se produce mediante negociaciones y compromisos, es percibida por sus detractores como un orden social débil y sin substancia, antiheroico, mediocre y corrupto. En la consciencia anti-occidentalista la democracia moderna es vista como el ámbito de los comerciantes y los mercaderes, donde faltan los grandes designios y los propósitos sublimes. 26 Estas ideas anti-occidentalistas poseen también una amplia y distinguida tradición en Europa, donde autores ilustres como Friedrich Nietzsche, F. M. Dostoevskij y Georg Lukács denunciaron el carácter mezquino y decadente de la democracia mercantil. 27 Es indispensable mencionar que la democracia occidental no estaba (y no está) exenta de numerosos aspectos mezquinos y decadentes ―y aun otros más graves―, que, a su modo, criticaron 25 26 27 Cf. un testimonio de esta corriente en el ámbito boliviano: Rafael Bautista S., Octubre: el lado oscuro de la luna. Elementos para diagnosticar una situación histórico-existencial: una nación al borde de otro alumbramiento (La Paz: Tercera Piel, 2006). Sobre el occidentalismo como ideología compensatoria cf. Ian Buruma/Avishai Margalit, Okzidentalismus. Der Westen in den Augen seiner Feinde [Occidentalismo. El Oeste en los ojos de sus enemigos] (Munich: Hanser, 2005), 10, 13, 16, 60 sq. Cf. también: Bertrand Badie, L'état importé: l'occidentalisation de l'ordre politique (París: Fayard, 1994). François Furet, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX (México: FCE, 1995), 142. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 Contra la práctica tan aplaudida… Nietzsche y Dostoevskij, aportes que pertenecen a lo más noble del legado europeo, y sin los cuales la cultura actual sería mucho más pobre. Finalmente hay que subrayar lo siguiente. La crítica de la modernidad se da sólo después de un encuentro traumático con el ámbito de la civilización occidental. 28 En el fondo se trata de una posición ambivalente con respecto al mundo europeo: la ambigüedad es, como se sabe, una de las causas más poderosas para sentirse mal consigo mismo y para elaborar ideologías compensatorias respecto de una carencia. Las mismas personas que admiran los logros de Occidente en lo económico, técnico y militar, desprecian sus instituciones políticas, sus prácticas democráticas y su filosofía racionalista. La supremacía que precisamente estos factores han otorgado a la civilización occidental han vulnerado el orgullo colectivo de los musulmanes y también de una porción de los habitantes andinos: muchos de ellos suponen que las maquinaciones occidentales han socavado su antigua gloria y que aquellas son responsables por el rol marginal que la civilización islámica y la cultura andina juegan ahora en el mundo globalizado. Esta autopercepción es la base para el radicalismo de algunas corrientes del fundamentalismo islamista. Es un sentimiento de impotencia, inseguridad y humillación, unido a un desmembramiento psíquico (admiración y repulsión simultáneamente) y a una ausencia de normativas claras en un mundo sometido de todas maneras a un proceso acelerado de cambio y modernización. El resultado final puede ser descrito como un conflicto de identidad difícil de resolver por la vía pacífica, lo que favorece la predisposición a actitudes violentas y autoritarias.29 Hugo Celso Felipe Mansilla Dirección: Casilla 2049 La Paz - Bolivia E-mail: hcf_mansilla@yahoo.com Recibido: 21 de marzo de 2011 Aceptado: 28 de julio de 2011 28 29 Tesis de Samuel Kodjo, Probleme der Akkulturation in Afrika [Problemas de aculturación en África] (Meisenheim: Hain, 1973). Un entendimiento posterior es difícil porque no fue un encuentro de culturas más o menos equivalentes, sino un choque asimétrico de modelos civilizatorios divergentes. Cf. el brillante ensayo de Hamed Abdel-Samad, “Radikalisierung in der Fremde? Muslime in Deutschland” [Radicalización en el extranjero? Musulmanes en Alemania], en: Peter Waldmann (comp.), Determinanten des Terrorismus [Determinantes del terrorismo] (Weilerswist: Velbrück 2004), 189-240, especialmente pp. 217, 226-228. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 5-21 21 Novedad editorial Fe, razón y la historia de la Tierra Autor: Leonard Brand Sobre la obra Fe, razón y la historia de la Tierra presenta el argumento de Leonard Brand para un pensamiento constructivo sobre los orígenes y la historia de la tierra en el contexto bíblico, mostrando a los lectores cómo analizar los datos científicos disponibles y abordar los problemas no resueltos. En esta paciente explicación de la misión de la ciencia, el autor modela su convicción de que “por sobre todo, es esencial que nos tratemos unos a otros con respeto, aún cuando se difiera en cuestiones fundamentales”. La edición original de esta obra (1997) fue uno de los primeros libros sobre esta temática escrito desde la perspectiva de un experimentado investigador científico. Gracias a su carrera como biólogo, paleontólogo y profesor, Brand trae a este muy bien ilustrado libro una rica variedad de ejemplos científicos prácticos. Esta presentación bien pensada y rigurosa convierte a esta obra maestra de Brand en un recurso muy provechoso tanto como un texto básico universitario como un tratado fácilmente accesible para el público en general de un nivel básico de educación. ¿Pueden los creacionistas ser buenos científicos? ISBN: 978-987-1378-19-7 *Ventas online: www.uap.edu.ar (Publicaciones) Ca Pro 54 Te Fa ww Necesidades, bienestar e intervención social del estado: ejes de debate conceptual para el desarrollo de políticas sociales Luis Hernán Santarsiero Resumen La preocupación por proporcionar a la intervención social de herramientas teóricas que puedan ser capaces de “viajar” transculturalmente para ser aplicadas en diferentes contextos socioeconómicos y culturales, es decir, el hecho de poder pensar a las necesidades en tanto categorías de investigación e intervención 1 es uno de los problemas teóricos más suscitados en el campo de la intervención social. Comenzaremos por recorrer algunas de las perspectivas que consideramos señeras de nuestro tema a abordar. Luego, abordaremos la relación entre las obligaciones del Estado, las necesidades y los derechos sociales para finalmente, indicar algunas conceptualizaciones que refieren a los mecanismos específicos en que se sitúan los conceptos de necesidades y bienestar en nuestra región. Creemos que frente al reconocimiento de necesidades, y de la falta de bienes y servicios para su satisfacción, las políticas sociales a implementar deben dar cuenta sí o sí de los compromisos éticos y morales que se traducen en obligaciones sociales del Estado. Estas instancias de intervención política deben partir de dos recursos: el conocimiento técnico sobre las necesidades y el conocimiento que los actores sociales tienen de sus necesidades sentidas. Palabras clave: intervención social – necesidades – bienestar – satisfactores – Latinoamérica Summary The concern to provide social intervention with theoretical tools capable of “traveling” transculturally to be applied in different social, economic and cultural contexts, that is the fact of being able to think about the needs in the categories of research and intervention, is one of the most frequent theoretical problems in the field of social intervention. We will start by presenting some of what we consider outstanding perspectives of the topic we will address. Afterwards, we will address the relation between the obligations of the government and social needs and rights to finally indicate some conceptualizations referring to the specific mechanisms in which the concepts of needs and wellbeing are located in our region. We believe that in face of the acknowledgement of needs and the lack of goods and services to satisfy said needs, social policies to be implemented must render an account of the ethical and moral commitments which translate into social obligations of the government. These instances of political intervention must come from two resources: technical knowledge about needs and the knowledge about the perceived needs of social actors. Key words: social intervention – needs – wellbeing – satisfiers – Latin America 1 Mario Heler, Lógicas de las necesidades. La categoría de “necesidades” en las investigaciones e intervenciones sociales (Buenos Aires: Espacio editorial, 2009). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 24 Luis Hernán Santarsiero INTRODUCCIÓN La revisión teórica y conceptual de perspectivas ético-políticas y filosóficas para la comprensión de las necesidades sociales y el bienestar provenientes de diversas disciplinas ha sido y es abordada frecuentemente en el ámbito de la intervención social para el desarrollo de políticas específicas. De ella provienen distintos marcos de interés ético político abrevando frecuentemente en distintas disciplinas como la filosofía social, las teorías del desarrollo, la sociología y la economía política. De esta manera, la preocupación por proporcionar a la intervención social de herramientas teóricas que puedan ser capaces de “viajar” transculturalmente para ser aplicadas en diferentes contextos socioeconómicos y culturales, es decir, de poder pensar a las necesidades en tanto categorías de investigación e intervención 2 es uno de los problemas que agrupa la reflexión teórica de los autores que presentaremos, centrándonos en las dimensiones y factores que son relevantes para entender las necesidades sociales, consideradas como principios universales, que pasan a constituirse en el basamento teórico y metodológico de las distintas intervenciones políticas situadas históricamente. Comenzaremos entonces por recorrer algunas de las perspectivas que consideramos señeras de nuestro tema a abordar sobre las necesidades humanas como concepto o categoría de reflexión y de acción. Luego, abordaremos la relación entre las obligaciones del Estado, las necesidades y los derechos sociales formando parte de aquello que arquetípicamente se denominó “Estado de bienestar” de posguerra, a fin de circunstanciar el debate en un ángulo de interés histórico. Finalmente, se indicarán algunas conceptualizaciones que refieren a los mecanismos específicos en que se sitúan los conceptos de necesidades y bienestar en nuestra región para producir y distribuir satisfactores. 1. NECESIDADES Autores como Ian Gough, Len Doyal o Amartya Sen y Manfred Max Neef han planteado el problema de las necesidades dentro de una problemática más amplia que une, por una parte, los requerimientos del sistema capitalista como forma económica predominante y la forma en que éste resuelve directa o indirectamente la distribución y creación de bienes y servicios que puedan ser transformados en satisfactores de necesidades. En palabras de Gough, la tensión quedaría 2 Heler, Lógicas de las necesidades. La categoría de “necesidades” en las investigaciones e intervenciones sociales. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… establecida alrededor de lo que él y Doyal llaman “requerimientos del capital frente a los requerimientos de las personas”. 3 Estos requerimientos de las personas están enmarcados en un determinado régimen de acumulación económica que en nuestro caso será el capitalismo como sistema ordenador de la economía. Los autores que presentaremos a continuación incluyen en todos los casos un planteo integrado de las relaciones entre la economía y el desarrollo, en torno a la satisfacción de necesidades sociales. La perspectiva de Amartya Sen: Desarrollo, capacidades y funcionamientos Amartya Sen desarrolla una articulación de conceptos tendientes a relacionar los problemas del desarrollo, el bienestar y la pobreza tomando en consideración la agencia y los logros de los actores dentro de los esquemas sociales en los que se desenvuelven. Krmpotic indica que en la obra del autor: Si bien el concepto de necesidad no aparece como una preocupación principal, sí lo son, temas como la pobreza y la desigualdad en los desafíos que plantean en términos tanto teóricos como metodológicos. […] el autor da paso a la exploración de una forma concreta de aproximarse al problema, concentrándose en la capacidad de lograr aquellos funcionamientos valiosos que componen nuestra vida, y de conseguir la libertad de fomentar los fines que valoramos. 4 Sen parte de dos focos conceptuales que refieren a capacidades y funcionamientos de las personas para el manejo de activos individuales valorados socialmente. Las capacidades son recursos y habilidades que, dentro de un contexto social objetivo, se le imputan a una persona para poder desarrollar o alcanzar estados valiosos. Sen afirma que el primer concepto que acuñó para describir capacidades es el de funcionamientos. La relación que guardan estos dos conceptos clave es importante para entender los desarrollos posteriores del autor sobre pobreza y privaciones desde una visión que toma en cuenta la perspectiva de los actores sobre su propio bienestar. “Se afirma que los funcionamientos hacen el ser de una persona, y que la evaluación de su bienestar debe tomar la valoración de estos elementos constitutivos”. 5 3 4 5 Ian Gough, Capital global, necesidades básicas y políticas sociales (Buenos Aires: Miño y Dávila/ CIEPP, 2003). Claudia Krmpotic, El concepto de necesidad y políticas de bienestar (Buenos Aires: Espacio Editorial, 2000), 76. Amartya Sen y Mirta Nussbaun, La calidad de vida (México: Fondo de Cultura Económica, 1996), 62. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 25 26 Luis Hernán Santarsiero Cuando Sen habla de funcionamientos, se refiere a estos como un conjunto de elementos que, combinados, operan como los objetivos de las capacidades. Los funcionamientos representan partes del estado de una persona: en particular, las cosas que logra hacer o ser al vivir. La capacidad de una persona refleja combinaciones alternativas de los funcionamientos que ésta puede lograr, entre las cuales puede elegir una colección. El enfoque se basa en una visión de la vida en tanto combinación de varios quehaceres y seres, en los que la calidad de vida debe evaluarse en términos de la capacidad para lograr funcionamientos valiosos. 6 Es importante destacar aquí, que el autor no desestima que dentro de los funcionamientos que pueda llegar a lograr una persona existan instancias sociales y externas que influyan en la elección y logro de bienestar. Es por eso que Sen considera que estos funcionamientos, las privaciones y la ausencia de libertad para el logro del bienestar se estructuran y adecuan socialmente en diferentes contextos. Las situaciones de privación y pobreza, que en este esquema se relacionan con las capacidades básicas se deben evaluar como situaciones relativas a variaciones paramétricas en función de ingresos y de capacidades que se complementan: La conversión del ingreso en capacidades básicas puede variar mucho entre individuos y también entre distintas sociedades, de modo que la posibilidad de alcanzar niveles mínimamente aceptables de las capacidades básicas puede estar asociada con diferentes niveles de ingresos mínimamente adecuados. 7 De esta manera, el autor intenta equilibrar su visión de la pobreza en relación a capacidades y la tradicional medición de la pobreza por ingreso, que, si tiene en cuenta la adecuación de distintos parámetros en el estándar de vida de una persona que sumando sus determinaciones socioeconómicas externas puede ser considerada también de utilidad. 6 7 Sen y Nussbaun, La calidad de vida., 55, 56. Ibíd., 68. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… Ian Gough, precondiciones para la satisfacción de necesidades Desde una perspectiva emparentada a la de Sen, para este autor, las necesidades humanas están enmarcadas en un determinado régimen de acumulación económica y por ello deben ser comprendidas dentro del capitalismo como sistema ordenador de la economía. En su decurso, el capital tiene un único requerimiento, la generación de ganancias, mientras que las personas requieren de un sinnúmero de satisfactores según se trate de su cultura, su historia y su sociedad. 8 Las necesidades humanas remiten todas a estos dos elementos puesto que se evalúa la satisfacción de las mismas teniendo en cuenta el aporte que hace cada satisfactor a dichos elementos. Ambas precondiciones, a su vez, conforman el momento universal del problema para el autor de la satisfacción de las necesidades y este momento debe ser tenido en cuenta siempre a la hora de crear satisfactores y en la forma de distribuirlos. Para comprender mejor cómo operan las políticas sociales en la coordinación, producción y distribución de satisfactores en el marco de la atención a las necesidades básicas, Gough y Doyal parten de una pregunta de carácter conceptual ¿Cómo se definen dentro de una sociedad, de acuerdo con el contexto histórico y cultural que le es propio, necesidades humanas que son por esta misma razón universales? 9 En este sentido, han intentado responder a las críticas referidas al aspecto universal de las necesidades y a la posterior intervención política para su satisfacción, desde una visión capaz de escapar de los dogmatismos del tipo paternalista y a la vez de los particularismos culturales, raciales o de género que piden un reconocimiento especial de necesidades vinculadas con el sujetamiento dentro de sociedades hegemónicas pero que por su condición misma también quedan en definitiva bajo ciertos reduccionismos. Para la teoría de las necesidades que seguimos en este trabajo (Doyal y Gough) existe otro componente central en la elaboración de políticas sociales. Las necesidades tienen, por una parte, un componente universal relacionado con la autonomía y la salud física de las personas, pero la forma en que se resuelve su satisfacción se estipula de acuerdo a los momentos históricos y culturales propios de cada sociedad. Para los autores citados anteriormente, cada satisfactor contiene un 8 9 Len Doyal e Ian Gough, Una teoría de las necesidades humanas (Barcelona: ICARIA, 1994). Ibíd. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 27 28 Luis Hernán Santarsiero componente relacionado con las precondiciones de salud y autonomía. Se trataría entonces de las “características universales de los satisfactores” que permiten entender a estos en términos de necesidades intermedias. 10 De esta forma vemos que independientemente de la sociedad de que se trate, las necesidades humanas y la satisfacción de las mismas poseen dos niveles; uno universal y otro particular, que no pueden ser escindidos. La perspectiva de Manfred Max Neef. Las necesidades en el desarrollo a escala humana Para abordar la concepción de necesidades y desarrollo de este autor seguiremos dos ejes centrales. Su visión sobre el desarrollo y la economía y la relación que guardan sus tres conceptos centrales de necesidades, satisfactores y bienes económicos con los supuestos metodológicos y epistemológicos subyacentes a cada uno de ellos. Concepción crítica y política sobre el desarrollo a escala humana Para el autor, la estrecha conexión entre desarrollo y necesidades humanas parte de una visión crítica de la economía hegemónica sobre la función de la misma. Esta debe ser entendida como un medio de los hombres y no al revés, es decir, las personas y sus necesidades supeditadas a la marcha de la economía. Este nuevo enfoque implica desde la partida, la apertura hacia una nueva manera de contextualizar el desarrollo. Ello significa modificar sustancialmente las visiones dominantes sobre estrategias de desarrollo […] [El] desarrollo a escala humana, orientado en gran medida hacia la satisfacción de las necesidades humanas, exige un nuevo modo de interpretar la realidad. Del mismo modo, una teoría de las necesidades humanas para el desarrollo, debe entenderse justamente en esos términos: como una teoría para el desarrollo. 11 10 11 Estas serían: adecuadas alimentación nutritiva y agua, vivienda adecuada, trabajo y lugar físico seguros, seguridad en la infancia, relaciones primarias significativas, seguridad física y económica, control seguro de la natalidad y crianza de los niños y apropiada educación básica transcultural. Manfred Max Neef, et Al. Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro (Suecia: Development Dialogue, CEPAUR, Fundación Dag Hammarskjold, 1986), 1. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… Relación entre sus tres conceptos claves: necesidades, satisfactores y bienes económicos Mientras que las necesidades humanas son para Max Neef pocas, clasificables y varían poco en la historia, los satisfactores son muchos y alternativos, dependiendo de la cultura y la situación histórico social de cada sociedad tomada particularmente. Frente al establecimiento de medidas de bienestar cuantitativas que unilateralmente “parten de los objetos y no de las personas”, el autor evalúa que la principal característica de las necesidades humanas es su complementariedad: la persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes. Por ello las necesidades humanas deben entenderse como un sistema en que las mismas se interrelacionan e interactúan. Simultaneidades, complementariedades y compensaciones (trades offs) son características de la dinámica del proceso de satisfacción de las necesidades. En ese conjunto de complementariedades, las necesidades responden a criterios existenciales y axiológicos: necesidades del ser, tener, hacer y de subsistencia: protección afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Estas categorías son consideradas fundamentales y aluden a características comunes que comparten todas las sociedades humanas. Lo que se considera tradicionalmente como necesidad es para Max Neef satisfactor de una de estas necesidades fundamentales. “[…] alimentación y abrigo no deben considerarse como necesidades, sino como satisfactores de la necesidad fundamental de subsistencia”.12 Los satisfactores son entendidos aquí, no sólo atendiendo a carencias sino también desplegando potencialidades, recreando nuevas orientaciones para la satisfacción de necesidades. Por esta razón, se trata de un conjunto variable y más amplio de medios e instrumentos sociales para la satisfacción, que están determinados por la historia, la cultura y la sociedad. Así, Max Neef afirma que esta concepción es dialéctica porque vuelve sobre sí misma la relación entre necesidades y satisfactores en la medida en que éstos son asignados histórica y socialmente a partir de los arreglos que enfrenta cada sociedad y, a la vez, recrean nuevos medios e instrumentos para la satisfacción de necesidades. 12 Max Neef, et al. Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro, 3. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 29 30 Luis Hernán Santarsiero Uno de los aspectos que define una cultura es su elección de satisfactores. Las necesidades humanas fundamentales de un individuo que pertenece a una sociedad consumista son las mismas de aquel que pertenece a una sociedad ascética. Lo que cambia es la elección de cantidad y calidad de los satisfactores, y/o las posibilidades de tener acceso a los satisfactores requeridos. 13 Los bienes económicos son, dentro de esta conceptualización, los elementos más particulares y relativos y sin embargo, para el autor, son los que más se prestan a confusión, a causa de la preeminencia de las sociedades de consumo en occidente que otorgan un valor superior a este tipo de bienes como satisfactores principales de necesidades y deseos de los consumidores. 2. NECESIDADES, DERECHOS Y OBLIGACIONES SOCIALES DEL ESTADO Continuando con el planteo conceptual sobre el tratamiento histórico y éticopolítico de las necesidades sociales, nos detendremos ahora en el problema de las obligaciones sociales del Estado y los sistemas que responden o respondieron al problema de la satisfacción de las necesidades y el bienestar. Para comprender mejor cómo se plantea actualmente en las políticas sociales la coordinación, producción y distribución de satisfactores posibles en el marco de la atención a las necesidades básicas y el combate a la pobreza, debemos partir en primer lugar por un interrogante principal acerca de las obligaciones sociales del estado y sus extensiones. Tanto Bustelo como Dieterlen 14 afirman que la incorporación del lenguaje de los derechos sociales tensiona, justamente, el marco de legitimidad del capitalismo como sistema productor de desigualdad. En esta línea afirma Bustelo que [Desde el discurso liberal] Hay entonces una forma de ciudadanía que se deriva de la racionalidad capitalista, en donde es el individuo quien tiene un valor moral y no la familia, la comunidad o la sociedad. En consecuencia, los derechos sociales no existen pues no pueden ser adscriptos a sujetos individuales y por lo tanto, no son demandables. […] Del otro lado, en la concepción de la ciudadanía marshaliana, no hay derechos que no puedan ser derivados de la pertenencia a una comunidad ni ser exigidos en contra de ella. […] la ciudadanía social es la ciudadanía habilitante de la civil y la política. 15 13 14 15 Manfred Max Neef et al. Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro. Paulette Dieterlen, La pobreza: un estudio filosófico (México: FCE, 2003). Eduardo Bustelo, “Expansión de la ciudadanía y construcción democrática”, en Todos entran: propuesta para sociedades incluyentes, eds. Eduardo Bustelo y Alberto Minujin (Buenos Aires: UNICEF, 1998), 242. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… En este sentido, el problema de los derechos sociales parte del siguiente interrogante: ¿A quién o a quiénes obligan los derechos sociales? Hasta ahora hemos resaltado sobre todo los aspectos éticos y valorativos que se pueden conceptualizar desde la situación manifestada individualmente frente a la carencia o las privaciones. Es oportuno aclarar, sin embargo, que la definición de las necesidades a atender y las acciones en tal sentido forman parte de los que más adelante consideraremos el aspecto político de las necesidades, planteando que el agente central en este proceso es el Estado. No obstante, la forma de estipular necesidades grupales o colectivas no puede establecerse solamente desde posiciones diferenciales de poder o jerarquías entramadas en órdenes políticos y burocráticos, porque implicaría consecuencias morales que harían de esas necesidades mediaciones que, a su vez, implicarían manipulaciones. Siguiendo también a Kant, Heller indica que frente a la pregunta sobre si todas las necesidades deben ser reconocidas por ser manifestaciones reales de demandas, el criterio de selección debe ser moral. La fórmula del imperativo categórico de “¡el hombre no ha de ser medio para el hombre!” se trasladan las necesidades; no puede haber una necesidad tomada como verdadera si esta implica la instrumentalización de la vida humana para llegar a su fin o satisfacción. Esta clasificación permite a Heller instrumentar una norma ética capaz de poner un límite a la imputación de necesidades, con la consiguiente acción política llevada a cabo para satisfacerlas, de parte de órdenes políticos que llevan a cabo una uniformización de necesidades bajo el supuesto de que los hombres por sí mismos pueden no llegar a divisar sus necesidades reales dentro de la sociedad en la que viven. Como señalaba Heller, el peligro de caer en un “paternalismo de las necesidades” 16 nos lleva a pensar en un fundamento ético para ponerle a éste un límite; la no utilización de los hombres como medios. Límite que también tiene que ver con la autonomía de los sujetos. En este punto es necesario recordar aquí que los antecedentes históricos más exitosos en el reconocimiento de las necesidades dentro de sociedades y culturas determinadas, como el caso del Estado de bienestar, demuestran que por un lado, el mismo reconocimiento de las necesidades debe incorporar valores que se relacionan con aspectos universales de la condición humana. Como hemos indicado, todas las sociedades deben proveer satisfactores básicos (salud física y autonomía personal) para que los mismos otorguen posiciones adecuadas para participar socialmente. 16 Agnes Heller, Una revisión de la teoría de las necesidades (Barcelona: Editorial Paidós, 1996). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 31 32 Luis Hernán Santarsiero Por otra parte, ese universalismo debe ser procesado políticamente de manera tal que la satisfacción de necesidades quede estipulada a partir del reconocimiento que los sujetos hacen de las mismas envueltos en matrices culturales y sociales diferentes. La atención que merecen las necesidades humanas dentro de una matriz política estatal, por tanto, debe ser regulada desde las garantías materiales y éticas que los estados modernos deben guardar según los criterios que impone la autonomía personal como la hemos entendido hasta aquí. La respuesta estatal a la satisfacción de necesidades sociales: El Estado de bienestar como construcción típica ideal Como indicamos, los prerrequisitos materiales que funcionan dentro del sistema capitalista para asignar recursos y satisfactores resultan problemáticos. Cada vez más y en mayor medida, los bienes y satisfactores para la reproducción social son mercancías que tienen un precio y que, por lo tanto, circulan y son consumidos dentro del sistema. Esto abre un problema sobre en relación al acceso igualitario a los mismos. Veremos ahora cómo la intervención política en el ámbito de las necesidades y los satisfactores resulta un elemento clave para el problema que cobra mayor relevancia a partir del caso de la constitución del Estado de Bienestar. Tomaremos en este punto un rumbo sobre la intervención de la política social en el bienestar y la satisfacción de necesidades que nos orienta más a distintos modelos de resolución de las obligaciones sociales encaradas por los estados, desde los ejemplos caracterizadores de los países desarrollados hasta los casos de nuestra región. El Estado y el reconocimiento público de necesidades sociales Siguiendo con la argumentación de los autores analizados, el Estado de bienestar fue la forma histórico-social más contundente en el procesamiento de las demandas de uno y de otro sector de nuestro antagonismo principal: requerimientos del capital/necesidades de las personas. Podemos ver aquí cómo interviene la política democrática en la negociación y la articulación de demandas de varios sectores que se cristalizaron en la conformación de un tipo particular de matriz estatal. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… El Estado de bienestar fue un momento clave en el decurso histórico de las políticas sociales, una forma de regular el poder estructural del capital otorgando colectivamente titularidad de derechos. 17 Para Gough, las políticas sociales que se instrumentaron a fin de acortar la brecha entre capital y las necesidades de las personas tuvieron un comportamiento variable según las formas sociales e institucionales que cada Estado estipuló en términos de regulación y control del capital en diferentes regiones y coyunturas históricas particulares. Las necesidades y las políticas tendientes a mejorar la satisfacción de las mismas cobraron mayor relevancia dentro del Estado de bienestar, donde economía, sociedad y política pública fueron los campos que se relacionaron estrechamente para fijar marcos de negociación y acuerdo para un nuevo pacto social. 18 Las políticas sociales se instrumentaron desde esta brecha entre capital y necesidades de las personas y tienen/tuvieron un comportamiento variable según las formas sociales institucionales que cada estado planteó en términos de regulación y control del capital. El autor sueco Gøsta Esping Andersen, analizando los diferentes tipos de organización política y económica que asumió el Estado de bienestar en los países centrales, llegó a una conclusión similar cuando afirma que el Estado de bienestar es la forma de articulación política triunfante en la segunda posguerra del siglo XX que consolidó dentro del capitalismo la desmercantilización de la fuerza de trabajo. Con este concepto, Esping Andersen 19 trata de demostrar que a partir del pacto social de posguerra, la reproducción de los trabajadores no era materia exclusiva de los requerimientos del capital para mantener la fuerza de trabajo. Los bienes y servicios necesarios para un trabajador quedaban ahora bajo el control mixto del capital y del Estado. Se trató de fijar la reproducción de los trabajadores fuera del ámbito de la estricta economía de mercado, la cual fija precios para los salarios a partir de lo mínimo necesario 17 18 19 Gough, Capital global, necesidades básicas y políticas sociales. El surgimiento de las políticas sociales es anterior al surgimiento del Estado de bienestar. Podemos ver antecedentes históricos de las mismas en las medidas asistenciales de Inglaterra en el siglo XIX o en Alemania de Bismarck, como así también las experiencias mutualistas de asociaciones de trabajadores durante buena parte del siglo XIX y XX. Sin embargo, insertas como razón de Estado las mismas aparecen con mayor nitidez en las décadas del ‘50 y el ‘60 del siglo XX, como las formas institucionales de solidaridad social producto del pacto de posguerra (Cf: Rosanvallon, La crisis del Estado Providencia, 1995). Gosta Esping Andersen, Los tres mundos del estado del bienestar (Valencia: Edicions Alfons El Magnánim, 1993). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 33 34 Luis Hernán Santarsiero para sobrevivir en términos de la reproducción física y material de los trabajadores tomados en cuenta sólo como integrantes de la fuerza de trabajo. Esta conformación histórica estatal comenzó a concretizar derechos sociales y de bienestar como consecuencia de los marcos de acuerdo entre los sectores del capital y los sectores del trabajo. El Estado se transformó en el núcleo de este “pacto social de posguerra” dando como resultado una serie de obligaciones sociales e institucionales que se agregaban a las garantías civiles y políticas ya existentes del Estado liberal, abriendo así un debate extenso acerca de la vigencia de los derechos sociales en pie de igualdad con los derechos civiles y políticos. A fin de contextualizar la intervención estatal en la satisfacción de necesidades sociales, indicaremos brevemente algunas características del Estado de Bienestar de posguerra en tanto formación típica ideal de asignación de recursos y satisfactores bajo la mediación de actores socioeconómicos centrales del capitalismo avanzado. Más allá de las formas divergentes en que éste se desarrolló en occidente, con sus diferenciales en la cobertura y ampliación de derechos y reconocimientos a la ciudadanía social, podemos afirmar que se reúnen en él una serie de elementos comunes a casi todos los contextos nacionales dentro del sistema capitalista: el auge de políticas sociales universalistas, la adecuación democrática de intereses económicos y de necesidades sociales en el seno del capitalismo y por lo mismo un marco de acuerdo general para el crecimiento económico dentro de los requerimientos de acumulación capitalistas y el mundo del trabajo. Más específicamente, en relación con las necesidades sociales y la atención de las mismas en el Estado de Bienestar, Trotta indica que: El Estado de Bienestar supuso un modelo sustentado en la distribución equitativa del ingreso entre los sectores de la sociedad, sobre todo en beneficio de los asalariados quienes además fueron los destinatarios de la implementación y desarrollo de políticas sociales que impactaron positivamente en la satisfacción de necesidades básicas de las sociedades occidentales provocando una mejora cualitativa en las condiciones laborales, todo esto bajo la égida del Estado. 20 Para este autor, la consagración de la sociedad salarial de posguerra amplió la cobertura de protección y atención de necesidades básicas inclusive para aquellos que permanecieron fuera de la misma. Es por eso que la misma con20 Edgardo Trotta, El concepto de necesidad y estilos de desarrollo (Buenos Aires, DUNKEN Ediciones, 1996), 21- 23. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… cepción de necesidades y su tratamiento público impacta en la matriz del Estado de Bienestar generando un nuevo marco de legitimidad política y social. Como lo indicamos antes, el Estado de Bienestar se entiende como la particular relación de pactos sociales subyacentes, arreglos de la economía capitalista y demandas de los sectores del trabajo. Estos marcos regulatorios se complementaron con medidas contracíclicas, como el gasto público deficitario para estimular la demanda solvente o medidas financieras y monetarias que se aplicaron a nivel mundial y que fueron respetadas durante toda la época de los treinta gloriosos. La economía de posguerra desarrolló una etapa expansiva y a la vez desplegó una serie de avances muy beneficiosos en términos de inclusión social y democratización del consumo. El capitalismo de posguerra estableció un nuevo margen para los actores económicos al incorporar las potencialidades de un modo de producción definitivamente instalado, el fordismo, y un nuevo sistema de acumulación basado en la posibilidad de incrementar constantemente el estimulo en la demanda de productos antes pensados para una elite que ahora se volvían masivos. El Estado acompañó en todo momento esta fase expansiva del crecimiento capitalista con políticas activas de empleo, protección social y bienestar social y controles y regulaciones fiscales y tributarias. De todo esto deducimos que la economía y el capitalismo jugaron en la época un papel fundamental. Sin embargo, también debemos comprender en profundidad el marco ideológico y cultural particular de este Estado basado en la solidaridad y la subsidiariedad social. Autores como Rosanvallon o Esping Andersen refieren a este punto en varios momentos de sus respectivos trabajos. La emergencia de una nueva constitución del complejo social de posguerra no se limitó solamente a un cambio en los esquemas de la economía ni obedeció sólo a la aplicación de nuevas medidas. Estos autores evalúan esos cambios económicos juzgándolos también desde una óptica centrada en los intercambios, bien aceitados, entre la esfera económica del Estado con la organización social y los marcos simbólicos, normativos y culturales de posguerra. 21 En este sentido, diremos que bajo este modelo de acción política estatal operaba una concepción de necesidad subyacente que ampliaba estos intercambios entre los sistemas económicos y culturales asumiendo una representación específica del rol del Estado en la satisfacción de necesidades. En relación al concepto subyacente de necesidad que expresaban las estructuras político-sociales del Estado de Bienestar, Trotta agrega: 21 Pierre Rosanvallon, La crisis del Estado Providencia (México: editorial CIVITAS, 1995). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 35 36 Luis Hernán Santarsiero La concepción de necesidad subyacente en la mayor parte de las planificaciones sociales, así como también en el espíritu de las políticas sociales que caracterizaron la profusión de la cobertura social a amplios sectores, hoy excluidos del mercado formal de trabajo, desde la instauración del modelo de Estado Keynesiano hasta principios de la década del ochenta, ha sido la ligada a la carencia.[…] la percepción de necesidad como carencia guió el curso de las acciones en el momento de la implementación, el diseño y la evaluación de procesos sociales tendientes al logro de la promoción social. 22 A partir de la década del setenta del siglo XX, se evidenciaron constantes problemas económicos que se perpetuaron en una fase de crisis del capitalismo y del Estado de bienestar conjuntamente. Situar el punto de partida de esta crisis en los años setenta podría parecer arbitrario si pensamos que muchos de los atolladeros económicos y los procesos sociales conflictivos (inflación, desincentivos para la inversión, crisis fiscal, etc.) venían presentándose desde mucho antes. Cuando Rosanvallon indica que es necesario construir una historia larga del Estado de protección social está haciendo referencia a esta cuestión. La continuidad del Estado en su sentido amplio como orden político adecuado para resguardar al individuo, es decir, la concepción liberal clásica del Estado, continuó en el Estado de bienestar social, pero en este periodo, como indicamos antes, se sumó también un marco de eliminación creciente de la desigualdad económica sin precedentes, razón por la cual esta etapa histórica marca un antes y un después en la intervención estatal de la cuestión social. Esa modalidad de intervención que tenía como objetivo ampliar los patrones de equidad y de igualdad social se estableció a partir de marcos representacionales ligados a la solidaridad y la igualdad bajo la política democrática que entraron en crisis a mediados de la década de los setenta. Rosanvallon toma como punto de partida esta particular situación social y cultural para dar con otra explicación posible de la crisis del Estado de Bienestar que la ya clásica explicación económica financiera producto de la crisis de acumulación de los años setenta. La naturaleza específica del Estado de Bienestar para este autor reside en compromisos sociales para llevar a cabo la efectivización de los derechos sociales relacionados con la igualdad y solidaridad social. Esta incorporación de derechos sumada a la aplicación del compromiso Keynesiano son las fuentes elementales de lo que el autor denomina Estado providencia. Rosanvallon asegura que esta matriz estatal comenzó a tener fisuras culturales que desnaturalizaron los objetivos del mismo. Por un lado, el Estado empezó a volcarse hacía una política de atención sectorial fragmentando y corporizando intereses sociales y compromisos ciudadanos. Por otro lado, vemos que los obje22 Trotta, El concepto de necesidad y estilos de desarrollo, 43. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… tivos de ese Estado, es decir, los fomentos para una política positiva para eliminar gradualmente diferencias sociales, comenzaron a tener problemas debido a la fragmentación social y cultural creciente. La facultad de intervenir desde la política en la consolidación de la solidaridad social también se volvió problemática e ineficaz. De manera concomitante a la crisis del Estado social, la noción subyacente de necesidad que operaba en la intervención político-social también fue cambiando a la par de los nuevos arreglos económicos y en la nueva modalidad de gestión e intervención pública sobre la cuestión y el gasto social; entre algunos de esos cambios figuran: políticas y programas focalizados, aumento de los programas asistenciales, co-gestión de los programas con organizaciones de la sociedad civil, etc. Las concepciones de necesidad y satisfacción vigentes en el Estado de Bienestar fueron perdiendo legitimidad bajo el esquema imperante del mercado como única institución eficiente a cargo de distribuir bienes y satisfactores. 3. APORTES PARA EL ENFOQUE DE LA INTERVENCIÓN ESTATAL EN EL TRATAMIENTO DE LAS NECESIDADES DESDE LA MIRADA DE AUTORES DE LA REGIÓN Los autores que presentamos en este punto intentaron resumir las concepciones teóricas de las necesidades para abordar elementos propios a la hora de definir el espacio de la satisfacción de necesidades desde la política estatal en la actualidad. Autores como Bustelo, Krmpotic, Álvarez y Martínez Franzoni, entre otros, han elaborado síntesis sobre los conceptos de necesidades y el rol del Estado para la satisfacción que abren alguna dirección para la reconceptualización de las mismas luego de la crisis o del apogeo del Estado social. Krmpotic considera que el concepto de necesidades, desde la óptica del Estado y las políticas sociales, ha referido casi automáticamente a la preocupación por la satisfacción de las mismas. “Hemos visto que preguntarse acerca de las necesidades es también preguntarse acerca de la satisfacción […] ésta última es la expresión visible de un concepto abstracto como es el de necesidad”. 23 23 Krmpotic, El concepto de necesidad y políticas de bienestar, 111. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 37 38 Luis Hernán Santarsiero Para dar cuenta de ello, la autora enfatiza el carácter material del concepto “necesidades” cuando se lo considera conjuntamente con la satisfacción de las mismas. Las necesidades están allí, nos ofrecen un grado de materialización como pocos conceptos, por lo que nos encontramos frente a un desarrollo no sólo teórico sino también metodológico […] Por lo tanto, las necesidades se revelan como un problema concreto que —desde la cotidianeidad― interpela al hombre y su organización social asignando responsabilidades ante lo que hoy día se considera un derecho […]. 24 La autora considera que la política social entendida como espacio de posibilidad y de legitimación del poder, tiene una función central en la producción de bienestar y mejoramiento de la calidad de vida por razones filosóficas y éticas, pero sobre todo en relación a lo que genéricamente la constituye, es decir, las relaciones y luchas de poder entre distintos sectores sociales. En este sentido, la autora, quien toma elementos teóricos sustanciales de la obra de Nancy Fraser, desarrolla tres momentos secuenciales para comprender la articulación entre la política social y la satisfacción de necesidades: un primer momento entendido como de lucha para establecer el status político de una necesidad dada, otorgando legitimidad política o no, [...] Un segundo momento nos ubica en la lucha respecto de la interpretación sobre esa necesidad en la que se juega el poder para definirla de manera hegemónica y de esa manera determinar la forma conveniente de satisfacerla. Mientras que el tercer momento nos muestra el debate sobre la satisfacción en el plano de los recursos, provisiones y administración de la respuesta política. 25 Podríamos decir aquí que, de acuerdo con la autora, las necesidades sociales y su satisfacción se crean y recrean bajo un escenario político donde se generan definiciones, modalidades de atención y obligaciones institucionales de las políticas. Con respecto a las decisiones políticas en torno al bienestar y la planificación social Krmpotic acuerda, siguiendo a Fraser, 26 en la pluralidad de sectores e intereses que moldean el debate sobre las necesidades y su tratamiento en la política social. La diversidad y la pluralidad producto de las constantes reconfiguraciones 24 25 26 Krmpotic, El concepto de necesidad y políticas de bienestar, 8. Ibíd., 120. Nancy Fraser, Talking About Needs: Interpretative Contests as Political Conflicts in Welfare-State Societies. Ethics 99, 2 (1989): 291-313. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… sociales obligan a rediseñar el rumbo de las políticas sociales ampliando marcos de contención. Sin embargo, existen nuevos problemas para la atención estatal de las necesidades en torno de interpretación de las necesidades y la urgencia con la que deben ser atendidas. La autora retoma el problema del conflicto de interpretación de las necesidades y los presupuestos para el diseño de políticas como datos clave para entender la relación entre la pluralidad de actores y las demandas por el reconocimiento estatal de sus necesidades en la actualidad. En este sentido, indica que: Si bien la diversidad de actores reafirma la idea de pluralidad inicial, esta condición de pluralidad se encuentra “estratificada” entre grupos sociales con desiguales condiciones de poder, acceso a los recursos, influencia, origen, sexo, edad, etc., aspectos que van a incidir directamente en el conflicto de interpretación.[…] además del proceso deliberativo previo a la confirmación de su status político, la necesidad es luego descontextualizada y reconsiderar no ya al grupo de presión interesado sino a la población en su conjunto obliga a una reducción al caso individual, “caso testigo” para definir elementos clave de la programación. 27 En sintonía con esta perspectiva, Bustelo propone pensar un ámbito para la política social donde la acción argumentativa y el consenso de los objetivos de las políticas y de las demandas colectivas prevalecen en el diseño y la implementación de políticas tendientes a dar respuestas a las necesidades de las personas. Siguiendo esta línea, Bustelo indica que: No existiendo una línea moral universal o científica, que procese las prioridades sociales por encima de la libertad, sólo cabe la definición de las mismas ―esto es, qué necesidades, en qué nivel y en qué tiempo deben ser satisfechas— al juego democrático. 28 Esto último implicaría afirmar que el nivel de satisfacción de una determinada necesidad y la intervención social promoviendo u otorgando satisfactores de la misma corresponde a la negociación y acuerdo de los distintos actores políticos e institucionales que conforman el Estado y la sociedad civil. Argumentar significaría para este autor: […] que la planificación toma finalmente parte, plantea una opción-acción, construye un punto de vista. Estos puntos de vista tienen por supuesto un equilibrio precario, ya que la realidad es abierta por definición y siempre existe 27 28 Krmpotic, El concepto de necesidad y políticas de bienestar, 121. Eduardo Bustelo, Planificación social: del rompecabezas al abrecabezas. Cuadernos de Ciencias Sociales 92, (1996): 20. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 39 40 Luis Hernán Santarsiero la posibilidad de aprender. La función de la planificación social es la de mediar, de dialogar (como superación del solipsismo tecnocrático) y el rol de los planificadores es el de escuchar al otro, el de persuadir y el de construir una narrativa no distorsionada, que posibilite a las personas nuevas formas de autodeterminación, de participación y de democratización. 29 Frente a la vigencia de lo que denomina necesidad normativa, es decir, la definición de un tipo de necesidad desde el saber especializado del planificador o el cientista social que se incorpora también al sentido común, Bustelo propone ver la satisfacción de necesidades desde un espacio político democrático ordenador. […] el resultado final de qué, cómo y en qué nivel se satisface, está abierto a la trama de fuerzas de intereses, de expectativas, etc., que los actores sociales movilizan para darle a la política social una direccionalidad compatible con el estado de satisfacción de sus necesidades. Aquí es donde el rol de la planificación como mediación de procesos, de conceptos y significados cobra sentido. 30 Sin embargo, es necesario agregar que frente a la urgencia de contar con amplios márgenes comunicativos y plurales en la definición de las necesidades de los sectores sociales atendiendo a sus particularidades políticas, identitarias o culturales bajo del orden democrático, el marco actual en que estos criterios de definición de política pública operan luego de la modernización económica y la restructuración de las sociedades latinoamericanas es limitado. Frente al avance de las formas de exclusión social ya tradicionales en el mundo salarial junto con las que podíamos indicar como nuevas Isuani 31 y la baja capacidad de los Estados para incidir en la cuestión social, Repetto señala que: […] En las últimas tres décadas cambió el mapa de actores con capacidad de influir en la agenda gubernamental y decidir sobre ella. […] habrán de ser pocos y a veces nuevos protagonistas, con sus intereses, sus ideologías y (sobre todo) sus recursos de poder, los que definan qué es un problema público y qué no lo es. […] Esto se explica, entre otras razones, porque los sectores pobres, más aún, los agrupados en la pobreza estructural, se fueron quedando sin voz ni recursos de poder, sobre todo por el debilitamiento sindical y las mutaciones de los partidos populares. Asimismo, los sectores medios, en particular en aquellos países donde han resultado 29 30 31 Bustelo, “Planificación social: del rompecabezas al abrecabezas”, 14. Ibíd., 25. Ernesto Isuani, “Exclusión social y consumo básico: hacia una política de inclusión social en Argentina”, trabajo presentado en el IV Coloquio Internacional “las Transformaciones de la Modernidad Excluyente y las Políticas Sociales, 2005, Córdoba. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… durante las pasadas décadas numérica y políticamente importantes, fueron a su vez atomizándose y escondiéndose en el remozado espacio privado. 32 Para el caso latinoamericano, Martínez Franzoni recoge en su trabajo un planteo tendiente a situar el punto de partida para la atención de necesidades y de políticas de bienestar coincidiendo con autores ya clásicos en el tema y, a su vez, haciendo énfasis en el nivel actual de aceptación de la política democrática en los estados de la región: “Como lo plantea Esping-Andersen para la Unión Europea y retoma Filgueira para América Latina, se necesita una ‘nueva arquitectura del bienestar’. La democracia debería ofrecer el marco para la deliberación y la representación que le dé forma”. 33 Para la autora, reflexionar acerca de una nueva arquitectura del bienestar implica dar cuenta de las especificidades de los regímenes de bienestar en América Latina bajo la interacción del mercado, el Estado, y el hogar como espacio en donde residen la mayoría de los arreglos tendientes a generar bienestar debido al grado de informalidad laboral, la ausencia de políticas de bienestar y la importancia del trabajo no remunerado familiar para el cuidado y la reproducción social en la mayoría de los países de la región. Desde otra mirada, Álvarez señala que en América Latina, bajo los imperativos de organismos multilaterales de crédito y el auge de las políticas de corte liberal de los noventa, se desplegó una modalidad de intervención social basada en la atención de mínimos biológicos bajo el aporte de: una serie de teorías diversas (que) confluyen en el mismo objeto de saber: las necesidades básicas vinculadas a la idea de provisión de ingresos mínimos a los que quedan fuera del mercado. Dicha provisión en diferentes áreas (alimentaria, salud, educación, y saneamiento) tendría un efecto de amortiguamiento (…) Las necesidades básicas se constituyen más tarde en una categoría central del sistema discursivo del desarrollo humano. 34 32 33 34 Fabián Repetto, “Nueva Matriz sociopolítica, problemas sociales y políticas públicas. América latina a inicios del siglo XXI”, en De la pobreza a la exclusión. Continuidades y rupturas de la cuestión social en América Latina, ed. Gonzalo Saravi, 239- 240 (Buenos Aires: Prometeo libros/Centro de investigaciones y estudios superiores en antropología social, 2007). Juliana Martínez Franzoni, “Regímenes de bienestar en América Latina: consideraciones generales e itinerarios regionales”, Revista Centroamericana de Ciencias Sociales de FLACSO, 4, 2 (2005): 5. Álvarez, Sonia, “Los discursos minimistas sobre las necesidades básicas y los umbrales de ciudadanía como reproductores de la pobreza”, en Trabajo y producción de la pobreza en Latino- Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 41 42 Luis Hernán Santarsiero En este sentido, ahora el desarrollo se basa en lo que la autora llama “un nuevo humanitarismo”, que se relaciona con las visiones que, aún deplorando las formas de la pobreza y la indigencia, no se cuestionan los factores que las provocan bajo la desigualdad social imperante en nuestras sociedades. Para concluir con este apartado diremos que, luego del auge, la crisis y reforma de los regímenes de bienestar, la comprensión de las necesidades sociales atendidas por el Estado continúa siendo el eje de discusión de las distintas alternativas de política social abriéndose nuevos desafíos en torno de las formas de participación y reconocimiento de los grupos sociales y de sus demandas. Los años noventa dejaron claramente, como veremos más adelante, escasos resultados sobre la intervención estatal en la cuestión social latinoamericana. El problema de la definición y la atención de las necesidades sociales abren una agenda posible que permite tener en cuenta las distintas situaciones particulares (identidad, género, etnia, etc.) Sin embargo, luego de la reforma del estado y de las políticas sociales, la reconfiguración de poder económico y social en nuestra región impuso un marco de acción límite para la posibilidad de democratizar las decisiones y la posibilidad de incorporar distintas miradas sobre la atención de las necesidades desde el Estado. CONCLUSIONES Hemos visto hasta ahora una serie de referencias centrales en torno a las necesidades y a la intervención estatal para la satisfacción de las mismas. Haciendo hincapié en el esquema histórico de la política social que impuso una bisagra en el tratamiento de las necesidades sociales en el apogeo y crisis de lo que se denominó Estado de Bienestar hemos revisado algunos planteos para comprender las necesidades desde la planificación social de acuerdo con nuevas definiciones que dan cuenta del marco de referencia necesario para abordar el conjunto de negociaciones, decisiones y conflictos en la definición estatal de las necesidades y la política social. Creemos que frente al reconocimiento de necesidades y de la falta de bienes y servicios para su satisfacción que una sociedad construye a partir de demandas dirigidas a los marcos institucionales y estatales, las políticas sociales a implementar deben dar cuenta sí o sí de los compromisos éticos y morales que se traducen en obligaciones sociales del Estado. Estas instancias de intervención política deben partir de dos recursos: el conocimiento técnico sobre las necesidades y el américa y el Caribe: estructuras, discursos y actores. Sonia Álvarez (comp.) (Buenos Aires: CLACSO, 2005), 252. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 Necesidades, bienestar e intervención social… conocimiento que los actores sociales tienen de sus necesidades sentidas. Estos recursos tomados en conjunto representan las dos instancias de la problemática de las necesidades: el aspecto universal y el particular en la satisfacción de las mismas. Por esta razón, creemos que estos saberes múltiples, demandas y consensos democráticamente regulados en relación a la producción y distribución de satisfactores serían las únicas herramientas capaces de atender la problemática de las necesidades básicas insatisfechas desde un marco institucional y legal entendido siempre como el conjunto de obligaciones sociales del Estado frente a la satisfacción de las necesidades básicas de sus ciudadanos. Para concluir indicaremos los aspectos más relevantes de nuestra indagación sobre las relación entre las necesidades y las políticas sociales estatales desde tres planos. En el plano de lo económico: el capitalismo, el mercado y el sistema de producción de bienes son instituciones económicas de suma importancia para entender cómo se ordena el sistema de necesidades y de satisfactores (Doyal Gough). En esta línea podemos señalar que, como matriz institucional tendiente a producir, distribuir y transformar bienes que lleguen a ser satisfactores de necesidades básicas, el mercado y el Estado capitalista han ampliado y a la vez, han hecho más problemática, la distribución de factores centrales en la reproducción social y en la asignación de satisfactores (Max Neef, Doyal y Gouhg). En el plano social: el reconocimiento y la evaluación de las necesidades pueden ser definidos tanto de manera colectiva como individual (Sen, Gough, Max Neef). En la comprensión, tanto del logro como de la agencia de bienestar, para Sen, la perspectiva de análisis debe ser encarada desde el individuo considerando funcionamientos valiosos. Los individuos son los que poseen recursos y titularidades para efectivizar sus derechos y logros dentro de una sociedad. Para que esto ocurra, deben quedar establecidos institucionalmente el acceso y el reconocimiento de esas titularidades desde la función estatal. En el caso de los países de nuestra región, se constata con mayor presencia la función específica de las redes sociales y la familia como productores de bienestar en contextos de desarrollo de capacidades estatales y constitución del mercado laboral formal limitados. El plano de lo político: existen diferentes interpretaciones acerca de cómo se jerarquizan las necesidades y sus satisfactores dentro del campo político en sociedades cada vez más sectorizadas y desiguales. Los mecanismos del poder político darían cuenta de la disputa por la legitimación y el acuerdo de intereses en la atención de las necesidades (Bustelo, Krmpotic). Tal como pensamos en este trabajo, la dimensión de la política pública que nos interesa abordar con respecto a la inEnfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 43 44 Luis Hernán Santarsiero tervención social en materia de necesidades básicas, se define en relación con las configuraciones que adquirió en un proceso histórico de construcción como cuestión pública relevante donde intervinieron distintos actores, confluencias de intereses y dispositivos de argumentación, persuasión y decisión en las distintas “arenas” políticas donde se definen las políticas sociales. En este sentido, el concepto de desmercantilización de la reproducción social a través de las políticas públicas es un concepto clave para entender los arreglos que se construyeron dentro de las economías capitalistas en una perspectiva histórico política que marcó distintos tipos de articulación de las necesidades de la reproducción social y los requisitos de la economía (Esping Andersen). Las necesidades pueden ser entendidas desde la política social en paradigmas propios de la historia de los regímenes de Bienestar con las particularidades de la articulación económica estatal del capitalismo en nuestra región. Luis Hernán Santarsiero Universidad Nacional de la Plata – CONICET Dirección: Calle 33 N° 484 2º piso depto. H (1900) La Plata Buenos Aires E-mail: luissantarsiero@gmail.com Recibido: 14 de febrero de 2011 Aceptado: 28 de mayo de 2011 Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 23-44 El pensamiento de la comunidad: un aporte para pensar las relaciones entre sujeto, espacio y ciudad Silvia Hernández Resumen El artículo propone abordar aspectos de la relación contemporánea entre sujeto y ciudad desde una perspectiva que combina algunos puntos de lo que se ha llamado el “pensamiento de la comunidad” (que concibe lo comunitario desde un punto de vista diferente al que se maneja habitualmente) con el cuestionamiento que realiza Heidegger ―y que Derrida profundiza con matices― a los modos en que la metafísica occidental pensó la relación entre sujeto y espacio. Se reflexiona acerca de la idea de comunidad que subyace a las urbanizaciones cerradas. Palabras clave: comunidad – sujeto – espacio – ciudad – urbanizaciones cerradas Summary This article proposes to approach the contemporary relationship between the subject and the city from a perspective that combines some aspects of the so-called “community thinking” (which sees community from a viewpoint different from the usual) with the questioning that Heidegger ―and Derrida deepens with different shades of meaning― poses to the different ways in which western metaphysics conceived the relationship between subject and space. We reflect upon the idea of community that underlies gated communities. Key words: community – subject – space – city – gated communities INTRODUCCIÓN En la actualidad, la cuestión de la fragmentación urbana y la crisis habitacional aparecen como temas recurrentes, tanto en la agenda de los medios de comunicación como en diversas ramas de las Ciencias Sociales. En buena parte de los casos, estos temas son vinculados con la constatación de una creciente ruptura del lazo social, de lo comunitario. En otras palabras, los procesos urbanos en relación con la vida y los vínculos en las ciudades se constituyen como ejes importantes de preocupación en nuestra sociedad. El propósito de este trabajo es reflexionar de manera general sobre estos temas, a partir de una perspectiva diferente, vinculada al aporte de ciertos planteos provenientes de la filosofía contemporánea. El artículo propondrá un cruce entre, Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 46 Silvia Hernández por un lado, algunos puntos de lo que se ha llamado el “pensamiento de la comunidad” 1 ―que, como se verá, concibe lo comunitario desde una perspectiva completamente diferente a la que se maneja habitualmente― y, por el otro, el cuestionamiento que realiza Heidegger ―y que Derrida profundiza con matices― a los modos en que la metafísica occidental pensó la relación entre sujeto y espacio. En esta línea, se llegará por último a una reflexión respecto de las urbanizaciones cerradas ―countries― como nuevos “espacios urbanos” donde se pone en juego una idea de comunidad aislada, a la cual subyace un concepto de sujeto acorde a las formas de segregación urbanas contemporáneas. BREVE RECORRIDO POR ALGUNOS USOS CONTEMPORÁNEOS DEL TÉRMINO “COMUNIDAD” Vivimos en una época donde la “comunidad” es un tema que forma parte de la cotidianidad de distintas maneras. Por un lado, aparece a veces asociada a un retorno de formas arcaicas y violentas de agrupamiento humano, por oposición a la “sociedad” como ámbito “artificial”, regido por el contrato, por el derecho. 2 Pero también, en el contexto actual, se enfatiza un concepto de “comunidad” que pone de relieve el vínculo y la proximidad, por oposición a la “sociedad”, caracterizada ésta negativamente como un espacio de anonimato. Cabe señalar que la definición de “comunidad” como lugar del lazo, de la identidad, de la permanencia, de las relaciones naturales y voluntarias emerge no sólo en el sentido corriente con que se emplea el término, sino también en distintas áreas de las ciencias humanas. En términos generales, según estas concepciones, la “comunidad” implicaría un enlace entre un conjunto de individuos basado en la posesión de determinadas características que cada uno de sus miembros sería capaz de exhibir. La “comunidad” puede ser leída, desde esta perspectiva, como proveedora de posesiones simbólicas en contraste con una sociedad que desposee y desvincula. Existen además algunos usos crecientemente instalados en el lenguaje corriente, que toman a la “comunidad” como “comunidad de intereses” o de “deman- 1 2 Mónica Cragnolini, “Extrañas comunidades: para una metafísica del exilio”, en Extrañas comunidades. La impronta nietzscheana en el debate contemporáneo (Buenos Aires: La Cebra, 2009), 51-64. Entre estos filósofos puede citarse a Blanchot, Bataille, Agamben, Esposito, Cacciari, Derrida, Nancy. En su artículo, Cragnolini realiza una distinción dentro del pensamiento de la comunidad, entre las líneas francesa e italiana. Para algunas de las referencias generales a la comunidad, cf. M, Cragnolini, “Extrañas comunidades: para una metafísica del exilio”, en: Extrañas comunidades. La impronta nietzscheana en el debate contemporáneo (Buenos Aires: La Cebra, 2009). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 El pensamiento de la comunidad… das”. En una sociedad crecientemente excluyente, este tipo de agrupamientos podría ser pensado como otorgador de un sentido de pertenencia. Encontramos así las “comunidades virtuales”, que proponen una socialización distinta de la cara-a-cara tradicionalmente asociada a lo comunitario, pero que mantienen no obstante la persistencia de un elemento vinculante, como ciertos intereses o gustos. Por otra parte, distintos emprendimientos comerciales se basan en dicha idea de comunidad. Un ejemplo es el de una conocida empresa de telefonía celular que organizó, para parte de su mercado hispanoparlante, una campaña en torno del término comunidad. Allí, la comunidad de intereses está directamente vinculada con la suma de individualidades insertas en una relación mercantil en pos de la baja de precios, la cual aparece como el objetivo común y, por ello, sustento del lazo. Desde este punto de vista, “hacer comunidad” es coincidir en intereses, expectativas, deseos. Pueden verse, en la campaña, imágenes de individuos con una serie de características propias, anteriores al vínculo, quienes encuentran que pueden “formar comunidad” en la intersección de los intereses de uno con los del otro. Desde la filosofía, y en una perspectiva radicalmente diferente, desde la década del ‘40 pero con más fuerza a partir de los ‘80, aparece un conjunto de pensadores que reflexionan acerca de qué es lo que se tiene en común (cuál es el Cum de lo comunitario, para decirlo en términos de Cacciari), que pueden agruparse 3 como el pensamiento de la comunidad. A partir reflexiones de filósofos como Jean-Luc Nancy, Bataille o Blanchot, se dibuja un pensamiento orientado a pensar la comunidad ya no en términos de identidad, lazo y representación, sino en torno de la idea de Bataille de “la comunidad de los que no tienen comunidad”. A continuación se planteará la cuestión de la “comunidad”, en la complejidad en que ha sido presentada hasta aquí, en relación con un problema preciso: el de la relación entre sujeto y espacio, para tocar lo que hace a las formas de la ciudad. ¿Qué formas de relación entre sujeto y espacio propuso la tradición occidental? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Es posible ensayar formas alternativas? Para ensayar una respuesta a estos interrogantes, se trabajará específicamente con algunos de los elementos desarrolla- 3 Agrupamiento que no debe dejar de tener en cuenta que no se trata de una “escuela de pensamiento”, lo cual sería contradictorio ―como veremos― al concepto de comunidad que formulan. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 47 48 Silvia Hernández dos por Cacciari en El Archipiélago, 4 así como con planteos de Heidegger acerca de la posición del sujeto moderno, y de Derrida en torno de la arquitectura. EL SUJETO MODERNO ANTE UNA ONTOLOGÍA DEL SER-CON En “La época de la imagen del mundo”,5 Heidegger sostiene que la frase de Protágoras, “El hombre es la medida de todas las cosas”, cambia de sentido a partir de Descartes. En la Antigüedad, los hombres, junto con el resto de los entes, se inscribían en un círculo donde la verdad del ser acontecía como un “desocultarse”, mientras que en la Modernidad aparece una homologación entre “yoidad” y subjectum. Si en la Antigüedad, subjectum era lo ente, y el hombre permanecía junto a lo presente, en la Modernidad, es el yo el que pasa a ocupar un lugar destacado colocándose a sí mismo como subjectum enfrentado a un objectum. Explica Heidegger que el sujeto del cogito cartesiano es un yo aislado que supedita todo ente a su ser, imponiendo así su medida. Es, desde ahora, sujeto de la representación: para poder conocer lo que tiene delante lo trae hacia sí, representándoselo. El mundo se vuelve cognoscible y objeto de cálculo. Pensar es, entonces, representar: objetivar lo que está ahí delante mediante un método capaz de calcular anticipadamente. Según el autor, la representación es una objetivación dominadora que rige por adelantado, empujando todo dentro de una unidad. Reúne todo lo objetivo en el conjunto de lo representable, y esta reunión se da a la conciencia. Este planteo deja claro el lugar del sujeto en la Modernidad, que habrá de constituirse como centrado sobre su propio eje. Su vínculo con los otros será a partir de esta supuesta autonomía: la relación con el otro se constituye como intersubjetividad, como nexo entre distintos sujetos ya constituidos. Por su parte, lo que más arriba hemos designado como el pensamiento de la comunidad, aun a pesar de los matices que aportan los distintos filósofos, propone un planteo ontológico distinto al de la Modernidad. Tomando como punto de partida los planteos heideggerianos en torno del Dasein, estos autores señalan que el sercon es anterior a todo aislamiento subjetivo. En otras palabras, el individuo no es la unidad primera, sino que nuestro estatuto ontológico está atravesado ineludiblemen4 5 M. Cacciari, El archipiélago, Figuras del otro en Occidente, trad. M. B. Cragnolini, (Buenos Aires: EUDEBA, 1999). M. Heidegger, “La época de la imagen del mundo”, en Caminos del bosque, trad. H. Cortes y A. Leyte (Madrid: Alianza, [1938] 1996). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 El pensamiento de la comunidad… te por la relación con el otro. Si en la concepción moderna el sujeto parte de su conciencia o de su Razón para establecer cualquier vínculo con el otro, el planteo del ser-con va a postular la apertura ineluctable que nos define. Heidegger había abierto el camino hacia un cuestionamiento de la subjetividad moderna a partir del desarrollo de la idea de Dasein en su finitud. No obstante, el pensamiento de la comunidad aporta algo más: en Heidegger, el Dasein se retrotraía a su mismidad en su ser-para-la-muerte. Había allí un reingreso de la concepción monádica del sujeto. Los filósofos de la comunidad ponen de relieve que la muerte que nos importa es, antes que la nuestra, la del otro,6 lo cual implica llevar adelante las consecuencias de la propia ontología que están proponiendo. Si el otro me constituye, estoy en un vínculo indisoluble, y es su muerte la única que tiene interés para mí. Si se vuelve a la pregunta por “lo común” de la comunidad, desde este punto de vista se delinea la idea de que lo que nos une no es ningún atributo esencial, sino una ausencia, una falta. El único vínculo posible es a su vez aquello que nos separa. Ese Cum ―que forja la comunidad en los términos de Cacciari― no puede ser una serie de propiedades que cada uno detente de manera aislada para recién luego entrar en vínculo. Si la alteridad forma parte constitutiva de sí, la comunidad es anterior al sujeto, al individuo, al propietario. No “se forma” comunidad por la suma de voluntades, “se es” comunidad. 7 Es posible, a partir de lo desarrollado hasta ahora, argumentar que esta ontología tiene consecuencias para la manera de pensar no sólo la relación entre sí y el otro, sino también para la separación que hace del espacio ―y, por extensión, de la ciudad― un objeto frente al sujeto. La separación entre interioridad y exterioridad sobre la que se funda nuestra relación con el entorno 8 debe necesariamente ser revisada a la luz de una crítica al solipsismo cartesiano. 6 7 8 En tanto se trata de una ontología, la referencia al otro o al sí mismo están en un nivel que va más allá de los seres humanos empíricos, y que hace más bien a la condición general de su ser, que no es vista como una esencia inmutable sino como apertura. El pensamiento de la comunidad despliega distintas figuras con las cuales pensar esta “comunidad de la no comunidad”, como por ejemplo la amistad ―en sentido nietzscheano―, la solidaridad, la hospitalidad. Cragnolini, “Extrañas comunidades: para una metafísica del exilio”, 51-64. Ya el lenguaje corriente ―aquí se ve en el empleo del término “entorno”― habla de la concepción del mundo como “lo que rodea al sujeto”. El mundo aparece como el predicado de una conciencia destacada. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 49 50 Silvia Hernández LA APERTURA DEL ESPACIO: HACIA UNA ARQUITECTURA NO REPRESENTATIVA Hablar de “el espacio” es pensarlo como algo constante y homogéneo, universal y siempre igual a sí mismo, divisible en partes, en suma, como recurso. Esta concepción se muestra solidaria con la del solipsismo del sujeto. Por su parte, Heidegger puso en cuestión la separación naturalizada entre sujeto y espacio. En “El arte y el espacio” sostiene que éste no es una categoría interna del sujeto ni un dato objetivo, sino que prefiere pensar su apertura junto con la del Dasein. Como consecuencia, es necesario establecer que la apertura del espacio no es compatible con un concepto de sujeto moderno, porque el lugar de lo abierto es el del acontecimiento, es decir, de aquello que irrumpe y es por lo tanto un cuestionamiento de la racionalidad planificadora y objetivante: En el espaciar se manifiesta y se encierra un acontecer. Carácter éste del espaciar fácilmente desatendido. Y cuando es percibido, aún es difícil determinarlo, ante todo porque el espacio físico-técnico sigue siendo el espacio al cual toda denotación sobre lo espacial debe primeramente referirse. 9 Heidegger pone el ejemplo de un puente que une dos orillas de un río, y dice que esas dos orillas, antes del puente, no eran lo que devienen luego. El puente inaugura algo más, crea plazas, espacia. El puente de madera viene a desocultar las dos orillas en tanto tales. Desde una racionalidad científicotécnica, podría decirse que el puente es una respuesta dada a una necesidad preexistente. El posterior buen o mal resultado del puente en la región revelará qué tan adecuadamente se había interpretado la necesidad, o qué tan (in)adaptadamente se han comportado los pobladores; por lo general, suele ser éste el argumento esgrimido para explicar todo fracaso en la planificación urbana o en la construcción. En la óptica propuesta por el texto de Heidegger, el puente espacia, es decir, en los términos que Derrida toma de Mallarmé, que ce qui a lieu, c’est le lieu. Derrida, por su parte, elabora un interesante pensamiento que propone poner en suspenso la separación instalada entre filosofía y arquitectura, solidaria de la que disocia la teoría de la práctica. Intervino en algunos proyectos 9 M. Heidegger, “El arte y el espacio”. Revista Eco, 122 (1970): 113-120. Traducción De Tulia De Dross; disponible en http://www.heideggeriana.com.ar/; Internet (consultada el 05 de junio de 2011). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 El pensamiento de la comunidad… arquitectónicos, entre los cuales puede mencionarse el del parque La Villette (París, 1984), en el cual participó junto al arquitecto Bernard Tschumi. Derrida desarrolló, entonces, una línea de pensamiento en torno de la cuestión del espacio y la arquitectura. En este sentido, alerta respecto de un aspecto del pensamiento heideggeriano. En “Maintenant la architecture”, 10 señala que la arquitectura tal como la conocemos (a la cual designa como una “arquitectónica”) ha estado basada en una axiomática que ha quedado ya naturalizada. El principio que la unifica es el que dice que la arquitectura debe tener un sentido, presentarlo y de ese modo significar. Ese sentido no es inmanente a la arquitectura, sino que le viene dado como fundamento, ya sea bajo la forma de un arkhé como de un telos. La arquitectura es por lo tanto representativa de ese principio, es decir que se da dentro de una semántica regida por la metafísica. La axiomática que rige a la arquitectura se basa en cuatro puntos de invariancia, por los cuales la obra arquitectónica debe: a) orientarse al habitar (de los hombres o de los dioses); b) mantener las jerarquías y conmemorar el pasado, alimentando así una memoria del poder; c) cumplir alguna función, ponerse al servicio de alguna teleología, como por ejemplo “satisfacer necesidades”; y d) someterse al valor de belleza y reenviar así a las bellas artes. 11 El primero de estos principios incluye al planteo que Heidegger desarrolla en “Construir, habitar, pensar”, 12 en tanto éste propugna la necesidad de restablecer el lazo perdido entre construir y habitar como forma de dar salida a la crisis habitacional ya presente por entonces. Si se suscribe el planteo de Derrida, se encuentra en este punto de la propuesta heideggeriana un esencialismo del habitar que es necesario dislocar. La concepción de arquitectura norepresentativa explorada por Derrida apunta, en este sentido, a deconstruir la arquitectónica sustrayéndola de los principios externos que la condicionan. 13 10 11 12 13 J. Derrida, “Maintenant l’architecture”, en: Psyché. Inventions de l'autre (Paris: Galilée, 1998), 477-493. Ibíd. M. Heidegger, “Construir, habitar, pensar [Bauen, Wohnen, Denken]” (1951). Conferencia pronunciada en el marco de la "Segunda reunión de Darmastad". Disponible en http://www.heideggeriana.com.ar/; Internet (consultada el 5 de junio de 2011). El autor tomará precauciones respecto de una posible acusación de recaída en un esencialismo a partir de este punto. Señala primero que el momento negativo de la deconstrucción debe ser necesariamente completado con uno afirmativo, en tanto la deconstrucción no es un nihilismo, ni pretende una inversión de la axiomática en pos de lo inútil como nuevo telos. La dificultad es cómo construir desde la arquitectura misma, sin por ello adoptar posturas puristas o formalistas. Será entonces cuando proponga la idea de una “transarquitectura”. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 51 52 Silvia Hernández Ni arquitectura ni anarquitectura: transarquitectura. Ella se explica con el acontecimiento, no ofrece su obra a los usuarios, los fieles o los habitantes, a los contempladores, los estetas o los consumidores, ella llama a lo otro de ellos para que a su turno invente el acontecimiento, signe, 14 consigne o contrasigne: avanzada de un avance hecho al otro ―y ahora 15 la arquitectura. 16 Aparece en esta idea de transarquitectura una orientación especial respecto de la relación entre sujeto y espacio. Si se piensa en la arquitectura en sentido tradicional, pensada para un fin, para satisfacer una necesidad (habitacional, de transporte, estética, religiosa, entre otras), se encuentra que ella prevé también un sujeto (habitante, usuario, contemplador, feligrés) al que presupone dotado de ciertos atributos. Yendo un poco más lejos, podría pensarse que la escala humana está operando desde el Renacimiento como denominador común de todos ellos. Por el contrario, el proyecto de La Villette implica según Derrida un “romper la escala”: mostrar la ausencia de fundamento a priori para el establecimiento de un patrón universal para la construcción. Porque si se siguiera sosteniendo, al contrario de la arquitectura como coup de dés, que el hombre es la medida de toda estructura arquitectónica, ¿de qué “hombre” se estaría hablando? ¿Qué ocurriría con las diferencias? UNIDOS POR AQUELLO QUE NOS SEPARA: UNA COMUNIDAD DEL DES-ENLACE Retomando el pensamiento de la comunidad, Massimo Cacciari en su libro El Archipiélago, Figuras del otro en Occidente, se pregunta acerca del Cum, lo que une-distingue a cada una de las islas. El mar es aquel que las une, al tiempo que las separa: no se tienen en común más que las diferencias. La comunidad, pensada a partir de esta figura del archipiélago, se esboza como un “pluriverso”, siempre amenazado por el Logos que homogeniza de las diferencias. ¿Podrá concebirse una ‘comunidad’ de islas en perenne navegación la una contra-versus la otra? Solamente si cada una se sabe y se manifiesta a sí misma no como individualidad simple, ni como resuelta, completa, satisfecha unidad, para imponerse como centro de un espacio jerárquicamente orientado. Solamen14 15 16 Signer puede traducirse también por “firmar”. Maintenant puede traducirse como “ahora”, “ya”, pero también como el gerundio de “mantener”. El autor juega con esta ambigüedad a lo largo del texto. Derrida, “Maintenant l’architecture”, 485. La traducción es nuestra. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 El pensamiento de la comunidad… te si cada una, conociéndose a sí misma, descubre en sí misma la complejidad, las mismas variables e impredecibles ‘geometrías’ que forman la armonía del Archipiélago. (…) Diferentes islas, pero diferentes también los lenguajes que habitan a cada una. (…) Ninguna relación ‘externa’ sería concebible sin esta sociedad ‘interior’. 17 El autor confronta la individualidad constituida, cerrada (coherente con una idea de espacio compuesto de unidades y jerarquizado según algún principio) 18 con la apertura impredecible y la conciencia de la propia multiplicidad constitutiva. Respecto de lo que interesa en este artículo, aparece en el párrafo citado la consecuencia que este replanteo en la concepción de sujeto implica en la manera de pensar el espacio: Cacciari entrecomilla “externo” e “interior”. La problemática que Heidegger había dejado planteada es retomada aquí: el sí mismo es a la vez exterior e interior a sí, toda interioridad se juega en esa tensión con la diferencia en el mismo núcleo de aquello que tenemos como lo propio. Esa desapropiación no supone una posterior recuperación de algo perdido, sino una vida en el afuera, en la exposición al otro. La idea del Archipiélago no es la de volver a lo originario, a una esencia perdida. Las islas no son fragmentos de una totalidad estallada, pero tampoco se trata de una multiplicidad dispersa e inconciliable. El aporte de este pensamiento radica en tratar de situarse en la región tensionada: ni centralidad del sujeto ni borramiento total; se trata más bien de un pensamiento del “entre”. 19 Si la arquitectura se interrogaba respecto de cómo proyectar, para quién hacerlo, la perspectiva de la comunidad puede ser un aporte si se la pone en relación con el planteo derrideano de una transarquitectura. Heidegger señalaba los peligros de la escisión sujeto-objeto, por la cual el mundo, pero también los otros, pasan a convertirse en recurso, separación que también aparece 17 18 19 Cacciari, El archipiélago, Figuras del otro en Occidente, 38. No interesa cuál sea ese principio: el último hombre nietzscheano y la masa que forman en defensa de sus propios intereses cuando los sienten amenazados, son indiferentes a la forma de gobierno o de ordenamiento (Cf. Ibíd.). Hasta principios como la tolerancia implican, desde esta perspectiva, la idea de que existe una imposición de una escala con la que medir toda diferencia y así, asimilarla. Al respecto, ver Mónica Cragnolini, “Gran urbe y marginalidad: el diferente como desafío ético. Pensando ‘desde’ Massimo Cacciari”. Cuadernos de Ética 19 (1998): 55-79. El planteo se coloca en un lugar de umbral, donde la tarea consiste en mantener a la vista la pregunta por el Cum, des-olvidarla, como forma de una “política imposible”: una que no sea reductora del otro a una serie de valores o principios impuestos. Al respecto, ver M. Cragnolini, Moradas Nietzscheanas. Del sí mismo, del otro y del “entre” (Buenos Aires: La Cebra, 2006). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 53 54 Silvia Hernández cuestionada en Cacciari. En Derrida, por su parte, una arquitectura que no esté dominada por principios que le son ajenos supone que ella misma se inscriba como una escritura del acontecimiento. En los términos del autor, el acontecimiento de la arquitectura no le llega a un nosotros ya constituido, a una subjetividad humana cuya esencia fuera detenida y que se vería entonces afectada por la historia de esta cosa llamada arquitectura. Nosotros no nos aparecemos a nosotros-mismos más que a partir de una experiencia del espaciamiento ya marcada de arquitectura. Lo que ocurre por la arquitectura construye e instruye ese nosotros. Éste se encuentra comprometido por la arquitectura antes de ser su sujeto: amo y poseedor. Por otra parte, la inminencia de lo que nos ocurre ahora (maintenant) no anuncia solamente un acontecimiento arquitectural: más bien una escritura del espacio, un modo de espaciamiento que le hace lugar al acontecimiento. 20 No se trata de un acontecimiento arquitectural en el sentido de grandes obras o proyectos, sino de una práctica de la arquitectura que, en tanto forma de la escritura, posibilita que lo aleatorio tenga lugar. Las consecuencias son múltiples, en tanto por una parte se pone en cuestión la distinción entre quien proyecta y quien usa, pero no en el sentido de una teoría de las “lecturas plurales”, sino ―más radicalmente― desde un enfoque donde quien proyecta no es (no puede ser) demiurgo, donde hacer obra es también un “borrarse”. El “nosotros” del párrafo puede ser referido a la comunidad en el sentido en el que la venimos planteando: la arquitectura no puede prever un destinatario sino al precio de silenciar la multiplicidad, la apertura, la incerteza. A MODO DE CIERRE. SOBRE LA METÁFORA DEL ARCHIPIÉLAGO Se hará referencia, para terminar, a un aspecto del estado actual de la región metropolitana de la ciudad de Buenos Aires. Se verifica aquí un ejemplo más del uso corriente de “comunidad”, relativo a las gated communities, más conocidas en nuestro medio como countries. En diversos estudios de sociología urbana acerca de las tendencias actuales en la región, se señala el aumento que dichas “formas urbanas” han experimentado a lo largo de las dos últimas décadas. Entre las explicaciones que se brindan del fenómeno, se encuentra principalmente el aumento de la brecha social que tiende a polarizar la sociedad entre quienes se beneficiaron económicamente en la década del ‘90 y 20 Derrida, “Maintenant l’architecture”, 478. La traducción es nuestra, la cursiva es original. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 El pensamiento de la comunidad… aquellos sectores de menores recursos que sufrieron sus efectos de manera más directa a través de la pérdida del empleo y del retroceso en la distribución del ingreso. En esta literatura, para referir al fenómeno, hay autores que lo designan como una urbanización con forma de “archipiélago”. Como resultado del cambio en el patrón de suburbanización a partir de la difusión de las Urbanizaciones Cerradas (UC), se ha pasado de un espacio metropolitano compacto, que avanzaba en forma de “mancha de aceite”, con una morfología, bordes y tentáculos bastante bien definidos; hacia un crecimiento metropolitano en red, de menor densidad, conformando una verdadera ciudadregión o ciudad-red, de bordes difusos, policéntrica, en forma de archipiélago urbano. 21 La metrópolis latinoamericana actual se desarrolla hacia una “ciudad de islas”. Esto resulta tanto del asentamiento insular de estructuras y funciones en su construcción como también del posterior aislamiento de espacios urbanos preexistentes mediante la construcción de rejas o muros. (…) [Las Urbanizaciones Urbanas son llamadas] “Burbujas” e “islas” cuyo tamaño y complejidad aumenta en medio del mar de pobreza que las rodea. Islas que son una respuesta a las fuerzas del mercado y la ausencia del Estado. 22 En la ciudad como archipiélago así entendida, lo que aparece puesto de relieve es cada isla en su singularidad. El exterior es neutralizado, el afuera se asemeja los territorios de la tierra inexplorada en los antiguos mapas de los conquistadores. “Afuera no hay nada”, dice el mapa, “sólo hay interior”. 23 El exterior es el lugar del otro como amenaza, contra el privilegio de lo homogéneo que se pretende murallas adentro. La metáfora del archipiélago empleada aquí es interesante porque pone acento en la centralidad que adquiere el muro para los habitantes de las urbanizaciones cerradas, en tanto sostiene la división adentro-afuera como garantía de resguardo de una identidad. La planificación urbana en este sector proyecta ámbitos para usuarios sociológicamente caracterizados, ante un exterior crecientemente pauperizado. Pero, luego del recorrido realizado en este artículo, cabe preguntarse: ese muro que separa, ¿no es a su vez aquello que conecta, aquello que inscribe en la piedra la relación trágica con el otro? 21 22 23 P. Ciccollela, “Buenos Aires: una metrópolis postsocial en el contexto de la economía global”, en: Buenos Aires, la formación del presente, ed. P. Pírez, 36-7 (Quito: OLACHI, 2009). M. Janoschka, “El nuevo modelo de la ciudad latinoamericana: fragmentación y privatización”. Revista Eure XXVIII, n°85 (2002): 24, 26. Algo similar podría decirse de los planos de la ciudad de Buenos Aires, donde las zonas donde están radicadas las villas aparecen como espacios verdes. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 55 56 Silvia Hernández En el archipiélago pensado por Cacciari, cada isla en la medida en que se conoce a sí misma ―pero nada en demasía― se sabe atravesada en sí misma por la alteridad: Nuestro socius por excelencia, nosotros mismos, es alter, es otro, que nos sorprende o seduce o captura o lacera, pero con el cual, sin embargo, cohabitamos irrevocablemente. Archipiélago interior del cual es imagen el archipiélago mediterráneo. 24 La tensión irremediable situada en un nivel ontológico instala una responsabilidad respecto de ese otro, que la muralla de la comunidad cerrada pretende silenciar en una práctica de acallamiento de esa diferencia que nos atraviesa desde el inicio. Silvia Hernández Universidad de Buenos Aires Dirección: Av. Avellaneda 984 – 5º 17 (1405) Ciudad de Buenos Aires – Buenos Aires E-mail: hernandez_silvia@yahoo.com Recibido: 8 de junio de 2011 Aceptado: 28 de julio de 2011 24 Cacciari, El archipiélago, Figuras del otro en Occidente, 39. En Cacciari aparece la tensión hostishospes, que no hemos trabajado aquí, pero que contribuye a una ampliación acerca de la relación de amistad-extrañamiento permanente con el otro. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 45-56 Ética na contemporaneidade: elementos para uma análise Nilo Henrique Neves dos Reis Resumen En este ensayo se busca demostrar que la discusión sobre la ética envuelve diversas problemáticas que carecen de la mirada atenta del escritor y al mismo tiempo, por ser polifacética, requiere de la contribución de otras áreas del conocimiento. Por lo tanto, es preciso examinar cuidadosamente el tema y, sobre todo, articularlo a los descubrimientos de la naturaleza humana y al patrimonio filosófico. Palabras clave: ética – violencia – filosofía – bioética – dignidad Summary The aim of this essay is to demonstrate that discussions on ethics involve different problematics that lack the careful consideration of the author and, at the same time, require the contribution of other areas of knowledge. Therefore, careful examination of the topic is needed and, above all, an articulation with the discoveries related to human nature and philosophical heritage. Key words: ethics – violence – philosophy – bioethics – dignity Minha disposição é a mais pacífica. Os meus desejos são: uma humilde cabana com teto de palha, mas boa cama, boa comida, o leite e a manteiga mais frescos, flores em minha janela e algumas árvores em frente de minha porta; e, se Deus quiser tornar completa a minha felicidade, me concederá a alegria de ver seis ou sete de meus inimigos enforcados nessas árvores. Antes da morte deles, eu, tocado em meu coração, lhes perdoarei todo o mal que em vida me fizeram. Deve-se, é verdade, perdoar os inimigos – mas não antes de terem sido enforcados. 1 A epígrafe freudiana poderia revelar que a violência é um fenômeno íntimo à natureza humana. De certo modo, ela não precisa de ambientes hostis para se manifestar, basta somente que as pessoas liberem seus desejos mais recônditos e, logo em seguida, a livre manifestação hipotética aflora em suas diversas fórmulas. Este aspecto humano parece divergir com a ideia difundida de que o 1 S. Freud, O mal-estar na civilização, trad. Durval Marcondes (São Paulo: Abril Cultural, 1978), 166. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 58 Nilo Henrique Neves dos Reis homem é um animal social e cooperativo. Em uma leitura histórica, percebese que ela foi, muitas vezes, utilizada para disciplinar a conduta dos homens, a fim de prestar auxílio entre si, para atender aos interesses do dominador ou mesmo moldá-lo a uma sociabilidade. Por tanto, a violência pode ser uma mera demonstração de força ou um instrumento de controle social. Como foi dito acima, a violência é, ao mesmo tempo, um fenômeno e o resultado de uma característica humana; então, ela é uma realidade do contexto social humano. Por violência entende-se qualquer ação do ser contra o ser. Ela pode se manifestar pela agressão, ora física ora psicológica, em todos os ambientes. Neste sentido, desviar o homem de seu encontro com o seu êxito ou contentamento é uma forma de violência, à medida que todos procuram a satisfação plena, seja física ou intelectual. Aceitando a ideia de que todos procuram o contentamento completo e são seres sociais, surge uma questão: como conciliar a busca da felicidade individual em uma complexa rede de relações humanas. A co-existência do ser humano se desenvolve a partir de sua relação com o outro. A co-existência é um elemento fundamental para o alargamento do homem em sua multiplicidade de quefazeres e, ao mesmo tempo, um obstáculo. Ao contrário dos outros animais que buscam suprir suas necessidades biológicas, o homem busca a satisfação em diversos campos. Assim, seu júbilo pode às vezes ser obtido pela mera competição entre seus semelhantes para conseguir glória e poder. Este tipo de atitude implica em conseqüências sociais, à medida que para atingir certas propriedades, o homem precisa tratar seu semelhante como coisa, objeto e meio para seus objetivos pessoais. Instala-se, em certo sentido, a violência contra o outro, pois, este, perdeu sua característica mais humana: ser um ser humano! Quando a violência se torna presente no universo humano, é preciso fazer uma reflexão filosófica sobre o caráter e a índole humana. Ideias de conduta tem orientado as sociedades há tempos, mas é também preciso pensar de modo radical este tema. De certo modo, quando se pensa acerca dos costumes e temperamentos humanos em sociedades, inicia-se uma discussão a respeito da ética. Nesse contexto, é significativo perceber que a ética tornou-se um vocábulo comum nas discussões atuais. Tal afirmação pode ser verificada pelos títulos propostos em várias áreas do cotidiano humano: Ética da vida, Ética e excelência, Ética do juiz, do promotor, e do advogado, Ética e compromisso social nos estudos olímpicos, Hackers – entre a ética e a criminalização, Homossexuais e ética cristã, Dicionário de ética econômica, Economia e ética, Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… Ética nos negócios, Ética e direito na música, Ética e responsabilidade social nos negócios, Ética e serviço social, Ética na comunicação, Ética no uso dos testes psicológicos, Em busca da dimensão ética da educação ambiental, Ética da sexualidade, Ética da leitura, Ética, trabalho e subjetividade, Ética e decoro parlamentar no Brasil e EUA, O que é ética em pesquisa. Esta pequena relação de títulos comprova a assertiva do tópico frasal. Do mesmo modo, não deixa de ser significativa a maneira que os títulos se relacionam com as mais distintas áreas do cotidiano humano. Esta série de livros mostra que o tema tem sido investigado e, ao mesmo tempo, que é preciso delineá-la. Afinal, fala-se de ética até em locais que transgridem os dispositivos estabelecidos pelas leis. 2 Com certeza as causas daquela produção devem interessar ao filósofo e aos demais profissionais que tratam diretamente do ser humano. A discussão acerca da ética é legitima à medida que as pessoas são seres valorativos. O mundo não é indiferente a espécie humana, pois as coisas precisam ser boas ou más, belas ou não, etc. Apesar da dificuldade de pensar do ponto de vista filosófico o tema, parece que seu mais grave problema começa na aplicação, em especial, quando contraria o que a pessoa realmente deseja por não ser, às vezes, socialmente aceita. Não se deve descuidar de outras inflexões ou mesmo de procurar apoio em outras áreas de conhecimento. Afinal, as inclinações humanas são várias. Parece que uma séria discussão acerca do vocábulo precise de metáforas, imagens para enquadrar as ações humanas. Tal modelo ajuda a criar uma sensação de reflexão universal ao mesmo tempo em que permite uma aproximação entre seres que vivem em diferentes culturas. Esta última palavra é um problema mais sério, mas que será desviado propositalmente nestas linhas. A imagem funciona como uma espécie de ferramenta, no momento em que capta o aspecto particular do indivíduo e reproduz uma forma geral, uma espécie de espelho que reflete a superfície a um quadro geral em que cada um se identifica com o outro. Vários foram os modelos pensados na história, ora dando destaque a certos caracteres da razão, ora aos sentimentos. De certo modo, a proeminência da razão tem se destacado, embora seja possível encontrar perspectivas mistas. 2 De acordo com o autor, “até no mundo da contravenção, bicheiros e traficante falam de ética em referência a lisura de suas atividades”. A. Valverde, “Bioética e aporias da tecnociência”, en II Dia da Bioética: desafios éticos (Feira de Santana: Universidade Estadual de Feira de Santana, 2005), 11. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 59 60 Nilo Henrique Neves dos Reis Desde que os filósofos, na Grécia Antiga, começaram a inquirir o tema, a configuração característica dos modelos procurou mostrar que a conduta ética excelsa era atingida quando a disputa entre a razão e as afecções humanas era vencida pela primeira, embora os antigos gregos tivessem tido, em suas epopéias, diversos exemplos dos dois caracteres. Em quase todas as discussões acerca da ética, recorrem-se aos conceitos e usos da razão e em sua antípoda, as afecções (as manifestações mais íntimas do sentimento humano). O passo seguinte é a escolha de imagem que possa representar tais valores. Em geral, a literatura fornece o exemplo. 3 Odisseus, por exemplo, é o modelo perfeito daqueles que valorizam a razão. Acontece que um personagem celebrado pela sua excepcional capacidade racional pode também manifestar as mais hercúleas afecções. De fato, dado a natureza humana, tais características podem coexistir em um mesmo ser. O personagem de Odisseus ficou conhecido pela sua industriosidade, sua capacidade de pensar além dos comuns. Deve-se a ele a vitória dos gregos sobre os troianos, com o ardil do cavalo. Sua inteligência criou uma estratégia para “ouvir” o canto das sereias sem cometer ato contra a própria vida. Ele viveu exposto aos maiores perigos e, ao final de sua epopéia, venceu todos os inimigos que cobiçavam suas terras e sua linda mulher. Uma situação significativa deste herói foi pela passagem na caverna do Ciclope Polifemo. Preso na cavidade rochosa e sem chances de locomover a enorme pedra que protegia o lar do gigante, ele recorreu a sua sagacidade para fugir a morte certa, o apetite do gigante. Depois de cegá-lo e escapar em sua nau, toda a prudência foi esquecida pela necessidade de pronunciar seu feito a todos. Ele proferiu seu nome para o ser ferido, o que possibilitou a vítima cobrar ao seu progenitor a vingança contra o desafortunado rei de Ítaca. Com efeito, o mesmo homem capaz de enganar o Ciclope ao se apresentar como “Ninguém” precisava manifestar sua Arete. 4 Esta passagem do poema merece destaque nestas linhas, pois, o mais industrioso dos homens, não perdeu a oportunidade de vangloriar-se de sua astuta inteligência. Não obstante a figura de Odisseus como modelo ético, é preciso considerar que ele é um modelo distante da sociedade atual, à medida que tal sagacidade foi coisa muito má distribuída nessas searas ocidentais. O quadro que se sugere aqui permite ao espectador, colocado em um ponto central da reflexão 3 4 É preciso notar que a escolha do ícone relaciona-se com a justificativa valorativa. A palavra “arete” poderia ser traduzida por excelência, nesse sentido, algo que o homem traz consigo. Em conseqüência da influência cristã, evita-se traduzi-la como virtude a fim de que não seja confundida ou assemelhada aos conceitos cristãos. Existem vários comentadores que se debruçaram sobre a questão. Nesse caso, ver em W. Jaeger, Paidéia: a formação do homem grego (São Paulo: Martins Fontes, 1995). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… ética, observar, como se estivesse do alto e ao mesmo tempo, como objeto reapresentado. A imagem sugerida, neste escrito, seria a do Minotouro. Na mitologia grega, foi um ser fantástico que, com corpo de homem e cabeça de touro, residia em um labirinto na ilha de Creta. Trata-se de uma criatura mitológica que permite um estudo acerca de sua criação, evolução e significado. Portanto, a partir de sua imagem seria possível elaborar uma série de significações com a espécie humana, na medida em que ele é resultante de uma escolha e, ao mesmo tem em que terá que ser escondido devido as afecções naturais mais proeminentes de seu caráter. A palavra Minotauro se associa a existência e, ao mesmo tempo, ao drama de Minos e seus irmãos Sarpécion e Radamante e, em seguida, ao entusiasmo desatinado pelo presente de um deus a um mortal: o touro de pelagem branca. Denomina-se existência ao fenômeno material que está imanente na criatura, nesse caso, as afecções, mas também ao paralelo do homem em ser um ser constituído de razão e afecções. Conta a lenda que este rei solicitou auxílio ao Deus Posídon em sua luta pelo reino de Creta. Estabelece-se uma relação transcendental entre Deus, homem e a própria criatura, na medida em que foi firmado um pacto entre tais personagens. Tal compromisso revela a existência de ritos, de valores morais que estabelecem uma ordem, um sentido ao universo. O pacto assegura o compromisso que as partes devem observar a promessa para evitar a quebra da harmonia ou mesmo o caos. A gênese do seres do Olimpo denota um conjunto de valores e crenças, aspecto fundamental para definir o homem em sua religiosidade e que, por decorrência, fomentará um código de conduta, um modo de agir de acordo com a norma. De acordo com o mito, Posídon socorre a súplica do pretendente a rei, mas exige dele o suplício do touro após a vitória de Minos sobre seus irmãos. Tomado por grande afeição pelo animal, porém, o rei recusa-se a sacrificá-lo em honra ao Deus. Esse breve relato do mito, é bastante controverso, no entanto, não deixa de ser significativo. Ao negar-se a cumprir sua parte no trato, Minos tenta impor seu desejo, seus limites à estrutura existencial. Os preceitos organizam as crenças e, por decorrência, a ordem político social das comunidades. A ruptura dos pactos ameaçam a ordem e pode, às vezes, gerar o caos. A fim de que os homens reconheçam o valor real das promessas e a submissão a vontade dos deuses, estes agem sobre o destino de seres imperfeitos. O que teria motivado Minos a não seguir as práticas religiosas acordadas em sua promessa? O fato que suas ações são acionadas, em última instância, por afecções, como superar os irmãos; conquistar o poder e a glória não é devidamente considerado à medida que ele usou a razão para percorrer seus objetivos. É imprescindível superar o local delimitado pelo palco da ação. Tal como o teaEnfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 61 62 Nilo Henrique Neves dos Reis tro, o tablado de madeira é só um espaço cênico, importante, mas não o único do teatro. É conveniente observar ainda que ele adota uma conduta motivada mais pela sua vontade do que pela razão, pois esta, caso tivesse prevalecido, perceberia que o cumprimento da promessa é parte nodal do acordo, seja entre homens ou deuses. É possível reconhecer que a discussão acerca do valor da promessa, os preceitos da tradição e as normas que harmonizam o imaginário do sagrado mantêm relação sobre os costumes e caracteres dos homens. Embora se tenha citado alguns livros, no início do texto, sobre ética, de acordo com a tradição, entender-se-ia pela palavra grega ética o mesmo que “costume”, sendo, portanto, entendida como um substantivo adjetivado, na medida em que denota uma freqüência dos costumes, um modo de ser, um comportamento habitual. Para o leitor mais insatisfeito, basta sugerir que o vocábulo permite uma multiplicidade de sentidos. 5 Desse modo, a melhor maneira de entender o sentido exato do termo seja associando a um filósofo determinado, mas isso não elimina a questão de que o tema é controverso e plástico. Aristóteles, 6 por exemplo, por um lado, em Ética a Nicômaco, ensina que a busca da felicidade é o objetivo último do homem racional. Assim sendo, deve conduzir sua existência por meio da moderação. A peculiaridade do homem ou o modo de viver é orientado pela razão. Ela deveria ser utilizada como meio de se evitar os extremos. Por outro lado, Hume, 7 no Tratado da natureza humana, escreve que a razão não é mais do que uma escrava das paixões. Embora seja uma temática polissêmica, não se deve desconsiderar que o estudo do fenômeno ético, em última instância, suscita a reflexão acerca da conduta do homem em-si e entre si. A grande discussão à baila é saber se a razão ou afecções devem determinar a ação humana. Com bases nessas considerações, é comum se eliminar a reflexão acerca do que é ética tomando como padrão que certas qualidades devem ser buscadas pelos homens e outras evitadas. Embora seja complexo pré-determinar a dualidade das antípodas, elas existem e são encontradas ao longo da história em todas as sociedades e instituições. É muito comum associarmos aquelas questão anterior os conceitos de virtudes e vícios a discussão ética. Para o homem ocidental, trata-se de algo co5 6 7 Chaui aponta uma diferença semântica que pode ocorrer com a tradução da palavra Éthos. Ver em M. Chaui, Convite à filosofía (São Paulo: Ática, 2009), 310. Aristóteles, Ética a Nicômacos, trad. Mário da Gama Kury (Brasília: UnB, 1992), 24. David Hume, Tratado da Natureza Humana, trad. D. Danowski (São Paulo: Herder; USP, 2001), 451. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… mum seguir as primeiras e, ao mesmo tempo, evitar as segundas. A questão parece fácil no papel, mas antes da escolha é preciso determinar quais são as virtudes e vícios e se elas estão de acordo com as inclinações humanas. Afinal, o que significa tais conceitos? Independente da questão valorativa, os seres possuem inclinações mais significativas do que a compreensão daqueles conceitos. Por inclinações se denomina as afecções que as pessoas realmente desejam. Pode parecer contraditório e até mesmo tautológico nominar de afecções o que as pessoas realmente desejam, porém, é significativo frisar a relação que se estabelece entre elas, pois há o recorrente risco da discussão se restringir ao campo teórico. Tal interpretação torna-se problemática, à medida que uma profícua discussão acerca da ética deve ter conotação direta com a aplicação. Ao mesmo tempo, é preciso ter o cuidado de um conceito determinado ser exportado para outros campos de saber com um significado diferente daquele usado aqui. As áreas associadas à saúde, por exemplo, costumam chamar de afecção qualquer patologia que ocorre no corpo humano. Contudo, nestas linhas, denomina-se o termo como também um estado de ser, no qual esse direciona sua vontade mais íntima para algo, às vezes com o apoio da razão e, às vezes, independente dos seus ditames. Desse modo, uma discussão sobre o que seria a ética precisaria de uma investigação profunda acerca do que é uma virtude e um vício. Além disso, tal perquirição necessita manter uma conexão recíproca com a mente humana, a fim de saber quais forças instintivas atuam sobre as escolhas humanas. Não obstante a discussão do último termo, que envolveria uma nova celeuma acerca dos apetites “normais” e “patológicos”, cumpre lembrar que o ser humano nasce na condição de ser para o consumo, ou seja, a relação do homem com a natureza é também uma relação de assimilação de produtos. Trata-se de uma questão complexa, mas a criança desde o nascimento está condicionada à situação de ser desejante. Tal como o Minotauro, seu apetite busca unicamente a satisfação dos seus desejos, embora possa algumas vezes postergar ou abdicar deles por um mais efetivo e viável. A permuta por objetos permitiria afirmar que o ser humano está condenado a opressão dos seus desejos, pois, mesmo quando muda o objeto, ainda é o desejo que busca outra coisa. A criatura, embora seja um ser híbrido, vive de acordo com a característica determinante do seu ser, a parte animal, porém, é preciso lembrar que a fera possui os caracteres da mãe, ou seja, ela guarda ou escraviza uma parte animal dentro de si. Segundo a lenda, sua mãe tentou educar a criança, porém, foi malsucedida no empreendimento. Uma leitura desta passagem permite pressupor a tentativa de educá-lo de acordo com os costumes da comunidade em que vivia. O Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 63 64 Nilo Henrique Neves dos Reis processo de educação da mentalidade, a consciência de si e do outro, é longo e, às vezes, controverso. As exigências políticas da classe dominante não procuram demandar as reivindicações dos dominados nem sequer entender as inclinações naturais que terão repercussões sociais em algum momento. A própria ideia de direitos e deveres varia no tempo e em sociedades. Em verdade, o tema é abstruso e precisa ser construído dentro do artifício educacional. Entretanto, a educação apenas possibilita ao ser humano compreender a realidade, visto que a real apreensão está associada a um esforço e este a uma determinada visão social de mundo. A Educação também pode ser reacionária. Não obstante as pedagogias adotadas, é por meio delas que as instituições moldam as ‘condutas aceitáveis’ das pessoas. Este fenômeno é tão natural na espécie humana que parece ser sempre afortunado insistir repetidas vezes no processo educativo dos novos membros da comunidade. De fato, a educação tem sido um remédio e um expediente necessário para o homem se transformar no próprio homem. Somente estimulando o uso da razão, no processo educacional, possibilita-se ao espírito humano desenvolver-se em todas as suas faculdades. A questão é que sempre houve uma enorme preocupação com a razão e, ao mesmo tempo em que houve um quase esquecimento dos sentimentos. Parece que os sentimentos deveriam ser confiados exclusivamente à família, já que o Estado teria a ocupação da educação formal. Se por um lado, a educação auxilia a criatura a se tornar consciente e plástica diante da realidade. Por outro lado, cada ser humano nasce e desenvolve suas afecções sem quaisquer incentivos. Tanto a razão como os sentimentos precisam ser educados, mas por uma ética da alegria, jamais repressora! De modo inverso, desde a tenra idade, é ensinada (para não dizer domesticado) a renunciar a sua característica natural: desejar! Tal verdade é problemática, pois, desse modo, a ideia de um ser racional e cooperativo sofre um ataque sem igual. É evidente que o tema requer uma análise mais cuidadosa, mas não deixa de ser significativo aceitar a ideia de que os homens possuem certas inclinações naturais, dentre estas, a vontade peculiar de satisfazer seus apetites. Exposto tal situação, cabe discutir o que seja ética, porém, sem as famosas prescrições notadamente repletas de moralismo proibitivo. Apesar de algumas variantes, o quadro referencial para a análise humana pode ser atribuída à criatura aprisionada sob a cidade de Creta, devorando, de tempos em tempos, vítimas para atender aos seus desejos. O Minotauro possuía a marca humana, visto que era um ser híbrido. A espécie humana é tão híbrida como a criatura. Colocar a discussão sobre as justificativas da decisão livre e responsável é desconsiderar os aspectos naturais e as intricadas influências que elas exercem Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… na virtude artificial do livre arbítrio. A natureza humana pode ser interpretada de muitas maneiras, contudo a maior proeminência é dada à luta da razão para dominar as afecções. Este tem sido o ideal de ser humano difundido por algumas filosofias e, com alguns ajustes, pela doutrina cristã. É evidente que esta tradição agirá de algum modo sobre as reações biológicas do ser humano. No entanto, elas são naturais. Reprimidas, escondidas sob a pele, ajustam-se aos comportamentos sociais impostos pelas instituições, mas as pulsões estão ali. Acontece que o mundo é saborosamente convidativo aos sentidos, mostrando a todo instante que o exercício da razão só pode muitas vezes permutar o objeto de desejo, pois, em última ação, é o desejo que domina a ação. A natureza humana é mista. Além disso, toda criança é uma espécie de animal híbrido que precisa ser educada a aceitar a vida em sociedade. As crianças são ensinadas, como o Minotauro, a reprimir seus desejos. Não se trata aqui de dar vazão sem limites aos desejos desmedidos dos neófitos, mas sim educá-los em uma forma alegre, sem que para isso seja preciso esconder cada minotauro que venha ao mundo. Os adultos reprimidos de hoje foram as crianças deixadas à sorte do destino para trabalhar seus sentimentos diante de mundo cruel e competitivo. Tal como o ser cretense, eles escondem seus sentimentos nos labirintos da Creta contemporânea, à medida que não conseguiu que a parte selvagem do seu ser prevalecesse sobre a social. O comportamento social padrão é apenas uma máscara cultural, eficiente, mas uma máscara, pois a latência instintiva foi hiper-reprimida. Não obstante, teria um animal sido banido da cidade ou, simplesmente, escondido? Esta pergunta envolve a própria compreensão da ética. O processo que transforma o homem no homem não elimina o minotauro existente em cada um, apenas o coloca debaixo da cidade. Quiçá a cidade seja a pele humana? A vida em sociedade permite ao ser humano transcender sua própria condição humana. Para isso, é preciso educar os sentimentos com uma proposta mais adequada do que a simples repressão dos instintos. Talvez, a primeira formulação a ser feita é entender que a ideia difundida de que apenas a sociedade tecnológica permite a evolução humana seja excessiva e ideológica. Por trás da excelente ideia de evolução tecnológica (seguida da biológica), ramificase uma crença sem fundamentos de progresso contínuo da espécie humana, rejeitando o fundamento de uma natureza imutável, fixa que sempre renasce em cada ser humano que chega a este mundo. De certo modo, a educação e a força física, que reinam nas sociedades, conseguem evitar o caos social. É evidente que a sociedade cria mecanismos de contenção e normas rígidas para a vida em sociedade. Aliás, sem elas, facilmente, qualquer sociedade su- Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 65 66 Nilo Henrique Neves dos Reis cumbiria. 8 Um diagnóstico das propostas utópicas nega-se a reconhecer a situação híbrida do ser humano, o que permitiria deixar latente a exposição à desordem. Deste modo, o reconhecimento dos caracteres humanos mais íntimos precisam se tornar claros para a comunidade. A educação tem sido o caminho mais profícuo para estabelecer padrões de conduta e, ao mesmo tempo, esconder a inclinação humana. Assim sendo, o ser humano não pode ser deixado à auto-suficiência, como elemento isolado, mas sim como membro ativo de sua sociedade. Um ser de relações, mas de relações complexas que precisa aprender a negociar desde cedo uma série de sentimentos naturais e, ao mesmo tempo, viver em uma sociedade excludente, repressora e mascarada de interesses. A compreensão da natureza humana é essencial para tornar o homem um ser social ajustado a sociabilidade. A sociabilidade precisa criar condições, por meio da educação, para implementar um tipo de ética capaz de utilizar os sentimentos para formar o cidadão, ao invés de reprimir as afecções sob o risco de esconder a criança híbrida que um dia se tornará o minotauro. DA BIOÉTICA Hubo un tiempo en que todo el mundo esperaba casi todo de la filosofía. Era el tiempo en que los filósofos trazaban confiadamente las principales líneas de una imagen del mundo dejando en manos de los físicos la servil tarea de completarla em alguno de sus detalles. Cuando se vio que este enfoque apriorístico fallaba, el físico renunció por completo a la filosofía. Hoy nada Bueno espera de Ella. Tanto más cuanto que la mera palabra “filosofia” suele evocar en el una sonrisa irônica e, incluso, desdeñosa. El físico no tiene tiempo para perder con las palabras hueras. 9 Desde que a ciência tornou-se predominante, por meio da tecnologia, a explicação do ambiente que cerca a realidade humana, parece ser decidido exclusivamente por seus saberes. O escritor Leão simplificara tal assertiva ao afirmar que é a ciência que determina o ser e a verdade do real. 10 Trata-se de um fato; os fatos são imperantes! Desde que conseguiu a admiração e sucesso, ela tem procu8 9 10 Freud, O mal-estar na civilização, 164. M. Bunge, Filosofía de la física. Trad. José Luis García Molina. (Barcelona-Caracas-México: Ariel, 1982), 11. Emmanuel Carneiro Leão, Aprendendo a pensar (Petrópolis: Vozes, 1977). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… rado expandir seu universo de influência em outros saberes, como a religião e a filosofia. Trata-se de um processo natural de hegemonia de uma parte sobre outras, como na política internacional. Não se pretendia minimizar o advento das ciências nem tampouco questionar os limites deste saber. Na interpretação de alguns cientistas, somente a ciência deve determinar os caminhos do ser. Eis a questão teórica que tornaria o tema convidativo a reflexão, contudo, neste momento, gostaria de pôr em análise a bioética. Conforme escrito antes, não é tarefa deste texto discutir o avanço tecnológico, mas sim a conduta do que seria a discussão correta acerca da ética do fabricante de ciências. Assim, o problema localiza-se exclusivamente sobre o proceder do cientista quando o assunto de sua pesquisa envolve o ser humano. Não obstante o comportamento ético, a questão é saber se os agentes sociais que promovem a discussão acerca da ética possuem uma base referencial e histórica do que seja este tema, a ponto de perceberem que o assunto não pode ser discutido por pintores que desconhecem os elementos envolvidos nesta arte. Uma pintura pode ser realizada por qualquer ser humano que consiga segurar um tufo de pêlos com tinta nas pontas, mas uma reflexão acerca do revestimento das superfícies, as cores, da tonalidade, e das escolas só poderá ser feita com maestria por alguém que conhece a história da pintura. Neste sentido, a filosofia teria um patrimônio a oferecer as ciências, um entendimento que pode ser utilizado como herança com as novas conquistas científicas. Recorrer à referência filosófica ajudaria a promover novas perspectivas, a exemplo do sujeito da pesquisa, conforme prevê a Resolução 196 de 1996, não pode ser colocado como objeto da pesquisa, à medida que esta última condição introduz a violência na relação ética entre pesquisador e o ser humano, que foi coisificado na pesquisa. Coisifica-se o ser humano sempre que ele não é pensado como ser humano. Deste ponto de vista, houve uma violência. Foi-se dito e escrito que qualquer ação ética que não reconheça o ser humano como ser humano não condiz à compreensão do pleno sujeito. A pessoa para se manter digna em suas relações sociais, precisa manter sua dignidade ativa, torná-lo objeto seria controverso à própria condição. Portanto, o discurso da bioética foi avançado ao reconhecer que a pessoa possui uma dignidade. Mas o que é dignidade? Ide ao início do termo. Dignitas provêm do idioma latino e sugere algo como valor, nobreza, etc. Em seguida, constate-se que é um substantivo feminino. Além disso, o que mais significa tal palavra? Em uma tentativa malfadada ao sucesso, poder-se-ia afirmar que se trata de uma característica moral que causa respeito a outrem. Em suma, alguém tem algo que é valorizado pelo outro. A civilidade do homem contemporâneo só torna mais profunda as afecções que podem irromper a qualquer instante. De certo que tal dignidade Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 67 68 Nilo Henrique Neves dos Reis produzida pelo avanço não foi acompanhada por uma mudança radical do ethos, uma ética que permitisse o afloramento dos sentimentos aliada a uma responsabilidade do indivíduo. Algumas vezes a razão pode colaborar, mas o reconhecimento do outro como outro só acontece por algum tipo de afecção: amor, compaixão, solidariedade, etc. De que maneira a dignidade atinge o outro? Talvez, pela solidariedade! É sempre um esforço profícuo entender a origem das palavras e suas multiplicidades em uso. Por isso é importante investigar se a dignidade serve para atribuir um valor a um sujeito ou como um discurso que esconde outros valores de uma sociedade rachada que mascara diferenças sociais gritantes com floreios vocálicos. Não se deve esquecer que a relação ética do ser humano começa, de fato, em sua consciência, portanto, trata-se de uma questão paradoxal, à medida que ele precisa realizar um esforço dentro de si para se reconhecer como sujeito e, ao mesmo tempo, volta-se para o mundo, a fim de reconhecer o outro como seu semelhante. Tal exercício envolve uma preparação inicial e contínua, visto que o ser humano encontra-se em formação até o final de sua existência. Além disso, esse esforço só será continuo se for de interesse de algum sentimento. Vê-se no parágrafo anterior duas coisas distintas. Em primeiro lugar, a dignidade precisa ser reconhecida pelo outro. A razão deveria ser o instrumento se soubesse compensar o papel das afecções; mas a sociedade moderna prefere reprimir os sentimentos. Em segundo, estaria o outro pronto, do ponto de vista moral, a reconhecer tal dignidade? O outro só pode ser reconhecido como livre no momento que escapou as misérias materiais do mundo. A ideia de uma ética sem as condições mínimas de vida não são aplicáveis na prática. Diante da ausência de consciência de si (fruto de educação cidadã), fome e da sobrevivência, certos direitos naturais (afecções) se tornam proeminentes. A sociedade coeva esforça-se em transmitir a ideia de harmonia, enquanto na verdade utiliza os mecanismos de controle para encobrir as mazelas do capitalismo. Tal como Minos, em Creta, lança-se o desconforto, as tensões, para os labirintos contemporâneos. Enquanto a harmonia estiver contida a níveis sociais, sacrificam-se os jovens atenienses, assim como se imola, as forças criadoras, a favor da velha ordem. Vive-se em um mundo em que a interpretação da realidade é polissêmica, competitiva, excludente e paradoxal, porém poucos conseguem compreender este fenômeno como histórico e não natural. Que a vida em-si é complexa, trata-se de um fato. Quer se goste ou não, a vida é fonte de dores. Não se trata de uma visão pessimista, mas a existência humana é marcada tipicamente pela dor, poucos, porém, estão preparados para lidar com essa situação da existência humana. Viver os sentimentos próprios já se constitui em uma epopéia pessoal, mas a conduta ética se estabelece na pessoa e no seu semelhante. Neste caso, as palavras de Ortega y Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… Gasset continuam apropriadas: eu sou eu e minha circunstância e se não salvo a ela não salvo a mim. 11 A questão é: quem superaria o solipsismo da realidade para encontrar-se com os outros? De fato, em nenhuma época ocorreram tantas invenções e produção de saberes do que na contemporaneidade, no entanto, o ser humano continua um enigma para si. Houve desenvolvimento tecnológico, mas, o homem ainda alimenta o minotauro dentro de si; talvez, mais do que antes. A sociedade para manter seu ordenamento precisa aumentar o nível de policiamento e repressão, forçando a criatura a se fechar no seu labirinto. Na medida em que as ciências determinam o real, conforme escreveu Leão, seria conveniente que concebesse os remédios para curar a fera. No entanto, ela não enfrenta a barbárie do ser humano, ao invés, fornece instituições e psicotrópicos para lidar com a fragilidade humana. De certo modo, as afecções são parte deste ser híbrido, à medida que foram abandonadas à margem das políticas ou tratada de modo marginal pelos agentes públicos. Por que tal situação controversa persiste? Afinal, o que é a ciência? Após as indagações deixadas acima, não se deve buscar a gênese das ciências para saber que os olhos ficam abaixo da testa no ser humano, mas sim colocar a seguinte pergunta: conhecer o homem e o mundo não é outra coisa senão conhecer a profunda essência do ser humano? Este saber se volta para o ser humano ou se volta contra o ser humano? Se existe uma criatura contida em cada ser humano, as ciências deveriam tratar o problema de modo sério, procurando entender como a ordenação reprime ou que mecanismos precisam ser criados para que a sociedade seja verdadeiramente harmônica. Na contramão das ações, o discurso científico é do contínuo progresso, pois o desenvolvimento tecnológico propicia as condições ideais para a existência humana. Aceitando a ideia de que se vive na era das ciências, não deixa de ser significativo pensar que: nenhuma época acumulou sobre o homem conhecimentos tão numerosos e diversos quanto a nossa. Nenhuma época apresentou tão bem e sob forma mais tocante seu saber sobre o homem. Nenhuma época conseguiu tornar este saber tão pronto e facilmente acessível. Mas nenhuma época também soube menos o que é o homem. Em nenhuma outra o homem apareceu tão misterioso (Heidegger apud Jolif). 12 11 12 José Ortega y Gasset, Meditações do Quixote, trad. Gilberto de Mello Kujanwski (São Paulo: Livro Ibero-Americano, 1967), 52. J. Y. Jolif, Compreender o homem: introdução a uma antropologia filosófica (São Paulo: Herder; USP, 1970), 15. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 69 70 Nilo Henrique Neves dos Reis Jolif utilizou a epígrafe de Heidegger, em 1950, e, embora os avanços tecnológicos tenham se multiplicado, os mistérios humanos ainda continuam na mesma situação. Vive-se na ilusão das ciências, mas também no silêncio do ser humano. Afinal, as ciências podem descrever todos os processos biológicos da vida humana, podem explicá-las com vários argumentos “comprovados cientificamente”, porém, o sentido da vida é, em última instância, uma escolha existencial que foge ao controle das ciências estatísticas. Parece que quanto maior a presença das ciências, maior a distância do que seja a reflexão pelo sentido da vida, pois, ela possui uma limitação, um obstáculo a própria concepção de realidade, embora, o discurso científico define o que é o ser e o que é a verdade da realidade (Leão) na contemporaneidade. Afinal, o que é a realidade? Esta pergunta é complexa e está entrelaçada com outro problema não menos sério: o que é a verdade? A reflexão acerca da verdade envolve tantas dificuldades que começariam com a sua história, porém, para futuros prolegômenos filosóficos, servem as palavras do escritor espanhol Ortega e Gasset: “uma verdade não é uma verdade porque se deseja; mas uma verdade não é descoberta se não se a deseja e porque se deseja se a busca”. 13 O parágrafo acima mostra como é complexo tratar superficialmente temas que são recíprocos. Não é possível discutir um tema filosófico sem adentrar em diversas reflexões ao mesmo tempo. A própria discussão acerca da ética mostra que é preciso eliminar carimbos que evitam as fronteiras com outras áreas de conhecimento. Um ser humano é muito mais do que carbono ou água com reações químicas, ele é um ser estético e axiológico. Ele pode ser conduzido em massa, mas pode, sem explicação alguma, permutar suas escolhas. A escolha é outra característica do ser humano. Independente do grau de valorização das ciências, ele é, em algum grau, quem decide que as ciências são os determinantes da realidade. Um leitor apressado pode está aguardando a crítica hostil à elaboração científica e ao projeto de definir o que seja a realidade. No entanto, não são estes aspectos que se deve considerar nestas linhas. Em primeiro lugar, este texto não pretende ser um laudator temporis acti (louvadores do passado), pelo contrário, reconhece a presença das ciências na contemporaneidade como profícuas e sabe que o pleno desenvolvimento do ser humano dar-se-á em concomitância com este saber. Reconhece o significado e o papel das ciências para transformar o ser humano em tudo aquilo que 13 José Ortega y Gasset, Que é filosofia? trad. Luís Washington Vita (Rio de Janeiro: Livro IberoAmericano, 1971). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… ele poderia vir-a-ser, pois, definitivamente, a história mostra que esse ser é camaleônico, podendo ser um deus ou demônio para si e para os outros. Afinal, a existência é sempre recolocada de modo existencial para este ser. O segundo aspecto a considerar é que o passado é uma fonte de conhecimento inestimável. Desse modo, é conveniente tê-lo à mão por um motivo: somos humanos. De certo modo, o sucesso e o insucesso da espécie dependem desta lembrança. Da mesma forma que os sonhos da razão não podem alcançar as nuvens, o descuido com as afecções podem despertar o minotauro, ou seja, é preciso encontrar um caminho em que o pleno desenvolvimento das potencialidades não precisem reprimir o ser humano. O terceiro aspecto que poderia ser posto na ordem do dia é que as tentativas de reprimir as afecções pelo uso exclusivo da razão tem permitido que a criatura de Minos renasça constantemente na história. Em verdade, é preciso tomar consciência da condição híbrida. Talvez seja o momento de se pensar radicalmente em um caminho para se educar o ser humano, mas um caminho que se atenha às reais necessidades deste ser. Um caminho em que a repressão não seja o expediente mais profícuo nem o individualismo seja a bandeira da dignidade. É preciso investir na emancipação 14 do ser humano. Talvez este fosse o momento de se pensar em outro modelo ético, um que procure conciliar os sentimentos e a razão e não o contrário. CANDIDO 15 defendeu algo como uma ética da alegria. Talvez seja preciso abandonar a ideia de dignidade do ser humano e começar a se pensar em ideias que o tornem livre e ao mesmo tempo responsável socialmente, nesta ordem. Afinal, aquela é fruto da razão; esta seria irmã das afecções. Uma pedagogia dos sentimentos. Tal empreendimento que perpassa pelo processo educacional, mas precisa tornar o ser liberto das superstições. Deste modo, é preciso afastar as superstições acerca da razão, o mito das afecções e o discurso ideológico das ciências. Se as ciências cobrem o universo humano com seu manto hegemônico, é preciso clarificar que a totalidade do ser se difunde em múltiplos caminhos, sendo o mundo dos sonhos também fundamental para a espécie. Portanto, é preciso retirar a formulação de uma conduta ética coercitiva e fundá-la em uma consonância realmente eficaz. 14 15 Em conversas com o jornalista e estudante de Filosofia Francisco Antonio Marques Viana, tivemos a oportunidade de “ouvir” e conversar com ele sobre o tema. Estamos no aguardo da sua publicação. DVD Ética: “A arte de viver/ A culpa dos reis”, em Laser D [CD-ROM] (São Paulo: Culturamarcas, 2005). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 71 72 Nilo Henrique Neves dos Reis O discurso científico pretende ser decisivo acerca da realidade. Ancorado na ideia de que todos os campos do fazer humano devem se orientar pela busca do progresso e pelo uso exclusivo da razão. De certo modo, a bioética foi mais um fruto das ramificações das ciências. Porém, de modo controverso, este novo saber entendeu que o ser humano não é somente um ser biológico, mas que precisa ser respeitado em sua dimensão ética, por meio de sua dignidade. Contudo, tal leitura ainda é tímida. Se as ciências colocassem a Filosofia inserida no processo de desvelamento do ser humano na contemporaneidade, e não a deixando à margem do seu próprio processo de edificação perceberia que ela tem sido o palco da razão desde a Grécia Antiga. Até mesmo autores que fizeram a apologia do antiracionalismo sustentaram suas afirmações dentro de um discurso coerente e compreensivo para a razão e, talvez, por isso falharam ao propor uma ética que não soubesse pensar nos sentimentos em consonância com a razão. Assim, a filosofia não deve ser entendida como uma ameaça a algum tipo de louvador do passado, mas como um parceiro, uma aliada da razão. A razão tem se mostrado um elemento profícuo para interpretar os fenômenos do mundo e mostra-se eficiente para transformar a natureza. Não obstante, a literatura pode prevenir a espécie quando repousa sua esperança exclusivamente neste elemento, pois O ser humano é sempre o ser humano, e a inteligência de que eventualmente dispõe pouco ou nada importa, quando a paixão o devasta e os limites da humanidade o impelem à ação. 16 As palavras do jovem Werther para Alberto, personagens deste romance de Goethe, refletem sobre a submissão da razão aos sentimentos. Em uma época em que as ciências tem a primazia do saber verdadeiro, talvez fosse significativo promover diálogos entre conhecimentos, principalmente quando existe um patrimônio da reflexão ética na filosofia e, em especial, as ciências se desdobram para formular uma ética da pesquisa científica envolvendo seres humanos. Se ao final do texto o leitor tem uma sensação de que a ética precisa ser perscrutada de modo cuidadoso, pois ela se envolve em tantas outras pro- 16 J. W. Goethe. Os sofrimentos do jovem Werther, trad. Marion Fleischer (São Paulo: Martins Fontes, 2000), 63. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 Ética na contemporaneidade… blemáticas que precisam ser alimentadas com contribuições de vários saberes, este texto chegou ao seu objetivo. Nesse sentido, não deixem que a soberba razão científica continue alimentando a criatura sob pele humana ou, em breve, teremos títulos superficiais como éticas da bioética. Nilo Henrique Neves Dos Reis Universidad Estadual de Feira da Santana Dirección: Avenida Transnordestina, 3450, Casa 16, Cond. Aquarius Residence. CEP: 44.036-059 Cidade de Feira de Santana - Bahia - Brasil E-mail: niloreis@ig.com.br Recibido: 30 de mayo de 2011 Aceptado: 23 de junio de 2011 Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 57-73 73 UNIVERSIDAD ADVENTISTA DEL PLATA 25 de Mayo 99 Libertador San Martín Entre Ríos, Argentina www.uap.edu.ar CENTROS DE INVESTIGACIÓN (RESEARCH CENTERS) Secretaría de Ciencia y Técnica Universidad Directora, Lic. Edith Soriano de Castro Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1232) E-mail: secinves@uapar.edu http://www.uapar.edu/es/investigacion Centro de Investigación Científica Facultad de Ciencias de la Salud Director, Dr. Fabio Pacheco Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1383) E-mail: investfcs@uapar.edu Centro de Investigación en Psicología y Ciencias Afines (CIPCA) Directora, Dra. Viviana Lemos Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1308) E-mail: vivianalemos@doc.uap.edu.ar SECRETARIOS DE INVESTIGACIÓN POR FACULTAD Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales, Lic. Laura Rizzo Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1302) E-mail: fachuin4@uapar.edu Facultad de Ciencias de la Salud, Dr. Fabio Pacheco Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1383) E-mail: investfcs@uapar.edu Facultad de Teología, Dr. Carmelo Martines Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1350) E-mail: secposgrado@uapar.edu Facultad de Ciencias Económicas y de la Administración, Mag. Horacio Casali Tel.: (0054-343)491-8000 (int. 1321) E-mail: faceadec@uapar.edu Teorías para la construcción del poder temporal: el papado y la iglesia en el occidente europeo (siglos x-xiii) Carina Ganuza Resumen Se analizará el papel de la iglesia católica como detentora de poder en el siglo X, sus íntimas relaciones con la forma de construcción del poder político, permitiendo su fortalecimiento en un tiempo de fragmentación territorial. Se perseguirá la interpretación de la interrelación poder temporal-espiritual-eclesiástico y las redes de poder en el espacio geográfico franco del siglo mencionado, con tres diferentes fuentes documentales: Pseudo Isidoro, San Bernardo de Claraval y Egidio Romano. Palabras clave: iglesia – detentora de poder – sociedad feudal – fragmentación territorial – siglo X Summary This article will analyze the role of the Catholic Church as a holder of power in the 10th Century, the intimate relationship with the way of construction of political power, allowing its strengthening during a period of territorial fragmentation. The article will follow the interpretation of the interrelation of temporal, spiritual and ecclesiastic power and the networks of power in the French geographical space during the previously mentioned century, with three different historical documents: Pseudo-Isidore, Bernard of Clairvaux and Giles of Rome. Key Words: church – holder of power – feudal society – territorial fragmentation – 10th century El período comprendido desde la Antigüedad tardía hasta el feudalismo es el escenario político donde la Iglesia se constituyó como órgano de poder, extendió sus redes de dominio y legitimó los distintos órdenes de la sociedad, posibilitando así su permanencia. Esta investigación se propone el análisis del papel de la iglesia católica como detentora de poder: específicamente, tratará de interpretar su forma de construcción del andamiaje jurídico-político, capaz de elevarla en los tiempos de fragmentación del poder público feudal, como única institución viable para lograr la cohesión de sus dominios territoriales y del ámbito franco, asegurando así su control ideológico. El estudio se realizará sobre diferentes fuentes provenientes de San Bernardo de Claraval, Egidio Romano y los decretales del Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 76 Carina Ganuza Pseudo Isidoro, siendo la información extraída de ellos la vía de profundización del rol eclesiástico durante el siglo X en el territorio ya mencionado. El Cristianismo gestado como una religión de penuria y de escatología, se transformó luego en una religión de crecimiento durante el período carolingio, alcanzando finalmente sus límites geográficos en África y Asia, fraccionándose en los siglos XV- XVI. El mayor éxito obtenido por el catolicismo es su imposición de una forma política, de donde se deriva la instalación de representaciones colectivas con una visión “totalitaria” del mundo, incluyendo hábilmente todos los aspectos de la vida y la muerte, el trabajo, el descanso, vida cotidiana, la fiesta, la alegría y el dolor. El tiempo de la iglesia llenaba todo durante el Medioevo, controlaba el mundo espiritual, estipulando lo pensado y lo impensable; a su vez, los clérigos asegurarían su éxito, como contrapartida, profesando la pobreza como forma de ascenso celestial. El poder eclesiástico superó las divisiones entre monjes y clérigos, éstos se constituyeron en el orden principal de la sociedad tripartita del siglo XI: oratores, bellatores, laboratores, configurando su lineamiento dentro de la sociedad para la cual se instituía la iglesia como el principal ordenador. El movimiento de las ideas gestado durante este período medieval produjo un impacto sobre el pensamiento político de la modernidad, con dos teorías de gobierno: (1) la ascendente, heredada de los germanos y (2) la descendente, donde el poder emanaba de un ser supremo. Ambos planteos entraron en conflicto durante esta etapa y marcaron el desarrollo, evolución política y elaboración de la transferencia del poder de Dios al emperador como su representante, imponiéndose de este modo la teoría descendente. Desde el 325 al 476 DC, el rol de la iglesia fue decisivo por su visión de futuro como salida para la vida terrenal, esta idea cobró fuerza de forma paralela al derrumbe del Imperio Romano. Es en este contexto, que se debe interpretar el pensamiento de San Agustín, tratando de rescatar a la religión del derrumbe, con la Caída del Imperio Romano de Occidente y enfatizando que “la superioridad del poder espiritual sobre el temporal predispone la obediencia de este último poder. Establece la sujeción del poder terrenal al espiritual”. 1 La instalación de los pueblos germánicos, su posición amenazante y la fragmentación territorial posterior perfilaron el avance del poder señorial que se acrecentó paralelamente al poder eclesiástico y al culto de su institución, en 1 Jacques Le Goff, Historia de las religiones: Las religiones constituidas en Occidente y sus contracorrientes (Madrid: Editorial Siglo XXI, 1972), 78. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal un momento de carencias y temores. No obstante la parcialización geográfica, “los emperadores cristianos pusieron sus medios de coacción al servicio y disposición del cristianismo”. 2 Las relaciones Iglesia-Estado comenzaron a definirse con acciones como la de Ambrosio (Obispo de Milán) desde el 374-397, cuando se otorgó al emperador Graciano los títulos de Santo Emperador. Así posteriormente, Valentiano II promulgó: “el emperador está en la Iglesia y no sobre ella (…) la iglesia pertenece a Dios y el emperador no tiene ningún derecho sobre el templo de Dios”. 3 De esta manera, se evidencia la interrelación entre el poder temporal y el eclesiástico y su extensión-propagación en la construcción del tiempo histórico. La iglesia explica la situación de pobreza y las pestes como castigos divinos ante el pecado; justifica lo inexplicable, instala en el imaginario colectivo la cuestión del pecado y la muerte como sanción ante la vida pecaminosa e ignominiosa del hombre. “El dogma religioso cristiano se plantea como un elenco de verdades reveladas que constituye un ámbito cerrado sustancialmente intangible y que ningún humano pueda modificar”. 4 “El cuerpo es la prisión del alma. El pecado se expresa por la tara física o la enfermedad. El camino de la perfección espiritual pasa por la persecución del cuerpo”. 5 Ser miembro de la Iglesia Católica implica adoptar un modo de vida, el cual se expresa en una ética que es inseparable del dogma religioso. La actitud herética surgía como reacción ante los postulados eclesiásticos, constituyendo un agravio y una reacción imperdonable a Dios y a la Iglesia. Esta institución no sólo estipulaba los lineamientos del pensamiento, sino que serán objeto de su persecución todos aquellos que atenten contra el orden establecido. Teólogos, moralistas y canonistas defendieron la Inquisición como tribunal principal de persecución, capaz de restablecer el orden y la verdad. Su pesquisa dependía de los jueces designados para cada región, regulándose su funcionamiento con los manuales de los inquisidores. Se analizará ahora la interrelación de los poderes temporal, espiritual y eclesiástico y la propagación de redes de poder sobre el espacio geográfico franco durante el siglo X, principalmente en el marco de un sistema de producción feudal. Éste es entendido como un régimen de producción individual 2 3 4 5 Le Goff, Historia de las religiones: Las religiones constituidas en Occidente y sus contracorrientes, 68. Ibíd., 74. M. Jimenez Monteserin, Introducción a la Inquisición española (Madrid: Editorial Nacional, 1980), 65. Jacques Le Goff. Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval (Barcelona: Editorial Gedisa, 1985), 41. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 77 78 Carina Ganuza con la punción y explotación señorial, obtenida por medio de la coerción, que constituyó un complejo sistema de relaciones sociales en el marco de la fragmentación territorial, existiendo específicamente en Europa Occidental, la Galia del siglo X. La formación antes mencionada se sitúa en el marco de la Alta Edad Media, en un contexto económico social de villaes, entendidos como territorios organizados donde conviven señores, amigos y tenentes con parcelas en el llamado señorío jurisdiccional. El período medieval comprendido entre los siglos VII-VIII preparó el terreno para la instauración del sacramento de la manumisión. La iglesia no buscaba la popularización de la misma sino su cristianización, por lo cual, el siervo sólo es un cristiano a medias, ya que la economía rural francesa se caracterizaba por el contraste entre la actividad ociosa y el trabajo, conceptos disímiles donde el último poseía un rol clave como el gestor de la producción y nutrición del resto de la sociedad, función que obviamente concernía a los “esclavos” o siervos. Así, con posterioridad al año mil, los campesinos soportaban esta carga, ya que no eran ni guerreros ni sacerdotes; degradación que sufrían dentro de esta sociedad tripartita devenida desde el momento mismo de su origen por el pecado original, fundamento a su vez de dicha desigualdad. En el sistema de representación imaginado por los obispos del territorio franco se halla la “trifuncionalidad conjugada con los principios de la desigualdad necesaria, que sirvió pues, en nombre de la ‘caridad’ para la reciprocidad de servicios, a justificar la explotación señorial”.2 El poder señorial instaló dicho concepto con sus discursos: “trabajad, esforzaos y accederéis al reino”, evidenciando los antagonismos internos de las dos clases dominantes entre sí y hacia el pueblo. No se indagará en los vínculos de poder específicamente, no es el objetivo subrayar la sucesión de reyes lejanos y esparcidos por distintos territorios feudales, sino lograr el análisis de la iglesia mediante fuentes de la época correspondientes a los siglos X al XIII; teniendo en cuenta el Pseudo Isidoro y su influencia sobre el desarrollo de la ideología política, que estipula la superioridad papal respecto del hombre como emisario de Cristo, denotando privilegios eclesiásticos, el uso de las plegarias y los simbolismos, definiendo las monarquías medievales con la íntima conexión política eclesiástica. A través del Pseudo Isidoro se puede analizar la dirigencia papal de la comunidad de los creyentes y su regulación a través de la ley. Otra de las fuentes analizadas proviene de San Bernardo de Claraval, quien brindará la orientación para la sustentación del poder del emperador mediante la Teoría de la Doble Espada (pudiéndose hallar su origen en el evangelio de Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal San Lucas). La iglesia posee la espada espiritual a través del clero y la espada secular a través de sus lazos con la autoridad civil a su vez, sometida o controlada por el mismo poder espiritual. También la obra de Egidio Romano permitirá interpretar la soberanía del papa sobre la totalidad del mundo, siendo los príncipes súbditos suyos. El eje de su obra: la idea de dominium, equivalía a señorío, indicando la superioridad de una 6 persona sobre otra, sentando las bases de legitimación del ejercicio del poder. Egidio afirmaba que el papa instituía el poder terrestre persiguiendo un fin teleológico. Las fuentes provenientes de San Bernando, Egidio y Pseudo Isidoro se analizarán en cuanto responderán a las formas de instrumento de legitimación del poder político y su incidencia en la vida social durante el siglo X en adelante. Se analizará también la forma de justificación del poder, en tanto continuaban las fricciones internas devenidas del siglo anterior, que se gestaron y afianzaron a lo largo de la Historia Medieval, en un continuo devenir del que nunca desapareció su principal protagonista: la Iglesia y el papado. La primera ha construido las bases del pensamiento de la humanidad y regulado el funcionamiento social colectivo, marcando pautas para la posteridad. Esta problemática cobra gran relevancia, puesto que las concepciones del poder generadas en este período desde el ámbito eclesiástico habrán de construirse como una huella profunda, retomada por los teóricos de la modernidad a la hora de justificar las monarquías absolutas y son claves en cuanto evidencian las distintas ideologías y tendencias políticas del interior de la iglesia, así como la contienda con los poderes laicos. PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DEL PODER ECLESIÁSTICO Desde la celebración del Concilio de Nicea hasta la ruptura que produjo la Reforma Protestante, se puede decir que el cristianismo ha sido el actor protagónico de este período. En una lenta, pero continua acumulación del poder temporal-terrenal, fue adquiriendo el monopolio de la cultura y de la enseñanza, ayudado por la fragmentación geográfica-política, luego de las oleadas migratorias progresivas y posteriores invasiones germanas desde el 410 aproximadamente. Desde esta etapa, la religión católica comenzó a extenderse entre la capa urbana media e inferior para alcanzar posteriormente a la masa campesina y la aristocracia, contribuyendo la fragmentación paulatina posterior a las 6 Ver en George Duby y Philippe Ariés, Historia de la Vida Privada: La Alta Edad Media (Madrid: Editorial Taurus, 1991). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 79 80 Carina Ganuza invasiones, a que esta conversión se diera lugar en el ámbito rural, característico de la época feudal. Esto fue posible mediante la predicación de milagros, destrucción de templos, estatuas, estableciéndose nuevos lugares de culto, paralelamente a la conversión del poder político. El conflicto entre la iglesia y el poder temporal, comenzó a evidenciarse en el territorio galo con nuevos lugares de culto, es decir, modificando las tradiciones e imponiendo nuevos referentes de lo sobrenatural. Se expresa esto desde el reinado de Teodosio (379-395), sustituyendo al paganismo con la conquista de los francos y los lombardos. Desde este siglo, la separación de los clérigos y de los laicos, la exclusión de las mujeres del clero y de las actividades superiores, y la preeminencia de los obispos se erigieron como objetivos del cristianismo. Antecedentes del crecimiento paulatino del poder temporal de la iglesia se hallan expresados con León I (440-461), imponiéndose la tradición de la representación de San Pedro en los nombramientos de los distintos papas a lo largo de la historia. Esto tiene su correlato en el marco del crecimiento de las propiedades y rentas localizadas mayormente en Córcega, Cerdeña como oblaciones y donaciones de particulares, fortaleciendo ese poder eclesiástico, a la vez que, dentro de su seno, se originaban movimientos de crítica como el monaquismo. La trascendencia y el alcance de las regulaciones de esta religión llegan a imponer el descanso dominical, por lo que los calendarios giraban alrededor de la Navidad y la Pascua, quedando reducida la educación a lecturas sagradas. Desde el punto de vista político, es importante la conversión de Clodoveo y de los francos, ya que apoyan al papado para la restauración imperial que luego desarrollaría Carlomagno; todo el mundo germano se evangelizaba, los suevos en la península ibérica como los lombardos hacia el 590. Los nuevos poderes rediseñan el mapa del Alto Occidente medieval, adoptando este joven sistema de creencias. Si bien la consagración de esta nueva fe como religión del estado se produjo primero con Constantino y Teodosio, la conversión de los reinos germánicos sentará las bases de un nuevo poder, sustentado en lo divino. El territorio galo se caracterizó por la transformación de la iglesia “regional y más tarde territorial”, cuyo gobierno estaba directamente llevado por un rey. 7 El estado y la iglesia se confundían en un mismo poder, donde los gobernantes desplazaban a los obispos mediante la violencia. En el 751, el papa 7 Le Goff, Historia de las Religiones: Las religiones constituidas en Occidente y sus contracorrientes, 100. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal Zacarías, predecesor de Esteban II, había apoyado la ascensión al trono franco de Pipino, así luego, Esteban lo hizo con Carlomagno. Como contrapartida, los nuevos emperadores se comprometían a la entrega de territorios por parte de los lombardos, surgiendo de esa manera los estados pontificios. Se puede analizar así cómo se entrelazaban en una misma red de poder de ambos sectores, ambos terrenales; pero uno con orígenes ancestrales, si se quiere mitológicos, que lo convierten en una esencia casi indiscutida, lo que le permite la regulación de la vida y de las costumbres. Es en esta exclusión de la discusión sobre sus postulados, según los cuales se debe agradar a Dios con riquezas y refinamiento, y valiéndose de los príncipes, que se fortalecieron las riquezas de los tesoros eclesiásticos. Las relaciones descriptas indican la unión entre realeza-papado, marcando una nueva etapa en Occidente. La adquisición de los territorios lombardos que antecede a los estados pontificios subraya la importancia de estos lazos con el acrecentamiento del poder de Carlomagno en los asuntos de la Iglesia, designándose gobernador del Imperio Romano, convocando a concilios, sínodos, descansos, etc. Esta intromisión, si se quiere, condujo a un intento de los obispos para mantenerse con fuerza, elaborando una teoría que separaba la Iglesia del estado, basándose en una compilación canónica Pseudo Isidoro. El conciliarismo episcopal buscaba luchar con el cesaropapismo imperial, limitando de alguna forma el poder papal, quien a su vez, confirmaba que “Cristo concedió y confirió a Pedro los derechos del reino de los cielos y de la tierra”. 8 En el 879, Juan VIII reivindicó el derecho del papa a confirmar la elección imperial, ya que quien está a la cabeza del imperio debe ser llamado y elegido por la iglesia. Esto obedecía en sí a una pérdida de prestigio papal por los asesinatos, adulterios y prevaricato de los que eran acusados. Hacia el 955, Otón I reemprendió la política evangelizadora de Carlomagno, con la conversión forzosa, integrándose a la cristiandad la zona actual de Polonia y los Balcanes. Así se puede denominar al cristianismo carolingio el cristianismo del siglo IX, pero a partir del siglo siguiente (el que nos ocupa) como regresivo, con la lucha entre el poder laico y el poder eclesiástico, con concesiones de beneficios por laicos, intromisión en las elecciones episcopales, dinastías episcopales de miembros casados, violencia, beneficios concedidos por abades a los laicos, al igual que la muerte de papas en circunstancias poco claras. Es en este contexto que aparece Cluny, fundada por el duque de Aquitania en el 933, como una abadía exenta, independiente de cualquier auto- 8 Le Goff, Historia de las Religiones: Las religiones constituidas en Occidente y sus contracorrientes. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 81 82 Carina Ganuza ridad civil o religiosa que escapa del poder de los laicos, convirtiéndose en la expresión del monarquismo feudal. La orden principal de los benedictinos surgirá de la Abadía de Cluny hacia 951, imponiendo una serie de reformas monasteriales en Francia durante el siglo X. Este es el marco religioso en que aconteció la muerte del último carolingio Luis V, rey de la Galia Occidental, iniciándose una nueva dinastía, la de los Capetos, que ya no serán emperadores del Sacro Imperio Romano. Toda la cristiandad del año Mil soñará con esto desde Otón II y el papa Silvestre, este mismo tiempo será el contexto de la entrada de Dinamarca y Noruega al cristianismo, al igual que Suecia. También indicará la impronta del temor hacia el fin del mundo como en el Tratado del Anticristo, donde el Abad Adson señalaría el inicio de un tiempo de temor atormentado por las epidemias y el hambre, en el cual los cristianos hallaban como causas de sus calamidades a sus pecados, siendo la solución a ellos las súplicas a los santos y el ayuno. La iglesia procedió a aminorar la violencia mediante la cristianización de las costumbres entre los deberes señores-vasallos, situados en el acrecentamiento del poder laico frente al debilitamiento carolingio-papal, generalizándose así la simonía, con la venta de los reyes capetos de los obispados, imponiendo papas según la conveniencia. Todo esto desembocó en la conocida Reforma Gregoriana que intentó adaptar a la cristiandad, separando la iglesia de los laicos. Hito importante en este acontecimiento fue la ruptura con Bizancio, lo que determinó la condena de la simonía y el nicolaísmo; se reservó a los cardenales la elección papal, prohibiendo el dominio de los laicos sobre las iglesias; destituyéndose a los simoníacos y estipulando que sólo a través de Dios se estableció la fundación de la iglesia romana, y el papa era el único responsable de los designaciones políticas. Hacia 1075 aproximadamente, se prohibió la investidura laica. Pese a todas las resistencias, la reforma triunfó, aunque no implicó la finalización de las diferencias entre Sacerdocio y el Imperio, si bien aseguró la libertad de la iglesia frente al poder laico, ratificada así en el Concilio de Letrán (1123), celebrado en forma separada de Oriente. A partir del siglo X se implanta la idea de que la casa de Dios no es una, sino en realidad triple, producto de la armonía entre los tres órdenes: los que oran, los que combaten y los que trabajan (oratores, bellatores y laboratores), 9 reorganizando jerárquicamente a la sociedad tripartita: el clero, dominado por el modelo monástico y Opus Dei, la aristocracia militar y los campesinos. 10 9 10 George Duby, El año Mil (Méjico: Editorial Siglo XXI, 1989). George Duby, Los tres órdenes de lo imaginario (Méjico: Editorial Gedisa, 1989). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal El siglo X se caracterizó por el comienzo de la proliferación del eremitismo, con el movimiento canonical, además de los canónigos catedralicios, los canónigos regulares y ahora los canónigos de Premontré, los cartujos y los cistercienses, estos últimos se caracterizaron por alejarse de las riquezas. el principal monje de esta orden fue San Bernardo, monje de Citeaux. La importancia aquí reside en la idea de que el monaquismo produce trabajo porque es penitencial, instalándose la idea del mismo como penitencia. REINO FRANCO: ASPECTOS POLÍTICOS-IDEOLÓGICOS La dispersión del poder laico y la consolidación del poder papal Para comprender el proceso político del siglo X, es necesario interpretar la interrelación entre distintos aspectos o movimientos sociales de dicho proceso; a su vez, es difícil delimitar espacialmente el reino de Francia, pero comprendía las zonas de Gotia, Aquitania, Provenza o Borgoña, Baviera, Turingia o Sajonia. Es importante destacar el nacimiento de los principados territoriales para ese siglo con la eliminación de la monarquía centralizada carolingia en beneficio de algunos príncipes territoriales. Estos principados surgieron por la creación de Carlos el Calvo, para luchar contra las invasiones normandas, es decir, “la historia de Francia en los siglos IX y X no se caracteriza por la sustitución de la dinastía carolingia por la dinastía capeta, sino por la eliminación de la monarquía centralizada en beneficio de los príncipes territoriales”. 11 Las invasiones vikingas y magiares ejercieron su influencia sobre el territorio franco colapsado, situación agravada por un período de malas cosechas, fuerte recesión y de inestabilidad, sin unidad y con un desarrollo intelectual incipiente. La parte central del Rhin al Loira se encontraba bloqueada al exterior, todos los grandes dominios visibles hasta el siglo X desaparecieron en el siguiente; esto condujo a que la aristocracia se rearmara sobre la base de la guerra interna, constituyendo esto la máxima expresión ideológica de la guerra contra los herejes y en las cruzadas, hacia aquellos que intentaban subvertir el orden impuesto. 11 Jean Pierre Poly y Eric Bournagel, El cambio feudal: Siglos X al XIII (Barcelona: Editorial Labor, 1983), 4. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 83 84 Carina Ganuza Este estudio se centrará principalmente en el siglo X, por considerarlo el umbral del advenimiento del nuevo milenio y de sus consecuencias. El Mil reflejará modificaciones con la aparición del título de dux, reforzando la autoridad de los robertinos, alegando así Hugo el Grande el título de dux francorum. Es el tiempo del ordenamiento de los grupos de parentesco, antes móviles, constituyendo linajes; en este contexto encontramos obispos buscando protección del papado. La iglesia se erigió, desde los carolingios, como el sostén de la monarquía, aunque sucumbió también en manos de los príncipes. Lo precedente permite esbozar un paisaje sobre el territorio franco que incluye, por un lado, espacios físicos bajo la égida de diferentes reinados y por otro, espacios en los que el poder monárquico carece de legitimidad por la falta de “consenso” en el territorio adyacente. Un bosquejo de ciudades y aldeas que crecen bajo el poder de un señor, con el debilitamiento de la idea de justicia pública y la consecuente acentuación del concepto de justicia “privada”, alterándose de ciudad a condados. Este es un cuadro de dispersión de diferentes grupos vasalláticos que permite interpretar el advenimiento progresivo de la iglesia como un centro de cohesión y de centralización. La conexión política-eclesiástica se manifestó en el segundo nacimiento del Imperio Romano bajo Otón en 962, con la unión del papado con el emperador, sólo indicaba el preludio de ideas políticas posteriores. A partir del siglo XII, progresaba la idea del poder del emperador como don divino, como divinum beneficium, el papa transfería ese don al “césar” como intermediario entre Dios y el hombre. Los carolingios buscaron restablecer el Regnum Francorum, habiendo ya grandes extensiones territoriales estables al este: Baviera, Turingia y Sajonia; al sur: Gotia, Aquitania, Provenza y Borgoña. A mediados de la centuria estudiada, el título de dux sirve de instrumento para los robertinos, Hugo el Grande y dux francorum, por lo tanto en la periferia, como en el resto de la región existió un poder autónomo que utilizó el título de príncipe. Esto parece indicar la proximidad al rey con un tejido social de vizcondes (jefes de las ciudades); más allá del título que exhibían o detentaban, el poder que antes pertenecía al rey ahora lo ejecutaba el conde, expresado no solamente como un aumento sino también como una herencia y se extendía así el ordenamiento de la aristocracia sobre una nueva estructura de linajes. El poder del rey se expresaba en derechos públicos ejercidos sobre el condado, al que ejemplificaba la moneda; se le concedía a la iglesia el privilegio para su acuñación, como diplomas reales, siendo la institución el sostén de la monarquía carolingia para finales del siglo IX, cayendo en manos de príncipes. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal El territorio franco del norte se encontraba amenazado por los normandos, diferentes reyes sostuvieron el poder: Roberto, Hugo el Grande (940), Hugo Capeto (985) y Luis IV (988). Los señores príncipes y los reyes, todos constituían un tejido social vasallático que dependía del último, siendo el ban y el impuesto la forma de obtención de orden y explotación, de esta forma se imponía precio a la seguridad personal. El sistema judicial era tergiversado facilitando confiscaciones. El señor ejercía su derecho expresado en un solo vocablo: costumbres. “Los poderes de origen real no se basan ya en una delegación expresa de la soberanía sino en el hábito y en el testimonio de la memoria colectiva”. 12 Las costumbres podían ser vendidas, delegadas, traicionando así su concepto. A finales del siglo X, las fortalezas se convirtieron en el elemento esencial de la organización social gravitando alrededor el campesinado, el sistema feudal se extendió entre pequeños campesinos y aristocracias locales adquiriendo poder nuevas castellanías y pueblos aledaños. La iglesia usaba el beneficio como forma de mantener su poder temporal en las concesiones militares, para esta época se encuentra la lenta transformación de los alodios en feudos, éstos se convertían en propiedades del señor, su patrimonio, y para finales del siglo XI el sistema feudal se constituía en una situación de guerra extendida entre principados y distintos señoríos. Según Marc Bloch, la sociedad medieval desde el 900 al 1000, se compondrá por la aristocracia carolingia, la nobleza en formación de hecho (propiamente dicha para el siglo XII, definida por estatuto hereditario) y por una caballería con ideales, jugando un rol determinante. Todos los hombres de los siglos IX-X hacen referencia a órdenes, como algunos teóricos reflexionaban sobre jerarquías. San Agustín y Dionisio expresarán “los que rezan, los que combaten y los que trabajan son las herramientas necesarias para que el rey pueda realizar su obra de equilibrio y armonía”. 13 En el territorio franco, la corte real estaba compuesta por obispos y condes, futuros castellanos y un núcleo capeto con grandes caballeros del que se deben excluir los eclesiásticos. Los caballeros reales eran aliados circunstanciales del príncipe Luis en lucha con los señores de la antigua Francia. Durante este período, el derecho franco y el romano coexistieron pero no se confundieron, el rey aparecía como árbitro de los conflictos internos de la 12 13 Poly y Bournagel, El cambio feudal: Siglos X al XIII, 30. Ibíd., 160. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 85 86 Carina Ganuza aristocracia del imperio, reguladores de los guerreros francos. Ese mismo siglo se caracterizó por el fin de la preponderancia franca en el reino y por el fin de las grandes expediciones militares en la zona meridional, perfilando una división del territorio: la zona norte transformada en monarquías con cortes y abadías reales que se debilitaron progresivamente y en el sur, la permanencia de un substrato romano en Aquitania, Gotia y Provenza sin grandes principados. Ese año mil es el marco de las transformaciones de los principados con la alta tensión social y conflictividad en las castellanías, militarización del campo, “terrorismo caballeresco”, denunciado por los clérigos con un repliegue de la violencia hacia el interior del alodio, que se analizará en el apartado siguiente. SUSTENTOS IDEOLÓGICOS DEL PODER ECLESIÁSTICO De la desaparición del estado romano, seguida por la “barbarización” 14 del territorio europeo occidental y la posterior restauración carolingia y otoniana, deviene la inserción del cristianismo tratando de explicar en un vano intento, las causas estructurales o contingentes de la existencia y del pensamiento. La legitimación eclesiástica de su poder se hallaba en las limitaciones impuestas a la cristiandad, a las diócesis y al sistema de enseñanza con las escuelas episcopales. La iglesia representaba el “monopolio del saber y de la moral”, apoyándose y valiéndose del monopolio de la escritura hasta el siglo XII. La iglesia intervino para afirmar y ampliar la exogamia del siglo VIII al IX, modificó la concepción que se aplicaba permitiendo o prohibiendo los matrimonios entre parientes, así también prohibió el matrimonio de un clérigo con un no cristiano. Eran inusuales las uniones fuera de los grandes dominios, ya que involucraban una pérdida para el señor al que pertenecían. De alguna manera también influyó en el surgimiento de los lazos de parentesco y el pseudo parentesco, como en la caballería, la iglesia misma conformaba un tipo de dicho parentesco. Mediante el afianzamiento de la ideología Hierocrática, la institución católica establecía la dirección papal de la comunidad de los creyentes. Las leyes dictadas poseían validez jurisdiccional y el mismo papa decidía qué hechos y qué circunstancias afectaban a sus intereses vitales, caracterizándose por la limitación de funciones, de divisiones del trabajo y por la separación del clero y laicos. 14 F. G. Maier, Transformaciones del Mundo Mediterráneo (México: Editorial Siglo XXI, 1972). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal De la alegoría de animacorpus se puede deducir que los reyes constituían el brazo armado del clero, la iglesia era quien conocía el sentido del deber y la fe que emanaba de sus enseñanzas conduciría a una amalgama de la comunidad unida por medio de la ley, la justicia y sus preceptos cristianos. La ideología hierocrática aplicada con Gregorio VII (1075-1085) enfatizaba el rol de la ley, ya que si Dios los había elegido como custodios de su reino, mostrándose como “amatores justitiae, la justicia tan sólo podía ser definida por la iglesia romana”. 15 Dios dotaba al rey para la represión de la maldad, al rey se lo denominaba “persona eclesiástica”. El monopolio eclesiástico en la interpretación de la Biblia produjo avances en términos políticos, ya que los papas aplicarían el pasaje de Jeremías, “hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones…”. 16 Según Inocencio III, se declarará la superioridad respecto del hombre e inferioridad respecto de Dios, explicitando el principio monárquico que algunos por ser emperadores se constituían en vicarios de Cristo. Por su parte, Inocencio IV declaró la sujeción de jure al gobierno del papa. Así se analiza que ningún gobernante temporal podría gozar de autonomía e independencia frente a la estructura papal. En resumen, existía unicidad del cuerpo y de gobierno, que adquiría forma en la figura del papa como una especie de supervisor de los temas concernientes a la comunidad. En esta justificación, que es una legitimación del poder monárquico, se comprende el porqué de la no rendición de cuentas del papa acerca de sus actos: “el papa no debe ser juzgado por nadie”, él era la suprema jerarquía, las posibles apelaciones hubieran supuesto la sospecha de una herejía. Aquella persona que aceptara los decretos papales, podría denominarse católico. La soberanía papal se expresaba en sus decisiones modificando o anulando leyes dictadas por sus predecesores, ya que los papas no sucedían a su predecesor, sino que representaban la continuación de la figura de San Pedro. La subordinación política y jurisdiccional de los obispos a los papas fue gradual, de la misma manera la sujeción de los emperadores. A partir de los siglos X, XI y XII surgieron las herejías como reacción al orden impuesto, hallando en el Apocalipsis la representación de la esperanza de los oprimidos; el tiempo unilineal tendiente a Dios, sin objeción de la reali15 16 Walter Ullmann, La Historia del pensamiento político en la Edad Media (Madrid: Editorial Ariel, 1965), 99. La Biblia, antiguo testamento, libro de Jeremías, capítulo 1, verso 10. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 87 88 Carina Ganuza dad y de la naturaleza. La iglesia participó en formas de violencia, de justicia y en penitencias para detener los intentos reaccionarios que pretendían subvertir su orden impuesto, recurriendo a la construcción de distintas formas de evidencias para exhibir la vida pecaminosa, por ejemplo las pruebas de inmersión en manos de agua hirviendo que al no quedar heridas, se exhibían como una prueba de santidad. Las profecías constituían el instrumento para fortalecer o reafirmarse ante la amenaza o realidad de la opresión. La idea de un mundo “acechado por un poder diabólico” llevará a la humanidad a esperar “la venida de un salvador escatológico el Mesías”. 17 FUENTES: SAN BERNARDO- PSEUDO ISIDOROEGIDIO ROMANO El siglo X se enmarcó con la desaparición de la monarquía carolingia, con estructuras públicas disociadas por luchas entre príncipes territoriales. Hacia 989 y 990 se celebraron dos concilios de Paz en Charroux y Narbona respectivamente, convirtiéndose en dos centros políticos cuyos movimientos se expandieron en distintos lugares, destacando el sacrilegio de los que atacan a los clérigos y el castigo de los que roban. Se originó el movimiento de Paz de Dios, donde los obispos, sustituyendo a los reyes en su misión de la defensa de las iglesias y de los hombres libres pobres, se instalaron en Cluny como el principal centro de su gravitación. La tarea de reconstrucción del proceso histórico-político feudal del territorio franco se realiza sobre las expresiones devenidas de la concepción eclesiástica de cómo se debía ser. Es en este contexto que deben analizarse las expresiones surgentes, como mutaciones de la sociedad que la iglesia combate o intenta imponer según la ocasión, contraponiéndose la zona septentrional al sur franco desmembrado. El movimiento de la Paz de Dios se inició hacia el siglo X, la novedad consistió en la sustitución del rey por los obispos en la defensa de las iglesias y de los hombres supuestamente libres, aunque subyugados por el poder señorial, sus usos y estipulaciones. Los concilios decretan la prohibición de violar los recintos eclesiales, declarando que el que agrede a un clérigo desarmado es sacrílego, se prohíbe apoderarse de pertenencias ajenas y de ganado, se estipulan prohibiciones fuera del distrito de los señores, asegurando la idea de la justicia señorial. Se implanta 17 Norman Cohn, En Pos del Milenio: Revolucionarios milenaristas y anarquistas místicos en la Edad Media (Madrid: Editorial Alianzaa, 1981), 21. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal una cierta forma de ordenamiento regulatorio de protección de bienes y comerciantes. Así, la idea de paz no es algo nuevo, la novedad consistió en la sustitución de los reyes por parte de los obispos en defensa de la iglesia y los hombres libres, dada la ausencia de los tribunales públicos. Los concilios de paz se instalan en cuanto hay manifestaciones que quiebran el orden social, se extienden desde Borgoña, en contraste de la región desde 1041 aproximadamente. Entre 1021-1022 se situó en Borgoña la cabeza del movimiento y en Provenza, bajo la influencia cluniacense, las asambleas tuvieron un rol central, materializándose la identidad política de algunos eclesiásticos, obispos y aristócratas; así una vez más el juramento se transformó en un instrumento a perpetuidad de manutención del poder. Tregua era una palabra vulgar de origen germánico, extendida en el territorio como en el norte franco, que originariamente consistió en un juramento que interrumpía ocasionalmente la venganza entre parentelas. En la época carolingia se indicaba el domingo como el día del cese, pero una vez iniciado el movimiento de paz borgoñona parecía extenderse desde Cuaresma a Pascua. Hacia 1040, la tregua dominical y la idea de paz se fusionaron, siendo los cluniacenses los que instalaron toda su estructura eclesiástica, con iglesias al servicio de la Tregua de Dios. Éstas aportaban estabilidad a una sociedad desequilibrada, y consistían en un instrumento de los obispos para intervenir en pleitos, inclusive en enfrenamientos entre monasterios exentos. Un doble sentido deviene del movimiento mencionado, por un lado, frenar la agresividad de los caballeros y por otro frenar sus exigencias, creando los cimientos del poder de abadías e iglesias, sentando períodos de tregua, juramento adicional por el cual se interrumpían las hostilidades. 18 Dada la bibliografía consultada, la tregua parece provenir de la influencia del movimiento de paz generada desde la abadía de Cluny y el espacio geo-gráfico circundante, que se constituyó un apoyo a la santidad monástica en la zona franca meridional (considerando su desmembramiento territorial), justificando el poder ejercido. Se encontró una solución momentánea para la violencia expresa, pero implícitamente las divergencias internas eclesiásticas no habían desaparecido, eclosionando en las iniciativas cluniacenses a partir de 1020 y con San Bernardo de Claraval desde Cister. No es objetivo de esta investigación incurrir en el desarrollo de la reforma cluniacense, pero es importante destacar de alguna manera las diferentes posturas 18 Ver Guy Bois. La Revolución del año mil (Barcelona: Editorial Crítica, 1991) y Pierre Bonassie, Del esclavismo al feudalismo en Europa Occidental (Barcelona: Editorial Crítica, 1992). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 89 90 Carina Ganuza que condujeron al enfrentamiento entre el Partido de los Obispos y de los Monjes (surgido hacia finales del siglo X) que se expresan en el Concilio de Saint Basle de Verzy en 991, intentando juzgar al arzobispo de Reims por traición. Dos tesis opuestas se propusieron: la episcopal, con Gerbert, que establecía la capacidad del concilio de deponer al arzobispo según la tradición carolingia e Hincmar de Reimar apoyado por los Otones. La segunda tesis de Roma se efectuó con Abbon, como defensor del arzobispo acusado. La disputa se reanudó en el Concilio de Saint Denis durante los años 993-994. La exención, la donación de monasterios a San Pedro de Roma, aparecen en el siglo X y constituyeron el nudo de las divergencias entre los dos sectores. El espíritu reformista cluniacense meridional escapaba de los controles reales, diferente situación enfrentaba el sector de Lorena. Una red de iglesias y abadías exentas se aglutinaban en torno a Cluny, prestándole fidelidad. El Concilio de Chelles (993) estableció que las decisiones papales contrarias a las de los Santos Padres se considerarían nulas, generando la exención que sustrae el patrimonio de la abadía y al mismo abad del castigo, convirtiendo al jefe de su comunidad en su rey, al que los monjes prestan juramento; además, el patrimonio monástico permanecía exento de la influencia laica, pero concurren tres factores al elegir al abad: la elección por los monjes, aprobación del príncipe y la bendición del obispo. “Ante la decadencia de la monarquía y de la iglesia secular, que se tambaleaban por la fuerza del asalto de la nobleza, los cluniacenses habían mezclado con atrevimiento los poderes del juez con la santidad del monje, creando así las bases de una nueva teocracia”. 19 La discusión “partidaria” no hizo más que reflejar la decadencia de la monarquía y de la iglesia, sus problemas internos, lo que debilitó el poder de la nobleza debido a las diferencias entre los cluniacenses y el partido de los monjes que sólo llegó a su fin con la Reforma Gregoriana. El cisma influyó para que los cluniacenses prepararan la doctrina de la soberanía del papa. Los derechos y sus deberes se fundaron en la evolución histórica de la iglesia y el papado, mediante el Pseudo Isidoro y otros decretales (como los amparados en Isidoro de Sevilla), legitimándose y estableciendo que ninguna decisión conciliar y sinodal era valedera sin la aprobación del papa y que el poder supremo en la iglesia le pertenece. Desde el 858, el papa Nicolás I aceptó estas falsas decretales sosteniendo la tesis de la supremacía del papa, de esta manera se constituyó la Teoría del Poder Pontifical. Desde 1073, el Pseudo Isidoro y otras piezas 19 Poly y Bournagel, El cambio feudal: Siglos X al XIII, 179. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal conforman un hábeas corpus y no solamente teológico. Así lo expresa Guignebert: “el papa aspira a una autoridad superior en relación con la de los reyes y los príncipes”. 20 La reforma cluniacense hacia 910 condujo a la restauración de escuelas conventuales, estimulando el estudio de los obispos, adquiriendo renombre en Reims, Chartres, Tours y Normandía. El surgimiento de la escolástica como ciencia y método de razonamiento motivó el cuestionamiento del acuerdo entre la razón y la revelación, la ciencia y la fe, la filosofía y la teología y si la ciencia y la fe emanaban de una fuente común no podían contradecirse. Si a esto se le agrega el advenimiento del Imperio de Oriente como un nuevo adversario para el Occidente, es comprensible que Bizancio se erigiera como la nueva clave de comprensión del desarrollo de las ideas políticas pontificales y de su Imperio, fundamentalmente a principios del cisma en los inicios del nuevo milenio. Pseudo Isidoro El territorio franco se hallaba fragmentado desde el siglo V por los distintos movimientos y oleadas migratorias que produjeron el desmembramiento y caída del Imperio Romano de Occidente. Las tribus germánicas descriptas desde la época de Tácito se reglaban por un poder constituido en una asamblea popular y eran responsables ante ella; la misma tenía el derecho a resistirse a las órdenes del gobernante. Esto constituye la denominada teoría ascendente del gobierno, ya que el poder residía, podría decirse, en el pueblo. Como contrapartida, la construcción de la teoría descendente del poder, que resultaba de una especie de emanación de un ser supremo, hallaba mediante el cristianismo su significación. Acorde a esta concepción, el pueblo tenía el poder heredado “desde arriba” y no por “elección popular”, como en los siglos V-VI. Todo el período medieval se podría caracterizar por el continuo oscilar de estas dos teorías de gobierno, entre una pagana y otra cristiana, de naturaleza latinoromana; donde la teoría descendente desaparece progresivamente hasta el siglo XIII. Este período histórico, en el cual se sitúa el estudio, se desarrolló con la conflictividad de estas dos teorías y con el carácter eclesiástico del pensamiento político, agravado por la ausencia de la educación general para los laicos. Es decir, se aplicó la concepción de una doctrina cristiana a formas de gobierno. 20 J. Guignebert, El cristianismo medieval y moderno (México: Fondo de Cultura Económica, 1957), 64. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 91 92 Carina Ganuza Desde el siglo V al XI hay una escasa producción bibliográfica expuesta sobre las doctrinas políticas, como también sobre su íntima conexión con la ley, intentando la conversión de la realidad en pautas que se fijaba para la sociedad, persiguiendo un fin teleológico. Pseudo Isidoro es parte del cuerpo documental elegido que sirve de complemento a las teorías de poder antes mencionadas y permiten la comprensión de la construcción del poder eclesiástico-temporal en el contexto adecuado. Forma parte del derecho canónico y puede ser definido como una epístola en la cual el Sumo Pontífice declara alguna duda o decisión por sí mismo o en conjunto con los cardenales. También se lo denomina Colección de Isidoro Mercator, por ser éste el posible autor, ya que no existe certeza sobre el mismo. Se le atribuye también la designación de “Falsas Decretales”, pero esto no se encuentra debidamente fundamentado porque “ni todo lo que contiene son decretales ni todas son falsas, ni es la única colección con documentos apócrifos”. 21 Se compone de cinco manuscritos, el más antiguo es del Vaticano (data del 858, aproximadamente), detalla papas hasta Nicolás I, concilios y cánones apostólicos, 58 falsas decretales, el tratado de Primitiva Ecclesia et Sínodo Nicaena y el acta apócrifa de donación del emperador Constantino. Otra parte abarca concilios griegos, africanos, españoles y galicanos. 22 Las decretales apócrifas como la teoría descendente y ascendente resuelven cuestiones dogmáticas, la preeminencia papal, acusaciones y procesos contra obispos o clérigos, ayuno, Pascua, Santo Crisma, consagración de las iglesias, trajes eclesiásticos, exhortaciones morales y religiosas. Parte de estas apócrifas se encontraron en colecciones anteriores (como se detallan en el derecho eclesiástico). La obra dataría supuestamente del siglo VII o del siglo VIII, pero al considerar el VI Concilio de París en 826 y el de Aquistrán hacia 836, debería ser situada a mediados del 800. Su autor no fue Isidoro de Sevilla, tampoco se tiene certeza al respecto, pero sí que es de origen francés, al igual que otros autores y correspondería al tiempo del reinado de Carlos El Calvo. Los objetivos de estas disposiciones eran exaltar el poder papal, elevar el de los prelados, rebajar el de los metropolitanos y de concilios provinciales, proteger al clero contra la opresión laica, etc. Una fuerte discusión historiográfica respecto de la autenticidad de las decretales del Pseudo Isidoro se produjo a mediados del siglo XV, con Erasmo y otros, 21 Enciclopedia, 1239. 22 Ver R. Mandrou y George Duby, Historia de la Civilización Francesa (Méjico: Fondo de Cultura Económica, 1981) y William Occam, Tratado sobre principios de la teología (Buenos Aires: Editorial Aguilar, 1951). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal para luego provocar nuevos debates en defensa de las mismas (con el Jesuita Francisco de Torres, Buenaventura Malvasia en Roma hacia 1675). Cabe destacar, como ya se ha expuesto, que estos documentos existían en otras colecciones y eran constituciones pontificales. Indudable es su importancia como fuente del derecho eclesiástico y si bien ha generado críticas posteriores, su aceptación para el momento en que rigieron, demostraba su vigencia con la doctrina y con el pensamiento político y eclesiástico; por ejemplo, la supremacía del papado, aunque parcialmente algunas no se pusieron en práctica (por ejemplo, mediante la cual ningún laico puede citar judicialmente a un clérigo). Otra de las disposiciones “la de que los concilios provinciales no pueden reunirse sin consentimiento del papa o que al menos necesitan la confirmación de éste para la validez de sus actos, era un principio emitido mucho tiempo antes en la Historia tripartita de Casiodoro”. 23 También se dispone que con el principio de que los procesos de los obispos son causas mejores y en ellos corresponde sólo a los Concilios provinciales el derecho de información, debiendo elevar enseguida el asunto al papa y teniendo el obispo el derecho de apelar a éste, no sólo después del juicio del Concilio, sino también antes de éste si conocen que los jueces les son hostiles. 24 Este principio ya había sido previamente estipulado por Carlomagno. Innumerables apelaciones a Roma fueron conocidas con posterioridad. Los pontífices de ese tiempo no utilizaron las falsas decretales, sino obispos francos posteriores como Hincmar de Reims, “quien recurría a ellas según la conveniencia. 25 Cabe recordar a este monje para el momento de la discusión cluniacense. Una vez más se puede decir que eran conocidas en Francia Occidental, no así en Alemania, Italia o España. La necesidad de la elaboración de estas piezas documentales se debe a que, para la resolución de una cuestión, había que consultar seis obras distintas (desde decretos de Graciano), las cuales eran obras de gran extensión. Para inicios del siglo XIII, el jurista español Fray Raimundo de Peñafort, obedeciendo a Gregorio IX, realizó una nueva compilación de las obras sin modificar el valor de carácter de ley general que poseían, quedando privadas de autoridad legal las compilaciones anteriores. 23 24 25 Enciclopedia Universal. Tomo VII al XII (España: Editorial Espasa Calpe, 1957), 1240. Ibíd., 1240. Ver Charles Pettit- Duttailis, La monarquía feudal en Francia y en Inglaterra: Siglos X al XII (México: Editorial Hispanoamérica, 1961). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 93 94 Carina Ganuza La Iglesia Católica admitió que Pseudo Isidoro eran ciento quince documentos escritos con el objetivo de independizar a la institución del poder secular e impedir al laicado gobernar la iglesia. Además de los documentos que eran falsificaciones, se alteraron documentos genuinos (unos ciento veinticinco tienen material agregado), lo que permitió aumentar el poder papal. Otra de las falsificaciones fue atribuida a San Ambrosio, quien decía que cuando una persona no estaba de acuerdo con la Santa Sede, se convertía en hereje. Esto ejemplifica la promoción del poder papal en forma fraudulenta. Otra falsificación, la donación de Constantino (Siglo IX) demandará la cesión de provincias occidentales al Imperio Romano, donde el papa reclamaba usualmente autoridad en asuntos seculares. Cuando los cristianos griegos intentaban discutir cuestiones con la iglesia de Roma, los papas usaban falsificaciones para destruir templos o legitimar su autoridad. Sucedió con tanta frecuencia que los griegos llamaban a Roma “la casa de las falsificaciones”. Pseudo Isidoro y otros decretales fueron utilizados por los papas romanos para reclamar su autoridad en el Este. El patriarca de Constantinopla rechazó estos reclamos de supremacía, culminando así en la escisión de la iglesia ortodoxa de la católica romana. Algunos autores piensan que Santo Tomás utilizó “decretos falsificados” que creyó genuinos. Parece importante destacar la comprensión y redacción de estos documentos como pieza de sustentación y construcción del poder eclesiástico, ya que el papado nunca ejerció un poder absoluto. 26 San Bernardo de Claraval (1090-1115) 26 Doctor de la iglesia, fue el principal propulsor de la reforma cisterciense. Adquirió su formación humanística y teológica entrando al Cister junto con cuatro hermanos, un tío y su padre. Los ideales de la abadía a la que pertenecía eran el silencio y la contemplación, el oficio Divino, trabajo manual para todos y pobreza absoluta hasta el desposeimiento total. De alguna forma, Bernardo se convirtió en una especie de árbitro de Europa, comenzando a solucionar fricciones entre el poder eclesiástico y civil, con un 26 Ver A. J. Luddy, San Bernardo: El Siglo XII de la Europa Cristiana (Madrid: Editorial Rialp, 1963). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal papel fundamental en el cisma de 1130-1138. Su rol preponderante en la abadía lo condujo a fundar otras con el objetivo de contrarrestar a los cátaros. Según Bernardo, 27 el papa poseía dos espadas en su coronación, una espiritual que conservaba y una temporal que cedía potencialmente, el poder real era cedido al emperador, así se configuraba la relación Dios-Papa-emperador. La teoría de las dos espadas formulada por juristas pontificales y de alcance político justificaba el poder que pretendían los papas, independiente del emperador, situando el poder espiritual sobre el temporal. Bernardo proclamaba el sostenimiento de las espadas por la iglesia. En una sociedad sumamente desigual como la medieval, el hecho de firmar el principio de igualdad de Dios y la igualdad natural de los hombres por estar sumisos a Dios, condujo a determinar el dominio de la iglesia en ese régimen feudal, representando el triunfo del espíritu sobre la fuerza. Bernardo expresó: “la carne que sabe viciada por el pecado, cuyas raíces muestra la concupiscencia es asquerosísima, muladar y el cuerpo, cárcel hórrida, donde gima el alma en lucha”. 28 El cuerpo es definido como un “asno” siendo la humildad y la sumisión las formas de salvación. La idea de “utilitas publica” (interés por el bienestar público) conceptualizaba la doctrina papal, elevada a categoría de principio político por Inocencio III, donde los intereses privados estaban sujetos a los públicos. Un rey podía ser depuesto o recibir censuras eclesiásticas, el principio de idoneidad o de utilidad adquiriría operatividad. Ejemplo de esto fue el retiro de Enrique IV por el papa en 1076. Contra la simonía, Gregorio VII (1073-1085) implementó ciertos lineamientos estableciendo su unidad, unificando la liturgia, condenando investiduras laicas, colaborando con los príncipes, privándolos incluso de la corona. Toda una maquinaria doctrinaria erigida en las aberraciones de la fe, adquirieron fuerza de ley como instrumentos creados desde el siglo X, regulando la desobediencia a los mandatos papales. La herejía y sus expresiones como el pecado del cuerpo aparecían como delito concreto, según la opinión de Inocencio III, consideradas como alta traición, perteneciendo al gobernante secular la decisión de perseguir a los herejes sobre sus territorios. El problema intrínseco de las discusiones de Cister con la abadía de Saint Remis, como en Cluny, son las regulaciones impuestas a la jerarquía feudal que pre27 28 Ver T. Merton, San Bernardo: el último de los padres (Madrid: Editorial Rialp, 1956). P. Janauschek, El cristianismo antiguo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1956), 350. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 95 96 Carina Ganuza tendía escalar hacia la cima del poder donde se encontraba el rey, escalonamiento gradual comparable y ejemplificado también en abadías de más o menos jerarquía. Este ordenamiento no es impuesto sin la regulación jurídica romana, sino con la aplicación del derecho de Justiniano, basado en una teología que emanaría de París. El ordenamiento político halló las formas coadyuvado por la estructura eclesiástica de alienación del feudalismo con nuevas redes sociales, primero fue Cluny, luego Saint Remis, para culminar en Cister; todas abadías que de alguna forma posibilitaron el avance político feudal desde el siglo X hasta la acentuación monárquica moderna. 29 Egidio Romano (Roma, 1243- Avignon, 1316)29 Otra de las fuentes consultadas proviene del mencionado Egidio Romano, un agustino que ingresó a la orden de los ermitaños de San Agustín, quien desarrolló sus estudios principalmente en París paralelamente con Santo Tomás, convirtiéndose en su discípulo. Dictó clases en la Universidad de París hacia 1285, aproximadamente. Fue conocido entre sus pares por sus discusiones con el obispo de París, Esteban Tempier; fue obligado por el papa Honorio IV a retractarse. Esto debe situarse en el contexto de discusiones entre la filosofía tomista y pretomista de la época y de las consecuencias que sus posiciones produjeron en Egidio, como también los postulados que pregonaba donde se situaba una oposición clerical frente a la omnipotencia papal. No obstante, se había indicado a toda la orden que continuara ya que “su doctrina ilustra todo el mundo, (venerabilis magistri nostri Aegedii doctrina mundum universum illustrat)”. 30 Diversas opiniones afirman que Egidio era el filósofo más conocido en París, siendo elegido como instructor del hijo del rey Felipe III de Francia. Entre sus obras se distingue De Regimine Principum (en tres libros) y la obra Potestate eclesiastica, defendiendo los derechos del papado; incluso se le atribuye la bula Unam Sanctam. Aunque pertenece al siglo XIII, cabe destacar la importancia de Egidio, como fuente de esta investigación, ya que fue uno de los primeros escolásticos del siglo XIII. Su obra expresaba la soberanía papal sobre la totalidad del mundo, estableciendo la sujeción real al papa. El eje de sus postulados, la idea de dominium, no 29 30 Ver León J. M. Ozaeta, La unión hipostática según Egidio Romano (España: Editorial El Escorial, 1964). Enciclopedia Universal Ilustrada. Tomo VII al XII (España: Editorial Espasa Calpe, 1957), 192. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal equivalía a propiedad sino a señorío, indicando la superioridad de una persona sobre otra. El término señorío expresaba propiedad y sujeción de un hombre a otro hombre, sentando las bases de legitimación del ejercicio del poder. Este derecho al señorío podía ser obtenido por una gracia divina, a través de los sacramentos, en tanto los infieles no gozaban de poderes o prerrogativas. Egidio afirmaba que el papa instituía el poder terrestre, traspasando a los reinos y deponiendo reyes. Según su opinión, “tan sólo el papa tenía el poder, es decir, el señorío, puesto que provenía de Dios”. 31 La preocupación por la concepción hierocrática explicaba la posición papal, ya que los creyentes debían ser conducidos a un fin último preestablecido (como ya lo había expuesto Aristóteles). La soberanía jurisdiccional en una sociedad cristiana residía en el papado, la iglesia resumía todo el poder eclesiástico, todos los cristianos eran sus súbditos. La gran cantidad de concilios celebrados después de Carlomagno reflejaban la dirigencia de la sociedad cristiana, regulando el orden social, la vida privada y pública, las cuestiones matrimoniales, prohibiendo el trabajo dominical; aquella persona que desobedeciera una orden o un precepto era proscripto por el rey. En “Regimine Principum” escrito para y dedicado a su alumno Felipe IV, traducido a varios idiomas, se expresaba sobre la conducta del rey, las relaciones familiares y la vida en general. Así como las decretales del Pseudo Isidoro muestran la inmunidad de los clérigos respecto del control secular, conformando luego las disposiciones canónicas, con Egidio Romano se manifestaba el poder papal sobre la comunidad cristiana. Las obras más importantes de Egidio son: Libro de las Sentencias, Hexamerón, El Cantar de los Cantares, La epístola a los Romanos. Fundó la Escuela Egidio y entre sus representantes discípulos se encontraban Alberto de Padua y Gerardo de Siena. CONCLUSIONES El poder eclesiástico se elevó mediante un proceso de construcción desde el desgaste de las estructuras romanas y la fragmentación del poder público. 31 Ullmann, La Historia del pensamiento político en la Edad Media, 121. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 97 98 Carina Ganuza La Iglesia Católica se constituyó como la única institución detentora de poder, desde el siglo V en adelante, estructurando un andamiaje político ideo-lógico con la influencia temporal, capaz de sostenerla y elevarla como la única voz de la verdad. El Cristianismo, expresión ideológica de la Iglesia en el Occidente europeo, se afianzó desde la época carolingia. Su unicidad de criterios se evidenciará en las creencias sobre el trabajo, el descanso, la alegría, el dolor, la impureza, la pobreza; así el dogma constituye un conjunto de verdades que no pueden ser alteradas, siendo el pecado a través de la enfermedad la manifestación del castigo para los seres humanos. Este proceso de interrelación de la temporalidad y la espiritualidad acontece en este espacio geográfico seleccionado, estudiado principalmente y comprendido como un sistema de producción individual bajo la coerción señorial, en un ámbito geográfico organizado para la convivencia contrastante y necesaria entre los trabajadores como centro y el resto de la sociedad. Una sociedad desigual caracterizada por la trifuncionalidad, indispensable para la subsistencia de dicho sistema productivo, con antagonismos creados y justificados por el orden principal del sistema social implementado, es decir la iglesia. 32 El poder imperial disperso es integrado por distintos príncipes territoriales, intentando la limitación de la autoridad papal, desgastada por el desprestigio debido a las acusaciones delictivas que recibían. Desde Otón I, distintos lazos estratégicos extensivos ampliaron a Europa una política evangelizadora para que, a partir del siglo XI, la abadía de Cluny surgiera en un contexto de enfrentamiento entre los sectores septentrional y meridional del territorio franco analizado. Es decir, el acrecentamiento del poder laico se arraigó frente al debilitamiento carolingio papal, generalizándose en prácticas simoníacas y venta de obispados por parte de los capetos. La imposición del orden tendría lugar con la Reforma Gregoriana y el Concilio de Letrán donde se ratificó la libertad de la iglesia frente a la laicicidad. El territorio franco del año mil esbozaba un paisaje con distintos principados, 33 carentes de poderes monárquicos centralizados. Así, esta dispersión de una potestad política central permite interpretar el advenimiento de la iglesia íntimamente ligada con el Segundo Nacimiento del Imperio Romano; desde Otón en el 962, con la transferencia papal del divinum beneficium, al césar, como su intermediario. En la región franca existió un tejido social de principados, vizcondes y condes, 32 33 Ver Mercedes Borrego Fernández, Los campesinos en la sociedad medieval (Madrid: Editorial Arcolibros, 1999). Ver Robert Boutruche, Señorío y feudalismo (España: Editorial Siglo XXI, 1980). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Teorías para la construcción del poder temporal reemplazando al rey y estructurándose mediante linajes, construyendo nuevas redes de trabajo que aseguraban la producción en el sistema feudal campesino y de aristocracias locales. En este mapa político difuso la iglesia construyó su espacio de poder como otro componente del sistema feudal detentor de propiedades, pero a su vez, principal ordenador por el control monopólico de los lineamientos intelectuales de la verdad, con sus estipulaciones devenidas con posterioridad. No obstante esta política difusa, no es inexistente la punción y la coerción señorial por la que se perfilaron divisiones territoriales, con la caballería como instrumento de control, fundamentado en la alegoría de animacorpus, siendo los reyes el brazo armado del clero y la ideología hierocrática la directriz del poder papal de los creyentes. El movimiento de la Paz de Dios del año Mil, con la sustitución episcopal de los reyes, tuvo como objetivo la pacificación y la defensa de las propiedades en este espacio franco subdividido. En un contexto social mutante y violento, instó así a la aparición de distintos centros gravitantes como Cluny, Cister o Saint Remis que no hicieron más que revelar, consecuentemente, los mismos antagonismos que poseía la sociedad a la que pretendían regular. Parte del andamiaje ideológico construido por la iglesia, devenido de las divergencias políticas-eclesiásticas, motivaron a la redacción de cuerpos documentales que permitieron, en una instancia de incertidumbre de la doctrina referida a los principios del derecho común, una mayor legitimación con cuerpo orgánico; así el Pseudo Isidoro permite una habilitación para la declaración de decisiones, protección del poder eclesiástico, como también lineamientos jerárquicos para el ordenamiento interno de la iglesia. Al igual que el documental anterior integrado al derecho eclesiástico, San Bernardo de Claraval construyó un espacio para la conciliación con el poder temporal, con la consecuente legitimación del poder espiritual donde el papa era intermediario para la conexión y transmisión del poder al rey es decir, la sujeción del poder temporal al papal, mediante la elaboración de la teoría de las dos espadas. En suma, elaboración de postulados políticos que sustentaron la posición detentada por la iglesia, favorecida por la alienante sociedad feudal, en donde distintas abadías se transformaron, como ya se ha concluido, en centros de gravitación y construcción para el sostenimiento de dicho poder. Al igual que las fuentes previamente citadas, Egidio Romano elaboró su teoría expresando la soberanía papal sobre el mundo y la subordinación de los principados al poder eclesiástico, como la idea de pertenencia, instando a la legitimación del sistema ya impuesto. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 99 100 Carina Ganuza Iglesia y futuras monarquías, en un continuo oscilar, construyen relaciones de poder. La sociedad desde el siglo X al XII será el reflejo de la descomposición tras una compleja metamorfosis, acompañada de una fragmentación interna, producto de la evolución de las estructuras sociales y siendo, al final, el resultado de todas las maniobras clericales ineficaces en la regulación de la sociedad afectada por las herejías, pestes y falta de conocimiento. Éstos, a su vez alteraban el ordenamiento social que los había regulado; es esa misma iglesia que atomiza finalmente la sociedad con sus postulados obligatorios y justifica la muerte como castigo por sus pecados. 34 El punto nodal de la discusión establecida en el período estudiado es el mismo que suscita controversias en la actualidad: la búsqueda del poder, no intentar comprender esto en un contexto procesual a lo largo del devenir histórico, sería equivalente a ignorar el pasado como parte del presente, en que la iglesia permanece con el control, aunque ya no indiscutido de las verdades, detentora de riquezas, aunque profese la pobreza y permanezca latente en la opulencia del Vaticano, con los cimientos edificados desde antes del Medioevo. Carina Ganuza Maestranda en Integración y Cooperación Internacional, por la Universidad Nacional de Rosario Dirección: Italia 1020 – 4º B (2000) Rosario – Santa Fe E-mail: carinaganuza@hotmail.com Recibido: 15 de diciembre de 2010 Aceptado: 30 de marzo de 2011 34 Marc Bloch, La Historia rural francesa: Caracteres originales (Barcelona: Editorial Crítica, 1978). Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011): 75-100 Recensión bibliográfica DAROS, William; ARANDA FRAGA, Fernando; BUGOSSI, Tomaso. Conflictos epistemológicos entre el conocimiento científico y el religioso. Rosario, Editorial Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL), Editorial Universidad Adventista del Plata (UAP); Editorial Universidad de Génova (DISSPE) – Editorial de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), 2009, pp. 453. 1 Como resultado de un amplio proyecto de investigación sobre las relaciones ciencia-religión, tema de siempre presente preocupación para los creyentes y actualmente de significativo interés también para los científicos, se presenta este libro conteniendo los trabajos de los integrantes del grupo, que abordan la temática desde diferentes perspectivas disciplinarias. La introducción de William Daros delimita los conceptos en juego: ciencia, teología y religión, y traza una breve historia del conflicto. A continuación se van exponiendo los resultados en sucesivos capítulos. En la parte final, William Daros sintetiza algunos aspectos conclusivos en relación con cada uno de los trabajos, y con la totalidad del proyecto en general. “Heidegger y los conflictos epistemológicos entre el conocimiento científico y el conocimiento religioso”, de Raúl Kerbs, analiza el cuestionamiento radical de Heidegger al pensamiento filosófico occidental y en especial a la metafísica por el olvido de la diferencia ontológica; también estudia la posición heideggeriana sobre la ciencia y la técnica, así como sus ideas sobre la relación entre ciencia y religión. “Irracionalidad y racionalidad en la relación fe y ciencia”, de Emilio Monti, traza un panorama de la génesis de la ciencia a partir de la racionalidad griega que seculariza el orfismo, luego se refiere al Dios personal y creador de los hebreos, los siglos medievales, la reforma y la nueva “fe” naturalista. En una segunda parte traza un panorama de la moderna teología y hermenéutica a través de sus principales representantes: Schleiermacher, Barth, Brunner, Bultmann y Bonhoeffer. 1 Esta reseña ha sido publicada con la autorización de la autora y del comité editorial de la Revista INVENIO, que la publicó en su vol. 13, Nº 24, pp. 167-168. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011) 102 Recensión bibliográfica “Lenguaje científico y lenguaje religioso: similitudes y diferencias”, de Gustavo Romero, quien estudió la naturaleza del lenguaje, los lenguajes formales y la diferencia entre el discurso científico y el religioso, mostrando el compromiso ontológico en la cosmología contemporánea; finaliza con un breve tratamiento de la experiencia mística y su expresión lingüística. “Génesis y cosmología”, de Mario Castagnino y Alejandro Bangui, contiene una interpretación del relato de la creación del Génesis a la luz de las actuales investigaciones que superaron los primeros modelos cosmológicos. Al trazar los principales puntos de la teoría del Big Bang, se trata de hallar su correlato en el relato bíblico. “Debates recientes sobre Ciencia y Religión”, de Rogelio Pontón, se centra en dos recientes debates sobre el tema. El primero entre el Premio Nobel Steven Weinberg y el físico y clérigo John Polkinhorne sobre la hipótesis del “diseño inteligente” del universo. El autor relata el debate y luego lo analiza detalladamente concluyendo que no son tan opuestos como pareciera a primera vista. A continuación, aporta argumentos a favor de la tesis de que en la teoría del multiverso está implícita la existencia de un ser infinito. El segundo debate es entre el zoólogo Richard Dawkins y Francis Collins, ex director del programa oficial del genoma humano, decantándose Pontón por este último y su posición teísta. “Galileo: La ri-fondazione del pensare”, de Tomaso Bugossi, contiene un análisis histórico-crítico del proceso a Galileo y una interpretación de sus ideas desde una perspectiva filosófica según la cual Galileo marca la dirección del pensamiento filosófico moderno, pero deja intacta su problemática. “Un drama entre la autoridad eclesiástica y la razón científica. El caso Galileo, ¿favorece a K. Popper o a Th. Kuhn?”, de William Daros, vuelve al caso Galileo, pero desde una perspectiva distinta. Luego del recuento de los datos históricos más relevantes, el planteo se orienta a justificar la razonabilidad del criterio galileano sobre la interpretación de la Escritura, incluso a la luz de la posición actual de la exégesis cristiana y, especialmente, la católica. El autor interpreta las ideas de Galileo contra el geocentrismo en la línea refutacionista de Popper, mientras que los teólogos de su tiempo consideraban que defendía en forma absoluta el copernicanismo; concluye, en la línea de Kuhn, que los conocimientos de Galileo deben entenderse como encuadrados también en paradigmas sociales o corporativos desde los cuales toman sentido los problemas científicos. “El cambio de paradigma epistemológico en la filosofía política, la ética y el derecho”, de Fernando Aranda Fraga, trata el marco epistemológico de la temática en relación a una panorámica de la historia de este tópico en la modernidad a partir de Ockham, señalando especialmente el hito del contractualismo político en Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011) Recensión bibliográfica sus diferentes manifestaciones, pasando luego al giro que significa la consideración central del problema de la justicia. Su investigación apunta a señalar los sucesivos corrimientos de los roles del Estado y de la Iglesia, y el lugar del individuo. Aprecia, finalmente, que la etapa postmoderna que transitamos ha buscado un anclaje en la valoración procedimental del consenso, lo que es a su vez un resultado, aunque lejano y mediado, de la desacralización de los valores. “La tarea de la ciencia teológica en el siglo XXI”, de Carmelo Martines, concreta un análisis de los posibles espacios de trabajo teológico en diversas áreas. En el área hermenéutica propone una tarea deconstructiva de ciertas tradiciones teológicas que influyen en la hermenéutica bíblica. En el área social, en sintonía con la línea de la teología de la liberación, propone un compromiso a partir de la ética concreta. En el área ecuménica propone un proyecto que pueda dar una respuesta tanto al problema interno como externo de las iglesias cristianas. Como puede apreciarse en esta sucinta presentación, los trabajos delimitan diversas temáticas y las desarrollan sistemáticamente, poniendo al día la bibliografía relevante. Uno de los valores de este libro -entre otros-, se halla en presentar muy buenas exposiciones del estado actual del concordismo religioso cristiano, tema en el cual la obra se convertirá en un referente de importancia. Los conflictos epistemológicos mencionados se relacionan con el conocimiento científico occidental (pasado y presente), y aceptando el hecho actual de la planetarización de la ciencia. El “conocimiento religioso” refiere, en este caso, exclusivamente al cristianismo. Formulo explícitamente el deseo y la expectativa de que este tema sea objeto de un tratamiento posterior de este equipo, que ya se muestra claramente consolidado como referente investigativo. Celina Lértora Mendoza Dra. en Filosofía y en Teología Investigadora del CONICET E-mail: fundacionfepai@yahoo.com.ar Nota: El presente proyecto, denominado “Conflictos epistemológicos entre el conocimiento científico y el religioso”, fue desarrollado entre el último trimestre del año 2006 y el primer trimestre del 2008. Fue patrocinado y financiado, en forma conjunta, por la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL), la Universidad Adventista del Plata (UAP) y el Dipartimento di Storia del Pensiero Europeo (DI.S.S.P.E), de la Università di Genova, Italia. Enfoques XIII, 1 (Otoño 2011) 103 Novedad editorial MEDIACIÓN. La búsqueda del camino alternativo Carlos A. Chimpén María Soledad Sagrado Sobre la obra Este libro de mediación tiene una estructura sencilla para su comprensión pero sin perder la rigurosidad técnica requerida para los ya iniciados en la materia. En sus líneas se deja entrever la experiencia de sus autores como profesores universitarios, ya que se exponen los contenidos con gran claridad abarcando muchos de los ámbitos más importantes del empleo de la mediación, algunos tan poco conocidos como la mediación medio ambiental. Resulta un material práctico y muy completo para el uso académico de un tema tan necesario como es la resolución de conflictos. Son pocos los libros que tratan el tema de la mediación donde se expone tan claramente la distinción entre Estrategias y Técnicas. Al mismo tiempo, y tal como afirmaba uno de los evaluadores del material que ahora tiene en su mano, “el texto hace referencia a una gama amplia de modelos conceptuales, abarcando aquellos que universalmente han demostrado mayor efectividad para el trabajo del mediador”. La resolución de conflictos requiere una construcción diferente de los mismos. A través de las palabras de esta obra se encontrará la forma de ayudar a elegir caminos alternativos al conflicto. ISBN: 978-987-1378-16-6 *Ventas online: www.uap.edu.ar (Publicaciones) Recensión bibliográfica Lo que hacen los mejores profesores universitarios, por Ken Bain. Trad. Óscar Barberá. Valencia: Universitat de Valencia, 2007. Pp 229. ISBN 978-84-370-66691. Ken Bain, director del Center for Teaching Excellence de la New York University, ofrece en su libro los resultados de un estudio de quince años sobre 63 profesores extraordinarios, de 40 disciplinas diferentes, que enseñan en una cierta cantidad de universidades. La información sobre los docentes estudiados se obtuvo (a) de entrevistas, (b) de la presentación de sus ideas sobre la enseñanza, (c) de materiales escritos en relación con las asignaturas, (d) de observaciones de su docencia, (e) de las producciones de los estudiantes, y (f) de comentarios hechos por colegas. La investigación estuvo direccionada a cuatro áreas: (a) los objetivos de aprendizaje, (b) la promoción de esos objetivos, (c) la evidencia de éxito en el logro de esos objetivos y (d) la contribución de métodos al aprendizaje. El estudio, en definitiva, se buscó ampliar la comprensión que se tiene sobre la docencia que logra un “aprendizaje excepcional”, es decir aquella que tiene éxito en conseguir el desarrollo personal e intelectual de los estudiantes. Por excelencia docente, el autor del estudio entiende el éxito en ayudar a los estudiantes a aprender (p. 15), de tal manera que los alumnos quedaban satisfechos, interesados en la asignatura y con deseos de seguir aprendiendo. Precisamente el estudio se ocupó de profesores que aportaron una evidencia clara de que ayudaban y animaban a sus estudiantes a aprender (p. 19). Esos profesores ejercían una influencia perdurable sobre la manera de pensar, actuar y sentir de los estudiantes (pp. 20, 28, 35). El libro propone aprender de tales profesores exitosos (p. 22). Una vez identificaron los profesores de éxito, se los estudió a la luz de seis cuestiones generales: (1) ¿Qué es lo que saben sobre cómo aprendemos? (2) ¿Cómo preparan las clases? (3) ¿Qué esperan de sus estudiantes? (4) ¿Cómo dirigen la clase? (5) ¿Cómo tratan a sus estudiantes? (6) ¿Cómo evalúan a sus estudiantes y a sí mismos? El libro dedica un capítulo a cada uno de estos interrogantes. Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) 106 Recensión bibliográfica Respecto de lo que saben y entienden los mejores profesores acerca del aprendizaje, se dice que los profesores tenían un conocimiento cabal y actualizado de sus disciplinas, de su desarrollo histórico, al mismo tiempo que ayudaban a los estudiantes a pensar en forma metacognitiva. Se define el conocimiento como una construcción progresiva de nuevos modelos intelectuales de la realidad a partir de los modelos mentales disponibles. A esto se denomina aprendizaje profundo. A los fines de esta construcción de conocimiento se atribuye una importancia esencial a las preguntas cruciales que organizan la información y a la curiosidad natural de la mente humana. Estos buenos profesores apelaban al interés y a la motivación intrínseca, creando lo que el autor llama “un entorno para el aprendizaje crítico natural” (p. 58). Acerca de la preparación de las clases, el estudio mostró que los profesores pensaban en términos de objetivos del aprendizaje, a fin de diseñar un entorno atractivo para los estudiantes. Se preguntaban sobre lo que ellos debían ser capaces de hacer como resultado del aprendizaje, sobre la manera de ayudarlos en el desarrollo de esas habilidades, sobre la forma de entender su progreso y de evaluar los esfuerzos docentes en el logro de ese aprendizaje. En otras palabras, el estudio mostró que los profesores planificaban hacia atrás, comenzando con los resultados esperados (p. 63). Tenían en cuenta los cambios necesarios en los modelos mentales, así como los intereses y preferencias de los estudiantes y estaban dispuestos a realizar cambios. Sabían que para lograrlo debían ayudarlos a aprender, a razonar, a leer con capacidad de análisis, a pensar en forma continua. Proveían a los estudiantes de los estándares que les permitía medir su propia experiencia de aprendizaje. El estudio mostró que los mejores profesores esperaban más de sus estudiantes, manifestaban un interés individual en ellos y una confianza realista en su capacidad. Rechazaban el empleo del poder y dejaban en sus manos el control sobre su propia educación (p. 88). Más que un cúmulo de informaciones, estos docentes buscaban cambios intelectuales y emocionales, apuntando al ser y al hacer de los estudiantes. Los profesores estudiados desafiaban el pensamiento, planteaban preguntas, cuestionaban conceptos y ayudaban a los estudiantes a reconstruir su manera de pensar. Para ellos, la comprensión, el razonamiento, las percepciones, eran más importantes que la memoria, el orden, la puntualidad o la pulcritud. La meta principal no era aprobar, sino pensar en objetivos de desarrollo. La investigación se había propuesto estudiar el quehacer de los profesores en sus clases y encontró como respuesta que dichos docentes creaban un determinado ambiente para el aprendizaje. Ese aprendizaje respondía a siete principios: (1) un entorno para el aprendizaje crítico natural, obtenido con Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) Recensión Bibliográfica diversas técnicas y variados métodos (enfoque interdisciplinario, actividad intelectual superior y respuestas a preguntas); (2) conseguir la atención de los estudiantes y no perderla; (3) comenzar con los estudiantes en lugar de con la disciplina; (4) la búsqueda de compromisos; (5) ayudar a los estudiantes a aprender fuera de clase; (6) atraer a los estudiantes al razonamiento disciplinar (comprender, aplicar, sintetizar y evaluar); (7) crear experiencias de aprendizaje diversas (visuales, auditivas, verbales, de reflexión, etc.). Adicionalmente se comprobó que los buenos profesores se caracterizaban por: (a) una buena oratoria (en tono de conversación, con ritmo variado, lenguaje cálido y buenas explicaciones) y (b) por dejar que hablen los estudiantes. En cuanto al trato de los profesores estudiados hacia los estudiantes, éste se caracterizó básicamente por la confianza y la amabilidad. Eran profesores de personalidades diferentes, pero que creían que sus estudiantes querían y podían aprender. Se encontraron evidencias de un cierto patrón de creencias, actitudes, conceptos y percepciones, como su preocupación por el aprendizaje, su flexibilidad en cuanto a las reglas, su rechazo al poder, su franqueza y generación de confianza, así como su humildad, cortesía y dignidad. Los resultados mostraron elementos comunes respecto de la evaluación de los estudiantes y de los propios docentes. Estos profesores valoraban sistemáticamente el aprendizaje, la forma de pensar, el desarrollo intelectual y personal, los cambios producidos, y sus propios esfuerzos por facilitarlo. Tanto la evaluación como la calificación estaban centradas en el aprendizaje, no en el rendimiento y el proceso respondía a los objetivos propuestos. Muchas veces se planteaban las preguntas principales en el comienzo de las clases. En todo caso la información obtenida estaba destina a ayudar a los estudiantes, no a culparlos. Los exámenes solían ser acumulativos. Dice el autor del proyecto: “Al final, sentimos que una de las lecciones más importantes de este estudio es que la docencia debe juzgarse utilizando una perspectiva que parta del aprendizaje” (p. 185). El autor manifiesta en la sección final de la obra su convicción de que es posible aprender de los mejores profesores, sobre todo a concebir la enseñanza como ayuda y estímulo para el aprendizaje de los estudiantes. En todo momento rescata un modelo docente centrado en el aprendizaje y no en la trasmisión de conocimientos. Sostiene que “la enseñanza sólo tiene lugar cuando hay aprendizaje” (p. 193) y que toda la investigación estimula la creación de entornos adecuados para dicho aprendizaje. El lector del libro de Ken Bain no encontrará recetas fáciles ni fórmulas mágicas que conducen a la excelencia docente. Hallará más bien un esfuerzo Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) 107 108 Recensión bibliográfica de comprensión de patrones comunes en el quehacer de los buenos profesores. Más que respuestas sencillas, se topará con una enorme cantidad de preguntas provocativas de la propia reflexión. Podrá resultar reconfortante comprobar que los docentes exitosos son muy diferentes unos de otros, y que no son perfectos; al mismo tiempo que todos ellos están enfocados en la prosecución de un entorno que promueve el aprendizaje. Lo más loable, tal vez, de todo el trabajo sea la concepción del aprendizaje como modificación de la forma en que los estudiantes razonan, actúan y sienten, bajo la influencia de una intervención docente de excelencia. Daniel Oscar Plenc Universidad Adventista del Plata, E-mail: ciwdirec@uapar.edu Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) NORMAS DE PUBLICACIÓN 1. ENFOQUES es una publicación bianual que responde a los criterios científicos y académicos del Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT), perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina. ENFOQUES pertenece al Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. 2. Los trabajos deben enviarse a la dirección de la revista, por e-mail a secinves@uapar.edu o por correo postal a: Secretaría de Ciencia y Técnica, Universidad Adventista del Plata, 25 de Mayo 99, E3103XAC Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina. 3. Los trabajos deberán ser inéditos y se asume que toda persona que figure como autor ha dado su conformidad para que el artículo sea publicado. 4. Los autores, al enviar su trabajo, deberán manifestar que el mismo es original y que no ha sido postulado a otra publicación a otras revistas ni otros organismos editoriales. Para ello, enviarán la declaración de originalidad que puede descargarse desde la página electrónica de la revista: http://www.uap.edu.ar /es/enfoques/ 5. Los manuscritos son sometidos a referato, a cargo de miembros del Consejo Científico Asesor u otros expertos en la temática, según la especialidad u orientación del artículo. Puesto que Enfoques ha adoptado el sistema de arbitraje anónimo, la identidad y otros datos que permitan identificar al autor deberán aparecer solamente en la portada (primera página) del trabajo, donde conste el nombre completo del autor, filiación institucional, título del manuscrito, dirección completa (incluyendo e-mail) y un currículum vítae abreviado que incluya publicaciones, titulación académica, profesión y demás datos básicos que considere relevantes. El autor deberá asegurarse de que su nombre no aparezca en ningún otro sitio del trabajo y de que ha sido eliminado de la lista de Propiedades del documento 6. Los resultados del proceso de arbitraje serán comunicados al/los autor/es. Los mismos pueden consistir en (a) la aceptación del artículo sin modificaciones, (b) la aceptación del artículo mediando revisiones menores, (c) la aceptación del artículo mediando revisiones mayores, (d) el rechazo del artículo. 7. Los trabajos deben enviarse por correo electrónico, preferentemente en Microsoft Word. Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) 110 Normas de publicación 8. La extensión de los artículos no deberá exceder las 12.000 palabras, en hoja tamaño A-4, a doble espacio, en letra Times New Roman o equivalente, de 12 puntos, numeradas y con márgenes no inferiores a 2,5 cm. Las citas (de extensión menor a cuatro líneas) irán en el texto entre comillas. Las citas en bloque (cuando exceden 4 líneas) se destacarán a espacio simple, con sangría y letra de tamaño 10. Los trabajos de discusión tendrán un límite máximo de 3.000 palabras y las recensiones bibliográficas no han de superar las 2.500 palabras. Deben reducirse al mínimo indispensable las palabras o frases resaltadas en negrita. Se utilizará letra cursiva, o bastardilla, para palabras extranjeras. El Consejo Editorial se reserva el derecho de considerar la publicación de manuscritos que sobrepasen tales límites. 9. Junto al trabajo, los autores deberán enviar un resumen no mayor de 100 palabras y 5 palabras claves que han de utilizarse como descriptores temáticos, ambos en castellano e inglés. De ser posible, además de la versión en castellano, se incluirá el resumen en inglés. 10. El estilo de la revista se basa en la 14ª edición revisada del Manual of Style, publicado por la Universidad de Chicago. Las notas y referencias se colocarán a pie de página, en numeración correlativa y letra de 9 puntos, de la siguiente manera: Libros: Michael Walzer, Tratado sobre la tolerancia (Barcelona: Paidós, 1998), 57. Artículos: Robert Brown y Charles H. Bernard, “The relationship between selfconcept and academic achievement”, Journal of Experimental Education 37, 3 (May 1997): 143. Libros colectivos: Jürgen Habermas, “The Public Sphere”, en Contemporary Political Philosophy, ed. Robert E. Goodin y Philip Pettit (Cambridge: Blackwell, 1997), 128. 11. Una vez que el autor haya sido notificado acerca de la aprobación de su trabajo para su publicación, no se admitirán modificaciones ni agregados. 12. La revista no se compromete a devolver los trabajos enviados a publicar. 13. La revista se reserva el derecho de publicar los artículos que estime conveniente, de acuerdo con su perfil editorial, sus necesidades y posibilidades de publicación. 14. El envío de la copia original implica la autorización para la publicación y la disponibilidad en línea, sin pago de derechos de autor. 15. Cada autor recibirá, sin cargo, dos ejemplares de la revista y 20 separatas de su artículo. Enfoques XXIII, 1 (Otoño 2011) Suscripción a E N F OQU E S Revista de la Universidad Adventista del Plata VALOR DE LA SUSCRIPCIÓN Argentina: Retiro directo en la UAP Suscripción anual Número separado $ 25 $ 55* $ 30* Otros países: Suscripción anual Número separado US$ 30* US$ 17* *incluye gastos de envío Nombre _______________________________________________________________________ Dirección _______________________________________________________ CP ___________ Localidad/Ciudad _______________________________________________________________ Provincia/País __________________________________________________________________ Si usted desea suscribirse, debe completar el cupón y enviarlo junto con el comprobante de pago (ambos fotocopiados o escaneados) por e-mail o por correo postal a las direcciones que se muestran abajo. Opciones de pago: (a) Con tarjeta de crédito debe ingresar a http://www.uapar.edu/es/publicaciones/ e ingresar al Instructivo para realizar la compra de libros Online. 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