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Claves de Políticas Públicas Diciembre 2011, Número 5 Génesis, logros y desafios de la Red Protege 1 Por: Clarisa Hardy 2 Presentación El más significativo cambio de orientación de las políticas sociales desde la recuperación del proceso democrático en 1990 es el que permite transitar desde la lógica de satisfacción de las necesidades básicas a la lógica de derechos garantizados. Con un camino de superación de la pobreza en franco avance tras dos gobiernos democráticos consecutivos, a partir del 2000 se comienza a sellar un nuevo modelo de políticas sociales basado en derechos garantizados. Surgen las primeras iniciativas con el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), como son Chile Solidario con la provisión de mínimos sociales garantizados a las familias más pobres del país; y el AUGE con garantías explícitas para un conjunto de patologías incrementales en el tiempo. Dichas orientaciones son profundizadas por el gobierno de Michelle Bachelet (2006–2010), que no sólo avanza en la dirección de garantizar derechos sociales a la población a lo largo del ciclo vital de las familias, sino en el esfuerzo por extenderlos más allá de la pobreza e institucionalizarlos en la forma de un Sistema de Protección Social que, para efectos de su difusión a la ciudadanía, fue denominado Red Protege. Esta Clave Para Políticas Públicas aborda en una primera parte los antecedentes que dan origen al Sistema de Protección Social, el contexto económico y de políticas sociales que le antecedieron. A continuación se precisan los fundamentos conceptuales y empíricos que lo sustentan. En la tercera parte, se caracteriza el Sistema de Protección Social y sus componentes. Y en la última parte se hace un balance de fortalezas y retos pendientes. I. Antecedentes (1990 – 2006) La apuesta inicial de los gobiernos democráticos se orientó a superar la pobreza, garantizar la transición de la dictadura a la democracia y generar confianzas políticas en la capacidad de la coalición gobernante de centroizquierda de manejar responsablemente la economía. Tal combinación de prioridades -estabilizar la democracia, gobernar responsablemente la economía del país y resolver la integración de los más pobres a la sociedad chilena- fue la que permitió que la alianza de centroizquierda liderara cuatro sucesivos gobiernos, generando gradualidad y continuidad institucional a las políticas sociales, con positivos resultado de superación de la pobreza y universalización de accesos. Entre 1990 y 2006, la tasa de crecimiento de la economía promediaba el 5%, el ingreso per cápita se había triplicado (de US$3.000 a aproximadamente US$10.000) y la pobreza había decrecido desde el 38.7% al 13.7%, mientras la extrema pobreza lo había hecho del 13% al 3.1%: del quinto lugar en magnitud de pobreza en 1990, Chile era el país con 3 la menor pobreza de Latinoamérica en 2006. Junto con lo anterior, se fue produciendo una creciente universalización de acceso a las prestaciones sociales: cobertura universal en educación básica, reducción de deserción escolar en enseñanza media (a menos del 15%), disminución considerable de mortalidad materno-infantil (de 18 a 8 por mil nacidos vivos y de 65 a 16 por mil madres entre 1990 y 2006), fin de la desnutrición (de 5% al 0.5% de la población infantil en quince años) y aumento de la esperanza de vida (una longevidad similar a países desarrollados)4 , entre los indicadores más relevantes 5. Reducción de la pobreza y avance en indicadores sociales básicos que tuvieron de trasfondo una política fiscal normada desde el gobierno de Lagos y que, sobre la base de la regla de balance estructural, ha sustentado la progresividad del gasto social, permitiendo actuar de manera contra cíclica e impidiendo que los ciclos económicos adversos castiguen el gasto e inversiones sociales: Chile ha podido sortear crisis económicas incrementando de manera interrumpida el gasto social que representa dos terceras parte del total de gasto público. No obstante estos destacados indicadores de integración social, que permitían a vastos sectores de la sociedad romper el cerco de la pobreza y la marginalidad, las desigualdades distributivas 6 permanecían inalteradas y prevalecían discriminaciones que desigualan derechos ciudadanos (por razones socioeconómicas, de género, étnicas, de edad y territoriales)7, evidenciando un problema de indefensiones en millares de hogares, que sin ser pobres o no sólo por su condición de pobreza, estaban socialmente desprotegidos. Este escenario combinado de progreso económico, responsabilidad fiscal y política contra cíclica, baja magnitud de pobreza y universalización progresiva de accesos a prestaciones sociales, con la prevalencia de desigualdades, dio origen a un viraje en las políticas sociales y que se consolidan en el gobierno de Michelle Bachelet con una lógica de derechos garantizados. II. Fundamentos conceptuales y empíricos Los fenómenos que incidieron en el cambio de las políticas sociales y el paso de una concepción de personas consideradas “sujetos de necesidad” a “sujetos de derechos” fueron, de una parte, la construcción de una ciudadanía más consciente y exigente de sus derechos y, de otra, el veloz cambio de la sociedad chilena en un corto período. A medida que se avanza en la transición a la democracia y se asientan los derechos políticos y civiles, la población va tomando conciencia de sus derechos y demandándolos. Habiendo transcurrido una década de gobiernos democráticos, se aprecia un aumento de las movilizaciones sociales de sectores postergados y de trabajadores que, al inicio de la transición a la democracia y ante el temor de una regresión autoritaria, habían inhibido sus demandas. Esta realidad política se da con una sociedad que experimenta veloces cambios: no sólo un acelerado proceso de reducción en la magnitud de la pobreza, 2 sino el paso de una pobreza tradicional a una “moderna” que le cambia su rostro (más escolarizada, con accesos a mejores condiciones de habitabilidad 8 y servicios sociales básicos) . A la par, aumentan los sectores no pobres, pero con bajos ingresos y empleos precarios9, así como se produce la coexistencia de accesos masivos a prestaciones, pero de calidades muy distintas10 que, junto con aumentar expectativas de movilidad social, provoca frustraciones e inseguridades. La rotación de la pobreza es otro de estos cambios y que se asocia a fenómenos de desigualdad. Estudios muestran que aproximadamente un tercio de las familias pobres que dejan de serlo, vuelven a experimentar algún episodio de pobreza en algún momento de su ciclo vital. Asimismo, familias no pobres experimentan situaciones de pobreza en otros momentos11. Las políticas focalizadas exitosas para abandonar la pobreza, no lo son necesariamente para resolver los riesgos de caer en pobreza, riesgos que se distribuyen desigualmente en una sociedad cuyas vulnerabilidades están desigualmente distribuidas dadas las grandes brechas socioeconómicas: el 70% de los hogares tiene ingresos inferiores al 12 ingreso promedio nacional. Lo anterior muestra que persistir en políticas de protección social enfocadas sólo hacia los más pobres puede convertirse en una opción regresiva considerando la amplitud de sectores no pobres vulnerables que, sin soporte ante los riesgos, enfrentan la incertidumbre e inestabilidad laboral, los bajos ingresos, o ambos.13 Ante esta situación de precariedad laboral y de ingresos, los datos sobre el impacto distributivo del gasto social son ejemplificadores: dos terceras partes de las familias chilenas perciben ingresos inferiores al ingreso promedio nacional y, de estas familias, sólo se benefician con transferencias significativas del Estado (monetarias, en educación y 14 salud) menos de la mitad de ellas . De modo que, al iniciarse el gobierno de Bachelet, el dilema a enfrentar no era, como lo había sido una década atrás, cómo reducir la pobreza, sino cómo evitar su generación y reproducción y cómo garantizar protección social (la vigencia de los derechos sociales) a quienes lo requieren, dada las condiciones de pobreza y desigualdad. La formulación del Sistema de Protección Social, Red Protege, surge a partir de una concepción de ciudadanía de derechos en su expresión más compleja (derechos políticos y civiles, así como económicos, sociales y culturales) y en consideración a una realidad social de desigualdades que distribuye inequitativamente oportunidades y capacidades. No obstante estas orientaciones y el esfuerzo por ampliar la protección social más allá de la pobreza, la manera en que se implementó implicó universos variables según el tipo de prestación: desde prestaciones para el 20% más pobre hasta otras de carácter universal. Por lo tanto, el grado de amplitud de cobertura no fue el resultado de una concepción sobre el tipo de riesgo y rasgos de vulnerabilidad que se deseaban proteger, sino el estricto resultado de consideraciones presupuestarias. No se logró una decisión sobre la población a ser protegida que determinara los requerimientos presupuestarios, materia que queda pendiente al término del gobierno de Bachelet y que se refiere a la protección social de las clases medias. III. Sistema de protección social (2006–2010): características y componentes. Los rasgos centrales de la lógica de la protección social construida en el período 2006 – 2010, se pueden sintetizar así: a) Acompañar al ciclo vital de las personas: por primera vez se asume la necesidad de abordar de manera 3 indivisible a los sujetos a lo largo de todo su ciclo vital, desde el nacimiento y hasta la vejez, y no sólo en determinados períodos de su vida o privilegiando solamente algunos grupos etáreos15. b) Considerar a la familia -en toda su diversidad - como el sujeto de la protección y no como el sostén de esta: sólo al interior de las familias es factible encontrar a miembros en las diferentes etapas del ciclo vital, lo que lleva a concebir al núcleo familiar como la unidad a ser protegida y no aisladamente a algunos de sus miembros. Esta concepción tiene impactos por la sinergia que provocan las diversas acciones hacia todos los miembros en el colectivo familiar y, por otra parte, por la exigencia de la intervención intersectorial que supone tal abordaje. Adicionalmente, al no existir una predefinición del tipo de familia a ser protegida y al desplegarse hacia la pluralidad de familias existentes -aquellas que definen libre y privadamente sus miembros- evita la exclusión de las familias no tradicionales. Pero lo más destacable es el hecho de definir a la familia como sujeto de protección y que no sea ésta la que cargue en sus hombros con la protección de sus miembros, como lo ejemplifican a partir del 2006 las políticas de atención y cuidado preescolar, desde las salas cunas hasta el kinder, liberando tiempo a las madres para que estudien y trabajen, sin menoscabo del mejor desarrollo cognitivo y emocional de sus hijos desde el nacimiento. 16 c) Combinar transferencias monetarias directas (acciones distributivas inmediatas), con iniciativas promocionales o de desarrollo para generar e igualar oportunidades (inversiones sociales con efecto distributivo de mediano plazo): este es un aspecto central de la nueva orientación de la política social, pues expresa de manera abierta una opción redistributiva inmediata con transferencias monetarias y subsidios habitacionales, articulada a una opción de igualdad de oportunidades, como una estrategia distributiva de mediano plazo a través de inversiones (preferente, pero no exclusivamente) en educación y salud. Esta concepción que articula ambas medidas y que las condiciona mutuamente para las mismas familias, es la que impide que los subsidios monetarios sean parte de una política asistencial, como lo han sido en el pasado. d) Asegurar derechos sobre la base de normativas legales que institucionalizan la protección social y aseguran su financiamiento: precisando por ley qué derechos están garantizados y su extensión, con aseguramiento del financiamiento. De tal manera, aparecen expresamente formuladas en las respectivas leyes y reglamentos que las operacionalizan, las coberturas de enfermedades AUGE, el número de años de escolaridad garantizados, las coberturas de subsidios, de pensión básica solidaria, de protección de maternidad y cuidado infantil, etc., alterando paulatinamente las modalidades anteriores en que los marcos presupuestarios definían el tipo y extensión de derechos a ser cubiertos. El Sistema de Protección Social se organiza en 3 ejes: 1. Sistema de Protección Social Chile Solidario. Destinado inicialmente (cuando comenzó su implementación) a las familias de extrema pobreza. A medida que se fue avanzando en disminuir la indigencia, comenzó a incorporar a otros sectores pobres no indigentes o con vulnerabilidades específicas, como es el caso de las personas que viven en la calle, familias que tienen a algún miembro con discapacidad y adultos mayores. Para las familias del Sistema de Protección Chile Solidario se establecen garantías de derechos en áreas tales como la educación para niños, adolescentes y adultos; la salud para el núcleo familiar completo; de empleabilidad y de generación de ingresos para los jefes y jefas de hogar, entre los más importantes. Sin dejar de mencionar que ello se hace posible gracias a una intervención personalizada a cada grupo familiar, a través del apoyo psicosocial que prestan profesionales, apoyando dinámicas familiares para restituir o fortalecer lazos y modos de convivencia intrafamiliares, como condición básica para 4 desencadenar procesos de integración social y de ejercicio de derechos. 2. Sistema de Protección Integral de la Infancia, Chile Crece Contigo. Destinado a los niños y niñas en sus primeros años de vida, hasta que ingresan al sistema escolar. En el Chile Crece Contigo, no sólo están considerados los derechos de los niños y niñas de 0 a 4 años, sino además se incluye la protección de la maternidad y el incentivo para el trabajo socialmente protegido de las mujeres. Entre sus derechos garantizados está un subsidio especial para mujeres embarazadas durante todo el período de gestación y para los niños desde su nacimiento hasta los 18 años de edad del 40% de hogares más vulnerables. Asimismo, salas cunas y jardines infantiles gratuitos con horarios adecuados a las necesidades de madres que trabajan, estudian o buscan trabajo del 40% de los hogares más vulnerables en una primera etapa, extensible al 60% en una segunda etapa (a partir del 2011). Parto humanizado en todo el sistema público de salud, apoyo al desarrollo bio-sicosocial de los niños en el primer año de vida a través de los consultorios de atención primaria de salud. Fondos de desarrollo infantil para niños con discapacidad, así como prestaciones preferentes de vivienda, asistencia jurídica, capacitación laboral para las madres y padres de esos niños pertenecientes al 40% de los hogares más vulnerables. El sistema de salud es la puerta de entrada, cuando las madres realizan su primer control de embarazo (el 80% de la población materna se atiende en el sistema primario de salud). Asimismo, incluye el seguro de desempleo, si bien este no abarca a los trabajadores informales ni independientes. Y para proteger a los adultos mayores al término de la vida laboral activa, la reforma del sistema de pensiones y previsional, con el fortalecimiento del pilar solidario no contributivo, protegiendo a todos los adultos mayores, hombres y mujeres, del 40% de menores ingresos en una primera etapa y del 60% de menores ingresos en una segunda etapa (desde el 2010), que carecen de previsión, con la otorgación de una Pensión Básica Solidaria. Dicha reforma al pilar solidario incluye además aportes estatales a las bajas pensiones, aportes previsionales a los jóvenes y un bono por cada hijo nacido vivo a todas las mujeres, que acumula ahorros a lo largo del tiempo e incrementa su jubilación (en el caso de las trabajadoras que cotizan), o su pensión (en el caso de las que no cotizan y son sujetos de una Pensión Básica Solidaria). Estos tres ejes están integrados por componentes transversales, especialmente de salud, educación y vivienda 3. Sistema de Protección Social del Trabajo. Destinado a los trabajadores hombres y mujeres para promover el trabajo decente durante la vida laboral activa (con contratos y cotizaciones), lo que ha llevado a legislar para regular las subcontrataciones, sancionar prácticas antisindicales, creación de tribunales laborales y de un defensor laboral, quedando pendiente promover otras iniciativas legales, especialmente relativas a la negociación colectiva, multirut de las empresas, etc. 5 · Otra fortaleza significativa es la existencia de una experiencia acumulada de gestión que permite asegurar el desempeño de los programas y acciones sociales. Al margen de que es posible exigir mayor eficacia y efectividad de las políticas sociales, existe un piso de excelencia y profesionalización que asegura su buen desempeño, sobre todo porque ya se ha comenzado a internalizar una cultura de gestión pública más intersectorial e integral que ha comenzado a romper el excesivo sectorialismo tradicional de las políticas sociales. Retos Figura 1: componentes del sistema de proteccion social A lo largo del ciclo vital IV. Fortalezas y desafios pendientes La Red Protege no es un programa de gobierno, sino que un sistema de protección social de múltiples prestaciones, normado legalmente y con financiamiento asegurado por ley. Esta es, en esencia, su principal fortaleza. Sin embargo, su incipiente instalación y las expectativas que ha generado plantean desafíos de proporciones en cuanto a cómo seguir avanzando. Fortalezas · A nivel de sociedad civil y de actores políticos existe una alta valoración de la protección social, no como políticas de emergencia o asistencialistas, sino como políticas permanentes que garantizan derechos sociales. Esta es sin duda una gran fortaleza que sostiene la protección social como una conquista democrática. Ello se ha visto refrendado, hasta ahora, con la aprobación anual de la ley de presupuesto que destina de manera creciente recursos a los programas del sistema de protección social, financiamiento que se funda, por lo demás, en normas que institucionalizan el sistema de protección social vigente. · Si bien los resultados entregados por todos los indicadores sociales muestran que la vigencia de un sistema de protección social permite mitigar las condiciones adversas en los sectores más pobres y asegurar la vigencia de sus derechos sociales, está claro que no se ha logrado una articulación con políticas laborales y de empleos de calidad, siendo ésta una de las materias pendientes a resolver. La protección social no puede seguir actuando sólo como compensatoria y sustitutiva de políticas laborales y de calidad de empleo. · La demanda ciudadana por ampliación de derechos y por una extensión de éstos a mayores sectores sociales requiere definiciones sobre la amplitud de sectores medios a ser socialmente protegidos y una decisión acerca de cuáles derechos y cuánto de éstos deben ser garantizados. Esto va a imponer mayores presiones fiscales, por lo que no es posible eludir una reforma tributaria que revise la actual carga, así como su composición. 6 Bibliografía • CEPAL Panorama Económico Social, Chile 2006. • CEPAL Tributación en América Latina, Chile 2007. • CEPAL Panorama Económico Social, Chile 2009. • MIDEPLAN “Resultados de pobreza”, CASEN 1990 a 2009. • MIDEPLAN, Encuestas Panel CASEN 1996, 2000 y 2006. • MIDEPLAN, “Serie 2: Distribución del Ingreso e Impacto distributivo del Gasto”, CASEN 2006. • MIDEPLAN, “Resultados de Trabajo e Ingresos”; CASEN 2000, 2003 y 2006. • MIDEPLAN “Resultados de Mujeres, CASEN 2006. • MIDEPLAN “Resultados de Pueblos Indígenas”, CASEN 2006. • MIDEPLAN “Resultados de Distribución del Ingreso”, CASEN 2009 • PNUD Informe de Desarrollo Humano, Chile 2004, 2005 y 2006. Otras fuentes consultadas: • Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Gobierno de Chile, 1990 - 2006. • Ministerio de Salud. Gobierno de Chile, 1990 - 2006. • Ministerio de Educación. Gobierno de Chile, 1990 - 2006. 7 Citas 1. Este texto ha sido preparado a partir del artículo “The Chilean Social Protection Floor 2006-2010”, publicado en ILO-SU/SSC-PNUD (2011) Sharing Innovative Experiences. Successfull Social Protection Floor Initiatives. 2. Directora de la Fundación Dialoga y ex Ministra de Planificación (2006 - 2008) del gobierno de Michelle Bachelet. 3. CEPAL Panorama Económico Social, Chile 2006. 4. Fuentes: Instituto Nacional de Estadísticas, Ministerios de Salud y de Educación, Ministerio de Planificación (MIDEPLAN). Gobierno de Chile, 1990 - 2006. 5. Estos avances explican la posición destacada que Chile ha ocupado sostenidamente en el Índice de Desarrollo Humano, integrando el grupo de países de más alto desarrollo humano y encabezando, con Argentina y Uruguay, los mejores resultados sociales de América Latina (ver, los sucesivos informes anuales del PNUD, Informe Desarrollo Humano). 6. En quince años -entre 1990 y 2006- el coeficiente de Gini se redujo muy lentamente de 0.57 a 0.54. MIDEPLAN, Serie 2: Distribución del Ingreso e Impacto Distributivo del Gasto. CASEN 2006. 7. MIDEPLAN, Resultados de Trabajo e Ingresos; Resultados de Mujeres; Resultados de Pueblos Indígenas. CASEN 2006. 8. Evolución que se aprecia en la modernización generalizada del patrón de consumo de la población si se comparan los dos últimos Censos de Población (Instituto Nacional de Estadísticas 1992 y 2002, Gobierno de Chile), así como en los cambios que se aprecian en cuanto a masificación de accesos a prestaciones y servicios sociales, vivienda e infraestructura social básica, telefonía e internet, por mencionar algunos de los más relevantes (MIDEPLAN, CASEN 1990 a 2006). 9. MIDEPLAN, Resultados de Trabajo e Ingresos. CASEN 2000, 2003 y 2006. 10. Como lo revelan diversos estudios de opinión que recogen las percepciones de la opinión pública y que está refrendada, entre otros y a modo de ejemplo, por las grandes brechas de rendimiento escolar de estudiantes de la educación pública y privada subvencionada, respecto de aquellos que asisten a la educación privada financiada enteramente por las familias. Fuente: SIMCE, Ministerio de Educación. 11. Estudios longitudinales a lo largo de 10 años, las llamadas Encuestas Panel CASEN (1996, 2000 y 2006), aplicadas a una misma muestra de aproximadamente 5 mil familias. 12. MIDEPLAN “Serie 2: Distribución del Ingreso e Impacto Distributivo del Gasto; Resultados de Trabajo e Ingresos. CASEN, 2006. 13. Los datos desagregados por deciles de la CASEN 2006, en cuanto a escolaridad, tasa de participación laboral nacional y femenina, desocupación, habitabilidad, jefatura femenina del hogar y participación en el ingreso nacional, nos revelan muy altas vulnerabilidades en los primeros 2 deciles, pero también la presencia de diversos grados y tipos de vulnerabilidad entre el 3° y el 7° decil (MIDEPLAN 2006, Serie 2, op.cit..; Resultados de Trabajo e Ingresos). 14. El decil más pobre de la población casi triplica sus ingresos gracias a las transferencias monetarias que el Estado realiza en subsidios, así como en prestaciones de salud y educación, y el decil que le sigue casi duplica sus ingresos totales por la acción del estado. Sin embargo, a partir del tercer decil las transferencias declinan considerablemente, siendo 8 muy bajas entre el cuarto y séptimo decil, teniendo estos hogares ingresos familiares autónomos por debajo del promedio del ingreso nacional, que es de por sí bajo. Para efectos de ilustración y ejemplificando en pesos chilenos del año 2006, el ingreso promedio autónomo del decil más pobre es de$63.866. Sumando las transferencias en subsidios, salud y educación, el ingreso total del primer decil pasa a ser de $164.595. En el caso del segundo decil, el ingreso promedio autónomo es de $144.442 y con las transferencias del gasto social termina subiendo a $229.621. Y así, sucesivamente, va declinando de manera progresiva hasta que en el séptimo decil -cuyos hogares tienen un ingreso promedio autónomo de $437.417- las transferencias del gasto social sólo le significan un incremento de $30.000, sin contar con soportes públicos para enfrentar los gastos de la educación, especialmente de la educación superior, o de enfermedades catastróficas y crónicas, etc. (MIDEPLAN 2006, Serie 2, op.cit.). 15. Lógica que no ha estado presente en muchos de los modelos de bienestar conocidos que, por lo general, han privilegiado la etapa final del ciclo vital, centrado en el régimen de pensiones o jubilaciones, con total o relativa marginación de la etapa inicial o protección de la infancia, poniendo en las familias (es decir, en las madres) la responsabilidad total o parcial del cuidado infantil. Fenómeno que, no sólo mantiene desprotegida a la infancia, sino que por la naturaleza de las relaciones de género en el plano doméstico y laboral en buena parte de los países, implica una sobre exigencia de los roles femeninos en la sociedad. 16. Los cambios introducidos desde el 2006 a muchos programas y subsidios monetarios, así como a los instrumentos de selección de beneficiarios, han permitido la extensión de beneficios a las diversas formas de familia y no sólo a las que poseen el vínculo matrimonial, puesto que éstas representan sólo a la mitad de las familias realmente existentes en Chile. 9 Acerca de la Autora: Clarisa Hardy, actualmente es directora de la Fundación Dialoga y de la Junta Directiva de la USACH. Consultora en políticas sociales para gobiernos y organismos internacionales. Autora de una docena de libros e investigadora en diversas instituciones académicas y centros de estudio, se tituló de Psicologa en la Universidad de Chile y tiene un Diploma en Antropología Social en la Universidad de Oxford, UK. Fue directora ejecutiva de la Fundación Chile 21 y Ministra de Planificación en el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. Acerca del Instituto Información de Contacto El Instituto de Políticas Públicas de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad Diego Portales se orienta a generar propuestas concretas para la solución de problemas de política pública que enfrenta Chile actualmente y a la formación de policymakers de alto nivel. Nuestro equipo de profesores e investigadores combina excelencia académica con participación activa en el debate público y el proceso de formación de políticas públicas en Chile. Instituto de Póliticas Públicas Facultad de Economía y Empresa Universidad Diego Portales Av. Ejército Libertador #260 Santiago Chile Email: sandra.mella@udp.cl Fono: (56-2) 676 2805 www.politicaspublicas.udp.cl Todos los derechos reservados. Secciones breves del texto pueden ser citadas sin el permiso explícito si se identifica a los autores y se da reconocimiento completo al Instituto de Políticas Públicas de la UDP. 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