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What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences What Social Sciences for Which Society? Towards a New Humanism for the Social Sciences. I International Conference Santiago’2011, FIUC-IFCU Social Sciences. ISBN: 2-‐911048-‐69-‐5 Published by International Federation of Catholic Universities (FIUC-IFCU) 21 rue d’Assas 75270 Paris, Cedex 06 France Phone (33) (1) 44395226, Fax (33) (1) 44395228 Website: www.fiuc.org Editor: Fernando M. Vidal © 2011 International Federation of Catholic Universities (FIUC-IFCU) 2 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences ÍNDICE PRESENTACIÓN Mons. Guy-Réal Thivierge, Secretario General de la FIUC Prof. Fernando M. Vidal, Social Sciences IFCU/Ciencias Sociales FIUC ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA QUÉ SOCIEDAD? Prof. Pedro Morandé Court, Universidad Católica de Chile ¿HAY ACTIVOS TÓXICOS EN EL PARADIGMA DE LAS CIENCIAS SOCIALES? DESAFÍOS A LAS CIENCIAS SOCIALES ANTE LA CRISIS DE 2008 Prof. Fernando M. Vidal, Universidad Pontificia Comillas de Madrid, España REGARDS CROISES SUR LES SOCIETES CONTEMPORAINES : CONSTANTES, TENSIONS ET EVOLUTIONS Prof. Marie-Paul Dusingize, Université Catholique de Kabgayi, Rwanda UNA MIRADA DESDE AMÉRICA LATINA SOBRE LAS SOCIEDADES DE HOY: CONSTANTES, TENSIONES Y EVOLUCIONES Prof. Catalina Romero Cevallos, Pontificia Universidad Católica del Perú CROSS-CULTURAL GLANCES AT TODAY’S SOCIETIES: CONSTANTS, TENSIONS AND EVOLUTIONS Prof. Barnabe D’Souza, Research Center of Shelter Don Bosco, Matunga, Mumbai, India HUMANIST CONSTRUCTIONISM Prof. Rita Bichi, Catholic University of Milan, Italy LES REPERES ET LES ASSISES DU TRAVAIL SOCIAL ASSOCIE AUX SCIENCES SOCIALES VISANT LA CONSTRUCTION DE SOCIETES ALLANT VERS UN NOUVEL HUMANISME Prof. May Hazaz, Université Saint-Joseph ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA HOY? Prof. Enrique Santamaría, Universitat Autònoma de Barcelona 3 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences LAS CIENCIAS SOCIALES EN LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS Prof. Andrés Tornos Cubillo, Universidad Pontificia Comillas de Madrid, España LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Prof. Sergio Bernal, Universidad Javeriana, Santa Fe de Bogotá, Colombia 4 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences CURRICULUM VITAE de los autores El profesor Pedro Morandé Court (centroucfamilia@uc.cl) nació en 1948 en Santiago de Chile. Se tituló de Sociólogo en la Pontificia Universidad Católica de Chile en el año 1971. Ese mismo año dio inicio a su carrera académica en dicha universidad como profesor auxiliar en el Instituto de Sociología. Entre 1976 y 1979 realizó estudios de postgrado en Alemania Federal, obteniendo en 1979 el grado de Doctor (Dr.Phil) en Sociología de la Universidad de Erlangen-Nürenberg. En 1981 es nombrado profesor titular de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y desde 1995 es Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la misma universidad, además de ser miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y miembro del Comité Editorial de la Revista Humanitas. En 1997 se incorpora como miembro de número a la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Entre sus publicaciones destacan: Synkretismus und offizielles Christentum in Lateinamerika. Ein Beitrag zur Analyse der Beziehung zwischen Wort und Ritus in der nachkolonialen Zeit. (1982); Cultura y Modernización en América Latina (1984); Iglesia y Cultura en América Latina (1989); Persona, Matrimonio y Familia (1994); Familia y Sociedad (1999). Además ha escrito un centenar de artículos sobre el tema de identidad cultural latinoamericana, su ethos barroco, y la presencia de la Iglesia en la memoria de los pueblos latinoamericanos, entre otros. Su área de especialización es la Sociología de la Cultura y Religión, realizando numerosos trabajos sobre estas materias en el ámbito de la realidad latinoamericana. El profesor Fernando M. Vidal (fvidal@upcomillas.es) (http://www.fernandovidal.eu) nació en 1967 en la ciudad de Vigo (Galicia, España), es doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, es profesor de la Universidad Pontificia Comillas, director del Instituto Universitario de la Familia, profesor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales e investigador del Instituto Universitario de Migraciones. Profesor colaborador con Boston College y Harvard University. Sus áreas de investigación son familia, exclusión social, cultura y sociedad civil. Dirige el grupo de investigación EXITS+F (Exclusión, Inmigración, Trabajo Social y Familia). Es presidente de la Fundación RAIS -dedicada a homeless y exclusión extrema-, miembro del Comité Científico de la 5 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Fundación FOESSA, vocal de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, miembro del Consejo Social de la Fundación Pinardi, vocal del Observatorio de la Migración de la Comunidad de Madrid, vocal del Observatorio de la Familia del Ayuntamiento de Madrid, miembro del Consejo Asesor de la revista Documentación Social, consejero editorial de la revista Educadores, colaborador habitual de la revista Sal Terrae, consejero editorial de la revista Iglesia Viva. Es también miembro de la red europea de investigación IMISCOE (International Migration, Integration and Social Cohesión). Sus libros son Educación, Familia y Tecnologías de la Educación (Ariel, Barcelona, 2012), Los Euronautas: inmigración y exclusión extrema (Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2011), Inmigración y precariedad educativa (CCS, 2012), Pan y Rosas: Fundamentos de exclusión y empoderamiento (Fundación FOESSA, Madrid, 2009), Infancia en España: nuevos riesgos y nuevos derechos (Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2009), VI Informe FOESSA de exclusión y desarrollo social (miembro del equipo coordinador, Fundación FOESSA, Madrid, 2008), Capital social, capital simbólico y exclusión social (en el 6º Informe FOESSA), Encuesta de Infancia en España (Fundación SM, Madrid, 2008), La agenda de investigación en exclusión y desarrollo social (Fundación FOESSA, Madrid, 2008), Minorías de lo mayor: minorías religiosas en la Comunidad Valenciana (Icaria, Barcelona, 2007), Encuentro y alternativa: situación y tendencias del voluntariado (Comunidad de Madrid, Madrid, 2007), La prueba del ángel: religión e integración social de los inmigrantes (Fundación Ceimigra, Valencia, 2007), La exclusión social y el Estado de bienestar en España (Icaria, Barcelona, 2006), Medios de comunicación y religión en España (Fundación SM, Madrid, 2005), De los recursos a los sujetos: micropolíticas de inserción laboral (INJUVE, Madrid, 2005), Situación Social de la Infancia en España (MTAS, Madrid, 2004), La sociedad civil asimétrica (Universidad Complutense, Madrid, 2004) y Solidaridad y morfología de los voluntariados (Comunidad de Madrid, Madrid, 2003). La profesora Marie-Paul Dusingize (dusipaul@yahoo.fr) es miembro del claustro de la Université Catholique de Kabgayi, con sede en Rwanda. Bajo la dirección de la Dr. Eleonora Masini, en 2010 se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma con la presentación de la disertación Le rôle des femmes parlementaires dans le développement humain intégral : le cas du Rwanda : étude sociologique d'une présence idéale . En este breve periodo desde su doctorado ya ha desarrollado trabajos académicos sobre Child Labor and Employment in Africa, Youth Employment in Africa y Women and Employment in Africa. La profesora Catalina Romero Cevallos (jromero@pucp.edu.pe) es profesora de la Universidad Pontificia Católica del Perú. La mayoría de sus investigaciones y publicaciones están en los campos de la relación entre religión, movimientos sociales, sociedad civil y política. La investigación de la Opinión Pública y cultura política, la lleva a participar en la Encuesta Mundial de Valores desde 1993 y es miembro de la Asociación que agrupa a los investigadores principales a nivel internacional, y de su Comité Ejecutivo. Ha realizado tres encuestas en el Perú en los años 1996, 2001 y 2006 teniendo varias publicaciones sobre el tema en revistas y libros. En tercer lugar, ha iniciado una línea de trabajo en Calidad de la Democracia, también en una perspectiva comparada, en América Latina. Ha sido Fellow del Kellogg Institute for International Studies (1983 y 2001), y de la fundación Guggenheim (2011-12) Sus principales trabajos son Religión y espacio público: catolicismo y sociedad civil en el Perú (CISEPA-PUCP, 2008), Urban Citizen Movements and disempowerment in Peru and Venezuela (Stanford University Press, 2006), Nosotros los Peruanos. Cambio de valores políticos 1996-2001 (2003), Viviendo con el enemigo. La confianza en los otros en el Perú (2001), Tiempo para reflexionar y tiempo para organizarse y participar (2000), Los nuevos valores: la utopía del progreso (1996), 6 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Evangelisation und geschite. Gotes wort in einer neuen und sozialen beziehung (1993). Doctor Barnabe D’Souza (dsouzabarnabe@gmail.com) is the current Executive Director of Shelter Don Bosco (SDB) as well as the founder and driving force behind Maria Ashiana. Born in 1964, Father Barnabe had his early education at Don Bosco in Mumbai. He excelled in academics and holds a Masters Degree in Social Welfare from Mumbai University. He had his theological education at Don Bosco Seminary in Lonavla and was Teacher and Vice-Principal,of Don Bosco High School (1982-85, 1993-94). Dr. Barnabe was awarded the Ph.D. degree (Drug Abuse among street children) from University College of Worcester, UK. Dr.Barnabe has more than two decades of experience working with marginalized children of the community. As the founder of Maria Ashiana, he has provided succour to hundreds of misguided youth and and brought them back from the brink of self destruction. His comprehensive programme of mental, physical and economic rehabilitation has received wide spread appreciation and recognition. Dr. Barnabe is the Regional Lead Organizer of the South Pacific Narcotics Committee.He was also invited to present the recommendations of the South Asian Region Consultation at the recently held Vienna NGOs Committee Forum in which 500 National NGOs and 65 International NGOs from 116 countries participated. Together with Fr. Xavier, a previous director of the Shelter, Fr. Barnabe has conceptualised the Don Bosco Yuva Pratishthan in Karjat near Mumbai, where boys are taught life skills and trained in motor car driving and mechanics. Fr. Barnabe’s mission in life is to provide marginalized and vulnerable sections of society with an opportunity to retrieve lost ground and to live their lives as responsible, independent and caring human beings. This mission requires enormous understanding and compassion, a practical approach in providing individuals with the means to sustain themselves independently, and sound organization ability. His main publications are: Handbook for Children in Difficult Situations; Activity Manual for Marginalized Adolescents (2003); A Manual for Non-Formal Education (2004); Adolescents Undergoing Therapeutic Processes (2004); Outreach Strategies (2005); Understanding Adolescents at Risk (2004); Adolescent Issues and Perspectives (2005); Walking with Vulnerable Children (2006); Pivoting Peripheries (2005); Healthy Food: A Challenge (2004); A Guide for Social Workers as Counsellors of Vulnerable Children (2006). Professor Rita Bichi (rita.bichi@unicatt.it) has born in 1953 and she is Professor of Methodology of social research at the Facoltà di Sociologia dell'Università Cattolica di Milano, Italy, where she has obtained her PHD in Sociology and Methodology of social research. She has also held visiting appointments and lectureships in several universities in Italy and Europe. Her areas of special interest and research topics include methods and tools for qualitative research (conceptual, epistemological), social differentiation, qualitative and quantitative data analysis, life trajectories, poverty Dottorato di ricerca in Sociologia e Metodologia della Ricerca sociale (Università cattolica del Sacro cuore – Milano): Tesi su “Leggere la complessità: i problemi del campo biografico e le storie di vita partecipate”. Laurea in Scienze Politiche (Università Cattolica del Sacro Cuore di Milano): Tesi in Sociologia su “Internazionalizzazione e cultura manageriale: i dirigenti italiani espatriati”. Main books: La conduzione delle interviste nella ricerca sociale (Carocci, Roma, 2007), Osvrt na stanje i životne price djece bez roditeljskog staranja u Bosni I Hercegovini: I percorsi di vita dei bambini senza tutela genitoriale in Bosnia & Erzegovina (A.I.B.I., 2006), L'intervista biográfica: una proposta metodológica (Vita e Pensiero, Milano, 2002), La società raccontata. 7 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Prof. May Hazaz (mhazaz@usj.edu.lb) has been the Director of the Lebanese School for Social Training (ELFS) at Universite Saint-Joseph since 1998 and has been with the University since 1979. She received the Honor of Best Fellow from Laval University, 2006 and she was Winner of Best photo prize for (Lebanese Patrimoine) during the competition Photos about Lebanon, 1989. She holds an MSW and a PhD in Social Work from the Université Laval in Quebec. Dr. Hazaz is a founding member of Chroniques Sociales, a French/English/Arabic journal on social work issues. She has considerable experience with university civic engagement programs, most recently as coordinator of the Social Development Cell of l’opération 7ème jour (Operation 7th Day) at USJ. Operation 7th Day is a university-wide program of civic engagement undertaken by USJ in response to the 2006 war in Lebanon. The main objectives of the Social Development cell are ensuring socio-educational support to people living in a context of instability and providing teacher training and technical support to various organizations involved in social and humanitarian work. She is Director of the journal Chroniques Socials, Social Worker in Saint Anthony Center, Beirut, Ashrafieh; President and member of the National Association for Social Workers; Member of the Club des Vieux Sentiers and Vice-president of the Association Notre - Dame de l’Espérance. Publications highlights: L’insertion socioprofessionnelle de la personne ex-toxicomane au Liban: Perceptions, réalités et défis (Saint-Joseph University, Beirut, 2009), Etude du processus d’empowerment dans un contexte de guerre : Cas de femmes libanaises (Annales de Psychologie, 2008), Université et développement communautaire: Une unité d’approche dans la diversité des pratiques (Saint Joseph University, Beirut, 2004), Les travailleurs sociaux: Acteurs de paix en contextes de guerre et de violence (Chroniques Sociales, 2003), The process of empowerment initiated by Lebanese displaced women (2000), Les nouvelles alternatives de la formation des travailleurs sociaux – Le cas du Liban (Travail Social et Société, 1999). Expertise: Social work (history, theories, values, deontology, philosophy). Methodology of social and local development; war, women and empowerment; mediation for intercultural groups; social intervention in crisis and emergency situation; qualitative research; supervision and consultation (individual and institutional). El profesor Andrés Tornos (atornos@upcomillas.es), jesuita español, tras estudiar en distintas universidades europeas, desarrolló toda su carrera docente en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, donde, junto con su dedicación a Teología y Antropología Filosófica, destacó en Ciencias Sociales su trabajo en el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones junto con la profesora Rosa Aparicio. Entre sus publicaciones destacan: Razón francesa y razón de la locura: La cuestión de Dios en Unamuno y Antonio Machado; Los derechos culturales de los inmigrantes considerados en perspectiva antropológica; En torno a la integración social de los inmigrantes: Diagnóstico e indicadores; La identidad europea ¿pasado, realidad o proyecto?; El papel de la inmigración económica en las sociedades avanzadas; La evolución demográfica : impacto en el sistema económico y social; La larga marcha hacia nuestro mundo del trabajo; Los inmigrantes y el mundo del trabajo ; Sobre antropología de la muerte; La eutanasia y el arte de morir; Urdimbre y rupturas en la Historia; El pensamiento alternativo: nueva visión sobre el hombre y la naturaleza; Hombre y mujer en el desarrollo del pensamiento occidental; Aportación de la sociología al conocimiento del hombre; La inmigración y la utopía de la ciudadanía democrática; El dolor y lo sagrado; La construcción social de la experiencia religiosa; Ser, tener, consumo; La identidad del inmigrante y su situación familiar; Esperanza e historia; Del giro antropológico al giro textual: hombres y textos; Derechos culturales y derechos humanos de los inmigrantes; Los inmigrantes y el mundo del trabajo; Dimensiones éticas de la enseñanza: un estudio desde la sociología de la cultura; La inmigración y la economía española; Estrategias y dificultades características en la integración social de los distintos colectivos de inmigrantes llegados a España; El estado de bienestar y la inmigración en España; El capital humano de la inmigración; Esperanza como riesgo y perdición definitiva; Psicología del desencanto; Marroquíes en España; Los peruanos que vienen; Ecuatorianos en España; Cultura, antropología y cuestión de la verdad; Preguntas duras y pensamiento débil; Psicopatología de las sectas religiosas; Más que un objeto ideal llamado hombre. El Profesor Sergio Bernal (sergio.bernal@javeriana.edu.co), es miembro de la Compañía de Jesús desde 1953. Se ordenó sacerdote en 1964. Es Doctor en Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad 8 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Gregoriana de Roma y Master en Sociología de la Brown University de Estados Unidos. Es Licenciado en Teología y en Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Gregoriana y Licenciado en Filosofía y Letras de la Pontificia Universidad Javeriana. Fue Rector del Colegio San Luis Gonzaga de Manizales, Decano Académico de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana entre 1980 y 1983, y Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma durante 13 años. Ha sido profesor de la misma Facultad entre 1983 y 2006. Actualmente es profesor emérito de dicha Facultad, y Consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano. Habla español, inglés, francés, portugués, alemán y latín. 9 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences PRESENTACIÓN Mons. Guy-Réal Thivierge, Secretario General de la FIUC Prof. Fernando Vidal, Social Sciences IFCU/Ciencias Sociales FIUC PRESENTACIÓN “Nada tiene más fuerza que una idea que llegue en el momento oportuno” Víctor Hugo Este primer libro del Grupo Sectorial FIUC Ciencias Sociales inaugura una colección con el objetivo de difundir la voz de las Ciencias Sociales de las universidades católicas en un mundo donde la globalización, la informacionalización y la sociedad de riesgo imprimen transformaciones de profundo alcance. Junto a esas revoluciones, las Ciencias Sociales continúan interrogándose sobre la encrucijada que existe entre las distintas sociedades y las constantes tensiones que acompañan a la condición humana. Las mudanzas que sacuden todas las dimensiones y los aspectos de nuestra vida cotidiana y del gran escenario mundial ponen a las Ciencias Sociales ante el desafío de discernir el sentido y el valor de los acontecimientos, con el objetivo principal de orientar, con lucidez y coraje, el camino del Desarrollo Humano Integral de toda la sociedad mundial. La crisis económica en todo el planeta pone de manifiesto la íntima y progresiva interdependencia que existe entre las instituciones de todos los países y la necesidad de alcanzar una universalidad para garantizar un justo y libre desarrollo sostenible para todos los pueblos. En este contexto, la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) ha atendido la propuesta de un conjunto de profesores investigadores de Ciencias Sociales para formar una extensa red académica con el fin de reforzar la cooperación, la movilidad y una voz común en un mundo con una creciente demanda de actores globales. Creemos que ésta es una idea, como lo señala Víctor Hugo, que llega en un momento en el que su necesidad es absoluta. El proceso de constitución de un Grupo Sectorial en el seno de la FIUC tuvo su primer hito en la 1ª Conferencia Internacional de Ciencias Sociales de las Universidades Católicas, celebrada en la Pontificia Universidad Católica de Chile en abril de 2011. Este libro recoge las principales contribuciones en aquella conferencia junto con otros desarrollos que se realizaron a partir de nuestra pregunta inicial: ¿Qué Ciencias Sociales para qué Sociedad? En este encuentro, trabajamos con científicos sociales de todos los continentes, conscientes de que debemos interrogarnos sobre la orientación que deben tomar las Ciencias Sociales y el modelo de Sociedad que se pretende. 10 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences El desafío es tan abierto que es preciso, como lo solicita el Santo Padre Benedicto XVI, un nuevo pensamiento que impulse el Desarrollo Humano Integral. Los trabajos que el grupo de autores de este libro ha realizado responden a esas preguntas, teniendo en cuenta el modelo de Ciencias Sociales que consta al modelo de sociedad integral. Este libro presenta no solo una serie de análisis de situación, pero también una recensión de textos que hacen profundos planteamientos para crear el nuevo pensamiento que nuestro mundo necesita. En este sentido, todos los participantes en la 1ª Conferencia Internacional en Chile coincidíamos al señalar que las Ciencias Sociales pueden prestar un valioso servicio, desde sus competencias científicas hasta la Nueva Evangelización. Para tal, las Ciencias Sociales deben validar su compromiso con el desarrollo integral de las personas y de sus comunidades, comenzando por las familias y procurando darle sentido a la solidaridad. Las universidades católicas deben incorporar las Ciencias Sociales a sus distintos programas formativos junto a investigadores para que puedan, prestando servicio a la Iglesia y a la Comunidad, formar profesionales capaces de actuar con la mayor conciencia en un contexto con permanentes desafíos y fronteras. Nuestras Ciencias Sociales se duelen del sufrimiento creado por el mal de la violencia, la injusticia y el sinsentido actual e internacional. Contemplando esa realidad, es oportuno, mediante nuestra disciplina, estimular un mundo libre, universal, justo y reconciliado entre los hombres, la Naturaleza y Dios. El paradigma de las Ciencias Sociales, las agendas y metodologías de investigación, los planes formativos, las instituciones, todo debe ser puesto al servicio del desarrollo humano integral. Aprovechando nuestra tradición científica, en colaboración con el conjunto de la Academia Científica Social, conseguiremos enriquecernos a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y a través de un permanente diálogo para alcanzar metas y cumplir realizaciones. Al firmar esta Presentación, queremos manifestar el compromiso de la FIUC para el desarrollo de las Ciencias Sociales en la universidad católica, como el compromiso de los científicos sociales junto a cada universidad para avanzar hacia un Nuevo Humanismo. Los contenidos y la existencia de este primer libro manifiestan dicho proyecto y convierte esta publicación en una convocatoria a la participación y a la creatividad. Para que nuestra voz se oiga, es necesario escuchar ese pensamiento en el que a la vez suenan lo nuevo y lo eterno. Prof. Mons. Guy-Réal Thivierge, Secretario General de la FIUC Prof. Fernando Vidal, President of Social Sciences IFCU 11 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA QUÉ SOCIEDAD? Prof. Pedro Morandé Court Universidad Católica de Chile ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA QUÉ SOCIEDAD? Prof. Pedro Morandé Court1 Universidad Católica de Chile El tan sugerente tema de la reflexión que nos convoca nos obliga a describir a grandes rasgos cuál es la sociedad en que vivimos en el presente y cuáles son los nuevos desafíos que ella plantea a las ciencias sociales actuales. No cabe duda que el rasgo más característico de nuestra época es la emergencia de una sociedad mundial que ya no se puede concebir dentro de los límites territoriales de las sociedades nacionales, sino que desborda los límites jurisdiccionales de la aplicación de la ley, consiguiendo la autorregulación de sus procesos a través de comunicación funcionalmente codificada. Un cambio de esta magnitud no se produce, evidentemente, de un día a otro. Tiene una historia de casi cinco siglos. Pero está ocurriendo con una vertiginosa aceleración. Como ha dicho el Papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate, “la novedad principal [de los cuarenta años transcurridos desde Populorum progressio] ha sido el estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada globalización” (n.33). Lo podemos comprobar empíricamente en el ámbito de la economía monetaria como un hecho ya consolidado, del cual la pasada crisis financiera es una prueba ostensible. Pero se extiende progresivamente este mismo fenómeno al ámbito de la ciencia, de los medios de comunicación de masas, de la salud, de la educación, del deporte, del arte y de muchos otros. El fenómeno humano como tal va adquiriendo una escala mundial y el tradicional papel regulativo que había desempeñado desde la época clásica la costumbre, la moral y su codificación legal, con su explícita referencia a la naturaleza humana y a sus inclinaciones, ha sido asumido progresivamente por una codificación de la información que prescinde no sólo de toda referencia a las tradiciones culturales nacionales sino aún de toda referencia antropológica fundada en la naturaleza humana. Las teorías sociológicas actuales han debido incorporar esta nueva realidad emergente. Aunque en un primer momento mantuvieron su herencia ilustrada tratando de actualizarla como neokantismo, neomarxismo, neoliberalismo o neoestructuralismo, su relativa ineficacia para dar cuenta de la nueva 1 centroucfamilia@uc.cl 12 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences complejidad del fenómeno social, ha conducido a que progresivamente se la abandone, sustituyéndola por un paradigma sistémico-cibernético que nos intenta persuadir de que la mejor descripción del modo de operar de esta sociedad mundial es el de una máquina homeostática, inteligente, que procesa como información (input) el resultado de su propia acción (output), auto ajustándose en su estructura interna a las irritaciones provenientes de su entorno natural y humano. Es ésta, podríamos decir, una descripción tecnológica de la sociedad misma, la que con anterioridad se acostumbraba describir más bien desde su estructura jurídico-política o económica. La nueva escala mundial del fenómeno social incentiva estas reformulaciones, puesto que ha hecho cada vez más difícil explicar los desajustes funcionales de nivel mundial a partir de la conciencia intencional de las personas o de los intereses de sociedades nacionales particulares. La misma encíclica Caritas in veritate advierte que “el proceso de globalización podría sustituir las ideologías por la técnica, transformándose ella misma en un poder ideológico, que expondría a la humanidad al riesgo de encontrarse encerrada dentro de un a priori del cual no podría salir para encontrar el ser y la verdad. En ese caso, cada uno de nosotros conocería, evaluaría y decidiría los aspectos de su vida desde un horizonte cultural tecnocrático, al que perteneceríamos estructuralmente, sin poder encontrar jamás un sentido que no sea producido por nosotros mismos. Esta visión refuerza mucho hoy la mentalidad tecnicista, que hace coincidir la verdad con lo factible (n.70). Desgraciadamente, esto no representa sólo una posibilidad futura sino que ya está ocurriendo en muchísimos ámbitos de la vida social, como lo demuestra el debate bioético contemporáneo y más comúnmente aún la discusión económica sobre los incentivos al desarrollo. En todo caso, es cada vez más perceptible un profundo distanciamiento entre el modo de operar de la sociedad y de sus mecanismos de equilibrio estructural, por una parte, y las preguntas que tradicionalmente han configurado la cultura humana, por la otra. Habermas, por ejemplo, ha hablado del dominio de una razón instrumental que, desacoplando los sistemas sociales del mundo de la vida, retorna sobre éste colonizándolo. Con mayor profundidad Heidegger, por su parte, responsabiliza a la técnica de este fenómeno, puesto que ella considera el ser de todo ente sólo como magnitud, como energía medible, comparable, almacenable, utilizable y sustituible. Caracteriza así a la técnica como una “estructura de emplazamiento dispuesta para solicitaciones”. La esencia de la técnica, en consecuencia, no es técnica, sino metafísica, un modo particular de desocultar la verdad del ser que, por reducirlo a magnitud, a medición, guarda silencio u olvida otras posibilidades más originarias para el entendimiento humano y su autocomprensión. Ello ha puesto en peligro al ser humano: “lo que amenaza al hombre no viene en primer lugar de los efectos posiblemente mortales de las máquinas y los aparatos de la técnica. La auténtica amenaza ha abordado ya al hombre en su esencia. El dominio de la estructura de emplazamiento amenaza con la posibilidad de que al hombre le pueda ser negado entrar en un hacer salir lo oculto más originario, y de que este modo le sea negado experienciar la exhortación de una verdad más inicial” (La pregunta por la técnica). Aunque Heidegger tenía a la vista para su meditación sobre la técnica sólo a las ciencias naturales, la definición de ella como un emplazamiento dispuesto para las solicitaciones es un modo bastante similar al que usan las ciencias sociales para describir la información y la comunicación funcionalmente codificadas que caracterizan la organización mundial de la sociedad. Los economistas se lo representaron bajo el concepto de equilibrio entre oferta y demanda. Los sociólogos, bajo la idea de la variación, selección y estabilización de expectativas de comportamiento social generadas por la comunicación. Como sabemos, la comunicación de una expectativa que logra generalizarse en la sociedad puede producir efectos sociales aún antes de que una acción la confirme o la desmienta, y por ello, necesita retroalimentarse con nuevas expectativas. Lo mismo sucede con cualquier información, la que sólo puede verificarse con nueva información generándose así un círculo autorreferente de producción y gestión de la información. Esta es la razón por la cual algunos autores describen a la sociedad actual como una “sociedad de la información” o también “sociedad del conocimiento”. No se trata sólo de que existan más medios y más abundante información, al punto de estar obligados a seleccionarla. La cuestión de fondo es que la sociedad coordina sus operaciones sobre la base de información que es codificada por ella misma según los códigos funcionales propios de cada uno de los subsistemas sociales. Así como el fenómeno de la industrialización hizo visible la producción en serie de objetos de consumo comparables, sustituibles e intercambiables a gran escala, los medios de comunicación electrónicos han hecho visible la producción igualmente industrializada de información que ha pasado a ser el bien intangible por antonomasia. 13 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Crecientemente la población considera como realidad sólo aquello que ha sido comunicado por los diferentes medios de comunicación. No cabe duda de que los medios audiovisuales tienen la capacidad de producir las expectativas necesarias para formar una demanda social de gran escala. Explícitamente se lo propone la publicidad, la cual, desde la aparición de la televisión en colores ha ido ocupando no sólo cada vez más espacio en la programación de los medios, sino que se ha vuelto también más persuasiva en virtud del realismo con el que es capaz de comunicar. Como además todos comprenden que se trata de publicidad, se ahorran el trabajo de discernir si acaso lo que se afirma o se sugiere es verdadero o falso, necesario o innecesario y si la intención de quien lo comunica es engañarnos o persuadirnos. Pero, en verdad, todos los géneros de información contribuyen complementariamente a la construcción de una demanda social cuya eventual satisfacción, aunque no sea completa ni perfecta, es percibida como lo esencial de la realidad social. Surge entonces la misma pregunta de Heidegger: ¿no existe acaso una exhortación aún más original que aquella producida por la generación de expectativas de demanda y de satisfacción de las mismas? La tradición humanista ha visto siempre tal exhortación original encarnada en lo que tradicionalmente hemos llamado cultura, que no es otra cosa que el patrimonio sapiencial con que la generación adulta interpela a cada nueva generación construyendo una red de solidaridad intergeneracional. Esta interpelación, a diferencia de la técnica, no está encaminada a despertar expectativas de comunicación para el funcionamiento eficiente de la sociedad, sino a suscitar el deseo de una búsqueda del significado último de todas las cosas y, particularmente, de qué quiere decir propiamente ser una persona. De la respuesta a esta pregunta, en nuestro tiempo, ha nacido la preocupación universal por garantizar los derechos humanos de todas las personas, junto con las obligaciones que nacen de ellos, puesto que se fundan en su misma dignidad. Así se han reformado los ordenamientos jurídicos de muchas naciones para incorporar los derechos humanos entre las garantías constitucionales. Posteriormente, algunos países han agregado nuevos derechos como, por ejemplo, los derechos sociales. Aunque se trata de un logro gigantesco en la historia de la humanidad, los cientistas sociales sabemos, sin embargo, que la sola garantía jurídica no es suficiente y que la organización funcional de la sociedad debe también hacer su parte para generar en la población las expectativas necesarias para su positivo cumplimiento. En efecto, la vigencia efectiva de los derechos humanos no es la misma en un régimen político democrático con alternancia en el poder que en regímenes autoritarios que se perpetúan en el poder a fuerza de corrupción y falta de transparencia. Tampoco lo es en sociedades con altos niveles de pobreza y desigualdad de oportunidades que en sociedades que han logrado niveles más altos de equilibrio entre su desarrollo económico y su desarrollo social y humano. Lo que los cientistas sociales tienen claro, en todo caso, es que estos niveles de equilibrio de mayor calidad humana no se logran espontáneamente incrementando la productividad y la eficacia de las organizaciones, sino que deben definirse políticas sociales que tengan el explícito propósito de equilibrar solidaridad y subsidiariedad. Por ello, el tema de la inclusión/exclusión de las personas en los diferentes subsistemas de la sociedad ha pasado a ser una preocupación preponderante de los cientistas sociales. Desde el punto de vista jurídico, nuestras constituciones señalan que “todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, es decir, que sólo existe la inclusión. Pero la realidad empírica muestra otra cosa muy distinta. Muestra que la exclusión ha pasado a ser la variable de ajuste para equilibrar recursos y necesidades. El desempleo o el empleo precario e informal es una forma. La débil incorporación de la mujer a los empleos remunerados, otra. La baja calidad de la salud, de la vivienda o de la educación de la población de menores ingresos aunque quiere ajustarse hacia la inclusión no logra alcanzar su meta y refuerza la exclusión. A su vez, estas realidades han generado un entorno favorable al incremento de la delincuencia y del comercio y tráfico ilegal de sustancias de diferente tipo: drogas, armas, piratería literaria y discográfica, y un largo etcétera. Personalmente, me inclino a pensar que estas nuevas formas de exclusión y sus secuelas son un efecto, no deseado pero efectivo, de la naturaleza de la técnica y de su intrínseca orientación a la eficiencia y a la productividad de sus resultados al mirar la realidad como magnitud numérica comparable e intercambiable. Se trata de un proceso en cierto sentido inevitable, como consecuencia de la mayor complejidad que trae consigo el cambio de escala del fenómeno humano, desde la “polis” que pensó 14 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Aristóteles, unificada por la amistad y la virtud, hasta la “megápolis” moderna, unificada por las vías de circulación de los automóviles y las carreteras de la información. Difícilmente se podría mantener el estándar material y social de vida alcanzado por la humanidad en esta época de la historia sin la codificación funcional de sus operaciones sociales. Pero sabemos, al mismo tiempo, que no existe equivalente funcional para cada vida humana que es única e irreversible. Por ello, como sugería el Papa, transformar la técnica en criterio ideológico rector de la convivencia, puede generar tendencias destructivas tanto para la vida individual como para la calidad de la convivencia social y su sustentabilidad en el mediano y largo plazo. El así llamado invierno demográfico es un buen ejemplo de ello. Por una parte, los sistemas funcionales no logran proporcionar a las personas el gusto por la vida necesario para que quieran reproducirse y dejar descendencia. Por otra, al invertir la pirámide demográfica, han vuelto insostenible el financiamiento del Estado de bienestar, incrementándose la conflictividad de las relaciones sociales. Pienso que las ciencias sociales no han logrado solucionar hasta el presente esta contradicción profunda que se produce entre asumir un paradigma sistémico-cibernético autorreferencial y que opera con la sustitución de equivalentes funcionales y comprender la vida humana en su insustituibilidad y finitud. Con un ingenio teórico notable, Niklas Luhmann creyó resolver el problema sacando a la persona del sistema de la sociedad y situándola en su entorno. Como el ser humano no es el producto de ninguna operación comunicacional de la sociedad, sino de su propio sistema orgánico y psíquico, no puede considerarse como elemento o parte del sistema social. El ser humano representaría para la sociedad, en este contexto, un problema ecológico. ¿Pero resuelve esta ingeniosa conceptualización el problema real? ¿Podría el ser humano, como parte del entorno, aspirar a una garantía efectiva de los derechos que corresponden a su dignidad? ¿Qué grado de realidad podría la sociedad atribuir a la vida de una persona concreta si ella es considerada sólo como tema de comunicación e información, lo que incluye atribuciones hipotéticas, imputaciones de variado tipo, incluidas las imputaciones deliberadamente falsas? ¿No se haría imposible saber, como ocurre actualmente con las redes sociales virtuales, si acaso alter ego es real o un perfil de ficción? Como se ha demostrado en variados países del mundo, las movilizaciones de las personas exigiendo derechos o cambios en los gobiernos se ha coordinado por medios electrónicos de última generación, pero ha sido la presencia masiva de personas físicas en las calles y en las plazas la que ha hecho colapsar a los regímenes cuestionados, los que, a su vez, han reprimido o asesinado con las armas a personas reales y no a sujetos virtuales de comunicación. Estas consideraciones me llevan a pensar que parece ser inevitable la coexistencia en las ciencias sociales de variados paradigmas que iluminen los problemas teóricos y prácticos según su naturaleza, su escala y el nivel en que se tomen las decisiones que los afectan. Algunos de ellos recomiendan usar metodologías cuantitativas. Otros, inevitablemente cualitativas. Se requiere, adicionalmente, la colaboración de varias disciplinas para abordar multidisciplinariamente la complejidad del fenómeno social y de sus problemas. Felizmente, el mundo actual tolera e incluso valoriza positivamente la variedad de perspectivas. Lejos estamos de las querellas ideológicas que dominaron los años de formación de mi generación en los 60 que obligaban a una opción del todo o nada a favor de uno de los litigantes. La complejidad de la sociedad sólo puede entenderse desde la complejidad de la propia comprensión y, desde ese punto de vista, ha habido en las ciencias sociales avances notables. Pero iría aún más lejos. Detrás de los paradigmas de las ciencias sociales hay forzosamente un juicio antropológico que, en ocasiones, se asume explícitamente y que, en la mayoría de los casos, permanece latente. Cuando se quiere mejorar, por ejemplo, la calidad de la educación y brindar oportunidades más equitativas a la población, no sólo se trata de corregir una supuesta disfuncionalidad para el crecimiento económico y la agregación de valor. También hay implícito un juicio que vincula el saber y el ejercicio de la inteligencia, es decir, un juicio sobre la relación entre ser y pensar, que ha constituido el núcleo de la metafísica desde la época de Parménides y sigue estando vigente como pregunta en nuestros días, aunque algunos piensen que ya pasamos a una época postmetafísica. Si he recordado la meditación de Heidegger sobre la técnica, ha sido precisamente porque él fue capaz de revelar que la esencia de la técnica no es técnica, sino metafísica, un modo particular de relacionar ser y pensar desde su dimensión cuantitativa, desde su ser magnitud. A esta visión de la técnica, le corresponde en ciencias sociales lo que llamamos “funcionalidad” u “organización funcional de la vida social”. Toda función es una delimitación, la distinción de un ámbito restringido de referencias que permita seleccionar desde la 15 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences variedad mayor que impera en el mundo circundante. Pero la comprensión del ser humano nunca queda atrapada en la funcionalidad así delimitada. La inteligencia la trasciende permitiéndole, precisamente por ello, operar simultánea o sucesivamente con diferentes distinciones y códigos de comunicación. Este trascender de la inteligencia desde el horizonte funcional hacia la tradición sapiencial contenida en la fe religiosa, en la experiencia del misterio, en la creación artística, en la tradiciones culturales, en el pensar mismo, no tendría ningún sentido censurarlo en la visión de las ciencias sociales. Como planteó el Papa en la Caritas in veritate, nuestra tarea pareciera ser justamente contribuir a comprender la técnica desde el significado humano que habita la tradición sapiencial. “Cuando el único criterio de verdad es la eficiencia y la utilidad, se niega automáticamente el desarrollo. En efecto, el verdadero desarrollo no consiste principalmente en hacer. La clave del desarrollo está en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser” (n. 70). Y en el párrafo precedente, inspirándose en la Laborem exercens de Juan Pablo II había afirmado que la técnica “responde a la misma vocación del trabajo humano: en la técnica, vista como una obra del propio talento, el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su propia humanidad. La técnica es el aspecto objetivo del actuar humano, cuyo origen y razón de ser está en el elemento subjetivo: el hombre que trabaja. Por eso, la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales” (n. 69). Me parece que las ciencias sociales cultivadas en las universidades católicas deberían tener en esta explícita referencia a la antropología metafísica su sello distintivo. Ellas seguirán siendo, evidentemente, ciencias empíricas. Pero de las opciones antropológicas esenciales se desprende el modo del pensar que lleva a considerar real una dimensión del mundo u otra. El modo del pensar técnico constituye lo empírico al identificar su instrumento de medición y la escala en que opera. Pero también se puede constituir lo empírico desde la narración y el relato, desde la estructura simbólica que la sociedad construye con sus rituales y fiestas, desde la transmisión intergeneracional de la racionalidad sapiencial. De estos modos del observar que desbordan cualquier medición se puede reconocer como parte de la realidad social la existencia de la gratuidad, como ha recordado Caritas in veritate, del don, de la amistad, de la solidaridad, de la compasión, del trabajo no remunerado, del servicio voluntario, de las empresas sin fines de lucro. Se trata de poderosas fuerzas sociales que movilizan la conciencia humana a ofrecer satisfacción a las necesidades materiales y espirituales de las personas, invitando a participar de una obra común, de un destino compartido. Pienso, por ejemplo, que la preocupación ecológica tan característica de nuestra época es un claro indicador de que el ser humano también tiene la capacidad de trascender el corto y mediano plazo, que habita, hacia el largo plazo en que sabe con certeza que ya no estará vivo. Cualquier cálculo de interés o de precios respecto del largo plazo queda sobrepasado por la incertidumbre, el riesgo, la ausencia de información. Sólo puede llenar este vacío la red ontogenética fundada en el gusto por la vida que lleva a las personas a querer tener descendencia cualquiera sea el grado de problematicidad que haya experimentado en el pasado o experimente en el presente. Cuando el Papa Juan Pablo II habló muy originalmente de la responsabilidad que tiene la sociedad por desarrollar una auténtica “ecología humana” o también una “ecología social del trabajo”, fueron las dos expresiones que usó, le dio a las ciencias sociales, aunque sin proponérselo explícitamente, un verdadero paradigma para su misión. Si esto vale para la reflexión teórica de las ciencias sociales, para el modo de mirar la realidad social desde su conceptualización, con tanta mayor razón vale también para las acciones prácticas que emprende, sea en el diseño, evaluación y seguimiento de políticas sociales, tanto del sector público como privado, como en el trabajo directo con personas, familias y pequeñas comunidades. La técnica y la organización funcional ayudan ciertamente a que tal capacidad de intervención pueda ser juzgada en sus logros y en su eficiencia. La tradición sapiencial nos orienta a tener una actitud de servicio que respete subsidiariamente el protagonismo de quienes reciben la ayuda o los beneficios de nuestra intervención. Desde el punto de vista de la acción, la libertad que nace y se comprende a sí misma desde esta apertura humana a la gratuidad, no es indeterminación o indiferencia, sino la búsqueda de la responsabilidad de los actos propios y de los demás seres humanos con que se permanece en relación, para conducirlos al camino 16 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences que realiza la vocación. Por ello afirma el Papa en Caritas in veritate que “la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral. De ahí la necesidad apremiante de una formación para un uso ético y responsable de la técnica. Conscientes de esta atracción de la técnica sobre el ser humano, se debe recuperar el verdadero sentido de la libertad, que no consiste en la seducción de una autonomía total, sino en la respuesta a la llamada del ser, comenzando por nuestro propio ser” (n. 70). A algunos les parecerá que esta apertura de las ciencias sociales a la dimensión sapiencial propia de la antropología metafísica las convertiría en ciencias que abandonan la neutralidad valorativa exigida por el canon de la verificación empírica y se volverían confesionales. Pero como reprocha Gadamer al iluminismo radical de esta pretensión de neutralidad valorativa, el prejuicio de no tener prejuicio es el peor de los prejuicios, puesto que no se lo ve y, por tanto, no se lo puede reconocer. El ser humano es inevitablemente habitado por la cultura en que ha crecido y por los dilemas de su época, los cuales le proporcionan las categorías básicas del entendimiento y la relevancia y significatividad de los problemas que aborda. Comprender la realidad es poner la inteligencia en el horizonte hermenéutico del preguntar y responder lo que lleva al ser humano a comprenderse a sí mismo como alguien que pregunta y que busca responder. La tradición sapiencial nace de la misma inteligencia humana que, habitando el lenguaje, lo ordena en preguntas y respuestas. Los cristianos cuentan adicionalmente con la fe en la Revelación, pero como enseñó Santo Tomás de Aquino, la gracia no destruye la naturaleza sino que la eleva. Los dos últimos pontíficies han aplicado la misma enseñanza a la relación entre la fe y la razón. Por ello, he preferido hablar de la distinción entre racionalidad técnica y racionalidad sapiencial. Ninguna anula a la otra, sino que se complementan tanto en el plano teórico como en la intervención práctica de los académicos y de los profesionales que formamos. Debo reconocer que no siempre las ciencias sociales y particularmente la sociología han gozado de buen nombre entre los cristianos. Con Trabajo Social no ha sucedido lo mismo, en tanto se lo percibe como ayuda a las personas más necesitadas. Pero también ha sufrido incomprensiones con sus planteamientos más teóricos. Pareciera, en cambio, que el diálogo entre la razón y la fe, tiene su sede propia en el diálogo entre teología y metafísica. Muchas veces he tenido que soportar estoicamente que algunos clérigos y también laicos desacrediten la sociología como “mera sociología” o como “sociologismo”. Algo ha cambiado en el último tiempo, como lo muestra, por ejemplo, la creación por parte de Juan Pablo II de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales en 1994, a la que tengo el honor de pertenecer. Pero la tendencia mayoritaria sigue siendo la antes descrita. Ciertamente la teología y la filosofía son indispensables para el diálogo entre razón y fe. Pero si a este diálogo le es indispensable la referencia a la realidad en el conjunto de todos sus factores, las ciencias sociales son también indispensables para situar la reflexión en el contexto de una cultura y de una organización social crecientemente compleja que genera interdependencias entre personas, instituciones y sistemas sociales. No es esta la ocasión de hacer un diagnóstico de las causas que llevan a muchos cristianos a tener esta visión tan parcial y reductivista de las ciencias sociales. Pero como universidades católicas tenemos que persuadirlos de la bondad de nuestro trabajo académico, formativo y de difusión en el área de las ciencias sociales. Y para que ello pueda acontecer es indispensable no censurar los presupuestos ni las preguntas antropológicas que están a la base de nuestras reflexiones acerca de la sociedad o de los problemas sociales de sus integrantes. La incorporación del patrimonio sapiencial de nuestras culturas al análisis de lo social constituye un seguro de que los informes técnicos que elaboremos se caracterizarán por una expansión y elevación de la razón, suficiente no sólo para considerar la existencia de sustitutos funcionales para los problemas sociales existentes, sino para reconocer el protagonismo de las personas que buscan realizar su vocación en aquello que realizan para sobrevivir, para elevar su nivel de vida, para progresar en la movilidad social ascendente y para darle a su vida un sentido que satisfaga las exigencias de su razón. Esto implica que las ciencias sociales deberían ocuparse del estudio de las culturas de las sociedades en las que están insertas. Las semánticas con que cada generación describe y relata los desafíos, los conflictos, las aspiraciones sociales, su deseo de expandir la inclusión y reducir las brechas de inequidad no son neutrales frente a la antropología metafísica subyacente, sino que la expresan, aunque no siempre de manera sistemática. Por ello, es necesario hacer un esfuerzo hermenéutico que ponga en evidencia las 17 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences distinciones básicas con las cuales se construye. Por su constante aspiración a conseguir la comunicación en tiempo real, los medios electrónicos tienden a simplificar el lenguaje para ganar en velocidad y en simultaneidad de los hablantes. La consecuencia observable es el deterioro y empobrecimiento de la semántica y la banalización de los problemas que se tratan por estos medios. Las ciencias sociales deberían cuidarse de seguir el mismo camino, como ha hecho ya el periodismo con evidente menoscabo de su profesión, y preservar la seriedad del análisis hermenéutico del discurso de los actores sociales, también en el caso de que se cree que las cifras hablan por sí mismas y ahorran la interpretación. No es así. El uso de metodologías cuantitativas exige más que ninguna otra metodología una cuidada hermenéutica, para que la interpretación resultante se corresponda con la realidad que supuestamente describe o dimensiona. Además del relato de las palabras y de los números, las ciencias sociales deberían cuidar también el análisis de los símbolos y de las imágenes visuales, tan importantes en la comunicación electrónica en el presente. Los procesos de inclusión y exclusión de los sistemas sociales están muy directamente vinculados con lo que la sociedad acostumbra mostrar y ocultar en sus autodescripciones y sabemos por nuestra experiencia cotidiana que se puede estigmatizar con facilidad determinados sectores urbanos, poniéndolos como referentes de la delincuencia, del crimen organizado, del tráfico de drogas, de la violencia y de otras manifestaciones de la exclusión social, como se puede ocultar también sistemáticamente las expresiones de gratuidad cotidianas que no destacan ni por el escándalo, ni por el riesgo que ponen de manifiesto. Los países que por nuestra condición geográfica vivimos expuestos a grandes catástrofes naturales, sabemos de la nobleza y del heroísmo de muchas personas que ponen el bien de otros y el bien común por encima de cualquier cálculo de conveniencia. Y, sin embargo, muchas de estas historias no aparecen ante la opinión pública. Las ciencias sociales deberíamos aprender de la historia de la Psicología que en un determinado momento se dio cuenta que su foco de atención debía cambiar desde la patología que requería intervención terapéutica al comportamiento normal de la vida psíquica de las personas. Los problemas sociales que exigen nuestra intervención profesional efectivamente existen, pero ello no debería disminuir nuestra atención respecto de las condiciones normales del desenvolvimiento de la vida social que muestra la fuerza de la solidaridad afincada en una cultura que da esperanza para el futuro de quienes la han constituido o han sido socializados en ella. A diferencia de mi generación, que creció aspirando al cambio social de la sociedad en su conjunto, sabemos hoy que en el contexto de la emergencia de una sociedad mundial los cambios sociales no tienen relación con la sociedad globalizada sino con situaciones específicas de actores y grupos sociales que pueden superar los desbalances estructurales que los afectan negativamente a través de políticas focalizadas que realizan los gobiernos, las empresas o las organizaciones sociales del voluntariado. A las ciencias sociales nos cabe una tarea profesional específica con estas oportunidades de mejoramiento de situaciones sociales particulares y así lo hacemos frecuentemente a nivel de personas, familias y pequeñas comunidades. Caritas in veritate nos proporciona un estupendo marco de referencia para orientarnos en el verdadero desarrollo humano, atento a las exigencias de veracidad, de bien y de belleza propios de la razón humana observando, al mismo tiempo, los contextos sociales específicos en que esta promoción humana pueda tener resultados exitosos conforme a las oportunidades que las estructuras de la sociedad ofrecen a los grupos más excluidos del desarrollo integral de la misma. Creo que el humanismo de la racionalidad sapiencial de la que somos herederos constituye un inmejorable patrimonio cultural para la correcta interpretación de los desafíos sociales de nuestra época. 18 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences ¿HAY ACTIVOS TÓXICOS EN EL PARADIGMA DE LAS CIENCIAS SOCIALES? DESAFÍOS A LAS CIENCIAS SOCIALES ANTE LA CRISIS DE 2008 Prof. Fernando M. Vidal Universidad Pontificia Comillas, Madrid ¿HAY ACTIVOS TÓXICOS EN EL PARADIGMA DE LAS CIENCIAS SOCIALES? DESAFÍOS A LAS CIENCIAS SOCIALES ANTE LA CRISIS DE 2008 Prof. Fernando M. Vidal2 Universidad Pontificia Comillas de Madrid En memoria de los científicos sociales Elsa y Mario, 15 años después de ser impunemente asesinados3 1. La cuestión A comienzos del siglo XXI, “subprime”, también denominado activo tóxico, se alzó como un concepto tristemente célebre: se refiere a los préstamos de alto riesgo originados en los Estados Unidos, cuya penetración masiva en el mercado financiero global fue el origen de la crisis económica que empezó en 2008. El tradicional poder de las sociedades occidentales se vio contaminado por dichos préstamos subprime o activos tóxicos y sus sistemas económicos decayeron en depresión. La causa original de esta crisis expuso en público las debilidades y vulnerabilidades de estas economías nacionales y de la globalización 2 E-mail: fvidal@upcomillas.es Se puede encontrar más información sobre el autor en su website https://www.fernandovidal.eu 3 Elsa Alvarado y Mario Calderón fueron investigadores sociales del Centro de Investigación y Educación Popular / Programa para la Paz (CINEP/PPP) de la Compañía de Jesús. Fueron asesinados a tiros en su hogar familiar por fuerzas paramilitares el 19 de mayo de 1997. Su hijo, que entonces sólo tenía tres años, sobrevivió escondiéndose en un armario. Tras quince años, este crimen permanece todavía impune sin ser clarificado por la justicia pese a haber testimonios. Mario fue profesor de Universidad y Elsa había estudiado Comunicación Social. Juntos habían investigado en directa relación con los pueblos, sobre paz y reconciliación, personas desplazadas y refugiados, derechos de las minorías nativas y sostenibilidad medioambiental. Fueron fundadores de Resnatur (Red Colombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil) y de la reserve natural Suma Paz.lombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil) y de la reserve natural Suma Paz. Más información en el periódico El Espectador (www.elespectador.com), CINEP (www.cinep.org.co) y Resnatur (www.resnatur.org.co). 19 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences mundial. Cada sociedad fue examinada por su resistencia frente a la crisis. Dicha resistencia dependía del peso y eficacia de las políticas públicas; la flexibilidad y resiliencia de las agencias y el pueblo; las capacidades de innovación social, las fuerzas espirituales de la sociedad civil, el control social de los riesgos financieros, el desarrollo de la democracia y los derechos sociales o la cohesión social. Estos son componentes de una economía sana mientras que aquellas sociedades con males estructurales han multiplicado sus problemas a lo largo del ciclo de la crisis. Puede que la causa del fuego sea externa pero la pira que arde es interna. Cada factor de la sociedad se ve estresado al ponerse a prueba para responder a esta dura prueba de la crisis. Claramente, el problema no es sólo el fraude financiero sino la sostenibilidad del modelo económico. Pero no es suficiente: el problema más profundo es el modelo moral de desarrollo social y personal. La raíz mórbida de esta crisis es el modelo de sociedad. El problema ha ido avanzando hacia una crisis progresivamente profunda porque no es sólo un asunto financiero sino un problema mucho mayor: hemos perdido el horizonte real de progreso que usamos para guiar el desarrollo de nuestras sociedades. El problema mayor es la matriz social. Por lo tanto… ¿Cuál es la responsabilidad del paradigma vigente de las Ciencias Sociales en el origen y desarrollo de esta crisis de modelo social? Quizás hay activos tóxicos en el modo en que las Ciencias Sociales están siendo pensadas y practicadas. Quizás, si los científicos sociales hubieran pensado mejor, hubiéramos sido capaces de evitar parte de esta crisis. El papa Pablo VI apuntó que “el mundo se encuentra en un lamentable vacío de ideas” (Encíclica Populorum Progressio, nº 85).Más recientemente, el Papa Benedicto XVI nos recordó esa cita y escribió en su encíclica Caritas in Veritate: “La afirmación contiene una constatación, pero sobre todo una aspiración: es preciso un nuevo impulso del pensamiento para comprender mejor lo que implica ser una familia; la interacción entre los pueblos del planeta nos urge a dar ese impulso, para que la integración se desarrolle bajo el signo de la solidaridad en vez del de la marginación. Dicho pensamiento obliga a una profundización crítica y valorativa de la categoría de la relación. Es un compromiso que no puede llevarse a cabo sólo con las ciencias sociales, dado que requiere la aportación de saberes como la metafísica y la teología, para captar con claridad la dignidad trascendente del hombre.” (Caritas in Veritate, nº 53). Las Ciencias Sociales están llamadas a asumir esta responsabilidad –en compañía de otras disciplinas, especialmente Filosofía y Teología- con repensar el desarrollo humano integral. En las últimas palabras de su encíclica, el Papa Benedicto XVI nos exhorta a ser “capaces de forjar un pensamiento nuevo y sacar nuevas energías al servicio de un humanismo íntegro y verdadero.” (Caritas in Veritate, nº 78). En este contexto global, los científicos sociales de las universidades católicas del mundo, convocados por la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), han intentado dar respuesta a una cuestión en su conferencia internacional de 2011, celebrada en Santiago de Chile: ¿Qué Ciencias Sociales para qué sociedad? Por supuesto, existen intereses materiales que son el motivo para que hayan organizado el fraude global de los activos tóxicos llamados “subprimes”. Pero el problema no es sólo una conspiración: la clave de la crisis es una mentalidad dominante que dio soporte a un modelo enfermo de sociedad, Estado y economía. Ciertamente, ha habido un gran grupo de científicos sociales que han advertido acerca de los riesgos, exclusiones sociales, incoherencias e insostenibilidades de nuestro modelo de progreso. Pero el papel de las Ciencias Sociales está siendo ambiguo ya que muchos trabajos también han estado legitimando un sistema insostenible o han estado orientados de forma que no conducen hacia una transformación social integral. Como sugiere la conferencia internacional de la FIUC, cada modelo de Ciencias Sociales impulsa un tipo concreto de sociedad y queremos preguntarnos en qué medida el perfil actual de las Ciencias Sociales orienta hacia una sociedad de desarrollo integral sostenible o si, por lo contrario, contiene activos tóxicos que impiden que la sociedad pueda alcanzar el horizonte necesario. Para ello proponemos al lector examinar en launa primera parte cómo ha ido conformándose el modelo actual de Ciencias Sociales a lo largo de sus diferentes fases históricas, qué características han influido en el tipo de sociedad que fomentaron y, en una segunda parte, señalaremos cuáles son los desafíos actuales. 2. La reforma del Pensamiento Social en la Modernidad Realmente, el papel de las Ciencias Sociales es crucial y complejo en la Modernidad. Por supuesto, había habido pensamiento social anteriormente al siglo XVI, pero en los albores de la Modernidad tuvo un papel progresivamente importante. Los primeros pasos de la Modernidad 20 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences comenzaron con la fatal crisis de la Peste Negra, cuyo origen fue la crisis financiera del sistema bancario de Florencia: el continente europeo sufrió una severa vulnerabilidad y la Peste Negra logró entrar por Italia. Cincuenta millones de personas perdieron la vida en Europa, el cincuenta por ciento de su población. Esto causó una dramática división de la sociedad: división de la Iglesia, divisiones políticas y, por encima de todo, una división entre vecinos, parientes, amigos, hermanos, los cuales sospechaban unos de los otros si serían portadores de la letal enfermedad. La desconfianza quebró la sociedad medieval. El problema histórico ya no era el orden social: el nuevo gran problema del momento histórico era la división social. Poco a poco, nuevos movimientos intelectuales y espirituales comenzaron a pensar en la necesidad de una nueva respuesta a ese nuevo problema. La respuesta fue la universalidad, unidad o integración y esta es justo la clave de la Modernidad. El eje de la Modernidad no es la racionalización, la secularización, la autonomía, los avances científicos, nuevos estándares científicos, la burocracia, la democracia o el capitalismo: el eje estructural de la Modernidad es la universalización. Universalidad tiene diferentes significados: integración de todas las dimensiones del ser humano, desarrollo integral, pensamiento integral, unidad entre naturaleza y humanidad, unión e internacionalización, unidad social y movilidad más allá de una estratificación fijada, solidaridad, etc. Claramente, el nuevo método científico es un intento de unir pensamiento teórico y empírico. La racionalización es una propuesta de una razón más completa y compleja. Un conjunto de hechos sociales como ciencia, racionalización, etc. que han sido considerados claves de la Modernidad comparten una esencia común: son expresiones o modulaciones de la universalidad, la unión o la integralidad. El renacimiento fue un tiempo de búsqueda y ensayo: en el Renacimiento europeo mediterráneo el pensamiento unió su cultura con la cultura clásica antigua y estableció un continuum cultural con ella; en el Renacimiento noreuropeo de la Liga Hanseática, una nueva espiritualidad vinculada a la Diócesis de Utrecht inició una nueva e integral visión de las dimensiones internas de la persona y su relación con Dios. Ella dio nombre a nuestra Era: fue la Devotio Moderna. SI el siglo XV fue tiempo para plantear una nueva dirección, el siglo XVI fue un tiempo de reformas: reformas políticas (el inicio del Estado moderno), reforma del sistema mundial (el encuentro entre Europa y América y las travesías cruzando Asia), reforma religiosa –especialmente, el surgimiento de nuevas denominaciones cristianas y nuevas órdenes religiosas como la Compañía de Jesús-, reforma económica –el protocapitalismo y el nacimiento de las S.A., las sociedades anónimas- y, también, la reforma de la ciencia y especialmente del pensamiento social, que renació en forma de Ciencias Sociales. 3. El nacimiento de las Ciencias Sociales modernas (1602-16894) El primer proyecto de Modernidad comenzó en el periodo barroco del siglo XVII y su segunda fase fue la Ilustración (barroco e Ilustración forman juntos la Primera Modernidad). Por supuesto, el pensamiento social tenía una larga historia pero en el curso del siglo XVII sus bases fueron removidas. Aunque algunos autores llevan el nuevo origen a Montaigne (Essais, 1580), quizás los primeros padres de las nuevas Ciencias Sociales fueron el dominico Tommaso Campanella y el jesuita Francisco Suárez: en 1612-1613 ambos publican Citta del Sole (importante revisión s wau primera impresión de 1602) y el Tractatus de legibus ac Deo legislatore. Tommaso Campanella fue un activista obsesionado con la universalidad ya que pensaba que el principal problema del mundo de su tiempo era la división. Abrió un nuevo pensamiento sobre el cambio social y el progreso. Francisco Suárez criticó el origen sagrado de la monarquía, lanzó la idea del contrato social y los principios de la democracia. Pocos años después, Descartes publicaba su Método, origen de la Filosofía Moderna. Después de esto, en la década de 16511660 fueron publicados las obras absolutamente relevantes de Thomas Hobbes (Leviathan, 1651), Blaise Pascal (Les Pensées, 1660) y John Locke (First Tract on Government, 1660). Ellos impulsaron una nueva visión social que removió las ideas sobre Política, Derecho, Sociedad, Sociabilidad, Sistema Social o Progreso. Realmente fue el renacimiento de las Ciencias Sociales. La Ilustración siguió el camino abierto por los primeros padres de las Ciencias Sociales y todo el conjunto de trabajos fue crucial para el progreso de los 4 Las Ciencias Sociales barrocas comenzaron en 1602, fecha de la primera edición del principal libro de Campanella. El final de este primer periodo preparatorio de las Ciencias Sociales es 1689, año de la promulgación de la Bill of Rights. 21 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences cambios profundos que supuso el primer proyecto barroco-ilustrado de la Modernidad, periodo que transcurrió entre 1600 y 1804, año de la muerte de Kant y coronación de Napoleón. Cuando examinamos el periodo de nacimiento de las Ciencias Sociales y leemos otros lúcidas obras de alcance histórico (como De Indis de Hugo Grotius en 1605, Novum Organum Scientiarum de Francis Bacon en 1620 o On natural Laws de Richard Cumberland en 1672), nos podríamos preguntar: ¿cuál es la lección que podemos sacar del papel de estas incipientes Ciencias Sociales que avanzan hacia la frontera histórica del Bill of Rights de 1689? El pensamiento social aprendió varias cuestiones que prepararon la emergencia de las Ciencias Sociales modernas: a. Hechos sociales. La existencia de hechos sociales como objetos teoréticos. Las obras de Suárez, Hobbes o Locke reconocían un objeto singular que es un hecho social: ellos hablaban de entidades como Estado, contrato social o soberanía y todos ellos son hechos sociales con sus propias reglas y consistencia, a los que había que tratar con una mirada científica peculiar y común. b. Mediaciones culturales. La realidad social está mediada por agencias e instituciones y deben ser pensadas. Las representaciones de la realidad y las estructuras de sentido son también construcciones sociales y tienen que ser críticamente analizadas. c. Sujetos sociales. Descubrieron nuevos sujetos sociales: aunque la persona es una unidad inalienable, hay sujetos colectivos y uno de los más importantes es la nación. d. Leyes sociales. Es necesario estudiar las leyes sociales. Hay huellas de la creación divina en las instituciones sociales y la comprensión de las leyes sociales de esas entidades nos permite conocer a Dios. Esta idea fue central en los trabajos de Newton y creció un siglo después en el Deísmo escocés: las reglas de la naturaleza son parte de la revelación y es crucial comprenderlas. e. Leyes morales de la Humanidad. Dio comienzo un profundo debate sobre la motivación moral de los hombres, especialmente la tendencia al egoísmo o al altruismo. Las Ciencias Sociales tomaron conciencia de la existencia de leyes psicológicas y morales de la interioridad y conectaron la relación causal entre la motivación personal y las leyes sociales de las instituciones y de la sociedad en su conjunto. f. Diálogo experiencial. Los pensadores deben trabajar con todos los recursos de la razón (incluyendo la Fe) y tienen que dialogar desde las experiencias con la realidad mediante un método empírico. g. Desindentificación de Razón Natural y Razón Histórica. El cambio social crítico es necesario ya que existen formas sociales que son mutables y éstas deben seguir su naturaleza mutable. Los primeros padres de las Ciencias Sociales vivieron la experiencia de las grandes transformaciones de la Primera Modernidad y creyeron que estos cambios no necesariamente eran contrarios a la Tradición. Incluso había costumbres establecidas o instituciones que contradecían los valores de la tradición y la misma Tradición llamaba a su transformación. El nuevo pensamiento liberaba al bien común de sus ligazones con el tradicionalismo: diferenciaban tradición de tradicionalismo. Había leyes naturales y éstas podían ser diferentes o contradictorias con las leyes históricas. La Tradición era compatible con el progreso y algunas veces el progreso era la única vía para ser creativamente fiel a la tradición. 4. Las Ciencias Sociales Ilustradas (1709-17985) El papel de este Nuevo pensamiento social fue muy relevante y empujó cambios principalmente en los regímenes políticos, derechos de las personas y el sistema económico. Las crecientes agencias del Estado demandaban un nuevo conocimiento y las distintas instituciones necesitaban nuevas tecnologías sociales. Desde ese tiempo, las Ciencias Sociales no han hecho sino aumentar influencia en la Razón Pública de los distintos países. La segunda parte de la Primera Modernidad fue la Ilustración y en ese periodo algunas de las características de las Ciencias Sociales vivieron una profundización. Varias olas de trabajos 5 1709, The Moralists of Ashley-Cooper y 1798, año del Principle of Population de Malthus. 22 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences impulsaron una visión científica diferente de las leyes sociales: un primer lustro 1709-17146 (AshleyCooper, Collins, Cudworth y Mandeville), la década dorada de 1758-1767 y la década final de 1787-1798. -‐ Los años 1758-1767 fueron una intensa década de oro de producción intelectual en la cual fueron publicados varios de los más importantes libros de la Modernidad: Smith, Rousseau y Ferguson son las estrellas científicas pero otros autores relevantes participaron en esa evolución intelectual, la cual comenzó con las obras de Helvetius, Vattel, Franklin y Quesnay7. -‐ Veinte años más tarde, a lo largo de la frontera histórica de la Revolución Francesa de 1789, podemos encontrar otra significativa producción colectiva en Ciencias Sociales, en la década de 1787-1798, con obras de Bentham, el Abbé Sieyès (quien inventó la palabra Sociología), Godwin, de Maistre, Condorcet, Fitche, Rebecque o Malthus8. Nadie guarda dudas acerca de su papel relevante en el desarrollo de los principales hechos de este siglo. Los pensadores sociales de la Ilustración desarrollaron las líneas básicas de la Primera Modernidad, abrieron nuevas propuestas para las Ciencias Sociales ya aplicaron su investigación a los problemas concretos de la gente. A su vez, fueron ahondándose divergencias entre diferentes visiones a través de varias tensiones: libertad individual, papel de la tradición, naturaleza de la religión, justicia e igualdad o las fuentes de la legitimidad. Así todo, la mayoría compartía varios puntos comunes que forman el paradigma dominante. Cada uno de estos aspectos tenía consecuencias en el tipo de sociedad que ayudaban a construir: a. Libertad. Quizás la primera nota que habría que resaltar hace referencia a la libertad creativa de la experiencia ilustrada en Europa y, sobre todo, en el Nuevo Mundo, especialmente en las Ciencias Sociales en Estados Unidos. Efectivamente, existe una liberación del peso de antiguas instituciones y del tradicionalismo y las Ciencias Sociales perciben que son demandadas para discernir lo esencial de lo accidental y deliberar el diseño de nuevas formas más ajustadas a las necesidades del pueblo. La Ilustración es un tiempo de razones y recreaciones en el que las Ciencias Sociales, en medio del camino entre el pensamiento social, la Filosofía Social, el Derecho, la Economía, la administración, la Politología y el Trabajo Social, tendrán un papel central. b. Marco plural de perspectivas. Una visión compleja y holística de la realidad social en la cual la investigación fue descubriendo diferentes dimensiones: económica, política, sociológica, psicológica, administrativa, cultural, comunicacional, moral, etc. La Filosofía se fue abriendo a un marco plural de perspectivas y también se abrieron las puertas a una futura división disciplinar. c. Reclasificando el mundo. Esa mirada fue buscando una comprensión sistemática de la cuestión social: una visión enciclopédica de la realidad con una nueva posición asignada a cada objeto. Cada ente tenía que ser reconceptualizado en términos modernos y buscarle su lugar en el sistema general y total de conocimiento. Toda la vida y toda la realidad estaban siendo reclasificadas. Cada cosa tenía que ser explicada u no había lugar para los misterios. 6 En el lustro 1709-1714 fueron publicadas cuatro magníficas obras: The Moralists (Anthony Ashley-Cooper, 1709), A Discourse of Freethinking (Anthony Collins, 1713), A Treatise concerning eternal and immutable Morality (Ralph Cudworth, póstuma, 1713) y The Fable of The Bees: or, Private Vices, Public Benefits (Bernard de Mandeville, 1714). 7 1758-1767. Una brillante selección de las obras de esta década dorada es la siguiente: De l'esprit (Claude Adrien Helvétius, 1758), Droit des gens (Emer de Vattel, 1758), The Way of Wealth or Father Abraham’s Sermon (Benjamin Franklin, 1758), Tableau Économique (François Quesnay, 1758), The Theory of Moral Sentiments (Adam Smith, 1759), Contract Social (Jean-Jacques Rousseau, 1762), Treatise on Tolerance (Voltaire, 1763), An Inquiry into the Human Mind on the Principles of Common Sense (Thomas Reid, 1764), On Crimes and Punishments (Cesare of Beccaria-Bonesana, 1764), How Philosophy can become more Universal and Useful for the Benefit of the People (Johann Herder, 1765), What reason do so Many Swedes Emigrate Every Year? (Chydenius, 1765), Réflexions sur le formation et la distribution des richesses (Anne-RobertJacques Turgot, 1766) y Essay on the History of Civil Society (Adam Ferguson, 1767). 8 1787-1798: Panopticon (Jeremy Bentham, 1787), Qu’est-ce pre le Tiers-état? (Abbé Sieyès, 1789), Enquiry Concerning Political Justice and its Influence on Modern Morals and Manners (William Godwin, 1793), Étude sur la souveraineté (JosephMarie de Maistre, 1794), Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit humain. Sketch for a Historical Picture of the Progress of the Human Spirit (Nicolas de Condorcet, 1795), Foundations of Natural Right (Johann Gottlieb Fichte, 1796), Des effets de la Terreur (Constant de Rebecque, 1797) y An Essay on the Principle of Population (Thomas Malthus, 1798). 23 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Misterio es una categoría sin lugar en la nueva Ciencia Social; el Misterio fue exiliado fuera del mundo. d. Método científico social. Hubo una búsqueda del método científico. Los pensadores sociales demandaron mayor participación en el discernimiento social de la Verdad Pública; pidieron nuevos procedimientos para la Razón Pública. Pidieron Razón y razones. Obviamente, había una multitud de intereses y agencias intervinientes en el proceso de deliberación pública sobre las verdades y el bien común, pero era necesario hallar nuevos procedimientos de verificación. Matemáticas, Astronomía o Biología habían alcanzado sus propios procedimientos y parecían contar con plausibilidad pública, pero las Ciencias Sociales contaba con objetos/sujetos reflexivos y morales y era más difícil encontrar un método auténtico y compartido. e. Librepensamiento. Los científicos sociales eran solicitados por las diferentes fuerzas sociales conforme su poder cultural fue incrementándose más y más. Las instituciones culturales y religiosas tenían sus propios procedimientos para verificar la verdad de sus afirmaciones. El papel de los pensadores e investigadores en relación a estas instituciones fue complejo. Había un marco fijo de verdades determinadas por diferentes vías como la revelación, el sentido común, la sabiduría popular, la tradición, etc. El pensamiento científico era tradicionalmente uno de los caminos de búsqueda y verificación pero no tenía el juicio definitivo sobre las verdades compartidas institucionalizadas porque la Verdad estaba conectada dentro de un complejo Marco de Sentido. El conflicto entre instituciones culturales o religiosas y las nuevas instituciones y figuras de la Ciencia fue intenso y los científicos sociales requirieron un progresivo librepensamiento sin límites ni tutelas. f. Voluntarismo. La debilidad de las agencias tradicionales, su mentalidad cerrada y el conflicto social alrededor de ellas, provocó el ascenso de nuevas fuerzas sociales e intelectuales que competían en la deliberación pública sobre la Verdad. El conflicto fue empeorando y surgió la violencia. La nueva libertad para discutir la verdad Pública prescindió de los filtros tradicionales del complejo proceso de discernimiento. Las nuevas fuerzas se permitieron un exceso de voluntarismo porque no existía una auténtica comunidad de conocimiento, los vínculos de discusión se rompieron y la violencia sembró la confusión entre la gente. La violencia es un perverso defensor de la verdad. g. Idealismos. La ausencia de filtros socioculturales complejos y prudenciales en la deliberación de la Verdad Pública y las nuevas divisiones políticas provocaron que los pensadores sociales se pudieran separar fácilmente de la realidad y la vida concreta de las personas. La libertad de pensamiento y la responsabilidad no siempre caminaban juntas. El nuevo pensamiento fue comprendiéndose como un nuevo creacionismo ideal: el mundo parecía renacer y cada cosa tenía que ser recreada –el nombre de los meses, los ritos culturales, etc.-. Había una tendencia al Adanismo: un comienzo desde cero, Tabla Rasa, discontinuidad y ruptura histórica. Un modo de deliberación revolucionario e idealista forzó las dimensiones profundas de la sociedad y la rompió. Las Ciencias Sociales se partieron en dos: una parte que promovía progresistamente la transformación racionalista y revolucionaria del mundo y otra parte, menor y marginal, que defendía la constitución compleja del conocimiento y el papel de las tradiciones. h. Racionalismo. La rapidez de los cambios no permitieron articular un pensamiento complejo de la Razón, la Verdad, el Bien, la Belleza, la Trascendencia y la Cultura, así como las relaciones entre ellos. Las Ciencias Sociales buscaron velozmente un método útil de discriminación y evitaron una visión compleja de la Razón: en consecuencia, la racionalidad fue simplificada y eso generó un racionalismo parcial. i. Ciencias Sociales aplicadas. Las Ciencias Sociales no se limitaron a un pensamiento teórico sino que estuvieron orientadas a la resolución de los problemas concretos de la gente. No solamente problemas políticos o culturales sino también problemas de la agricultura, la salud, la economía, el alojamiento o la seguridad. Una nueva orientación aplicada de las Ciencias Sociales solicitaron métodos prácticos y útiles de lógica y medida. j. Tendencias conservadoras y violencia. El desarrollo y compromiso de las obras de la mayoría de científicos sociales chocaron contra el muro del conservadurismo y descubrieron en qué medida la sociedad tiende a la estática. El cambio no era tan fácil como parecía. Por lo tanto, era necesario luchar duramente por los cambios y forzar a los poderes. El 24 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences conjunto de la sociedad y sus tendencias conservadoras. Incluso podía ser necesario luchar contra la presuntamente alienada voluntad del pueblo. Polémicamente, en el futuro el fenómeno iba a ser denominado algunas veces despotismo ilustrado. Las Ciencias Sociales encontraron y experimentaron las dimensiones de la resistencia, el conflicto y la violencia. k. Equilibrio versus Cambio. Se abrió un profundo debate acerca de la tendencia de la sociedad –y la Naturaleza- al equilibrio. Algunos autores sostenían que la sociedad puede cambiar pero siempre tiende a la estabilidad y la armonía. Otros autores pensaron que la sociedad siempre estaba envuelta en una dinámica de cambios continuos y no existía un orden natural o punto de equilibrio. Las Ciencias Sociales supieron que había tanto poderosos factores de equilibrio como poderosas fuerzas de cambio. l. Manos invisibles. A pesar del voluntarismo y del conocimiento científico, las Ciencias Sociales creyeron que había leyes sociales que no podían ser controladas por la gente. Había hechos sociales que eran automáticos y no dependían de la conciencia o acción individual ni grupal. El mercado era el mejor ejemplo pero existían otros fenómenos sociales autonómicos que explicaban, por ejemplo, la tendencia de la sociedad al equilibrio. Estos hechos automáticos, llamados manos invisibles, eran la conceptualización terminada del hecho social, el objeto de las Ciencias Sociales. Las manos invisibles mostraban que la naturaleza social existe y tiene sus propias leyes. m. Sociedades-naciones. La crítica contra la dominación monárquica sobre las personas y los territorios y la emergencia del poder popular, provocó la formulación de Nación como categoría política de primer rango. Las Ciencias Sociales pensaron la sociedad y el pueblo preferentemente como nación. En el futuro, cuando las Ciencias Sociales hablen de sociedad estarán refiriéndose a sociedades-nación. n. Derechos individuales. El surgimiento de nuevas categorías colectivas no supuso la depresión de la primacía del individuo. Las Ciencias Sociales defendieron la conciencia sobre los derechos de los sujetos individuales y no sólo de la persona en general sino de las diversas categorías de personas en relación a las diferencias de género, edad y nacionalidad. o. Diversidad y racismo. Las Ciencias Sociales tomaron más conciencia sobre la alteridad, la existencia de los otros pero especialmente la discusión sobre los indios y los esclavos africanos generó un debate internacional. Las Ciencias Sociales dominantes defendieron la diversidad humana de razas pero también la superioridad del hombre blanco. p. Cambio civilizatorio. Había conciencia de que una nueva era había comenzado y existía una división entre el antes y el después. Renacimiento y Barroco habían pasado a ser la Antigüedad. Los científicos sociales experimentaban el fenómeno de la revolución total o cambios cualitativos. Las Ciencias Sociales emergieron como una caja de herramientas para la construcción de una nueva civilización; tomaron conciencia de la idea de civilización y la posibilidad de cambiarla radicalmente. q. Primera institucionalización: academias. Las Ciencias Sociales fueron una actividad que requirió un nuevo soporte para desarrollar sus tareas. Economía, Psicología o Sociología aparecieron como disciplinas. Por ejemplo, el Abbé Sieyès inventó la palabra Sociología y promovió la constitución de una academia para las Ciencias Sociales (a la que llegó a pertenecer). La academización de las Ciencias Sociales en los últimos años del siglo XVIII fue un intento de defender la autonomía del liderazgo de los científicos sociales sobre su actividad. Fue la primera comunidad de conocimiento para las Ciencias Sociales, muy cercana a la fuerzas de la Sociedad Civil. La modelación ilustrada de las Ciencias Sociales iba a ser determinante y quizás el aspecto más importante sea que arrastró la división con el marco complejo de discernimiento y deliberación de la Verdad. Eso ha conducido a relaciones oscuras con las dimensiones de la ideología y la política, así como a un conflicto con las religiones, la sabiduría popular, las culturas alternativas excluidas o las tradiciones. En cambio, sí ha existido un diálogo permanente con el arte y la literatura. El siglo XIX va a reaccionar contra algunos de los aspectos pero asumirá otros que formarán ya parte del patrimonio de las Ciencias Sociales y tendrá que responder a nuevos retos que enriquecerán la disciplina. 25 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences 19039) 5. Ciencias Sociales en la Restauración, Segunda Modernidad (1794- El cambio de ciclo en la Modernidad produjo un nuevo modelo de Ciencias Sociales que venía a corregir, asumir y añadir al anterior modelo de Ciencias Sociales ilustradas. Los violentos hechos que cerraron el siglo XVIII provocaron una ruptura en la sociedad y la reacción y formación de una nueva mayoría de fuerzas que sostuvieron un nuevo periodo. De hecho, solemos diferenciar una época distinta dentro de la Era Moderna: la Restauración o Segunda Modernidad (1804-194510). En ese largo periodo podríamos dividir dos fases para el desarrollo de las Ciencias Sociales: la primera fase fue de 1794 a 1904 y la segunda desde 1904 a 1937. En el siglo XIX, la década más intensa de producción colectiva en Ciencias Sociales fue 18401851, periodo en el cual encontramos las principales aportaciones de Mill, Tocqueville, Leroux (quien inventó el término Socialismo), Proudhon, Marx en Paris, Comte o Spencer11. El mundo está metido en la revolución urbana e industrial que en 1870 experimentaría otro salto histórico gracias a la industrialización eléctrica. Alrededor del final de siglo XIX y comienzos del siglo XX, las Ciencias Sociales establecerían el estándar clásico de la Economía, la Sociología y la Psicología. En el XIX se profundizan las contradicciones entre diferentes escuelas y tendencias hasta volverse irreconciliables -en el mismo siglo vemos nacer, por ejemplo, marxismo, anarquismo y liberalismo. Las principales encrucijadas hacen referencias al valor de la tradición, los límites del idealismo, el peso de lo colectivo sobre lo individual, el alcance de lo nacional y lo universal en la naturaleza de las personas, orden o revolución, hegemonía europea, colonialismo y alcance del internacionalismo, explotación y capital, mercado y Estado o el propio posicionamiento de las instituciones de las Ciencias Sociales en el sistema de corporaciones estatales o comprometida con los movimientos sociales. No obstante, aunque existen radicales diferencias, el siglo va dando forma a algunos aspectos compartidos por la mayor parte de los pensadores sociales: a. Hechos sociales complejos y continuos. Tras los fracasos del voluntarismo ilustrado y las consecuencias no deseadas de su intervención rupturista, las Ciencias Sociales llegan a la conclusión de que los hechos sociales no rompen con su pasado sino que se transforman y toma conciencia de que tanto sujetos como hechos sociales tienen una estructura compleja continua en la que no es posible dar saltos libres. b. Interioridad y profundización de los derechos de los sujetos colectivos. Las Ciencias Sociales ilustradas buscaron una comprensión más compleja de los sujetos colectivos, especialmente la naturaleza y espíritu del Pueblo. Descubrieron la dimensión interna del pueblo, la comunidad y la nación y concluyeron que los sujetos colectivos no sólo tenían diferentes características a los sujetos individuales sino que eran capaces de ser titulares de derechos. c. Hechos sociales ocultos. El siglo XIX aprende la experiencia de la generación y comprende que existen mecanismos ocultos en los hechos sociales que no son fáciles de conocer desde la mera observación y sobre los que no se debe operar imprudentemente. Sólo el desarrollo de unas Ciencias Sociales complejas permitirá su correcta observación. d. Carácter sistémico de la realidad social. Las diferentes dimensiones, estructuras e instituciones de la sociedad están interconectadas en un sistema en el que cada 9 En 1794 de Maistre publicó su Étude sur la souveraineté y en 1904 Max Weber comenzó una nueva fase de las Ciencias Sociales con la escritura de su libro La ética protestante, año en que Simmel dejó que su Metrópolis y vida mental viera la luz. 10 Comienza con la coronación de Napoleón y termina con la rendición del nazismo en la II Guerra Mundial. 11 Una visión panorámica de esta década nos permite encontrar obras como Essays On Government (John Stuart Mill, 1840), Democracy in America (Alexis de Tocqueville, 1840), De l’humanité (Pierre Henri Leroux, 1840), Qu’est ce que la propiété? (Pierre-Joseph Proudhon, 1840), La cuestión judía (Karl Marx, 1843), The Ego and Its Own (Max Stirner, 1844), Discours sur l'Esprit positif (Auguste Comte, 1844), Herald of Freedom (Henry David Thoreau, 1844), Die neue Psychologie (Friedrich Eduard Beneke, 1845), the Anarchist Manifesto (Anselme Bellegarrigue, 1850) o Social Statics (Herbert Spencer, 1851). 26 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences intervención parcial provoca cambios globales. No se puede operar unilateralmente sobre un único aspecto sin tener el conjunto en cuenta y cada problema y cada cambio debe ser pensado sistémicamente. e. Sistema mundo. Culmina la mundialización y las Ciencias Sociales perciben que existen una serie de hechos que no son la suma de realidades nacionales ni siguen una lógica internacional sino que obedecen a una naturaleza mundial. Cada vez más fenómenos se tienen que comprender en el conjunto del sistema mundial. f. Hechos meta-racionales. El romanticismo pondrá de manifiesto que existen hechos cuya naturaleza es mistérica y cuya realidad no puede ser agotada por la comprensión del hombre. En cada sujeto existe una parte interior que no puede ser etiquetada socialmente sino que es fuente de permanente asombro y creatividad. El reconocimiento de aspectos de sí mismo y de la sociedad que el hombre no puede objetivar para conocer al modo como trata a los objetos físicos, lleva a concebir que existen fenómenos que carecen de leyes racionales sino que obedecen a otras lógicas que exigen otros modos de conocer y de actuar. g. Instituciones perversas. El siglo también pone de manifiesto que el mal puede institucionalizarse creando estructuras de alienación, dominación y explotación. Dichas instituciones malignas o perversas sirven a intereses particulares y tienden a perpetuarse protegidas por armaduras culturales que las defienden y que requieren operaciones de fuerza que las debiliten. h. Manos de hierro. Además de manos invisibles en las cuales cada individuo tiene que seguir su libre comportamiento, existen otros comportamientos humanos que necesitan de instituciones que los limiten y coarten. El pesimismo sobre algunas de las más hondas tendencias de las personas y los grupos parecen exigir a las Ciencias Sociales la legitimación de manos de hierro que los controlen. El leviatanismo conduce a construir enormes instituciones de control social. i. La persona como producto social. A su vez, el debate sobre las motivaciones se supera con una nueva conclusión de las Ciencias Sociales que niega que exista una naturaleza previa fijada: toda motivación, carácter u orientación de la persona individual es formada socialmente a través de las instituciones. La personalidad y la orientación moral son productos sociales. En consecuencia, hay que operar sobre las instituciones para mejorarlas ya que es allí donde se juega la adecuación y calidad de la formación de los individuos y eso establece la primacía de las instituciones y estructuras sociales. j. Renaturalización del orden social. Las sociedades decimonónicas experimentaron un gran crecimiento urbano y poblacional y el propio aparato cultural aumentó y se sofisticó en todas sus direcciones incluidos los modales, el vestir y expresarse, el arte, la literatura, las costumbres, el deporte, la relación con la naturaleza y los animales o la espiritualidad religiosa. Esa sofisticación se convirtió en un instrumento de formación y también de control social y diferenciación muy desarrollado. Será la base sobre la que a comienzos del siglo XX se produzca una diversificación cultural extraordinaria. Las Ciencias Sociales pueden estudiar un orden social nuevo muy completo que por su poder hegemónico en el mundo se presenta como un estadio avanzado de la evolución natural del ser humano. Las grandes instituciones y costumbres confirmadas por el poder de la burguesía emergente se imponen y normalizan hasta tal extremo que se naturalizan. Se impone así una Sociología natural, una Economía natural, una Psicología natural o un derecho natural de nuevo cuño que naturaliza la cultura dominante dotándola de una legitimidad que las divisiones, desigualdades y contradicciones sociales no hacen sino socavar. k. Hiperidealismo. El siglo XIX será el siglo de los idealismos, origen de las ideologías que asolaron el siglo XX. Tanto los nacionalismos como los racismos y clasismos tienen su origen en el hiperidealismo de las Ciencias Sociales restauracionistas. La primacía de las instituciones y estructuras sociales hace que éstas soporten las idealizaciones –tanto aquellas producto de la voluntad como aquellas otras atribuidas a la naturaleza como nación o mercado- sin contraste con la realidad de las personas y sus comunidades. l. Solidaridad. La idea de solidaridad en el siglo XIX parte de esa primacía de los colectivos sobre las personas exigiéndose a los individuos su disposición a los intereses colectivos de clase o nación. Los intereses personales prioritarios y moralmente justos son los propios del 27 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences sujeto colectivo al que pertenece el individuo y las Ciencias Sociales analizan la persona como miembro de dicha agregación. m. Utilitarismo. A su vez, otra corriente dominante de las Ciencias Sociales del siglo XIX reclama el principio utilitario como rector de la vida de las personas y la necesidad de establecer aquellas instituciones que sirvan a los intereses individuales de los sujetos. El utilitarismo es un tipo de institución que legitima una moral que busca maximizar los propios intereses minimizando las contrariedades. La construcción del hombre maxi-mini supone que continuamente está maximizando su placer minimizando los costes, principio aplicado a la economía, la política o la más próxima sociabilidad. n. Pragmatismo. Existe otra tendencia en Ciencias Sociales que critica las idealizaciones que acaban perjudicando a la persona conduciéndole a atentar contra sus propios intereses básicos o contra las bases de convivencia pública. Al respecto, el pragmatismo es un método que verifica la adecuación de las ideas contrastándolas con sus consecuencias sobre los intereses vitales básicos. En realidad el pragmatismo no es una desideologización sino el establecimiento de una agenda oculta de ideas tras esos intereses básicos que parecen surgidos acríticamente de la propia naturaleza. o. Disciplinas sociales aplicadas. Las Ciencias Sociales se especializan en disciplinas como Economía, Sociología o Psicología y estas a su vez constituyen disciplinas aplicadas resultado de su orientación a la resolución de problemas concretos como es el caso de la estadística social, el Trabajo Social, el urbanismo, la ciencia de la organización o la comunicación social o propaganda. p. Métodos empíricos complejos. La comprensión compleja de problemas y la progresiva complejidad y escala de los hechos sociales requiere operaciones complejas de medición que hacen desarrollar la estadística y las técnicas descriptivas. Por otra parte, las profundas controversias teóricas exigen que exista un amplio y riguroso aparato de contraste con la realidad empírica y dote de carácter experiencial y experimental a los procesos de verificación. q. Positivismo. Las fuertes demandas de un método avanzado de investigación y la necesidad de una cobertura institucional aceptable para las Ciencias Sociales, así como el deslumbramiento por el espectacular progreso de las Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales, causó que estas Ciencias Exactas se consagraran como el modelo auténtico de ciencia al que las Ciencias Sociales tenían que aspirar. Así pues, las Ciencias Sociales contrajeron préstamos inadecuados de las Ciencias Exactas que entorpecieron o pervirtieron su auténtico desarrollo. r. Objetivismo. El impacto del idealismo y del positivismo en las Ciencias Sociales provocaron que se impusiera un fuerte objetivismo con tres consecuencias principales: la tendencia a la cosificación de todos los fenómenos, incluyendo las personas; la asunción de un modo de relacionarse con ellos que acentuaba la superioridad absoluta del papel del observador; y la estigmatización de lo subjetivo como mero interés acientífico. Así, se realiza una construcción de los hechos sociales que, unido a la primacía de las instituciones y estructuras sociales, expulsa al sujeto y su participación fuera del sistema de verificación. s. Cientificismo. La ciencia es considerado por muchos pensadores sociales como un sistema absoluto de verificación o, al menos, como el procedimiento de verificación más perfecto con el que cuenta el ser humano, por encima de otros medios de verificación de carácter experiencial, estético, sapiencial, prudencial, trascendente, tradicional o, incluso, filosófico. La ciencia se considera el método ideal para establecer no sólo la verdad sino también para deliberar el bien, los fines, la belleza y el sentido de todo. Esa omnipotencia y confianza concedidas a la ciencia y la tecnología tendrán ya consecuencias en el propio siglo e intensificadas en el tipo de sociedad del siglo XX. En algunas teorías de máxima difusión como las de Comte, el científico en general y el científico social en particular aparece investido del máximo poder siguiendo una lógica tecnocrática. La tecnocracia social invade parte de las Ciencias Sociales y les impulsa a un papel que a juicio de pocos en la época parece que desborda sus capacidades y hasta sus competencias. t. Progreso evolutivo. Las Ciencias Sociales del siglo XIX estarán muy interesadas en hallar cuáles son las leyes que siguen los ciclos históricos, dando lugar a diversos modelos. Las impresionantes experiencias de revolución y quiebra social, así como las discusiones sobre equilibrio y cambio, hacen pensar en distintos modelos. Entre ellos tendrá especial 28 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences aceptación del modelo de progreso evolutivo: una concepción que afirma que la sociedad va evolucionando y que la dirección de dicho cambio es un progreso hacia la perfección del hombre, haciéndolo moralmente y técnicamente superior a cualquier otro tiempo pasado o a cualquier sociedad que no se encuentre en un estadio tan avanzado de evolución. Dicho progreso no siempre se compadece con un progreso visible de las personas y sus comunidades sino que pare conseguir avanzar hacia la perfección en ocasiones el camino pasa por el sufrimiento y diversas renuncias individuales. El paradigma evolutivo darwinista que se propagará en las Ciencias Naturales no hará sino confirmar y asentar todavía más ese principio evolutivo de las Ciencias Sociales. Ellas mismas –las Ciencias Sociales- están sujetas a ese principio de progreso evolutivo. u. Imperialismo etnocéntrico. La hegemonía occidental en el planeta y la dominación del resto de pueblos a través del imperialismo y el colonialismo genera una cultura que también informa a las Ciencias Sociales haciéndola etnocéntrica e imperialista y una herramienta de alienación que da cobertura a los intereses occidentales en el mundo. Incluso desde principios internacionalistas dicho etnocentrismo no cede en su influencia. v. Ruptura y reconstrucción del contrato social. Las extremas desigualdades que causó el desarrollo capitalista crearon una profunda división social entre mundo obrero y mundo burgués que tendrá dramáticas consecuencias y causó una desafección del sistema y la ruptura del contrato social. Para revertir dichas consecuencias y desactivar el creciente poder obrero, se reconstruye el contrato social en forma de Estado de bienestar. w. Institución universitaria de las Ciencias Sociales. Las Ciencias Sociales avanzan en su institucionalización, se incorporan a las instituciones universitarias y se suman al sistema institucional del Estado en soportes de academias o de figuras de la Administración. Por otra parte, parte de las Ciencias Sociales va a continuar en soportes asociativos o se va a reinstitucionalizar dentro del movimiento obrero. El siglo XIX fue el que dio forma a las Ciencias Sociales y gran parte de dicha conformación sigue siendo algunos de los más importantes logros de la misión de éstas y también algunas de las lacras que lastran sus paradigmas dominantes. Las Ciencias Sociales sabían asentado las bases sobre las cuales la siguiente generación iba a formalizar el estándar clásico de las mismas a través de sus diferentes disciplinas. 6. Los padres clásicos de las Ciencias Sociales modernistas (1890-193712) Dentro de la Segunda Modernidad, una nueva generación de pensadores sociales aplicó y desarrolló el método científico que había creado la generación que coincidió a mitad del siglo XIX y fijaron -en ese periodo conocido como Modernismo o Modernidad clásica- el estándar clásico tras el largo recorrido de maduración de las mismas desde los inicios de la Modernidad. Quizás la década más creativa fue de 1903 a 191313 pero en realidad el periodo modernista habría que retrotraerlo hasta la publicación de los Principios de Economía de Alfred Marshall en 1890 o incluso a la década antes con las publicaciones de Ward y Tönnies en 1883 y 1887, respectivamente. Hasta 1937 habrá una serie de relevantes contribuciones que madurarán las corrientes surgidas en el periodo restauracionista, cuestionarán algunos de sus presupuestos y adaptarán las Ciencias Sociales para responder a las nuevas experiencias. El modelo modernista de Ciencias Sociales incorpora los siguientes aspectos: a. Tecnología social. Las Ciencias Sociales aparecen ya plenamente incorporadas a los procedimientos ordinarios de conocimiento de la realidad, diseño de políticas o administración y resolución de problemas por parte de todas las agencias. Ante la complejidad de la sociedad su uso se hace imprescindible para el diagnóstico, la planificación, la administración, el seguimiento, evaluación e innovación de los procesos sociales, políticos, 12 En 1890 Marshall publica Principles of Economics y en 1937 Parsons editó The Structure of Social Action. The Metropolis and Mental Life (Georg Simmel, 1903), La ética protestante y el espíritu del capitalismo (Max Weber, 1905), Folkways (William Graham Summer, 1906), De la liberté sexuelle (Emile Armand, 1907), L’Evolution créatice (Henri Bergson, 1907), La Sensibilité individualiste (Georges Palante, 1909), Political Parties (Robert Michels, 1911), The Jews and Modern Capitalism (Werner Sombart, 1911), Wealth and Welfare (Arthur Cecil Pigou, 1912), The Elementary Forms of Religious Life (Émile Durkheim, 1912), The Nature of Sympathy (Max Scheler, 1913) o La acumulación del capital (Rosa Luxemburg, 1913). 13 29 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences comunicacionales, económicos, mercantiles, culturales, cívicos, religiosos, etc. El Trabajo Social, las Ciencias Políticas, la Economía, el Derecho, la Estadística social o la Comunicación Social desarrollan una sofisticada tecnología social que aplican creativamente a los diferentes problemas aumentando el bienestar y la potencia de la sociedad y con una sensibilidad especial de la comunidad científica a favor de aquellos que padecen pobreza o son víctimas de conflictos sociales. Las Ciencias Sociales son una tecnología útil e integrada en el sistema social. b. Progreso más allá de la naturaleza. Los avances en salud y seguridad incrementaron la esperanza de vida y generaron una confianza contrastada en un progreso ilimitado. También provocó el ascenso de reforzados sujetos colectivos basados en criterios de edad como infancia, juventud o ancianidad. Parecería que la voluntad humana es ganar una batalla contra las leyes de la naturaleza y las Ciencias Sociales son una veloz herramienta para la transformación de las condiciones naturales de modo que la Humanidad podría llegar a ser reinventada. La naturaleza que antes rodeaba feralmente al ser humano y sus asentamientos ahora tiene que ser defendida y es rodeada amenazada su conservación por el hábitat humano. Es tiempo de re-creación no sólo del hombre sino de toda la naturaleza y las Ciencias Sociales son la caja de herramientas. c. Estructuralismo. La fuerza de la primacía de lo colectivo sobre lo individual fijó la atención sobre aquellas estructuras que dan forma al comportamiento y conciencia de las personas. Además, los vaivenes de acciones y reacciones sociales en los últimos siglos hace pensar sobre la permanencia de algunas estructuras que permanecen invariables y que determinan la dirección real de la historia. El modernismo español hablará de la intrahistoria. Además, tras el deslumbramiento de la diversidad humana en las distintas geografías y posiciones en nuestra sociedad, y tras la prepotencia de la superioridad evolucionista del Occidente blanco, se introduce una mirada que pone énfasis en los universales. Estos tres procesos conducen a profundizar un enfoque estructuralista –ya presente en las Ciencias Sociales restauracionistas- que busca cuál es aquella estructura que determina esencialmente la vida social. d. Desarrollismo. Crecimiento, desarrollo, avance, aumento, cantidad y potencia son palabras que dirigen las estrategias personales, colectivas y nacionales. Los enormes avances en un campo no vienen acompañado de las proporcionales mejoras en el conjunto del sistema. El aparato fabril aumenta sin que el tejido urbano mejore y por tanto se producen situaciones de hacinamiento, empeoramiento de las condiciones generales de vida, inseguridad, etc. El modelo de desarrollo hipertrofia unas partes sin transferir recursos para mejorar equilibrada, integral y sosteniblemente el conjunto del sistema. Existe un fenómeno de desarrollismo guiado por el utilitarismo, que creará nuevas bolsas de sufrimiento, descontento y desconfianza. Mientras, las sociedades que siguen esa senda de progreso sienten su potencia en un mundo abierto a la expansión y esa superpotencia también se manifiesta en una excesiva prepotencia y a estrategias imperiales expansionistas de ciudades y naciones que multiplicarán el conflicto. e. Ascenso de las masas. Los sujetos sociales son muchedumbres masivas en las nuevas ciudades cada vez más grandes, en los centros industriales y en los nuevos espacios de ocio. La experiencia de masa condujo a pensar sobre la alienación cultural y los nuevos comportamientos colectivos que se impusieron a la conciencia debido al crecimiento extremo de sus dimensiones cuantitativas. En consecuencia, se imponía una crisis sobre el valor de la persona individual y las masas aparecían como el nuevo sujeto de la Modernidad. El objeto de las Ciencias Sociales no era la persona y sus comunidades sino preferentemente las masas. Los comportamientos colectivos y agregados se elevaban como el objeto principal de la nueva investigación social y la acción no intencional era una categoría cada vez más frecuente en los análisis sociales. La noción de inconsciente social y conciencia colectiva actuaba como una aproximación realista y analíticamente potente. Las Ciencias Sociales se focalizaron principalmente en una perspectiva metapersonal de los procesos sociales. f. Riesgos de la tecnología. Las tecnologías asombran al mundo en todos los ámbitos generando una cultura científica en la que se confía el mayor peso del progreso y el desarrollo. Pero el comienzo del siglo XX iba a traer una experiencia que dejó despiezada a 30 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences una generación en las trincheras de Europa. El trauma de la Primera Guerra Mundial dejó ver el peor rostro del avance tecnológico en las máquinas de destrucción masiva como las ametralladoras, los tanques, las minas o los gases letales. El pueblo, carne de cañón, es lanzado en masa a la muerte y la generación de intelectuales comprende que la tecnología no sólo impulsa progreso sino que entraña terroríficos riesgos. El optimismo solar en la ciencia deja paso a una reflexión más taciturna sobre los peligros del frankenstein masivo que se está construyendo. g. Corporatismo. El desarrollo institucional y el nuevo contrato del Estado social de derecho crea una estabilidad de organizaciones que asientan un nuevo orden sociopolítico. Dicho orden está protagonizado por grandes corporaciones: patronales, sindicatos, Administraciones y gobierno y agencias mediático-culturales. Además, existe una categoría genérica que se llama ciudadanía y antiguas corporaciones como las religiones siguen ejerciendo un papel socialmente reconocido. La arquitectura corporatista del sistema social hace tomar conciencia a las Ciencias Sociales de la complejidad de la legitimidad y de la deliberación pública, así como el valor de la razón histórica que reconoce autoridad a aquellas agencias que fácticamente ejercen su presencia e influencia. La realidad social no es tan maleable como el voluntarismo podría pretender. h. Ciudadanía. En la nueva división corporatista del orden social de cada sociedad, el pueblo se convierte en otra corporación más llamada ciudadanía, formada por los miembros de la nación. La ciudadanía asocia un conjunto de derechos y prestaciones individuales que son los principales componentes del nuevo contrato social del capitalismo de bienestar –o capitalismo popular-, del Estado de bienestar o, en tercer lugar, del modelo del Estado comunista. La legitimación, cumplimiento y expansión de dichos derechos de ciudadanía atraerá la actividad de gran parte de las Ciencias Sociales. El sujeto pasa a reconceptualizarse sociopolíticamente como ciudadano. i. Maquinismo. Los siglos XIX y XX fueron un tiempo de construcción de instituciones gigantes como las metrópolis y el corporatismo, el Estado y la burocracia, la industria y la tecnología, el mercado, el dinero y el sistema financiero, las clases sociales y las nuevas grandes ideologías, las nuevas guerras, los ejércitos y la policía, los medios de comunicación, los eventos deportivos, las agencias internacionales o las masas. Apareció una nueva generación de enormes máquinas sociales provistas de sus propias reglas que superaban absolutamente la escala humana. Los factores personales perdieron fuerza como motores causales de los procesos sociales. Como en la jaula de oro de Weber, la persona parecía conseguir más recursos pero a costa de perder el control sobre las instituciones y los procesos en que se veía inmerso. Como en El proceso, el individuo se pierde en esas nuevas grandes máquinas kafkianas. Algunos científicos sociales avisaron contra el peligro de no cuidar de las personas y de su mundo cercano, así como el riesgo de su cosificación y animalización, de consecuencias trágicas. j. Abstracción. Una de las experiencias más influyentes en el pensamiento de las Ciencias Sociales fue la vida en las metrópolis. Se estableció una nueva escala de vida social y la gente sentía que era posible recrear libremente cada aspecto de la vida social. La misma ciudad era la cara de un nuevo mundo institucional más gigante y abstracto. En consecuencia, la gente sufría un sentimiento de descontrol. Sistemas abstractos como el dinero, la tecnología o los procesos burocráticos se desarrollaron y la persona individual sintió que la esencia de los procedimientos de la vida social se habían ocultado en instituciones invisibles. Las Ciencias Sociales ya no son sólo un instrumento crítico sino una herramienta imprescindible para comprender esa realidad cada vez más extraña al individuo en su vida cotidiana. k. Anomía. La abstracción, el desarrollismo, la primacía del progreso, las corporaciones y las estructuras, así como la corrosión de las comunidades tradicionales próximas al sujeto, conduce a comportamientos anómicos. Tönnies o Durkheim señalan el cambio de una solidaridad comunitaria a una solidaridad abstracta que requiere una confianza anónima y está en la base del nuevo contrato social. Los sistemas de asignación de responsabilidad y valor cambian y la confianza se vuelve un factor más vulnerable, abstracto, 31 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences mediáticamente maleable y sometido a turbulencias con efectos masivos de desafección en la población. Los sujetos individuales se convierten en objetos frágiles. l. Libertarismo moral. Se produce una desincronización del orden macrosocial y la moral del orden microsocial de la vida ordinaria de las personas, comenzando a extenderse el libertarismo moral a cuestiones como los comportamientos sexuales, las formas familiares, los modales, la estética, la religiosidad o el propio modo de vida. Los maestros de la sospecha del nihilismo, el psicoanálisis y el anarquismo muestran la arbitrariedad de numerosas instituciones microsociales, su poder alienante y los grados de libertad que el individuo tiene para elegir. La valoración prioritaria de las macroestrcuturas sociales desconecta la relación causal entre lo micro y lo macro a través de la generalización de las categorías de vida privada y vida pública. m. Diversidad de perspectivas de intereses. El primer modelo de estratificación dual fue modificándose y se construyó una estratificación más compleja, con más clases intermedias. El crecimiento industrial, el sistema ocupacional más ampliado y diversificado, la movilidad social y geográfica y la emergencia de las clases medias intensificaron esa dinámica compleja. Las contradicciones entre clases se complicaron, multiplicaron en sus intereses y se difractaron. Al mismo tiempo se cuestionó la tendencia bipolizadora, la naturaleza conflictiva y la insostenibilidad del capitalismo, y se vio la necesidad de articular sistemas de concertación, presión, arbitraje y negociación. El paradigma conflictual deja paso a experiencias de negociación y reconciliación. Las Ciencias Sociales son exhortadas a dar explicaciones sofisticadas y soporte a esas realidades y políticas. n. El equilibrio de la inestabilidad. La doble experiencia de caótica creatividad capitalista y nuevo contrato social y formación de la clase media, conduce a las Ciencias Sociales a concebir un nuevo modelo de cambio social. Asimismo, la aparente diferencia entre un sustrato microsocial libertario y el orden macrosocial homogéneo apunta en la misma dirección. Se toma conciencia de que existe un equilibrio complejo, sostenido sobre una balsa caótica de movilidad y libertad. Todos los fenómenos, incluidos aquellos que parecen más anárquicos o amenazantes tienen una función de sostenimiento del orden macrosocial. Ese paradigma funcional donde cada objeto y acción tienen su fin o pueden ser dirigidos al sostenimiento del orden y progreso social, será una experiencia dominante en la mentalidad de medio siglo. o. Ideologización. Las comunidades ideológicas experimentan un ascenso extraordinario como nuevas fuentes de formación de la identidad y de alimentación de las cosmologías. Son ideologías totales que desde un principio político, nacional o de clase extienden visiones totales sobre el sentido de la vida. Su capacidad de absorción de población e instituciones no cesa de intensificarse y convertirse en el gran poder cultural conformador del siglo. La fuerza de las comunidades ideológicas es suficiente como para polarizar las instituciones académicas de las Ciencias Sociales e intervenir penetrantemente con gran poder en el pensamiento social. “¿Qué Ciencias Sociales para qué Sociedad?”, se preguntan los científicos sociales católicos en medio de la crisis de 2008. Un grupo minoritario pero significativo de las Ciencias Sociales tras la Primera Guerra Mundial tenía muy claro que ésa era una pregunta crucial ya que algunos de los principios que las Ciencias Sociales sostenían estaban conformando un mundo en el que la vida de las personas estaba cada vez más amenazada. El pensamiento católico francés y el pensamiento social judío señalaban a una serie de peligros parte de los cuales fueron las causas que desataron los desastres alrededor de la II Guerra Mundial. Según este pequeño y marginal grupo de autores14, el modelo de Modernidad planificada y practicada condujo a un ciclo de desastres que hundieron a nuestra civilización en una sima moral más profunda que aquella provocada por la Peste Negra que provocó el final de la Edad Media. Los cuatro jinetes del apocalipsis que 14 Esas obras fueron eclosionando a lo largo del periodo de Entreguerras como es el caso de las de Hermann Cohen (1919, Religion of Reason out of the Sources of Judaism), Franz Rosenzweig (1921, The Star of Redemption), Martin Buber (1923, I and Thou), Walter Benjamin (1924, Critique of Violence), Emmanuel Mounier (1935, Révolution personnaliste et communautaire) o la Escuela de Frankfurt, representada por la obra de Max Horkheimer (1937, Traditional and Critical Theory). 32 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences simbolizaron los extremos del cataclismo fueron el Gulag soviético (iniciado en 1921), la crisis financiera de 1929 en la que se demostró la desconexión del capital financiero con el orden moral, el Holocausto y las Bombas Atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. El jinete del Gulag, el jinete del ultracapitalismo, el jinete de Auschwitz y el jinete atómico encabezaron una siniestra caballería que hundió la Modernidad y va a conducir a una nueva generación al intento de superar esta Era Moderna con el proyecto del Postmodernismo. Si bien parte de las Ciencias Sociales habían advertido de los peligros, no hicieron una contribución suficientemente transformadora ni aportaron las bases necesarias de desarrollo personal, comunitario y social para que ello no sucediera; a veces, sencillamente, se prestó cobertura intelectual y científica al cataclismo de los años treinta. La reflexión desde el mal y las víctimas de la historia a partir de pensar Auschwitz se convirtió en un punto de partida para la refundación del pensamiento, lo cual no fue un camino fácil. Más de cuarenta años después de que Auschwitz fuera clausurado todavía Zygmunt Bauman denunciaba en su gran obra Modernidad y Holocausto (1989) que dicha reflexión no había sido seriamente hecha en las Ciencias Sociales y que la situación y aportación de éstas lastraba ese problema: ¿Cómo es posible hacer Ciencias Sociales después de Auschwitz?. 7. Ciencias Sociales postmodernas (1937-1971) “¿Cómo es posible hacer Filosofía y Teología después de Auschwitz?”, se preguntaban en los años cincuenta algunos de los más lúcidos filósofos y teólogos desde posiciones marginales. El apocalipsis alrededor de la Segunda Guerra Mundial (Gulag, Crack’29, Auschwitz, Hiroshima), que ampliaba ya los desastres vividos en la Primera Gran Guerra, venía a unirse a los ecos del sufrimiento de los pobres, explotados y discriminados y al dolor que las grandes potencias causaban en los países empobrecidos por el colonialismo. El Postmodernismo es consciente que el desastre de la II Guerra Mundial es la consecuencia de un modelo de modernización que asumió una serie de principios que permitieron o causaron tales males y también consecuencia de un tipo de Ciencias Sociales que priorizaron el desarrollismo, el colectivismo, la pobreza, el hiper-ideologismo y la desrresponsabilización individualista. En consecuencia, había que revisar a fondo dichos principios, criticarlos y sustituirlos por alternativas humanizadoras. Existía conciencia de que no era un problema accidental o secundario sino que eran algunos fundamentos de la Era Moderna los que estaban enfermos y por tanto se requería superar la Modernidad. Este planteamiento civilizatorio centró su atención en la revisión de los fundamentos de la civilización y en la recreación de las principales instituciones sociales comenzando por la propia concepción de la persona y siguiendo por la familia, la sociabilidad, la ciudad, el medioambiente, la política, el trabajo, la economía, la religión, la cultura, la estética, lo internacional, etc. Todas y cada una de las instituciones sociales fueron examinadas radicalmente, cuestionadas y se plantearon alternativas. Las Ciencias Sociales fueron un utillaje fundamental para esa labor y ellas mismas vivieron una convulsión. Aunque las Ciencias Sociales postmodernas se iniciarían con aquellos trabajos pioneros de 1935-1937 (Mounier-Horkheimer) -alrededor de la Guerra Civil Española de 1936-, la década de mayor creatividad fue con mucha probabilidad la de los años sesenta. La década 1959-1969 fue una extraordinaria cosecha de obras cruciales para el desarrollo de las Ciencias Sociales15. The Sociological Imagination de Charles Wright Mills en 1959 es un alegato simbólico 15 The same year 1959 Ralf Gustav Dahrendorf published Class and Class Conflict in Industrial Society and Erving Goffman The Presentation of Self in Everyday Life. In the next ten years Social Sciences are going to experiment a revolution: Modern Capitalism and Revolution (Cornelius Cartoriadis, 1960), The End of Ideology (Daniel Bell, 1960), Masa y poder (Elias Canetti, 1960), Histoire de la folie (Michel Foucault, 1961), Who Governs? (Robert Dahl, 1961), Capitalism and Freedom (Milton Friedman, 1962), The Structure of Scientific Revolutions (Thomas Samuel Kuhn, 1962), Strength of Love (Martin Luther King, 1963), Le Cru et le cuit (Claude Levi-Strauss, 1964), Éléments de sémiologie (Roland Barthes, 1964), Human Capital (Gary Stanley Becker, 1964), One-Dimensional Man (Herbert Marcuse, 1964), History and Truth (Paul Ricoeur, 1965), Class, Citizenship and Social Development (Thomas Humphrey Marshall, 1965), The Development of Underdevelopment (Andre Gunder Frank, 1966), Religion as a Cultural System (Clifford Geertz, 1966), Écrits (Jacques Marie Lacan, 1966), The Phenomenology of the Social World (Alfred Schütz, 1967), Teoria e política do desonvelvimento (Celso Furtado, 1967), La Société du spectacle (Guy Debord, 1967), Studies in Ethnomethodology (Harold Garfinkel, 1967), On Grammatology (Jacques Derrida, 1967), On the Logic of Social Sciences (Jürgen Habermas, 1967), The Medium is the Massage (Marshall McLuhan, 1967), Educaçao como prática da liberdade (Paulo Freire, 1967) and The Social Construction of Reality (Peter L. Berger & Thomas Luckmann, 1967). Finally, the next year, 1968, various 33 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences a reinventar las Ciencias Sociales en ruptura con el estándar clásico y 1967 sería un año-frontera en el que se da un giro crucial en las Ciencias Sociales del siglo XX, a las puertas de las revueltas de 1968. El Postmodernismo es un tiempo de claridad en la conciencia ante el mal y también de radical creatividad. Ese carácter primaveral se va a manifestar en sucesivos fenómenos como el Concilio Vaticano II de 1959 (llamado “primavera de la Iglesia”), la primavera de San Francisco, la primavera de París, la primavera de Praga, estos tres de 1968. Una eclosión de conciencia e innovación se extiende por todo el planeta suscitando fuerzas de transformación radical. Pero de nuevo se producen problemas similares a los ya vividos a finales del ciclo ilustrado del siglo XVIII: se elevan fuerzas conservadoras y se cruzan distintos modelos de superación de los problemas de la Modernidad, con diagnósticos parcialmente antagónicos. Esas divergencias y la oposición del sistema establecido (incluso en las Ciencias Sociales) va a dar como resultado el que el Postmodernismo viva dos fases, una dominada por la Innovación de los años sesenta y otra en clave más escéptica en los años setenta. Ahí se cruzará con un nuevo modelo que reacciona contra la explosión del sesentayochismo y que hará acabar el ciclo postmoderno en búsqueda de otra etapa de Modernidad. Por lo tanto, el Postmodernismo va desde 1945 (año de la rendición de Alemania) hasta 1989, año de la caída del Muro de Berlín. Ese periodo de intentos de cambios radicales convive con un proceso que no va en la misma dirección: la necesidad de rehabilitar a los países implicados tras la Segunda Guerra Mundial favoreció el desarrollo de grandes agencias y Administraciones que pudieran asumir con rapidez y legitimidad la reconstrucción. Eso supuso la constitución de Administraciones estatales mayores de la historia, el favorecimiento de grandes empresas y grandes instituciones y un tejido de organismos internacionales que garantizaran una regeneración pacífica. Vino acompañado de un refuerzo del contrato social de bienestar que transfirió mayores derechos y prestaciones a las ciudadanías occidentales para crear unas clases medias más amplias y móviles. Es decir, que el movimiento de transformación postmoderna convivió con un vasto plan de reconstrucción y estabilización de las instituciones modernas clásicas. Aunque en este mapa de corrientes contradictorias es difícil formarse un marco común, ¿cuáles serían las claves principales de las Ciencias Sociales postmodernas que dan forma a la sociedad del momento? Algunas forman ya parte de las agendas ilustrada o modernista, ¿cuáles serían las novedades? a. Contrato social universal. En primer lugar hay que destacar la constitución de un contrato social universal que cobró rostro en la proclamación de los Derechos Humanos de 1948 y en toda la generación de derechos universales que le proseguiría. Las Ciencias Sociales desarrollaron la categoría de ciudadanía y Derecho universal, lo cual impactaría en una nueva teoría del sistema-mundo y en nuevas cuestiones morales de justicia. b. Fundacionismo. Al pretender recrear las instituciones atendiendo a la verdadera naturaleza de las personas, hubo una amplia identificación de lo que se entendía por una formulación más auténtica de las necesidades, virtudes y expresiones de las personas y sus relaciones. Por ejemplo, se entendía que las personas en sus relaciones personales no debían reprimir sus deseos sino que debían comunicarlos de forma clara y desinhibida. Existe todo un programa de renaturalización de todos los aspectos de la vida humana y sus instituciones, evitando los formalismos, la sofisticación, la impostura y toda carga o formulación institucional que empañara la simplicidad o autenticidad de la naturaleza. Las Ciencias Sociales buscan inspiración en las sabidurías populares tradicionales, en las culturas indígenas, en las espiritualidades que expresaran autenticidad y en toda expresión alternativa a la cultura occidental dominante. Existe un retorno a la naturaleza y simplicidad como fuente de veracidad. Incluso una recuperación de la vida rural y de las culturas antiguas marginadas por la vida urbana y burguesa. Ese naturalismo generó una serie de fundamentos naturales mínimos de la vida humana que se aplicarían a la reforma de todas las instituciones. Así pues, existía un programa fundacionista: es decir, que relevant books were published: The Active Society (Amitai Etzioni, 1968), The System of Objects (Jean Baudrillard, 1968), Language and Mind (Avram Noam Chomsky, 1968) and Trust and Power (Niklas Luhmann, 1968). 34 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences reconocía la existencia de fundamentos naturales respecto a los cuales había que autentificar todo el aparato institucional de la civilización. c. Liberacionismo. Quizás el principio que nutre gran parte del Postmodernismo es el de liberar a la vida humana de todas aquellas instituciones que habían violentado o impedido su verdadero desarrollo integral. El objetivo de fondo es liberarse de las cargas innecesarias o injustas para que todas y cada una de las personas puedan ser auténticamente libres. Así, se extendió por todo el mundo las luchas por las libertades y la creación de una sociedad que ponga la promoción y defensa de las libertades como criterio conformador de toda su actividad e instituciones. d. Desinstitucionalización. Las Ciencias Sociales habían aprendido durante dos siglos a institucionalizar y ahora tenían que aprender a desinstitucionalizar, eliminando instituciones que no sean esenciales y reconstituyendo las instituciones con fórmulas más sencillas. Así, las relaciones conyugales prescinden de la institución matrimonial jurídicamente sancionada, las relaciones sociales rechazan los formalismos de los modales y distancias o los sujetos se liberan de la nacionalidad declarándose apátridas. Hay una llamada al esencialismo y la simplificación pero a la vez pérdida de seguridad jurídica y olvido de la complejidad y sofisticación del patrimonio institucional heredado, estigmatizado como superficial, recargado o innecesario. Se practica la destrucción creativa. e. Suspicacia. La actitud de recreación parte de una revisión profunda de todo el sistema social y de una actitud básica de suspicacia frente a cualquier institución establecida. Dicha hipercrítica se extiende dada la ocultación de los verdaderos efectos de las instituciones bajo apariencia de normalidad o naturalidad y comprobada su resistencia a ser cambiadas. Las Ciencias Sociales también asumen el principio de suspicacia como actitud básica frente a las instituciones establecidas y al propio principio de institucionalización. f. Desautorización. Se divulga una posición de acritud respecto a todo poder, norma e institución establecida y una inclinación a considerar que los principios de poder y de autoridad sufren una carencia de legitimidad y tienen efectos de dominación y alienación sobre las personas que se ejercen. Las Ciencias Sociales son exhortadas a buscar fórmulas de organización y participación que no hagan necesario el dominio de unos por otros sino que la dirección y administración sea responsabilidad compartida por todos los implicados. Se piensa que cualquier poder tiende al autoritarismo y se pretende rebajar o eliminar la autoridad en todas las instituciones. g. Radicalismo. La fuerza dramática de la Segunda Guerra Mundial, el progresivo descubrimiento de los horrores de la guerra que se iban conociendo y la convicción de que las causas que la provocaron no habían desaparecido sino que continuaban actuando en otros fenómenos, impulsaba al radicalismo y la ruptura con el régimen de la Modernidad. Un carácter revolucionario se impuso junto con un reproche y ruptura con la generación anterior, cuya cultura y tradición que pretendían transmitir a la siguiente generación se consideraba contaminada por todas aquellas instituciones y principios que provocaron la Gran Guerra y su sistema. h. Experimentalismo. La superación de la Modernidad clásica tal como había sido formulada en el corporatismo de la primera mitad del siglo XX, necesitaba nuevas formas que hicieran posible la autenticidad, la diversidad y la expansión de las libertades. Pareciera que nada de lo antiguo sirviera y en todo caso es un tiempo de ruptura con las apariencias y estéticas pasadas. Ante la ausencia de modelos institucionales satisfactorios, se recurre a la experimentación y ensayo de nuevos continentes y contenidos en todos los ámbitos de la vida social, lo cual supone también un encargo a las Ciencias Sociales, parte de las cuales se ven implicadas en esa tarea de inventar nuevas formas de vida social. i. Hiperidealismo. La urgencia postmodernista de cambios rápidos y radicales ocasionó que el idealismo tuviera que prestar a las Ciencias Sociales aquello que el discernimiento científico no podía todavía confirmar. Eso dio lugar a nueva ola de hiperideologización que creó tantas expectativas como luego frustró. j. Ecología. Un principio que las Ciencias Sociales postmodernas identificaron como una de las causas de los desastres de la Modernidad fue su visión parcial de la realidad, especialmente en lo relativo al medioambiente. El carácter sistémico de la sociedad debía ser ampliado a una visión todavía más holística capaz de contemplar como una única matriz a todo el 35 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences sistema ecológico. Aplicado a todas las cuestiones, en especial se visibilizó la necesidad de frenar el negativo impacto del desarrollismo y el militarismo contra el medioambiente. De esta manera, las Ciencias Sociales incorporan a la propia naturaleza de una forma más central en su propio objeto científico. k. El principio femenino. Otro principio que el postmodernismo denuncia es el masculinismo de la cultura dominante que informa todo el entramado institucional. La marginación de la mujer de la vida pública supone que la naturaleza femenina esté ausente del desarrollo social y éste sea conformado sólo bajo principios masculinos exclusores de la diversidad de género. El principio femenino es una fuente para la creación de toda la sociedad. Es una llamada a la participación de dicho principio a la regeneración de todo el entramado sociocultural. También es una denuncia contra los principios machistas que en su intento de excluir a la mujer fomentan valores negativos que el principio femenino puede sustituir por otros positivos. Las propias Ciencias Sociales son denunciadas como patriarcales y, realizadas principalmente por varones, faltas de inspiración en el principio femenino que variaría algunos de sus supuestos y focos. Se demanda, en conclusión, una feminización del mundo en general y de las Ciencias Sociales en particular. l. Exaltación de la diversidad. El postmodernismo reconoce el pluralismo y diversidad que se da en la propia naturaleza de las personas y sus comunidades, y no pretende ahogarlo sino que se puedan expresar con todo el abanico posible. Dicha diversidad –racial, étnica, sexual, nacional, lingüística, artística, espiritual, etc.- enriquece la vida de la sociedad y no está llamada a generar aislamiento sino a poner en convivencia y comunicación todo esa variedad. El principio de diálogo y mutua fecundación da lugar a toda una serie de fenómenos como interculturalidad, interrelación, intersubjetivismo, interreligiosidad, internacionalización, etc. Las Ciencias Sociales postmodernas reconocen una humanidad que es universal y diversa a la vez, aunque será un principio complejo de administrar y que requerirá una progresiva maduración. El diagnóstico de una modernidad que reprimía la diversidad bajo una cultura homogénea y la superioridad de la cultura occidental blanca burguesa, abre un tiempo de liberación, reconocimiento, reconciliación y exaltación de la diversidad y aprendizaje de dichas fuentes alternativas generalmente marginadas. m. Igualitarismo. Junto con el reconocimiento de la diversidad hay una radical afirmación de igualdad que demanda un horizontalismo generalizado que desmonte las injustificadas diferenciaciones entre personas por razón de autoridad, poder, clase, sexo, edad, nacionalidad, raza, religión, etc. Así como existe una potenciación de la diversidad en algunos rasgos, también hay una exigencia de desdiferenciación provocativamente aplicada a lo que eran las distinciones normalizadas en la modernidad clásica. Las Ciencias Sociales subrayan la naturaleza y legitimidad de la diversidad y resta legitimidad a las diferencias tradicionalmente establecidas. Un ámbito en el que se aplicaría esta desdiferenciación fue la familia, donde las diferencias entre padre y madre se desdibujan, así como el alcance de las relaciones paternas con los hijos u otro tipo de distinciones. n. Los conflictos de la injusticia. Las mayores y más graves diferencias son las ocasionadas por las relaciones injustas entre personas, sexos, clases, razas y países. Las víctimas de la injusticia ganan presencia en las Ciencias Sociales y se multiplica el pensamiento sobre pobreza, injusticia y desarrollo. Especialmente emergen los países del Sur gracias a sus procesos de descolonización e independencia y se demandan unas Ciencias Sociales que no sean sólo realizadas desde los países poderosos sino desde el conjunto internacional teniendo en cuenta las relaciones de explotación y dominación, y contando con toda la diversidad de los patrimonios culturales. o. Pacifismo. La urgencia y radicalismo de los cambios que se pretenden, junto con la gravedad de los dramas y resistencia encontradas, y la convicción de que el desastre continuaba por otros medios en otros lugares del mundo y en las propias sociedades que ya habían sufrido las consecuencias del sistema moderno, introdujo graves tensiones que en muchas ocasiones derivaron en episodios de violencia. La lucha por la independencia, la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos, la reivindicación de libertades en los países soviéticos o las manifestaciones callejeras para presionar a los gobiernos generaron respuestas en los regímenes y en aquellas partes de la sociedad o del sistema internacional que rechazaba tales transformaciones. 36 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Precisamente uno de los cuestionamientos esenciales contra la modernización fue su uso de la violencia y especialmente su tendencia al belicismo. Por el contrario, las Ciencias Sociales postmodernas defienden que el pacifismo es más acorde a la naturaleza del hombre y su verdadero desarrollo y propone la resolución pacífica de los conflictos y la reconciliación. Dicho pacifismo no era sólo una estrategia sino que implicaba la paz como una característica de la interioridad de la persona y su modo de relacionarse. Sin embargo, algunos movimientos políticos que impulsaban el proyecto postmoderno no siempre respetaron el principio pacifista de Ghandi que practicó Martin Luther King sino que invocaron el derecho y la necesidad de contraponer una resistencia violenta proporcional a la violencia explícita o institucional que el sistema ejercía contra ellos. p. Anticonsumismo. El foco de las Ciencias Sociales postmodernas se puso también sobre el nuevo papel del consumo y de los objetos de consumo en la vida social y cultural. Diferentes trabajos hicieron énfasis en este fenómeno mostrando los objetos de consumo como la herramienta de alienación más potente de la cultura capitalista occidental. La propuesta postmoderna milita en el anticonsumismo y hay un rechazo de las marcas y grandes compañías. q. Anticapitalismo. Una de las críticas más estructurales del Postmodernismo se dirige al modo de producción capitalista, frente al que se buscan alternativas principalmente en clave cooperativa y socializadora y se rechazan sus signos más evidentes como el dinero, los mencionados objetos de consumo o las grandes multinacionales. Las Ciencias Sociales se encuentran en una situación difícil dado que a la vez una parte significativa de las mismas da soporte al comunismo en un contexto de Guerra Fría en el que el estalinismo sigue ejerciendo una feroz tiranía y los conflictos internacionales no dejan de multiplicarse. Las Ciencias Sociales parecen en tierra de nadie, criticando a derecha e izquierda, incapaz de ingeniar alternativas viables a ambos sistemas. A la vez, en las sociedades capitalistas se desarrollan unas amplias clases medias que desactivan por la vía práctica lo que a veces parece radicalizarse sólo en las ideas. r. Antioccidentalismo. Gran parte de las nuevas generaciones de las sociedades occidentales asumen una dura autocrítica contra sus propios regímenes por su acción imperialista, colonial y dominadora de la mayor parte de naciones del mundo, a las que han explotado y empobrecido para alimentar al poder de las naciones ricas y enriquecer a los poderosos. A ellos se suman los nuevos movimientos liberacionistas que emergieron en esos países empobrecidos. Se extiende una suspicacia severa contra Occidente, su patrimonio y toda su política internacional, con el apoyo de gran parte de su propia ciudadanía. Las Ciencias Sociales son conscientes de que están históricamente domiciliadas en Occidente, lo cual le produce valoraciones ambivalentes. Por un lado reconocen el valor del desarrollo científico y tecnológico como un aspecto positivo de la contribución de Occidente al progreso de la Humanidad y, por otra parte, se encuentran con las contradicciones de dicho desarrollo y con la necesidad de fomentar el desarrollo del pensamiento en los países del Sur, el reconocimiento de su patrimonio sapiencial y el debate sobre la hegemonía del estándar científico occidental que puede que esté impidiendo la valoración de otros modos de conocimiento y discernimiento. s. Racionalidad múltiple. La Razón moderna también está bajo sospecha acusada de sólo considerar una serie de hechos desde una lógica selectiva al servicio del utilitarismo, del desarrollismo y de la dominación. Se critica que se haya restringido la racionalidad a la lógica empírico-instrumental y se propone que se reconozca y use todo el abanico de racionalidades presentes en el ser humano, como es el caso de las emociones o la experiencia. A su vez, hay una búsqueda de la ampliación de la conciencia y se experimentan modos alternativos de ampliación de la conciencia o de llegar a nuevos estados de conciencia como es la meditación, el trance o el consumo de añadidos químicos. Otro capítulo crucial de esta nueva conformación del estándar de racionalidad reside en la superación del objetivismo, la suspensión del binomio sujeto-objeto, principalmente por la asunción del paradigma cuántico de reflexividad. t. Cibernética. Junto con esa exhortación a la simplicidad, la realidad muestra sociedades cada vez más complejas de organizar y comprender, para lo que hacen falta nuevas teorías de sistemas capaces de dar cuenta principalmente de la comunicación y control, competencia de lo que se conoce como cibernética. Los nuevos desarrollos científicos de las Ciencias Exactas, especialmente los cuánticos, también inspiran a las Ciencias Sociales para avanzar nuevas teorías que expliquen fenómenos como el caos, a discontinuidad, las excepciones, la entropía o las exclusiones. 37 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences u. Semiología. La progresiva conciencia de que el medio también es un mensaje y el descubrimiento de que todo cambio social requiere un cambio de mentalidad, hace enfocar la atención sobre la crucialidad de la cultura para la transformación social. Las transformaciones de las infraestructuras económicas, las estructuras políticas y las instituciones comunitarias no son alcanzables ni sostenibles sin un cambio en la conciencia de las personas. Desde los inicios del pensamiento social moderno existe conciencia de que la realidad social está mediada por la cultura y dichas mediaciones deben ser estudiadas. Ahora existe la experiencia de la extrema maleabilidad que la cultura ejerce sobre los propios hechos, de modo que lo que realmente existe son las mediaciones e imágenes de las cosas y no las cosas mismas. Asimismo, como los sistemas de representación están organizados jerárquicamente, es preciso estudiar internamente su estructura y aquellos iconos que tienen capacidad para expresar los aspectos centrales de la realidad. Ese principio mediacionista pone todo el peso en la lucha por los símbolos. La semiología es el estudio de los signos, y se inicia la profundización de su programa de investigación con la convicción de que expresan lo más determinante de la realidad. v. Transdisciplinariedad. Las Ciencias Sociales viven un doble movimiento. Por una parte se inspiran en los principios de diversidad, holísticos y ecológicos para proclamar la absoluta necesidad de perspectivas interdisciplinares, pluridisciplinares y transdisciplinares, como se manifiesta en el nuevo diálogo entre las Ciencias Exactas y las Ciencias Sociales. Por otra parte, la especialización se agudiza y la institucionalización departamental universitaria y el corporativismo profesional tienden a separar el ejercicio de cada una de la subespecialidades de las ciencias. w. Ciencias limitadas. Finalmente, al examinar el papel de la ciencia en general y de las Ciencias Sociales en particular en el traumático proceso que condujo a la Segunda Guerra Mundial y otras realidades que continuaban comprometiendo la dignidad del ser humano, se extendió una sospecha sobre el estatuto y límites de la ciencia. Por un lado se profundiza la reflexión de las Ciencias Sociales sobre la ciencia en general y una reflexión de segundo grado sobre la propia actividad de las Ciencias Sociales. Por otro lado, se limita el papel de la ciencia a un proceso de verificación con competencias restringidas y dependientes de la orientación y elecciones morales del ser humano, que no pueden ser establecidas por determinación científica sino que, aunque se sometan a todos los procedimientos racionales que sea posible, entran dentro del ámbito de la libertad y la prudencia. Es el fin del cientificismo y del positivismo, que son sustituidos por menores competencias de la ciencia, un estatuto provisional dependiente de su futura falsación y un carácter probabilístico para su veracidad. x. Humanización de las Ciencias Sociales. También se critica a las Ciencias Sociales como un instrumento al servicio del poder y del conservadurismo y se critica duramente su institucionalización academicista, proponiendo nuevas formas de relación con la praxis y con la sociedad popular. La apertura de nuevas metodologías cualitativas de investigación responde a la necesidad de una mirada más comprensiva, atenta a hechos sociales que no sólo tienen manifestaciones cuantitativas sino que toman cuerpo en todas las dimensiones de la actividad humana. Se reclama a las Ciencias Sociales que transformen sus métodos, su institucionalización académica y hasta su formulación del objeto científico, para acercarse más a la escala y naturaleza de lo humanoAunque es difícil de limitar cronológicamente, existe un segundo movimiento en la partitura postmoderna que no pone tanto el acento en la creatividad primaveral como en la crítica suspicaz, el escepticismo y la indigencia epistemológica. Pero esos principios no eran una continuación del proyecto refundacionista del primer postmodernismo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial sino que socavaba el carácter ilustrado y entusiasta, reprochándole que es otro tipo de modernidad por su pretensión de universalidad. Ese giro deconstruccionista se daba en el contexto de la virulenta crisis económica y política de los años setenta y el derrumbe del proyecto soviético tanto en los países con regímenes comunistas como en sus grupos terroristas o guerrilleros desperdigados por el planeta. ¿Cuáles son esos acentos del segundo ciclo de Ciencias Sociales postmodernas? a. Constructivismo. La expansión de las libertades, la crítica desinstitucionalizadora y la actividad de ensayo de nuevas fórmulas sociales, crea la experiencia de 38 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences una gran maleabilidad de la realidad social. Por otra parte, también colabora a pensar en la maleabilidad de la realidad social el despliegue de los medios de comunicación y la conciencia sobre los significados contenidos en las propias formas de los medios. Se sostiene que todo fenómeno es una construcción histórica y se realiza una deconstrucción de numerosos hechos e instituciones mostrando cómo la forma que tienen -y que con frecuencia aparece como normal, natural o inmutable-, es un mero constructo histórico. La esencia de lo social es que es un fenómeno abierto cuyo único límite es la propia voluntad humana: las instituciones no tienen una naturaleza a la que obedecer o corresponderse sino que es el sujeto el que debe construirlo. La legitimidad procede, por tanto, no de la tradición o la naturaleza sino de la voluntad de los sujetos y de aquellos consensos a los que lleguen colectivamente. Los sujetos y sus instituciones son artefactos históricos: construcciones que soportan cualquier creatividad u opción que la sociedad en su conjunto permita y la voluntad de los individuos y sus grupos deseen. Las Ciencias Sociales son una herramienta para la deconstrucción y para el establecimiento de modelos de construcción social. b. Autorreferencialidad. Se sostiene que todo sujeto o colectivo es un sistema cuya regulación sólo depende de sí mismo aunque pueda tener en cuenta ecológicamente el entorno. Ese carácter de autopoiesis de los sistemas sociales implica que no existen estancias de autoridad que les trasciendan sino que existen áreas de competencias sobre las que el sujeto individual o colectivo ejerce la soberanía, libertad y responsabilidad absoluta. No existen categorías universales a las que sujetarse sino que cada sistema se dota de aquellos patrones de bien, verdad, belleza y sentido cuya voluntad establezca y que la negociación y la tolerancia con otros sistemas le permita. Las Ciencias Sociales abandonan todo principio de trascendencia – incluso el de progreso-, sólo responden ante las propias reglas de las que se dote la comunidad científica y se convierte en un aparato de reflexión de cada sistema sobre sí mismo. c. Escepticismo. Al no existir universales morales, credenciales ni estéticos, y al tener cada sistema –individuos o colectivos- su última referencia en sí mismo, parece que se impone el escepticismo sobre la posibilidad de alcanzar conclusiones definitivas sobre ninguna cuestión, sino que cualquier consenso es un mero equilibrio de fuerzas e intereses. Las Ciencias Sociales no buscan la verdad sino certidumbres dotadas de distintos grados de plausibilidad. d. Relativismo. El escepticismo impulsa una mentalidad relativista que pone la última referencia para juzgar en el propio sujeto o colectivo. Así, la referencia última para verificar la bondad de una práctica está en la voluntad de los implicados. Si todos los implicados muestran acuerdo con determinada práctica, la legitimidad es completa ya que no hay otros actores que tengan competencia ni autoridad sobre ello. El poder absoluto está en el sistema de sujetos implicados. e. Fundamentalismo. A la vez, el escepticismo demuestra que la construcción de la verdad o el bien públicos depende del consenso y que el consenso se logra en función del poder de los participantes que mediante los medios de comunicación y las agencias de influencia logran establecer una mayoría cualificada en la opinión pública. En conclusión, la estrategia colectiva de quienes quieren lograr la hegemonía sobre alguna cuestión depende del alcance del poder. La verdad, el bien o la belleza son funciones del poder. Los fundamentos no dependen de una naturaleza sino del poder que los establecen como plausibles. f. Fragmentación. Al tener una naturaleza relativa el alcance de la verdad, sólo se pueden llegar a acuerdos parciales y temporales sobre cuestiones limitadas y no verificaciones totales y eternas sobre el todo. Así pues, se hace imposible sostener grandes narraciones o cosmovisiones compartidas por el conjunto de la sociedad sino relatos limitados, fragmentados o mínimos sobre algunos aspectos. A la vez, no tiene por qué haber una coherencia entre los distintos relatos, los distintos aspectos del modo de vida o de las diferentes fases de la vida de alguien sino que está legitimada la incoherencia porque lo único que da coherencia es la voluntad del propio sujeto. Se hace epistemológicamente imposible para las Ciencias Sociales la búsqueda de fundamentos porque no existen y el programa fundacionista queda aniquilado, siendo sustituido por un relativismo moderado por la tolerancia: las verdades lo son temporalmente, referidas a determinados contextos y con grados probabilísticos de certidumbre. g. Neutralización. Se radicaliza la distinción entre público y privado limitando rigurosamente las competencias para intervenir en aquellas cuestiones que se consideran propias 39 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences de los sujetos individuales o colectivos. Las instancias públicas en general y las estatales en especial, deben ajustarse a unos mínimos competenciales y morales y no posicionarse en ningún otro aspecto. Se defiende que sólo una minimización y neutralización de la ética pública es sostenible en sociedades de alta pluralidad. Entre la ciudadanía debe ejercerse una tolerancia radical que deslegitime la autoridad o intervención en aquello que no sea estricta competencia de cada uno. h. Provocación. Tras las primeras décadas de Postmodernismo existe la probada experiencia acerca de la recia resistencia conservadora del sistema y su capacidad para adaptarse versátilmente a los nuevos contextos desactivando los movimientos de cambio. La estrategia que busca generar vanguardias o mayorías alrededor de alternativas es sustituida por otra estrategia que lo que hace es socavar la legitimidad de las instituciones normales por la presencia de alternativas radicales que provocan no sólo escándalo sino extrañeza y un profundo escepticismo sobre la sostenibilidad de la normalidad salvo en espacios privados o limitados. Esta estrategia punk usa artefactos sociales practicados por minorías que violentan la normalidad y los comportamientos aceptados estableciendo un estado de libertarismo moral y social que crea condiciones en las que es posible la transformación social. i. Incertidumbre. El establecimiento de la verdad, el bien, la belleza y el sentido es un proceso social de autoridad y poder que requiere complejos procesos de reflexividad, deliberación y consenso. Por otra parte, las conclusiones son limitadas temporal, competencialmente (referidas a aspectos limitados) y probabilísticamente. En consecuencia, hay amplias áreas y contextos de incertidumbre que demandan trabajo reflexivo. j. Paradoja. Estos principios suscitan contradicciones, ambigüedades y paradojas, pero se reconoce que dicha situación corresponde a la condición humana, que tiene carácter paradójico y vive en el imposible de poder querer la verdad o el bien y ser naturalmente incapaz de alcanzarlos de modo absoluto. k. Confusión. El estado de incertidumbre y paradoja requiere pasar de un modelo de prescripción social del sentido a un modelo de libre reflexividad subjetiva –es decir, propia de cada sujeto individual o colectivo-. Dicho modelo de libertarismo multiplica la diversidad, los dobles mensajes, incoherencias en el conjunto cultural y genera más conflictos de interpretación, lo cual crea confusionismo que sólo puede ser resuelto mediante mayores grados de reflexividad individual y colectiva. l. Nihilismo. Aparecen brotes nihilistas que niegan cualquier trascendencia y la legitimidad de fines que superen el aquí y ahora, haciendo sólo coherentes estrategias vitales hedonistas o de autodestrucción. El programa punk legitima lo efímero, la mortalidad, los comportamientos autodestructivos y el sinsentido de la vida, quedando todo reducido a un puro ejercicio de poder vital. Las Ciencias Sociales se ven epistemológicamente imposibilitadas para señalar imperativos categóricos y todo derecho y universalidad quedan reducidos un mero estado de equilibrio de poder. Por otra parte, prestan atención a los artefactos radicales capaces de deconstruir las instituciones normalizadas. m. Fantasmática. Toda afirmación queda reducida a un estado de fantasía –de pura palabra y comunicación- y por tanto toda fantasía queda legitimada con tal que se limite a las cuestiones donde el sujeto es competente. Las afirmaciones son fantasmas en el sentido conceptual de que carecen de cuerpo real sino que son sólo palabras -una pura voluntad de combinación lingüística y comunicativa-. Las Ciencias Sociales son en realidad una ciencia del lenguaje y la comunicación. n. Anarcoliberalismo. Otra manifestación novedosa es la expansión de posiciones de anarquismo individualista o anarcoliberalismo que no reconoce responsabilidades con ningún otro sujeto individual o colectivo que no sea él mismo y quienes libremente elija, establece una moral radicalmente utilitarista dependiente de los intereses del sujeto y deslegitima cualquier intervención colectiva que trascienda la voluntad del propio sujeto -individual o colectivo-. La economía neoliberal es sólo una parte de ese programa llamado neoliberal que, sobre todo, impacta sobre las relaciones sociales primarias en las comunidades de las personas y las relaciones secundarias en las corporaciones medias de la sociedad. Parte de las Ciencias Sociales prestarán cobertura teórica e incidencia pública al programa neoliberal. 40 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences o. Indigencia epistemológica. En realidad, todas estas anteriores reacciones, aparentemente opuestas en ideología, responden a una lógica idéntica: la última instancia de verificación y legitimidad es el sujeto (individual o colectivo) dependiendo del poder que tenga para defender su competencia privada o imponer su interés en lo público. Al no existir más fin que el que internamente establezca el individuo, nihilismo o poder afirmativo gozan de igual legitimidad. Es más: el nihilismo tiene mayor capacidad dialéctica para mostrar la pretenciosidad y arbitrariedad de cualquier intento de afirmación. El ser humano es una criatura que yace en la indigencia incapaz de dotarse de poderes absolutos y ese estado de pobreza epistemológica le conduce a proyectos cuya única referencia es su propia voluntad. Las personas y la sociedad deben situar la humildad en el medio de sus procesos de discernimiento y deliberación y decidir desde la conciencia de la limitación, de la inconsistencia para verificar con certidumbre absoluta y la imposibilidad de llegar a nada definitivo. Es el fin de la pretensión enciclopedista de recrear todo el mundo sino que las Ciencias Sociales deben limitarse a teorías medias y no a cooperar en la reconstrucción de cosmovisiones generales ni absolutas. p. Procedimentalismo. Las Ciencias Sociales centran gran parte de su actividad en la búsqueda de procedimientos legítimos de deliberación y afirmación. Al no existir fines trascendentales ni imperativos categóricos absolutos, la legitimidad reside en el consenso alrededor de los procedimientos. Así, el segundo ciclo del Postmodernismo ahogaba con un nudo gordiano la pretensión refundacionista del primer Postmodernismo demostrando la imposibilidad no sólo de ese proyecto sino de cualquier proyecto que pretenda una universalidad fundada en cualquier tipo de naturalismo, esencialismo o principios que trasciendan –por muy seculares que sean sus referencias- el puro ejercicio paradójico de poder e indigencia de la voluntad. 8. Ciencias Sociales infomodernas (desde 1989) Así como Alejandro dio solución a la paradoja del nudo gordiano partiéndolo de un espadazo, también nos encontramos un cierto abandono u olvido del estado de indigencia epistemológica en que parece hallarse el hombre para asumir pragmáticamente que el hombre y la sociedad tienen ante todo necesidad de vivir. La época que saca a la Modernidad de la crisis económica, política, social y cultural en que cayó en los años setenta ha recibido diversos nombres: Modernidad avanzada, Neomodernidad, Ultramodernidad, Modernidad líquida, Modernidad informacional o simplemente le asignan un orden numérico como Segunda o Tercera Modernidad. Tiene dos componentes: por un lado hay algunas características que son reacciones a las consecuencias de las décadas de Postmodernidad y, por otro lado, son nuevas líneas que continúan el proyecto moderno de universalización o integración. Las Ciencias Sociales participan en el núcleo duro de las discusiones y alumbramientos, haciendo contribuciones de gran peso pero también sufriendo severas correcciones. Hay autores, en cambio, que sostienen que continúa el Postmodernismo. Consideran que algunos de sus principios son definitivos, lo cual es paradójico pero les parece que es insuperable. La indigencia epistemológica de las personas y de la sociedad en general obliga a un tipo de cultura que de ninguna manera puede asumir el principio de universalidad que estaba en la esencia de la Modernidad. Por lo tanto, en consecuencia, nuestro tiempo sólo puede ser Postmoderno. La nueva época de Modernidad comenzó a finales de la década de los setenta: casi todos sus ejes estaban ya presentes. Pero simbólicamente es la caída del Muro de Berlín lo que marca una frontera histórica y, para la opinión pública mundial, la evidente conciencia de entrar en otra etapa. Aparecen unas primeras líneas claramente emergentes que impactan en las Ciencias Sociales: a. Neoinstitucionalismo. Una importante estrategia reacciona frente a las corrientes de diversificación e incertidumbre reforzando la cohesión y estabilidad de las corporaciones. Se pone menor énfasis en las libertades y creatividades individuales y de grupos particulares con el fin de proteger la continuidad y autoridad del sistema en su conjunto. Hay una recuperación de las instituciones convencionales que habían formado parte de la Modernidad 41 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences clásica, aunque vaciadas de la carga ideológica y de sentido que antes entrañaban. Parecía inviable que tras haber deconstruido y deslegitimado el significado de instituciones como la familia y la autoridad, las clases y desigualdades o las multinacionales y los medios de comunicación de masas, pudiera reconstruirse un consenso que las dotara de nuevo de un significado profundo y singular. Sin embargo, la sociedad en su conjunto parece necesitar instituciones previsibles y fiables que den cauce a su vida y la de sus hijos. Existe una reasunción pragmática de todo el panorama de instituciones que en las décadas anteriores habían sido tan severamente criticadas. Carentes de alternativas satisfactorias, se muestra que la necesidad práctica de vivir no es compatible con una radical labor de socavación de los soportes, sea cual sea el signo ideológico de éstos. La vida necesita instituciones estables. El cuestionamiento queda, pues, relegado a una actividad secundaria y de carácter ideológico. Como en transiciones anteriores, parte del modelaje que el Postmodernismo ha hecho del curso de la época, queda transmitido y son difícilmente reversibles, especialmente en aquellos aspectos más ligados a las decisiones en el ámbito de las relaciones interpersonales o familiares. b. Desideologización. El fragor ideológico llegó a tal nivel de ebullición que se produjo un descrédito de los marcos convencionales de ideas y una reacción contra el sobrepeso de lo ideológico en la razón pública. El exceso discursivo no venía acompañado de un reflejo práctico en los comportamientos personales sino más bien se circunscribía a la expresión. Se extiende un anti-intelectualismo, el desinterés respecto a la dimensión ideológica, la formación de una ideología de centro basada en el rechazo de radicalismos y en el mantenimiento del consenso y también se difunde otro modelo de participación sociopolítica más basada en la primacía de la acción práctica voluntaria. c. Anti-estructuralismo. El cansancio de las ideologías guarda también relación con el rechazo del exceso de estructuralismo por la convicción de que el peso causal dado a las estructuras sociales ha ahogado la libertad, singularidad y responsabilidad individual personal. La exaltación de la creatividad y diversidad buscaba nuevas formas sociales ya que se entendía que en la institucionalización reside casi toda la determinación de los comportamientos personales. Las formas sociológicas, económicas y políticas son las fábricas de la persona. El cansancio con el exceso de protagonismo dado a las estructuras sociales, económicas y políticas, provoca una desafección con las Ciencias Sociales que verán reducida la atención pública que se les preste. La búsqueda de explicaciones y orientaciones que antes se buscaban en las Ciencias Sociales, ahora se buscarán en marcos que partan del valor de lo individual y la ayuda práctica y cotidiana. d. Optimismo. Otra corrección procede contra el pesimismo que rezumaba el segundo ciclo del Postmodernismo: la indigencia como nota esencial de la condición humana y social, la tendencia nihilista y la desconfianza en las mayorías y en el fenómeno de la institucionalización. Dibuja un resorte de sospecha y escepticismo frente a la condición social del hombre. Frente a ello emerge una visión más positiva que pone el acento en las capacidades y potencialidades, en el peso de la felicidad y en el papel positivo que son capaces de cumplir las instituciones. Por otro lado, se valora la felicidad que trasciende contenida en lo prosaico, lo popular, lo vulgar y lo efímero. e. Comunitarismo. Se critica que la ruptura postmodernista con la Modernidad clásica y la generación mayor que había participado en los desastres de la II Guerra Mundial, conllevaba un principio más general, reforzado por el anti-institucionalismo: el rechazo de la tradición como principio. La tradición parecía que implicara siempre aceptar acríticamente fórmulas que existían sostenidas por intereses que ilegítimamente quisieran perpetuarse. Todo lo tradicional fue puesto bajo sospecha y obligado a un profundo cambio de fondo y forma. Sin embargo, la tradición es un fenómeno sustancial al mismo hecho de lo humano ya que supone la solidaridad y transmisión intergeneracional de conocimiento y recursos institucionalizados. El contenido de esa tradición es otra cuestión. Especialmente la Filosofía Social critica que las Ciencias Sociales postmodernas han ignorado la necesidad de tradición y la legitimidad que procede de las comunidades que portan dichas tradiciones. Se da valor a la duración en el tiempo de las comunidades y se rechaza la pretensión de legitimidad absoluta de la razón pública abstracta, ya que ésta siempre procede de las comunidades particulares concretas. 42 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Pero la época no era una simple reacción para moderar o contrarrestar al postmodernismo sino que surgieron bases que buscaban afirmativamente otra etapa con identidad propia. Examinemos las principales, que están teniendo también un peso de primera magnitud en la conformación de las Ciencias Sociales. f. Infomodernidad. Quizás el rasgo más sobresaliente se inicia en el cambio cualitativo que experimentó la economía. Sumida en un colapso por el modelo desarrollista que había vivido en las décadas de extraordinario crecimiento tras la II Guerra Mundial, la nueva economía inició un nuevo modo de desarrollo –un modo de desarrollo es la dinámica de productividad-. En el modo de producción capitalista se articuló un nuevo modo de desarrollo cuya fuente de productividad ya no era agraria ni industrial sino informacional. En los años setenta se tomó gran conciencia de que existía un cuarto sector productivo cuya clave era el conocimiento. La sociedad de conocimiento y las teorías del postindustrialismo prepararon la emergencia de un nuevo paradigma de productividad que cuando se dieron los medios informáticos suficientes, visibilizó que la fuente de la productividad era la optimización de los modos de captación, deliberación y aplicación de conocimiento. Progresivamente se vio que no era sólo el motor de la nueva economía sino que era la fuente de la legitimidad (las entidades y las democracias se legitiman mediante más información, más deliberación y más participación) y el desarrollo en general. No es meramente informatización, aunque sin duda la revolución de las tecnologías de información y comunicación han simbolizado y dinamizado toda la informacionalización. Lo que realmente pone de manifiesto el informacionalismo es la centralidad de los fenómenos de conciencia, la cultura y el conocimiento, junto con la participación social. No es de extrañar que a final de siglo la célebre trilogía de Manuel Castells haya fijado el informacionalismo como la principal seña de la actual época y eso nos justifique al hablar de Infomodernidad o Modernidad informacional. Las Ciencias Sociales, que habían dedicado mucho esfuerzo en toda su historia, a la justificación epistemológica y a la deliberación de la Razón pública, encontraban un amplio campo donde el conocimiento se elevaba ya como principio rector del desarrollo social. g. Red social. Nuevas formas sociales emergen para poder desarrollar ese principio informacional y entre sus claves están las ideas de sinergia, empoderamiento, diversidad, participación e inclusión. Todas las instituciones experimentan un proceso de reticularización integrando dichos principios en sus modelos organizativos. h. Globalización. Así como las corporaciones trabajaban sobre el supuesto de la diferenciación, las redes sociales son inclusivas y tratan de integrar ecológica o sistémicamente al mayor número de agentes en su interior. La globalización de los procesos era la consecuencia esperable de esa tendencia a la reticularización. La nueva movilidad geográfica entre naciones, la internacionalización de los negocios, la mejora de los medios de transporte y el salto cualitativo vivido en el mundo de las comunicaciones, generó un sustrato capaz de dar un salto cualitativo al proceso de mundialización y universalización. Asimismo, la hegemonía mundial de un país se redujo y apareció una más extendida poliarquía mundial gracias al nuevo poder económico de un grupo de países antaño pertenecientes al llamado Tercer Mundo. La globalización generó procesos más abstractos y de escala inalcanzable pero quizás la globalización más crucial es la que revoluciona los entornos más cercanos de las personas en los ámbitos de consumo y comercio, en la diversidad interétnica de las nuevas sociedades cosmopolitas o en la internacionalización del currículo. Eso provocó unas Ciencias Sociales más preocupadas por la sociedad como sistema mundial postnacional, la convivencia entre culturas –intercultural, multicultural, transcultural, etc.- y por los movimientos geográficos poblacionales. i. Flexibilidad. La reacción no sólo trató de rebajar la fuerza del ideologismo en el sentido que había ido, había imprimido mayor confianza y había reforzado la institucionalización. Además de esas fuerzas –que se pudo caracterizar como restauradoras o remodernizadoras-, nos encontramos un movimiento de desregulación contrario a otra gran tendencia ya mencionada anteriormente: el fomento de la gran Administración y las grandes agencias para una más rápida reconstrucción de Europa y que se extendió como paradigma para gran parte de las naciones del panorama mundial. Se trataba de favorecer una gran ampliación del contrato del Estado social demócrata mediante pactos de grandes agencias cuyo asentamiento 43 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences había que relegitimar. Ese proceso de reforzamiento de las grandes instituciones y crecimiento de las ideologías y modos de vida de clases medias, convivió con el radicalismo postmoderno, siendo –como ya hemos apuntado- una de las claves del parcial fracaso del proyecto postmoderno. El nuevo modo de desarrollo busca la globalización y una dinámica de funcionamiento liberada de regulaciones obsoletas y, por tanto, empuja en dirección a la flexibilidad. El objetivo no es ya la conservación de las corporaciones sino su cumplimiento de la compleja misión que tienen encomendada y, por tanto, todo el conjunto de normas, formas y recursos de cada organización tienen que ser permanentemente puestos al servicio de esa misión. j. Individualismo estandarizado. La insistencia en la reinstitucionalización convive con una progresiva pérdida del discurso socializador y comunitarizador, a favor de una cultura pública más individualista. No es un individualismo singularizador ni meramente un individualismo metodológico sino una gran tendencia a la desvinculación y al debilitamiento de las comunidades primarias de las personas, especialmente las familias. La progresiva diversidad se da a la vez que una mayor desdiferenciación de algunas de las categorías más características de cada persona. Por otro lado, hay una separación formal cada vez mayor entre lo privado y lo público y eso provoca que muchas singularidades personales sean públicamente irrelevantes. El resultado es que las personas tienen menos recursos de diferenciación y herramientas políticas para intervenir en el escenario global en el que se juegan diferencias vitales para la sociedad y la gente, y, en consecuencia, hay individualismo pero un individualismo de personas cuya singularidad tiene cada vez menor alcance y, por tanto, están más estandarizadas. Es un individualismo estandarizado. k. Modernidad líquida. La idea de la licuación social pone el acento sobre el efecto que tiene el doble fenómeno de la flexibilidad de las relaciones e instituciones y de la desrresponsabilización respecto a las vinculaciones y comunidades. Personas e instituciones se hacen más versátiles pero a la vez pierden consistencia: pasan de ser sólidas a ser líquidas. Aplicado a todos los ámbitos sociales, Zygmunt Bauman habla de Modernidad líquida, lo cual establece una distancia insalvable con el modelo de la Modernidad clásica basada en la estabilidad corporatista. l. Terciarización de las instituciones. Las instituciones primarias se debilitan y las secundarias –empresa, Administración, escuela, ciudad, partido, sindicato, iglesia, etc.- han perdido la legitimidad para socializar la dimensión de sentido de las personas y sus comunidades. Sin embargo, las agencias terciarias –cuyas relaciones no son presenciales- ganan en poder. Esa pérdida de tejido primario y secundario desplaza la socialización al ámbito de las marcas comerciales transnacionales, los medios de comunicación de masas o la industria cultural global. Hace su aparición un nuevo tipo de masas mediáticas o terciarias que, por un lado, hacen más compleja la deliberación pública y por otro, de modo inverso, gracias a las tecnologías de redes sociales, introducen nuevas posibilidades de participación social. m. Reflexividad. Al carecer de autoridad para transmitir significados prescriptivamente, la instituciones pierden capacidad socializadora. Además, existe una dinámica destradicionalizadora que trata de que cada institución no determine cómo ha de ser orientada por los sujetos que deben usarla. Es un movimiento de pragmatismo radical que desactiva gran parte de la naturaleza de las instituciones y obligan a los sujetos a una permanente y obligatoria reflexividad bastante sofisticada para poder encontrar sentido a su vida cotidiana. Las Ciencias Sociales prestarán gran atención –como en la obra de Anthony Giddensn. Neoliberalismo. La pérdida de estructuras e instituciones de sentido, junto con la desrresponsabilización que impulsa el individualismo, el pragmatismo radical y la flexibilidad, amparan el alzamiento de una nueva moral económica utilitarista que impulsa un capitalismo desaforado del contrato social y demócrata y cuyos efectos se perciben en todo el planeta desde principios de los años ochenta, identificado bajo el nombre de neoliberalismo. No es sólo neoliberalización de las relaciones laborales, de los servicios públicos o del control sobre las plusvalías empresariales sino principalmente se extiende un paradigma de sociabilidad neoliberalizada que radicaliza el individualismo y una neoliberalización de la cultura que privatiza, pragmatiza toda la dimensión del sentido. o. Exclusión social. Los procesos de empobrecimiento sufren un salto cualitativo que desempodera al sujeto y sus comunidades en las dimensiones de la vinculación y el sentido, empeorando sus situaciones. Una nueva violencia estructural expulsa a los sujetos 44 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences desrresponsabilizando de su destino y haciéndolos invisibles a la sociedad, dando la apariencia de que son población sobrante. p. Sociedad de riesgo. En primer lugar, la sociedad abstrae sus procesos perdiendo tejido deliberativo, lo cual hace más incontrolables las operaciones globales en su conjunto. En segundo lugar, el cálculo de probabilidades se hace cada vez más frecuente en las políticas de todas las agencias hegemónicas. En tercer lugar, al menos hasta la crisis del 2008, el mundo vivía desbocado sobre el hiperdesarrollismo, contrayendo niveles crecientes de riesgo financiero, medioambiental o poniendo en riesgo la mera posibilidad de un desarrollo humano integral. La expresión de Ulrich Beck, Sociedad de riesgo, recoge la característica principal del nuevo paradigma de cambio social. q. Ambivalencia. Todas estas nuevas estructuras sociales están cargadas de una gran ambivalencia y pueden ser decantadas con muy distintas consecuencias morales. La reflexividad responsabiliza más al sujeto de sus creencias pero a la vez le priva de un acompañamiento y transmisión suficientes pudiendo dar lugar a comportamientos anómicos o a que no se estructure el propio sujeto. La globalización puede ser una fuerza de universalización o puede neoliberalizar. Todas dependen de las decisiones que personas concretas tomen en sus elecciones ordinarias. Junto con estas características dominantes de la actividad de las Ciencias Sociales en las últimas tres décadas, nos encontramos también una serie de aspectos que emergen de la actividad de lo que podríamos denominar el programa de Portoalegre, icono principal de Foro Social Mundial, que ha catalizado desde principios del siglo XXI las voces y propuestas que reivindican que otro mundo es posible y que es imprescindible otro modelo de desarrollo. Recogen parte del programa postmodernista en lo relativo a la diversidad, el ecologismo, el feminismo, el pacifismo, etc., y añaden algunas cuestiones nuevas que forman parte de la agenda principal de las Ciencias Sociales: a. Razón de las Víctimas. Las víctimas son el sujeto histórico desde el que es posible construir una sociedad auténticamente moral y sostenible ya que en ellas reside el conocimiento para juzgar el verdadero impacto de las instituciones. Los excluidos son parte crucial de la deliberación y la Razón públicas, así como el factor crítico para la verificación moral del sistema social en su conjunto y en sus partes. b. Esperanza. La experiencia de impotencia ante la globalización, el pragmatismo neoinstitucionalista y la extensión del neoliberalismo, crea una cultura de escepticismo, desesperanza y resignación. Se experimenta también que el capitalismo parece no tener alternativa y sus mecánicas se justifican como si fuese la propia naturaleza del hombre y la sociedad. Frente a ello, hay una reacción que impulsa a una nueva racionalidad que sea capaz de mirar la contingencia de las ausencias, las alternativas en su estado seminal, las potencialidades y los nuevos movimientos emergentes aunque estén en situación embrionaria. Boaventura Sousa de Santos articula una sugerente propuesta de sociología de las ausencias y las emergencias que pone la esperanza como categoría central de las Ciencias Sociales. c. Alternativismo. El cansancio frente a la retórica ideológica de parte del Postmodernismo y la denuncia de la gran carga ideológica que se esconde detrás de nuevas propuestas de remodernización como el neoinstitucionalismo, la desregulación o el individualismo neoliberal, lleva a dar un paso más. Se busca no sólo la creación teórica y discursiva sino que un criterio de verificación o autentificación es que existan experiencias que lo concreten. A este respecto, hay una gran llamada a crear una red de experiencias que, independientemente de su escala, puedan sostener una alternativa real al sistema capitalista. El mero hecho de que existan tales alternativas y sean visibilizadas supone ya un motor de transformación. Hay urgencia de probar que no sólo existen un pensamiento y sistema únicos. d. Pluralismo. Ha habido un duro aprendizaje sobre el peligro del fundamentalismo en todos los ámbitos ideológicos y es preciso introducir el pluralismo en el núcleo duro de cualquier proyecto. Un pluralismo que comparte la Razón de las Víctimas y que busca espacios de encuentro que no reduzca la diversidad de ideas y creencias bajo ideologizaciones forzadas ni reduzca la diversidad de organizaciones bajo la pirámide de partidos, sindicatos, gobiernos u otras corporaciones. Existe una recia voluntad de sociedad civil y la red se 45 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences convierte en la naturaleza organizativa. Las Ciencias Sociales son llamadas a trabajar desde el reconocimiento de dicha pluralidad y a asumir ellas mismas dicho principio superando el etnocentrismo. Pese a todos los avances realizados, la crítica y el desafío que Zygmunt Bauman lanzó en 1989 en su libro Modernity and The Holocaust, continúa sin ser asumidos; el paradigma dominante de Ciencias Sociales no está a la altura del desafío y no logramos dotar a las Ciencias Sociales de aquellos principios suficientemente veraces, integrales y profundos que garanticen que éstas vayan a hacer todo lo posible para que no vaya a suceder otro Auschwitz. 9. Identificación de los activos tóxicos Nuestra conclusión es que existen “activos tóxicos” o principios que las Ciencias Sociales han ido implementando a lo largo de su historia que no han ayudado suficientemente al desarrollo integral o, directa o indirectamente, lo han impedido. ¿Cuáles serían esos “activos tóxicos”? Algunos llevan una larga incubación y otros han penetrado recientemente en las Ciencias Sociales. En la siguiente sección expondremos qué tipo de “activos” deberían a nuestro juicio fomentar las Ciencias Sociales para impulsar la sociedad hacia ese modelo integral de desarrollo humano. Pero antes de expresarlo en términos positivos, señalemos cuestiones clave que han ido embargando las posibilidades de que las Ciencias Sociales trabajaran suficientemente en evitar y superar esta crisis que sufrimos. Vamos a hacer un mero apunte seguido de la crítica principal a cada aspecto, ya que preferimos hacer el contraste en términos propositivos en la siguiente sección. Evidentemente, como hemos presentado a lo largo de todo este trabajo, la mayoría de estos principios tienen también una aportación positiva. Las Ciencias Sociales barrocas creo que nos legaron tres aspectos que nos lastran: -‐ Hechos sociales no suficientemente conocidos como fenómenos vivenciales de los sujetos sino como instancias exteriores. o La crisis sucede porque no ponemos a las personas reales en el centro de las deliberaciones y decisiones. -‐ Leyes sociales no suficientemente articuladas en la primacía de la libertad personal. o La crisis ha aplicado unas presuntas leyes sociales que se han manifestado falsarias. -‐ Desindentificación de Razón Natural y Razón Histórica que resta valor a la solidaridad histórica y a las tradiciones. Las instituciones parecen desrresponsabilizadas de tener que obedecer a la naturaleza de la condición humana y flotan en la artificialidad al servicio del interés de unos pocos. o A la crisis se llega porque se ha sustituido la naturaleza o esencia de la humanidad por el interés o voluntad de unos hombres y las necesidades y dignidades humanas se consideran ideas fluctuantes. Las Ciencias Sociales ilustradas comprometieron la aportación netamente positiva mediante varios aspectos no suficiente o no equilibradamente desarrollados: -‐ Libertad de revisión de las instituciones que puede provocar una suspensión poco responsable de las mismas. Las personas no cuentan con algunas de las instituciones más cruciales que encauzan su desarrollo integral ya que están puestas en cuarentena ideológica. o La crisis ha sucedido como conse3cuencia del debilitamiento de las instituciones y su insuficiente credibilidad. -‐ Marco plural de perspectivas que haría perder la unidad de pensamiento radical. Así, las Ciencias Sociales no son capaces de dar cuenta de la unidad sistémica de las personas, sus comunidades y el mundo. o La crisis sucede por una dimensión económica no discernida en el conjunto de las Ciencias Sociales y críticamente arraigada en la Filosofía. 46 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences -‐ Reclasificar el mundo. Hace perder la Razón de origen creando falsas discontinuidades. La sabiduría intrahistórica que pasa de generación en generación es despreciada como vulgar y popular, carente de valor. o En el contexto hiperdesarrollista en que se incubó la crisis parece que no existen mínimos humanos ni bases reales que no puedan ser maleables para permitir una mayor explotación. -‐ Librepensamiento. Puede hacer perder complejidad, vinculación y fidelidad a fines que trascienden la pura voluntad de afirmación individual. El conocimiento se convierte en mera voluntad de poder. o El conocimiento sin más compromiso que con la voluntad del propio sujeto pierde el sentido comunitario legitimando finalmente cualquier dirección de planteamientos sin complejos de ser interpelado por la realidad. -‐ Voluntarismo. Fuerza la realidad haciendo pasar ideas, instituciones y decisiones por encima de las personas. o “Qué importa que a las personas les vaya mal si la economía va bien”, decía sarcásticamente el humorista Máximo San Juan. La crisis se produce por un voluntarismo q ue fuerza la realidad del desarrollo. -‐ Idealismos. La distancia entre realidad e ideas es tan grande que violenta a las personas, que son ignoradas. o El idealismo del mercado como sistema automático, del individualismo o del Estado providencial ha ignorado la realidad provocando direcciones de desastrosos resultados. -‐ Racionalismo. La aplicación de una racionalidad estrecha que no responde a la amplitud y complejidad de la condición humana, genera monstruos. o La racionalidad utilitarista dominante ha ignorado aquellas racionalidades que hablaban de la insostenibilidad y el sufrimiento de las personas. -‐ Tendencias conservadoras y violencia. El conservadurismo ha perdido su horizonte. La conservación ya no es una estrategia de único signo ideológico ya que todas las ideologías quieren conservar aspectos y principios. Se convierte en una categoría-trampa. o El miedo ante el cambio y la revolución individualista se han combinado de forma que las personas se desorientan. Las instituciones responsables de la crisis han combinado conservadurismo con la destrucción del tejido comunitario y popular. -‐ Equilibrio versus Cambio. Falsa dicotomía que ha entrampado el debate de un siglo. o Un falso concepto de equilibrio y de cambio han hecho perder el horizonte del progreso, lo cual ha llevado a que en la crisis las sociedades pierdan el criterio de discernimiento del desarrollo. -‐ Manos invisibles. No hay hechos inconscientes sino inconsciencia sobre algunos hechos. o La confianza en las manos invisibles del mercado y la sociedad mercantilizada, han hecho vulnerable a la sociedad ante las manos negras de la economía y la política. -‐ Sociedades-naciones. La mirada nacionalista no es un principio universal ni la nación es un valor universal. Las Ciencias Sociales piensan de una forma nacionalista en mucha mayor medida de lo que creen. o El enfoque nacionalista ha impedido una visión global del progreso y la sostenibilidad y del gobierno de la comunidad mundial. Las Ciencias Sociales restauracionistas no lograron alcanzar un paradigma suficientemente integral debido a varios principios que parcial o totalmente todavía se arrastran en la actualidad: -‐ Instituciones perversas. Existe una excesiva estigmatización de la dimensión institucional que impide una asunción pacífica de esa naturaleza de la naturaleza humana. 47 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences o La desconfianza frente a instituciones creadoras de valor, ha causado una pérdida de tejido que ha hecho a la sociedad incapaz de frenar el hiperdesarrollismo. -‐ Manos de hierro. Roba de nuevo a las personas de la libertad y extiende una mirada negativa y pesimista sobre la naturaleza moral del hombre. “El bien es más profundo que el mal”, decía Ricoeur. o La apuesta por el utilitarismo que cree que las personas están midiendo los rendimientos de la entrega, ha sembrado una antropología que forma el sustrato de la mentalidad que ha provocado la crisis. -‐ La persona como producto social. Viola el principio irreductible de la libertad humana. o Ha cosificado suficientemente a las personas como para poder operar sobre ellas sin generar grandes contradicciones. -‐ Renaturalización del orden social. Perdida la posibilidad de una auténtica naturaleza original, los ropajes de lo natural son robados por distintos poderes. o La renaturalización del mercado y del poder les ha dado la legitimidad de imponerse como incuestionables a la sociedad. -‐ Hiperidealismo. Viola la realidad. o La realidad flota suspendida susceptible de ser manipulada. -‐ Utilitarismo. Viola la naturaleza solidaria, donacional y vinculante del hombre y la categoría de alteridad. o Informa la mentalidad que causó la crisis. -‐ Pragmatismo. Esconde la verdadera agenda de ideas que decide qué es bueno, verdadero y bello en esa vida práctica a la que deben someterse las ideas discursivas de segundo nivel. o Dio legitimidad a las contradicciones entre el discurso humanista y los intereses espúreos que impulsaron la crisis. -‐ Positivismo. Ignora gran parte de la realidad que no se dispone a ser experimentada una y otra vez. La vida es experiencia, no experimento. o Ignora la tradición y sabiduría popular en que se expresan los más sufrientes e impone una visión alejada de la realidad. -‐ Objetivismo. Dualismo tramposo entre objetivo y subjetivo que todavía hace inútiles a gran parte de las Ciencias Sociales practicadas. o Ignora las vivencias reales de las personas. -‐ Cientificismo. Se sobrecarga a la ciencia de competencias que no le corresponden. o Se legitima con pretenciosidad científica una serie de cuestiones que tiene carácter ideológico. -‐ Progreso evolutivo. Pone los fines del progreso por encima de los medios del presente. o Tras la crisis hay un modelo desquiciado de progreso. -‐ Imperialismo etnocéntrico. La mayor parte de las sabidurías del mundo y de los pueblos permanecen al margen de las Ciencias Sociales dominantes. o Las lógicas imperialistas subyacen en el modelo de globalización neoliberal del mundo. Las Ciencias Sociales modernistas o de la Modernidad clásica han dejado en herencia diversos activos que continúan operando en cierto modo: -‐ Progreso más allá de la naturaleza. El futuro se separa del origen. o La separación del origen genera la suspensión de la realidad permitiéndole ser todo lo maleable que sea necesario para ajustarla a la voluntad. -‐ Estructuralismo. El sujeto desaparece. 48 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences o La superioridad de las estructuras económicas y sociales y la creencia de que en el fondo las personas no existen, han permitido un modelo que pasa sobre las gentes. -‐ Desarrollismo. Hipertrofia de una parte del cuerpo social en detrimento del resto. o El hipoerdesarrollo de la economía financiera está en el origen de la crisis. -‐ Ascenso de las masas. Se incentiva la irresponsabilidad al servicio de unas elites. o Los comportamientos de masa hacen desaparecer las voces personales de los sufrientes y hacen perder las señales que advierten de la deriva que condujo a la crisis. -‐ Riesgos de la tecnología. Algunos intereses se disfrazan de naturaleza tecnológica en los ámbitos de la ingeniería, pero sobre todo de la economía, la política, lo social.... o Las tecnologías y tecnocracias han impuesto un modelo que finalmente estaba al servicio de los intereses de quienes las manejan y programan. -‐ Corporatismo. Se pierden las personas y sus comunidades bajo los intereses de Estado, partido, empresa y corporación. o La defensa de las estrategias corporatistas por encima de la gente e incluso de las personas que forman parte de dichas organizaciones está entre las claves de la crisis. -‐ Ciudadanía. Hay categorías humanas que trascienden dicha condición. El hombre es mucho más que ciudadano. o El socavamiento de las categorías prepolíticas como amistad, vecindad, fraternidad o filiación, ha hecho perder cimientos y consistencia a la idea de ciudadanía, dejándola como una fluctuación contractual que finalmente es vulnerable a los abusos como los de la crisis. -‐ Maquinismo. El hombre es sometido. o En esta crisis, las máquinas del mercado, las tecnoestructuras y el Estado han vuelto a imponer su enorme poder sobre las necesidades reales de la gente. Esta crisis es consecuencia de un nuevo maquinismo social. -‐ Abstracción. Se pierden los rostros, que es la singularidad de la persona. o La abstracción de los procesos es otra clave poderosa de la crisis. -‐ Anomía. El sujeto carece de vinculación y voluntad reales. o Las actitudes de desvinculación y desinterés de las personas crea las condiciones para que sea posible el abuso público. -‐ Libertarismo moral. Se extiende la irresponsabilidad y se niega el carácter sistémico de la vida humana al separar público y privado, valor y razón. o Esa separación de moral privada y pública es una de las mayores operaciones para hacer posible el modelo de alta explotación financiera. -‐ Ideologización. El imperio de las corporaciones sobre las ideas de las personas. o Disfrazada de naturaleza, un fuerte aparato ideológico ha impuesto una ideología silenciosa de pensamiento único. En las Ciencias Sociales postmodernas se han introducido también activos tóxicos que han embargado el desarrollo integral de la sociedad: -‐ Escepticismo. Reduce las capacidades de las personas. o Hace perder la capacidad de gobierno popular que impide abusos como el fraude que causó esta crisis. -‐ Relativismo. Imposibilita la universalidad y la propia posibilidad de verdad y ciencia. o Hace fluctuar la realidad de modo que es maleable al servicio de los intereses de quienes se enriquecen masivamente creando riesgos como los que causaron la crisis. 49 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences -‐ Fundamentalismo. Somete la verdad y el bien al peso del poder. o El fundamentalismo de mercado y Estado está en la base de la crisis. -‐ Fragmentación. Quiebra la posibilidad holística, imposibilita la universalidad de la verdad y la necesidad de coherencia de la vida. o La imposibilidad para unir en relatos unificados todos los procesos privados y públicos, y todos los subsistemas sociales hace perder sentido global, capacidad de diagnóstico y predicción y estrategias de defensa de la vida. -‐ Neutralización. Exonera a los poderes gubernamentales de su carácter moral y de la deliberación compleja con las comunidades ciudadanas. o Al no crearse institucionalmente y popularmente valores suficientemente legitimados e interiorizados, la sociedad es más vulnerable a abusos y crisis. -‐ Confusión. No satisface la necesidad humana de ser. o El confusionismo desactiva a la ciudadanía haciendo más vulnerable a la sociedad frente a los abusos de poder. -‐ Nihilismo. Genera sinsentido. o Nuevamente, destruye la moral pública, legitima la violencia y desactiva el compromiso del pueblo. -‐ Fantasmática. Exilia de la realidad. o Permite imponer cualquier idea aunque no se corresponda con la realidad. La crisis vino precedida de un ensoñamiento y ensimismamiento populares. -‐ Anarcoliberalismo. Impulsa la fantasía de la irresponsabilidad. o La irresponsabilidad respecto a los vínculos y comunidades es el sustrato sobre el que se despeñó la crisis. -‐ Indigencia epistemológica. Ignora la capacidad de alcanzar del hombre de relacionarse con la verdad aunque no pueda poseerla. o Genera impotencia popular y descrédito respecto a la verdad y el bien, algo necesario para desactivar política y culturalmente a la sociedad. -‐ Procedimentalismo. Enmudece la capacidad última de discernimiento, libertad y razón de la comunidad. o Genera falta de valores y entrega a los fines, estableciendo una lógica procedimental que no suscita suficiente compromiso. Finalmente, aunque ha habido destacadas aportaciones de las Ciencias Sociales infomodernas que han advertido -como parte de las Ciencias Sociales también en épocas anteriores- de los peligros que entrañaba el tipo de desarrollismo en que estaba empeñada la sociedad en el entresiglos del XX-XXI, también es cierto que su paradigma contiene algunas miradas que nos han conducido a dicha crisis y carece de otros principios que la hubieran evitado. Los aspectos insuficientes son: -‐ Neoinstitucionalismo. Legitima el poder institucional sin suficiente reflexividad y participación. o Separa el juicio moral de la legitimidad y desarrollo institucional, creando las condiciones para la siembra del mal social. -‐ Desideologización. Esconde una agenda ideológica interna que, por tanto, queda reificada o sobrelegitimada. o Desacredita las ideas de compromiso y transformación. -‐ Anti-estructuralismo. Ignora el peso y capacidades de lo social. o Individualiza lo suficiente como para que no existan estrategias colectivas ni defensa popular, creando una sociedad más vulnerable al saqueo. -‐ Comunitarismo. Problematiza la realidad de la pertenencia cosmopolita a una única comunidad compartida por toda la humanidad, compatible con otras pertenencias comunitarias. Por otro lado, el problema de la verdad se reduce al problema de la identidad. o Neoliberaliza las identidades de forma que se pierda el sentido de razón pública necesaria para enfrentarse críticamente a la deliberación, cuestión que está en la 50 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences base de una sociedad que no fue suficientemente militante contra el modelo que creó la crisis. -‐ Infomodernidad. Riesgo de reducción a la informatización y peligro de despersonalización. o El conocimiento se degradó suficientemente como para que fueran sesgadamente seleccionados sólo aquellos datos que legitimaban la ejecución de un modelo injusto e insostenible. -‐ Globalización. Riesgos de pérdida del peso de lo personal y local. o La globalización sesgada nutrió el modelo que condujo a la crisis. -‐ Flexibilidad. Peligro de desrresponsabilización interpersonal y de las corporaciones frente a sus miembros. Peligro de reducción de la misión de las corporaciones a fines de lucro o poder. o La flexibilización ha destruido las estructuras defensivas del pueblo permitiendo su desvalijamiento. -‐ Individualismo estandarizado. Debilita lo comunitario. o El individualismo ha descomprometido de las responsabilidades comunitarias, algo básico para la ejecución del modelo que provocó la crisis. -‐ Modernidad líquida. Inconsistencia de los sujetos. o El debilitamiento de sujetos y comunidades, junto con la maleabilidad de todo el sistema social, permitió amoldarlo y dominarlo al servicio de los intereses que provocaron la crisis. -‐ Terciarización de las instituciones. Pérdida del tejido primario y secundario de las comunidades e instituciones. o Provocó el debilitamiento suficiente del tejido más próximo a los sujetos y la necesaria alienación por parte de la gran industria mediática y de consumo, lo cual fue el medio para dar cobertura ideológica al modelo neoliberal. -‐ Neoliberalismo. Deshumaniza los vínculos y el sentido. o Ideología oculta oficial del modelo que provocó la crisis. -‐ Exclusión social. Multiplica el mal social. o No sólo fragiliza sino que hace desaparecer a las víctimas que eran las advertencias de las consecuencias del modelo que provocó la crisis. -‐ Sociedad de riesgo. Se basa en el desarrollismo que conduce a asumir amenazas contra la vida de las personas como coste para alcanzar fines que benefician a vías de desarrollo desigual o no sostenible. o La legitimidad de la asunción de riesgos financieros masivos es el motor de la crisis. -‐ Ambivalencia. No se decanta la dirección moral de las instituciones. o La posibilidad de manipular las estructuras y su ambigüedad moral permitió su utilización al servicio de los intereses del modelo neoliberal. En términos positivos, ¿cuáles serían los principales activos de que deberían dotarse las Ciencias Sociales para impulsar la sociedad hacia un auténtico desarrollo? ¿Qué Ciencias Sociales son precisas para la Sociedad del desarrollo humano integral? 10. Unas ciencias sociales para el desarrollo humano integral ¿Qué Ciencias Sociales? Aunque el apremio por la brevedad nos impida explicar con amplitud las propuestas –que, al igual que todas las consideraciones anteriores, merecerían el matiz y una mayor justificación-, vamos a proporcionar unas notas que al menos dan una idea de conjunto de una alternativa para las Ciencias Sociales. La mayor parte de estos apuntes que forman el esbozo de nuestra propuesta, están contenidas en tradiciones de las Ciencias Sociales, a veces no suficientemente atendidas, especialmente en la fenomenología, en la teoría crítica de Frankfurt o en el liberacionismo. Y, en general, podría encajar dentro de la tradición del humanismo. 51 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Al escribir esta sección soy consciente de que traigo semánticas que parecen ajenas a la costumbre de la tradición científico social y que uso enfoques que pueden producir extrañeza. Pero la libertad académica que ofrece este ámbito universitario católico me anima a buscar la expresión auténtica que mejor dé cuenta radical e integralmente de la realidad. El mismo hecho de que haya académicos que tengan que hacer, como en este caso, un ejercicio de liberación para poder expresarse, indica el estado de las Ciencias Sociales. a. Las Ciencias Sociales deben pensar como árbol, no como hotel. En el transcurso del siglo XX, las Ciencias Sociales fueron separándose de la Filosofía. Primero perdieron actividad filosófica y después, ya convertida en una disciplina distinta, se alejaron del diálogo con ella. El currículo formativo ha ido restando peso a los fundamentos filosóficos y en gran parte de los planes formativos hay una insuficiente presencia de la Filosofía social y política. La relación de las Ciencias Sociales con la Filosofía no debería ser la de una disciplina homóloga sino que ésta debería estar en la raíz de la formación y la actividad ordinaria de las Ciencias Sociales. El fenómeno de la socialidad, objeto primario de las Ciencias Sociales, es parte primordial de lo humano y las categorías originadas en la vinculación remiten a aspectos constitutivos de la propia condición humana. La trascendencia de fenómenos como alteridad, filiación, desarrollo, convivencia, conflicto o comunidad, exige una comprensión profunda vinculada a la propia noción de humanidad. En consecuencia, existe una labor de las Ciencias Sociales –que incluye la propia reflexión sobre su epistemología- que requiere un pensamiento fenomenológico que establezca el sentido de hechos sociales que implican la propia idea de realidad, existencia, bien, verdad y humanidad. Esa labor es necesaria realizarla desde la reflexión filosófica social, la cual se enraíza en la más profunda Filosofía Primera. En realidad, detrás de todo trabajo científico-social existe una Filosofía implícita. El punto crítico es si ha sido críticamente pensada o si ha sido asumida irreflexivamente o escondida dentro de otras propuestas derivadas de ella. Detrás de cada categoría de las Ciencias Sociales existe una Filosofía social y una Antropología filosófica que nos habla de qué es el hombre y qué alcance tiene lo relacional. Así ha sido en las grandes aportaciones de las Ciencias Sociales: el Marx postparisino se elevó asumiendo la estructura individualista y utilitarista del liberalismo funcionalista; Tönnies desarrolló sus categorías basado en el idealismo romántico; Durkheim aplicó en gran parte la filosofía pragmatista; Max Weber el programa neokantiano y Parsons el funcionalismo psicoanalítico. El giro dado por la Filosofía tras la Segunda Guerra Mundial agudiza la progresiva desincronización entre ésta y las Ciencias Sociales, desplazando los cuestionamientos de profundidad principalmente a la Filosofía de la Ciencia. Los programas de formación y las agendas de investigación de los científicos sociales fueron vaciándose de una base filosófica amplia y honda y en dicho espacio fue sustituida por el amplio abanico de especialidades temáticas. Eso ha restado rigurosidad y alcance a las categorías en Ciencias Sociales y ha permitido la penetración de una artificiosidad capaz de moldear incluso frívolamente la realidad. Es necesario restablecer la relación continua entre Filosofía y Ciencias Sociales, especialmente con la Filosofía Social –Política y Económica- y la Antropología filosófica. En primer lugar sería crucial que hubiera una mayor carga formativa de Historia de la Filosofía y de algunas disciplinas como Antropología filosófica, Filosofía de la Verdad y Filosofía Moral. Por supuesto es necesaria una segunda capa reflexiva que estudie Filosofía Social, Política y Económica, así como la Filosofía de las Ciencias Sociales, generalmente ya incluida en muchos planes de estudio. Las Ciencias Sociales tienen alcances especializados en los que no se interna la Filosofía pero todo su desarrollo depende de cómo concibe los fenómenos con los que trabaja. La práctica deja en evidencia que el científico social aporta investigación con la que se implica en las discusiones sobre la naturaleza de los fenómenos, su dirección moral y alcances que claramente están en el terreno filosófico y sin esa labor reflexiva su labor queda incompleta. Sólo el modelo de desarrollo institucional de las Ciencias Sociales puede explicar la excesiva discontinuidad que las distancia de la Filosofía y se debería reparar incluyendo la Filosofía en la formación básica del científico social y en el ejercicio ordinario de los investigadores sociales. Toda investigación debería preguntarse por la consistencia de sus conceptos y categorías a la luz de los cambios sociales que los someten a tensiones y transformaciones, y pensar de una forma holística los fenómenos relacionándolos con las estructuras profundas de la persona, lo humano, lo social, la naturaleza y la realidad. En general, la mayor parte de 52 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences investigaciones que realizamos inciden sobre el drama de lo humano, en donde se pone en juego la condición moral humana y su experiencia de sentido. También es preciso que la Filosofía se abra más a la aportación fenoménica de las Ciencias Sociales, cuestión que sí ha sucedido en mayor medida que en el sentido inverso. Asimismo, el mandato interdisciplinar pretende una relación federal entre las disciplinas de las Ciencias Sociales que es irrealizable: en realidad la visión eco-científica de lo social no es posible por la estrategia “inter” sino que requiere más bien una perspectiva transdisciplinar y dicha transdisciplinariedad no se une por las remas de las disciplinas sino por las raíces filosóficas. Unas y otras aportaciones desde las distintas disciplinas no se fecundan por la suma de conclusiones sino por la aportación que desde cada una se realiza al tronco común de carácter filosófico. Hay que pensar radicalmente como los árboles –que es el programa cartesiano de una raíz compartida que genera un tronco de conocimientos del que surgen y al que reportan las ciencias especializadas- y no como hoteles donde las disciplinas viven en estancias homólogas con una relación federal. En nuestro siglo es imprescindible recobrar un diálogo matricial entre Ciencias Sociales y Filosofía. Las Ciencias Sociales tienen que pensar como árbol, no como hotel. b. El hombre no es un animal social sino una historia de amor Se ha convertido en un lugar común afirmar que el hombre es un animal social, como fundamento de las Ciencias Sociales y eso nos limita a comprender el verdadero significado de la condición humana en el universo y enfocar con todo su alcance lo social. El hombre no es un animal. O lo es tanto como un animal es una planta o una planta es un mineral. Las estructuras ontológicas de la naturaleza dieron un salto cualitativo de lo mineral a lo bio y de lo bio a la conciencia. La condición diferencial de lo humano es la aparición de la conciencia. La socialidad es un fenómeno previamente desarrollado en lo animal y hasta en lo vegetal, mientras que lo humano se caracteriza por hacer de lo relacional una categoría de sentido. No se puede separar, por tanto, lo relacional de lo moral, lo cultural, lo simbólico o lo trascendente. El hombre es un acontecimiento que sabe, un acontecimiento sapiencial que se presenta en el universo transformando todo el universo en un hecho de sentido. Una parte del universo tiene conciencia y eso convierte al universo en sistema consciente. La condición sapiencial que constituye lo humano no es un añadido a lo prehomínido sino que transforma y trasciende toda la realidad humana configurándola como un acontecimiento en todas sus dimensiones cualitativamente diferente. El hombre no es un animal más una conciencia sino que la conciencia ha convertido todo lo energético, mineral, biológico, animal y mamífero del hombre en un sistema unitario cualitativamente diferente. Todos los componentes de lo humano trascienden en parte de un acontecimiento de sentido, incluso aquellos que puedan parecer más automáticos o más similares a cualquier animal. Toda percepción pasa a tener carácter sapiencial, es signo de sentido. El hombre no es un animal más una conciencia y no es un tipo de animal sino íntegramente un acontecimiento sapiencial que aparece como un grado cualitativamente distinto en que el universo deviene. Con la humanidad, el universo devino en historia: el hombre comenzó el universo como historia. No sólo hacia su futuro o mientras exista lo humano sino que reconstituyó como historia todo el universo y todo lo ocurrido previamente a la presencia de lo humano. La investigación paleoantropológica, la primatología o la antropología biológica han aportado teorías relevantes para la comprensión de lo humano que nos permiten conocer con mayor riqueza cómo se constituyó la condición sapiens que hizo aparecer un acontecimiento ontológicamente superior en el universo e hizo devenir con él a todo el universo como un hecho de conciencia. Pero con demasiada facilidad hemos asumido lo evolutivo como un fenómeno aditivo cuando más bien tiene una estructura lógico-matemática catastrófica de saltos cualitativos que trascienden la propia lógica del sistema a otro que no sólo se forma como un sistema diferente sino que reconstituye todo lo anterior. El hombre no se constituye gradualmente como un acontecimiento sapiencial sino que la conciencia se dio de una vez como una discontinuidad que presentó lo humano como un salto del universo. No somos distintivamente sociales en el sentido más mecánico de la socialidad, pero lo cierto es que la constitución sapiencial de lo humano tiene una naturaleza relacional. Es una historia en la que lo sapiencial se presenta a la vez como un acontecimiento un hecho veraz, moral y estético. Es decir, que la 53 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences razón es algo que afirma, valora y siente no como tres hechos sincronizados o simultáneos sino como un único fenómeno que sólo analíticamente puede ser descompuesto. En consecuencia, la verdad tiene forma de bien y belleza; el bien es verdad y belleza y la belleza es verdad y bien. O, por el contrario, la mentira es mala y fea, etc. La razón no es una instancia afirmativa sino que es una condición ontológica, ética y estética. Lo humano no es un aparato perceptivo, como un ojo abierto en el universo: lo humano es acontecimiento de amor. El acontecimiento sapiencial no es un añadido a un soporte animal sino que es una reconstitución de la bioontología en un nuevo fenómeno que no se viene a añadir al universo como parte sino que a su vez reconstituye todo el universo. Esa conciencia no es sólo un ojo descriptor ajustado al objetivismo, analítico, una instancia fría que enuncia y afirma verdades sino que esa conciencia es un hecho de bien y también un hecho estético. Además de que lo humano no es un animal hipertrofiado –uno de cuyos aspectos se ha hiperdesarrollado-, lo humano cambia la propia relación de los ejemplares de una especie. Altera la condición de especie. Lo sapiencial no aparece como un hecho único que ejemplariza cada individuo: la sapiencialidad no es portada por la humanidad en su conjunto sino que es radicalmente individual. La sapiencialidad aparece como un hecho individual que convierte a cada individuo en sujeto del logos. El saber se puede compartir pero no se puede sustraer; es una propiedad individual y, sin embargo, no es aislable sino que como la sabiduría es relacional. Cada individuo se ha convertido en sujeto de saber pero no sabe solo y se sabe no solo. El hombre aparece como un acontecimiento paradójico que puede decir la verdad, valorar el bien y sentir la belleza pero no puede poseerlos sino relacionarse con ellos. Y además no se establece definitivamente sino que sucede como una historia, tiene forma de relación y sucede como una historia. La condición relacional e histórica anida en las entrañas de la propia condición de razón y por eso la razón es primariamente ética. Cada criatura humana se convierte en una aventura única de saber (como hecho de condición unitariamente veraz, moral y estético) que en el curso de su vida puede alcanzar verdades, bienes y bellezas, que puede comunicar pero que tienen que ser vividas por el otro como otra aventura personal. La socialización carga con contenidos sapienciales pero que el propio sujeto internaliza de un modo único, quizás de modo prerreflexivo o quizás implícitamente pero siempre siendo el sujeto del proceso. Lo humano no tiene una conciencia colectiva sino que tiene una sabiduría compartida pero que no puede ser poseída por otro sino con la que sólo puede relacionarse. Uno sólo puede relacionarse con la conciencia de otro, no puede poseerla. Lo humano convierte a cada individuo en un sujeto. Pero la discusión crítica no es si cada sujeto es titular o no de la razón sino que el salto lleva a cambiar incluso la estructura especie-ejemplar o la lógica de los individuos. Lo humano instala en las entrañas de la estructura de la realidad la trascendencia. El universo no sólo alza un escalón más que puede ser un superdominio ontológico –sumado al energético, el mineral y los seres vivos- sino que es un acontecimiento radicalmente distintos a los otros superdominios ontológicos: abre en el corazón de la realidad la trascendencia a lo infinito. Podrán aparecer nuevas especies, podrá haber nuevos dominios naturales, pero no es posible que haya en el universo una categoría superior a lo que trasciende al infinito. Así, la humanidad no es sólo un paso más en el devenir del universo sino un acontecimiento definitivo por el que el universo se abre sustancialmente a la relación histórica con lo infinito. Esa relación con lo infinito no es una relación de la humanidad en su conjunto con una instancia meta-real sino que está encarnada dentro de la propia condición humana de cada sujeto. La propia vida de cada sujeto trasciende a sí mismo ya que su esencia de decir verdades se ve superada por la categoría total de verdad que no puede poseer. Es una relación en la que la condición de verdad no puede ser abarcada y 54 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences dominada por el hombre sino que el hombre se relaciona con la verdad: es una condición paradójica que no permite la conclusión de ninguna de las partes aunque pudiera darse. El hombre puede pronunciar una verdad, puede hacer el bien, puede sentir la belleza pero no puede reducirlas a su voluntad; le trascienden. Y eso porque la verdad no tiene forma de objeto sino porque es un hecho de bien y, por tanto, es una relación con una historia. La verdad no es un estatuto sino que es una historia, una relación. La verdad siempre es narrativa y se engarza en una relación. Lejos de ser una limitación –como un defecto de un modo imperfecto o circunstancial de como se constituyó lo humano- es precisamente lo que introduce el infinito en el universo. Pero no sólo cada sujeto es trascendido por su propia vida –con la que no puede relacionarse dominándola como objeto o propiedad sino que la tiene que vivir: la vida no se posee sino que se vive- sino que todo el conjunto de la humanidad se convierte en un fenómeno de sujetos para el que cada uno de los otros de los sujetos parece como un acontecimiento único e infinito. Emmanuel Lévinas habla en ese esquema de la condición de unicidad. La unicidad de cada sujeto le hace capaz en una sola generación de recorrer la aventura de lo infinito y cada “otro” aparece como alguien que le trasciende. Con cada otro, no hay una relación de propiedad o posesión sino que sólo cabe entablar una historia; un conocer que sucede como una historia. La propia relación con el otro es un fenómeno que trasciende al propio sujeto y a la propia relación. No sólo en el otro se abre un misterio infinito sino que la propia relación entre ambos les trasciende. Así, la comunidad entre ambos no puede ser poseída sino que uno se relaciona con las propias relaciones y comunidades que forma. La alteridad –la condición de otro- de cada uno de los restantes sujetos de la humanidad es un hecho que remite al infinito y al que sólo se puede acceder trascendiendo. Así, la trascendencia se sitúa en el centro de lo humano, abriendo al universo a una absoluta apertura a lo mayor. Ante el universo, sólo hay infinito, todo trasciende a mayor. Y eso no sucede en el conjunto de la humanidad sino gracias a que cada individuo deviene en sujeto y cada otro en un acontecimiento único de la humanidad que aparece ante los otros como un misterio, una aventura singular que jamás se volverá a repetir porque no es posible que nadie más sea titular de lo crucial de su vida y de su propia vida. El taxón –categoría que agrega a organismos emparentados en taxonomías- de la humanidad está formado por individuos radicalmente únicos y singulares: lo humano es un taxón de individuos cuya singularidad es inclasificable ya que cada uno es único. Y no lo es al modo de cómo un roble es único respecto a otro sino que son individuos cuya condición crucial es única precisamente por ser un acontecimiento sapiencial. Es susceptible de diferenciar taxones en virtud de ciertos rasgos comunes entre los humanos y en ese sentido se puede decir que forma una especie. Pero a la vez, su condición crucial no es homologable a ninguna especie sino que es una especie formada por individuos cada uno de los cuales es más que un dominio. La humanidad no forma otro dominio que pueda añadirse a la clasificación de tres dominios que a finales del siglo XX propuso Carl Woese sino que es algo distinto a los seres vivos: es un acontecimiento sapiencial. Su filogenia es circunstancial y lo constitutivo es único. La humanidad no es un acontecimiento sapiencial como conjunto sino que la humanidad se presenta siendo cada sujeto un acontecimiento sapiencial que ama a cada otro trascendiendo infinitamente y el mismo tipo de relación que tiene con lo infinito sólo puede alcanzarse mediante amor. La forma de trascender no es una percepción del otro sino que sólo sucede por la hospitalidad en la que uno se dona al huésped. Por eso, la sabiduría (veraz, buena y bella) no es una captura sino que sólo puede ser una donación: la sabiduría tiene forma de amor; sólo puede ser amor. Esta revelación de Platón en el culmen de su vida ha marcado toda la Filosofía de la humanidad, sin ser superada por ningún enunciado mayor. La razón tiene forma de amor; el logos es amor. En conclusión, podríamos decir que el hombre es una historia de amantes cuya vida revela que el universo es una historia de amor. El hombre no es el absoluto del amor pero es la historia del amor. El hombre no es un animal social sino que es la historia del amor. En consecuencia la socialidad humana no es una mecánica relacional sino que esa característica de distintos reinos de la naturaleza –así como la propia dialéctica o el carácter dialogal de la realidad- fue 55 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences reconstituida como amor. El hombre no es social sino que es un acontecimiento de amor. Esta primacía del amor como hecho constitutivo de lo humano tiene numerosas consecuencias, siendo la primera la propia reconsideración del hecho social y el carácter comunitario de la humanidad. c. Los hechos sociales son comunitarios, vivenciales y reflexivos La noción de hecho social fue fijada a finales del siglo XIX como un objeto de la conciencia colectiva exterior, objetivo y coactivo. La consecuencia del amor como condición constitutiva del acontecimiento humano es que toda su realidad tiene principalmente esa naturaleza, son hechos examinados como amor. No hay hecho humano que escape a la primacía constitutiva del amor. Por lo tanto, hasta las acciones menos intencionadas y que escapan más inadvertidas a la conciencia de las personas, es parte de ese acontecimiento de amor. El propio curso de vivir es un modo de amar. Vivir es amar: la materia de la vida humana –el mismo acontecer biológico- es parte del hecho de amar. El hombre ama principalmente viviendo. La consecuencia es que las Ciencias Sociales amplían su consideración de los hechos huyendo de considerarlos como meras leyes automáticas o mecánicas, actos reflejos o acciones agregadas sin sujeto, sino que todo hecho social es un hecho de amor. Por lo tanto, en todo hecho hay una naturaleza de amor que pregunta por un sujeto y un destinatario. Todo hecho social es de alguien y para alguien. Y su estructura interna no sólo tiene sujetos –aunque puedan no ser plenamente conscientes o vivirlo alienadamente- sino que el hecho es experimentado vivencialmente movilizando todos los alcances del amor. Un hecho social es una vivencia compartida. Todas las vivencias compartidas, incluidas aquellas que han quedado fijadas en mediaciones que establecen distantes relaciones indirectas a través del tiempo o la geografía. Lo que se comparte no siempre tiene un signo moralmente positivo sino que dos sujetos pueden compartir una estructura alienante de la que uno de ellos se beneficie y a la vez sea víctima porque como acontecimiento de amor le degrada. Que sea compartida implica participación del sujeto y no rebaja la realidad de que tiene un carácter de amor. Que sea un hecho de amor no significa que el hecho sea bueno sino que puede ser una perversión del amor, degradar y corromper su alcance de amor hasta convertirlo en una monstruosidad. El Holocausto no deja en ningún momento de estar violando las relaciones entre seres humanos que son amor y que la violencia contorsiona creando un sufrimiento extremo y masivo. Pero nunca deja de examinarse a la luz de su naturaleza de amor, que es violada. Quisiéramos sostener la noción compartir incluso para las instituciones perversas porque expresa la tensión interna a la que es sometido el amor y la naturaleza que pese a ser violentada empuja desde el interior de ese hecho a trascender. En consecuencia, todo hecho social es una actualización del acontecimiento de amor que es lo humano. No existen, por tanto, hechos sociales neutrales desprovistos de la naturaleza y valencia del amor sino que en todo hecho humano ha de encontrarse su estructura interna de amor o, lo que es lo mismo, el carácter relacional humano que trasciende por el amor a lo infinito. Todo hecho social se examina como amor y en el amor. Ciertamente, tras todo hecho social hay una historia de amor. Incluso aquellos hechos fijados en mediaciones que han sufrido el paso de los siglos y siguen incidiendo en la vida humana. El plan urbanístico de una ciudad puede seguir las pautas de los primeros asentamientos sobre cuyas calles se ha seguido el desarrollo de lo que hoy puede ser una gran ciudad. En algunas de las grandes avenidas de Manhattan se adivinan viejos senderos indios que continúan ejerciendo su influencia muchos siglos después de haber sido compartidos por los primeros pueblos de América. Cuando alguien comparte algo con consecuencias distantes en el espacio y el tiempo, prolonga las consecuencias de su modo de amar: tiene un destinatario aunque no lo conozca y aunque no fuera su intención que así fuera. Esos caminos compartidos de los orígenes siguen incidiendo en la vida de las personas muchos siglos después de haberse asentado por primera vez. Todas las mediaciones sociales son hechos de amor aunque sus sujetos hayan caído en el anonimato: una vez fue de alguien y compartido para alguien. 56 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences El carácter vivencial del hecho social establece que lo social no es sólo algo que sucede, algo que carece de sujetos personales que lo comparten sino que se ha instalado como un aparato diferente a la voluntad, reflexión y al amor. El hecho social es una vivencia, aunque esté mediada por alambicados procesos y aunque por ella haya pasado tanto tiempo que el autor es anónimo para las nuevas generaciones. La vivencia siempre tiene autor. Los hechos sociales no son extraños a sus participantes sino que tienen autor y son expresiones de amor. No es algo exterior a los sujetos. Incluso aquellos hechos compartidos que son propios de comportamientos colectivos masivos en los que el sujeto permanece ignorante o está alienado, son una vivencia. El sujeto participa en ellos con un grado de conciencia que no se le presenta como una narración, algo que esté explícitamente contándose o meditando –dándole vueltas-. Su percepción expresa puede no estar presentándole la información de forma patente. Puede que es sujeto no esté contemplando lo que le ocurre pero lo está procesando prereflexivamente. La compleja diversidad de racionalidades y los distintos grados de conciencia, procesan en distintos niveles los hechos. Incluso cuando somos plenamente conscientes de algo y lo contemplamos con suma atención, nuestra compleja conciencia capta muchísimo más de lo que nosotros podemos relatar en ese momento en que lo vivimos. Nuestro cuerpo capta a través de todos sus sentidos y no siempre somos conscientes. Estamos constantemente oliendo pero sólo una mínima parte de los aromas que percibimos a lo largo de todo el día llaman nuestra atención. Nuestra mirada se fija en ciertos objetos cuando en realidad nuestro arco de visión está permanentemente procesando imágenes y escenarios. La vivencia incluye todos esos grados y amplitudes de conciencia porque el sujeto no sólo experimenta lo que puede relatar sino que todo ese gran angular de conciencia forma parte del hecho que se le presenta al sujeto aunque éste no sea capaz de dar cuenta de todos los alcances de su experiencia. La vivencia no es sólo el artefacto que nuestra percepción reflexiva forma con algunos de los datos que logra relatar sino que es una experiencia total comprensiva de toda la relación del sujeto respecto a algo y alguien. Una vivencia social incluye todo lo que ha movido algo compartido en los sujetos participantes o afectados. Que sea masivo no le resta carácter vivencial. Que sea un hecho alienante o no intencionado, no exonera ni ausenta a los autores y destinatarios. Un hecho social siempre es de alguien y para alguien. No son sólo inter-subjetivos sino que constituyen comunidades que juntas actúan para otros y las comunidades no son lo mismo si se descomponen en la suma de sus miembros: las comunidades no tienen la propiedad distributiva. Su resultado no es la mera suma de sus partes. Los hechos sociales no son distributivos aunque sean compartidos. Existe un juntos para otros y existen comunidades que reciben. La singularidad no descompone todo lo humano sino que los lazos entre las personas establecen alianzas que les hacen ser una unidad sin perder la unicidad, su única singularidad. Y dicha comunidad tiene su interioridad y su destinatario también. La condición humana no sólo supone sujetos individuales que se presentan ante la alteridad de otros sujetos: la humanidad no sólo es analizable en díadas sino que lo que forma lo humano es aquellos que se aman no sólo mirándose uno al otro sino que ese propio amor entre dos se abre a la trascendencia de los otros. Ese carácter trinitario es constitutivamente humano: forma comunidad que no se mira a sí misma sino que es amorosamente relacional con otras personas y otras comunidades. La comunidad no es una suma de individuos ni una abstracción sino que es una alianza tan real como los sujetos individuales. Sin tríada no existe lo humano: lo humano no es dual ni meramente dialogal o dialéctico sino que siempre y en todo momento es trinitario. La comunidad no es una disolución de los sujetos sino que es el cuerpo del amor y, por tanto, no reduce la persona a la comunidad. La comunidad es una comunión –común unión- donde la singularidad permanece intacta donándose a los otros. La comunidad es una entrega permanente de los sujetos. Que a la vez sea comunidad y sujetos singulares y que una no pueda ser sin la otra, es lo que da el verdadero carácter de humanidad. La humanidad no es una especie sino una comunidad de sujetos únicos en último término inclasificables. Los hechos sociales son actualizaciones de la comunidad e internos a la misma. Los hechos sociales son siempre internos a una comunidad humana. Incluso aquellos hechos que consideremos que son un encuentro primero y original entre dos personas absolutamente extrañas, es posible que sea compartido porque existe una apertura al otro, porque se hace posible una relación. Y 57 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences dicha relación contiene ya totalmente un acontecimiento de amor al que los sujetos deben ser fieles a riesgo de corromper su naturaleza y condición. Así pues, los hechos sociales no son individuales ni son meros nombres sino que son realidades del amor porque la naturaleza de lo humano es constitutivamente relación de amor. El carácter interior de los hechos sociales nos permite descubrir –más allá de su ideación como artefacto ajeno a la voluntad- implicaciones mucho más profundas y no le resta dureza al impacto de los mismos sino que, por el contrario, supone mucha mayor penetración en las estructuras internas de la persona. Los hechos sociales considerados como exterioridades coactivas conducen al sujeto mientras que las vivencias compartidas empapan su interioridad. De esta forma, la esclavitud no sólo se impone sobre el individuo sino que le corrompe desde dentro, lo cual multiplica todavía más la fuerza y expansión del fenómeno. Estudiar los hechos sociales nos requiere profundizar en su carácter vivencial: en las implicaciones integrales que tiene y en cómo participan los que los comparten, frecuentemente masas ingentes de personas. Esto supone un desafío para la investigación pues amplía los factores que forman parte del hecho social y nos conduce a dar cuenta de la profunda interioridad del fenómeno. Los hechos sociales son comunitarios, vivenciales y reflexivos. d. La libertad, en el centro del hecho social Las condiciones comunitaria, vivencial y participativa de los hechos sociales introducen la libertad en el centro de los mismos, haciendo que se desprendan del determinismo. En primer lugar la libertad se presenta en la propia relación con la comunidad y los fenómenos sociales. No se presentan como leyes deterministas ni como función social o una máquina determinada sino que es preciso enfatizar el carácter de acontecimiento de los hechos sociales. Hemos dicho que los hechos sociales son realidades; ligadas a la propia condición del amor, constitutiva de lo humano. Y se nos presentan, por tanto, como un acontecimiento que se nos da. El hecho social impacta con su presencia, que supera indeterminadamente las intenciones de sus autores. Los sujetos no controlan totalmente los hechos que comparten sino que, además de estar participados –y mediados, por tanto- por todos los sujetos implicados, forman una realidad sometida a la recepción que hacen de ese hecho todos los terceros posibles. En consecuencia, la concepción de lo social como un sistema cerrado y funcional es una fantasía ya que ningún proceso social es totalmente interno a la propia comunidad autora sino que le trasciende para otros. Todo hecho social es un dándose que se extiende al conjunto de la comunidad humana; todo hecho social privado trasciende a hecho de humanidad. Todo hecho social es la comunidad humana dándose. Esto supone que la libertad está en el núcleo más duro del fenómeno social y abre mayores grados de libertad en la relación entre las personas y la comunidad. Por eso creemos que es necesario introducir la palabra participación en la caracterización del hecho social: para indicar el libre albedrío irreductible en todo acto social, como acto de amor que es. En el terreno práctico, entonces los hechos no deberían ser entendidos primariamente en las intenciones funcionales que los generaron sino como acontecimiento que impacta y que provoca una libre vivencia de los sujetos respecto a ellos. Por lo tanto, hay que superar las visiones centradas en el orden, la función y la utilidad, por otro paradigma que piensen desde la comunión, el acontecimiento y la entrega. e. Hechos sociales reflexivos Los hechos sociales son reflexivos. Por su carácter compartido, son relativos al amor, que implica no sólo la verdad y la belleza sino el bien. Por su carácter vivencial, es una experiencia de libertad. Bien y mal están implicados constitutivamente en los hechos sociales. Las Ciencias Sociales parecen haber escindido más allá de lo analítico la categoría de la verdad, concibiendo una actividad humana absolutamente independiente de la moral y la estética, que es la percepción absoluta de la realidad como hechos desprovistos de su condición también de bien y belleza. 58 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Especialmente en las Ciencias Sociales el proceso fue que se convertía en una actividad objetivadora que no estaba sometida a su condición moral ni estética, y finalmente se elevó considerándose capaz de determinar qué era bueno y bello. Liberada de esa fantasía de omnipotencia, las Ciencias descubren que los hechos sociales no son sólo hechos naturales ordinarios como si pudieran seguir siendo anteriores a lo humano y al universo con conciencia sino que, especialmente los hechos humanos, son acontecimientos integralmente humanos y, por tanto, hechos de amor. Eso supone que los hechos sociales tienen una dimensión moral y estética. La actividad científica no es sólo descriptiva de hechos sino de s significado humano porque no da cuenta de actos externos a lo humano sino de vivencias que en el humano se presentan como hechos totales. Esa aspiración de Marcel Mauss al hecho total que incorpora todas sus dimensiones y especialmente la donacional, permanece todavía insatisfecha. Los hechos sociales son reflexivos porque se introduce en su seno la cuestión del mal y el bien. Por lo tanto no están limitados a la mecánica de la coacción o a prescripción sino que están presididos por la libertad y las valencias del bien y el mal. Esta es la gran llamada de Zygmunt Bauman en su libro de 1989, Modernidad y Holocausto: no dice que haya que moralizar las Ciencias Sociales ni que éstas hayan de estar al servicio de alguien porque siempre son Ciencias Sociales de alguien y para alguien. Lo que afirma es que el mal y el bien forman parte interna de los hechos sociales. Bien y mal son dimensiones insoslayables del objeto de las Ciencias Sociales. Se trata de incorporar radicalmente la libertad como categoría propia de todo lo humano en general y de todo lo social en especial. La libertad es irreductible en lo humano. f. Primacía del rostro Ralf Dahrendorf presentaba al hombre de la Sociología como el hombre en sus papeles sociales y empleaba la expresión homo sociologicus de modo análogo a como la economía trataba al homo oeconomicus. El hombre maximini –busca maximizar utilidades con la mínima entrega- era un artefacto hecho por la economía para tratar aquellos aspectos que consideraba competencia de su disciplina, igual que el role-man sólo incluía aquellos aspectos de lo humano que se consideraba propio de la Sociología. En ambos casos, se articulaba un dummy. Un dummy es ese muñeco que reúne las variables que se consideran importantes para probar el impacto de un accidente automovilístico sobre sus tripulantes. El dummy es un esquema de persona que simula aquello que se considera importante. Pareciera que las distintas disciplinas de las Ciencias Sociales hubieran construido simulaciones de persona formándolas solamente con aquellos aspectos que se consideraban variables propias de dichas disciplinas. En todos los casos, el hombre real se perdía y las predicciones resultaban falsas porque el hombre carecía de rostro. Así, el hombre en sus papeles sociales, el role-man u homo sociologicus, se muestra incapaz de dar cuenta de la complejidad de las vivencias reales y se ve inclinado a forzar la realidad para encajarla dentro de la idealización que se ha formado. Al igual, el hombre maximini no sólo minimiza las entregas sino que minimiza la complejidad de la psicología y libertad humana. Si no fracasa es porque dichas idealizaciones se han convertido muchas veces en instituciones que prescriben los comportamientos de las personas: no porque esos dummies hablen de las personas reales sino que las personas se alienan a comportarse como el esquema que se espera de ella. Lo más terrible que se puede decir en Ciencias Sociales es que no existen las personas, lo cual manifiesta un parecer de inclinación tiránica que ha impulsado las peores deshumanizaciones del siglo XX: nazismo -no hay personas sino razas y pueblos- y estalinismo –no hay personas sino proletariado y Estado-. La intuición personalista de Emmanuel Mounier denuncia esa despersonalización del nazismo y el comunismo, así como la que supone un capitalismo que olvida la comunidad y el amor como dimensiones irrenunciables de todo acto humano. La persona aparecería como un producto social, eliminando la libertad y el amor de lo humano. Quien sostiene dicha idea de la inexistencia de las personas, deja ver su confianza meramente en el poder. En el fondo, negar la existencia de personas o la primacía de lo personal en lo social suele ser un acto pueril de ensimismamiento aunque se revista de pretenciosidad y objetivismo. Existe una perversa conexión entre la afirmación sociologista de que no existe la persona y las tesis del individualismo radical que niega la existencia de la comunidad: en lo único que cree es en la función del poder. 59 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Las Ciencias Sociales estudian comunidades que no sólo no difuminan lo personal sino que precisamente es posible que sean reales porque están formadas por personas individuales singulares, libres y con rostro. El rostro formulado por Lévinas como la categoría que mejor expresa esa singularidad e inalienabilidad de la persona, que permanecen no sólo intactas cuando participa en una comunidad sino que precisamente es el hecho constitutivo de esa comunión trinitaria a la que aludimos como factor crítico de la humanización. Así pues, al igual que la comunidad humana es posible porque inalienablemente existen personas que aman y aman juntos a otros, las Ciencias Sociales también deben introducir esa condición –a primera vista paradójica- en su paradigma si es que quiere hablar de la sociedad real y no de ensoñaciones del poder. Lejos de percibir oposición entre persona y estructura social, la primacía e implicación de las dimensiones más personales en los hechos sociales, profundiza al máximo la fuerza de las comunidades en la vida de los sujetos. Sin embargo, se podría argumentar que las Ciencias Sociales muchas veces piensan precisamente agregados multitudinarios en los que no es posible percibir los rostros sino comportamientos colectivos. Si cada miembro es único, ¿cómo explicar los comportamientos comunes inducidos o la emulación en masa? Lo cierto es que sólo comprenderemos realmente esos fenómenos de masas cuando entendamos bien cuáles son las vivencias de las personas. No supone estudiar a todos y cada uno de todas las personas que componen una sociedad pero sí de dar cuenta de la variedad de vivencias y de cuáles son más compartidas. No se trata de hacer un análisis agregado sino de conocer lo compartido por personas reales con rostro. La insistencia en el personalismo pone al hombre total en el centro de nuestras preocupaciones, no al conjunto de papeles o aspectos que cada disciplina considere relevantes para sus intenciones. Ni siquiera resulta suficiente –por muy loable que sea- hablar del hombre político, es decir del ciudadano, como esquema supremo del hombre. El hombre no deviene en ciudadano por mucho que ser ciudadano sea una madura expresión de amor compartido y donado a otros a los que se reconocen pertenencias y derechos. Más cercanas a la constitución del hombre total están las categorías de filiación, fraternidad, amistad o vecindad, que, además, son la base experiencial de la ciudadanía. g. La constitución vocacional de la persona y los sistemas Hermann Cohen reveló en los años veinte el proceso de constitución del sujeto, al que no se ha prestado suficiente atención. Sostiene que el sujeto se forma no por distanciamiento y conquista de grados de autonomía autoafirmativa sino que el sujeto se va constituyendo en proporción a la responsabilidad que asume respecto a los otros que le llaman a él personalmente solicitando su entrega. El sujeto se forma vocacionalmente -llamado por los otros- y en proporción a los alcances de su responsabilización respecto a los otros e incluso respecto a su propia vida como entrega. Los sistemas sociales no se fortalecen por autoafirmación sino por la trascendencia de entregarse al otro; por su apertura. Como en el tabú del incesto, la alianza exogámica es la fuente de constitución y desarrollo de un sistema. El paradigma autopoiético de la autorreferencialidad debe ser superado a la luz del hombre como ser abierto y el impacto d la alteridad y la tríada en la vida humana. h. Interioridad, sabiduría y espiritualidad La interioridad es la estancia de lo infinito en la persona. No sólo es que el hombre tenga interioridad sino que dota de una interioridad al universo. La interioridad es la estancia de la singularidad y sus vivencias, del discernimiento y el diálogo con la realidad, de la hospitalidad al otro y de la trascendencia a su misterio. Parte de la interioridad también es el silencio: aquello que es pura espera, escucha, apertura, búsqueda. La interioridad incluye todos los procesos reflexivos, experienciales y perceptivos de la persona y es donde se revela vivencialmente la verdad, el bien, la belleza y el sentido. La interioridad es la estancia de la historia de amor del sujeto. Revela la naturaleza trascendente de la persona humana que todos los 60 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences procesos de apertura y diálogo con la realidad y los otros, formen parte de la interioridad. El carácter interior de esas relacione exteriores del sujeto pone de manifiesto al hombre como criatura abierta al infinito. La interioridad podríamos decir que es la estancia de lo infinito en la persona humana. La interioridad no es sólo un contenedor sino que a lo largo deposita una serie de disposiciones y experiencias que permiten al sujeto estar dotado de un espíritu con el que afronta la relación con lo infinito. También las comunidades poseen una interioridad: en las relaciones entre personas –no es su reducción distributiva a la suma de las partes sino en el hecho total del vínculo- hay una entrega común a los terceros que abre a la pareja, al grupo o al pueblo a lo infinito. El estudio del espíritu de los pueblos hace referencia al estudio de las relaciones entre cultura, sabiduría y espiritualidad. La espiritualidad es la vivencia de captar las mociones de los acontecimientos puros que aportan noticias. La espiritualidad consiste en una serie de disposiciones y métodos para buscar y captar los acontecimientos en su estado puro –sin mediaciones culturales-, experimentar sus mociones y comprender su significado. Hay distintas espiritualidades y la historia cultural de los pueblos ha ido formando en las comunidades distintas espiritualidades o metodologías espirituales: la capacidad para captar la interioridad de las personas, las comunidades, las cosas, el universo y el conjunto de la realidad. Las metodologías espirituales o espiritualidades hacen uso de todos los medios para una escucha y exploración de los acontecimientos y suelen formar parte de ella el arte, el pensamiento y la ciencia, la aventura o la religiosidad. La idea de espiritualidad abre a lo infinito pero obviamente no tiene por qué ser necesariamente teísta, aunque el carácter de apertura hace con gran probabilidad permanecer abierta la disposición o posibilidad de trascendencia. La cultura es un cuerpo estático que da cuenta del sentido en su conjunto. Más detalladamente, la cultura es la narración de un imaginario que relata las creencias, valores, sentimientos y experiencias en un sentido que los encarna históricamente. Un imaginario –expresión de Durkheim y concebido por Berger y Lukmann como universo simbólico- es una dinámica de iconografías porque en general en una sociedad conviven distintas iconografías o subuniversos simbólicos que tienen una dinámica compleja compuesta por procesos de conflicto, competencia, asimilación, fecundación, dominación, irrelevancia, convivencia, etc. El modo en que se combinan y dinamizan esas diversas iconografías forma parte de la estructura cultural y caracteriza el imaginario conjunto. Una iconografía es un sistema de iconos. Un icono es una representación compleja de un acontecimiento o una categoría analítica. En su vida cotidiana el hombre no piensa sentencialmente –mediante sentencias que se relacionan con una lógica sintáctica- sino que el hombre piensa icónicamente trayendo a su percepción y razonamiento iconos que asocia a los distintos acontecimientos. El hombre se relaciona permanentemente con acontecimientos puros a los que asocia mediaciones, pero con los que también entra en contacto directamente, sin mediaciones culturales como es el caso del constante curso de mociones internas de su propio cuerpo. Dichos acontecimientos son relatados de diversos modos por las personas y el conjunto de relatos institucionalizados alrededor de un acontecimiento forman un icono, que tendría la forma de un prisma de múltiples caras que relatan su interior de un modo propio. Pero todos esos relatos –un icono es un multirrelato- están conjuntados pese a que entre ellos existan juicios o explicaciones diametralmente opuestas. Todos los relatos institucionalizados forman parte del icono de un acontecimiento (una persona, un hecho histórico, una categoría, un concepto, etc.). Cuando esos relatos son comunicados o compartidos se convierten en narraciones: la narración es la comunicación de un relato. Pero, ¿cuál es la instancia donde una cultura incorpora nuevos relatos? Cuál es la reflexividad de segundo orden que actualiza, transmite, encarna y transforma el depósito de la cultura? ¿Cómo se articula la relación entre la cultura y espiritualidad que forma nuevos prismas experienciales de los acontecimientos? La idea de sabiduría viene a completar el cuadro. La sabiduría es el cuerpo de criterios y hábitos de discernimiento que desentrañan el significado de las mociones de la espiritualidad, lo ponen en diálogo con la cultura y dinamizan ésta cambiándola o actualizándola. La sabiduría es prudencia y permanente actitud de discernimiento y deliberación, así como creatividad y capacidad de traducción entre iconografías y dentro de cada icono. Sobre la sabiduría se descarga la tarea de poner en diálogo a la cultura con la realidad. 61 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Espiritualidad (búsqueda), sabiduría (discernimiento) y cultura (el depósito de contenidos que se porta fijo en la tradición) forman una dinámica que aviva la cultura y la hace trascender en la historia. Al conjunto del proceso que incluye las disposiciones espirituales, los criterios sapienciales y los contenidos culturales podemos llamarle en sentido amplio sabiduría o cultura o, quizás, sentido. Lo importante es que se puedan diferenciar esas tres instancias, que son cruciales para mantener vivas las potencias humanizadoras del propio hecho de la cultura. Cuando una cultura carece de espiritualidad se desactualiza, cristaliza y muere. Cuando una espiritualidad no se deposita en una cultura que poder portar por la tradición muere por ser ilegible. Cuando espiritualidad y cultura carecen de la mediación de la sabiduría se produce una escisión entre la cultura oficial y la sabiduría popular. La espiritualidad no es sólo personal sino que un pueblo o una comunidad puede formar y asentar una metodología espiritual concreta, afinada durante siglos o en la que introduce nuevos métodos para explorar la conciencia o la realidad. La espiritualidad es el fenómeno que requiere una mayor variedad de racionalidades, donde la razón roza el misterio y se hace capaz de contemplar desde el silencio y leer el propio silencio. El espíritu de un pueblo es la fortaleza de la espiritualidad que comparte. Alguien con mucho espíritu es alguien que arrostra la realidad y lucha por encontrar significados en la aventura de la vida. Un enorme desafío a las Ciencias Sociales procede de su apertura para integrar las racionalidades múltiples; para ser una actividad espiritual y para ayudar a la labor de discernimiento que le toca a la sabiduría. Las Ciencias Sociales tienen que reconsiderar la categoría de misterio no como un fenómeno a desecar sino como una característica de la propia condición humana y de lo infinito. El misterio no es sólo una parte todavía no explicada sino que es una estructura permanente de la realidad que es inagotable y con la que no cabe una pretensión de posesión sino una relación. La reconsideración de la categoría de espiritualidad nos posibilita un trato pacífico y creativo con lo misterioso. También es un reto a las Ciencias Sociales ser capaz de pensar más desde la presencia y no sólo desde la acción. En una presencia no estática en la que se dan las cosas mismas, se encuentran dimensiones de la realidad que permanecen ocultas cuando sólo se piensa desde la acción. A la vez, es necesario una Sociología del silencio o una Antropología del silencio, capaz de dar cuenta de ese fenómeno, en donde reside gran parte de lo humano. Finalmente, la atención a la interioridad, la sabiduría, la presencia y el silencio nos permite conocer lo que en la realidad, las personas y sus comunidades está todavía seminal, las potencialidades y lo emergente, la dimensión de adviento de la realidad que se espera. La Sociología de las ausencias y emergencias de Boaventura Sousa de Santos es una de las grandes vías de desarrollo de las Ciencias Sociales. i. Fundacionismo Uno de los principales problemas consecuencia de todo lo anteriormente expuesto es la fragilidad de nuestra cultura, lo cual hace más vulnerable a la sociedad frente a la manipulación. Es preciso un amplio programa fundacionista que evite la caída tanto en el relativismo como en el fundamentalismo. El programa fundacionista busca resignificar el mundo con un auténtico realismo que permita comprender la naturaleza de las cosas. La complejidad de esta cuestión no permite un esbozo en pocas líneas, así que sólo indicaremos las líneas principales. Un problema está en las tensiones entre razón natural, razón histórica y razón de origen. Los fundamentos de las cosas no tienen por qué haber mostrado su correcta institucionalización en un presunto estado de naturaleza y el hecho de que algo haya existido durante siglos (razón histórica) no lo autentifica como un hecho natural. Pero sin embargo creemos que existe una razón natural que anida en la condición que originó lo humano y dicha creación de lo humano sí tiene su propia razón: hay una razón original o una razón de origen que refundamenta la razón natural. Por otra parte, la razón histórica también aporta cierto criterio de veracidad si se es capaz de detectar cuáles con las constantes que históricamente forman los anhelos, necesidades y otros aspectos que son universalizables extendidos a toda la historia. La razón de 62 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences universalidad histórica o geográfica tiene consistencia como para formar parte de la deliberación como guía de investigación y criterio de autentificación. Posiblemente la realización adecuada de la razón original de lo humano no nos espere tanto en el pasado, en la fuerza de la costumbre o en el consenso mayoritario como en el futuro y en el progresivo descubrimiento de nuestra naturaleza. El auténtico desarrollo no es una huída del origen hacia el futuro sino una progresiva fidelidad al mismo. El segundo problema es que la refundamentación de las categorías cruciales de la vida social requiere un enfoque postconsensual. Es tal el dominio mediático sobre la conciencia actual que no se pueden garantizar las condiciones de libertad y rectitud que permitan una deliberación auténtica. Los criterios de plausibilidad y consenso –popular o académico- pierden credibilidad y conducen a tener que buscar nuevas fórmulas compartidas que permitan un mejor discernimiento y una fidelidad mayor a lo humano. Posiblemente el ajuste a resultados prácticos y la medición del propio desarrollo integral nos permita una mejor verificación de las categorías. En tercer lugar, el identualismo ha puesto el peso en el poder de la identidad de la que una persona o comunidad se dote, que en la veracidad de la misma respecto a la realidad. Ese pragmatismo identual –que en el fondo es un neoliberalismo del gran mercado de las identidades con una función de utilidad al servicio del mero contento del sujeto- imposibilita la búsqueda de la verdad sino que simplemente busca la consonancia cognitiva. La propia búsqueda de la identidad en el mundo moderno tiene que verse revisada para que realmente obedezca a una búsqueda de la verdad y no a la orientación al mero contento. Finalmente, a la vez, el fundacionismo exige la superación del occicentrismo y el dominio del aparato institucional de la ciencia occidental, que tiene sus intereses, selecciona moralmente sus objetivos y orienta políticamente sus aplicaciones. El fundacionismo obedece a un mandato capaz de integrar la gran diversidad auténtica y ser capaz de leer qué hay de original y universal en todas esas variaciones. j. Solidaridad histórica La dimensión histórica se ha redescubierto a la luz de la sostenibilidad. La sostenibilidad ha sustituido al progreso como concepto que guie el desarrollo de la sociedad. La sostenibilidad parte de una serie de aspectos originales de la vida que no se pueden poner en riesgo. La defensa de la vida en su integralidad es lo que la sostenibilidad pone en el centro del futuro demandando que todo el desarrollo esté al servicio de hacer posible la vida, especialmente allí donde esté más amenazada. Esa centralidad de la vida guía el desarrollo por solidaridad con las generaciones futuras. Pero también mira al pasado buscando justicia. La solidaridad histórica no sólo mira al desarrollo y progreso sostenibles en solidaridad con las generaciones venideras sino que también mira al pasado buscando acoger con justicia todo el patrimonio transmitido por las generaciones pasadas y comprometida con las causas pendientes de las víctimas. Las Ciencias Sociales tienen mirada histórica cuando se solidarizan con las generaciones futuras y con las pasadas. El primer compromiso pasa por acoger con fidelidad creativa lo mejor de la tradición: la escucha y acogida de lo que las generaciones anteriores han querido incorporar al patrimonio sapiencial de la humanidad. Dicho compromiso viene precedido y antecedido de la atención y solidaridad con las causas pendientes en las que las víctimas todavía demandan justicia. Esa misión solidaria y reconciliadora de la historia es consciente de lo que en el presente hay de pasado: practica la tradición inversa, llevar lo nuestro allí para resolver los conflictos cuya reconciliación está pendiente. Adoptar la mirada y causa de las víctimas cuyas causas están todavía pendientes permite reinterpretar el valor de la tradición y depurarla para transmitirla correctamente a las generaciones siguientes. Esa rectificación de la historia permite otra mirada sobre la propia realidad. La interioridad de la humanidad incluye todo su pasado y su verdadera naturaleza queda iluminada por la intrahistoria de las víctimas, que siempre permanecen pendientes de su justicia. k. Pobreza 63 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences La perspectiva de las víctimas no es sólo la regla de oro del desarrollo histórico sino que es el más profundo vértice epistemológico desde donde las Ciencias Sociales pueden contemplar angularmente la naturaleza y orientación de toda la sociedad. Recuperar la mirada histórica desde la pobreza no se refiere solamente a quienes sufren la injusticia o el mal social, sino a mirar la realidad desde la propia pobreza humana: desde sus limitaciones para poder hacer el bien, decir la verdad y vivir bellamente. Esa pobreza reconoce que nuestra libertad es pobre; que muchas veces elige mal y elige el mal. Es pobre frente al Bien; es pobre frente a la Verdad; es pobre frente al a Belleza. Es impotente, no puede, necesita, carece y no carece parcialmente sino primordialmente; no se basta en sí sino que necesita. Y lo que necesita no es poder sino que lo que necesita es al Otro. Desde la perspectiva de pobreza es desde donde se puede estar alerta a las mediaciones compartidas en las que se explota, domina, aliena y excluye al otro pervirtiendo lo que naturalmente debe ser una relación de amor. Sólo desde la sabiduría de la pobreza es posible comprender el la naturaleza, presencia y alcance de la esperanza. A la vez la pobreza nos dice que no hay máquina capaz de evitar el necesario compromiso de la persona en la historia y que no hay mediación que evite que cada persona viva la aventura que supone el drama de la condición humana con sus alegrías y calamidades, con sus gozos y sus sombras, con sus desafíos y tentaciones, con sus incertidumbres y revelaciones. La pobreza no es indigencia que hace imposible alcanzar la verdad, el bien y la belleza sino que afirma que sólo mediante la entrega personal y comunitaria al otro podemos realizar nuestra condición humana: pone fin a la fantasía de la omnipotencia individualista y totalitaria. Invita a pasar de unas Ciencias Sociales del poder a unas Ciencias Sociales de la relación o el amor. Invita a superar unas Ciencias Sociales del conflicto para incluirlo dentro de unas Ciencias Sociales de la reconciliación. Invita a transitar, como diría Adela Cortina, de unas Ciencias Sociales de los contratos a unas Ciencias Sociales de la alianza. La mirada histórica y compasiva sobre la realidad dotaría a las Ciencias Sociales de una misión más justa y de un conocimiento más veraz. l. Reinstitucionalizar las Ciencias Sociales Una parte importante del problema procede del tipo de institucionalización que se le ha dado a las Ciencias Sociales, lo que ha conducido a la departamentalización, al academicismo separado del complejo entramado de la razón pública –especialmente de los pobres y las víctimas- y del dominio que sobre el desarrollo científico ejercen los gobiernos y los financiadores que le dan forma y orientación. Eso conduce, por ejemplo, a una división del sistema social en subsistemas que más bien se corresponden con los intereses de las corporaciones que con la vida real: la división en economía, política, cultura y sociedad es tan artificial como poco fiel a la vida real de las personas y sus comunidades. Es precisa una mirada mucho más integrada y universal en la cual la especialización disciplinar no implique una división de la sociedad en subsistemas. La visión auténticamente ecológica todavía está pendiente. Las Ciencias Sociales deberían recomponer su comunidad de conocimiento incluyendo a aquellos tan pobres que no tienen acceso al poder de la ciencia, no pueden financiar para orientarla y no pueden participar en la deliberación pública con suficiente peso. La alineación de agendas y la perspectiva histórica y compasiva. Es preciso por un lado garantizar la autonomía y pluralidad de las Ciencias Sociales que la libera de servidumbres y de asumir competencias que no le son propias. El servicio a la verdad es la forma propia por la cual las Ciencias Sociales hacen el bien. Por otra parte es necesario recuperar la tradición de vinculación de las Ciencias Sociales a la sociedad civil haciendo que se democraticen los procesos de deliberación y decisión sobre la dirección de ésta, no mediante el establecimiento de reglas ni la estatalización de las decisiones sino por una mucho más intensa participación e implicación de la sociedad civil de un modo igualitario y atendiendo especialmente a la perspectiva de las víctimas y los que sufren, que carecen de los medios para estar con la presencia que les corresponde en la sociedad civil. A su vez es necesaria una nueva relación de diálogo con las comunidades sapienciales para participar en el complejo discernimiento social de la razón pública y poder enriquecerse del ciclo cultural dinamizado por la espiritualidad y la sabiduría. 64 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Asimismo, las Ciencias Sociales son un proyecto moral alineado con la solidaridad histórica; es un medio para lograr el desarrollo y progreso sostenible, lo cual no significará siempre innovación ni conservación sino fidelidad a la razón original de la condición humana. Pero como tal medio, las Ciencias Sociales están comprometidas a través de la verdad con la búsqueda del bien buscando creativamente en la interioridad de la comunidad alternativas posibles, liberar las potencialidades creadoras, el impacto de las ideas en el curso de las historias de amor de las personas y sus comunidades: las Ciencias Sociales están hechas para generar ideas que muevan el mundo. Finalmente, las Ciencias Sociales ponen en portada de la conciencia la crucialidad del amor, la alteridad y la comunidad para la condición humana: la relación con lo infinito que hace trascender al hombre hacia el otro. Para ello el hombre ha tratado de dotarse de las comunidades y mediaciones que sean fieles a esa naturaleza de amor infinito, empeño en el que frecuentemente hemos fracasado corrompiendo o poniendo en riesgo la vida humana. Las Ciencias Sociales estudian la razón original de las comunidades humanas y su desarrollo sostenible y son un instrumento imprescindible para poder alcanzar el desarrollo no sólo de la sociedad sino específicamente de cualquier otra ciencia. Por ello, igual que las Ciencias Sociales necesitan incorporar a su cuerpo la Filosofía y las demás ciencias, también es necesario que ellas estén presentes en los currículos formativos de las nuevas generaciones y en la praxis investigadora de las demás ciencias. 11. Conclusión Esta crisis, sus causas y nuestra forma de responder a ella, ponen al descubierto los cimientos abiertos de nuestra sociedad y nos han llevado a preguntarnos qué activos tóxicos han permeado el ejercicio de las Ciencias Sociales impidiéndolas ayudar a evitar la crisis. El pensamiento social institucionalizado en la Modernidad en forma de Ciencias Sociales vive una época de perplejidades tras haber participado en el proyecto postmoderno y contemplando sus limitaciones para poder orientar un modelo social que evite crisis como la que sufre nuestro mundo y que no es sólo una crisis económica sino social, política, cultural, religiosa y moral. Comprometida y desarrollada con la Modernidad, las Ciencias Sociales se plantearon tas la II Guerra Mundial intensificar su compromiso con la universalidad buscando ser capaz de trascender la propia Modernidad en que habían sido conformadas. Sabían que superar la Modernidad les llevaría con toda probabilidad a no parecerse a la forma institucionalizada que habían tenido en los últimos siglos y a que incluso pudieran transformarse en algo distinto a lo que llamamos Ciencias Sociales. El proyecto de superar cualitativamente la Modernidad hacia otra era se malogró por distintos motivos, algunos de los cuales los hemos examinado, pero no ha cesado su necesidad. La Modernidad está hecha para caducar porque el principio de universalidad impulsa a trascenderla incluso a ella. La Modernidad está hecha como puente para alcanzar una nueva era de universalidad y, por tanto, el impulso postmoderno anida en sus entrañas. Sólo en la medida en que las Ciencias Sociales sepan trascender su cuerpo de modernidad, podrán estar eficazmente al servicio de la Modernidad y de la humanidad. A lo largo de la historia de las Ciencias Sociales, existe una tradición que no siempre ha logrado ser compartida mayoritariamente pero que porta esa fidelidad al proyecto moderno de universalización. Escondida o desviada por su convivencia con algunos activos tóxicos o su sometimiento a ellos, ha impedido que las Ciencias Sociales den más de sí. Como Bauman pensamos que la perspectiva histórica y compasiva de la historia y el hecho paradigmático del Holocausto (que en sí fusiona simbólicamente los otros desastres de la guerra) es la inflexión necesaria para lograr las Ciencias Sociales que necesita la realización de la condición humana. Algunos de los principios postmodernos todavía necesitan ser desarrollados, depurados de otros activos que los entorpecían. A ello, la infomodernidad ha aportado otros que señalan en la dirección adecuada. Nuestra propuesta suma otros principios y perspectivas sin los cuales es difícil alcanzar la universalidad e integralidad. Nuestra propuesta da lugar a un enfoque no organicista del hecho social sino su consideración a la luz del amor –cuestión que suena propia de otros ámbitos pero que forma el acontecimiento original de lo humano y que es preciso poner en el centro de la encrucijada de las Ciencias Sociales-, ver los hechos sociales como comunitarios, vivenciales y reflexivos; poner la libertad en el núcleo de los acontecimientos sociales y descubrir su naturaleza moral; reconocer la primacía del rostro y la constitución vocacional de la persona y los sistemas; descubrir el mapa de la interioridad y las dinámicas de la espiritualidad y la sabiduría; emprender un programa fundacionista con una mirada 65 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences histórica y compasiva; y, finalmente una mayor raigambre en la Filosofía y reinstitucionalizar las Ciencias Sociales para que sirviendo mejor a la verdad puedan hacer el bien que le es propio. En un artículo largo es difícil incluir todos los puntos de la agenda de reforma universalista de las Ciencias Sociales, pero creemos que los puntos que hemos esbozado son cruciales. Lo que es claro es que debemos seguir preguntándonos cuáles son las Ciencias Sociales para el desarrollo humano integral y descubrir un nuevo pensamiento científico social. La pregunta que se formula la Federación Internacional de Universidades Católicas sigue abierta: ¿Qué Ciencias Sociales para qué Sociedad? Santiago de Chile, abril de 2011 66 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences REGARDS CROISES SUR LES SOCIETES CONTEMPORAINES : CONSTANTES, TENSIONS ET EVOLUTIONS Prof. Marie-Paul Dusingize, Université Catholique de Kabgayi, Rwanda REGARDS CROISES SUR LES SOCIETES CONTEMPORAINES CONSTANTE TENSIONS ET EVOLUTIONS Prof. Marie-Paul Dusingize16 Université Catholique de Kabgayi, Rwanda C’est avec grand plaisir que je me trouve parmi vous et je ne peux que remercier à Monsieur le Recteur de l’Université Catholique de Chile et l’Administration de la FIUC pour leur invitation, ainsi qu’à toutes les personnes qui d’une manière ou une autre ont collaboré pour que ces journées de réflexion et de partages soient au rendez-vous. La participation à cette conférence coïncide avec ma première année d’expérience dans l’enseignement dans une Université Catholique, après ma période de formation universitaire en occident. Lorsque j’ai reçu l’invitation de participer dans cette séance j’ai été contente mais en même temps j’ai été prise par une sorte de panique. Je me demandais ce que j’allais dire à cette assemblée qui en grande partie n’a vu l’Afrique qu’à travers les mass média. L’Afrique est une société multiple et multidimensionnelle, c’est dans ce sens qu’on y rencontre les différentes catégories comme l’Afrique du nord, la corne d’Afrique, l’Afrique Subsaharienne, l’Afrique centrale, Zones des grands lacs, L’Afrique du Sud, ainsi de suite. Ces sociétés sont à leur tour multiples et multidimensionnelles mais elles ne sont pas étrangères des unes des autres, elles entretiennent des relations et elles s’influencent mutuellement. L’Afrique actuelle traine entre la résistante force de la tradition et la et l’attractive force de la modernité. Ce passage qui en grande partie est imposé par la globalisation, a ses avantages et ses inconvénients sur le plan personnel, social, économique et politique. Le rythme de changement ou de 16 dusipaul@yahoo.fr 67 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences développement devant souvent suivre le modèle occidental, ne respecte pas toujours la nature et les habitudes des peuples africains. Ceci a comme conséquence que, souvent par rapport aux autres continents, l’Afrique est considère comme un tout surtout par le fait que les modèles et les stratégies du développement mis en acte dans ces derniers temps n’ont pas abouti aux résultats positifs - par exemple les indicateurs du niveau de la vie ont tendance à baisser plutôt qu’à s’élever si l’on considère que dans beaucoup de pays africains les indicateurs comme le Produit National Brut par habitat, la mortalité infantile, l’alphabétisation… ont stagné ou même chuté jusqu’à leur niveaux d’il y a quelques années. Cela se produit même actuellement en dépit des interventions de développement censées de favoriser l’accroissement alimentaire, fournir des services de santé accessibles à tous et à assurer aux nouvelles générations d’enfant une éducation meilleure. (Selon les estimations de la Banque mondiale, trois quart des pays qui risquent de ne pas atteindre l’un des objectifs fixés par les Objectifs de 17 Développement du Millénaire relatif à la scolarisation pour tous, se trouvent en Afrique) . Cette situation de précarité a tendance à s’accentuer dans le temps si l’on considère que le nombre d’Africains qui vivent en dessous du seuil de la pauvreté augmentera de 219 millions d’ici 2015. Ces indicateurs font que le continent africain surtout au sud du Sahara traine dans une crise perpétuelle de façon qu’il est difficile de parler de l’Afrique avec un ton positiviste ou optimiste, vu que souvent de chaque coin d’Afrique, de plus que des autres coins du monde les situations d’émergence nécessitant les interventions humanitaires se succèdent sans issues. On peut noter par exemple la préoccupation récente qui est due à la crise des pays du Maghreb après les récentes crises en Tunisie, en 18 Egypte et actuellement même en Lybie . Au de là de ces indicateurs classiques qui démontrent un continent en condition de précarité matérielle et humaine, une autre face triste du continent africain se caractérise par les crises humanitaires et les conflits violents. Certains conflits sont souvent oubliés par la communauté internationale et ceci fait que la guerre dans certains pays africains fait partie de la vie de tous les jours, même si elle occasionne les morts, les déplacés, les refugiés, les viols contre les femmes et les jeunes filles pour en finir avec la propagation du VIH. La conséquence de cette situation est que l’espérance de vie en Afrique est en baisse constante alors qu’elle est croissante dans pratiquement tous les autres continents d’une part, d’autre part les progrès dans le domaine de l’éducation et de la santé est minimal. Le financement de l’éducation ne semble pas intéresser les leaders africains, la grande partie du budget est destiné à la procuration des armes qui servent à sécuriser les détenteurs du pouvoir et leurs clans. Au de là de ces observations décourageantes qui désormais constituent l’image dominant et généralisé du continent africain au moment ou je préparais cette présentation, mes yeux sont tombés sur 19 un livre intitulé « L’humanité et le devoir de l’humanité. Vers un nouvelle destinée pour l’Afrique » . En parcourent les pages de cet œuvre j’ai récupéré mon espoir parce au de là de toutes ces difficultés, l’Afrique présente dans ce livre, l’autre face de sa médaille. L’Afrique n’est pas seulement un terrain de la violence et de la précarité humaine et matérielle, mais il est aussi riche en ressources humaines et naturelles mais surtout son peuple n’a pas perdu l’espoir. Il est possible de trouver un autre image de l’Afrique. L’image que l’humanité entier et donc l’Afrique inclus doit bâtir. Comme le dit l’Auteur de l’Humanité et le devoir d’humanité «Chacun de nos pays et l’Afrique dans son ensemble sont à faire ». 17 Cfr. MBUMBA S.T., L’humanité et le devoir de l’humanité. Vers une nouvelle destinée pour l’Afrique, L’Harmattan, Paris, 2010. 18 Cfr. NIGRIZIA, n.3, Mars 2011. 19 Cfr. MBUMBA S.T., op.cit 68 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences L’auteur fait noter que l’humanité entière ne peut plus se permettre de construire les rapports de la mondialiasation d’exclusion. Le plan d’action relatif au nouveau partenariat et nouvelles aides au développement pour l’Afrique adopté par les G 8 en est l’exemple. Cependant il faudrait que les nouvelles initiatives s’approchent à la restauration des peuples africains dans leurs capacités de choix. Il ne suffit plus de porter les aides mais il faudrait que l’aides visent à répondre à la souffrance et à la pauvreté des peuples mais surtout à restaurer les conditions d’exercice de leur liberté, de respect de droit humain et de l’autonomie. Il faudrait adopter une autre vision pour développer l’Afrique. Vouloir le bien de l’autre c’est essayer d’aller à l’encontre de sa sensibilité de ses priorités et de ses préférences. Il ne faudrait plus que les aides au développement ou aux actions humanitaires puissent devenir une source nouvelle de souffrance qui relie l’Afrique dans un cercle vicieux de l’endettement. Le temps n’est plus à ce mouvement éternel et infernal de l’endettement mais à un agir qui frise le devoir mais le devoir de l’humanité. En partant de ces réflexions du Professeur Sylvain Tshikoji Mbumba auteur de «l’Humanité et le devoir de l’humanité » qui donnent lieu d’espoir pour le continent africain, je reviens pour terminer mon intervention aux rôle de sciences sociales dans un nouvel humanisme. Je crois aussi qu’il est grand temps pour les sciences sociales d’accomplir activement leur devoir d’humanité. Pour la première fois quand j’ai vu l’objet de notre conférence, je me suis rappelé de ma première année en sciences sociales dans le cours de sociologie générale quand on nous disait que le rôle du sociologue est surtout celui d’étudier les phénomènes sociaux tels qu’ils se présentent et de s’efforcer à la conclusion de chaque recherche de formuler les suggestions vue que dans la plus part des cas les chercheurs en sciences sociales ne disposent pas le pouvoir d’action. Je crois que les recherches et leurs résultats en sciences sociales sont toujours nécessaires, mais ce qui est très important c’est leur utilité au service de l’homme et de la société. La formation d’un groupe sectoriel en sciences sociales pourrait en être une réponse dans la mesure où ce groupe pourrait se constituer comme une voix qui crie dans l’humanité pour que ces recherches et les suggestions qui les accompagnent ne soient pas seulement gardés dans les bibliothèques de tous es coins du monde mais qu’ils soient une phare pour un nouvel Afrique et pour un nouveau monde. Il nous appartient de faire un pas en avant pour que nos recherches et nos travaux ne se limitent pas à une phase de diagnostic mais qu’ils puissent aider à trouver une remède ou une solution. C’est un travail dur, ça reste toujours un devoir pour les Univesités en générale et d’une manière particulière pour les universités catholiques qui ont la mission de porter la science au service de tout homme et de tout l’homme. C’est un défis pour les Univesités catholiques dans leur ensemble, mais d’une manière particulière pour l’Afrique, où les Univesités catholiques doivent faire face aux contraintes socio-culturels, économiques, politiques et religieux. Mais cela ne devrait pas être un point de faiblesse mais plutôt de force pour nous, vue que les sciences sociales ont la particularité de naitre souvent dans les situations de grande émergence. Encore une fois je vous remercie. 69 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences UNA MIRADA DESDE AMÉRICA LATINA SOBRE LAS SOCIEDADES DE HOY: CONSTANTES, TENSIONES Y EVOLUCIONES Prof. Catalina Romero Pontificia Universidad Católica del Perú UNA MIRADA DESDE AMÉRICA LATINA SOBRE LAS SOCIEDADES DE HOY: CONSTANTES, TENSIONES Y EVOLUCIONES Prof. Catalina Romero20 Pontificia Universidad Católica del Perú 1. Cuatro notas del contexto actual Cuatro notas marcan el contexto en el que analizamos la realidad hoy. Vivimos en sociedades globalizadas, poscoloniales, posmodernas y pos secularizadas. a. El fenómeno de la globalización o mundialización. Hemos hablado de varios rasgos de esta época: la revolución tecnológica y de las comunicaciones, la expansión del capitalismo -en tanto procesos de producción y mercado- a casi todos los países del mundo con el debilitamiento de las fronteras estatales y de los estados nacionales como los entendíamos antes. La posibilidad de la co presencia en el mundo, viviendo al mismo tiempo lo que sucede en lugares muy distantes y desconocidos, compartiendo problemas y costumbres con personas de los lugares más diversos del mundo, gracias a la televisión y a las llamadas industrias culturales. Pero ¿qué es lo que compartimos? El Papa Benedicto XVI habla en Aparecida de la Colonización cultural diciendo que “Se verifica, a nivel masivo, una especie de nueva colonización cultural por la imposición de culturas artificiales, despreciando las culturas locales y tendiendo a imponer una cultura homogeneizada en todos los sectores. Esta cultura se caracteriza por la auto referencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable. (2007: 46) Sobra información y, sin embargo, “la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja. También se ha hecho difícil percibir la unidad de todos los fragmentos dispersos que resultan de 20 jromero@pucp.edu.pe 70 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences la información que recolectamos”. (Aparecida No. 36). Pero también dirá que “A las personas no les asusta la diversidad. Lo que les asusta más bien es no lograr reunir el conjunto de todos estos significados de la realidad en una comprensión unitaria que le permita ejercer su libertad con discernimiento y responsabilidad. La persona busca siempre la verdad de su ser, puesto que es esta verdad la que ilumina la realidad de tal modo que pueda desenvolverse en ella con libertad y alegría, con gozo y esperanza”. (Aparecida, 42). ¿Cómo acompañar este proceso de discernimiento y acción en este tiempo? También estamos desafiados por la conciencia de que el desarrollo tiene límites, se agotan los recursos naturales, se afecta la vida del planeta, se siente el cambio climático y se intensifican los desastres naturales. Finalmente, sabemos que los beneficios del sistema son para unos pocos. La pobreza y la desigualdad son el resultado de estructuras que crean injusticia nos recuerda el Papa Benedicto en su carta a los obispos en Aparecida:” Las estructuras justas son una condición, (y en oposición al marxismo y al capitalismo), requieren una moral individual para analizar las condiciones necesarias para que haya justicia, y no solo una moral común.” La globalización está acompañada por una nueva conciencia individual. La relación individuo sociedad que es tan central en las ciencias sociales, como tensión dinámica, hoy se presenta entre el mundo y el individuo, entre lo global y lo local, entre lo imposible de manejar y la posibilidad de decidir sobre todo en un entorno muy pequeño. b. Sociedades poscoloniales. Otra manera de aproximarse a la realidad es desde una mirada que parte de las sociedades que fueron colonizadas y su situación actual. América Latina forma parte de este grupo de sociedades, aunque estamos por celebrar los dos siglos de nuestras independencias. Pero es en el tiempo presente que se encuentran rasgos comunes en las estructuras de las sociedades que fueron colonizadas. En ellas se produjo una ruptura y que las refundó llevando a cambios muy profundos, desde el nombre de la nación hasta de la identidad misma de las personas que fueron subyugadas. Una consecuencia de esta visión es lo que hoy se llama la “contextualización de Europa”, particularmente interesante en lo que se refiere a la secularización como condición de la modernidad que trataré en la última nota. c. Sociedades Posmodernas Es una visión que surge por el desencanto con los ideales de la modernidad: la libertad, el bienestar, las utopías de la razón. El peso del individuo, de la subjetividad, del presente, y de las pequeñas historias o relatos, en oposición a los grandes relatos teleológicos, que se dice atentan contra la libertad de los individuos. Esta perspectiva tiene efectos negativos ya que tiende a fragmentar las viejas identidades, pero como en las otras notas, tiene también lados positivos: la búsqueda de otras formas de pertenencia, la recuperación de identidades adscritas frente a las adquiridas, en medio de un contexto de falta de sentido de la vida y de integración. d. Sociedades pos secularización Las sociedades pos secularizadas marcan el retorno de las religiones públicas. Las que recuperan un rol público después de haber sido privatizadas, reducidas a al individuo y su libertad de conciencia, perdiendo responsabilidad pública y capacidad de expresarse, y las que no se privatizaron. Como antes, también trae problemas, por los conflictos religiosos, la guerra de civilizaciones (Huntington). Pero también la importancia de prestar nueva atención a la religión, como lugar de producción de sentido de la vida, de encuentro con otros, de mirada trascendente desde la libertad de la persona y su proyección a los demás. 2. La mirada global cruzada desde América Latina 71 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Estas cuatro notas, marcan la complejidad de la época y también las posibilidades. Después de establecer esta visión general, analicemos la visión desde América Latina. La globalización está permitiendo el crecimiento económico en todo el continente, ya durante una década. Crecimiento basado en actividades del sector primario, pero en algunos países se está aprovechando para retomar alguna actividad productiva, aunque el sector más dinámico es el de servicios. Es un crecimiento con mucha desigualdad, campo en el que AL tiene una continuidad que nos recuerda el Papa en Aparecida, retomando la idea de violencia institucional, o las estructuras que causan injusticia. Solo que la continuidad se da porque hay cambios que no favorecen la prosperidad de todos, sólo la de algunos: en los procesos productivos, porque requieren poca mano de obra, y muy calificada, generando pocos empleos bien remunerados. Mucha actividad informal con muy bajas remuneraciones. Hay crecimiento, sin trabajo, es decir, no funciona el mecanismo de redistribución que conocíamos antes. La industrialización y el desarrollo de mercado interno, han dejado de ser una posibilidad para los países pobres, pero no así la urbanización, la educación y la atención a la salud, que los beneficia y permite el desarrollo humano. La desigualdad en América Latina es la más alta en el mundo, y aunque ha disminuido la pobreza en el continente, no ha disminuido la desigualdad. Y somos el continente más católico en el mundo. Es cierto que la “opción preferencial por los pobres, es uno de los temas en Medellín y en Teología de la Liberación, y que este es retomado en Aparecida, pero su impacto en la realidad todavía no se percibe. La globalización lleva a la co presencia, no solo a través de los medios de comunicación, sino con las migraciones. América Latina es uno de los continentes de donde salen miles de emigrantes, a todas partes del mundo, a Europa y Estados Unidos en primer lugar, pero también al Japón, y a Australia. La posibilidad de vincular lo global con el individuo, lo subjetivo, lo local, permite que algunos lugares, pueblos, ciudades escapen al destino nacional, y logren desarrollar, conectarse al mercado, atraer empresas, convertirse en marca producto, etc. Se recuperan las tradiciones, porque el mundo se iguala, y se buscan distinciones en lo étnico, lo tradicional, las identidades adscritas. Se recuperan y reconstruyen tradiciones culturales, indígenas, que se encuentran con corrientes posmodernas que las refuerzan. En América Latina también nos podemos analizar como sociedades poscoloniales. No neo coloniales, sino post. En los países con poblaciones indígenas, se vuelven a dar procesos de integración pero ya no a una sociedad nacional, sino multicultural y pluri étnicas o multi nacionales, como en Bolivia. En general en los países andinos y amazónicos se revaloran las lenguas indígenas y las comunidades nativas antes no reconocidas (los pueblos amazónicos en el Perú, por ejemplo, o en el Brasil). Esto es así porque lo colonial no se reduce a la presencia extranjera en nuestros territorios, sino a la mentalidad colonial heredada y reproducida cotidianamente en las jerarquías establecidas entre las personas, en la valoración de lo propio, en la responsabilidad de unos con otros, en las formas de solidaridad que hemos desarrollado. En América Latina la posmodernidad se expresa en la fragmentación, en la debilidad de la polis (el caso del Perú es patético en término de una democracia sin partidos políticos), en la fragilidad de sus instituciones formales, y la fortaleza de las informales. América Latina es un continente donde la fe en Dios es cada vez más importante, por ejemplo en países como Uruguay y México, donde la laicidad militante está extendida ha aumentado el porcentaje de gente que dice que Dios es muy importante en su vida así como en los otros países donde la encuesta mundial devalores encuentra esta respuesta. Pero a la vez disminuye la confianza en la iglesia, y se diversifican las religiones. La importancia de la pos secularización es que ya no se identifica secularización con progreso, aunque en los datos que tenemos son los países secularizados los que han progresado más. Nuevamente tenemos que analizar la relación actual entre creencia y bienestar, creencia y progreso, para todos con igualdad. Es en estas sociedades latinoamericanas con tantas oportunidades y recursos, con historias densas que hablan de grandes civilizaciones y culturas, pero también con mucha injusticia y desigualdad que las ciencias 72 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences sociales tenemos el desafío de explicar cuáles son las fuerzas de solidaridad que la cohesionan, y las que la fragmentan y dividen, cómo se relacionan las personas con las sociedades nacionales y globales, que fenómenos particulares se han institucionalizado y cuáles no logran hacerlo, entre muchas otras interrogantes que tienen que ver con nuestro futuro. 73 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences CROSS-‐CULTURAL GLANCES AT TODAY’S SOCIETIES: CONSTANTS, TENSIONS AND EVOLUTIONS Prof. Barnabe D’Souza Research Center of Shelter Don Bosco, Matunga, Mumbai, India CROSS-CULTURAL GLANCES AT TODAY’S SOCIETIES: CONSTANTS, TENSIONS AND EVOLUTIONS Prof. Barnabe D’Souza21 Research Center of Shelter Don Bosco, Matunga, Mumbai, India Introduction: The Constancy of Change It is often said that change is the only unchanging aspect of society. Constant change has been one of the most permanent features of modern society. I would like to stress historically the importance of the concept of, “Land” as being the sphere of domination in Asia (you may apply it to other regions too). Land and domination traditionally held by the Monarchy and the elite ruling class, changed with the economy of small peasant producers is an account of the period between the resolution of feudal class conflict and the formation of capitalist class relations. The clash between dominant classes culminates in the rise of a wholly new society and economy. The transition from feudalism to capitalism and subsequently to democracy have emanated from people’s movements against traditional symbols of dominance- land ownership. The Arab world had held back on this change as much of its ruling class had shades of this dominance. It is now playing catch up with the democratic world, any social science study would have predicted the strife for democracy going on in that part of the world as “A happening in waiting”. 1. The Middle East Crisis The present volatile situation in the Arab World, although likely to affect every key player in the region and every key issue, signals the entry of a new era of “people power” for the Arab protesters. These genuinely popular expressions of anger against a long time ruling elite, corruption, joblessness, denial of certain rights and the inadequacy of state services, have shown high level of involvement of youth, secularists and the educated middle class marking it as democratization need. The common man has shown 21 dsouzabarnabe@gmail.com 74 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences is non-identification with terrorism or a reluctance to be grouped into a volatile religious brotherhood to identify with a human rights brotherhood in a new order of a democratic world. At the root of the protests sweeping across the region is the Arab peoples’ widespread sense of injustice. The rights that the people of the Middle East are protesting for are the very same rights that democracies around the world hold dear. People in Egypt, Libya and Tunisia are striving for self-determination. To glimpse the nature of what can emerge, we should understand the rapidly changing social structure of Arab societies. Those societies are more educated, urban and connected than ever before. Due to the phenomenal growth of secondary and university-level education, literacy rates among the region's youths have skyrocketed in the past 40 years. The percentage of people living in Arab cities has risen by 50% in the same period. Analysts are concerned that any foreign military intervention may set the stage for later political interventions that may only bring increased suffering to the people- historical confrontations and interventions by foreign powers in regional interactions have always led to security issues and increasing militarization in the region. If misunderstandings between Iran and Arabs are resolved and the way paved for more profound cooperation between Iran and major regional actors such as Egypt, Saudi Arabia, Syria, UAE, and Iraq in the new Middle East, this would greatly change power structure and equations and have a great impact on emerging regional and international discourses. This will, undoubtedly, serve the rights and interests of regional nations, reduce interventions by transregional powers, and clear the way for the reconstruction and reengineering of the existing regional order. Moving from the Domination of Land ownership with the ruling elite. Land devolution has taken place through Urbanization in Asia. 2. The Real Estate Boom In Asia When the rest of the Western World was in a real estate crisis! "What crisis?” cried China’s hundreds of thousands of developers in both residential and commercial real estate, in unison with their counterparts in the rest of the region (with a few exceptions of course). The volume of transactions tells the story. With China inevitably making the pace through massive, economyboosting injections of mainly government-sourced funds, transactions have well and truly taken off again. The property boom is Asia-wide. According to the latest rankings compiled by the Urban Land Institute, the current top three cities for prospective real-estate investment are all in China. However five of the other seven are outside China. They are Seoul, Singapore, Mumbai and New Delhi. Other regional cities like Kuala Lumpur are working their way up the rankings. Today near most big Asian megapolises are satellite cities springing up, real estate developers are having a field day. With resources, roads, traffic, policing and the like being stretched in the main cities outer suburbs studies reveal are growing at 100% population every decennial. These new satellite cities are absorbing the new adult working class of the “old city” 30% but largely absorbing in 60+% of new migrants. Majority of whom are from the rural areas. Social science studies have helped individual countries cope better with these phenomenon.. To have better planned cities with affordable and equitable spread of resources; a more lateral rather than a vertical growth of structures in housing, jobs and allied services would decongest cities and their resource density issues. Studies have shown how reducing the Floor space index (FSI) can help this decongestion. These kind of ideas generate form a perceptive study of the social sciences that help understand society, its challenges and evolution. This brings us to another debate. Much of Asia has traditionally been an agrarian bowl, with families traditionally having small and marginal size land holdings. Several factors have led to the shift to migration or small towns getting highly populated and urbanized at a rapid rate. Change in weather, imports bringing in competition, Low pricing of farm produce, better livelihood opportunities in the cities and what have you. Globalization and the MNC culture has added to this change of an “Urban based Democracy”. Governments have not helped this cause either. 75 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Government Policy has been very urban biased, with emphasis on real estate, telecommunications, Finance - banking and ICT (information, communication, technology) in the urban sector. This has caused a Rural-Urban división. 3. Rural-Urban Divide New modes of communication such as the Internet have accelerated the pace of change in all not only Asian society. The extent of transnational interaction and its increasing speed make the current trend of societal change unprecedented. Because of the objective conditions in villages being different, change in village society in Asia is no different. The social structure in villages tends to follow a more traditional pattern: dominated by institutions like religion, culture and other forms of customary or traditional social practice which are strong. For these reasons, change is slower to arrive in villages than in towns. There are also other reasons for this. A variety of factors ensure that the subordinate sections of society have much less scope for expressing themselves in rural areas than their counterparts in cities. The lack of anonymity and distance in the village makes it difficult for people to dissent because they can be easily identified and taken to task by the dominant sections. Moreover, the relative power of the dominant sections is much more because in the villages, they control most avenues of employment, and most resources of all kinds. Hence the poor have to depend on the dominant sections since there are no alternative sources of employment or support. Given the small population, it is also very difficult to gather large numbers, particularly since efforts towards this cannot be hidden from the powerful and are very quickly suppressed. Thus, in short, if there is a strong power structure already in place in a village, it is very difficult to dislodge it. Shifts in power are thus slow and late to arrive in rural areas because the social order is stronger and more resilient. Change therefore is more evolutionary in villages. On the other hand, the city nurtures the individual. In its combination of anonymity and the amenities and institutions that only large numbers can support, the city offers the individual boundless possibilities for fulfillment. Yet it also imposes economic and social constraints on the individual imposed by his membership in social groups of various kinds. The city, too, fosters the development of group identities — based on factors like race, religion, ethnicity, caste, region, and class. In fact, the concentration of large numbers in a relatively small space intensifies identities and makes them integral to strategies of survival, resistance and assertion. Urban change tends to be intensive; Hence more, Revolutionary. The story of Asia is one of political and economic survival, in which political elites sought to legitimate their authority through the use of both traditional and modern symbols. Traditional communitarian values and the modern symbols of economic growth and materialism coexist in Asian political systems. The stability and legitimacy of Asian governments depend on the ability of political elites to balance these symbols. Slowly the standard traditional and modern symbols have waned in their effectiveness. Therefore, democracy as a symbol and practice brings opportunities to underrepresented or suppressed groups to be politicized and mobilized to provide new sources of legitimacy to these political systems. This has brought intimidating challenges and Tensions to pre-established dominant groups that have controlled official or subsidiary state apparatuses. 4. Three Misnomers In Many Asian democracies accused of corruption, the misnomer has been of the political elite and beauraucratic elite seem to share a belief that state is an arena where public office is to be used for private ends. With voices for transparency, accountability and Right to information becoming a public domain, This type of new Asian society is steadily catching up. A second misnomer is; With much of Asia getting included in the upward market economy, growth rates are peeking. Unfortunately high growth rates are associated with very closely with extremely widening inequalities in society. India from a very low economic growth rate has now the 2nd highest growth rate of 9% but its position on the HDI (Human development index) is 134 (the same as was 15 yrs ago in 1994). The agriculture sector is growing at 1% only while the economy at 9%. The agricultural sector that has 76 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences 65% of the population get 18% of the National Income share while 1% of India’s very rich billionaires get 57% of the National Income. They are determining India’s place on the international stage. Which brings us to the debate on Poverty alleviation and a third misnomer, that the best solution to poverty alleviation is government programmes and subsidies for the poor. Not all have access to market based opportunities. Social science studies have proved such programmes have only maintained the poor in poverty. Inadequate infrastructure perpetuates inequity, inequality and disparities both social and economic. Growth and investment in infrastructure, education, health, water, electricity, markets, legal and financial systems, information and technology is the answer. Availability of correct readable and useable data (much of government data is too vast and unfathomable) helps planning, policy and guidance to investment decisions. Decentralization is important for progress and growth. The 3 “Fs” Funds, Functions and Functionaries make services for poverty alleviation technically effective with accounting and accountability. 5. Thus the need arises to Evolve an Equity Agenda While political scientists have predominantly focused on the need for distributive action as a means to achieving a democratic society, economists have largely paid attention to monetary indicators such as food prices, growth in sectors, employment at the national level, etc. Some social scientists have argued that national policies are irrelevant in dealing with poverty as regional resources and social practices hold sway over households’ efforts to remain out of poverty. Socio economic reality, political process of decision making and their relational dynamics are necessary in understanding efforts of the State in achieving a fairer distribution of resources and services to its citizens. There is a need for a combination of strategies to improve equity: Which brings me to a suggestive Equity Strategy in Asia that could include: • A combination of instruments which can guide structural change in lagging sectors (e.g agriculture, health, infrastructure, education, manufacturing ). • A combination of preventive policies and supportive policies to ensure that households come out of poverty and those who are not in poverty continue to remain out of it. • A combination of universalization of some services while developing a targeting perspective which is geographical /regional at poverty hotspots. • Empowering Provincial or Local Governments in terms of revenue and financial management. • Selecting an approach which is a combination of demand driven and supply driven funding for developmental programmes. The effort to redistribute wealth and ensure equity is hampered by the impracticability of actually weakening the absolute position of those who command a disproportionate share of wealth and power. The alternative is to start with a series of measures that will enhance the capabilities and social standing of the very weak. This move has the potential to add to the common good without simultaneously generating opposition as it will help the poor make the best use of tangible income opportunities, made available through creation of assets at the household level and linkages to a wider market. Ensuring the poor equal access to public goods and services as well as augmentation of their livelihoods and security can shore up the deficits in the capabilities of the poor and vulnerable, paving the way for increasingly equitable and effective participation in development and have a voice in the determination of its content. Delivery of growth mechanisms will only be equitable if all actors viz. state, regional, local institutions, the marginalised and civil society play a participatory role in decision making and implementation. This brings us to the importance of Knowledge in such economies what is termed as: 77 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences 6. ‘The Knowledge Divide’ The power that earlier came from possession of land is now giving away to the power of knowledge and that is what divides the world today. Knowledge divide is an expression of the unequal geography of global capitalism. Despite the ongoing knowledge explosion, entire nations and millions of individuals, particularly in the Asian developing world, are ill-equipped to be part of an emerging global “information society” due to factors such as inadequate education, social and political exclusion, and sheer lack of financial resources. Most knowledge about these countries and the transition societies is still produced outside the region to which it pertains. The capacity to benefit from knowledge is governed by two basic elements: the ability to acquire and to apply knowledge that already exists, and the ability to produce new knowledge. The unequal production and distribution of knowledge is widening the knowledge gap between highly productive and less productive countries. The role that knowledge now plays in all human activities is so critical that the concepts of development and progress need to be redefined in terms of the capacity to generate, acquire, disseminate and utilize knowledge. The presence or absence of this capacity constitutes thus a crucial divide between rich and poor nations and societies; between those parts of the world in which individuals have the potential to decide and act with autonomy, and those in which people are not yet empowered to realize their full potential as human beings22. In a network society that is characterized by structural inequality, there is a tendency of centralization of information, knowledge, and power, the already powerful gain more and more (material and immaterial) resources, hence based on a divided social structure, knowledge gaps would be likely to grow. Thus, despite extension of communication and markets, such a society will be characterized by polarization and structural inequality, with much less chances of participating in economy, polity, culture and technology. The solution lies in creating avenues, bridges and linkages through which poor populations can breach the gap that perpetuates their economic, political and socio-cultural marginalization: establishing equity through a process of social and financial inclusion within the context of a global knowledge economy. Herein lies the huge role of Social science research and the University Academia. 7. Evolution of Social Science in Asia and Government Policies Global unipolarity has affected social science today. The ever changing complexities of the modern world compel us to confront anew those issues of identity and multiculturalism that have long been at the centre of public debates as well as academic discourses. Social scientists today are faced with a plethora of issues that demand re-analysis and comprehension at various levels- from the individual, cultural groups to larger societies as a whole. Celebration of difference, respect for pluralism, recognition of ethnic and minority status and the avowal and redefinition of identity are matters that every society is in its own way grappling with today. The trickle-down theory of globalization and liberalization has failed and has – as is evident from a number of studies – instead reinforced the existing patterns of inequality and injustice. Focus has shifted from ‘development’ to ‘development with a human face’. A discourse on ‘inclusive development’ has emerged as an important theme of social science research. . Over the last two decades, the leaders and governments of South Asian countries, have time and again reiterated the need to develop knowledge-based economies and create knowledge societies by investing in human resource development. Creation of a knowledge based economy has developed into a cultural and social process as well. Social science knowledge differs from other fields of knowledge in so far as it constructs an image of society and social processes. Personal preferences of authors and gatekeepers, like 22 Sagasti, F.R. The Two Civilizations and the Process of Development. Prospects, Vol. X, No. 2, (1980), pp. 123139; “International cooperation in a fractured global order,” Impact of Science on Society, No. 155, Vol. 39 (1990), No. 3, pp. 207-211; “Cooperation in a fractured global order,” New Scientist, 14 July 1990; and “Knowledge and Development in a Fractured Global Order,” Futures 78 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences peer reviewers and editors of journals, officials of funding organizations, international organizations and government agencies have a decisive impact on what social science knowledge is produced and added to the global fund of accessible knowledge. Governments in Malaysia, Indonesia and Singapore have visions of developing a knowledge-based economy and a knowledge society as a way to achieve parity with Western nations. India, Malaysia, Indonesia and Philippines are dependent upon foreign sources. Conclusion The importance of social sciences depends ultimately upon overall planning strategy. The political philosophy by which a (government) university operates, the pattern of its outreach (political power), and the current stage of development are all key factors in shaping its reaction to the social science. The University is seen requiring a facilitating role (controlling hand), for the social scientist to have more opportunities in his research and publications. A partnership with government apparatus can help realize its innovation goals, governments must take a leading and proactive role to encourage commercialization of such research. What is needed is vigilance about and calculation of the asymmetries of power and an open-ended reflexiveness that overcomes boundaries. There must also be the recognition that the object of our research – the human subject in society – is singular and exceptional, a conscious being who remembers the past and who can imagine make his future. 79 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences HUMANIST CONSTRUCTIONISM Prof. Rita Bichi Catholic University of Milan HUMANIST CONSTRUCTIONISM Rita Bichi23 Catholic University of Milan The society that we can see today is a society that presents the features of fragmentation and has contributed to the large spread of subjectivity. The disappearance of the absolute faith in the great modern stories, a 'critical' separation that the person has taken against the collective and all-encompassing worlds seems to have removed, at least as it regards the West, the possibility of a further abdication of subjectivity. The rights granted and the individual freedom of expression now seem to postulate for a person who does not want to surrender his or her own identity. Yet, this achievement does not automatically fit into a positive or advantage under the profile of the “true sense” of life and living. Freedom is an absolutely necessary condition for the dignity of the person, but left to its own devices, it remains, that is to say, pure and auto-referential negative freedom, unable to give an answer to the question of the sense and security in its ontological and psychological dimensions. As a result, the person who lives in a fragmented society is most often always free, but because of exactly this the person is often lost, anomic, needy and searching – often subconsciously – for a guide. The fragmentation, in other terms, alludes to a new rewriting. A rewriting that cannot any longer be considered like a restoration of the status quo represented by modern society since it is totally absorbing and detrimental to that freedom which today appears essential. This rewriting will have to be then realized starting from the individual and collective freedom. It deals with the overcoming and reconcilement of a synthesis which is positive and had a theory (modern societarian society) and anti-theory (fragmented society) which means a new reuniting of order and freedom. This is the question posed by Habermas – and from him all the thinkers that have questioned the future of social solidarity - when he tries to think of the post-national constellation and the conditions of a new social order and even Taylor, that beyond having acutely picked and defined in terms of the contemporary society fragmentation, has also pointed out a way out from this. 23 E-mail: rita.bichi@unicatt.it 80 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences To this end, Italian Sociology at the Catholic University of Milan proposes an approach called humanist constructionism (CU) (Cesareo – Vaccarini 2006), inside which the concept of person comes to the surface. The approach ‘constructionist-humanist’ has its horizon of theoretical reference in the current of contemporary sociological thought named ‘social constructionism’ (Corcuff, 1995), and it is arranged inside the track already traced by scholars such as Simmel (1998; first ed. 1900) and Schutz (1979), and by exponents of the Symbolic Interactionism, engaged in underlining the necessity of not excluding the action of the individuals, the dynamic springing from their symbolic exchanges, their representations and their categorical systems. At the same time, it is intended to capitalize on the suggestions of those scholars who even more recently, tried to elaborate theoretical models able to link among themselves systemic and structural approaches with sociologies of action and social interaction. We are referring specifically to Giddens (1991a; b), Elias (1988, 1990) and Bourdieu (1987; 1994, 2003a; b) who, moving from the analysis of the structure, are progressively brought in on the shore of action (structuralist constructionism) and to those of Elster (1995) and Berger and Luckmann (1964) who have instead carried out the reverse (phenomenological constructionism). ‘Constructionism’24 conceives the social reality not yet as a natural reality, and as such “given” once and for all, and then by nature unchangeable, as well as like an organic reality and mechanically bound, that dominates the human subject through its ‘objectivity’. On the contrary in this approach, social reality constitutes a combined articulation of historical constructions, which means products resulting from the daily activity of ‘construction’ and ‘reconstruction’ carried out by human beings. These are therefore engaged as active protagonists of the social construction in virtue of their reciprocal interaction. As underlined by Caillé (1998, p. 47), the origin of social life is not in fact the individual in itself or a Society holistically understood, but rather the interaction among concrete individuals which is to say between people. Human beings become the architects of the construction of social reality in that they project externally their own subjectivity which comes from within, ‘constructing’, for example, behaviour models, values, material and non- objects, discoveries and inventions. More precisely, human beings re-structure their objectified social structure, pre-existing and ‘constructed’ by previous generations in the sense that social forms inherited from the past are produced, acquired, and in the long run found to be problematic and in various degrees overcome, that is to say ‘deconstructed’. In other words, they are transformed or eliminated, while other social forms are invented and more or less long lastingly stabilized. The CU, moreover, distances itself from the position supported by those who hold forth that social reality is only or prevalently a representation. They come to this conclusion only because they do not consider the mechanisms of objectification, materialism and stabilization of this same social reality. The representations contribute obviously to the construction of social reality, but they don’t exhaust it. The CU distances itself also from these who, on the opposite side, reason in a positivistic frame, considering relevant only the phenomenon in its real external-objective dimension, and consequently ignoring the search for meaning, which belongs to the cultural-interior-subjective sphere. Turning back to the dichotomy objectivity-subjectivity and real-ideal, CU establishes therefore an approach that differs greatly from idealism as well as from positivism. This approach, in addition, does not limit itself to the constructionist epistemology, but proposes a ‘humanist constructionism’, in which the adjective ‘humanist’ indicates that the human being participate in the construction of the social reality not as an individual but as a person.25 The sociological distinction 24 With the term ‘social constructionism’ Corcuff (1995) designs the common denominator of a plurality of theories (among which stand out those of Giddens, Berger-Luckmann, Bourdieu, Elster, Elias) that affirm the polarity and above all the circularity of the social action and structural categories connecting systemic and structural approaches with action sociology of social action and interaction. 25 This our acceptance of person needs to be compared with that present in the dramatist and philosopher-theological tradition. Such a notion is primarily accepted that a singular entity, unique (uniqueness denotes that the singularity of the person is not casual, replaceable, but it is rich in meaning and therefore in its own right absolute), and as such separate and able to be distanced from the environment (man was created unum ac singulum – unique and singular: Agostino (1989, p. 252). This unique singularity of the person: a) is presented in contemporary terms in the actions 81 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences between these concepts is clear. The concept of “individual” is abstract and general, in the sense that ‘abstracts’ the human being from his ability to relate and considers the same being in his generality. The intellectual fortune found in the concept of being human as an individual is historically connected to ‘individualism’ considered a distinctive trait of modernity (Watt, 1998). It is indisputable that modernity brings a decisive improvement of the condition of human beings in terms of dignity, liberty and evergrowing acknowledgement of individual and collective rights. At the same time, however, modernity has favoured the fact that human beings are more often taken into consideration based on general categories rather than for the concreteness of their specific individuality, which refers to a determined context and a specific network of interpersonal connections. This has resulted in men and women becoming basically interchangeable, becoming a-historical units in the ambient of political, judicial and economic systems. On the other side, the concept of person is concrete26 and particular (Selznick, 1998, pp. 88-89), in the sense that it considers the human being in her existential quality that makes her a unique person, identified by his history and his social connections, structurally open therefore to relating to another and to the reciprocal acknowledgement that is implied by this ability to be open (Cesareo, 2004b, pp. 8-9). The person is therefore intrinsically and jointly historic and relational27, since she is inserted in a time context of a social and cultural nature (e.g., a chain of generations and a ‘tradition’ that, in the way in which he continues to be creative, makes him a ‘living being’) (Mac Intyre, 1988). In short, one becomes a person only if she is within a relationship based on mutuality (Ricoeur, 1990). The CU does not only attribute therefore an evident protagonism to the person, who must constantly face limits and conditioning, but – always distancing itself from deterministic approaches – it recognizes a potential capacity for de-conditioning as it has been seen throughout human history28. To reason sociologically considering liberty is an arduous task that imposes one to see and reconsider the social reality in light of its complexity. However, at the same time, it is an operation that is considered absolutely necessary in order to avoid that the same scientific activity may become jointly responsible for the creation of an environment hostile to fell the development of the person. The challenge of fragmentation and the problem of subjectivity also regard in fact the social sciences called, on the one hand, to obviously maintain one’s own intellectual honesty, and on the other, to recover their own ‘critical’ vocation. This is the mission that a sociologist who puts at the centre the person wants and must carry forward. The first step in this direction is above all to recover a gaze which avoids the division, in theorizing, of those same components that for an authentic re-composition must be necessarily put in relation, namely the social structure and social action. Components that, as highlighted by Margaret Archer, are distinct and property powers, both indomitable to each other, which in order to be mediated, require the crucial intervention of the reflexive deliberation of humans. This specific attention is able to avoid that sociology falls into its old and new pitfalls along its path. A sociologist who puts the person as a focal point of reference and articulates his theoretical establishment around the founding idea of the person’s uniqueness, relationship building, his/her history and concreteness has an obligation to face also important questions that open up to a necessary process of transformation of a conceptually established methodological approach either up to date and adequate. that is undertakes – as the dramatist etymology suggests in terms of ‘person’ that is always dramatis persona: a subject, whose identity and destiny are inconceivable beyond the actions that are taken in life; b) is presented in the relating to the others by itself, rising above the intrinsic separation of its singularity; the form most common of this relating is the attention towards others. In light of this definition, the distinction is clear between the concept of person and individual. The latter is fundamentally singularly auto-sufficient; consequently in the concept of individual the relating is an extrinsic-instrumental element. 26 «According to us, the base of the social fact is to look for oneself only in the human individual considering its concreteness and in its non rescindable origin» (Sturzo, 2005, p. 6). 27 On the relevance of relating, see Donati (1991). 28 The capacity of people to resist conditioning can emblematically be seen through the cases of German concentration camp prisoners; even though they were subjected to brutal ‘brainwashing’, they were able to save their own freedom of thought if not that of action. 82 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences The first question that emerges from this reasoning relates to the possibility of defining which knowledge is possible for a sociology of the person. The epistemological problem, as already seen, concentrates itself on the specific quality of the person, that of concreteness in the moment in which the concept becomes propriety, attributing to a real object the ontological qualities of an abstract object. with this passage, the particular -that which follows the uniqueness of the “complex person”- remains within the possibility of knowing the social science and becomes instead inescapable focus inside which one constructs any type of theoretical-interpretative-methodological frame (broadly intended) and then also the technical frame regarding therefore directly the procedures of observation. The person is unique, and as such, cannot be deprived of his complexity nor of his own being immersed in a definite time period in which he lives and co-constructs the social forms. If the end of a sociology of the person is the production of theory able to interpret the reality of human association in an adequate manner, reaching therefore a knowledge that separates itself from the particular to get to the general – in any case, inevitably situated – it is also essential that this process develops itself without the ex ante abdication which characterize the approaches centred on the individual. One of the immediate consequences of this structuring regards in fact the refusal of generalization mechanisms typical of a sociology epistemologically focused on the individual, founded on an atomistic vision that de facto separates definitively persons (but even also individualities) from the results obtained by the researcher. To demonstrate this would be enough to stop thinking about the principles that are at the base of the construction and use of the data matrix, the main place of an analysis of social reality starting only with the individual as an individual unit. A powerful instrument, the matrix, that allows to use the strength of the statistical language, but which can work only in the oblivion of the characteristics of the unit person: his uniqueness, his relationality, his history and his concreteness. The generalities so obtained suffer, therefore, from the loss of the qualities attributed to the person. How can we face then the necessity to assume a diverse unit of analysis by not reducing the persons that contribute to constructing social worlds to mere individuals? In a sociology of the person, any phenomenon analyzed, even those related to the social institutions, civil society and all of the organized collectivity, expect attention in applying a method that does not weaken that values that must be recognized in the person. Thus, interpretation, comprehension, meaning, and sense are the reference words of this problem, without taking care of what there is a strong risk to produce analysis without a foundation in the experience as it is experienced and lived by the persons -on which experiences, on the contrary, analyses must be built upon. A further question regards the possibility to reach a knowledge that may be more largely shared to the ends to which science, since its birth, has always turned. Science, as F. Pardi remembers, has accurately distinguished between “the notion of objectivity, understood in the naturalistic sense as that which is designed on the basis of an observative and empirical language, and the subjectivity as that which is not already considered from the point of view of the same observative language, but that of the subject» (Pardi 2004: 136). «The "man" becomes, as on the objective side, a natural animal, while he becomes on the subjective side, a symbolic and maybe spiritually animal irreductible to scientific explanations of a positivistic kind» (ibidem). The contradiction may seem irreconcilable and ultimate the cleavage: the person, considered in his uniqueness and placed at the centre of observation, and therefore as an analysis unit, could it give way to a knowledge that does beyond subjectivity? This last question, concerning the problem of the production of a knowledge not limited to the subjective (starting from both the subjectivity of the researcher and from that of the persons who live and construct the social worlds examined), but which aims at creating a generalizing frame of thought, shared and/or shareable regards closely the principle of the CU that considers the externalizing as a dialectic process between human activity and the objective social construction and between experience made up of meanings and values and products of this experience. 83 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences This circular relationship between internalization – human action – externalization is the centre of the CU from which comes down the methodological possibility to identify the objects peculiar to its possibility to know: the historic-social phenomena defined in their uniqueness. In this sense, the personalization, or the contribution to the process of research of the vision of the world of persons that act by contributing to the construction but also to the reproduction of societarian phenomena, comes naturally back into the cognitive process, and gives place not to the renunciation of an objective knowledge, but instead to the construction of a self-aware knowledge (following Mills 1995), of what the cognitive business implies, in the critical exchange of a shared strength where the person-sociologist plays a part, and enters into the relationship with the world he studies. The persons explain, discuss, give a sense to their experience, re-construct connections and models, evaluate and compare in function of their social becoming. The persons express their «reflective intentionality», considered as the operation to give meaning to a lived experience, as a come back to themselves, starting from the experience of the others. This operation is necessary for this experience to emerge at the time present into conscious knowledge, being communicable in the experience (Bichi, 2002). The self-representation of one’s own past action considered in its reflection, quoting Weber, is a conceptual knowledge of the Erlebnis that «never ever […] forms a real “repetition” or simple “photograph” of its contents; since it is always Erlebnis, translated in “object”, which reaches perspectives and connection that are not “aware” in the Erleben» (Weber, 1958). The person then is considered able to realize the production, reproduction and regulation of the mechanisms and social processes by passing – with evidence – through the life of concrete persons and with his own person at the center of attention. On the other side, as Schutz affirms (1974): «the significance is in the change of the ‘self’ towards the time already lived through personal experiences», that is such exactly because it is for being the product of acting/behaving, and therefore only intelligible retrospectively. The significance, in other words, is such only if it is the fruit of reflection. In this last view, therefore, an experience, as it is communicated in relation, loses its indefinite complexity and becomes the result of a mental operation, an interpretation that reflects, produces and reproduces sociability. Beyond that, according to Schutz, the sociologist may make use of the fact that «in a simple gaze, there is the possibility to gather also the stranger’s social experiences on which the other does not carry out any self-reflexion, and therefore, they remain for him pre-phenomenic and not well defined» (Schutz, 1974). There is, however, a discord between the “voice of the person” (emic) and the "voice of the science” (etic).29 In this way, and above all, how is the sociologist – the voice of science, but also himself a person – able to understand his counterpart? This theme was addressed by Schutz (1974) in his Phenomenology. According to Schutz «every real understanding of the other is founded on acts of auto-interpretation of those who understands» (Schutz, 1974). «In this interpretation plays certainly a role the entire experience that the interpreter has relatively with the one that poses the sign and to those schemes and habits expressed to the latter one; every consideration of the subjective sense remains of all of the pre-knowledge regarding the one who poses the content sign in a now-and-therefore of the experience of the one who interprets. Such pre-knowledge increases constantly through the retentive conservation of the experiences made contemporarily or almost- to the position of the sign». The pre-knowledge which Schutz speaks about includes the taking-for-granted, that supply of knowledge of the interpretation, which is used as an “interpretative scheme”, in that place and in that moment; and also: «the objective contents of meanings of expression, as "ideal objectivity", as well as the grand systems of literature, science, myth etc., in which they condense, have a specific function in the interpretation of 29 Here is how Byrne and his colleagues (1995) define emic and etic: «On the side of emic the phenomenal distinctions or “things” are made through the oppositions and differentiations that are relevant, meaningful, real, accurate or considered in some other sense appropriate by the same people.[…] The assertions etic are based on the phenomenal distinctions considered appropriate by a community of scientific observers» (Byrne et al., 1995). 84 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences the meaning of others’ behaviour. It is in fact informational data like interpretative schemes30 for every interpretation of meaning in others’ behaviour» (ibidem). The understanding is therefore linked to the conditions of the here and now, the occasional meaning, but also to the entire discussion and the objective sense. In the case of the sociologist, then, the preknowledge includes the system of science, paradigms and conceptual schemes that he has accumulated over time. Between the common everyday observer and the sociologist, there exists this different way of putting oneself in the act of understanding which enables him the operation of generalizing abstraction, which is the goal of his work. Be - says Schutz - «S the meaning that participant A puts with his behaviour K. In addition, this behavior K manifests itself in an external course that B (an observer of A in daily life) and C (a sociologist) must all interpret. The action K can be understood by B as well as C. Thus, they both put a meaning on the external course K, which they interpret as an index31 of life experiences of A» (Schutz 1974: 45). Thus: «the interpretation [of the course of K], even if carried out by B and C and therefore relative to them, occurs regularly according to objectively given schemes» (Schutz, 1974) What Schutz wants say about regards the passage from the subjective sense to the objective sense of the action. How then can the “subjective sense” be combined with the necessity of the sociologist to act “objectively”? «As a typifing experience», responds the author, «sociological experience is a unity of objective sense even when its typical object is a nexus of subjective sense (that is to say a course of consciousness of an ideal personal type))» (ibidem). So, the sociological conceptualization distances itself from reality but as «a non contradictory insertion in a nexus of subjective sense» (ibidem). It is the principle of the adequacy of sense, already theorized by Weber (1999: 10) like a connection of typical sense, «consistent with the usual habits of thinking and feeling», that open up the possibility of a causal explanation, therefore being a necessary presupposition of all sociology that bases itself on the understanding forming hypotheses through judgements of possibility that are corroborated. It deals with therefore a causation type based on the general rules of the experience within an explicit scheme which is hypothetical and thus conditional, indispensably linked to all the conditions operating in the phenomenon studied. One can this way consider the adequacy of the causation by analyzing a succession of processes according to the rules of experience, and exploring the possibility that it unfolds in fact always in a similar way: «the establishment that a certain observable process (internal or external) follows another process (or rather it presents itself together), according to a rule of probability in a determinable way, and in the ideal case – rarely occurring - formulated in quantitative terms. A correct causal interpretation of a concrete behaviour indicates that the external course and the motive are seen as consistent, and at the same time, meaningfully intelligible in their connection» (Weber 1999: 10). As it concerns the process of generalization in the prospect of the sociology of the person – and particularly of the CU – it is now clear the inescapable unity of it with the concrete possibility of typical objectivity in the study of the social phenomena. It is in the typification, of Weber and then Schutz that is in fact possible to retrace the abstract process necessary for the achievement of a knowledge that one wants inviting the generalities but that must consider the concreteness of the person: the type possesses in fact in itself either the ability to abstract from the subjectivity and the prerogative to be able to be compared with the empirical reality, the reign of the concreteness and thus of the history and uniqueness of the persons that reproduce it in order to describe and understand it - as Weber would say - through the causal attribution. The CU in its methodological and technical variations, manifests itself of a peculiar heuristic importance in the task of understanding and explaining contemporary societies, where the complexity and the speed of 30 «A scheme of our experience is a significant context of our life experiences thus far lived, which identify the objectivity of the experience already formed in the lived life experiences, but not as to the formative process, in which the lived life experiences were formed in the objectivity of the experience» (Schutz, 1974) 31 For index, Schutz intends, like Husserl, “any object or state of things, whose existence is directly known by somebody, that is for this person the index of the existence of other objects or states of things, in the sense that his conviction of the existence of the first is lived by him as a reason (and more specifically as a rationally unfounded) in order to believe in the existence of the other or to suppose it” (Schutz, 1974) 85 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences change seem to invalidate the traditional abilities of sociological interpretation; it is able in fact to accept, in a research design that is circular and continually implemented by the urgings of the field, either the permanence of the relatively stable elements, and the effervescence of what is new and different. Even the whole architecture of the research process, and its fundamental ways of proceeding, accept the CU position in an abundance of ways being a deductive and inductive approach open to making the theory in itinere, in the field in which there remains a fertile possibility of abduction and thus, on the whole of the formulation of hypotheses that, in this way remain possible to corroborate. Research design open and circular, conscious, inter-subjective and critical use of old and new techniques of data collection, and theory built at least in part in itinere leaving open the possibility of the emerging of the unexpected, able to produce typologies - the CU poses as a modus of social research that, even though already experimented, waits to be ulteriorly put to the test. Bibliography AGOSTINO DA IPPONA 1984 I monaci e il lavoro, Città Nuova, Roma 1968 Le confessioni, Zanichelli, Bologna. 1989 La città di Dio, Cisalpino, Milano. ARCHER, M. La conversazione interiore. Come nasce l’agire sociale, Erikson, Gandolo. ARDIGÒ A. 2006 Famiglia, solidarietà e nuovo welfare, FrancoAngeli, Milano. ARENDT, H. 1987 La vita della mente, Il Mulino, Bologna. 1989b «Vita activa». La condizione umana, Bompiani, Milano. 1989a Le origini del totalitarismo, Comunità, Milano. 1992 Il concetto di amore in Agostino, SE Srl, Milano. 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I International Conference IFCU-‐Social Sciences 88 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences LES REPERES ET LES ASSISES DU TRAVAIL SOCIAL ASSOCIE AUX SCIENCES SOCIALES VISANT LA CONSTRUCTION DE SOCIETES ALLANT VERS UN NOUVEL HUMANISME Prof. May Hazaz Université Saint-Joseph, Libano LES REPERES ET LES ASSISES DU TRAVAIL SOCIAL ASSOCIE AUX SCIENCES SOCIALES VISANT LA CONSTRUCTION DE SOCIETES ALLANT VERS UN NOUVEL HUMANISME Prof. May Hazaz32 Ecole Libanaise de Formation Sociale, Université Saint-Joseph, Libano INTRODUCTION Un des anciens de la Cité dit : « Parles-nous du Bien et du Mal. Il Répondit : Je peux parler du bien en vous Mais du mal, je ne peux rien dire. Qu’est le mal, sinon le bien Torturé par sa faim et par sa soif ? Vous êtes bons lorsque vous vous maintenez Dans l’unité avec vous-mêmes… Vous êtes bons lorsque vous vous efforcez De donner de vous-mêmes ! » (G.K.Gibran 1923) 32 mhazaz@usj.edu.lb 89 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Ces quelques phrases du livre du « Prophète » de Gibran Kh. GIBRAN, m’ont accompagnées tout au long de ma vie, et plus tard dans mon parcours professionnel de Travailleur social… Le hasard ou la providence ont bien des secrets… De ma rencontre avec l’Ecole libanaise de formation sociale, à Beyrouth où j’avais fait mes premières études supérieures, j’ai compris qu’on n’entre pas dans le champ du social comme on entre en finances… Ainsi, ma vie d’étudiante dans le climat des années de mai 1968, et par la suite ma vie professionnelle d’intervenante et de superviseur (1970-1978), d’enseignant-chercheur (1980-1998) puis de directeur (1998-2010) ont accompagné de très près la trajectoire de cette institution unique et singulière qu’était l’Ecole libanaise de formation sociale. Aussi, pour partager avec vous cette riche expérience, et répondre à l’interrogation de l’Université catholique sur la place et le rôle des Sciences Sociales – ciblées ici sur le Travail Social – dans la construction d’une cité allant vers un nouvel humanisme… ma présentation se fera en quatre points: 1. 2. 3. 4. d’un bref historique de cette institution, de sa mission, ses réformes, ses programmes ; les réponses du Travail Social aux impératifs de la mondialisation ; l’ambiguïté, les limites et les défis du Travail Social face à la montée des incertitudes ; les repères et les assises du Travail Social associé aux sciences Sociales visant la construction de sociétés allant vers un nouvel humanisme. 1. L’Ecole Libanaise de Formation Sociale (ELFS): bref survol historique, mission et vision Fondée en 1948 par le Congrégation des Religieuses de « Jésus Réparateur », l’ELFS est reconnue d’utilité publique la même année par l’Etat Libanais. En 1978, elle est officiellement rattachée à l’Université Saint-Joseph (USJ) de Beyrouth, au sein de la Faculté des lettres et des sciences humaines (FLSH), date importante de son histoire, car en tant qu’institut supérieur de formation au Travail Social, elle est habilitée et autorisée à délivrer : • • • une Licence en Travail Social, option : o Service Social, Animation Sociale, Education spécialisée ; un Master professionnel en Travail Social, option : o Ingénierie du développement communautaire o Ingénierie socioculturelle de la jeunesse et de la citoyenneté o Expertise en intervention et médiation familiale o Counseling socio-éducatif un Master recherche en Travail Social qui a permis aujourd’hui, après une série de réformes, d’audits et de consultations à intégrer l’Ecole Doctorale « Sciences de l’Homme et de la Société » (EDSHS) au campus des sciences humaines. Cette grande réforme a permis à l’ELFS d’offrir un programme doctoral avec un diplôme de « Doctorat ès sciences humaines : option Travail Social », au même titre que toutes les autres disciplines telles que la sociologie, l’anthropologie, l’histoire, la géographie, la philosophie, les lettres etc. Mais ce développement, et cette évolution dans nos programmes ne nous a pas fait oublier notre mission première celle de former des professionnels de l’action sociale, une mission dont l’exigence première est de « … rester à l’écoute de son temps » (O.SARA, 1998), une formation éminemment humanitaire, solidaire de la condition humaine… vouée au respect de l’être sans aucune compromission quelles que soient les circonstances (M. NALTCHAYAN, 1998) visant la Socialité, c’est-à-dire, le vivreensemble dans l’harmonie à atteindre entre l’individu et son environnement. Mission, qui dès le départ s’est 90 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences inscrite dans la charte de l’USJ, adhérant aux valeurs de la démocratie, affirmant le droit à la différence, à la libre expression, oeuvrant contre toute forme de discrimination ou d’exclusion… Mais, comme le reconnaît le Recteur émerite de l’USJ, ; le Professeur Sélim ABOU, ce que l’ELFS pouvait apporter aux autres disciplines de la faculté, c’est ce lien vivant entre «la logique du terrain et celle des concepts, entre la pratique et la théorie », cette ouverture des départements « aux besoins concrets de la société, aux mentalités des diverses catégories de la population, aux problèmes et attentes de leur vie quotidienne… » Et l’ELFS, dans sa vision du futur, privilégie pour toutes ses formations un processus fondé sur des options pédagogiques telles que le tutorat, l’alternance et la transversalité et le partenariat. Elle opte pour un enseignement interactif et attribue à l’étudiant – dans ses cycles – un rôle principal et une responsabilité dans l’élaboration de son projet de formation. Dans son approche d’ouverture, l’ELFS a su développer des partenariats tant à l’échelle nationale et locale avec différents Ministères (plus particulièrement celui des Affaires Sociales, de la Justice, de la Santé, de l’environnement, de l’Intérieur et des Municipalités), plusieurs ONG, dont elle a été soit l’initiatrice, soit le soutien et qui sont devenues pour plusieurs les terrains de stage privilégiés… comme elle a su promouvoir des partenariats à l’échelle internationale, concluant des conventions ou des accords interinstitutionnels avec : • • • d’autres Ecoles de Service Social (Université Laval, Université de Montréal, QuébecCanada) ; d’autres Instituts régionaux de Travail Social (tel l’Ecole de formation des Animateurs sociaux et l’Institut Social Vauban à l’Université Catholique de Lille, France) ; d’autres Hautes Ecoles de Travail Social en Suisse Romande. Par ailleurs, il faut noter que ces partenariats, ont vite dépasser le niveau de la formation et la pédagogie, concrétisé par l’échange de professeurs ou d’étudiants pour enclencher une autre dynamique : a. Celle du partage d’expérience avec : o « Intersocial », réseau informel euro méditerranéen de Travailleurs sociaux (1999-2011) ; o l’Association Internationale Francophone des Intervenants auprès des Familles séparées « AIFI » - Divorces et gardes des enfants (2000-2009) ; o le Service Social International « SSI » - Adoption, expertise familiale ou médiation (2001-2010) ; o l’Association Internationale pour la formation, la recherche et l’intervention Sociale « AIFRIS » (2007-2011). b. Celle du renforcement identitaire : o en maintenant l’adhésion active de l’ELFS aux trois grandes Associations internationales, celle du regroupement des Ecoles de Travail Social (AIETS – IASSW) de la Fédération Internationale des Travailleurs sociaux (FITS – IFSW) et de la Conférence internationale de l’action Sociale (CIAS). c. Celle de la participation active de l’ELFS aux divers projets de recherche : o la plus importante et la plus longue avec la Fédération Internationale des Universités Catholiques (la FIUC) qui dure depuis 1999 et jusqu’à date, portant particulièrement sur la problématique de la toxicomanie avec déjà trois publications… o Celle avec les Hautes Ecoles de Travail Social, de Genève, Lausanne et Fribourg dont le sujet portait sur « Les regard croisés sur les formations et les pratiques en animation socioculturelle au Liban et dans la Suisse Romande » (2007 – 2010). 91 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences o Celle qui a été proposée à l’ELFS par le Ministère libanais des Affaires Sociales via le Conseil Supérieur de l’Enfance et portant sur « Les enfants de la rue ». 2. Les reponses du travail social aux imperatifs de la mondialisation Il n’y a pas de doute, le monde change autour de nous et, à une vitesse excessive. La multiplicité des informations qui nous arrivent par toutes formes de medias (TV, Internet, face book, Twitter, tel le cellulaire, le IPAD…) au lieu d’enrichir notre connaissance, risque de provoquer la confusion ou l’indifférence si on ne prend pas le temps de les classer et de les ordonner. Cette profonde mutation des sociétés touche toute la planète. Que serait-ce donc pour le Liban ? Ce petit pays de 10.452 km2, convoité par ses deux voisins, laissé à la dérive, et dont les échanges commerciaux occultes, la corruption, le système capitaliste libéral à outrance, l’inexistence d’une politique Sociale globale à l’égard des plus défavorisés et surtout le manque d’un projet de société font qu’il a du mal à maîtriser tout ce processus de mondialisation socio-economico-culturelle. Mais la mondialisation, comme l’affirme avec lucidité Jacques DELAPORTE (in Thivierge, 2000) « n’est ni une fatalité à subir, ni une espérance à célébrer. Elle est une évolution à maîtriser, précisément afin qu’elle puisse porter, pour le plus grand nombre possible d’hommes et d’abord pour les plus pauvres , des fruits de justice et de paix… ». Paix et Justice, deux concepts-clés dans la finalité du Travail Social, deux mots qui sonnent lourd, qui semblent venir de loin, comme un rêve ou une utopie, tant notre société libanaise se retrouve obnubilée par des enjeux géo-politique et par une réalité de plus en plus individualiste et économiciste : réalités qui se manifestent par : • • • • • les profondes inégalités et les écarts entre les différentes couches de la population, et l’appauvrissement généralisé, l’endettement de la classe moyenne… ; l’errance des jeunes dans les quartiers à risques, puisant dans les diverses dépendances une recherche de sens à leur vie ; la standardisation des modes de vie à travers la diffusion d’une standardisation culturelle et qui tend à occulter les spécificités de la culture libanaise ; la dislocation des familles et la fragilité des relations dans les couples avec son lot de séparation et de divorce et de violence domestique… ; les deuils, destructions et déplacements forcés suite aux guerres, et l’ingérence étrangère et les crispations géopolitiques de la région. Tout ceci nous a fait prendre conscience de l’importance et surtout de l’urgence à saisir certaines réponses possibles du Travail Social. Les réponses sont venues diversifiées : a. certaines étaient d’ordre académique et pédagogique telle la réforme du programme du premier cycle, introduisant une nouvelle option celle de l’Animation sociale (1997) et de l’Education spécialisée (2004) ; La création d’un département de formation continue (1996) visant, non seulement à dynamiser les connaissances issues des formations initiales, mais à répondre à la mouvance du terrain par des méthodologies d’actions appropriées telle « l’Intervention auprès des personnes atteintes d’un trouble mental », « La migration : réalités et enjeux » ; « La médiation et la résolution des conflits » ; « La solidarité internationale : orientations, enjeux et limites » (2007-2008) ; « L’action volontaire et l’intervention dans les situations d’urgence » ; « L’éthique dans la relation d’aide » (2008-2009) et par la mise sur pied de D.U. (des Diplômes universitaires) axés sur « La prévention et la réhabilitation de la toxicomanie », « La santé communautaire », « L’intervention auprès des jeunes en conflit avec la loi » ; b. D’autres relevaient d’une approche de recherche avec des équipes multidisciplinaires et en partenariat avec l’ACDI, la Ford Foundation ou la FIUC et le Conseil de la recherche 92 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences de l’USJ, portant sur « Les conditions de vie des populations déplacées par la guerre au Liban » et qui devait aboutir au terme de quatre ans à un colloque international et à plusieurs publications (1991) ainsi qu’à la création par l’Etat libanais d’un Ministère spécialisé pour les déplacés. A partir des années1990, l’ELFS réalise des recherches sur le terrain dans les domaines de « La délinquance juvénile » (1991-1993), « La maltraitance des enfants » (1995-1996), « La construction de nouvelles approches en toxicomanies » (1996-1998). Deux autres recherches menées également sous l’égide de la FIUC ont pu être finalisées et publiées, l’une portant sur « l’Université et le développement communautaire : une unité d’approche dans la diversité des pratiques » (1999-2002), l’autre portant sur « L’insertion socioprofessionnelle des personnes ex-toxicomanes au Liban : perceptions, réalités et défis » publiée en 2009. c. D’autres ont pris la forme d’une réponse à l’urgence de la guerre de juillet 2006. Dans une lettre poignante, le Recteur de l’USJ, le Professeur René CHAMUSSY, en accord, avec tout ceux de la communauté universitaire qui se sont investis, corps et âme au service des plus démunis, et que la guerre avait brisé, décide de donner à l’année 20062007 un cachet tout à fait particulier « L’Opération 7ème jour » est née ! six jours durant, on étudie le 7ème Jour, ce sera le temps pour un don, un signe de générosité, un moment de solidarité pour le Liban à reconstruire… encore une fois ! avec les instances de l’Etat et d’autres de la société civile, l’USJ et à travers elle l’ELFS, tente de se poser en tant que collaborateur soucieux tout à la fois de la formation de professionnels que de citoyens « prêts à s’exercer au profit de ceux qui viennent de sombrer dans le chaos et la misère » encore une fois. C’est ainsi, que des cellules ont été mises en place groupant enseignants, personnel administratif, anciens et actuels étudiants dans les diverses disciplines, ou groupé dans des équipes transdisciplinaires, la cellule du Développement Social, dont j’étais responsable, s’est fixé comme objectif « Former pour mieux reconstruire le Liban de demain », formation de tous les acteurs sociaux professionnels ou bénévoles à « L’intervention sociale en situation de crise et d’urgence ». 2006- 2007,… 2010-2011, les années passent et ne se ressemblent pas. L’Opération 7ème jour continue mais a pris un nouveau visage, un nouvel engagement plus près de ceux laissés pour compte comme les prisonniers incarcérés à Roumieh. Aussi, ces réponses spontanées aux impondérables du contexte spécifique du Liban, montrent et confirment les riches potentialités du Travail Social et sa souplesse à répondre soit par des actions pilotes, soit par la formation, soit par la recherche. 3. Les ambiguïtes, les limites et defis du travail social face a la montee des incertitudes Mais ceci dit, on ne doit pas négliger l’autre réalité du Travail Social à travers le monde. Le Travail Social est une jeune profession, caractérisée par une multiplicité et une diversité de visages. Sa définition, selon R. LECOMTE (2000 : 21) révèle une interrogation constante quant à ses fondements, sa fonction, son objet. On ne peut qu’être frappé par ses diverses conceptions aux divers moments de son histoire et dans la multitude des pays où il se pratique. Les premiers pas des missions philanthropiques à caractère confessionnel, furent remises en question (dans les années 1950-1960) par ce qu’on a appelé « les tenants des approches dites professionnelles » ; Quant à ses dernières, elles ont été, elles mêmes l’objet de critiques sévères de la part des féministes et celles par la suite « des approches dites – militantes » (autour des années 1970-1980). Par la suite et jusqu’au début des années 2000, d’autres débats ont eu lieu. Et là, on ne peut oublier les deux numéros spéciaux de la revue ESPRIT, intitulé « Pourquoi le Travail Social ? » (1972) et celui de 1998 intitulé « A quoi sert le Travail Social ? » Par ailleurs, les années 2000 apporte aussi leur lot d’interrogations, celles « des ambiguïtés de l’intervention Sociale face à la montée des incertitudes » comme le soulignait Robert CASTEL, lors d’un entretien en 2009… Celles des tendances, ou des orientations dans la conception que l’on se fait chacun de la profession : Est-ce un Art ou une Science ? Une Technique ? Une Profession axée sur le fonctionnement Social des individus ? Une profession analysant les transactions individu-société ? Est-ce une semiprofession (selon H. BOURAMIA, 2006) ? Est-ce une discipline pratique ?... (R. LECOMTE, 2000). 93 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Jamais un champ disciplinaire n’a été aussi contesté et remis en question ; mais à mon avis, c’est cette fragilité et souplesse qui le rendent si riche, si dynamique et si désirable… Ces remous que certains qualifieraient de saines interrogations mettent les Travailleurs sociaux face à de grands défis : a. Dans l’actualité de ces dix dernières années, plusieurs chaires de Travail Social, des groupes de recherches ou même des regroupements professionnels, ramènent en avant de la scène, la question de l’autonomie, et tout autant celle du contrôle social. De ce fait, les Travailleurs sociaux se trouvent dans leur pratique au quotidien, confrontés à une main mise du répressif sur le Social et à des pressions toujours plus fortes et plus nombreuses de la part des autorités soucieuses de le amener tantôt à contrôler, tantôt à dénoncer plutôt qu’à accompagner et aider les personnes ou les groupes ou collectivités en difficultés… On observe et ce dans divers secteurs, surtout ceux ayant un lien avec des problématiques lourdes et multidimentionnelles comme celles de l’immigration, des sans-papiers, des réfugiés, celles concernant la toxicomanie, la prostitution, l’aide à la jeunesse… une tentative d’instrumentaliser des Travailleurs sociaux afin de mettre en place ou de renforcer de telles politiques publiques à visée sécuritaire ou de contrôle. (F.C.SS, 2004) b. Par ailleurs, les pratiques des Travailleurs sociaux, les tâches qui leur sont confiées ne se réfèrent dès lors plus, aux balises fondamentales du Travail, et ne respectent plus les normes et règles du Code de déontologie. Travailler au sein de partis politiques, au sein d’entreprises familiales. Travailler dans un contexte politique autocratique, ou au sein d’administration ou d’ONG avec lesquelles on ne partage aucune vision, ni valeurs… Toutes ces émergences sont inquiétantes à bien des égards car elle touche le Travail Social au plus profond de sa professionnalité, son éthique et son adhésion aux valeurs humanistes. Les défis à relever sont de taille si les Travailleurs doivent se poser certaines questions : Qui fait quoi dans ce champs du Social ? Quelle est la mission nouvelle du Travail Social ? Quels types de formations aux métiers du social ? c. Ces pratiques émergeantes inquiétantes nous amènent à penser au troisième défi lancé aux Ecoles de formation au Travail Social. Comment intégrer ces analyses et ces mutations de la société dans les programmes de formation initiale et continuée ? Comment préparer les futures générations de Travailleurs sociaux à vivre et à composer avec cette complexité ? Comment les soutenir dans un positionnement professionnel innovant et résistant ? Comment accueillir les demandes pressantes des politiques publiques qui visent à rationaliser l’aide… et les besoins pressants des populations assoiffées de plus d’humanisme? d. Quel est le référentiel des compétences dont il faut doter les Travailleurs sociaux pour jouer leurs rôles – non seulement de révélateurs des problèmes, non seulement d’accompagnateurs de personnes, familles, groupes fragilisés par tant d’incertitudes et d’instabilité. -‐ Mais plus d’intervenants soucieux de retrouver en soi l’Agir Collectif (A.SIMONON) capables de repenser la cohésion de nos sociétés pluriethniques, de l’alternative du Vivre-ensemble dans la réparation du lien Social, et dans la conviction profonde que nous faisons tous partie d’une même « identité terrienne » (E. MORIN) loin du racisme, de la xénophobie et de tous genres de mépris à l’égard de l’Autre… qui vit à proximité ! -‐ Former des Travailleurs sociaux spécialisés du développement social et économique intégral et intégré : o oeuvrant pour une économie solidaire sans but lucratif qui s’inscrit autant dans l’économie marchande que dans la mobilisation des ressources bénévoles ou non… o aptes à mobiliser et organiser la vie en collectivité ; o habilités à gérer et manager des entreprises à caractère Social ; o capable de Travailler en multidisciplinarité ; 94 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences o soucieux d’influencer les politiques Sociales et publiques vers un plus grand Bien Commun. Pour cela quatre axes nous semblent prioritaires : -‐ Une formation qui développe les compétences professionnelles à l’Agir Collectif ; -‐ Une formation qui développe l’esprit scientifique critique et objectif ; -‐ Une formation qui développe le leitmotiv de la solidarité ; -‐ Une formation qui développe une stratégie prospective (M.HAZAZ ; 1998). 4. Les reperes et assises des sciences du travail social visant la construction des societes allant vers un nouvel humanisme Oui ! Les sociétés changent… Le Social bouge ! Tout ce questionnement du et sur le Travail Social ne rejoint-il pas l’objet ultime des Sciences Sociales et humaines, plus particulièrement dans leur analyse sur l’identité, la culture et l’interaction individu et société ? Et si on regarde plus près de nous, et qu’on essaie d’analyser ce que ces premiers mois de l’année 2011 ont provoqué comme remous… pour ne prendre que l’exemple du séisme et du tsunami au Japon, l’exemple des révoltes des peuples du Maghreb (Tunisie – Maroc) et du Monde arabe (Egypte, Libye, Bahreïn, Yémen, Jordanie…). Nous ne pouvons pas ne pas reconnaître le fait que « Ce processus de mondialisation de la communication qui affecte les réalités planétaires se manifeste par la mise en contact de chacun avec n’importe quel point de la Terre… » (G.R. THIVIERGE ; 2000). Ce processus est en marche et on est tous concerné tant son impact est immédiat, autant dans l’espace que dans le temps. Ainsi, pour le Travail Social et les Sciences Sociales la Proximité change de cap! Et la Culture d’ouverture. Trois auteurs, contemporains ont également chacun à sa façon essayé de nous mettre en garde contre ce que Amine MAALOUF (2009) a appelé «Le dérèglement du monde », ce que Ignacio RAMONET, avait déjà décrit comme « Les convulsions du monde » (1999) « où l’aire du chaos généralisé ne cesse de s’élargir englobant chaque fois plus de pays à la violence endémique… où le fossé des inégalités ne cesse de se creuser… » Jamais dit-il nous n’avons vécu une telle abondance, dans une opulence aussi indécente. « Chaque année trente millions de personnes continuent de mourir de faim : Pourquoi ? Parce que dans certains pays, la faim, le viol, l’immigration sont devenus une arme politique. C’est désormais et ici l’homme qui affame son autre frère et non seulement les forces la Nature Edgard MORIN (2009), le père de la Pensée Complexe, nous met en garde contre les innombrables domaines d’incertitudes que les sciences nous ont révélées et la nécessité d’étudier les immenses ruptures qui accroissent l’isolement des personnes en société : Dérèglement, convulsions, ruptures, seraient-ils les trois concepts-clés à retenir pour les Sciences Sociales et le Travail Social afin de comprendre, expliquer, analyser et agir avec et sur le monde dans lequel nous vivons ? M. Ervin LAZLO (2009 économiste et membre du Club de Rome et haut responsable à l’ONU – prétend que « Le chaos a une vertu restructurante et que peut-être des jeunes éclairés pourraient restructurer le monde à leur façon » (in Oj. JP KHOURI, 2009). Pourrait-on imaginer que ces jeunes éclairés soient issus des Sciences Sociales et du monde du Travail Social ? La réalité de notre temps réclame effectivement des regards croisés, une activité académique, globale et transformatrice de la part de tous. Le Travail Social est prêt à apporter sa propre et spécifique contribution, en lien avec la vision engagée par l’Université catholique à travers le monde, vision d’une société plus juste et plus humaine. Mais comment et avec quels repères ? a. Un regard croisé de Sciences Sociales et Humaines et du Travail Social, doit pouvoir maintenir et renforcer cet ensemble de questions sur la condition Humaine au premier rang desquelles figure celle de la Liberté… Il n’y a pas d’Humanisme sans la passion des libertés afin d’éviter qu’elles et il ne deviennent un ensemble de techniques de manipulations des personnes : 95 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences « La Liberté n’est pas seulement le bon plaisir ; ce n’est pas non plus la simple faculté de choisir, la Liberté c’est d’abord la faculté de formuler le choix, ensuite celle d’en débattre et enfin celle de choisir. C’est pourquoi, il n’y a pas de liberté sans plus grande raison… » (C.W.MILLS, 178 in JAVEAU :1994) b. Respecter en tant que disciplines connexes les règles fondamentales d’une démarche scientifique et empirique afin d’être dans une perspective de production commune de connaissances, d’instruments de propositions généralisables ou transférables… et qui ne relèvent donc pas de la simple croyance ou intuition. Production destinée « à résoudre des problèmes sociaux et à prendre conscience de la solidarité existant entre connaissance et intérêt » (J.Habermas : 1978, 211) ; c. Reconnaître que les Sciences Sociales sont avant tout un discours… Un discours non seulement sur la liberté humaine, mais aussi et surtout à notre époque sur le changement des sociétés. Et si les sociologues prétendent mettre « de l’ordre dans le désordre du Social », ceci pourrait-il permettre aux Travailleurs sociaux d’approcher la réalité de manière plus rationnelle et pourquoi pas plus raisonnable ? d. Permettre aux nouveaux mouvements sociaux aux approches nouvelles tel que la médiation, « l’empowerment », ou le développement du Pouvoir d’Agir (DPA) l’approche de droit ou de réseaux… « de re-féconder le Travail Social, à condition que les acteurs individuels ou collectifs, ne soient pas réduits au rôle de clients ou d’assistés… » mais reconnus comme titulaires de droits et assujettis de devoirs, rassemblés et dynamisés dans un nouveau pacte Social de citoyenneté » (A. MARCHANT ; 2002) au même titre que ces femmes libanaises issues des milieux défavorisés et que j’ai interviewées dans ma recherche de Doctorat : leur souhait : « Etre reconnues comme sujet singulier soucieuses du Bien commun » ; e. Reconnaître, pour les Sciences Sociales et encore plus pour le Travail Social que la question Ethnique est devenue centrale. Selon Robert CASTEL (2009) « La question de la discrimination négative c’est-à-dire de ne pas être traité comme un citoyen ordinaire risque de mener au communautarisme. La dimension ethnique est à prendre en compte… ». Devenir dans sa propre communauté ou son quartier, un petit agent de relais ou de médiation n’est pas dédaigner… mais si on disperse ou morcelle le Travail Social, dans des politiques de décentralisation à outrance ou dans la création d’une sorte de corps semi ou para-professionnel, pour ne s’occuper que de sa propre communauté ne risque-t-on pas d’enfermer ces derniers et d’encourager un processus de ghettoïsation qui serait l’effet pervers du Travail Social ? f. Réaffirmer pour les Sciences Sociales et le Travail Social, et avec courage et fierté – mais sans provocation – notre appartenance à nos racines catholiques et notre adhésion aux valeurs chrétiennes, afin de réconcilier nos universités catholiques avec le discours philosophique sur les vertus, et faire que toute Action Sociale, tout enseignement, toute recherche soit un témoignage de Paix et d’Espérance . Beyrouth, mars 2011 Bibliographie CASTEL Robert, (2009) - Entretien in Revue Informations Sociales, CNAF, n.152, Paris CHAIME/TSIS - Lise and GRIF - Séminaire (2010-2011) sur Autonomie et Contrôle - au CNAM, Paris (en cours) FCSS - Journée d’étude, (2004) « Entre secret professionnel et contrôle, une éthique pour éclairer les missions du Travail Social », Namur – Belgique GIBRAN Khalil Gibran, (1923) - « Le Prophète » Edition Folio – n° 2335, Galimard, Paris 96 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences HAZAZ May, (1998) « Les nouvelles alternatives de la formation des Travailleurs sociaux » in Travail et Société, sous le direction de H. KAHI, Ecole libanaise de formation Sociale, Université Saint-Joseph, BeyrouthLiban HAZAZ May, (2010) – « Le développement du pouvoir d’agir de femmes en contexte de guerre » in Revue Les Politiques Sociales, n° 3 et 4 , 2010, Bruxelles-Belgique JAVEAU Claude, (1994) – « Leçons de sociologie » Editions Meridiens – Klincksiek, Paris KARSZ Saül, (2004) – Pourquoi le Travail Social ? Définition, figures, clinique » Edition Dunod, Paris KHOURI Jean-Pierre, (2009) - « Point de vue sur la crise actuelle » in Orient-Le Jour du 13/01/2009, Beirut – Liban LECOMTE Roland, (2000) – « La nature du Travail Social contemporain » in Introduction au Travail Social sous la direction de J.P Deslaurier et Y.Hurtibise, Presses de l’Université Laval, Québec-Canada MARCHAND Alain, (2002) – « Mondialisation, Travail Social et citoyenneté » in 31e Congrès AIETS, Montpellier – France POUPARD Paul, (1994) – « Jean-Paul II, Dix repères pour l’an 2000 » Edition Desclée De Brouwer/J.C. Lattés, Paris SIMONIN Alain, (2001) – « Retrouver en soi l’Agir Collectif » Edition (ies) Institut d’études Sociales, Genève, Suisse Romande THIVIERGE Guy-Réal, (2000) – « Eduquer à la mondialité, défi pour la formation des jeunes générations » Article paru dans la Revue Seminarium de la Congrégation pour l’Education Catholique (VATICAN) 97 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA HOY? Prof. Enrique Santamaría Universitat Autònoma de Barcelona ¿QUÉ CIENCIAS SOCIALES PARA HOY?33 Prof. Enrique Santamaría34 Universitat Autònoma de Barcelona Lo primero de todo quiero dar las gracias a los organizadores, y muy en particular a Rosa Aparicio, por haberme invitado y permitirme participar en sus deliberaciones y discusiones; y más, teniendo en cuenta que no procedo de una universidad católica y que, por razones sociohistóricas y también biográficas, difícilmente podría identificarme como católico (de hecho, podría serlo en términos culturales en tanto que he crecido y vivo en una sociedad en la que el catolicismo ha tenido y tiene una gran incidencia). También quiero agradecer esta invitación porque me ha dado la oportunidad, aunque desgraciadamente de una manera muy fugaz, de visitar una ciudad y un país que han jugado un papel importante, especialmente a través de algunos cantores, cineastas, literatos y, sobre todo, de algunos colegas y amigos, exiliados o más recientemente emigrados de diferente tipo, en mi formación sentimental y sociológica. Entre estos amigos y colegas hay algunos que se han formado en esta misma universidad que hoy nos acoge. He de reconocer para empezar que la pregunta sobre la que me han pedido disertar: «¿Qué ciencias sociales para hoy?», no es, a pesar de su concisa y clara formulación, nada sencilla, y ello en primer lugar por su amplitud y generalidad. Además, mi ya aludida condición de outsider en este congreso no me ha facilitado calibrar de antemano y de manera ajustada aquello que pudiera serles de interés y de estímulo, y, en este sentido, he de decir que me ha sido de utilidad el hecho de que la pregunta constituya uno de los núcleos del congreso, así como el que llevemos un par de días reflexionando sobre dicha cuestión. En efecto, hablar a mitad del congreso no sólo me ha permitido hacerme una mejor composición de lugar, sino que me ha reforzado en la idea de responder a ella de un modo que podríamos llamar «impresionista»; 33 Conferencia impartida en el marco de la Conferencia Internacional ¿Qué ciencias sociales para qué sociedad”, organizada por la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) y la Pontificia Universidad Católica de Chile, y que tuvo lugar en Santiago de Chile, los días 4 a 7 de marzo de 2011. 34 Enrique.Santamaria@uab.cat 98 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences esto es, seleccionando y añadiendo algunas consideraciones a las que, enfocadas hasta hoy en qué ciencias sociales para qué sociedad, ya se han apuntado en las sesiones anteriores, y ello no sólo para evitar repetirme sino para complejizar la comprensión de nuestros escurridizos tiempos y de las ciencias sociales que necesitan. De este modo, y sin entrar a describir —como podría ser una buena opción— ese poliverso epistemológico, teórico, metodológico e institucional que constituyen las ciencias sociales hoy en día, así como sin entrar tampoco directamente en la discusión sobre la adecuada definición de los tiempos que corren (al respecto se habla de tiempos líquidos, postmodernos, sobremodernos, hipermodernos, postfordistas, neotribales,… y podríamos así seguir añadiendo calificativos en ese intento de adjetivar los tiempos en que vivimos, sin que, particularmente, ninguno de ellos me resulte del todo satisfactorio dado que si bien cada uno pone el acento en un aspecto capital para describirlos todos suelen olvidar o relegar otros que también lo son), me ha parecido que la mejor manera de responder a una pregunta tan aparentemente simple como la que aquí nos ocupa es la de hacerles partícipes de algunas de las respuestas que, en diferentes momentos y contextos, he dado, ya sea individual y/o colectivamente, sobre mi quehacer investigador. Esto me permitirá poner de relieve, aunque sea de manera elíptica, algunos de los principales procesos que conforman nuestra contemporaneidad y constituyen verdaderos retos (así como oportunidades) para las actuales ciencias sociales. Quiero advertirles, dado que se me acabará yendo la lengua y me oirán recurrir con insistencia a los términos sociología y sociólogos, que detrás de esta reiteración, y aunque —como saben— mi formación y mi desempeño laboral sean fundamentalmente en tanto que sociólogo, no hay en ello un intento de reducir mis consideraciones a una única disciplina de las muchas que constituyen la galaxia científico social, ni mucho menos un intento imperialista de anexionar a ésta las demás ciencias sociales. Aclaremos pues que, si bien es totalmente extraño a mi discurso hablar de ciencia social en singular, como hacen algunos, y que, por el contrario, en ocasiones suelo hablar de socioantropología, en todos los casos lo que vengo a plantear es que, sociología, socioantropología o ciencias sociales son términos que lo que designan es el estudio de las sociedades humanas, y es en ese sentido en el que voy a utilizar aquí, posiblemente con exceso, el término sociología. Además, este uso es en este caso lingüísticamente congruente con el hecho de que, como después verán, un texto al que aludiré reiteradamente, pues me parece que es necesario e incluso urgente releerlo de manera atenta (y digo releerlo porque suele ser un manual socorrido en los primeros cursos de muchas facultades y escuelas de ciencias sociales), es a la Imaginación sociológica, de Charles Wright Mills.35 En estos prolegómenos no quiero dejar tampoco de señalar algunas cuestiones que es necesario no perder de vista para entender mejor mi disertación. En primer lugar, a diferencia de otros momentos en la evolución de las ciencias sociales, hoy en día asistimos a una situación caracterizada por una gran extensión y consolidación de las mismas, y ello tanto a nivel internacional como entre las poblaciones de las diferentes formaciones sociales, de tal manera que hay quien habla de que constituyen la «ideología de nuestro tiempo». De la misma manera, junto a dicha extensión y consolidación acaecen importantes procesos de diversificación interna o especialización, de proliferación de la pluralidad teórica y metodológica que se conjuga con una tendencia a la realización de síntesis entre diferentes y hasta hace poco antagónicos enfoques y perspectivas, que permiten la superación de dualismos que, como la articulación de las clásicas oposiciones macro/micro, sujeto/objeto, estructura/acción o idealismo/materialismo, han llevado a que se caractericen por una mayor complejidad y agudeza en sus abordajes así como por las tendencias a la hiperespecialización, la multidisciplinariedad y la globalización, entre otras a las que ahora aludiremos. Por lo que hace a estos tiempos contemporáneos, a los que acertadamente la pregunta alude de modo indeterminado, hay que decir que se caracterizan por múltiples y dispares procesos, que tienen pesos y alcances diferentes dependiendo de los contextos y situaciones; y que, por tanto, tenemos que determinar en cada caso. Entre estos procesos cabe indicar la tan mentada globalización (aunque sería más 35 El libro de C. Wright Mills está traducido al español por Fondo de Cultura Económica, México, desde 1961 y desde entonces, y hasta ahora, se han producido numerosas reimpresiones. 99 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences correcto hablar de globalizaciones, y decir que en paralelo a ellas se producen específicas localizaciones), los de urbanización, de individualización, de estetización de la vida, de reorganización del trabajo, de hiperconsumo, de neoburocratización, de secularización (acompañados de la revitalización y pluralización religiosa), de extensión y banalización de las democracias y, para terminar esta enumeración que no pretende ser exhaustiva, sino tan sólo indicativa de la complejidad de nuestra contemporaneidad, los procesos de los que me vengo ocupando desde hace ya un par de décadas, y que son el incremento y la diversificación de las movilidades poblacionales (esto es, de las migraciones, exilios, desplazamientos internos, intercambios y estancias universitarios, turismos, etc., que hacen que cada vez más individuos experimenten desplazamientos socioespaciales en algunos momentos de sus vidas) y al mismo tiempo de las alteraciones sociales que con estas movilidades poblacionales van asociadas; lo que ha acabado permitiendo que autores como Stephen Castles y Mark J. Miller hablen de la «era de la migración» y que muchos otros autores hayan definido el siglo XX, pero también estos inicios del XXI, como el siglo de los masivos desplazamientos humanos. Lo que sí que quiero explicitar, para que se entienda mejor lo que quiero decir cuando hablo de esas movilidades y alteraciones, de cómo las encaro y de porqué destaco algunos de sus aspectos, es que me he acercado a ellas a través fundamentalmente del estudio de esa figura social —«mutilada», que diría Abdelmalek Sayad— que es la «inmigración», y, más concretamente, la «inmigración no comunitaria». A este respecto, lo que sociológicamente me ha interesado es cómo se genera sociohistóricamente esa categoría social, cómo evoluciona y qué consecuencias sociales, culturales, políticas y sobre todo cognitivas tiene. Aldelmalek Sayad, sociólogo argelino, por largo tiempo afincado en Francia y colaborador y amigo de Pierre Bourdieu, del que acabo de dirigir la traducción de su emblemática obra La doble ausencia. De las ilusiones del emigrado a los padecimientos del inmigrado (Anthropos, 2011), nos advierte de que la «inmigración» es una categoría mutilada porque ésta no se puede entender sin su otra cara: la «emigración»; en este sentido, viene a plantear, de una manera sociológicamente muy aguda, que en el tema de las migraciones hay una división internacional del trabajo —intelectual en este caso— en el que las sociedades en las que se generan migraciones se preocupan exclusivamente por el tema emigratorio y por aquello que hace que las personas partan de sus países (con las consecuencias que ello tiene para estos), y se suelen olvidar de lo que tiene que ver con lo que ocurre más allá de las fronteras nacionales de esa sociedad de emigración, que en consecuencia construye una ciencia de la emigración. Y al mismo tiempo las sociedades que reciben migrantes (que normalmente suelen autocalificarse, de manera demasiado autocomplaciente, como «sociedades de acogida») definen a esas mismas personas a partir de ese momento fundamental en la lógica estatal que es el paso de la propia frontera y lo hacen como «inmigrantes». En este caso, como ocurría en el anterior con la emigración, construyen también una ciencia particular que es la de la inmigración. A este respecto, y aunque no dispongamos de tiempo para detenernos en ello, hay que decir que esta disyunción sociopolítica y cognitiva se está intentando solventar a partir de nuevos enfoques epistemológicos y teórico-metodológicos y de nuevas colaboraciones institucionales que plantean no sólo las relaciones e interdependencias entre unas sociedades y otras, sino también el papel que juegan los mismos migrantes, entre otros actores, en el marco de los procesos y trayectorias sociales y migratorias.36 En este sentido, como digo, me he acercado a los temas migratorios a través de un intento de articulación de la sociología de las migraciones con la del conocimiento, y, por ende, con la sociología política, ya que, siguiendo en esto a Pierre Bourdieu, parto del convencimiento de que toda forma de conocimiento es una forma de reconocimiento social, asumiendo así la problematización de las relaciones 36 Un buen ejemplo, que se circunscribe a este mismo ámbito de los estudios sobre migraciones, lo constituye la decisión que hemos tomado, en el marco de la traducción colectiva del mencionado libro de Sayad, de verter el término francés «immigré» con el que habitualmente se designa a las personas trabajadoras y sus familiares que proceden de otros países, no por «inmigrante», que es el término convencional en español, sino por «inmigrado»; y, en este sentido, lo hemos traducido de este modo porque en sí mismo tiene como efecto problematizar una concepción convencionalmente establecida con la que quiere romper Sayad. De esta manera, recurriendo al lenguaje como instrumento de análisis y no sólo como objeto del mismo, el término «inmigrado» connota al sujeto que ha tenido la experiencia de emigración o de inmigración, pero eso no significa necesariamente que todavía esté en el proceso; mientras que el «inmigrante» no deja de evocar que el sujeto todavía se encuentra en el proceso aunque haga mucho tiempo desde que salió y se instaló en algunos lugares de la sociedad en la que se ha establecido. En paralelo, hemos traducido habitualmente «emigré» como «emigrado». 100 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences complejas entre éste y aquel. Por decirlo brevemente, las preguntas que me han guiado en los últimos años han sido las de: ¿cómo percibimos, pensamos e imaginamos a los «migrantes»?, ¿podemos pensarlos y tratarlos de otro modo a los de un «problema», una «amenaza» o, cuando se lo hace benévolamente, una «utilidad», que es como suelen ser predominantemente concebidos? y, en definitiva, ¿qué papel han jugado, juegan o pueden jugar en ello las ciencias sociales, entre otros actores sociales? Preguntas que, en la actualidad, nos han conducido al estudio de los exilios y de los refugios, buscando encararlos desde una perspectiva que quiere ser sociológica, pues es un tema sociológicamente subteorizado y abordado esencialmente desde el derecho y la filosofía política, cuando no desde la historia y el testimonio, y, más concretamente, al estudio de las experiencias migratorias (especialmente de las exílicas) de investigadores y pensadores sociales y del papel que éstas han jugado en el desarrollo de las ciencias sociales; y que es lo que, en parte, pienso, ha hecho que hoy esté entre ustedes. *** Pero, ¿desde dónde hablo? ¿Desde dónde digo lo que digo? A este respecto, es importante aclarar que mis modestos y voluntariosos desempeños investigadores se realizan desde una posición periférica y precaria en el campo académico catalán y español —que, recordémoslo, es un campo internacionalmente semiperiférico como lo es la sociedad de la que forma parte. Esto tiene consecuencias discursivas, pues esta condición social y académicamente liminal es otro de los factores que me lleva a responder a la pregunta en los términos impresionistas en los que lo estoy haciendo. Y, en este sentido, como pueden imaginar, bien poco podré aportarles sobre cuestiones concretas relativas a la organización institucional de las ciencias sociales; es decir, con respecto a la forma en que se organizan y deben organizarse las facultades, los departamentos, los diferentes estudios, los centros y programas de investigación, las revistas y otras publicaciones, las asociaciones y las secciones, como la que aquí se está debatiendo instituir, y por tanto plantearé algunas cuestiones más generales (que no genéricas) pero que, desde mi punto de vista, deberían también tenerse en cuenta a la hora de abordar estos otros aspectos. Así, con el fin de estructurar mi respuesta echaré mano a una serie de formulaciones a las que, de manera más formal o de manera más informal, aunque no menos seria, he recurrido en diferentes momentos, y así, cuando, en el marco de la defensa de mi tesis doctoral allá por 1999, y después en la divulgación del libro al que dio lugar, tuve que autodefinirme en relación al tipo de sociología que hacía, califiqué ésta como de dinamista y construccionista. Con ello quise poner el acento en que se trataba de un enfoque que, nutriéndose de diferentes disciplinas y perspectivas, ponía el empeño en elucidar las dinámicas y situaciones sociales y en el papel que en ellas juegan los diferentes actores sociales, tanto individuales como colectivos, y entre los que hay que incluir a los propios investigadores sociales y a los agrupamientos organizacionales e institucionales de los que estos forman parte. Quiero recordar al respecto que, a diferencia de los estudios migratorios que por entonces se estaban llevando a cabo, partía de la necesidad de reconocer la intrínseca heterogeneidad y dinamicidad inherente a lo social humano; una heterogeneidad y mudabilidad que se presentaban, por su parte, como cada vez mayores. Y al afirmar esto ya estoy señalando un rasgo característico de los tiempos contemporáneos y es lo que algunos han descrito como aceleramiento de la historia, o lo que es lo mismo, como que asistamos a procesos vertiginosos de cambio. Esto no significa, en absoluto, que todo cambie de manera tremendamente rápida, que todo se desvanezca raudamente en el aire, pero lo que sí que viene a plantear es que hay determinados procesos que se han acelerado, y que tenemos como obligación estudiar los ritmos y los discurrires de la novación social; una novación en la que, si bien algunas cosas están cambiando con suma rapidez, hay otras que no lo están haciendo tanto, y no podemos establecer un diagnóstico global sin tener en cuenta las especificidades del devenir social. Con lo de construccionista, por su lado, intentaba poner el acento en que el significado que tienen los fenómenos y las acciones sociales, siempre heterogéneos y complejos, depende de procesos históricos y situacionales, múltiples y multidimensionales. En este punto creo menester referirme a un autor que no sólo plantea un nuevo aspecto de los tiempos contemporáneos, sino que además recoge los dos hasta ahora señalados. Se trata del antropólogo Marc Augé, que en su Hacia una antropología de los mundos contemporáneos (Gedisa, 1995) opta por definir 101 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences nuestros tiempos como «sobremodernos», diciéndonos que estos se caracterizan no sólo por el «achicamiento del mundo» y la «aceleración de la historia» aludidos, sino que también lo hacen por la individualización de los recorridos o por la intensificación de las trayectorias individuales. En este sentido, más allá de asumir el adjetivo que nos propone, afirmando que estamos en unos tiempos que en tanto que sobremodernos —y no postmodernos— lo que hacen es afectar y exceder ciertos rasgos de la modernidad, lo que me interesa es plantear como esencial esos procesos de indivualización y que, como casi todo fenómeno social, pueden ser ambivalentes al robustecer las individualidades (generando mayores capacidades de hacer, pensar, sentir y decidir de los individuos, fortaleciendo al mismo tiempo sus vínculos con otros), o, por el contrario, al constituir individualidades negativas, desvinculadas de los otros y sumamente vulnerables. Tanto unos procesos como otros son procesos de individualización. Esto mismo nos puede conducir a un tema sociológico clásico, y que a mí me preocupa sobremanera, y es al que implícitamente hace relación Charles Wrigth Mills con su fórmula «imaginación sociológica». Con esta feliz expresión el sociólogo radical estadounidense se refiere a la capacidad de captar imaginativamente la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de una sociedad que, nos recuerda, está estructurada y en la que por tanto los individuos están ubicados en diferentes y desiguales posiciones sociales. Y para él, esto es lo que constituye la tarea y la promesa de la sociología, de la ciencia social (a la que siempre alude en singular). En el primer capítulo de su a pesar del tiempo aún imprescindible libro, Mills plantea algo que creo muy importante destacar hoy en día y es que la tarea de la sociología, su promesa, es la de identificar los problemas públicos e intentar buscar y proponer soluciones a los mismos. Para él, los problemas públicos están estrechamente relacionados con los malestares individuales, pues se manifiestan a través de estos, aunque no se circunscriben a ellos, pues afectan a un número significativo de individuos y encuentran sus causas en la articulación de la biografía con los cambios históricos y posiciones que se ocupan en la estructura social. En este sentido, si bien una inquietud individual es algo personal, que sólo le afecta a un sujeto, cuando esta misma la comparten muchos individuos, nos encontramos ante un problema público. Así, al analizar la sociedad estadunidense de su tiempo, encuentra que esta sociedad está ante todo afectada por la indiferencia, esto es por el hecho de que la gente no experimente ninguna estima por los valores que consideran importantes y que incluso no vean que estos pueden estar amenazados. De hecho, describe la contemporaneidad como aquejada por el malestar y la indiferencia y relaciona esta situación con las transformaciones estructurales que están llevando a que la sociedad se terciarice y a que se extienda el peso estructural de las nuevas clases medias o, dicho de otro modo, de los «trabajadores de cuello blanco». Asociado con esto, y sin querer extendernos demasiado en ello, hay una cuestión que, aunque parezca que se aleja del tema, me preocupa mucho, y es el asunto de la publicidad. A este respecto, cuando uno pronuncia la palabra publicidad lo que suele ocurrir es que, al menos inicialmente, lo malinterpreten. Lo que se debe a que mientras tenemos para lo privado el sustantivo de privacidad —y todo el mundo entiende a la primera que la privacidad es aquello que tiene que ver con lo privativo de los individuos y de sus relaciones más cercanas— cuando hablamos de publicidad se suele entender algo muy distinto, algo situado en un orden muy diferente de cosas, de tal manera que no se entiende aquello que tiene que ver con lo y los públicos, es decir, con lo común, con lo comúnmente compartido. De hecho, la palabra alude sobre todo a una serie de mecanismos o de dispositivos que intentan convencernos de que consumamos ciertas mercancías, servicios o ideas, e incluso suele presentar una connotación tan negativa y vinculada al mercado que cuando utilizamos esos mismos dispositivos para promover causas que se consideran en cierto modo bondadosas se recurre al término «sensibilización».37 Aquí nos encontramos además con otra cuestión sociológica importante: con aquello que vehiculan, que posibilitan e impiden los usos del lenguaje. El hecho de que habitualmente no utilicemos el término publicidad como sí que hacemos el de privacidad, en paralelo a él, no sólo nos impide entenderlas de manera dialógica, una en relación a la otra, sino que, en cierta manera, nos dificulta poder construir mejor lo que tiene que ver con lo colectivamente compartido, 37 Aquí se podría seguir haciendo referencia al campo semántico de la palabra publicidad y señalar, junto a esta diferenciación entre publicidad y sensibilización, esa otra que distingue entre publicidad (que se presupone invariablemente mercantil) y propaganda (de la que se da por hecho que se trata de política). 102 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences lo procomún, lo comunitario, en espacios sociales que reconozcan la importancia de lo individual y biográfico. Dichas tarea y promesa sociológicas no sólo se enfrentan, como siempre lo han hecho, a múltiples reduccionismos y determinismos (ya sean biológicos, psicológicos, económicos, tecnológicos, culturales…)38, así como a los diferentes etnocentrismos (e incluso a las posibles derivas etnocéntricas en las que se puede caer cuanto intentamos romper con ellos), sino que, hoy en día, además afrontamos un nuevo problema y es el éxito y paradójicamente la banalización de las propias ciencias sociales, a las que se reconoce ampliamente su importancia explicativa e interpretativa pero que, sin embargo, muchas de las veces, haciendo de ellas un mero recurso retórico, simplificador cuando no legitimador: y, en este sentido, hay que hacer referencia a lo que Salvador Giner denomina «una incierta victoria» de la sociología, que consiste en que, junto a la extensión de la conciencia sociológica, se use su terminología y hallazgos de manera tópica y justificativa, desactivando así su capacidad de entendimiento; como ocurre, por ejemplo, al asimilar lo sociológico exclusivamente con lo masivo o al simplificar procesos tan complejos como los de socialización.39 Insistiendo en este aspecto, asistimos hoy en día a una divulgación (que se acompaña de una cierta vulgarización) de determinadas problemáticas sociológicas que acaban formando parte del acervo de muchos contextos y que muchas de las veces pierden —como consecuencia de las modalidades de transmisión y de los usos que de ellos se hace— el mordiente que tienen los conceptos sociológicos cuando se los crea para dar cuenta de algo todavía no explicado o comprendido. Hoy nadie puede dudar de que a las ciencias sociales, y entre ellas la sociología a la que se refiere Salvador Giner, se les reconoce una mayor autoridad para explicar las acciones y aconteceres sociales, pero tampoco se nos puede escapar que en muchos casos esas explicaciones suelen obviar la compleja relación que se da entre las constricciones sociales e históricas y la capacidad de agencia de individuos y colectivos humanos. 38 Tomando de nuevo un ejemplo del ámbito de las migraciones, se puede decir que hay determinados individuos a los que, como ocurre con los denominados «autóctonos», se los psicologiza, y así sus prácticas y representaciones sociales tendrían que ver con las características psicológicas individuales, mientras que hay otros sujetos a los que, como sucede normalmente con los «inmigrantes» se los etniciza, dando por hecho que no tienen ni motivos ni nada que tenga que ver con sus particularidades psicológicas y caracteriales, sino que lo que presentan son rasgos étnicos y culturales que explican sus acciones. En la misma relación a unos los explicamos recurriendo fundamentalmente a la psicología mientras que a los otros los explicamos recurriendo a su diferencia cultural, encerrándolos en esa diferencia cultural. 39 En efecto, un ejemplo al que suelo recurrir en mis clases es el del uso que un señero e influyente periodista peninsular hace, como por otra parte otros muchos y no sólo periodistas, de la expresión «fenómeno sociológico» al aplicarlo invariablemente a fenómenos como unas grandes rebajas o la gran afluencia a o expectativa levantada por ciertos espectáculos o producciones culturales, con lo que identifica lo sociológico con lo masivo, con la copresencia de muchas personas, obviando que hay fenómenos sociales por los que también se interesan las ciencias sociales en las que se ven implicadas muy pocas personas, como puedan ser las distintas interacciones llevadas a cabo en cualquier situación cotidiana. Así mismo, puede servir de ejemplo de esta gran divulgación y paralela trivialización de las concepciones sociológicas la presencia en muchos contextos de términos que, como el de socialización, se simplifican. Es el caso del uso que se hace en algunos discursos anti-inmigración en los que se vienen a afirmar cosas tales como que el problema de los hijos de los inmigrantes es que si han sido socializados en una familia «inmigrante» o «extranjera» nunca dejarán de ser «inmigrantes» o «extranjeros», y que, aunque no lo evidencien de manera clara ni durante mucho tiempo, en algún momento harán patente lo que han adquirido en el seno familiar, lo que son. Y aquí nos encontramos con toda una serie de presupuestos que no se corresponden con lo que las ciencias sociales contemporáneas nos dicen de dichos procesos. No se corresponden con el hecho de que la socialización no sólo —ni prioritariamente— se produce en la familia. No cabe duda de que los escenarios familiares son fundamentales pero hay muchos otros escenarios en los que también se adquieren contenidos culturales y que entran en conflicto con los que se pueden adquirir en el cada vez más múltiple y dispar escenario familiar. Dicho de otro modo, en estos discursos anti-inmigración, como por otro lado ocurre con demasiada frecuencia, se presenta el tema de la socialización de una manera bastante simplificadora, que no tiene en cuenta que se trata de procesos muy complicados, en los que intervienen múltiples y heterogéneos escenarios sociales, que son multidireccionales, abiertos, paralelos, diversos e incluso contradictorios, y que, al fin y al cabo, lo que hacen es generar competencias para un poliverso cultural contradictorio y conflictivo que está en constante cambió. Véase, Enrique Santamaría (2003): «Sobre la no pertinència de parlar de socialització», Barcelona/Educació, núm. 33, Barcelona, pp. 12-14. 103 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Otra de las ideas a las que nos ha llevado la insistencia puesta por Mills en lo biográfico es el tema de la singularidad de los individuos y, en este sentido, como nos advierte Ulf Hannerz en su libro Conexiones transnacionales (Cátedra/Universitat de València, 1998), las ciencias sociales han oscilado entre enfatizar la universalidad (poniendo el acento en lo panhumano) o el particularismo (destacando las diferencias entre las colectividades humanas), generando así un gran debate entre los partidarios del universalismo y los del particularismo, así como entre todos aquellos que pretenden encontrar formas de articulación entre lo universal y lo particular, pero, sin embargo, han desatendido —y esto incluso en el caso de la psicología social— esa otra dimensión esencial de lo social humano que es la singularidad. Es decir, aquello que es específicamente idiosincrático y que ha sido adquirido y desarrollado socialmente, junto con otros, por un individuo singular. Y para apuntar esto, que pienso que es algo fundamental en cualquier intento de elaborar una perspectiva que se pretenda humanista, recordemos simplemente la certera frase del antropólogo Clyde Kluckhohn en la que al respecto afirma: «En ciertos aspectos, cada hombre [y aquí creo que aquí, para contrarrestar el androcentrismo, habría de leerse cada ser humano] es como los demás; como algunos; como ninguno.»40 En este sentido, como el propio Ulf Hannerz, soy de la opinión de que los discursos científico-sociales han de asumir la relevancia de la singularidad y de que han de intentar enlazar estas tres dimensiones, evitando así dejar cada una de ellas a la competencia de disciplinas distintas y separadas. *** Pasando a otra formulación mucho más incisiva que la de dinamista y construccionista, también he recurrido a la de que hay que apostar por una sociología crítica, crísica y creativa. Con esta nueva fórmula lo que hacía era recoger y adaptar la distinción que Edgar Morin hace entre lo crítico y lo crísico, de tal manera que con el primer término no sólo me refería a una sociología que diagnostique, reconstruya, denuncie e incluso proponga posibles soluciones a las desigualdades y/o a las faltas de reconocimiento social, sino que lo hacía a la necesidad que las ciencias sociales tienen de conocer y poner en cuestión los principios y condiciones organizadores de su propio conocimiento; es decir, lo que venía a plantear con la palabra crítico es la necesidad de aplicar el conocimiento de las ciencias sociales (que nos habla de los condicionamientos sociales e históricos, y de las acciones que en ese marco tienen lugar) a la propia producción de conocimientos científico-sociales. Y con la palabra crísica a lo que hacía referencia es a que el conocimiento científico y sociológico ha de ser sumamente consciente de la insuficiencia que a las ciencias, y por ende también a las ciencias sociales, les es propia. Es decir, de que el conocimiento científico no alcanza un conocimiento definitivo, de que siempre es un conocimiento precario, que en cierta manera está condicionado, que en cierta manera es trabajado por el diálogo con otros, etc., y que por tanto no puede llegar a conclusiones establecidas de una vez por todas, sino que a lo que se llega es a un conocimiento precario e inconcluso; y que tiene que ser consciente de esa precariedad, de esa inconclusión, de sus límites y al mismo tiempo de sus potencialidades. Y, finalmente, con la palabra creativo lo que quería proponer, jugando al juego de las palabras que comienzan con la misma letra, es que las ciencias y los científicos sociales forman parte de unas determinadas sociedades y en tanto que tales son actores y autoras que están constreñidos y potenciados por esas mismas sociedades a las que instituyen y dan forma, y que, por lo tanto, se han de tener en cuenta las implicaciones o las consecuencias que sus prácticas y representaciones comportan. Es a eso a lo que me refiero con creativa, es decir, a que las ciencias sociales, que son producto de las sociedades en las que surgen y evolucionan, también participan en la configuración y evolución de esas mismas sociedades, en lo que acontece en ellas. Con esta nueva apuesta sociológica, que no es incompatible en absoluto con la anterior, lo que venía a hacer es llamar la atención sobre la necesidad de una constante «vigilancia epistemológica» e incluso de llevar a cabo un escrutinio científico-social de las propias ciencias sociales. Un ejercicio éste que muchas veces es malentendido y denostado al presuponerse que se trata de un mirarse el ombligo, en tanto que los científicos sociales lo que harían sería estudiar a sus propios colegas y producciones, para encerrarse en ese círculo compuesto por ellos mismos. Esta cuestión de efectuar una «sociología de la sociología» me parece sumamente pertinente para entender los procesos que conforman y explican sus límites y potencialidades; 40 Citado en el mencionado libro de Ulf Hannerz, p. 70. 104 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences esto es, sus condicionantes sociales e históricos. Dicho de otro modo, nos lleva a no perder de vista cosas tales como —por escoger un ejemplo sobre el que nos llama la atención Abdelmalek Sayad— la de que la dignidad académica de una disciplina o de un tema de investigación está estrechamente relacionada con la valoración que socialmente tienen aquellos sujetos a los cuales o con los cuales se estudia; es decir, por aclararlo un poco más, el valor de los estudios sobre migraciones está estrechamente relacionado con el valor que los emigrantes/inmigrantes presentan en las sociedades en las que se hacen esos estudios. A este respecto, habría que añadir también que no hay que confundir ciencia, que es un tipo de conocimiento que se basa en la duda metódica, y que por tanto no da nada por sentado, y cientificismo, que es esa ideología en la que una institución social, como es la ciencia, no se aplica sus propios procederes instituidos, convirtiéndola en un recurso indiscutido de autoridad. *** Para acabar este elenco de consideraciones, abordaremos sin más preámbulos una tercera expresión que ha surgido como título de un artículo que, todavía pendiente, está en proceso de elaboración y con la que se apela a una sociología alterada. Con la seriedad de nuevo del juego de palabras, no se trataría de defender una sociología desencajada, descompuesta, exasperada, desquiciada, e incluso, recurriendo a una evocación cinematográfica, al borde de un ataque de nervios por la situación en la que pueda encontrarse en los nuevos contextos. Lejos de ello se trataría de apostar por una sociología que, no sólo como el caldo alterado se haga cociendo distintas carnes y hierbas, sino que, desinsimismada, se salga de sí misma, y por lo tanto se nos presente abierta y afectada, modificada, por otros; por esos actores y sujetos sociales, y las relaciones que mantiene con ellos, sobre los que —o con los que— está investigando, y que son concebidos como «otros», en tanto que sujetos «objeto de estudio» y como socioculturalmente diferentes a quien lleva a cabo la investigación o a quienes considera iguales a sí mismo. El hecho de que durante mucho tiempo me haya dedicado a estudiar la significación social y sociológica de la denominada «inmigración no comunitaria» no es algo en absoluto indiferente, pues es esto lo que ha hecho que la cuestión de la alteridad aparezca de manera más evidente o explícita —aunque a ella pueden llevar muchos otros temas u objetos de estudio o reflexión—, pues en estos momentos los «inmigrantes» es la figura que es convencional y casi automáticamente asimilada con la alteridad, aplicándoles el rótulo de «otros».41 Esta vinculación estrecha y casi inmediata entre «inmigrante» y «otredad», que recogemos en la citada apuesta por una sociología alterada, nos lleva a plantear cuestiones tales como qué importancia tiene en las ciencias sociales una cuestión como la de la alteridad. Y para responder de una manera muy somera digamos que la consideración de la alteridad en el seno de las ciencias sociales ha sido y es escasa y periférica, a excepción de en el marco de la antropología que llega en algunos casos a ser definida como la disciplina que estudia el sentido de los otros, de tal manera que fuera de ésta —así como, en otro orden de conocimientos, de la filosofía y la teología— la alteridad es un tema subteorizado y subinvestigado, en donde como mucho se recoge aquello de que el «inmigrante», entre unas pocas figuras más, es el «otro». Es por esta razón que apelo a una sociología abierta y receptiva (al y) a lo otro, que recogiendo o vindicando la centralidad no reconocida de la cuestión de la alteridad en las ciencias sociales, no la concibe de una manera esencialista —que daría por hecho que el «otro» es el «otro», y que es «otro» porque es «otro»— al considerarla como una cualidad que es producto de una relación social entre heterogeneidades. De este modo, no sólo no considera que las alteridades son algo relacional e indisociable de las identidades, que existen grados de alteridad —sujetos y actores sociales que son percibidos como más otros que otros—, sino que además considera la existencia de modos y gramáticas de la alteridad que definen a estos 41 Zygmunt Bauman afirmará, en su En búsqueda de la política (Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001), que una figura de la alteridad que ni siquiera se la suele nombrar como tal, pero que nos permite decir y hacer cualquier cosa, rompiendo cualquier tipo de límite moral, sería hoy en día la del «pederasta». En este sentido, el argumento de Bauman no sólo nos indica que éste representaría la figura radical de la alteridad —de la aliedad, podríamos decir—, sino que nos plantea de manera paroxística, quizás en paralelo con la del «terrorista internacional», la relación que hay entre alteridad y orden moral. Además, esta asociación nos permite plantear la existencia de alteridades que no se conciben como tales (pues la atribución de alteridad reconoce al menos implícita y mínimamente una cierta humanidad y un cierto vínculo con uno mismo), mientras que hay otras sobre las que se insiste sin parar en su condición absolutamente otra. 105 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences otros y a sus relaciones. Como pone de relieve Gerd Baumann en sus análisis de las reglas del juego que subyacen en las hablas sobre la alteridad, y como he insistido en otro lugar, la gramática que caracteriza fundamentalmente a las sociedades europeas es la que denomina «gramática orientalista»42: esto es, esa gramática que, a diferencia de otras, presupone la existencia de una separación y oposición de carácter binaria y especular entre un «nosotros» y un «ellos» que son presentados como uniformes, de tal manera que, como una imagen en el espejo, lo que sería bueno y recto en nosotros sería malo y torcido en ellos, y al revés. En consecuencia, esta gramática puede implicar, bajo los auspicios de un otro autoinventado, no sólo el etnocentrismo y la xenofobia, sino también, y de forma ambivalente, la autocrítica y la xenofilia, puesto que en el «otro» podemos encontrar lo que en realidad nos falta o nos gustaría que hubiera en nosotros. ¿Pero de qué manera afecta esto a las distintas ciencias sociales? Una primera respuesta que podemos plantear es que podemos acercarnos a las ciencias sociales tratando de mirar los procesos identitarios/alteritarios que se dan en su seno, pues también en ellas se habla de y se construyen «otros». De esta manera, no se nos escapará que en sus prácticas y representaciones los científicos sociales tienen a sus «otros metodológicos» (entre los que están los sujetos que son o constituyen su objeto de estudio) y tienen a sus «otros disciplinares», lo que indudablemente, nos lleva a la cuestión de sus mutuas relaciones y más concretamente al asunto de la interdisciplinariedad; del diálogo con esos «otros» que tienen que ver con otras disciplinas. Pero a este respecto hay que admitir que, por lo que hace a la apertura a otros conocimientos, no basta con plantearlo en términos de interdisciplinariedad. Y, en este sentido, habría que hablar también de la intradisciplinariedad, porque indudablemente aquella nos propone o impele a dialogar con las otras disciplinas que también tratan esos mismos objetos o temáticas que a una disciplina, programa, equipo y/o investigador le interesan, pero muchas de las veces no existe un diálogo fácil entre los investigadores, agrupamientos e instituciones de lo que es considerado una misma disciplina. Apuntado esto, y en un mismo orden de cosas, hay que destacar que, además de abrirse a los otros investigadores y perspectivas dentro de una misma disciplina, también nos hace falta abrir las ciencias sociales a lo que podemos denominar lo «adisciplinar». En este sentido, a pesar de esa primera dificultad de qué es lo que consideramos una disciplina y qué no, de qué constituye una ciencia social y qué no, asunto éste sobre lo que no hay consenso y en el que no entraremos ahora, las ciencias sociales no sólo deberían estar abiertas a la colaboración con otras ciencias sociales y con las heterogeneidades inherente a la misma, sino que deben estarlo también a las humanidades, con la filosofía, la literatura y otras artes en primer lugar, así como también a aquellos conocimientos que no son considerados ni científicos ni eruditos, y que provienen de situaciones, experiencias e incluso luchas sociales específicas; es decir, conocimientos que tienen que ver con poblaciones y movilizaciones sociales que, como las indígenas, campesinas, feministas o migrantes, por ejemplo, han generado ciertos conocimientos y saberes para encarar, organizar e incluso superar sus existencias y relaciones, y de los que hay que decir que, si bien en algunos casos han conseguido, como muy especialmente lo ha hecho el movimiento feminista, introducir y permear el discurso académico con elementos epistemológicos, teóricos y metodológicos elaborados en su seno, han sido objeto de un claro epistemicidio.43 En este punto, resulta de interés destacar la noción de «ecología de los saberes» de Boaventura de Sousa Santos, con la que el autor hace referencia a la existencia de estos múltiples saberes entre los que se encuentran los científico-sociales, así como apuntar los retos a los que el reconocimiento de ésta nos conduce, al tener que hablar en primer lugar de diálogo y de traducción, así como de cómo entendemos y organizamos uno y la otra. Boaventura de Sousa Santos, nos habla al respecto de «hermenéutica diatópica» y nos dice que el diálogo con el otro lo que nos puede hacer es conocernos 42 Véase al respecto el capítulo de este autor titulado «Tres gramáticas de la alteridad: Algunas antropológicas de la construcción del otro en las constelaciones históricas» y recogido en el libro editado por Mary Nasch y Diana Marre, Multiculturalismos y género. Un estudio interdisciplinar, Barcelona: Edicions Bellaterra, pp. 49-70. Así mismo, puede consultarse el artículo de Kàtia Lurbe y Enrique Santamaría, «Entre (nos)otros… o la necesidad de re-pensar las alteridades en contextos migratorios», Papers. Revista de Sociologia, núm. 85, Bellaterra, 2007, pp. 57-69. 43 A modo de ejemplos podemos citar, a parte del «conocimiento situado», los populares conceptos de «sexismo» — que se elabora a semejanza del concepto de «racismo» que surgió dentro de la crítica política al nacionalsocialismo alemán— y de «género» que surgen en el seno del movimiento feminista y migran después a otros ámbitos entre los que está el académico. Por otro lado, no hay que perder de vista que este ámbito es un campo de preferencias y luchas y que, por tanto, no hay una delimitación tan clara y precisa con otros ámbitos como podría presuponerse. 106 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences mejor a través de identificar y encarar las debilidades e incompletudes tópicas y recíprocas de los saberes y culturas que ejercitan el diálogo.44 Antes de terminar esta disertación no me gustaría dejar de destacar, aunque solo sea de manera bosquejada, otra cuestión más en relación con la alteridad y es la que tiene que ver con esa alteridad de uno mismo, a la que llamo «alteripseidad»; es decir, aquella alteridad que tiene que ver con la variabilidad, con los cambios y alternaciones, que experimenta uno mismo. Una manera eficaz y poética de presentarles esta cuestión es la que lleva a cabo el poeta universalmente mexicano José Emilio Pacheco, cuando para definir la «otredad» en términos etarios se pregunta: «¿Qué pensaría de mí si entrara en este momento y me encontrase en donde estoy, como soy, aquel que fui a los veinte años?»45 En este sentido, ese otro que hemos sido, y que hemos dejado de ser, que ha dado paso a otra cosa, como pondrían de manifiesto las conversiones y alternaciones de todo tipo, nos impele a mirarnos como otros, a extrañarnos por lo que hace a nosotros mismos, a nosotros otros. De hecho, las emociones que producen los conocimientos científico-sociales no son sólo las que provocan el descubrimiento de mundos diferentes y distantes, de mundos desconocidos, sino también, como nos indica Peter Berger, en su fundamental invitación a la sociología, y al menos para el caso de una sociología que se pretende humanista, es la del extrañamiento, la desfamiliariación, con respecto a aquello que nos es ordinario y familiar.46 *** Para ir concluyendo me gustaría añadir brevemente otro punto a este impresionista recorrido. Este último punto sería el de que, dada la complejidad organizativa que están adquiriendo las ciencias sociales, así como la sofisticación y el procedimentalismo que dominan la investigación social, cabe una apuesta por una sociología artesana que, afirmándose en su condición de oficio, contrarreste la profesionalización y la funcionalidad social basada fundamentalmente en el mercado, que apueste mucho más por metodologías cualitativas participativas y se abra a las nuevas formas de expresión como puedan ser lo visual y lo audiovisual, presentando además un claro compromiso público, de tal modo que puede ser una herramienta efectiva de la formación y reinvención de las democracias. A este respecto, no sólo se nos plantean, pues, retos epistemológicos, teóricos y metodológicos, sino también políticos y éticos, pues implican que asuma una clara funcionalidad con respecto a lo que a finales del siglo XIX se dio en llamar «educación pública»; es decir, la enseñanza de que el conocimiento y el ejercicio de la «imaginación sociológica» nos permite entender y por lo tanto enfrentar aquello que nos acaece y que nos genera ya sea sensaciones de bienestar o de malestar tanto individuales como colectivos. En este sentido, las ciencias sociales de nuestro tiempo no sólo han de permitir elucidar mejor nuestra contemporaneidad sino también fortalecer la capacidad que los individuos, grupos e instituciones tenemos, en el marco de constrictivas estructuras sociales y de procesos de cambio histórico, para poder encontrar soluciones y alternativas mucho más sabias, democráticas y justas a los malestares y problemas colectivos que nos acucian, y que ponen en peligro nuestro bienvivir e incluso nuestra supervivencia individual, colectiva y en tanto que especie. Dicho lo cual no me queda más que darles las gracias a todos ustedes por su atención, y de nuevo a la organización por proporcionarme la oportunidad de compartir mis consideraciones y mis apuestas, esperando que desde esa alteridad cercana hayan resultado sugerentes y estimulantes para los debates que están teniendo en esta conferencia. 44 En relación a esto, quizás fuera más adecuado hablar de «hermenéutica politópica» para evitar caer en el posible dualismo o binarismo al que podría inducir la anterior expresión. 45 Véase «Otredad, otra edad», en Tarde o temprano [Poemas 1958-2000], vol. 3, parte 1, México: Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 558. 46 Véase Peter L. Berger, Introducción a la sociología. Una perspectiva humanista, México: Limusa, 1967, pp. 37-42. 107 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences LAS CIENCIAS SOCIALES EN LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS Prof. Andrés Tornos Universidad Pontificia Comillas de Madrid LAS CIENCIAS SOCIALES EN LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS Prof. Andrés Tornos47 Universidad Pontificia Comillas de Madrid Es usual entre los invitados a intervenir en un evento como el nuestro, el comenzar sus intervenciones agradeciendo a los organizadores la oportunidad que les han ofrecido para dirigirse a su auditorio. Pero en mi caso hoy, casi más que agradecido, me veo aturdido y un tanto confuso por la invitación que VV. me han hecho. Más inclinado a pedir excusas por haber aceptado ser precisamente yo quien desarrollara el tema de que voy a tratar – que gozoso por poder intercambiar con VV. mis ideas. Y es que mi actual situación, relativamente apartada de la intensidad normal de las tareas de investigación y enseñanza, me hace sentirme particularmente inseguro al querer iniciar ese intercambio. El tema pues que se me ha propuesto tratar se enuncia en nuestro programa con las palabras “El Papel de las Ciencias Sociales en la Universidad Católica” – y creo que habría sido conveniente, de no ser por la brevedad del plazo de que he podido disponer para prepararlo, el comenzar por describir qué volumen tiene en nuestras universidades católicas el cultivo de las ciencias sociales, qué líneas de trabajo más principales se siguen en los distintos países y qué objetivos se persiguen con ello – más allá de la reproducción en la enseñanza de los conocimientos y planteamientos básicos de la especialidad. Pero no me ha sido posible el explorar lo más mínimo ese mundo real y práctico de nuestra actividad y por eso voy a limitarme a comentar con VV. algunas de las ideas e inquietudes que intermitentemente han estado volviendo sobre mí, una y otra vez, a lo largo del extraño curriculum universitario que me ha llevado desde la enseñanza de la psicología social a la de la filosofía del hombre, a la de la teología de la esperanza y finalmente a cultivar los estudios sobre migraciones. 47 atornos@upcomillas.es 108 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Pues bien: de entre esas ideas e inquietudes que han estado retornando a mi mente durante años he elegido comentar unas cuantas que tienen que ver con la pregunta sobre el significado de lo que estamos haciendo con nuestras universidades y en nuestras Universidades. Y esto por tres razones: la primera, porque esa pregunta sobre el significado de lo que hacemos creo que nos coloca, ya desde su mismo planteamiento, ante lo que toda universidad puede y debe esperar de las ciencias sociales. La segunda, porque la visión de las ciencias sociales que se esboza mirando a éstas desde esa perspectiva de búsqueda de significados nos ilustra especialmente sobre lo que puede ser la peculiaridad de su cultivo en toda universidad católica. Y tercera, porque casualmente el documento “Ex corde Ecclesiae”, dedicado por Juan Pablo II a las Universidades católicas, subraya de modo especial la importancia para dichas universidades de la búsqueda de los significados que sus estudios y enseñanzas comportan. De esto último voy a tratar introductoriamente en una primera parte de mi exposición, para en una segunda referirme a la relevancia del lugar que las ciencias sociales habrían de ocupar hoy día en esa búsqueda de significados y terminar considerando, en una tercera, la peculiaridad o estilo de cultivo de las ciencias sociales que ello recomienda para nuestras universidades católicas. Ante todo pues, cómo entiende la constitución “Ex corde Ecclesiae” la “búsqueda de significados” y por qué la importancia que le da. La búsqueda de significados en nuestras universidades Para empezar es obvio contar con que todos entendemos perfectamente que el documento “Ex corde Ecclesiae”, cuando habla de búsqueda de significado, no emplea la palabra significado para referirse al contenido conceptual de los infinitos términos o símbolos que usamos en nuestras clases y publicaciones. Naturalmente que para hacernos entender en ellas nos manejamos constantemente con esa clase de significados. Pero evidentemente el documento se refiere a otra cosa de mayor alcance cuando dice que la búsqueda de significados a que se refiere debe procurarse para garantizar que los nuevos descubrimientos de las ciencias contemporáneas sean usados para el auténtico bien de cada persona y del conjunto de la sociedad humana. Es patente pues que en este caso se emplea la palabra significado con tres connotaciones que determinan su sentido: una, la de presentarse como éticamente insoslayable en nuestro tiempo; otra, la de tener que ver con la orientación total de las actividades universitarias, y finalmente otra, de no hacerse presente en su inmediatez, a pesar de su necesidad, sin una labor de búsqueda o síntesis personal. Comento estas connotaciones con que en el documento se habla de significados y de su búsqueda. En primer lugar su referencia a la orientación práctica de todas las actividades universitarias, no a la definición conceptual de los contenidos de éstas. Esta referencia no se explana más en el documento, a pesar de remitir a una tarea tan amplia como la de estar constantemente atendiendo, no sólo a que se realicen bien las tareas de comunicación y avance de los contenidos disciplinares que se cultivan, sino simultáneamente también al sentido práctico que tienen esa transmisión y avance en los entornos universitarios cercanos y menos cercanos. Ahora bien, y esto es lo segundo y más importante connotado por la expresión “búsqueda de significados”: ésta se presenta como éticamente insoslayable al explicitar que ella se hace hoy más especialmente necesaria para garantizar que los enormes avances científicos y tecnológicos actuales se dirijan al bien de las personas y la sociedad. Y por supuesto no es original esta idea, puesto que intermitentemente no ha dejado de estar presente en los medios de comunicación desde los años de la guerra fría, en que se acumulaban por los países más poderosos armas atómicas suficientes para destruir el mundo. Baste recordar a propósito de ello que por ejemplo un Chomsky, a pesar de ser un eminente lingüista, vino a hacerse más conocido – y sobre todo más reconocido – como campeón del control moral de las tecnologías nucleares, que como el eminente lingüista que era. A Chomsky, nos consta, no le importaban los significados de las ecuaciones que formulaban la física de las explosiones, le importaba el significado del peligro atómico para el total de la humanidad y daba a las demandas generadas por su percepción de ese significado un rango superior al de cualesquiera logros académicos de su propia o de otras disciplinas. 109 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Hoy son distintos los significados por los que más comúnmente se lucha en el terreno de los avances científicos, pues se piensa sobre todo en los que tienen que ver con el cambio climático o con la manipulación genética de vegetales y animales explotados para nuestra alimentación. Pero más de cerca podrían concernir hoy a nuestras universidades, en mi opinión, los riesgos generados por otros avances y cambios a los que concedemos menor atención: por ejemplo los inducidos por las innovaciones en la práctica de la medicina y el derecho, que en muchos casos parecen haber segregado a estas profesiones clásicas del suelo de su implantación controlada por los saberes cotidianos, con efectos no raras veces perversos ya perceptibles en la actual proliferación de denuncias de malas prácticas en sus campos de acción. Malas prácticas que, si se hacen notar especialmente en estas profesiones, es indudable que también se hacen presentes en el campo de conjunción de los liderazgos políticos, científicos o empresariales con los medios de comunicación de masas, generándose en ese terreno toda clase de abusos de los que disponen legítima o no legítimamente de alguna clase de poder. No hay la menor duda, por lo tanto, de que la dimensión de compromiso moral atribuída por el documento pontificio a la búsqueda por nuestras universidades del significado de sus actividades hace a esta búsqueda éticamente inexcusable. Pero también no fácil, puesto que de esos significados se dice que “deben buscarse”. ¿Por dónde pues y en qué circunstancias? Una posible manera de entender el “por dónde”, que creo que en el documento está contemplada como posibilidad, es entender que los significados han de buscarse en nuestras universidades atendiendo, como a su matriz primordial, a la concepción cristiana del hombre y del mundo. Lo que se trataría entonces de hacer, tanto por parte de las autoridades universitarias como por parte del profesorado y estudiantes, sería tomar conciencia de cómo se enlazan en la práctica nuestras tareas universitarias con esos propósitos de la concepción cristiana del hombre y del mundo. Pero pienso que la búsqueda de significados a la que el documento nos convoca es más abierta que eso. Y es que muchos estudiantes y profesores, en muchas de nuestras universidades, no son cristianos ni se les obliga a ser cristianos - y en todas profesamos trabajar reconociendo la libertad de opiniones y creencias. Por ejemplo antes me referí a Chomsky, cuya búsqueda universitaria de significados, en bien de la situación humana de nuestro tiempo, le llevó a su peculiar postura de socialismo anarquista. Es sin duda una postura que, si no excluye a otras, responde a lo que de nuestras universidades se pretende, lo cual esta lejos de querer forzar determinadas posturas ideológicas, políticas o religiosas. Lo que sí sería irrenunciable en ellas es que las vías buscadas para dar significado al cultivo de las disciplinas universitarias no dejaran de tener en cuenta, lo repito de nuevo, el bien integral de las personas, tanto de las universitarias como de las no universitarias. Doy con esto por recordado lo que el documento “Ex corde Ecclesiae” nos propone cuando convoca a las Universidades Católicas a trabajar en la búsqueda de significados de lo que hacen y enseñan. Pero, volviendo a nuestro tema: dije al principio que en mi opinión la pregunta sobre el significado de lo que hacemos en nuestras universidades nos coloca desde su mismo planteamiento, ante lo que cualquier dedicación universitaria puede y debe esperar de las ciencias sociales. ¿Por qué? La búsqueda de significados hoy y el cultivo de las ciencias sociales: En mi opinión por dos motivos al menos, llenos de lógica: porque ese es el uso que se ha vuelto común en la cultura actual cuando se trata de explicar las causas y consecuencias prácticas de las actividades corporativas – y por la clase de humanismo que aportan las ciencias sociales a las perspectivas de búsqueda de significado. No es necesario que me demore mucho en lo primero puesto que es notorio el hecho de que en las actuales culturas avanzadas es precisamente a ideas sociológicas a lo que se recurre para dar cuenta del significado que tienen, para nuestra existencia cotidiana, los avances del conocimiento. Hasta el punto de que no se recurre a ello asumiendo exclusivamente ideas sociológicas bien fundadas como las que se 110 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences manejan por especialistas. Se construyen mucho más las interpretaciones prácticas de lo que ocurre atendiendo a las vulgarizaciones y generalizaciones frecuentadas por los medios de comunicación de masas. En debate con ellas es pues como las universidades tendrán que buscar los significados de lo que hacen Para detallar la cosa recordemos que las perspectivas de las ciencias sociales han dejado de ser hoy día unos enfoques del conocimiento exclusivos o propios de los especialistas en la materia, convirtiéndose más bien en un hábito universalizado. Y habrían dejado de ser asunto de especialistas hasta el punto de hacerse parte integrante de la cultura básica en la interacción cotidiana, aportando a ésta elementos para la configuración intencionada o no intencionada de esa misma interacción y para la manera que ésta tiene de organizarse. Consecuencia de ello sería el que las perspectivas sociológicas pertenezcan hoy a lo que se da por válido, a lo que se acepta como natural sin ponerse en cuestión. Basta con poner la radio, encender la televisión o leer los periódicos para comprobar cómo esto ocurre, cómo las encuestas sociológicas y las opiniones de los sociólogos están a la orden del día, trátese de lo que se trate. Incluso puede percibirse en cualquier clase de sujetos la tendencia a razonar basándose en datos o cifras de supuesto origen sociológico para apoyar sus opiniones o apreciaciones. Y no sólo eso. También ocurre que todo lo que se diga con la autoridad de la sociología, sobre todo si se trata de cifras, se acepta normalmente sin ser cuestionado. Ello manifestaría que las ciencias sociales ocupan un lugar importante en la ordenación de los significados con que discurre nuestra sociedad y por eso las ciencias sociales serían una perspectiva especialmente adecuada para la promoción de la búsqueda de significados de que vengo hablando. Los mismos sociólogos, por supuesto, no han dejado de observarlo, advirtiendo que la atención a lo sociológico se ha convertido en un fenómeno social más, tal como puede serlo la dedicación al deporte o la emigración, mereciendo por eso convertirse en objeto de estudio. Y es así como ha venido a decirse que lo sociológico, al formar parte integrante de la organización de significados de nuestra convivencia, revierte de forma inmediata sobre la configuración de ésta y convierte en realidad muchas de sus proyecciones, diagnósticos e imágenes de futuro, convirtiéndolas casi automáticamente en profecías que se autocumplen. Son ampliamente reconocidos a este propósito los efectos sesgadores que tienen sobe las elecciones las encuestas de opinión política. En resumen: constando abundantemente que las ciencias sociales ocupan un lugar importante en la explanación de los significados de lo que ocurre y que ellas constantemente están implicadas en su construcción, mantenimiento y cambio, no cabe duda de que a ellas deben prestar especial atención cualesquiera instituciones que quieren mantener viva su conciencia del significado de lo que hacen. Y no solamente una atención superficial. Porque es que solamente entrando más a fondo en sus métodos y pronunciamientos puede llegar a debatirse sobre el sentido de las propias actividades con la penetración que ello se merece. Se juega en ello la conveniente presencia de nuestras universidades en el campo de lo social, libre frente a los poderes de la opinión y acertada en el comprometerse con el buen futuro de las poblaciones en que radican. Pero dije antes que la relevancia de las ciencias sociales para nuestra búsqueda de significados no solamente se nos impone porque ellas son casi siempre el terreno sobre el que se discute acerca del sentido de lo que hacemos. Es que además la óptica con que ellas miran a los significados transmite a la búsqueda de éstos el peculiar humanismo que nuestro tiempo y nuestras universidades reclaman. Al afirmarlo soy consciente de los riesgos que tiene el hablar en conjunto de una óptica de las ciencias sociales, como si éstas constituyeran un todo unitario, con un mismo tipo de cientificidad y sólidos acuerdos metodológicos. Todos sabemos que no es ese el caso y que incluso encontraríamos bastantes dificultades para formular unos criterios precisos de demarcación en base a los cuales llamaríamos sociales a unos saberes y “no sociales” a otros. Pensemos por ejemplo en el caso del derecho o de la historia. Normalmente no les incluiríamos en el campo de las ciencias sociales a pesar de que su temática es en cuanto a contenido y consecuencias claramente sociales. O consideremos la teoría de la cultura, por no 111 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences pocos concebida como tema sociológico contra la opinión de otros, que no ven en su tratamiento la consideración empírica de relaciones sociales particularizadas que demandan para todo saber realmente sociológico. Pero sin embargo, más allá de todas las oscuridades y discrepancias en torno al objeto y a los métodos de las ciencias sociales, nos entendemos suficientemente bien cuando hablamos de ellas refiriéndonos a las que comparten unas elementales constantes: la constante vocacional de haber ido naciendo a impulsos de la problematización humanitaria de las sociedades puesta en marcha con el advenimiento de la revolución industrial y luego la constante metodológica de abordar esa problemática desde unas perspectivas temáticas y epistemológicas parecidas: las que presentándose a un mirar empírico indagan cómo ilustrar y optimizar el fluir de las relaciones sociales que nos relativizan a los sujetos. Ambas cosas pertenecerían al humanismo que hoy necesitamos promover. Me detengo un poco más en comentar estas constantes vocacional y metodológica, porque ellas apuntan, con mayor precisión que los giros sociologistas de la actual cultura a que acabo de referirme, a lo importante que sería el dar especial relevancia a las ciencias sociales en nuestra búsqueda de significados. En primer lugar la vocación humanística y en cierto modo redentora de los saberes sociales. Para explanarla no hace falta que recuerde cómo las ciencias sociales, desde sus principios, surgen de una preocupación por conocer mejor al hombre y su futuro – así como también del empeño por mejorar sus condiciones de vida. Esta doble preocupación va a constituirse para ellas en un contínuo foco de tensión especialmente en dos áreas: en la de la discusión acerca de su status como ciencias y en la de la teorización de la relación entre conocimiento y praxis. En el área de su status como ciencias, porque habiéndose planteado por Comte desde sus orígenes con pretensiones de regirse por los principios del positivismo, y habiéndose reelaborado y reafirmado esta pretensión con los trabajos fundacionales de Durkheim, las ciencias sociales van a querer cultivarse como saberes acerca del hombre distintos de los filosóficos, es decir, no interesados por el conocimiento de causas últimas o realidades supuestamente radicales, sino sólo por las manifestaciones externas o sensibles-sociales del proceder relacional de los humanos, queriendo basarse exclusivamente en el uso positivo de la razón y desechando por especulativo todo otro uso de ella. Planteándose por tanto respecto del conocimiento del hombre en un lugar epistemológico alternativo al de los pensadores existenciales o esencialistas de la condición humana y al de los ideólogos aprioristas. Pero sin embargo, y de aquí la tensión, en muchos momentos las ciencias sociales se verán interpeladas e incluso dominadas por las aportaciones humanistas surgidas en determinados contextos políticos, históricos y culturales. Pensemos en los que generaron el marxismo, el existencialismo o la fenomenología. Cuando esto ocurra las ciencias sociales, a impulsos de su vocación humanística, tenderán a querer sobrepasar sus propios límites, a ir más allá de sus normas autoimpuestas de positivismo metodológico. Se mezclarán con otros humanismos menos pegados a los hechos. Y con ello se harán más humanas. Como aparece también la cosa en el desgarramiento con que clásicos de la sociología, por ejemplo un Max Weber, han aplicado o renunciado a aplicar a las ciencias sociales el imperativo científico-positivo de abstenerse de debatir sobre juicios de valor. Por supuesto que han entrado constantemente en debates sobre esos juicios de valor. La vocación humanista de su interés por lo social se imponía en aquellos clásicos sobre las pretensiones de cientificidad con que también querían dar sentido a sus tareas. Omito el insistir en que esto, si para unos científicos sociales es dejar de hacer ciencia social y dedicarse a la filosofía, para otros no lo es en absoluto, mostrándose a mi parecer, en esta contradicción interna de lo sociológico, la tensión interna el ser y el deber ser que no puede sino atravesar a todo humanismo sano. El caso es, volviendo a nuestro tema, que a pesar de estas controversias teóricas – o quizás precisamente gracias a ellas, - los fundadores de las ciencias sociales y sus actuales cultivadores, con un amplio sector de las poblaciones cultas de los países avanzados, van a concebir a éstas no simplemente 112 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences como una alternativa más en el empeño por el conocimiento y redención del hombre, sino como la mejor alternativa para avanzar hoy día en ese conocimiento y hacerlo fructificar al máximo. Un lugar señalado en el mantenimiento explícito de esta apreciación lo ocupa sin duda C. W. Mills, cuya pequeño libro sobre la imaginación sociológica fue para mi generación una especie de manual del bien mirar al mundo. Escribe Mills, desde el convencimiento de que la imaginación sociológica es la forma de conocimiento que contiene de manera más plena la promesa de una plena autorrealización del indivíduo y de la humanidad: “La imaginación sociológica no es meramente una moda. Es una cualidad de la mente que parece prometer con el mayor dramatismo una comprensión de la realidad íntima de nosotros mismos en conexión con las más amplias realidades sociales. No es meramente una cualidad más de la mente en la gama de nuestras sensibilidades contemporáneas. Es la cualidad cuyo uso más amplio y acertado ofrece la promesa de que todas nuestras otras sensibilidades – y la razón humana misma – llegarán a desempeñar su más amplio papel en los asuntos humanos...”48 He aquí llevada al máximo la pretensión humanista de la ciencia social, saltando precisamente sobre las limitaciones empírico-positivas con que nació. En resumen: la vocación humanista de las ciencias sociales no sólo ha llevado a éstas a desarrollar cuestionamientos y conocimientos acerca de la conducta humana que son de alto interés para enriquecer lo que sobre ella nos aportan otros enfoques más generalistas. Es que además esa vocación humanista siempre lleva a las ciencias sociales, con cierta intermitencia, a desbordar sus propios límites y a constituirse en un reto para las concepciones de la vida que en cada época circulan dentro y fuera de las universidades católicas. No importa que en esos casos las ciencias sociales pongan en cuestión su propio carácter de saberes científico-positivos. El hecho es que ellas, aun a costa de pagar ese precio, retan con su peculiar humanismo a toda búsqueda de significados de lo humano concreto en que puede trabajase desde otros ámbitos del saber. Ninguna universidad cumpliría con su misión si no prestara atención a estos desafíos humanísticos de las ciencias sociales. Sobre todo porque el de las ciencias sociales no es un humanismo cualquiera, sino que tiene una especificidad propia por la cual se separa de otros humanismos y adquiere un interés especial para la búsqueda de los significados de lo que hacemos. Y es que su mirar al sujeto humano le hace contemplar a éste, siempre y de muchas maneras, con una perspectiva que podríamos llamar excéntrica. Una desde la cual hombres y mujeres aparecemos como engranados en las múltiples incidencias o contextos en que estamos insertos, sin nunca ocupar o dominar del todo el centro de las situaciones. Y así también la acción humana aparece siempre como relativa al contexto o contextos en que ella tiene lugar, pudiendo sólo entenderse con referencia a esos contextos. Vuelvo de nuevo a expresarlo con palabras de la obra de C. Mills “La Imaginación Sociológica”, a la que ya antes me he referido antes: “El primer fruto de esta imaginación [sociológica] – y la primera lección de la ciencia social que en ella se encarna, es la idea de que el indivíduo solamente puede comprender su propia experiencia y cambiar su destino situándose a sí mismo en su tiempo; que sólo puede conocer sus posibilidades haciéndose consciente de las de todos los situados en sus mismas circunstancias”49. Por otra parte la opinión del mismo Mills sobre las preguntas clave que las ciencias sociales se han estado siempre planteando pone de manifiesto que él, concibiendo que dichas ciencias siempre han querido ayudarnos a avanzar en el conocimiento del hombre, recalca que estos avances los han ofrecido siempre por referencia a los contextos históricos y sociales en que los humanos nos desenvolvemos. Porque él cree que para la ciencia social son clave las preguntas acerca de las variedades de hombres y mujeres que prevalecen en cada sociedad y cada período… los procesos a través de los cuales se forma y selecciona esa clase de personas… los significados de todos y cada uno de los rasgos de nuestras sociedades para la comprensión de 48 49 .C. W. Mills, “La Imaginación Sociológica”, pag. 22 Obra citada,. Pag. 12 . 113 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences la naturaleza humana50. De lo cual deduce que lo específicamente sociológico en el estudio de cualesquiera rasgos particulares de una sociedad sería siempre últimamente el continuo esfuerzo por relacionar cada uno de estos rasgos con su contexto, en orden a percibir la verdadera realidad de lo que somos y podemos51. Si esa atención a los contextos caracteriza a las ciencias sociales como lo pensaba Mills, entonces no cabe duda de que en ellas toda acción de los sujetos y el mismo ser de éstos se muestran como relativos, mediados y condicionados. En qué forma mediados podrá entenderse de maneras distintas según los autores o escuelas de pensamiento de que se trate, pero siempre asumiendo que el entorno o contexto desde el que actúa un indivíduo le impone modos de pensar, sentir y actuar; estructura sus horizontes de posibilidades; establece las condiciones en las que puede construir su identidad; condiciona los resultados y consecuencias de sus actividades. Este sesgo de la atención a lo social no puede menos de tener implicaciones importantes en el clima intelectual de cualquier institución que lo subraye, y por tanto también en el que puede configurarse en una Universidad Católica. Sobre todo porque pone en cuestión cualquier forma de abordar los hechos que conciba al hombre como sujeto de un dominio absoluto sobre su propio ser, sobre su propio actuar y sobre su propio destino. Una puesta en cuestión que retira también al sujeto universitario el privilegio de su soberanía sobre sí mismo relativizando radicalmente, en función de su situación histórica y societaria, lo que él puede significar y hacer. No hace falta insistir en la especial importancia que ello tiene para el ideal de toda universidad, puesto que éste debe movilizarlas en un mundo como el de los saberes universitarios especializados, que tiende a absolutizarse a sí mismo y a devaluar como inferiores a los mundos de los no universitarios, olvidando lo que el mundo de los profesionales especializados debe al mundo de los que no pudieron pertenecer a él. Mucho más podría decirse sobre las características que aportan a la búsqueda de los significados de lo que hacemos los enfoques disciplinarmente propios de las ciencias sociales, irradiados transdisciplinarmente desde sus propios departamentos hasta todos los demás enclaves de actividad en torno a los que se organizan nuestras universidades. Pero por mi parte he querido subrayar los tres aspectos que he comentado: el del prestigio y uso común de la sociología precisamente para dilucidar los significados de las actividades corporativas, el de su vocación humanística y de llamamiento al mejor conocimiento de lo humano; el de su potencia para minar los absolutismos con que frecuentemente se vician en la actualidad las perspectivas especializadas de los distintos saberes. Paso pues ahora, a ocuparme de algunas cuestiones más específicas a las que la peculiaridad de la actual situación recomendaría, en mi opinión, que atendieran especialmente los departamentos de ciencias sociales en nuestras universidades católicas. Una pretensión ésta muy atrevida por mi parte, puesto que ahora no me ocupo de ciencias sociales sino de modo tangencial. Pero también, por eso mismo, una pretensión que, al mirar las cosas desde fuera y a distancia, puede aportar algo diferente de lo que les está ocupando a VV día a día. Así pues, sin mucho preocuparme por la homogeneidad y coherencia de lo que iré diciendo, expondré las consideraciones a que sobre el tema me llevan la actual situación y algunas antiguas inquietudes. Serán en concreto consideraciones relativas a las demandas especiales que puede plantear a la sociología, y a los más básicos aspectos del cultivo por nuestras universidades de las ciencias sociales, la actual situación de crisis. Por otra parte otras consideraciones relativas al transfondo de des-socialización cultural sobre el que actualmente me parece que tienden a estructurarse nuestras relaciones sociales. Y por otra, finalmente, otras relativas a viejas experiencias por mi tenidas en el intento de fecundar sociológicamente el “ethos” o mentalidad de otras ramas no directamente sociológicas del saber. Primero pues sobre las demandas que puede plantear la actual situación de crisis a la sociología. El sociólogo francés A. Touraine, en una obra reciente sobre el tema, mantiene que después de la crisis que atravesamos lo social no puede volver a ser como antes. A creerlo le lleva un hecho básico – el silencio de las víctimas, o sea del gran ejército de desempleados que la crisis deja y que según las 50 51 Obra citada, pag. 13 Ibid., pag 152. 114 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences previsiones más aceptadas no va a solucionarse en el corto plazo. Y sobre este hecho su interpretación, para él muy clara y segura: los desempleados y los demás agentes sociales habrían perdido su sitio y no tienen a quien volverse con expectativas realistas. Y es que ese su sitio, si hasta ahora se determinaba por el lugar de ellos como agentes en la oposición estructural capital/trabajo, ahora se ha disuelto. Los empresarios son tan víctimas como los trabajadores desde el momento que la economía productiva se ha hundido frente a la especulativa. Como si en el escenario de la convivencia humana hubiera entrado un monstruo para trastocar el reparto de los papeles sociales. Y no solamente empresarios y trabajadores, sino también el estado mismo que hasta ahora podía mediar entre ellos, se habría visto depotenciado con el advenimiento de la globalización. Esta sería la opinión de Touraine, que él ve muy clara, y ella le lleva a concluir que la mejor posibilidad para la salida de la crisis habría de ser la transformación de los agentes sociales en agentes morales, es decir, en agentes impulsados y unidos, más que por intereses de clase, por valores de largo alcance como la prevención del cambio climático o la extensión de los derechos humanos. Pues bien: yo desde luego no me siento capaz de posicionarme terminantemente frente a esta interpretación de Touraine, en la que me llama la atención la preponderancia absorbente que atribuye él, para la situación pre-crisis y para el hundimiento de ésta, a los roles respectivos del capital productivo, el trabajo y el estado. Pero no menciono esta interpretación de Touraine por ser aquí mi intención el discutirla. En vez de eso lo que desearía es llamar la atención, a propósito de ello, sobre algo básico con que debe enfrentarse el cultivo de las ciencias sociales en nuestras universidades, algo que muy expresivamente se refleja en el nacimiento y devenir de la misma sociología de la ciencia: la tensión entre transmisión o desarrollo de lo ya sabido – y descubrimiento o invención de nuevos conocimientos. En efecto: Touraine, al intentar formular sus ideas sobre el después de la crisis, está creyendo entrar en terrenos nuevos, en terrenos por descubrir. El itinerario que debe seguir es incierto y no le servirían para entrar en él las orientaciones que pueden ofrecerle las aportaciones ya consolidadas de las ciencias sociales. Tiene que volcarse hacia los hechos y pensar desde lo nuevo que ellos encierran. Al hacerlo no va a poder pensar primariamente en función de las demandas y expectativas de sus colegas sociólogos – la postura sobre el avance de las ciencias que desde su visión de ese avance mantenía Merton a mediados del siglo pasado. Primariamente va a estar mucho más afectado por lo que sucede en la calle, como pretende la postura alternativa a Merton, la cual se fija más en las revoluciones científicas que en las posibilidades de desarrollo de lo ya sabido. Y yo me digo: en nuestro caso y en la situación actual, el cultivo de las ciencias sociales que privilegiamos en la práctica de nuestra dedicación a ellas, ¿qué clase de equilibrio consigue entre la reproducción de lo ya sabido (con discusiones sobre los asuntos de siempre) – y la salida hacia los interrogantes que están en la calle, más atropellados que reflejados por los medios de comunicación? Los que buscaron en su día una alternativa a la posición de Merton, según cuyo diagnóstico la clave del desarrollo de las ciencias sería el funcionamiento interno de las comunidades científicas, han insistido en las importancia de atender a lo externo a ese funcionamiento, sobre todo para dar cuenta de los contextos de invención de nuevas perspectivas que en determinados momentos generan saltos cualitativos en los conocimientos por los que nos orientamos. La pregunta es, ¿está actualmente nuestro cultivo de las ciencias sociales en uno de esos momentos en que necesitarían nuevas visiones? En nuestro trabajo, ¿es suficiente con que reproduzcamos para los estudiantes lo ya conceptualizado o sabido? Sin duda que la retransmisión a los estudiantes de los conocimientos y métodos básicos aceptados alcanzados en cualquier ámbito disciplinar es tarea imprescindible en el trabajo universitario. Pero tratándose de las ciencias sociales, ¿puede tener eso hoy la preponderancia que tiene? La vocación hacia fuera de sí mismas que de modo especial anima la dinámica de estas ciencias en las universidades católicas me hace pensar que no lo puede ser. Particularmente en una situación como la actual, en que están poniéndose en cuestión los horizontes, las dinámicas y los instrumentos de control de nuestra convivencia. En segundo lugar quería referirme a lo que pide de nuestros departamentos de sociales el giro cultural, que yo llamaría “de des-socialización”, que vendría produciéndose desde mediados de los años 60. En mi opinión sería especialmente expresiva de ese giro cultural la tan conocida y divulgada proclamación, 115 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences por F. Lyotard, de “la muerte de los grandes relatos”. Porque efectivamente, para seguir con su terminología, parecen haber perdido casi toda su vigencia, en las naciones desarrolladas, los grandes relatos que venían fundando la comunidad de empeños y la coherencia relacional de los mayores sectores de la población: el relato cristiano, que veía a la historia como avance mundial de la salvación; el ilustrado, que la entendía como progreso ascensional movilizado por el avance imparable de la razón; el marxista, que la leía como proceso dialéctico imparable de los modos de producción, conducente a la plena liberación de las capacidades humanas. Cuando estaban culturalmente vigentes esos relatos, como opina Lyotard, toda vida universitaria y no universitaria se insertaba espontáneamente en alguna manera de concebirse las tareas de vivir como ensambladas en una marcha que a todos afectaba. Pero si hoy día no es así, continuaba, él, y si han venido a estar desconectadas de esas perspectivas y de cualesquiera otras perspectivas globales las distintas tareas y proyectos de los sujetos, entonces no pueden sino encerrarse, tanto las tareas como los proyectos, en sus entornos particulares y distintos. Hasta el punto de no poderse apenas decir, como a partir de un cierto momento opinaba Bourdieu, que los humanos pertenecientes a una sociedad compartimos hoy día en ella un mismo existir. Nada más lejos de la idea a que se refiere la “Ex corde Ecclesiae” cuando apela a una búsqueda de significados capaz de garantizar que los nuevos avances de las ciencias sean usados para el auténtico bien de cada persona y del conjunto de la sociedad humana. Está por ver pues qué clase de solidaridad elemental, en esta situación cultural puede fundar el suelo de las ciencias sociales. Y ello me lleva al último de los puntos que yo deseaba tratar: al de la conveniencia de que las ciencias sociales, en nuestras universidades católicas, no se limiten a jugar exclusivamente en el interior de sus propias Facultades o Departamentos su rol de alumbradoras del significado de lo que se hace. Porque pienso que no menos importante sería en nuestras universidades el rol que podrían desempeñar entrando en intercomunicación y debate con los demás campos disciplinares cultivados en ellas. Una intercomunicación y debate, por lo demás, que están formalmente esbozados en varios curriculums universitarios importantes, puesto que en ellos suele atribuirse por ejemplo un lugar a la sociología de la educación, o a la del derecho, o de la medicina, o de la empresa. Pero dos cosas me dice sobre ello mi experiencia vivida desde las clases de psicología social que durante unos pocos cursos estuve dictando en la facultad de ciencias empresariales del ICADE de Madrid: la primera, sobre el papel que el enseñante de ciencias sociales puede desempeñar cuando intenta promover la búsqueda de significados en un ámbito disciplinar distinto del suyo; la segunda sobre lo que con respecto a la misma búsqueda de significados puede ocurrirle en su propio ámbito disciplinar. En cuanto a lo primero, al papel que pueden desempeñar las ciencias sociales en la suscitación de la búsqueda de significados fuera de su propia Facultad, la sociología de los roles sabe muy bien que nadie puede representar en cualquier contexto un papel por él personalmente elegido si ese papel, como ocurre con los exhibidos en el teatro o en el cine, no encaja en el escenario en que él actúa ni engrana con los engranajes de la acción que se está desarrollando. Y así puede un profesor de ciencias sociales querer protagonizar en determinados casos la suscitación de preguntas sobre los significados de prácticas profesionales de especializaciones ajenas con el resultado de que esos sus intentos se disuelvan en el vacío si los alumnos o el plan de estudios, en esos otros escenarios a que accede desde el suyo, están pensando y realizando su trabajo con arreglo a otro guión. Creo que algo de eso me ocurrió cuando asumí mis clases de psicología social en la carrera de empresariales, pensando románticamente en inyectar humanismo en ella. Y mi fracaso en cuanto a ello fue casi total. Y es que por una parte, lo que interesaba al conjunto de los alumnos de empresariales era demorarse en cuestiones que pudieran servirles para la gestión de las empresas, tales como ofertas de incentivos, jerarquías informales de autoridad, niveles óptimos de formalización o informalidad de las tareas, etc. Y por otra parte lo que se desprendía de los criterios con que en la práctica se trabajaba cuando se llevaba a la práctica el plan de estudios asignando recursos, concretando horarios, valorando dedicaciones, apoyando estilos pedagógicos, iba más o menos en la misma dirección: insistir en los aspectos teóricos y técnicos de lo perteneciente al mundo empresarial, relegándose a un segundo plano lo humanísticamente formativo de la reflexión social. O sea: que el papel de quien intentara representar el 116 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences interés por lo social resultaba ajeno a la trama y acción que se tejían a su alrededor. Y de ello saqué mi conclusión: el peso del papel o lugar de las ciencias sociales en nuestras Universidades no está garantizado de antemano, sino que muchas veces tendrá que conquistarse día a día. Y segunda lección de aquella mi experiencia: esa conquista en las circunstancias actuales es una tarea difícil – y no solamente por causas ajenas a los empeños del profesorado de lo social. También por lo que puede ocurrir hoy día y en el actual ambiente con la enseñanza impartida por este mismo profesorado, si ella muy conscientemente no se esfuerza por nadar metodológicamente contra corriente. Porque según lo que me parece ver en mis colaboraciones de los últimos años con estudios sociales sobre migraciones, el peso alcanzado en las actuales ciencias sociales por la facilitación del tratamiento informático de los datos, con la posibilidad por él ofrecida de hacer hablar a indicadores, números y operaciones matemáticas, estaría desde luego aportando conocimientos cada vez más exactos, mejor comprobados y mejor situados de las cosas sociales, pero a la vez estaría dejando más y más en la penumbra a los hombres y mujeres sociales. Como si el rostro de éstos quedara sistemáticamene oculto y despiezado detrás de las cifras. De modo que parodiando a Michel Foucauld casi podríamos decir que esos rostros humanos amenazan con borrarse en nuestros trabajos, “como se borra en la orilla del mar un rostro esculpido en la arena”. En resumen: en el documento que he estado comentando se convoca insistentemente a las Universidades Católicas a que en la realización práctica de sus tareas universitarias busquen constantemente entenderlas en función de lo que pueden significar para el bien, no solamente de las mismas universidades, sino aun mucho más, aun contando con las dificultades que ello puede comportar, para el bien del conjunto de la sociedad. He querido subrayar cuánto pueden contribuir a ello en toda institución universitaria las ciencias sociales, tanto por su actual prestigio y autoridad como por el peculiar humanismo que las empapa. Y he terminado pensando desde mi experiencia sobre algunas cuestiones que más específicamente podrían concernir al cultivo de las ciencias sociales en las universidades católicas: las relacionadas con el debate cultural de hoy sobre depotenciación de los llamados “grandes relatos” y otras, más modestas, sobre la irradiación de los cuestionamientos sociológicos hacia los currículos docentes de otras especialidades. Con ello terminaría, sintiendo no haber sabido aportarles a VV. perspectivas más merecedoras de reflexión sobre el tema que en esta sesión nos correspondía tratar, que era el del papel que en nuestras universidades correspondería desempeñar a las ciencias sociales. Muchas gracias. 117 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences LAS CIENCIAS SOCIALES EN LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS Prof. Sergio Bernal Restrepo Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Prof. Sergio Bernal Restrepo52, S.J. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá El tema propuesto para nuestra reflexión cuyo objetivo es la búsqueda de un nuevo humanismo y cómo poner las ciencias sociales al servicio del desarrollo integral, nos lleva a comenzar preguntándonos sobre la identidad de la Universidad Católica y su misión. Sin pretender entrar a profundizar sobre el tema, lo cual sobrepasaría el objetivo de esta presentación, creo que viene a colación la Constitución Ex corde ecclesiae que nos recuerda que el objetivo de toda Universidad católica es el de contribuir de modo riguroso y crítico a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales (cfr. ECE 12). El formidable progreso de las ciencias y, sobre todo, de las llamadas ciencias duras, con su impacto en la cultura contemporánea, pone de nuevo sobre la mesa la histórica cuestión de la compatibilidad o menos entre ciencia y religión. Normalmente la cuestión se pone sobre esas ciencias, pero hoy día igualmente debemos preguntarnos sobre la relación entre ciencias sociales y humanas y religión. La cultura contemporánea ha elaborado una antropología difícilmente conciliable con la verdad sobre el hombre y la mujer que hemos recibido de la Revelación, pero que todavía supone seguir investigando en su verdadero sentido, pues, tratándose de personas concretas, históricas, esa verdad va asumiendo características siempre nuevas que es preciso conocer para poder realizar la misión de la Iglesia que es de servicio a la humanidad cuyos gozos y esperanzas hace suyos. Parte de ese progreso es la especialización de las diversas áreas del saber, lo cual constituye un desafío a la identidad misma de la universidad, y especialmente de las instituciones católicas cuya tradición había sido la búsqueda de síntesis, propia de la universitas studiorum, convirtiéndola en multiversitas, creando compartimentos estancos entre los cuales el diálogo se hace cada día más difícil. Aunque podría 52 sergio.bernal@javeriana.edu.co 118 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences parecer paradójico, resultado de esta separación ha sido, entre otras cosas, una mayor dificultad para comprender la realidad y la persona humana. La humanidad ha perdido el sentido y es función de la Universidad católica contribuir a su recuperación. En algunos ambientes se ha acuñado la expresión “imaginación sacramental teológica” inspirada en el hecho que para el creyente el mundo físico con toda su complejidad invita a la contemplación desde la cual elevarse al encuentro con el Dios, autor de toda realidad. Este sería un camino para entablar el diálogo entre los dos ámbitos, superando antiguos prejuicios y abriendo la teología al diálogo con la ciencia. Pero es necesario superar el temor a la ciencia en el campo católico, pues, nada más contrario al diseño original del Creador cuando asignó a la humanidad la tarea de “cuidar el jardín”. Esta imaginación sacramental vale igualmente, y, me atrevería a decir, aún más, en el campo de la ciencias sociales y humanas, pues, si el mundo físico puede y debe llevarnos a la contemplación, cuánto más el hombre y la mujer creados apenas un poco inferiores a un Dios y coronados de gloria y esplendor (Ps 8). En esa búsqueda necesaria del diálogo se presenta la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) como un puente que puede prestar un utilísimo servicio, precisamente porque ella es el resultado del compromiso por la defensa de la excelsa dignidad humana, ignorada por la cultura del mercado y la eficiencia, y por el intento de reconstrucción del tejido social rasgado por el pecado. Propiamente hablamos de DSI comenzando con el 1891, cuando tiene inicio la presentación sistemática de la reflexión sobre la realidad desde la Revelación. Con todo, en ese momento histórico difícil para la Iglesia, León XIII miraba el mundo desde la ventanita del palacio apostólico apoyándose en la teología en ese momento dominada fuertemente por la tradición filosófico-teológica neo tomista. Poco a poco, sus sucesores, siguiendo el impulso dado por este Papa, que, a su modo, inició un cambio notable en la Iglesia, se fue llegando a la conclusión que la sola teología no bastaba para comprender la complejidad de la convivencia humana. Y es así como Juan XXIII se vale de la necesaria contribución de las ciencias sociales en su lectura de la realidad y propone para la formación de los cuadros de jóvenes católicos comprometidos en la transformación de la misma, la metodología del ver-juzgar y actuar. Abre así el camino que será confirmado por el Concilio, del discernimiento de la historia como lugar teológico desde el cual el Pueblo de Dios debe descubrir su rumbo. Con ello se establece, como consecuencia lógica, el diálogo y mutuo enriquecimiento entre la doctrina social de la Iglesia y las ciencias sociales y humanas. Con su profundidad de pensamiento y su clarividencia, Pablo VI trató el problema del diálogo necesario entre la Iglesia y las ciencias humanas, no ignorando la problemática inherente a este proceso. Vale la pena leer las palabras del mismo papa: La desconfianza frente a las ciencias humanas afecta a cristianos y cristianas más que a los demás, pero no les encuentra impreparados. […] Como en el caso de las ciencias naturales, la Iglesia tiene confianza también en estas investigaciones e invita a cristianos y cristianas a tomar parte activa en ellas. Con el ánimo de la misma exigencia científica y por el deseo de conocer mejor a hombres y mujeres, pero al mismo tiempo con la iluminación de su fe, cada persona cristiana entregada a las ciencias humanas entablará un diálogo, que ya se prevé fructuoso, entre la Iglesia y este nuevo campo de descubrimientos. En verdad, cada disciplina científica no podrá comprender, en su particularidad, más que un aspecto parcial, aunque verdadero, de la humanidad; la totalidad y el sentido se le escapan. Pero, dentro de estos límites, las ciencias humanas aseguran una función positiva que la Iglesia reconoce gustosamente.53 Tenemos que purificar el concepto de Iglesia, normalmente referida en los documentos del Magisterio a la jerarquía, para verla como es, el Pueblo de Dios, la reunión de los bautizados que comparten la misma fe en Jesucristo. Entra así en la definición la comunidad universitaria de las Instituciones Católicas que comparte la misión confiada por Jesús de Nazaret a toda la Iglesia. Desde varios decenios atrás, pero, especialmente con Juan Pablo II, se ha evidenciado la presencia y misión de los laicos en la Iglesia, cuya mayoría absoluta constituyen, y quienes deben estar en el mundo como sal y levadura, no simplemente como elemento de conservación, sino de transformación. 53 Carta Apostólica de Pablo VI, Octogesima adveniens (14 de Mayo de 1971), 40 119 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences La relación entre la Doctrina Social de la Iglesia y las ciencias sociales y humanas va en la línea de una recíproca interacción. Como hemos visto, para la recta comprensión del hombre y la mujer, y de toda la realidad, la Iglesia necesita la necesaria iluminación de la ciencia, pero ésta, no obstante su espectacular progreso, no puede comprender toda la realidad. Ciencia y fe, al fin y al cabo, buscan la verdad. Pablo VI, siempre en el documento mencionado, nos recuerda que aunque es cierto que solamente la fe nos descubre el sentido más profundo del hombre y la mujer, con todo, su comprensión integral supone la contribución de las ciencias que de ellos se ocupan. En el diálogo con ellas la moral social cristiana comprenderá sus límites que le impiden proponer modelos concretos de sociedad, pero se verá enriquecida en su capacidad crítica y en su misión de defensa de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables.54 A esta interacción contribuye el contenido mismo del discurso social cristiano y su carácter interdisciplinar. Decía Juan Pablo II, que La doctrina social, especialmente hoy día, mira al hombre, inserido en la compleja trama de relaciones de la sociedad moderna. Las ciencias humanas y la filosofía ayudan a interpretar la centralidad del hombre en la sociedad y a hacerlo capaz de comprenderse mejor a sí mismo, como «ser social». Sin embargo, solamente la fe le revela plenamente su identidad verdadera, y precisamente de ella arranca la doctrina social de la Iglesia, la cual, valiéndose de todas las aportaciones de las ciencias y de la filosofía, se propone ayudar al hombre en el camino de la salvación.55 Añadía el Papa: La doctrina social, por otra parte, tiene una importante dimensión interdisciplinar. Para encarnar cada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre, esta doctrina entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan del hombre, incorpora sus aportaciones y les ayuda a abrirse a horizontes más amplios al servicio de cada persona, conocida y amada en la plenitud de su vocación.56 Vale la pena anotar aquí, cómo el Papa Juan Pablo II consagró, si podemos decir así, la relación entre la DSI y las Ciencias Sociales, con la creación en 1994 de la Academia Pontificia de las ciencias sociales cuyo objetivo era la reflexión sobre esta área del saber como contribución a la elaboración de la doctrina social, como una ayuda en el desempeño de su misión.57 Retomando el comienzo de esta presentación, vuelve la pregunta sobre la misión de la Universidad Católica en el ámbito del conocimiento, de la búsqueda de la verdad, de la contribución a la humanización de la sociedad, a ayudarle a reencontrar el sentido. Deberíamos preguntarnos hasta qué punto hemos hecho nuestra esa misión en nuestro quehacer cotidiano, para hacerla elemento esencial de los procesos formativos. Y es esto, precisamente, lo que pretendemos lograr con nuestra labor de docencia, investigación y servicio en las Universidades con las que hemos comprometido nuestra vida. Las profundas divisiones presentes en nuestra sociedad nacional e internacional contradicen la visión cristiana de una gran familia en la que la vivencia de las relaciones interpersonales contribuyan a la maduración de cada persona en su propia identidad. “Dicho pensamiento – afirma Benedicto XVI - obliga a una profundización crítica y 54 55 Cfr.Octogesima adveniens, 40. Carta Encíclica de Juan Pablo II, Centesimus annus (1 de Mayo, 1991), 54. La misma idea presentaba el Papa en la encíclica Sollicitudo rei socialis. (30 Dic.1987) cuando afirmaba que la Iglesia con su doctrina social: “Intenta guiar de este modo a los hombres para que ellos mismos den una respuesta, con la ayuda también de la razón y de las ciencias humanas, a su vocación de constructores responsables de la sociedad terrena” (1). 56 57 Centesimus annus, 59. La Academia fue creada mediante el Motu proprio Socialium scientiarum del 1 de Enero de 1994. 120 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences valorativa de la categoría de la relación. Es un compromiso que no puede llevarse a cabo sólo con las ciencias sociales, dado que requiere la aportación de saberes como la metafísica y la teología, para captar con claridad la dignidad trascendente del hombre.”58 Hemos hecho alusión a los grandes progresos de la ciencia y la tecnología que deben ser vistos como un destello de la sabiduría divina comunicada y participada por los hombres y mujeres que son los autores de dicho progreso. Sin embargo, no todo es positivo y cada día se hacen más evidentes los efectos negativos que atentan con la destrucción de la misma humanidad, hasta el punto que hoy, después de lustros de rechazo en los ambientes académicos y científicos, la ética se va abriendo campo y se va revelando como una necesidad si no se quiere hacer imposible la convivencia entre los seres humanos. Nuestra misión es educar en un mundo extraordinario fuertemente influenciado por la técnica, no siempre para beneficio de la persona. No podemos olvidar, como nos recuerda Benedicto XVI que "[p]ara educar es preciso saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. El afianzarse una visión relativista de dicha naturaleza plantea serios problemas a la educación, sobre todo a la educación moral, comprometiendo su difusión universal. Cediendo a este relativismo, todos se empobrecen más".59 Se evidencia así, cómo la filosofía y la teología necesitan también del aporte de las otras ciencias para lograr esta recta e integral comprensión de la persona. La Universidad busca la formación integral de la persona, no la simple transmisión de conocimientos y habilidades. Se trata de formar ciudadanos conscientes de su responsabilidad en la construcción de la sociedad solidaria y justa, de una sociedad donde todos se sientan sujetos de la propia historia y puedan participar del patrimonio común, incluyendo los bienes inmateriales. Todas las actividades de un centro universitario deben estar informadas por lo que hoy se llama el “Mission Statement”, o sea la declaración de identidad y es en torno a ésta como deben estructurarse. La tarea se hace difícil por cuanto hemos afirmado al comienzo sobre la especialización que puede llevar a la desestructuración del saber. Detrás de todo proyecto de formación hay una concepción del hombre y la mujer, como también de aquello que se propone como modelo de sociedad. Con acertada expresión declaraba Paulo VI que lo que la Iglesia tiene para ofrecerle al mundo “lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad”.60 Cuando nació la Universidad era precisamente esta concepción la inspiración fundamental que daba sentido y coherencia a todos los saberes. Hoy es necesario recuperar esa coherencia en el diálogo interdisciplinar y aquí entra a desempeñar su papel la DSI que, más que una serie de documentos o de principios, criterios y directrices para la acción es un horizonte, más aún, un espíritu que debe encarnarse y dar vida a toda forma de interacción humana y coherencia y sentido al quehacer universitario. Es éste el principio que debe orientar la investigación que no es otra cosa que un instrumento de búsqueda de la verdad cuyo objetivo final, para la Universidad Católica, es el bien de la sociedad. Dice Benedicto XVI: En el contexto social y cultural actual, en el que está difundida la tendencia a relativizar lo verdadero, vivir la caridad en la verdad lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral.61 Pero, de nuevo la pregunta: ¿es posible este diálogo entre un saber caracterizado por la trascendencia y las ciencias positivas? El desafío a las instituciones de educación superior de la Iglesia, es el de hacerlo posible, sin renunciar a su identidad y sin violar la legítima autonomía de las ciencias. 58 Carta Encíclica de Benedicto XVI, Caritas in veritate (29 de Junio de 2009), 53. Caritas in veritate, 61. 60 Carta Encíclica de Pablo VI, Populorum progressio de Pablo VI, (26 de Marzo de 1967), 13. 61 Caritas in veritate, 4. 59 121 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Hoy nadie puede defender seriamente la pretendida neutralidad de las ciencias. La separación entre filosofía y ciencias, fruto de la Ilustración, buscaba cerrar el paso a cualquier consideración ética y partía del presupuesto de un hombre absolutamente autónomo, auto referencial y cerrado a cualquier tipo de trascendencia. Esta concepción ha ido evolucionando y ha producido a lo largo de la historia diversas formas de alienación de la persona humana. En realidad, nuevas formas de comportamiento inspiradas en la ideología liberal, terminan generando un nuevo ethos con su respectiva escala de valores. Nos enfrentamos así a una cultura materialista, inmanentista, e individualista. Hoy nos enfrentamos a la alienación occidental que hace casi imposible la relación interpersonal orientada al bien del otro, no al provecho personal exclusivamente, y aún más imposible la vivencia de la solidaridad interhumana.62 Considero que este hecho de la alienación abre un amplio campo a la investigación interdisciplinar en el que los cristianos deben entrar con toda humildad como miembros de un grupo de personas que buscan la verdad y el bien, no como poseedores de la verdad absoluta. La gran contribución de la DSI es precisamente la visión integral de la persona humana que debe servir de parámetro unificador de sentido, pero teniendo presente que, Al no ser ideológica, la fe cristiana no pretende encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica y reconoce que la vida del hombre se desarrolla en la historia en condiciones diversas y no perfectas. La Iglesia, por tanto, al ratificar constantemente la trascendente dignidad de la persona, utiliza como método propio el respeto de la libertad.63 A las ciencias sociales y humanas en el ámbito de la Universidad católica se le abren hoy campos innumerables que hay que investigar, siempre en la búsqueda del bien común. Quisiera mencionar sólo algunos que considero especialmente importantes en la actualidad. Uno de esos es la democracia. Mucho se habla de ella. Más aún se alardea de los grandes progresos que la democracia ha hecho en los últimos decenios, pero, nada más lejano de la realidad. ¿Qué es la democracia? En la búsqueda de respuestas la DSI ofrece un criterio iluminador que, sin embargo, no es fácil objeto del diálogo: Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres: los intereses de clase, grupo o nación, los contraponen inevitablemente unos a otros. Si no se reconoce la verdad trascendente, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás. Entonces el hombre es respetado solamente en la medida en que es posible instrumentalizarlo para que se afirme en su egoísmo. La raíz del totalitarismo moderno hay que verla, por tanto, en la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, imagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado. No puede hacerlo tampoco la mayoría de un cuerpo social, poniéndose en contra de la minoría, marginándola, oprimiéndola, explotándola o incluso intentando destruirla.64 Históricamente, la Iglesia ha recorrido un difícil camino en la aceptación del sistema democrático y esa capacidad crítica a la que contribuye el diálogo con las ciencias sociales, la hace todavía más cautelosa ante los diversos modelos históricos de organización política. Esta actitud cautelosa se ve confirmada ante el hecho que en algunos ambientes se ha llegado hasta la deformación de pensar que la democracia se impone con la fuerza de las armas. Para la DSI el elemento esencial de la democracia es la participación. Pero es importante tener presente que la Iglesia, como aparece en los documentos del Magisterio Universal, no se compromete con sistema alguno y por ello las formulaciones son cuidadosamente redactadas: 62 Cfr. Centesimus annus, 41. Centesimus annus, 46. 64 Ibíd., 44. 63 122 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado.65 La realidad del mundo globalizado está más cerca de la crítica hecha por el Papa, que al ideal democrático que se nos predica. ¿Podemos llamar democráticos sistemas que permiten que significativos estratos de la población vivan en situaciones de pobreza y marginalidad? No se trata solamente de la libertad del voto, sino de la participación real en todos los bienes, materiales y espirituales que constituyen el patrimonio social. La Universidad debe investigar sobre los poderes reales en la sociedad de la que es parte y, con un fino discernimiento, mantener y defender su libertad. La crítica que debe ser también función de las instituciones civiles, ha de ser fundamentada con la observación científica. Pero la función de la investigación en el ámbito político no se limita a ofrecer elementos de crítica, sino que debe buscar modelos nuevos de sociedad participativa. La investigación científica supone la purificación de compromisos adquiridos que impedirían la búsqueda honesta de la verdad y aquí puede generarse un fructuoso diálogo entre el rigor metodológico y la necesaria libertad cristiana. Hay que buscar los elementos socio-culturales generadores de alienación. La Universidad no puede ser un instrumento de replicación de las estructuras dominantes. La formación integral de la persona supone la conciencia crítica, el crecimiento en autonomía y libertad, la aceptación de las propias responsabilidades, en muchos casos como miembros de grupos privilegiados que pueden tener acceso a la educación superior, lo cual no debe ser motivo de orgullo opresor, sino de humilde aceptación de la vocación de servicio. Es trascendental el servicio que en este campo prestan las ciencias sociales. Como católica, la Universidad debe estar al servicio de la verdad y de la liberación integral de la sociedad. Tal vez en muchos sitios ya no se aplica el concepto marxiano de alienación, pero nuevas formas han surgido, que debemos desenmascarar mediante el análisis científico de la realidad. Un análisis objetivo, desde las diversas ciencias sociales y humanas posiblemente nos demostrará que nunca estuvo la humanidad más alienada que en la actualidad, cuando el progreso científico pretende demostrar todo lo contrario. Bien afirmaba Juan Pablo II, que Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana. En la sociedad occidental se ha superado la explotación, al menos en las formas analizadas y descritas por Marx. No se ha superado, en cambio, la alienación en las diversas formas de explotación, cuando los hombres se instrumentalizan mutuamente y, para satisfacer cada vez más refinadamente sus necesidades particulares y secundarias, se hacen sordos a las principales y auténticas, que deben regular incluso el modo de satisfacer otras necesidades. El hombre que se preocupa sólo o prevalentemente de tener y gozar, incapaz de dominar sus instintos y sus pasiones y de subordinarlas mediante la obediencia a la verdad, no puede ser libre. La obediencia a la verdad sobre Dios y sobre el hombre es la primera condición de la libertad, que le permite ordenar las propias necesidades, los propios deseos y el modo de satisfacerlos según una justa jerarquía de valores, de manera que la posesión de las cosas sea para él un medio de crecimiento. Un obstáculo a esto puede venir de la manipulación llevada a cabo por los medios de comunicación social, cuando imponen con la fuerza persuasiva de insistentes campañas, modas y corrientes de opinión, sin que sea posible someter a un examen crítico las premisas sobre las que se fundan. 66 Y aquí aparece nuevamente la posibilidad y necesidad del diálogo entre Doctrina Social de la Iglesia y Ciencias sociales y humanas. 65 66 Centesimus annus, 46. Centesimus annus, 41. 123 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral. Por eso la Iglesia la busca, la anuncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable. Su doctrina social es una dimensión singular de este anuncio: está al servicio de la verdad que libera. Abierta a la verdad, de cualquier saber que provenga, la doctrina social de la Iglesia la acoge, recompone en unidad los fragmentos en que a menudo la encuentra, y se hace su portadora en la vida concreta siempre nueva de la sociedad de los hombres y los pueblos.67 Es tarea urgente en las Facultades de Ciencias Económicas y Administrativas, la investigación orientada a la búsqueda de modelos alternativos que, en lugar de posibilitar la acumulación de riqueza y la generación de pobreza y marginación, ayuden a vivir el principio fundamental de la universal destinación de los bienes, con realismo, pero con equidad. Recientemente, Benedicto XVI ha lanzado un gran reto sobre cómo hacer compatible el concepto de gratuidad con los sistemas económicos. Otro tema de investigación es el de las amenazas a la verdad que provienen del poder político, hoy al servicio de la economía del mercado. Hace años se vienen haciendo esfuerzos por salvar lo poco que va quedando de un ambiente apto para sostener la vida de las generaciones presentes y futuras, pero, una tras otra, las famosas Cumbres dominadas por pocos países que ejercen un poder despótico sobre el resto, han terminado todas en el fracaso. Es un hecho que el gran público no tiene derecho a acceder a la verdad sobre la situación real del planeta, ni sobre los efectos que la alocada carrera armamentista, de producción y consumo como también de los efectos que la irresponsable explotación de los recursos naturales están teniendo sobre todas las formas de vida y sobre el habitat humano. El mundo ha sido engañado en más de una ocasión con noticias falsas para justificar guerras desde todo punto de vista injustificables y que están demostrando sus resultados negativos sobre poblaciones inermes e indefensas. Las principales fuentes de la información están en manos de los grandes intereses políticos y económicos y por tanto, la misma información se hace sospechosa sin que existan fuentes alternativas. Estos hechos son manifestaciones de la ruptura total entre la ética y la política. ¿Qué papel puede desempeñar la investigación en este campo? Cada día aparecen nuevas situaciones que le piden a la Universidad Católica contribuciones necesarias para el discernimiento de la realidad. Por ejemplo, la Iglesia, es decir, todos los cristianos llamados a ejercer una función crítica en la sociedad debemos analizar objetivamente las bondades o disfunciones de los tratados de libre comercio, de los proyectos legislativos que, presionados desde fuera quieren aprobar el aborto, la eutanasia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, las adopciones por este tipo de parejas, la gestión ambiental, en fin toda una serie de iniciativas que atentan contra la vida en sociedad y contra la misma vida. La respuesta objetiva necesita de la contribución de las ciencias sociales y humanas para evitar posiciones ingenuas sin fundamento objetivo. Siempre con el rigor debido a la Academia, evitando posiciones fundamentalistas y excesivamente apologéticas, buscando la verdad y el bien de la persona y la defensa de su dignidad. Es éste un campo en el que la moral cristiana necesita la contribución de la Academia. Pero, al mismo tiempo, esa respuesta supone trascender lo puramente técnico para poder ofrecer caminos que favorezcan el crecimiento de todos los miembros de la sociedad y les ayuden a vivir una vida feliz. Las ciencias sociales tienen una función de primer orden en la Universidad hoy ante la tendencia a la hiper especialización y la excesiva tecnificación del saber. Pero es necesario, además, buscar la integración de las ciencias sociales entre sí. Porque son ellas las que buscan comprender al hombre y la mujer, los más complejos de todos los seres, contrariamente al sentir común. Algunas escuelas de administración, por ejemplo, hoy han descubierto la necesidad de integrar otros saberes distintos de la economía para comprender el comportamiento económico de las personas para lo cual no basta la matemática. Las grandes escuelas de mercadeo incluyen la racionalidad ética, preocupadas por el consumismo patológico estimulado por la publicidad, y que está teniendo efectos devastadores no solamente sobre el ambiente físico, sino sobre las mismas personas. 67 Caritas in veritate, 9. 124 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences Volviendo al tema ecológico, en él encontramos la confirmación de la necesidad de integrar las ciencias sociales en la investigación. La negación de controlar las emisiones contaminantes por parte de los Estados Unidos es una clara demostración de la íntima relación entre política y economía. El problema no es solamente físico ni biológico, sino que en él juegan los grandes intereses de los poderosos de la tierra. Precisamente la inclusión de la ética en el análisis llevará a desenmascarar a los verdaderos responsables. Pero, hablando desde la investigación científica, la ética ayudará a descubrir las causas de los fenómenos para poder buscar soluciones eficaces. La Doctrina Social entra aquí para iluminar la visión de la humanidad y de la creación física proponiendo una antropología que en muchos puntos puede compaginarse con el exagerado antropocentrismo propuesto por la sociedad del consumo, pero ayuda a limitar sus excesos que parecen querer retornar al viejo superhombre con características nuevas que, con todo, terminan por encerrarlo cada vez más en sí mismo y cerrarlo a cualquier posibilidad de trascendencia. Desde las ciencias humanas debemos ayudar a desenmascarar las fuerzas ocultas que se mueven detrás de esta visión y que no son otras que los intereses egoístas del mercado que ha dejado de ser “la institución económica que permite el encuentro entre las personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios de consumo para satisfacer sus necesidades y deseos”68 y va asumiendo las características de una nueva ideología ejerciendo un dominio político con detrimento de los “invisibles” de nuestras sociedades. La DSI no propone modelos concretos ni se compromete con modelos históricos. Se mueve, si podemos decirlo, en el horizonte de la utopía que surge del Evangelio y que hace que el cristiano nunca pueda identificarse con un modelo de sociedad perfecta que no será posible mientras el pecado exista en lo más profundo del ser humano. No quiere esto decir que la imperfección de toda realidad exima al cristiano del compromiso. Precisamente la imposibilidad de la perfección lo impulsa a no detenerse jamás en la búsqueda de una sociedad mejor, más justa, más solidaria. Por su carácter interdisciplinar y por su apertura a todas las ciencias que puedan ayudarle a una mejor comprensión de la persona y de su mundo, pero sobre todo por la función integradora de su visión del hombre y la mujer y del mundo, la DSI puede prestar a la investigación científica una ayuda que no sólo es útil, sino necesaria. La Doctrina Social de la Iglesia ofrece a las ciencias sociales y humanas el necesario complemento a la misión que éstas tienen en la Universidad Católica, de buscar la verdad en todos los campos en los que se realiza la vida en la sociedad buscando siempre el bien común. Esto significa [dice Benedicto XVI] que la valoración moral y la investigación científica deben crecer juntas, y que la caridad ha de animarlas en un conjunto interdisciplinar armónico, hecho de unidad y distinción. La doctrina social de la Iglesia, que tiene «una importante dimensión interdisciplinar», puede desempeñar en esta perspectiva una función de eficacia extraordinaria. Permite a la fe, a la teología, a la metafísica y a las ciencias encontrar su lugar dentro de una colaboración al servicio del hombre. La doctrina social de la Iglesia ejerce especialmente en esto su dimensión sapiencial.69 La Universidad Católica tiene que ser un centro de análisis crítico de la realidad, un faro que oriente la opinión pública, y para ello cuenta con la presencia de las ciencias sociales y humanas que, inspiradas en el humanismo ofrecido por la Doctrina Social de la Iglesia podrá día a día analizar si en su quehacer cotidiano sostiene y refuerza modelos de sociedad alienantes, o si, más bien constituye un elemento dinámicamente transformador de la sociedad desde la docencia, la investigación y el servicio, contribuyendo al crecimiento de una sociedad a medida del hombre en justicia, amor y libertad. A este propósito añade el Papa: El desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que se estime y dé testimonio de 68 69 Caritas in veritate,35. Caritas in veritate, 31. 125 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences esta verdad. Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales.70 En el contexto de esta reunión de Universidades Católicas me parece pertinente concluir con la inspiración del Papa que, estoy seguro, como personas comprometidas con la misión evangelizadora de la Universidad, comprenderemos en toda su profundidad: El saber humano es insuficiente y las conclusiones de las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre. Siempre hay que lanzarse más allá: lo exige la caridad en la verdad. Pero ir más allá nunca significa prescindir de las conclusiones de la razón, ni contradecir sus resultados. No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor. Esto significa que la valoración moral y la investigación científica deben crecer juntas, y que la caridad ha de animarlas en un conjunto interdisciplinar armónico, hecho de unidad y distinción.71 70 71 Caritas in veritate, 5. Ibid, 30-31. 126 What Social Sciences for Which Society? I International Conference IFCU-‐Social Sciences 127