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EXPANSIÓN METROPOLITANA Y CONDOMINIOS CERRADOS EN EL ÁREA METROPOLITANA DE SANTIAGO DE CHILE. Rodrigo Hidalgo D. Lily Alvarez C. Alejandro Salazar B. Instituto de Geografía Pontificia Universidad Católica de Chile Uno de los cambios más significativos que se han registrado en amplias zonas de las periferias de diversas ciudades latinoamericanas, es la proliferación de lo que podríamos llamar genéricamente urbanizaciones cerradas, asociadas en Chile a lo que tradicionalmente se conoce como «condominios». El espacio residencial de la ciudad de Santiago ha cambiado en forma significativa en la última década, siendo predominante en algunas comunas la edificación de condominios tanto en altura como de viviendas unifamiliares. Dichos cambios están asociados a nuevas modalidades de consumo del mercado inmobiliario, que tiene relación con los procesos económicos globales que ha vivido el país durante el último cuarto del siglo XX (De Mattos, 1999). Además ha influido en la importancia creciente del condominio los problemas de seguridad ciudadana que se han vivido en nuestra ciudad en este período y han contribuido a la búsqueda de espacios “seguros” y “controlados” por cierto grupo de la población santiaguina. Los condominios como espacios residenciales corresponden a conjuntos de viviendas cuyos accesos son controlados o cerrados y cuya utilización tiende a ser de uso de los habitantes de esos lugares. En el caso chileno existe una legislación que los ampara y que tiene su origen en la Ley de Venta por Pisos de 1937, la que fue modificada recientemente por la Ley de Copropiedad Inmobiliaria promulgada en 1997, que trata de legislar sobre un campo más amplio que su predecesora. En Chile la imagen del condominio estuvo asociada hasta la década de 1980 a los edificios de departamento. El crecimiento de un vigoroso sector inmobiliario como uno de los vértices del desarrollo económico del país se tradujo en una ampliación de la oferta de nuevas tipologías de vivienda. En este macro aparecen los condominios de viviendas unifamiliares que detentan a su vez una variada gama de alternativas edificatorias que se reparten de manera diferenciada sobre la superficie de las ciudades chilenas y cobran especial valor como nueva forma de agrupación de las viviendas en las áreas metropolitanas chilenas. A este grupo de nuevos espacios residenciales se unen otras formas de cierre de las áreas residenciales que sin estar acogidas a la normativa aludida, dan cuenta de un proceso que cobra fuerza y se constituye en una realidad urbana contemporánea, cuyo producto inmediato es la fragmentación física de aquella parte de la ciudad en la cual estas intervenciones se materializan. En términos más globales, según Vidal (1999) los “fragmentos urbanos” se refieren a: los aspectos físicos de discontinuidad entre superficies (fragmentos); la diversidad de los elementos morfológicos y tipológicos que se generan con ellos; y a los factores funcionales vinculados a las disparidades en los niveles de infraestructura y de servicios. La fragmentación urbana es la respuesta espacial de este proceso de cierre del espacio urbano que se manifiesta en la aparición de archipiélagos socioresidenciales que tienen en la seguridad y exclusividad sus elementos distintivos. Según Roitman estos nuevos espacios residenciales “son fácilmente identificables a partir de la existencia de elementos que marcan claramente los límites de estos barrios: barreras, murallas, cercos de alambre y garitas de seguridad, entre otros”. Estas formas de vivienda se expresan en un espacio social que tiende a segregarse del resto de la ciudad en la cual ellas se emplazan. Debe destacarse que el fenómeno de la segregación nace con la aparición de las primeras ciudades y parece ser un hecho connatural al desarrollo de la sociedad humana. En términos generales autores como Roitman (2003) señalan que la segregación social en la ciudad se asocia “a la separación espacial de los diferentes grupos sociales en un área geográfica de acuerdo a diferencias étnicas, religiosas o de ingresos, entre otras. De esta forma, es posible visualizar en una ciudad los diferentes barrios donde cada grupo social tiene su propio espacio determinado. En el caso de la segregación basada en diferencias de ingresos, las relaciones de poder y subordinación se tornan evidentes. Los grupos de altos ingresos tienen la posibilidad de elegir su localización residencial, mientras los grupos más empobrecidos son segregados en las zonas más desfavorecidas”. Parte del análisis espacial del proceso de localización de los nuevos espacios residenciales cerrados ha sido enfocado desde los efectos que estos proyectos inmobiliario residenciales tienen sobre la distribución zonal de los diferentes grupos socioeconómicos en Santiago. Así como se ha destacado que ellos han contribuido a fragmentar aún más el espacio social de la ciudad también se ha puesto en relieve el cambio en el patrón tradicional de segregación que han provocado las urbanizaciones cerradas y condominios en general. Lo anterior se manifiesta en que muchas de las urbanizaciones amuralladas de gran escala se ha materializado en municipios tradicionalmente habitados por población de bajos ingresos y cuyo espacio residencial tiene un origen asociado a la vivienda social y a la autoconstrucción (Sabatini, 2000). Si bien la cercanía entre ricos y pobres posibilita a estos últimos beneficiarse de los servicios y equipamientos que surgen asociados a la mayor capacidad de pago de los recién llegados, la integración urbana queda muchas veces postergada por causa de los diseños urbanos encapsulados, que pueden dar a lugar un distanciamiento con el resto de los habitantes del entorno donde se localizan dichos conjuntos. La materialización de este tipo de conjuntos residenciales no ha dejado de presentar dificultades y su difusión en las diferentes ciudades chilenas no ha estado ajena a críticas que han provenido de distintos círculos académicos y profesionales. Se ha postulado por algunos investigadores que esta tipología de vivienda es muchas veces percibida por sus usuarios como una verdadera casa unifamiliar individual, lo que lleva muchas veces a que algunos vecinos la utilicen como tal, perdiendo la visión de lo que significa vivir formando parte de una comunidad de habitantes. Concretamente se han presentado problemas en su administración y en la utilización de sus espacios comunes, sobre todo en aquellas agrupaciones de mayor tamaño. Así como han existido conflictos relacionados a la dimensión social de los condominios, también se han producido efectos en el espacio urbano y rural en el cual se han insertado los proyectos, los que han tenido que ver con algunas modificaciones en la morfología de las ciudades, asociado a significativos cambios en la densidad habitacional, en lugares de bajo porcentaje de constructibilidad, con lo cual se han aumentado considerablemente los flujos vehiculares y los requerimientos en equipamientos y servicios (Hidalgo, Alvarez y Salazar, 2003). La presente comunicación tiene como objetivo estudiar el avance espacial de las urbanizaciones cerradas de condominios en la periferia del área metropolitana de Santiago de Chile, teniendo como referencia la edificación de estas agrupaciones residenciales en el período 1990-2000. Se busca analizar los efectos territoriales de dichas intervenciones, teniendo presente para ello la configuración actual de la geografia social de la periferia de la ciudad generada con los movimientos de población que generan los condominios y las modalidades de producción del espacio residencial asociado, otorgando pistas del accionar de los agentes que participan en este proceso. Referencias HIDALGO, R., SALAZAR, A., ÁLVAREZ, L. (2003). Los condominios y urbanizaciones cerradas como nuevo modelo de construcción del espacio residencial en Santiago de Chile (1992-2000). Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(123). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(123).htm> [ISSN: 1138-9788] SABATINI, F. (2000). Reforma de los mercados de suelo en Santiago, Chile: efectos sobre los precios de la tierra y la segregación residencial. Eure, Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos y Regionales, nº77, p.49-80. SABATINI, F., CACERES, G. y CERDA, J. (2001). Segregación residencial en las principales ciudades chilenas: Tendencias de las tres últimas décadas y posibles cursos de acción. Eure, Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos y Regionales, nº.82, p.21-42. ROITMAN, S. (2003). Barrios cerrados y segregación social urbana. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(118). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(118).htm> [ISSN: 1138-9788]. VIDAL, R. (1999). Fragmentos en tensión: elementos para una teoría de la fragmentación urbana. Revista Geográfica de Valparaíso, nº29-30, p. 149-180.