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Palabras del profesor Luis Javier Orjuela en la entrega del Premio de la Fundación
Kettering a la mejor tesis sobre democracia, al estudiante Usdin Leonardo Martínez,
Noviembre 14 de 2013
Luis Javier Orjuela
Dos razones explican el mérito de la tesis de Usdin y por los cuales mereció el premio que
hoy se le otorga:
A la primera, me voy a referir recordando el discurso fúnebre de Pericles, que es
uno de los pasajes más bellos y significativos de la Historia de la Guerra del Peloponeso,
escrita por Tucídides. Cuenta el autor que cada cierto tiempo se detenían las hostilidades
para que cada bando rindiera homenaje a los caídos en la guerra. Luego de que los
ciudadanos hacían las honras fúnebres, alguien prominente de la comunidad pronunciaba
un discurso en honor de los caídos. En aquella ocasión le correspondió el turno a Pericles, y
éste en vez de la acostumbrada exaltación de las virtudes personales y la valentía de los
soldados atenienses muertos en combate, dijo que el mejor homenaje que se les podía
rendir era recordar que el principal valor de aquellos hombre radicaba en que había eran
miembros de una sociedad que practicaba la democracia. Pues bien, la tesis de Usdin
Martínez vale por eso mismo. Por ser una reflexión crítica sobre la democracia, pues ella es
la expresión más deseable de la política.
La segunda razón, radica en que la tesis de Usdin analiza la tensión entre hechos y
valores, entre la dimensión empírica y la normativa, la cual es inherente a la concepción y
práctica de la democracia. En efecto, el concepto de democracia que tradicionalmente se
usa en la ciencia política es demasiado estrecho, puesto que aquella es concebida sólo en su
dimensión institucional, como elecciones libres y gobierno representativo. Ello excluye sus
dimensiones ética, social y económica, precisamente en una época en que la
reestructuración neoliberal y luego la actual crisis económica han afectado, en el mundo, el
objetivo democrático de la distribución. Se trata de una concepción minimalista que reduce
la tarea de construir un orden democrático a la mera institucionalización del régimen
político, pero que no tiene en cuenta los contenidos sustantivos y normativos resultantes del
orden institucional. En esta concepción, la democracia, entendida como el conjunto de
operaciones del sistema político, solo puede plantear problemas instrumentales de gobierno
y eficacia administrativa. Pero más allá de la política electoral y de los problemas técnicos
de gobierno, se encuentran los problemas que constituyen la verdadera esencia de la
democracia: la deliberación colectiva sobre la distribución de los bienes, las libertades y las
oportunidades sociales.
Para un ejemplo de dicha reducción, basta citar a O’Donnell quien sostiene que
todas las democracias que ha estudiado en América Latina “son tales debido a un simple
pero crucial hecho: las elecciones están institucionalizadas” (1996: 36). Este autor,
insatisfecho con el concepto de consolidación democrática, con el cual los analistas de la
política comparada estudiaron las transiciones al régimen democrático, experimentadas por
América Latina en la década de los ochenta, sostiene que es necesario abandonarlo en pro
de un enfoque más realista, que tenga en cuenta las características de las sociedades
latinoamericanas. Por ello, recurre al concepto de poliarquía de Robert Dahl, a fin de
identificar, de manera más precisa, los diversos arreglos políticos existentes en la Región.
Sin embargo, en Facticidad y validez, Habermas critica a Dahl el reducir el valor
normativo del concepto de democracia, al desarticular la compresión intuitiva de la
autodeterminación popular respecto de las ideas sustanciales de la tradición política que se
remonta hasta Aristóteles (1998: 393). En efecto, Dahl distingue entre la democracia como
tipo ideal y la poliarquía como aproximación imperfecta a dicho ideal, pero que es mucho
más “operacionalizable” que la concepción normativa. Y Según él, “cuando el mismo
término se usa para designar ambos conceptos, se generan en el análisis innecesaria
confusión y argumentos semánticos irrelevantes” (1971: 9). Habermas le reconoce a la
concepción dicotómica de Dahl todavía algún nexo con una concepción normativa de
democracia, en la medida en que su autor considera que el más importante cuello de botella
para los progresos de la democratización lo constituye la tecnificación del saber de
regulación y control políticos, que impide a los ciudadanos hacer uso de ese saber para la
formación de sus propias opiniones (Habermas, 1998: 395). Sin embargo, considera
Habermas que Dahl falla en su propósito “porque no logra establecer una convincente
conexión (. . .) entre los argumentos normativos concernientes a la justificación del proceso
democrático y los análisis empíricos de su implementación” (Habermas, 1998: 396). Una
razón para ello la encuentra el filósofo de Frankfurt en el tipo de análisis sociológico que
Dahl realiza, pues al reducir la estructura social a variables de carácter cuantitativo, le falta
a esa sociología un lenguaje para aprehender el tipo de manifestaciones que pudieran
entenderse como signos potenciales de racionalidad comunicativa que ya se encuentran
operando en la sociedades actuales y que pudieran ser asumidos por el sistema político
(Habermas, 1998: 296).
La acusación de Habermas adquiere mayor relevancia frente a los análisis empíricos
comparados sobre los procesos de democratización de América Latina, los cuales han
generado una verdadera explosión de tipologías de democracia, que ha sido denominada
por Collier y Levitzky (1997) como “democracia con adjetivos”. Sin embargo, los analistas
de política comparada parecen no caer en cuenta de que adjetivos tales como democracia
restringida, iliberal, tutelar, delegativa, oligárquica, bajo asedio, etc., son realmente
términos eufemísticos para expresar carencias políticas, económicas y sociales estructurales
de las sociedades latinoamericanas, y la ausencia de las condiciones que caracterizan a un
verdadero régimen democrático.
Estas tipologías expresan una concepción de democracia que solamente se refiere
las características de una determinada forma de régimen político. Encontramos aquí un
problema de definición, en la medida en que, en términos operacionales, el concepto tiende
a ser absorbido por el nombre. Todo idioma contiene, en el campo de la vida cotidiana,
innumerables expresiones que no generan controversia y no requieren aclaración; pero en
muchos otros casos, como en el de la reflexión académica, se produce una
“funcionalización” del lenguaje que implica una reducción del sentido, la cual tiene un
connotación política, pues los nombres de las cosas no sólo son indicativos de su forma de
funcionamiento, sino que dicha forma también define y cierra el significado de la realidad,
excluyendo otras formas alternativas de su manifestación y funcionamiento. La reducción
conceptual operada por las tipologías de democracia de los análisis empíricos, implica,
pues, un cierre del universo discursivo, puesto que al reflexionar sobre ella, nos
encontramos con el tope constituido ya por la forma específica de democracia que
determinado régimen político expresa. Sin embargo, el discurso sobre la democracia se
amplía si, más que un tipo de régimen político, la consideramos como una idea regulativa
de la vida social. Como tal idea, la democracia presupone, no sólo una dimensión
operacional, sino también una serie de elementos normativos, que permiten incorporar en
su conceptualización, la intención presente a lo largo del desarrollo histórico de la
democracia misma, es decir, las condiciones por las cuales se originó la lucha por ella, y
por las que todavía puede tener sentido continuar la luchar por alcanzarla y expandirla. Por
lo tanto, si definimos la democracia reconociendo la tensión entre descripción y
prescripción, entre hechos y valores, entre facticidad y validez, se abre ante nosotros el
horizonte de una idea regulativa de simetría y reciprocidad en las relaciones sociales y de
continua posibilidad de una mayor inclusión política, social y económica. Tal es el mérito
de la tesis de grado de Usdin Leonardo Martínez.