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Los emprendedores sociales: origen y futuro Una definición Los emprendedores sociales son personas que poseen la visión, la creatividad y la determinación tradicionalmente asociada a los emprendedores de negocios pero su motivación es la de generar un cambio social profundo y duradero y no el beneficio económico. Poseen dos atributos sobresalientes: una idea innovadora que produzca un cambio social significativo y una visión emprendedora a la hora de realizar sus proyectos1. Al igual que el mundo empresarial necesita de emprendedores para progresar y ofrecer mejores productos y servicios, los emprendedores son necesarios, también, en el ámbito social. Esta es la primera idea, quizás sorprendente para muchos oídos, de Bill Drayton, quien acuñó el término emprendedor social. Un poco de historia Hace más de veinte años, Bill Drayton crea Ashoka, una organización que proporciona dinero para apoyar a emprendedores sociales y sus ideas con impacto social. Realiza una profunda selección tanto de personas como de proyectos para que sean auténticamente innovadores. El resultado de su idea ha sido espectacular, y ha quedado recogido en el libro de David Bornstein Cómo cambiar el mundo: emprendedores sociales y el poder de la nuevas ideas. En el 2001 se realizó un estudio del impacto generado por los emprendedores seleccionados por Ashoka en 1995 con los siguientes resultados: el 64% han conseguido influir en políticas nacionales; el 87% de las ideas de los emprendedores han sido replicadas por otras instituciones; el 85% han recibido algún reconocimiento nacional o internacional por su trabajo. En los años 70 Muharnmad Yunus (Bargladesh, 1940) era un economista inteligente, que había estudiado en Estados Unidos gracias a una beca Fulbright. Era uno más. Volvió a Bangladesh, y tras pensar cómo organizar mejor las aldeas rurales, ideó un sistema de pequeños préstamos a un interés muy bajo y que tuviera que devolverse en un plazo muy breve de tiempo. Con eso ayudaría a muchas personas a poner en marcha un pequeño negocio y tras muchas dificultades fundó el Grameen Bank, que presta dinero a más siete millones de personas. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 2006, aunque podría haber recibido el de economía. Se lo merecía igualmente. No es un ejemplo aislado. Los grandes cambios siempre han ido acompañados de personas infatigables. En el siglo XIX la británica Florence Nightingale pensó que las mujeres podían servir al ejército como enfermeras. La idea de Nightingale, que hoy nos parece obvia, tuvo que superar numerosos obstáculos. Hacer entender en tiempos de la Guerra de Crimea que unas mujeres podían desempeñar una profesión respetable como enfermeras en los hospitales fue difícil. Los cambios se realizaron primero a pequeña escala para luego incorporarse a la legislación y a la organización sanitaria de Gran Bretaña y, posteriormente, de otros países, con el resultado de una mejora impresionante en los hospitales y en las tasas de supervivencia. Muchos le han seguido después. Como Huero Billimoria, una mujer que puso en marcha en la India un teléfono gratuito para asesorar a niños que son víctimas de malos tratos (el teléfono es atendido también por niños); Al Etmanski, fundador en Canadá de una red de apoyo a personas con discapacidades cuyos padres han muerto; Tomász Sadowski en Polonia que junto a su mujer, 1 http://www.emprendedoressociales.org/definicion http://ashoka.org/story/what-social-entrepreneur-really http://www4.gsb.columbia.edu/socialenterprise/careers/resources/areas ambos psicólogos, compraron una antigua escuela y se trasladaron con su hija y veinte personas para reconvertirla a una granja y poder darles trabajo. Actualmente también rehabilitan granjas abandonadas en Bielorrusia, República Checa, Estonia y otros países del antiguo bloque soviético. Y no son casos aislados. Rodrigo Baggio en Brasil, viendo la falta de recursos e incentivos para estudiar de miles de jóvenes de las favelas empezó a enseñarles informática. Así evitó que cayeran en problemas de narcotráfico y delincuencia. Hoy su organización tiene escuelas en Brasil, Japón, Angola, Sudáfrica, Guatemala, México, Colombia, Honduras, Uruguay y Chile. Y ha conseguido alianzas estratégicas para llevar a cabo su proyecto con gigantes como AOL y Microsoft. En España, un periodista catalán decide tomarse unas vacaciones en algún sitio y en la agencia de viajes le sugieren unos días en la India. En Bombay. Se llama Jaume Sanllorente. Allí descubre que un orfanato que se dedica a sacar a niños de la explotación de las calles está a punto de quebrar. Después de vender su casa y salvar el orfanato crea una ONG que hoy atiende a 5000 niños sacados de las calles de Bombay. Las personas hacen los cambios La tesis fundamental de Drayton era que había que apoyar a personas con ideas innovadoras y determinación en el ámbito social (acción social, salud, educación, formación, medio ambiente, etc.) y ofrecerles el trampolín financiero para saltar a la acción en el momento inicial. El ESEP pretende adelantar un paso: crear un programa para descubrir las potencialidades de los jóvenes e incentivar su interés social para que en un futuro pueden lanzarse a realizar cambios sociales a su alrededor. Los emprendedores sociales están ahí. Algunos no lo saben porque tienen que “darse permiso”; y no se dan permiso. Uno de los objetivo del ESEP es proporcionar las herramientas para sacar el potencial de los jóvenes para cambiar lo que les rodea, siendo auténticos líderes sociales en su ámbito. El tercer sector no es simplemente un ámbito "residual" que trabaja donde el Estado no puede o las empresas no quieren. Es el ámbito donde están los gérmenes de muchos cambios positivos, como la historia demuestra. Pero, para dar de sí todo su potencial, el tercer sector debe acelerar su ritmo y, para eso, entre otras cosas, necesita de emprendedores y el ESEP pretende ser un programa destinado a descubrir emprendedores emergentes. Voluntario, voluntariado Una definición y caracterización El voluntariado es el ejercicio libre, organizado y no remunerado de la solidaridad ciudadana en actividades y programas que van en beneficio de la Comunidad. Cuatro ideas clave sobre el voluntariado2: • Voluntariedad. El voluntariado, la acción voluntaria, es el resultado de una libre elección, es una opción ética, personal, gratuita, que no espera retribución o recompensa. La palabra exacta no es desinterés, porque la persona voluntaria tiene interés, mucho interés y obtiene satisfacción en sus motivaciones personales. • Solidaridad. Altruismo quiere decir amor al otro, es lo contrario de egoísmo. El voluntariado, la acción voluntaria sólo existe cuando repercute en los otros, cuando su interés es colectivo, general, público. El voluntariado es un medio para dar respuesta a 2 http://www.voluntariado.net/castellano/conceptos.htm • • necesidades, problemas e intereses sociales, y no un fin en sí mismo para satisfacer a las personas voluntarias. La acción voluntaria supone un compromiso solidario para mejorar la vida colectiva. Acción. El voluntariado no es sólo un valor ético, una actitud, sino una práctica concreta. El voluntariado se hace, es acción. Si se queda tan solo en un vago espíritu de buena persona, de buen ciudadano o ciudadana, acaba siendo algo vacío y sin sentido. Aunque también es cierto que no es posible la pura acción sin "alma", sin valores. Pero lo que cambia el mundo, lo que enfrenta los problemas y las necesidades, es la acción. Organización. El voluntariado, por ser algo muy importante, no se puede tratar como una práctica personal, individual, testimonial, íntima. Porque el objetivo del voluntariado es mejorar la realidad, transformar el mundo, y hacerlo eficazmente. Frente a la improvisación y la espontaneidad, el voluntariado requiere actuar organizadamente, uniendo fuerzas. Por tanto, la acción voluntaria debe de ser una acción organizada, sistemática, sinérgica, que requiere de organización, de asociaciones o fundaciones en las que actuar. La persona voluntaria realiza su acción solidaria por dos tipos de motivaciones y razones principales3: • Por razones ideológicas, éticas y morales, o de carácter religioso, que le llevan a sentir como suyos los problemas y necesidades de otros, a querer hacer algo para mejorar la sociedad, cambiar las cosas, transformar el mundo. • Por razones personales, por la necesidad de sentirse socialmente útil, de conocer y vivir nuevas experiencias, formarse y desarrollarse como persona, relacionarse y trabajar con otros,... La acción voluntaria significa DAR (tiempo, recursos, trabajo, etc.) y también RECIBIR (satisfacción, aprendizajes, experiencia, relaciones humanas, etc.). ¿Qué se entiende por Voluntariado Corporativo4? Según la Ley Estatal 6/96 Reguladora del Voluntariado, este hace referencia al conjunto de actividades de interés general desarrolladas por personas físicas que no se realicen en virtud de una relación laboral, funcionalidad, mercantil o cualquier otra retribuida. El Voluntariado Corporativo, específicamente, se refiere al desarrollo de dichas actividades bajo un impulso que es promovido por las empresas en las que trabaja la persona. El Capital Social: la fuerza de las relaciones Definición de Capital Social5 “El capital social puede entonces considerarse como el conjunto de las relaciones sociales de las que en un determinado momento dispone un sujeto individual (por ejemplo, un empresario o un trabajador) o un sujeto colectivo (privado o público)” (Trigilia, 2003: 129) 3 http://www.voluntariado.net/castellano/conceptos.htm Informe del voluntariado corporativo en España, 2009. Observatorio del voluntariado corporativo. Realizado por IESE Business School y Cooperación Internacional http://www.observatoriovc.org/informe_2009.pdf 5 Tanto la primera definición como el posterior desarrollo de Capital Social ha sido extraído de http://www.scribd.com/doc/32351888/Capital-Social-Definicion-y-Concepto. Firmado digitalmente por Zinnia Munoz. Cadiz. zartes@gmail.com 4 O bien, “Conjunto de normas, redes y organizaciones construidas sobre relaciones de confianza y reciprocidad, que contribuyen a la cohesión, el desarrollo y el bienestar de la sociedad, así como a la capacidad de sus miembros para actuar y satisfacer sus necesidades de forma coordinada en beneficio mutuo”. Definición del diccionario de acción humanitaria y cooperación al desarrollo6. El capital social se acumula, se crea, se mantiene y se destruye. Es el único capital que no disminuye o se agota con el uso, al contrario, entre más se usa, más crece (Kliksberg, 1999:89). Pero, como todo capital, necesita de constantes inversiones, genera costos (tales como tiempo, dinero, atención, información, etc) y beneficios (Piselli, 2003: 59-60) (como información compartida, actividades coordinadas, toma de decisiones colectivas, buenos canales de comunicación, veeduría social, seguridad, etc1). Asimismo, facilita la consecución de fines que de otra manera no serían alcanzados o tendrían un costo mucho más alto (Trigilia, 2003: 129. Putnam, 2002: 177). Y esto es en esencia el valor del capital social: que al utilizar nuestra red de relaciones y ponerla a funcionar, podemos alcanzar nuestros objetivos de una manera más sencilla y eficaz (Piselli 2003, 60). Para que se pueda construir capital social es necesario que en las relaciones que se establecen sea posible la existencia de una identidad más o menos duradera y que ésta sea reconocida por quienes participan de la relación. Además, los participantes deben hipotetizar formas de reciprocidad o de solidaridad (Pizzorno, 2003: 24). Para que esto se dé, es preciso que exista un mayor o menor grado de confianza entre los participantes (Putnam, 2002: 14) y unas normas sociales básicas de reciprocidad. El capital social es el capital de las relaciones, pero no todas las relaciones construyen capital social. Las relaciones de mero intercambio o encuentro entre individuos que no continúan con esa relación no construyen capital social porque no es necesario que la relación sea reconocida por la identidad del otro (Pizzorno, 2003: 23). Por ejemplo, tomar un taxi no construye capital social entre el pasajero y el conductor o con el pasajero que se sienta al lado de uno en un bus no se construye capital social. Las relaciones de hostilidad y explotación tampoco construyen capital social ya que se trata de anular la identidad del otro. El capital social es neutro, no es ni bueno ni malo y siempre va a generar un beneficio para quienes actúen en una relación. Pero los efectos del capital social no son siempre positivos, en términos sociales, políticos y de desarrollo económico; en algunos casos las acciones que se cometen gracias a esa red de relaciones pueden ser perjudiciales para el resto de la sociedad y pueden generar dependencia política, clientelismo, corrupción y economía criminal (Trigilia, 2003: 139). La riqueza, en términos de capital social, está dada por el número de relaciones que posee un individuo, una colectividad o una sociedad y por el nivel de dependencia entre unos y otros (Piselli, 2003: 57). Entre más conectada esté una sociedad a través de mecanismos de solidaridad y de reciprocidad, mayor será su reserva de capital social y serán mejores las condiciones de bienestar para los sujetos que vivan en ella (Putnam, 2002: 28). Esto es posible porque el capital social puede influir en la valoración y crecimiento del capital humano y del capital financiero (Trigilia, 2003: 134) 6 http://www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/29 Voz Capital Social, redactada por Jokin Alberdi y Karlos Pérez de Armiño No se debe olvidar que el capital social está mediado por la cultura ya que ésta determina los principios de reciprocidad, confianza, solidaridad, cooperación, etc Algunas teorías en torno al capital social Quienes hacen uso de este concepto subrayan que las personas utilizan sus recursos sociales para conseguir, a través de la cooperación mutua, objetivos que de lo contrario serían difícilmente alcanzables (Coleman, 1990:300-304). Aunque el término se utilizaba ya en la sociología, su incorporación a los estudios sobre el desarrollo tuvo lugar sobre todo a partir de la publicación en 1993 por Robert Putnam de su obra Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy. Éste argumenta que la existencia de una sociedad civil basada en organizaciones horizontales incrementa la confianza social entre los individuos que las componen, al tiempo que crea un entorno social que exige y propicia un gobierno más sensible y responsable hacia el bien común. Putnam ofrecía así un marco conceptual y metodológico para entender y medir el desarrollo de una sociedad civil, considerado además como esencial para el proceso de democratización. Según Putnam, el capital social consiste en el activo históricamente acumulado por una sociedad a partir de la acción organizada de sus miembros (individuos o colectivos), sobre la base de determinadas normas sociales de cooperación, la interiorización de varios valores (confianza, solidaridad, reciprocidad), y la existencia de un tejido social (o “redes de compromiso”, como las denomina), permitiendo tal capital social una mayor eficacia en la consecución del bienestar. El concepto se ha expandido desde entonces debido a su utilidad. De esta forma, la formulación inicial de Putnam se ha ampliado. Así, por ejemplo, Coleman (1988, 1990) entiende que el capital social está compuesto por los siguientes recursos: a) Las redes sociales, como son los lazos de parentesco, las redes comunitarias informales, las organizaciones sociales, etc. El mantenimiento de estos vínculos requiere una inversión de tiempo y dedicación, pero permite obtener beneficios en forma de flujos de solidaridad, capacidad de defensa de intereses y derechos, obtención de información (la cual resulta determinante para la capacidad de decisión y actuación del individuo), etc. b) Las normas sociales (de voluntariedad, altruismo, comportamiento) y derechos comúnmente aceptados, así como las sanciones que los hacen efectivos. c) Los vínculos de confianza social, la cual garantiza un entramado de obligaciones y expectativas recíprocas que posibilitan la cooperación. Estas relaciones pueden abarcar también las de autoridad, consistentes en la cesión consensuada a un líder de poderes para gestionar problemas colectivos. Como vemos, una diferencia fundamental entre Putnam y Coleman es que el primero se limita a considerar las asociaciones horizontales, entre iguales, mientras que Coleman contempla también organizaciones de tipo vertical, esto es, con relaciones jerárquicas y una distribución de poder desigual entre las personas. Por su parte, otros autores presentan diversas matizaciones en la concepción del capital social. Así, Fukuyama (1995) sostiene que el nivel de confianza inherente, como característica cultural de una nación, condiciona su bienestar y capacidad competitiva. A su vez, Harriss (1997), inscrito en la corriente neo-institucional, opta por un concepto amplio, pues incluye no sólo las relaciones informales, locales, horizontales y jerárquicas, sino también las relaciones y estructuras formales e institucionalizadas: gobierno, régimen político, estado de derecho, sistema judicial, y libertades civiles o políticas. De este modo, sostiene que las instituciones tienen un efecto importante sobre el ritmo y la orientación del desarrollo económico. La idea del capital social ha penetrado con fuerza en el Banco Mundial, que en 1994 creó un grupo de trabajo sobre el tema dentro de su unidad de Desarrollo Social. En varios de sus estudios al respecto (World Bank, 1997), así como en su Informe sobre Desarrollo Mundial de 1997, insiste en la importancia que tiene el capital social y la organización de los actores sociales para el crecimiento económico y el desarrollo, por cuanto favorecen el intercambio de información, la coordinación de actividades y la toma colectiva de decisiones. Subraya que el capital y la cohesión social son factores cruciales para aliviar la pobreza y lograr el desarrollo humano y económico sostenible. De este modo, afirma, en sus proyectos y programas para reducir la vulnerabilidad de las personas y familias un objeto central de análisis radica en la falta de organización o vertebración social, así como en la creación de redes familiares y sociales. Igualmente, recomienda a los donantes que promocionen formas “deseables” de capital social mediante el apoyo a las ONG y los gobiernos locales, camino que efectivamente ha sido emprendido por algunos de aquéllos. Algunas comentarios a las teorías expuestas. Ciertos autores, como Harriss y De Renzio (1997), han formulado varias críticas a las concepciones del capital social de Putnam y del Banco Mundial, como las que siguen: a) La existencia de redes y normas que favorecen el intercambio económico no garantiza que éstas favorezcan la democracia: lo bueno para los mercados no tiene por qué serlo para la democracia. b) El capital social no siempre es positivo, puesto que redes y organizaciones como las mafias son perniciosas para la mayoría de la sociedad. c) El término “capital social” es impreciso y da lugar a malentendidos, pues se utiliza en referencia a contenidos bastante diferentes (vínculos familiares, organizaciones sociales, relaciones entre sociedad civil y Estado, marco político e institucional, normas sociales, etc.). d) Según cuál sea el concepto de capital social del que se parta, los proyectos orientados a incrementarlo pueden contribuir a reducir las desigualdades estructurales en las relaciones de poder, pero a veces también a incrementarlas. De lo dicho, podemos concluir que una persona o familia con un escaso capital social dispone de pocas capacidades y de un alto nivel de vulnerabilidad. En efecto, carece de unas relaciones sociales que le proporcionen los recursos (contactos, información, vínculos de ayuda recíproca…) necesarios para mejorar su bienestar, así como para poder ejecutar con éxito sus estrategias de afrontamiento ante los desastres. Hay diversos factores que pueden motivar un bajo capital social. Uno de ellos es la falta de una familia que pueda proporcionar apoyo, ya que los parientes son la principal fuente de ayuda durante y tras los desastres, sobre todo en las sociedades tradicionales del tercer mundo, donde la protección pública es escasa. Del mismo modo, las personas marginadas respecto a la comunidad en la que viven muy probablemente se vean desprotegidas y carentes de la ayuda que ésta pudiera proporcionar mediante los vínculos tradicionales de solidaridad comunitaria (ver economía moral; fondos rotatorios). Ambas situaciones afectan, por ejemplo, a los inmigrantes recientes, que suelen disponer de unas relaciones familiares y sociales reducidas. También pueden disponer de un escaso capital social aquellas personas no implicadas en redes sociales informales o en asociaciones establecidas, que son esenciales para defender los derechos y promover el desarrollo humano de los pequeños campesinos, las mujeres, y otros sectores vulnerables (Pérez de Armiño, 1999:28). J. Al. y K. P. Bibliografía Coleman, J. S. (1988), "Social Capital in the Creation of Human Capital", American Journal of Sociology, vol. 94, suplemento, pp. 95-120. Coleman, J. S. 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