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Título: El camino hacia el objeto de investigación: reflexiones teóricas metodológicas sobre un estudio de caso. Julieta Capdevielle. E-mail: Julietacapdevielle@gmail.com Becaria CONICET, Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades Resumen El presente trabajo se basa en una reflexión teórico- metodológica sobre el proceso de construcción del objeto de investigación en el marco de mi tesis de doctorado titulada: “Capital social y estrategias de reproducción entrelazadas: familias e iglesias evangélicas en contexto de pobreza. Estudio en caso en localidad de Malvinas Argentinas.” La ponencia parte de entender a la metodología, no como un recetario a seguir sino como una búsqueda, como un proceso de aprendizaje donde se requiere dar cuenta de la relación que se busca hilar entre el sujeto que conoce y el sujeto conocido (Reguillo Cruz, 1996: 93). De este modo, es necesario no sólo reconocer, al momento de la construcción del objeto, que no puede definirse un fenómeno social independientemente del sistema de relaciones históricas en las cuales está inserto, sino también que el investigador forma parte de la sociedad que estudia y, como tal, su posición en ella condiciona el proceso de construcción del objeto de investigación. Desde esta perspectiva se vuelve imprescindible rescatar el proceso de reflexividad que acompañó todo el proceso de construcción del objeto como así también la auto-objetivación en la que me impliqué para la elaboración de la misma. Auto-objetivación que se volvió más imprescindible y necesaria durante el trabajo de campo. En síntesis, a lo largo de la ponencia pretendo, así, trazar el itinerario recorrido y las estrategias desplegadas para la construcción del objeto de investigación en el marco de mi tesis de doctorado. 1. Introducción Abordaré en esta ponencia parte el itinerario recorrido para concretar mi tesis de doctorado. Busco con ello relatar brevemente la historia de las decisiones teóricas- metodológicas, las estrategias desplegadas y las constantes negociaciones con los agentes e instituciones para garantizar mi permanencia en el campo. Partimos de reconocer y entender como plantea Pedone (2000) que todo proceso de investigación implica permanentes tomas de posición y decisiones por parte de los investigadores; las técnicas, los métodos, las teorías, se constituyen en cada proceso de investigación y de acuerdo a particularidades del objeto de estudio. Por tanto, reconocemos que las técnicas se encuentran subordinadas a la teoría en proceso de construcción y subordinadas a los procesos de reformulación de la problemática de investigación, la cual orientará la selección de técnicas más apropiadas para construir datos. A su vez, en esta reconstrucción del camino recorrido se vuelve imprescindible reflexionar sobre los condicionamientos que me involucraron a mí como investigadora (Bourdieu y otros, 2008). Así, el proceso de construcción del objeto de investigación implica una doble objetivación: la realizada por el investigador al recortar la realidad: es la objetivación del objeto. 1 Pero también es necesaria la objetivación del sujeto objetivante, del investigador: ello consiste en reconocer qué factores condicionaron el proceso de construcción del objeto de investigación. Cabe remarcar que, a lo largo de toda la investigación, se trató de captar la dialéctica entre lo singular y lo universal, entender que los agentes son el producto de una historia, estudiar la relación entre memoria e historia, cruzando a) el análisis de los diferentes condicionamientos que contribuyen a producir a los individuos y b) el análisis de la relación de los individuos con esas determinaciones, es decir, del trabajo que llevan a cabo para contribuir a la construcción de su propia existencia (De Gaulejac: 1999: 90). Mi tesis busca, así, abordar desde una perspectiva histórico-comparativa y relacional las estrategias de reproducción (Bourdieu, 2000) institucionales2 En el proceso de construcción del objeto el autor propone la vigilancia epistemológica como un camino que permite al investigador tomar distancia de las “enceguecedoras evidencias que presentan, a bajo precio, las ilusiones de un saber inmediato...” (Bourdieu y otros, 2008: 27). 1 2 Desde la perspectiva teórica de Pierre Bourdieu las estrategias de reproducción social se definen como “el conjunto de prácticas fenomenalmente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos y las familias tienden, de manera consciente o inconsciente, a conservar o a aumentar su patrimonio, y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase” (Bourdieu, 2000: 122). Si bien el concepto fue desplegadas por dos iglesias evangélicas –una pentecostal 3 y la otra perteneciente a la rama de los Hermanos Libres 4-. Y a su vez, analiza y compara las propiedades y las características que adquieren las estructuras de intercambio en cada iglesia. Parto del supuesto de que las redes sociales5 poseen un lugar destacado en las organizaciones religiosas, en donde la pertenencia implica necesariamente reciprocidad para los agentes involucrados. En la primera parte de la ponencia abordo las transformaciones metodológicas que tuvieron lugar en el campo de la sociología argentina y más especificamente en los estudios de la sociología de la religión. En el marco de estas transformaciones en el campo de la sociología se inserta mi tesis de doctorado. En la segunda sección de la misma, describo brevemente mi objeto de investigación, las unidades de análisis, la entrada a campo con sus estrategias y la relación con mis informantes, como así también las modificaiones en el marco teórico. Finalmente concluyo con una reflexión. 2. La etnografía y su mirada desde abajo y hacia abajo: el vuelco hacia los sentidos en el campo de la sociología de la religión “Sigo creyendo que el trabajo de campo etnográfico es el método (o mejor dicho, el conjunto de actitudes o disposiciones metodológicas) de las ciencias sociales que más se parece a la vida”. GUBER, Rosana (2009) [1991] En la Argentina con el retorno de la democracia los sectores populares dejaron de ser definidos desde el ámbito académico -principalmente por historiadores y sociólogos- en relación al trabajo, la clase, el conflicto y la revolución, para pasar a estarlo sobre la base de un énfasis en el barrio, la cultura popular, el conformismo y el reformismo Sabina Frederic (2003). Así, el barrio se convirtió en un tema privilegiado de los cientistas sociales que buscaban esbozado, en principio, para referirse a las estrategias desplegadas por los grupos familiares nos parece que es extensible a instituciones, en este caso religiosas. 3 El pentecostalismo puede ser definido como “un movimiento religioso nacido de las ramas de cristianismo que promovió la reforma protestante, se diferenció de ésta en los inicios del siglo XX, al postular la “actualidad de los dones del “Espíritu Santo”, la posibilidad de un encuentro personal con la divinidad y, más laxamente, la afirmación de la posibilidad de intervenciones divinas en la vida cotidiana de los creyentes” (Semán, 2006:199). 4 Este grupo tienen origen en Gran Bretaña, a comienzos del siglo XIX, como sector disidente de la Iglesia Anglicana. Tenía como objetivo el estudio de la Biblia, fomentar la unión entre creyentes más allá de las diferencias de denominación y protestar contra el formalismo religioso y el sectarismo imperante (Bianchi, 2004: 309). 5 La conceptualización de red y capital social se inspira sobre todo en Pierre Bourdieu, quien asocia ambas nociones. El autor entiende al capital social como “conjunto de recursos actuales o potenciales que están ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de inter-reconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no están solamente dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismos) sino que están también unidos por lazos permanentes y útiles” (Bourdieu, 1980: 2 – énfasis original-). representar una cultura política popular despojada de las relaciones de clase o el conflicto. Así, los cientistas sociales, comenzaron a analizar a los barrios populares como espacios posible de cohesión y organización (Fara, 1985; Jelin, 1985 y 1987; Gutiérrez y Romero, 2007; Merklen, 2005) y como espacios simbólico y de construcción de las identidades (Gravano, 2003) De este modo, la nueva generación de sociólogos de las décadas del '80 y '90 tomó como arma de ruptura con la sociología precedente la inclinación al trabajo etnográfico6 desarrollado en los barrios pobres. El interés en ese método y en este espacio social les daba una marca distintiva diferenciándose de la generación que ocupó las posiciones dominantes en el campo de la sociología desde el retorno de la democracia. Para la generación más joven el uso de la etnografía pretendía mostrar las inconsistencias de una mirada desde arriba muy centrada en el sistema político. El trabajo etnográfico7 y la construcción de objetos sociológicos ubicados especialmente en el conurbano bonaerense se convertían en instrumentos de ruptura con el marco epistemológico empírico hegemónico 8. La mirada desde abajo en el doble sentido: por objeto y por método de estos jóvenes investigadores (Svampa, 2000; Auyero, 2001) generó una identidad generacional como un estilo de trabajo sociológico. En este cambio de abordaje el mundo popular aparece asociado -como vimos- a lo territorial, a lo barrial. Así, cobró relevancia el proceso de inscripción territorial de la sociabilidad de los pobres urbanos configurado por mediaciones religiosas y políticas, como la participación en grupos evangélicos o en redes clientelares, y su economía incrustada en redes sociales. Como señala Wilkis (2010) la etnografía no pertenecía a las técnicas usuales de los sociólogos que adherían a la sociología cualitativa. 7 La etnografía es un tipo de investigación social basada en la observación desde cerca (close-up) y desde abajo (onthe-ground) de personas e instituciones en espacio y tiempo real. En este tipo de investigación el investigador se inserta (embeds) cerca o dentro del fenómeno social para detectar los “cómo” y los “por qué” de la acción, el pensamiento, y las emociones de los actores participantes (Wacquant 2003). Según Auyero y Joseph (2007), la etnografía está especialmente equipada para observar de manera microscópica las bases de las instituciones y las prácticas a ellas asociadas; también para identificar las causas, los procesos y los resultados que forman parte de la vida política (Perugorría, 2011) 8 Desde esta mirada epistemológica los trabajos basados en entrevistas fueron asociados a estudios de caso no generalizables, que no conducen a la explicación y sólo son reconocidos como técnicas complementarias de exploración y de contrastación. En este contexto, Winchester (1996) sugiere que esta forma de búsqueda permanente de complementariedad, en realidad, subordina las técnicas cualitativas a metodologías cuantitativas y, de este modo, se mantiene y acepta el modelo hegemónico de ciencia. La oposición absoluta, entre los métodos cuantitativos y cualitativos, es una falsa disputa. Frente a ella, abogamos por una complementariedad, pero en mayores términos de igualdad, puesto que la contrastación y verificación para probar la validez de nuestras investigaciones, deben ser propuestas por nosotros mismos, en cada caso específico, no quedando reservada ni a lo cuantitativo ni a lo cualitativo (Pedone, 2000:s/n). 6 Este cambio en la perspectiva y de método también tuvo su correlato en los estudios de los cientistas argentinos dedicados a los fenómenos religiosos. De hecho, uno de los rasgos distintivos de los estudios locales consistió en un viraje sobre la antropología y los métodos cualitativos, distanciándose de las perspectivas generalizadoras ya sea de corte conspirativo, secularizador o modernizante. Se afirma, así, el vuelco hacia una “antropologización” de los estudios sociológicos (Carrozi, 1993:17) que tienden a adoptar metodologías y técnicas propias de la fenomenología, la lingüística, la hermenéutica y el realismo simbólico. Se produce así el paso de una antropología y sociología racionalista (y moderna) (Chapp, 1991:28) a una antropología y sociología centrada en los sentidos. La pregunta por las formas particulares, localizadas y culturalmente definidas que adoptan los nuevos movimientos religioso y más específicamente el pentecostalismo, permitió dar cuenta de la variedad y los matices que aparecen muchas veces invisibilizados en las experiencias religiosas del mundo evangélico. Este impulso del giro antropológico logró prolongarse en el tiempo y alcanza diferentes circuitos académicos, consolidando lo que Simon Coleman (2006:12-14 citado en Algranti, 2009:26) denomina -dentro de los estudios sobre el pentecostalismo- como una verdadera antropologización del pentecostalismo y su reverso una pentecostalización de la antropología. En este vuelco hacia “abajo” -por el objeto y por el método- de los estudios de sociología y de la sociología de la religión se inscribe mi investigación. 3. Objeto de estudio, diseño metodológico y trabajo de campo Como adelanté con anterioridad el presente trabajo, –un estudio de caso9 comparado- analiza las estrategias de reproducción (Bourdieu, 2000) institucionales desplegadas por dos iglesias evangélicas –una pentecostal y la otra perteneciente a la rama de los Hermanos Libres-. Y a su vez, analiza y compara las propiedades y las características que adquieren las estructuras de intercambio en cada iglesia. La investigación parte de una doble premisa. En primer lugar, se afirma que dentro del repertorio de prácticas de las iglesias protestantes la construcción de redes Los estudios de caso se definen por abordar un determinado fenómeno ubicado en el tiempo y espacio. El o los casos de un estudio pueden estar constituidos por un hecho, un grupo, una relación, una institución, una organización, un proceso social, o una situación escenario específico, construido a partir de un determinado, y siempre subjetivo y parcial, recorte empírico y conceptual de la realidad social, que conforman un tema y/o problema de investigación. Los estudios de casos tienden a focalizar, dadas sus características, en un número limitado de hechos y situaciones para poder abordarlos con la profundidad requerida par su comprensión holística y contextual (Neiman y Quaranta, 2007: 218). 9 sociales tiene un lugar destacado. Y, en segundo lugar, se sostiene que en el sistema de las estrategias de reproducción social, las familias pobres generan prácticas que toman como apuesta principal su disponibilidad de capital social, movilizado en intercambios a través de diferentes tipos de redes, entre ellas las religiosas10. Redes que pueden incidir, tanto en la superación como en la reproducción de sus condiciones de pobreza. Numerosas investigaciones que abordaron casos empíricos en el ámbito de las ciencias sociales (Lomnitz, 1978; Bartolomé, 1985; Torrado, 1982; Gutiérrez, 2004; entre otros) han confirman la importancia del capital social como recurso alternativo decisivo que las familias pobres emplean para hacer frente a las necesidades cotidianas y de reproducción social. Las redes sociales proveen cierta estabilidad frente a las inseguridades del mercado laboral y al escaso volumen de capital cultural 11 que cuentan dichas familias. El presente estudio, en función de sus objetivos planteados, imbrica la teoría de los campos con la teoría de las redes. Desde la teoría de los campos cobran relevancia las relaciones de fuerza que son constitutivas del espacio religioso. Es decir, que analizadas como “campo” las distintas iglesias tienden a funcionar como estructuras jerárquicas. Espacios que se definen por la existencia de algo que está en juego, es decir, como espacios de apuestas, de juego y de luchas; donde encontramos disputas para conservar o transformar las relaciones de fuerzas constitutivas del mismo (Bourdieu y Wacquant, 2008). En las distintas congregaciones analizadas detectamos, así, agentes que están dotados de distintas especies de capital 12 y de distintas trayectorias. Estas desigualdades ubican a los agentes en posiciones diferenciales, otorgando sólo a algunos el poder de la enunciación, de la toma de decisión, la capacidad de gestión y manejo de determinados recursos. Por su parte, Analizar a las iglesias como espacio de ampliación de redes sociales no implica en ninguna medida afirmar una relación directa y/o causal entre pobreza y afiliación. Debe quedar claro que no toda la experiencia religiosa de la conversión puede entenderse como una respuesta a problemas económicos y sociales. Así, la “Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina” revela que dentro de los encuestados el 10% que decide adherir a un nuevo culto -y reconocerlo frente al encuestador- lo hace motivado por una crisis espiritual (39,3%), segundo, por una situación de pareja o familiar (18.6%), tercero, por cuestiones de salud (18.4%) y en cuarto lugar, por situaciones económicas (15.1%). Tendencia que se repite en los evangélicos que conforman la mayoría de los casos (Algranti, 2009:162). 11 En la teoría de Bourdieu el capital cultural se presenta en tres estados: incorporado, objetivado e institucionalizado. El capital cultural en estado incorporado está ligado al cuerpo y supone su incorporación; en estado objetivado el capital cultural es transmisible en su materialidad en soportes tales como escritos, pinturas, monumentos, etc.; por último, encontramos el capital cultural en estado institucionalizado, la objetivación del capital cultural bajo la forma de títulos es una de las maneras de neutralizar ciertas propiedades que debe al hecho de que, estando incorporado, tiene los mismos límites biológicos que su soporte (Bourdieu, 2007:196-201). 12 Capitales que sólo cobran relevancia y valor para quienes pertenecen al campo religioso. El capital religioso abarca una pluralidad de capitales, pero fundamentalmente está compuesto por el capital simbólico y el capital moral. 10 la teoría de las redes nos permite dar cuenta de los intercambios de capitales (en tanto recursos y poderes en juego) que tienen lugar en el espacio religioso. Cabe agregar que, este estudio tiene como unidades de análisis, por un lado, dos iglesias protestantes y, por el otro, las familias 13 que participan de las redes de intercambio religiosas. El espacio geográfico donde se desarrolla mi trabajo de campo es la localidad de Malvinas Argentinas, ubicada a 12 kilómetros de la capital cordobesa. A grandes rasgos podemos decir que la localidad se ha constituido en un centro receptor de población de menores ingresos, fundamentalmente provenientes de la ciudad de Córdoba, cobrando así características de “ciudad dormitorio de pobres” (Tecco y Bressan, 2000-2003). Esto se debe principalmente a su cercanía a la capital (centro de abastecimiento y de trabajo) y por el costo accesible del suelo y de la vivienda. Las actividades que desempeñan los hombres son de cuentrapropismo, llevadas a cabo de manera irregular y precaria, mientras que las mujeres se dedican a las actividades domésticas y al cuidado de los niños, y la minoría que trabaja lo hace como empleadas domésticas. El nivel de escolarización predominante de los habitantes de esta localidad llega hasta el primario y unos pocos han terminado la secundaria. 3.1 Las unidades de análisis a la luz del trabajo de campo La primera gran modificación al diseño del proyecto de investigación se produjo con la entrada a campo. En un principio el proyecto de investigación buscaba abordar cuatro iglesias evangélicas de la localidad de Malvinas Argentinas. Con el trabajo de campo en marcha me di cuenta de la imposibilidad de abordar ese número. En primer lugar, porque muchas de las actividades de las instituciones se superponían Aunque a lo largo del trabajo usemos indistintamente los términos familia y unidad doméstica, en rigor nuestra unidad de análisis es esta última. Por un lado, la familia tiene un sustrato biológico ligado a la sexualidad y a la procreación, constituyéndose en la institución social que regula, canaliza y confiere significados sociales y culturales a estas necesidades. Su función de reproducción incluye tres dimensiones: la reproducción biológica, la reproducción cotidiana y la reproducción social (Jelin, s/a: 10). En cambio, la unidad doméstica tiene, como eje la realización de procesos de producción, distribución y consumo necesarios para el mantenimiento y reproducción de sus integrantes co-residentes. Como plantea Jelin el ámbito doméstico se delimita por el conjunto de actividades comunes o compartidas ligadas al mantenimiento cotidiano de un grupo social co-residente, que se conforma y cambian en relación con las demás instituciones y esferas de la sociedad. Esto implica tomar distancia de los planteos naturalistas y dualistas que hacen referencia al ámbito doméstico como una esfera aparte y en los que se identifica lo doméstico con lo privado, en contraposición con el ámbito público del poder y producción social. De este modo, encontramos en nuestro campo empírico con que no necesariamente todos los integrantes de un grupo doméstico están vinculados por relaciones de parentesco y tampoco la totalidad de los miembros de una familia integran un mismo grupo doméstico. Las unidades domésticas analizadas varían en su tamaño y constitución. En algunas la mujer-madre se constituye en la principal y/o única productora y distribuidora de los diferentes tipos de bienes y los hijos y su familia los principales receptores. 13 en días y horario. Y, a su vez, -y quizá más importante- la entrada a cada institución fue mucho más lenta de lo que esperaba. Como plantea Guber (2009) hasta pasado los cuatro meses de la iniciación del trabajo de campo no se comienza a desentrañar los hilos de la compleja trama de un sistema social y, por lo tanto, no se puede responder a las clásicas preguntas de “quién es quién”, “quién con quién”, “cómo” y “por qué de la interacción social”. De este modo, el trabajo de campo impone al investigador su propio ritmo, pausas y tiempos. Por todo esto, el número de unidades de análisis (las iglesias) se redujo a dos y con ello también las subunidades de análisis (las familias o unidades domésticas). Prioricé, de este modo, respetar los tiempos de mis informantes y el proceso de auto y heterconocimiento extendiendo mi estadía en cada institución. Es decir, privilegié la profundidad y la comprensión de mis unidades de análisis sobre la extensión numérica de las mismas. Esta decisión metodológica 14 en la construcción del objeto de investigación, me permitió reconstruir las trayectorias institucionales (de los anexos, casas de oración y las iglesias centrales) como así también trayectorias individuales y familiares de los miembros de las iglesias y comprender un poco más las prácticas, dinámicas y sentidos que diferencian a estos universos. Como plantean Taylor y Bogdan (1987:33) el estudio cualitativo combina una comprensión en profundidad del escenario particular estudiado con intelecciones teóricas generales que trascienden ese tipo particular de escenario. De esta forma, de las cuatro unidades de análisis que había planteado en el primer proyecto de investigación se vieron reducidas a dos. Una de las iglesias cerró antes de que comenzara con el trabajo de campo. De las tres restantes (dos pentecostales y una de la rama de los Hermanos Libres) opté por quedarme con una iglesia pentecostal y la otra de la rama de los Hermanos libres. La elección se fundamentó en la riqueza que podría proporcionar realizar un estudio comparativo entre dos iglesias de ramas diferentes y analizar, así, distintas prácticas, sentidos, doctrinas y ritos al interior de las mismas. De este modo, las unidades de análisis se redefinieron a la luz del trabajo de campo. Comparto con Bourdieu y Wacquant la concepción de que la más pequeña operación empírica —la elección de una escala de medida, la inclusión de un ítem en un cuestionario, etc.— implica elecciones teóricas conscientes o inconscientes, mientras que la más abstracta de las dificultades conceptuales no puede ser completamente resuelta sino por medio de una confrontación sistemática con la realidad empírica (Bourdieu y Wacquant, 1995) 14 3.2 Sociologizar el vínculo con mis informantes Mi entrada al campo se produjo en julio de 2008. En los dos espacios religiosos analizados el hecho de ser mujer constituyó en una ventaja para ingresar a terreno. Como plantean Campos Machado y Mariz (2005:217) en los espacios religiosos -marcados por un sistema de género de inspiración patriarcal-: la figura femenina es asociada con atributos como la <<la abnegación>>, <<la dedicación>>, <<la generosidad>>, <<la docilidad>> y la <<resignación>>, entre otros. Es decir que, mi presencia no fue vista como peligrosa en términos físicos ni materiales. Por otro lado, mi condición de mujer me posibilitó acceder con mayor facilidad al mundo doméstico. El escenario religioso, como espacio semipúblico, se convirtió en un puente de ingreso al espacio privado del universo doméstico. De este modo, tuve acceso a informantes claves –las mujeres- para la construcción del objeto de estudio de la tesis. Ya que en los sectores populares la mayoría de las mujeres se encarga casi en exclusividad de la gestión del espacio doméstico como así también del sostenimiento y mantenimiento de las redes de intercambio -uno de los ejes centrales de mi tesis- (Gutiérrez, 2004; Cragnolino, 2001). Sin embargo, y más allá de estas facilidades iniciales, mi ingreso a ambas instituciones fue un proceso extremadamente lento, difícil y de constante negociación. Tuve que desarrollar múltiples estrategias para ganarme la confianza de mis informantes. Como plantean Kortaba ingresar en un escenario supone un proceso de manejo de la propia identidad, de proyectar una imagen que asegure las máximas probabilidades de obtener el acceso (Tylor y Bogdan, 1987:37). Una de las primeras dificultades que me presentó el trabajo de campo fue explicitar quién era y cuáles eran los motivos de mi presencia en cada institución. La ventaja de la investigación manifiesta15 -como se la denomina- además de guardar relación con la ética de la investigación, implicaba la posibilidad de trascender los estrechos roles que desempeñan las personas en un escenario religioso, y comprometerme en las reales actividades investigativas. En el período inicial del trabajo de campo, la recolección de datos ocupó un lugar secundario, busqué, en su lugar, llegar a conocer el escenario y las personas pero por sobre todo construir un vínculo de confianza con mis informantes. Así, durante, este primer período de la investigación; el grueso de los datos recogidos tiene su 15 Aunque, cabe remarcar, como lo señala Roth (1962), que la distinción entre investigación abierta e investigación encubierta es una simplificación excesiva. Porque toda investigación es en alguna medida secreta en el sentido de que los investigadores nunca le comunican todo a sus informantes (Tylor y Bogdan, 1987:48). origen en informaciones provenientes de situaciones informales y también, en gran medida en observaciones realizadas. Un factor clave que me garantizó la permanencia de mi estadía en ambos espacios institucionales fue participar de las redes de intercambio -las cuales constituían mi objeto de estudio. En numerosas oportunidades me encontré chequeando recibos de pensiones, armando currículums, trasladando niños en el auto a sus hogares. Como plantea Wilkis (2010) nuestra formación nos inclina a auto representarnos bajo el ethos científico que implica una cierta autonomía con respecto a las prácticas de otros agentes (como pueden ser quienes integran universos como el mundo de la política o el de las ONGs). Es este ethos científicos que nos hace creer impolutos o fuera de juego. Sin embargo, las representaciones y prácticas nativas pueden dar cuenta de una continuidad objetiva y subjetiva entre la condición de “investigadora”, asistente social, maestra, agentes estatales, “político”, “técnicos” de ONG. Las personas que vienen de afuera a llevarse algo necesitan de personas de adentro que las reciban y las ayuden a llevarse lo que vienen a buscar. Esta complicidad objetiva inculca y refuerza en las personas de adentro esquemas de pensamiento y acción interesados en los interesados (Wilkis, 2010: 61). 3.3 Idas y vueltas: las (re) definiciones en el objeto de estudio Con el avance del trabajo de campo y el las lecturas teóricas el objeto de estudio comenzó a cobrar forma. De este modo, la relación dialéctica entre el trabajo de campo y el análisis de bibliografía especializada produjo un proceso constante de redefinición del objeto de estudio. Una de las principales modificación a nuestra investigación se sustenta en numerosos aportes teóricos del campo de la sociología política y, a su vez, de estudios del campo de la sociología de la religión que abordaron la relación entre política y religión (Wynarczyk, 2003, Algranti, 2009, Carbonelli, 2011, entre otros). Así, una de las hipótesis iniciales de mi proyecto de investigación fue eliminada a la luz de los avances de las lecturas. La hipótesis “que las prácticas generadas por las relaciones que se establecen entre las Iglesias y las familias pobres tiene una doble función antagónica: pueden ayudar a la superación de la pobreza, en la medida en que las prácticas religiosas se insertan en todo un conjunto de estrategias de reproducción social y, a la vez, generar y/o consolidar mecanismos de despolitización y desmovilización” fue suprimida. Y, en su lugar planteamos como objetivo: “Analizar la dimensión política de las prácticas y discursos religiosos que tienen lugar al interior de estas las dos iglesias”. Con ello, no dimos por sentado un vínculo particular entre religión y políticas (como si lo hacíamos en la primera versión del proyecto) sino que buscamos indagar cómo es esa relación. Esta reformulación del proyecto se sustentó en lecturas que me permitieron abandonar una primera definición sustentada desde el sentido común. La misma restringía la política a un 'dominio' específico claramente diferenciado. En su lugar, amplié la concepción de la misma para referirme a la política desde su condición de proceso social de definición de sentidos en el cual se produce y despliega una serie de representaciones sociales -valores, reglas, repertorios simbólicos, etc.- (Balbi y Rosato, 2003:14). Así, como plantea Lefort (1990), lo político es el escenario donde la sociedad se representa a sí misma, con sus tensiones y conflictos irresueltos, pero también con sus transerfencias de sentidos y relaciones ambivalentes. Desde esta perspectiva lo político no se delimita exclusivamente en el marco institucional que abarca el Estado, los partidos políticos y la intervención de actores de la sociedad civil. Surgió, con ello, la necesidad de relativizar la concepción de la política como 'dominio' pero en modo alguno ello implicó sostener que no existe una especificidad de lo político. Por el contrario, significó que tal especificidad tenía que ser demostrada a la luz del trabajo de campo donde se analizaran los múltiples modos en los cuales lo político, lo económico, lo religioso, etc. se entrecruzan e interpenetran. Como plantean Balbi y Rosato no se trató, pues, de abandonar la visión de la política como 'dominio', 'esfera', o 'campo' sino de evitar reducirla a una concepción topográfica de la vida social para terminar por contemplarla como se observa a un mapa donde, en abierta oposición con la realidad allí representada, el mundo aparece hecho de espacios predefinidos y fijos (Balbi y Rosato, 2003:16). A su vez, los aportes del campo de la sociología de la religión también me ayudaron a despojarme de mi prenoción de la política. De este modo conceptualizar a la religión, como un instrumento que opera estructurando una determinada visón y prácticas sobre el mundo social, me llevó a reconocer que ésta participa de la lucha política por la imposición de una visión legítima de la realidad (Bourdieu, 2006:67). Por otro lado, entender a la política no sólo en términos partidarios sino también como espacios de acción sobre la sociedad civil (Algranti, 2009:35) implicó necesariamente un cambio de abordaje a la hora de analizar la dimensión política del fenómeno religioso en estudio. Dejé de pensar y analizar lo “político” y lo “religioso” como ámbitos diferenciales y espacios estancos. Así, surgió una conceptualizaciones de la religión y la política como espacios integrados, cuya frontera porosa se encuentra en constante redifinición (Campos Machado, 2006). Ambos espacios participan en la producción social de creencias, propia de la etapa de división del trabajo característico de la modernidad. No obstante sus especializaciones, que se manifiestan en la ocupación de las agencias religiosas por atender a las demandas de significación de las situaciones de angustia, sufrimiento y muerte, y de la política por suturar los conflictos sociales en una instancia superadora de reconciliación y representación de la comunidad política; ambas esferas se interpenetran y se articulan en la medida en que lo religioso participa incisivamente en los proceso de configuración del orden social, a partir de intervenciones múltiples. En definitiva, los campos políticos y religiosos se constituyen en escenarios de transferencias, préstamos y diferenciaciones simbólicas celebradas entre agencias que compiten y se complementan entre sí, inmersas en una tarea mancumunada de definición del mundo sosial, que pone entre paréntesis la autonomía de sus propias esferas (Carbonelli, 2011: 12). A modo de cierre de esta primera reestructuración del proyecto de investigación cabe aclarar que los vínculos religiosos – políticos no se asumen como un dato de la realidad. Por el contrario, representan una construcción epistemológica propia de la labor científica, que conceptualiza de esta manera las prácticas, representaciones e intercambios protagonizados por los actores. (Carbonelli, 2011). Las hipótesis también fueron modificadas dejando de lado supuestos de sentidos común que abrieron paso a nuevos interrogantes. Fueron movimientos de base teórica en diálogo con el avance en el trabajo de campo. La complejidad que fui advirtiendo supuso una interpenetración de dimensiones, relaciones y me exigió diversificar herramientas conceptuales y metodológicas para acceder a su conocimiento. 4. Conclusiones La presente reflexión intentó trazar el intinerario recorrido en la construcción de mi tesis de doctorado. En la misma se partió por reconocer que la medotología investigación como un camino abierto que sólo puede terminar de definirse en función del objetivo de cada investigador y de los límites impuestos por las particularidades del grupo que se estudie. Reconocemos, de este modo, que las técnicas se encuentran subordinadas a la teoría y subordinadas a los procesos de reformulación de la problemática de investigación, la cual orientará la selección de técnicas más apropiadas para construir datos. A su vez, en esta reconstrucción del camino recorrido se volvió reflexionar sobre los condicionamientos que me involucraron imprescindible a mí como investigadora y las estrategias desplegadas para garantizar mi permanencia en el campo. Bibliografía -ALGRANTI, Joaquín. (2009) Neo-pentecostalismo y protesta social. Estudio de la comunidad evangélica Rey de Reyes. Tesis de doctorado, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales. -AUYERO, Javier. 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