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De las aperturas, las facultades y los límites Conferencia leída en la Inauguración de las Segundas Jornadas de Psicoanálisis de la Universidad de Chile, realizadas entre el 1 y 2 de diciembre del año 2006. Pablo Cabrera P. Grupo de Estudios Psicoanalíticos (Universidad de Chile) Esta Segunda Jornada de Psicoanálisis “Clínica y Política en la Realidad Chilena Actual” es un intento colectivo de reflexionar públicamente en torno a la práctica real que realizamos en distintos espacios de esta Facultad en torno al psicoanálisis: docencia, clínica de adultos, clínica infanto juvenil, trabajo de grupos operativos, análisis institucional, investigación sobre problemáticas sociales. Lo que equivale a constatar que el psicoanálisis se ha hecho un lugar en un espacio común con otras prácticas en esta Facultad, la Facultad de Ciencias Sociales. Lo común en las ciencias sociales es que pone como centro de su interrogación y su aspiración de explicación, al sujeto, sea organizado como individualidad o en relación a la sociedad en que vive o la cultura en que se desenvuelve. En ese sentido, esta segunda Jornada de Psicoanálisis, contiene el siguiente doblez de lo cual se desprende un problema. Por un lado, hay una diversidad de intereses que ha articulado esta Jornada, las que giran alrededor de problemas diversos. Por otro, los problemas, se han organizado de tal modo que pone al psicoanálisis en diálogo con otros discursos o teorías en torno al mismo tema de trabajo, más que frente al mismo objeto de investigación, aunque se lo nombre en su mismo lenguaje. Esto da qué pensar. Da qué pensar sobre el psicoanálisis en sí mismo, cómo se lo comprende y realiza, en sus propias cláusulas teóricas, su método de trabajo, ya sea del lado del sujeto de análisis como del objeto del análisis, y en esa misma interrogación, da qué pensar en las posibilidades de apertura, sus aportes, sus límites con otras disciplinas como la psicología, la sociología, la historia, las ciencias. Desde el comienzo del psicoanálisis, Freud lo entiende como un método de trabajo que permitiría analizar lo Inconciente de sus pacientes y de sí mismo. Hay una escucha de la palabra y sus escotomas, con lo cual se elabora una teoría sobre el sujeto, la metapiscología, y en seguida, encuentra efectos en la eliminación de síntomas, lo que implica su esclarecimiento y la confirmación de la teoría. La tarea la plantea de diversos modos, dependiendo sobre lo que quiere enfatizar: “hacer conciente lo inconciente”, “recordar lo olvidado, re – elaborándolo”, “vencer las resistencias”, “superar lo reprimido”, que es un superar manteniendo, en lugar de eliminando. Se parte del supuesto, y se comprueba, que hay experiencias en la historia de alguien que han sido olvidadas, y que esos olvidos no tienen acceso al recuerdo por un acto de conciencia a voluntad. Más bien adviene eso olvidado en ámbitos donde la conciencia ha perdido dominio, y enseguida, la manifestación establece un diferendo con lo manifestado. Manifestación en el síntoma, inhibición y angustia, en el sueño, el lapsus y en los actos fallidos. Es lo que Freud distingue entre lo manifiesto y lo latente. Distinción que lo fuerza a buscar el modo de descifrar en lo manifiesto lo latente, emergiendo ahí procesos divergentes organizados tópicamente, liminares y en relación de conflicto: aparece la metapsicología para dar cuenta del aparato psíquico, de la forma, de sus contenidos, de sus tramitaciones, y un modo de acceso singular: el psicoanálisis. El lugar de la historia, el deseo, la sexualidad infantil y el placer; la inscripción de la realidad en el placer como posibilidad subjetiva; la castración y su relación con la ley, la ley de la prohibición, del ideal, de la posibilidad del placer con un semejante – 1 diferente; la inscripción de la experiencia del placer en la presencia y la ausencia del objeto y el fracaso de la alucinación como vía de satisfacción de deseo; la re – aparición del objeto como ausencia movilizando al sujeto a encontrar a otro; el fracaso de ese reencuentro cruzado por el retorno de la reprimido, los efectos de la defensa y la formación de síntoma como formación sustitutiva de la pulsión sexual, quedando inscrito el conflicto con algunas aspiraciones del yo. La repetición de ese conflicto en la historia de las propias tramitaciones pulsionales y sus destinos en la historia de alguien, con nombre propio, o su reverso, la facultad del recuerdo a través del análisis otorgando la posibilidad de la inauguración de algo, en la asunción del deseo y sus límites, en el placer y el trabajo. Todos estos son elementos que se desprenden del modo en que se escucha, se investiga y se interpreta en el trabajo psicoanalítico. Pero a su vez, hay el intento de explorar desde el inicio del psicoanálisis, otros espacios en los cuales el individuo está inmerso, es decir, deja sus marcas, y por tanto, también sus opacidades, sus conflictos en lo cual se delata lo Inconciente. Así, Freud, trata al arte, al chiste, a la Psicopatología de la vida cotidiana (1901), a su método de análisis histórico primero en Tótem y Tabú (1913) y luego en su Moisés y la religión monoteísta (1939). Así hace la reflexión sobre lo social, los grupos artificiales, las instituciones como la Iglesia y el Ejército, el lugar del líder y lo que moviliza en tanto subrogado del padre y las tramas diversas de identificaciones en su Psicología de las masas y análisis del yo (1921). Así piensa al conflicto político, sus espacios de disolución y sus efectos brutales a un año del inicio de la primera guerra mundial en De guerra y muerte. Temas de actualidad (1915) y en ¿Por qué la guerra? (1932), carta de respuesta a Enstein. Así piensa a la cultura, su desarrollo y sus propias paradojas entre el porvenir de un ideal de plenitud, su lado ilusorio, su aspecto posible, su sentido trágico, si se extreman los polos entre el narcisismo y el sentimiento oceánico y la realidad de la castración, de la diferencia y la falta, primero en La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna (1908), y luego, en El porvenir de una ilusión (1927) y El malestar en la cultura (1930). En cada uno de esos intentos hay la pretensión, no sin ser cuidadosa, de explorar las posibilidades del psicoanálisis por fuera de su laboratorio de trabajo: la clínica individual, o lo que Laplanche ha llamado el psicoanálisis a extra-muros. Y el cuidado va de la mano con las advertencias que Freud señala marcando siempre una distancia, difícil de establecer espacialmente, entre el método y los descubrimientos que advienen a través de él en el trabajo clínico y el campo social, en su sentido genérico. La relación la establece a través de la operación de la analogía. La palabra refiere a algo que encuentra semejanza con otro sin ser idéntico, y también, ocupando la misma función pero teniendo orígenes distintos. En nuestro caso algo de lo que se encuentra en la clínica lo encontramos como si fuera del mismo modo en lo social. Advertencia primera a no extrapolar sin más los descubrimientos del psicoanálisis al campo social. Advertencia de método y objeto. Pero también, advertencia segunda, en relación a los límites del psicoanálisis de mantener la obra abierta y sin cierre definitivo deviniendo sistema. Y sin embargo, advertencia no significa clausura, sino poner atención, observar, caer en la cuenta de. Hay algo que pensar. He ahí algunas de las advertencias de Freud en el diálogo psicoanálisis y lo social, de método y objeto, de límite. Pero cabe la pregunta, si es a través de la clínica que se logra el análisis de lo Icc, ¿qué es la clínica sino un dispositivo en donde se posibilita el análisis de lo Icc? ¿Cuáles son los límites de esa clínica? ¿qué es lo que la define en cuanto tal? ¿Parte de sus descubrimientos podrán esclarecer algo de los 2 dominios del conocimiento de otras disciplinas como el arte, la filosofía, las ciencias en general, o de los problemas desde el cual se pueden articular esos dominios como el conocimiento, la ética, la política, la estética? ¿Podrá practicarse una clínica de lo social? La pregunta de fondo se plantea entre la conjunción y la disyunción de formas de entender el conocimiento, sus supuestos epistemológicos, sus prácticas concretas, sus organizaciones institucionales, ¿cuáles son las posibilidades y los límites del psicoanálisis en la apertura hacia otras ramas del saber? O de otro modo ¿qué es lo que puede otorgar esa apertura entre territorios conceptuales disímiles, y en ella, de qué se nutre el psicoanálisis y qué es lo que pierde? Son estas algunas de las interrogantes que giran alrededor de la organización de las distintas áreas temáticas, a saber, la investigación, los movimientos sociales, la clínica infantil, la política en torno a lo sexual y a lo adolescente, clínica psicoanalítica y la institución. Verán que su organización tiene que ver directamente con los problemas del psicoanálisis y sus recorridos, sus defensas y sus posibilidades en la actualidad. Del diálogo, la pregunta y su límite, siguiendo a Paul Celán en su discurso El Meridiano de 1962, leído cuando le conceden el premio Georg Büchner, en donde establece la efectividad de la palabra poética y su posición frente a ella, plantea: “...porque siempre cuando se habla de arte nunca falta alguien que está presente y en verdad... no escucha. De manera más exacta: alguien que escucha y aguza el oído y observa... y luego no sabe de qué se hablaba. Pero que escucha al que habla, que lo “ve hablar”, que ha percibido habla y figura... y también, a la vez, aliento, es decir, dirección y destino.”1 Santiago, 1 de Diciembre del año 2006. 1 Celan, P. El Meridiano, 22 de octubre de 1962. 3