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Revista de la Escuela Infantil Los Rosales. Época II. Año 16. Junio 2010 Escuela Infantil h co ete accio s! B 42 do el firmamento 13 La Cot n a r i orra 12 M ) Cot s o e d s e u l M a l Miel y a . . . lla illa n o e i r Nos rs t u s . .. c x visi se El ee 7 L 2 a c a t s C a l o l o ñ t or r a ta u co s r a e c D l e s Cot . n o P v . . m a i a lla a a j s l e l a t r s o A n . .. omía d 0 R ti e ni ...y La rriba 3 A o Co l e l ñ gr os ri jo d 3 l e a C ( s . e . . d i s l e 1 mb e l os c u eG Cu Ab olo nd a ó r c c e ado Mamá s) rin Ilustr L o l u t na E en 4 e a R l E a Cu l s cue e d 0 o la a ri d on s sa etarios más destacados d e E s plan s pañ or lo a ) 9 os p rte 16 y 17 La Cotorra C Vis niñ ch o a o u t i i t l a l a. . nm c on al . .co je 24 Orlas... Los C . Y o . C n l o r e e i s 25 el via nl rso El Tre a cu s... O de a r p e Ho r A n . d l i m l r os a e de as otilla.. n . l 3O a . fin ra C . b 2 o Le r tor ar.. ue t Co y nos cuentan s . u r sq le…¡ s i c La his os l co to 28 na r d e a L l i i o a h s as c R o osa sv ! La m le lla s 39 tre nado por b u rbu ja celeste 6 a 8 Verás las estre o m s i llas er ( Re end S L 5 a 1 co m C y o t 4 o 5 1 r r r a Co ra y e p end s t 4 illa. zo e i al ac . i h . r e Un a Orlas... La Rat 1 ion o 2 s t a . j i . n . it a 2 ra o G es f i ed c a 2O es n .L . a 3 . t l r a l s b as 9... se celebró de rla ... 2008-0 con O o je ito s r E u 0 u c l n 2 Bo con de l al eriencia en el au p n g x c E ó e i ier la L 3 ac y3 to a u s 2 nomía 38 o r t s 3 e a ad a l s Caj tre por tos ó o e n en s de pa lidades ¡Construy a e u e D n un Ma s e l a s o 1 R os L e ndonos al Otro La d o ( A cam Asomá pa y 11 d a 10 postres 18 Publi en iciosos c i d e nca a l d y del co 19 ma llas l L e ala a pae pa Cotorra Cotilla... Hicim Co eS as r o 6 La t s c 2 o d rr a u od . ri ros l ce a.. me otorra Cotilla... Excur d e fr í s Nú La C i ó m na 29 e sy El ast r o l n a a ra u zos ento... ta 3 Fin ori l cu 6 y ch 5E e ¡Hasta sie 37 y3 sa s tr m p de re! 34 4 jón afía 43 El d i cc i Ca r ibliog 2 Edita Escuela Infantil Los Rosales Coordina Miguel Ángel, papá de Javier García-Mochales Diseño, maquetación e impresión www.4ccomunicacion.com l año pasado celebramos el Año Internacional de la Astronomía para conmemorar los cuatrocientos años del invento del telescopio por Galileo. Hoy, cuatro siglos después, hace ya tiempo que hemos dejado de mirar al cielo. Hoy, entre otros gracias a Galileo, ya sabemos que somos un punto insignificante en el Cosmos, conocemos con detalle los movimientos de rotación de la Tierra sobre sí misma y de traslación alrededor del Sol, conocemos la existencia de planetas que jamás llegaremos a ver y tenemos una idea de cómo fue el comienzo de Todo, y de cómo será su final. Finalmente, nos hemos dado de bruces con la realidad: nuestro planeta no es más que la millonésima parte de un grano de arena girando en el espacio; nuestra existencia tiene la misma trascendencia para el Cosmos que una mota de polvo para nuestra chaqueta. Nada más tranquilizador, ni nada más aterrador. Tanto, que hoy en día la Astronomía ha dejado de ser una de las ciencias que nos acompañan en la vida: sus descubrimientos son una burla para nuestra existencia. No es de extrañar que Galileo fuera condenado de por vida por los osados descubrimientos que hizo con su invento. Cuando comparamos los logros de Aristarco, Ptolomeo, Copérnico o el mismo Galileo con el desarrollo actual de la ciencia, somos injustos con el inmenso valor de esos hombres que pasaron la vida observando el cielo. La comparación es absurda, porque la Astronomía como tal ya no existe. Antes el astrónomo era cualquier individuo que intentara entender las leyes del Universo para entender las leyes del Hombre. Aristarco, Copérnico y Galileo, además de astrónomos, eran filósofos. Aristóteles y Platón eran filósofos y también observadores del Universo. La Astronomía era entonces una ciencia humanista, una ciencia para medir al Hombre y su capacidad de asimilar su lugar en el tiempo y en el espacio. No había pregunta sobre el origen de la vida que no se intentara responder mirando al cielo, y al hacerlo, el Hombre descubría el milagro de su propia existencia y se sentía grande e insignificante a la vez. Es decir, se veía como realmente es. Hoy en día, el astrónomo ha visto tantas cosas asombrosas que prefiere soslayar las preguntas de la Filosofía, para no tener que darse (y darnos a todos) respuestas demoledoras. Para escapar a esa tentación, ha decidido abandonar su papel pasivo y en los últimos sesenta años se ha lanzado a la asombrosa experiencia de ver y tocar el Universo por sí mismo. Así, ha viajado a la Luna, ha mandado artilugios mecánicos a Marte, a Venus, a Júpiter, a Saturno, ha creado satélites de metal que emulan a los de piedra, ha creado “casas” en el espacio a las que mandar turistas, ha buscado agua y vida a su alrededor, ha medido y pesado los planetas del Sistema Solar y ha expulsado de ellos al pobre Plutón. Desde que la tecnología ha venido en su ayuda, el astrónomo mantiene intacta la ilusión de llegar hasta los confines del Universo. Pero ¿y nosotros, los no iniciados? El Universo se ha convertido para nosotros en algo tan grande y tan inabarcable que hemos dejado que sean ellos, los astrónomos, los que se dediquen a mirarlo para contárnoslo luego. Sus descubrimientos aún nos sorprenden, pero nos pillan ya lejos, pues no hablan de cosas importantes para nuestro día a día sino de dimensiones que ni siquiera podemos abarcar intelectualmente. El conocimiento que nos aporta la Astronomía desborda nuestra limitada humanidad y, en definitiva, no nos ayuda a entender nada sobre nuestra vida (y nuestra muerte) sobre la Tierra. Tal vez por eso hoy preferimos volver la vista a las ciencias que hablan de nuestra vida aquí y ahora: Biología, Bioquímica, Genética, Neurología, o cualquier disciplina que estudie al Hombre hasta en sus células más diminutas. Aunque tampoco lo entendamos, nos consuela saber que esas ciencias hablan de nosotros, que en ellas somos protagonistas porque nos ven como la culminación de un microuniverso, y no como una pieza más, inespecífica, insignificante, del macrouniverso. Llegamos incluso a ser ya menos condescendientes con las Ciencias del Espacio, que para desarrollarse necesitan una cantidad ingente de medios y de dinero, y pensamos, no sin cierto fariseísmo, cuánto mejor destinados irían esos medios a sanar la vida en la Tierra. Así pues, encendemos las luces de las ciudades y ahogamos con ellas el brillo de las estrellas: ya no hay nada que ver allá arriba (a no ser que la tele nos recuerde que debemos hacerlo con ocasión de algún fenómeno extraordinario: un eclipse, una lluvia de estrellas...). Entre tanto, hemos olvidado el nombre de las estrellas y de las constelaciones, y hemos aprendido a vivir sin ellas. No las necesitamos ya para orientarnos por el mundo, pues para eso tenemos nuestros propios satélites, y somos demasiado instruidos para preguntarles por nuestro futuro. El cielo ya no nos asusta ni nos impresiona, así que vivimos con la cara vuelta al suelo. Y, sin embargo, aunque sólo fuera para reencontrar durante unos segundos el placer del silencio, aunque sólo fuera para volver a hacernos las preguntas serias, no estaría mal levantar la cabeza de vez en cuando y asombrarnos un poco de su existencia. Aprender a mirar el cielo por la noche para poder enseñárselo a nuestros hijos debería ser uno de los compromisos que adquirimos cuando nos hacemos padres. Susana, mamá de Hugo 3 Una ruta por el firmamento robablemente todos recordamos la primera noche, seguramente de verano y en un lugar apartado, en la que fuimos conscientes del maravilloso paisaje estelar que nos ofrece el firmamento. Las estrellas nos transmiten sosiego, nos incitan a imaginar y nos animan soñar a través de sus representantes más fugaces. También nos hacen reflexionar y plantearnos dudas que ni los astrónomos más renombrados pueden asegurar a ciencia cierta: ¿Hace cuánto tiempo que se creó esa estrella? ¿Aquella otra seguirá emitiendo luz ahora mismo? ¿Y esa cómo se llamará? ¿O era un planeta?... Estas cuestiones y muchas más surgen cuando te alejas de la ciudad y las observas con los más pequeños. Pero no olvidemos que si a nosotros nos cuesta comprender conceptos como año-luz o situarnos con un planisferio, para ellos es casi inaccesible. Por eso resulta más placentero olvidar los conceptos más técnicos, intentar responder a sus preguntas más inesperadas con un simple “eso no lo sé, pero ni yo ni nadie” y relatarles las historias de las grandes culturas griega, maya, india… surgidas hace muchos cientos de años pero que transmiten mensajes muy actuales. Para observar las estrellas con nuestros hijos es muy importante que la noche sea cálida y que la luz de ciudades o pueblos cercanos no interfiera demasiado. Debemos tumbarnos sobre una manta o similar en una superficie 4 cómoda. Es necesario conocer unos pocos relatos (no muchos, no olvidemos que estamos tumbados y el sueño nos puede acechar en cualquier momento) y saber localizar las constelaciones protagonistas; ésta es una fácil tarea si vamos acompañados de un planisferio (no es imprescindible pero si muy útil, a pesar de que al principio nos resulte un poco confuso). También es conveniente utilizar bibliografía de diferentes fuentes on-line o escritas, como el libro “Un paseo por las estrellas: una guía de las estrellas, las constelaciones y sus leyendas” de la editorial Akal. Indicar la posición de la estrella a la que nos estamos refiriendo es un poco complicado, por lo que debemos tener paciencia y usar referencias (árboles, montes, estrellas más brillantes, etc.) o acompañarnos de una pequeña linterna con haz de luz dirigido. Una vez localizada la primera estrella, podemos indicar las demás utilizando nuestras manos como medida: una mano a la derecha, dos hacia abajo… Ahora ya estamos preparados para contar y escuchar el valor de la amistad relatado en la constelación de El Cisne, el amor de los padres por los hijos de la mano de la Osa Mayor y la Osa Menor, el peligro de ser presuntuosos en Casiopea, castigada a girar en el cielo durante la eternidad, o disfrutar de sueños y pedir deseos de mientras disfrutamos en agosto de las Perseidas o “Lágrimas de San Lorenzo”, esos restos de cometas que siempre llamaremos estrellas fugaces. Además, podemos completar este tipo de “senderismo celeste” con el disfrute de los sonidos de la noche, ya que el ulular de una lechuza o de un cárabo y el chirrido de los grillos ponen la banda sonora que nos acompaña en nuestra ruta. Rebeca Tía de Jaime y Ana Martín Fundación Tormes-EB NOTA: En Internet podemos encontrar sitios en los que generar un mapa de estrellas de una localidad y una fecha concreta: -Astrored: http://www.astrored.org/efemerides/planisferio-celeste/ -Eurocosmos: http://eurocosmos.net 5 Recomendaciones de viaje con niños por los planetarios más destacados de España e acercan las vacaciones estivales y con ellas mucho tiempo para disfrutar de distintas actividades en compañía de nuestros hijos. En este artículo hemos seleccionado varios programas organizados por algunos de los planetarios que se distribuyen por nuestro país. ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?, ¿cómo funciona el sistema solar?, ¿qué es la Vía Láctea?... Las respuestas a estas y otras muchas preguntas acerca del universo que nos rodea se pueden en- contrar en ellos. Estos centros, a través de diversos programas y actividades didácticas, ofrecen a los más jóvenes la oportunidad de aprender los conceptos básicos de astronomía y observar con detalle, gracias a los espectáculos astronómicos, el cielo y las estrellas. Así que si tenéis la suerte de visitar alguna de las ciudades que albergan estos planetarios, no dudéis en pasar un rato divertido en compañía de los más pequeños. Paqui Acera Mama de Aroa Mangas Desde sus comienzos, el planetario de Pamplona ha sido uno de los centros de divulgación astronómica más activos y más avanzado de nuestro país, tanto por su equipamiento como por la capacidad de producción audiovisual. El planetario permanece abierto de lunes a sábado y el precio de la entrada es de cuatro euros para el público general y de tres euros para jubilados y poseedores del carné joven, los menores de cinco años tienen la entrada gratuita INFORMACIÓN Y RESERVAS C/ Sancho Ramirez, s/n. 31008 Pamplona Teléfono (948) 26 26 28. Fax (948) 26 19 19. mail: consultas@pamplonetario.org. web: www. pamplonetario.org ACTIVIDADES DESTACADAS • • 6 La noche del vampiro: para los más pequeños, una historia sobre el Conde Von Siro, un encantador vampiro que hace mucho decidió ser vegetariano, porque la sangre le daba ardor de estómago. También decidió conocer el cielo, y ahora, nos lo cuenta a todos. En busca del agua: Una coproducción del Planetario de Pamplona y de la Casa de las Ciencias de La Coruña. Un sorprendente cuento sobre la vida en el Universo en el que tú eres el protagonista. Bueno, al menos, uno de los protagonistas. El cuento comienza hablando de un planeta lleno de agua y vida, en el que una civilización apostó por un progreso desbocado, sin darse cuenta de que al contaminar la atmósfera y las aguas estaba hipotecando su futuro. Se cargaron, así a las llanas, su planeta, y entonces tuvieron que empezar a buscar uno donde empezar de nuevo.. Con 22 años de historia, este planetario es el más antiguo de nuestro país. Su atracción principal es la sala de proyecciones donde se exhiben programas audiovisuales sobre diversos temas para todos los públicos, especialmente para los más jóvenes. Por otra parte, todos los sábados el planetario de Madrid ofrece a los niños entre seis y nueve años la posibilidad de participar en el taller de astronomía “Pequeños astrónomos”, una actividad gratuita cuyo objetivo es despertar en ellos la curiosidad por la astronomía y el interés por el mundo que nos rodea, aprendiendo a través del juego distintos conceptos de esta disciplina. El planetario permanece abierto de martes a domingo y la entrada tiene un precio de 3,45 euros para los adultos y 1,50 para niños de dos a 14 años y jubilados. INFORMACIÓN Y RESERVAS Avenida del Planetario, nº 16. Parque Tierno Galván. 28045 Madrid Teléfono de contacto: 91 467 34 61 Teléfono de Reservas de grupos: 91 467 34 61 Teléfono de Información: 91 467 38 98 (Contestador automático). ACTIVIDADES DESTACADAS • • En órbita con López (Duración: 45 minutos. Infantil) En esta nueva aventura de López los asistentes van a llevar a cabo una interesante misión de entrenamiento: tendrán que despegar en la “navisfera”, abandonar la Tierra, salir al espacio exterior y llevar un motor iónico al satélite López, para que pueda alcanzar grandes distancias y explorar el cometa TXZ. En su viaje hacia la Estación Espacial Especial, que es donde se reunirán con López y donde se le instalará el motor adicional, encontrarán otros satélites como García, un satélite astrofísico que siempre observa objetos lejanos; a Ana, una satélite meteorológica un poco agobiada; a Paco, experto en comunicaciones intercontinentales y espaciales; a Sara, un satélite de ayuda en el espacio; y por supuesto a Pérez, el gran descubridor de cometas, una sonda que recorre nuestro sistema solar y que, en esta ocasión, está llegando a Neptuno. El satélite dormilón (Duración: 40 minutos. Infantil) El satélite artificial LOPEZ, observador del cielo, es el hilo conductor de esta historia. Valiéndose de su experiencia como viajero espacial enseñará a los más pequeños algunos detalles de los objetos celestes (la Luna, la Tierra, etc) que puede ver desde su órbita. Allá en el cielo, dando vueltas alrededor de la Tierra, hay un satélite artificial muy dormilón. 7 El Mallorca Planetarium, situado en la localidad de Costitx, en la isla balear, lleva cinco años en funcionamiento. El horario está limitado a visitas concertadas los martes, miércoles y domingos y una sesión abierta a las 20:00 horas los jueves, viernes y sábados. En esta sesión se proyecta el programa “Antes del Alba”, donde a través de un recorrido por el firmamento, se descubre a los visitantes sus principales estrellas y constelaciones o la banda de la Vía Láctea, observando cómo cambia el cielo a lo largo de la noche. INFORMACIÓN Y RESERVAS Mallorcaplanetarium.com. Teléfonos: Planetario (9:30 a 13:30): 971 51 33 44. Móvil contacto: 649 99 77 52. Fax. 971 87 60 22 info@mallorcaplanetarium.com ACTIVIDADES DESTACADAS Tras los pases del planetario, opcionalmente se pueden realizar sesiones de observación guiada, utilizando los equipos destinados a la divulgación del Observatorio Astronómico de Mallorca un grupo de monitores se ocuparán de mostrarles los distintos objetos visibles en cada época del año. INFORMACIÓN Y RESERVAS Paseo Marítimo, 1 - 12100 GRAO (CASTELLÓN) Teléfonos: 964 28 29 68 - 964 28 25 84. Fax: 964 28 51 61 OBSERVACIONES DE VERANO Tienen lugar los miércoles de Julio y Agosto entre las 22:30h y las 00:30h. Los miércoles más cercanos a la luna creciente, ésta será el objetivo principal mientras que durante las observaciones restantes los objetivos más importantes serán los planetas visibles. INFORMACIÓN Y RESERVAS Museo de la Ciencia y el Cosmos. C/ Vía Láctea s/n 38200 San Cristóbal de La Laguna Teléfonos 922 31 52 65 / 922 31 50 80 Fax: 922 26 32 95 Horarios: De martes a domingo: de 9 a 19:00 horas Cerrado: todos los lunes. 24, 25 y 31 de diciembre. 1 y 6 de enero Entrada general Exposiciones permanentes: 3 euros. Niños menores de 8 años gratuito Planetario: 1 euro 8 uando de astronomía hablamos, en Salamanca, no podemos olvidarnos de una de las obras más significativas de nuestra ciudad: El Cielo de Salamanca. Dicen los entendidos de la materia que fue a finales del siglo XV cuando Fernando Gallego plasmó esta obra sobre la bóveda de la antigua biblioteca de la Universidad. Cuentan las crónicas que hubo un incendio en el siglo XVIII que destruyó dos terceras partes de la bóveda y lo que se salvó quedó cubierto. En 1953-1954 se redescubrieron las pinturas trasladándolas a la que es hoy su morada: una estancia de las Escuelas Menores. Para la mayoría de nosotros, esta obra es principalmente el logotipo de la celebración de “2002 Salamanca Capital Cultural Europea”. Pero… ¿qué significa el Cielo de Salamanca para los más pequeños? En una mañana fría y lluviosa de mayo nos dispusimos a descubrirlo. Ya de camino nos recibe entre sillerías y mampuestos, la fachada de la Universidad, y cómo no, perpetua, como si por ella no pasasen los años, la estatua de Fray Luis de León, nuestro más célebre estudiante. Todo ello es un digno preámbulo para la obra que vamos a contemplar. Ya en el interior de la exposición, nos encontramos con la pintura situada en una estancia tocada por una tenue luz, que refleja fielmente el brillo de esas noches estrelladas de verano. Es allí donde nos trasladamos a una época de signos zodiacales, estrellas, constelaciones, dioses romanos, centauros…. - A ver, Pedro, ¿qué ve Pedro? -pregunta Geli-. - Una serpiente muuuuuuuy grande. - Manuel, ¿qué ve Manuel? - Un águila -contesta Manuel-. - Mateo, ¿dónde está Mateo? ¿Qué ve Mateo? - Una estrella. - Claudia, ¿qué ve Claudia? ¿No ve nada Claudia? Claro, tiene los ojos cerrados… ¿Y Mario? - Dos caballos -responde Mario-. Y aunque, propiciada por el clima de paz y quietud, alguno de los pequeños ha aprovechado la visita para echarse una siesta, seguro que cada uno de ellos lleva grabado en la mente algún pequeño detalle de esta gran obra. Ya en el exterior de nuevo y sentados en el marco incomparable del Patio de Escuelas toca recapitular y Geli comienza: -¿Habéis ido alguna vez a una excursión donde estuviera todo tan oscuro y todos tumbados en el suelo? ¿Cómo se llama lo que hemos ido a ver? ¿Quién se acuerda? Era como un cuadro ¿Cómo se titulaba ese cuadro? - El cielo de Salamanca -contestan varios niños al unísono-. - Claro -continua Geli-. Y los pintores reflejaron todo lo que veían en el cielo. Aunque a veces miremos el cielo y nosotros no veamos eso, si cuando está oscuro, oscuro, nos tumbamos en el campo mirando el cielo ¿sabéis lo que os digo? Que se ven muchas cosas. - ¿Os ha gustado nuestro cielo? -pregunta Belén-. ¿Sabéis que esto se pintó hace muchísimos años? ¿Y qué tenía de especial el carro que se ve? - ¡Tenía unas ruedas mágicas! -dice Marcos- Porque podían volar… ¡Sí! Mágicas, como mágicas son muchas de las cosas que los niños han interpretado en esta pintura y que la mayoría de los adultos seríamos incapaces de percibir aunque estuviéramos siglos mirándola. ¡Qué gratificante es contemplar el arte a través de sus inquietos ojos! Y como aún nos queda mucha mañana por delante, recorremos el Museo de la Universidad, repleto de estatuas, pinturas y otros enseres que nos recuerdan formas de vida en épocas muy distantes en el tiempo de la nuestra. -Mirad,-dice Belén contemplando uno de los cuadroseste era un juez. Y los niños cantan: “Era un juez que vivía en Aranjuez Fue a pescar un gran pez, uno, dos y tres. a la orilla lo comió y al solito se durmió y después, un, don, tres se volvió a Aranjuez”. La visita continúa y entre juegos a adivinar títulos de cuadros y sus personajes o profesiones, los niños se dan cuenta de que los cuadros también hablan y les cuentan que hubo un tiempo en el que no existían bolígrafos y se escribía con plumas o que las personas importantes se adornaban con pelucas. Y aunque ellos no distinguen estilo, época o autor de estas obras, sí han podido conocer a través de ellas qué es un yelmo o un retablo. Y después de esta explosión de conceptos que dejan saturadas sus mentes, aún queda lo mejor…… - ¿quién va a querer galletas con chocolate? -pregunta Belén-. - ¡Yoooooo! Esta mañana, una vez más, los más pequeños nos han dado una lección de saber estar. Paqui Acera Mama de Aroa Mangas 9 uchos de nuestros niños pasan más de la mitad de sus días en su segunda casa, el Cole. En el Cole pasan muchas horas al día con su segunda familia (sus compañeros de la misma edad, mayores o menores, sus profes y todos los personajes del Cole). En el Cole trascurre la vida paralela de nuestros hijos, la que no vemos, pero que tanto supone para ellos en tiempo y experiencias. De vez en cuando los mayores nos asomamos al 10 Otro Lado: cuando los recogemos y nos quedamos unos minutos, en las excursiones, en las fiestas del Cole, breves momentos en los que confluyen los dos lados. Sorprende y fascina asomarse a ese ventanuco de la vida paralela de nuestros hijos. Pero la otra vida, la vida en los Rosales tiene una característica muy especial que la diferencia de la vida en casa, con los papás y los hermanos: la vida del Cole es de día. La Otra Vida no tiene noches. Pues bien, el verano pasado y con excusa de ver las estrellas, las puertas del Cole se abrieron por la noche. Algunos niños y algunos padres iban a pasar la noche en el Cole. Sí, además iba haber un telescopio para ver la Luna y lejanas estrellas. Pero en realidad lo que todos queríamos ver es la noche de la vida paralela y para eso no hacían falta telescopios ni planisferios terrestres. Los hubo y bien estuvo, pero no hacían falta. Y lo que vimos con telescopio y sin telescopio mereció la pena. Y eso que yo soy miope y nunca he conseguido ver nada decente por un telescopio. Digo que sí para no dar el tostón, pero no veo un pimiento, la verdad. Pero eso no me importó mucho y creo que a los demás tampoco. A pesar de liarme con tanta lente además de las de mis gafas, la vista fue impresionante: la noche del Otro Lado fue tan bonita como uno se imagina que son los días del Otro Lado. La vida del Cole da la sensación a los que la vemos desde el ventanuco de regirse por el orden dentro del caos. Un caos de niños corriendo y gritando y un orden contento de niños contentos. Así fue la noche del otro lado: un caos ordenado o un orden caótico. Hubo de todo: un muestrario de tiendas de campaña que bien habría podido pasar por una exposición titulada “50 años de historia del camping en España”; dificultades para montarlas; choques de galaxias para la distribución del personal en su interior; problemas técnicos de montaje y soluciones ingeniosas; comida en abundancia y placer en el comer (algo que se mire desde donde se mire siempre es una característica de esa vida en el Otro Lado); carreras y griteríos; filas ordenadas para asomarse al Universo desde una lente pequeñita; ganas de dormir y de seguir despierto; fresquito de la noche y calorcito de la larga conversación. Muchas cosas que nos recordaron algo que ya sabíamos: el Otro Lado es muy parecido a este y al mismo tiempo, muy distinto. Igual que nuestros niños se nos parecen mucho y son muy distintos a nosotros. Al final llegó el día y, mientras llegaban el resto de habitantes del Otro Lado, los que sólo nos asomamos de vez en cuando salimos con cuidado para que nadie se confundiera: la vida del Cole sigue siendo la vida del otro Lado y los que no pertenecemos a él agradecemos poder asomarnos de vez en cuando, muy de vez en cuando, a ver las estrellas que brillan en la noche de los Rosales. Alberto, papá de Hugo Cantera 11 n sus principios, la astronomía consistía sólo en observar los movimientos de los cuerpos celestes que pudieran ser reconocidos a simple vista (los griegos hicieron importantes aportaciones a la astronomía). Los astrónomos también eran normalmente sacerdotes, y por un largo tiempo se pensó que los fenómenos celestes tenían una influencia oculta en los sucesos que ocurrían en la Tierra. Nuestro Planeta es bastante diminuto comparado con el Universo. Formamos parte del Sistema Solar, alojado en una galaxia que tiene millones de estrellas, pero sólo es una entre los millones de galaxias que forman el Universo. Las nuevas tecnologías, mucho más sofisticadas comparadas con las que existían hasta hace pocos años, han permitido el descubrimiento de nuevas galaxias, estrellas y un sinfín de cuerpos, por lo que se ha hecho una definición más precisa y científica del término ‘planeta’, lo que dejó fuera de esta categoría, por no ajustarse a ella, al lejano Plutón, clasificado ahora como Planeta Enano. Así, el Sistema Solar sólo tiene ocho planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Es por esto por lo que en las últimas ediciones de libros de texto ya no aparecere Plutón como planeta del Sistema Solar y se crea la consiguiente tarea para los 12 profesores de explicar a sus alumnos la nueva situación. Hoy en día casi ni prestamos atención al cielo, entre otras causas porque en las ciudades existe una gran contaminación lumínica que apenas nos dejan ver el cielo. Además, nuestros pequeños no comprenderían sus ratos de ocio sin la “tele”, juegos electrónicos y por supuesto el ordenador. Pero aprovechando sobre todo las noches de verano, os proponemos elevar la vista hacia el cielo y contemplar a simple vista el firmamento para poder disfrutar y a su vez despertar en los niños la curiosidad y fomentar el interés por el mundo que nos rodea. Una buena actividad podría consistir en alejarnos una noche un poco de la ciudad y así poder observar con mayor detalle la gran cantidad de puntitos brillantes de los que está plagado el firmamento, jugar a hacer figuras imaginarias con algunas de ellas, buscar estrellas fugaces, cometas, contar alguna historia (o tratar de inventarla sobre naves espaciales y seres de otros planetas) y, cómo no, disfrutar del astro por excelencia que tanto embelesa a nuestros pequeños, la Luna. Basta con tener a mano unos prismáticos para poder maravillarte con sus cráteres. En definitiva, tendríamos que ser capaces de poder detenernos y dedicarle unos minutos a ese antiguo arte de leer en el firmamento. José. Papá de Irene Duarte. El conejito blanco... ...se hizo esperar 13 Una fiesta de fin de curso... 14 ...con mucho arte 15 Y en La Honfria... 16 ...ricas paellas y deliciosos postres 17 Acera. Comercial de vinos Andamios nopin C/ Fuenteguinaldo. Salamanca Telf.: 923 18 12 18 C/ Dr. Ferrán 110, parc. 122. P. I. Montalvo. 37008 Salamanca. Telf.: 923 19 13 96 y 902 93 39 44 Cristalerías aguilar S.A. Ctra. Valladolid, 167. 37184 Villares de la Reina (Salamanca) Telf.: 923 22 14 86 trabajos de jardinería y limpiezas en general C/ Riaño, 2-8, ático B. Telf.: 629 03 95 90 orejudo Arte y Decoración. Interiorismo. Ctra. Aldealenguna, km 0. 37193 Cabrerizos Salamanca www.orejudo.com sanitas Pº Carmelitas, 27. 37002 Salamanca Telf.: 923 26 94 94 frutería tardaguila C/ Acacias, 23. Salamanca. Telf. 923 23 38 26 neuchatel joyeros 18 C/ Cristo de los MIlagros, 7. Salamanca Telf.: 923 21 37 44 Dulce excursion... ...al Museo de la Miel Nos visito el Paje Regal 19 Ana Dario Emma . Marco G 20 Henar Hugo Lourdes Marco D Pablo . Inés Carla Vega Cora . Daniel H David Marco Esdrás Francisc o Julia Manuel S Noel Rodrigo . Jorge Daniel C . Ana P. 21 Alicia Alonso Diego Hu g o C Irene Nuria Pablo D Rodrigo 22 Sara Cristina Javier María S. Pablo M Teresa . María P . Nora Manuel . Julio , Alejandro C la r a Álvar n o Adriá Carla isc o Elen c ran F a Diego Gu e ill J lás ra i ci a r t a P ra Ju co elia No I k er ario M i N lás ico an N Hu go u li a Sa rm o an Ju S a nd 23 Aroa Carlos Estrella Irene Manuel Marcos Miguel 24 Daniela Isabel Mario Pedro Mateo Unai Aitana Alejandro Amanda Ana M. Ángel Daniel Eva Jorge Galia Lídia Diego Emma Inés Javier Lucía Luciano Manuel R. María F. María V. Roberto Selena Teresa Rebeca 25 Hicimos dulce de membrillo... ...y asamos castanas 26 La graduacion del curso 2008-09... ...se celebro con un concierto 27 Aprendimos a elaborar... ...ricos chorizos 28 Excursion a la Finca Abusejo de Arriba En noviembre y antes de que llegara el frío y la lluvia hicimos una escapada al campo. Las clases de los Colores, los Números y las Letras aprendieron, de primera mano, algunas cosas que forman parte del trabajo en el campo. Lo primero que vimos fue el entorno de la ganadería doméstica, donde los tractores, arados, remolques y aperos adornan el entorno. En la nave de las ovejas vimos a los corderos y las cabras, y jugando con ellos, los niños vieron la diferencia entre unas y otras, tocando el pelo y la lana, intentando agarrarlos, corriendo y saltando entre los animales… todo un desahogo para los niños y menos para los corderos y las pequeñas chivas. Después, y a más distancia, cla- ro, vimos las vacas, los cerdos y descubrieron cómo se alimentan, unas de pasto, otros de bellotas. Pasamos junto al palomar de donde salieron las palomas a saludar a los niños camino de la fuente, con mucho apetito disfrutaron del almuerzo junto al cercado de Cabriola, el caballo de Chanito, que no paró de correr, arriba y abajo, al vernos llegar. Allí junto a unos chopos, comprobamos que los árboles también están vivos. Observamos cómo hay árboles a los que se les caen las hojas, para recuperarlas en primavera, y pasan el invierno de forma diferente a las encinas que permanecen con ellas todo el año. Ya con las fuerzas repuestas nos metimos en el monte donde nos esperaban sorpresas de animales más salvajes. Con la vista de un lince los niños encontraron, a la primera, el nido del águila, en lo más alto de la vieja encina, desde donde controla todo su territorio. Cerca de allí, y avanzando entre los carrascos llegamos donde se encuentra la madriguera del zorro, con sus distintas salidas de emergencia. Al zorro no le vimos pero seguro que andaba cerca…. Ya de vuelta vimos señales del paso de algún jabalí que había ido a bañarse a una charca cercana. Después de todas estas experiencias los niños volvieron al cole con la emoción de haber jugado en un gran parque lleno de sorpresas y de vida. Fue un divertido día de campo. Luciano Albo Padre de Chanito y Alonso. 29 uando leí el título de la Revista El Papelero para este curso 2009-2010 se me debió quedar la cara como si hubiera visto a un extraterrestre, en el sentido literal de la palabra. Aunque no se de qué me extraño, porque ya sabemos de lo que son capaces en este cole de Los Rosales. Para centrar el tema le pregunté a Daniel, que llevaba unos días dándole vueltas a los planetas y a los volcanes: – Daniel ¿habéis estudiado algo de Astronomía en el cole? – Siiií – ¿Y eso qué es? ¿Me lo explicas? – Pues, el Sistema Solar, el Universo, los planetas y los volcanes. ¡Vamos, como si lo supiese de toda la vida! – ¿Y qué son los planetas? ¿Qué sabes de los planetas? ¿Me lo cuentas? – Los planetas son así, redondos como una bola. Como un chupachús pero sin el palo. A ver mamá, dime tú los nombres. Yo le comencé a decir: la Tierra, Marte, Júpiter. – ¡Esos, esos son! 30 Y ahí se acabó la cosa, porque respecto a los volcanes ya habíamos hecho lo nuestro en la Biblioteca Gabriel y Galán donde encontramos un libro sencillo, pero de gran temperatura y con mucha chispa. ¡Cómo los fuegos artificiales de la Plaza de Mayor! Nuestros hijos tienen mucho que ver con la Astronomía. Además de ser el sol de nuestras vidas, son todo un universo por descubrir. Desde que aparecen, toda nuestra vida gira en torno a su persona. Cuántas veces les hemos dicho: ¡ven aquí, mi cielo! Y como todo no iba a ser perfecto también son capaces de sacarnos de órbita. Cuando son adolescentes nos gustaría seguirles vía satélite o no perderles de vista con el telescopio espacial Hubble, que va por encima de las nubes y tiene muchos megapíxeles. La infancia de cada niño debería ser siempre como una estrella. Una de esas preciosas estrellas que parpadean en las noches de verano en el hermoso cielo castellano. Este verano me sentaré con Daniel a repasar sus nombres, le enseñaré la Osa Mayor y la Osa Menor, y el lucero del alba, el que más brilla. Un beso grande para todos. Mamá de Daniel Alfonso Torrubia. Dos colecciones muy interesantes Últimamente han llegado a mis manos dos interesantes colecciones de libros para niños que me gustaría compartir. La primera, Aprender es fantástico, de la editorial Combel, dedicada a los más pequeños. Se trata de una propuesta muy original en la que a partir de situaciones de la vida real, los objetos cotidianos cobran vida y se convierten en divertidos animales. Un orinal que sale volando porque se trasforma en Mi pato del pipi, una oveja que canta nanas en Mi oveja de los sueños, un pañuelo que toca el saxo en Mi elefante de los mocos y una cuchara que hace piruetas en Mi pájaro de la comida. Sus autoras son Montse Ganges e Imma Pla y la propia editorial la define como “una colección de libros para dejar de ser un bebé. La fantasía nos ayuda a crecer” La otra colección, El mapa de mi cuerpo de la editorial Media Vaca, responde a la curiosidad infantil por su propio cuerpo desde un punto de vista completamente distinto y muy original. Su autor, el japonés Genichiro Yagyu, con gran sentido del humor pero científicamente, nos explica en seis títulos: Agujeros de la nariz, Plantas de los pies, Tetas, Dientes, Costras y Ombligo, el funcionamiento de nuestro cuerpo. Destinado a todos los niños y a aquellos adultos que, de vez en cuando, todavía sentimos placer al arrancarnos una costra… Chus, mamá de Teresa 31 Las estrellas van al cole… Hoy hemos recibido una visita en el cole: una diosa nos ha traído las estrellas a clase. Las hemos visto lucir y moverse por el aula, y además nos ha explicado que cada estrella tiene una historia, un cuento… y esto es lo que nos contó y nos enseñó: “¿Habéis visto la película de Hércules? Pues las historias de las estrellas que os voy a contar se escribieron en esa época, hace muchos, muchísimos años, cuando los dioses y los hombres convivían en la Tierra. Las estrellas nos vigilan y nos cuentan qué les ocurrió a personajes hace mucho tiempo... Por ejemplo, uno de los grupos de estrellas (que se llaman constelaciones) más fáciles de encontrar es la Osa Mayor, que nos cuenta el amor que tienen los padres a los hijos.... Dice la mitología griega que el gran dios Zeus se enamoró de la ninfa Calisto y tuvieron un hijo, llamado Arkas. La esposa de Zeus se enteró y se enfadó mucho porque Zeus la había engañado, y con sus poderes transformó a Calisto en una enorme osa y la dejó un bosque. Pasaron muchos años y Arkas creció y se convirtió en un gran cazador. Un día paseando por el bosque se encontró a su madre convertida en oso, pero como él no sabía quién era en realidad, car- 32 gó la flecha en el arco y cuando iba a disparar... apareció Zeus para impedirlo y le explicó todo a Arkas. Para evitar que algo así volviera a suceder, cogió a los dos y los colocó entre las estrellas, como dos resplandecientes y vecinas constelaciones. Y desde entonces, madre (Osa Mayor) e hijo (Osa Menor) están siempre juntos y felices en el cielo, observándonos y guiándonos, ya que una de las estrellas que forma Arkas es la Estrella Polar: una estrella que ha servido para orientar a marineros y viajeros hace muchos años. ¿Queréis saber quién más está en el firmamento? Pues otra historia nos la cuenta Casiopea que tenía una hija muy guapa, muy guapa, llamada de Andrómeda. La reina Casiopea presumía demasiado de la belleza de su hija y la comparaba con las diosas del mar que también eran muy, muy hermosas. Éstas, indignadas por tal atrevimiento, pidieron a Poseidón venganza y él, en respuesta, envío un monstruo marino, una gran ballena (Cetus) a atacar las costas del país de Casiopea para causar grandes destrozos. otro. El Sol estaba a punto de caerse del carro, por lo que Zeus lanzó un gran rayo sobre el carro para detenerlo, pero al frenar tan bruscamente, Faetón cayó en las peligrosas aguas de un río. Cuando estaba a punto de ahogarse apareció el Cisne, que lo había visto todo y se sumergió en las aguas para salvarle. Para frenar esta situación, Casiopea decide ofrecer a su hija Andrómeda a la terrible Ballena atándola a una roca en el mar para que Cetus la matara. Así se encontraba Andrómeda, atada gritando y pidiendo ayuda cuando apareció Perseo, que se enamoró en ese instante de ella. Perseo venía de derrotar a Medusa, un monstruo con serpientes en vez de pelo y que tenía el poder de convertir a la gente en piedra tan sólo con mirarles. Perseo sacó la cabeza de Medusa, que la tenía en su bolsa, y cuando Cetus estaba apunto de atacar a Andrómeda.... le enseñó la cabeza y Cetus quedó convertido en piedra. Zeus, conmovido por tanto amor, perdonó a Andrómeda y la colocó junto a Perseo en el firmamento, muy juntos. En cambio, castigó a Casiopea colocándola en el cielo de forma que estuviera girando toda la eternidad, por eso en ocasiones la vemos como una W y otras ocasiones como una M. Zeus, conmovido por tanta lealtad y amistad, colocó a El Cisne en el firmamento, para que siempre que lo veamos nos acordemos de lo importante que es tener amigos y cuidarlos. …¡y nos cuentan sus historias!… Para terminar podemos escuchar la bella historia de El Cisne, una historia de amistad. Hace muchos años El Cisne y Faetón eran grandes amigos. Faetón era el hijo del dios del Sol, Helios, que todas las mañanas cargaba el Sol en un gran carro tirado por caballos alados y recorría el firmamento hasta ocultarse al atardecer. En una ocasión, Faetón le pidió a su padre que le prestara el carro con los caballos. Pero su padre no se lo dejó, porque sabía que era muy difícil de manejar. Faetón, desobedeciendo a su padre, se montó en el carro y comenzó a conducirlo, pero los caballos enseguida notaron la falta de experiencia del conductor, por lo que se descontrolaron. Empezaron a correr y a moverse de un lado a Después de escuchar los cuentos y de ver las estrellas, cada niño pidió un deseo a una estrella fugaz… Rebeca. Tía de Ana 33 esde pequeñito, Jorge siempre había querido ser astronauta. No porque le molara el traje espacial o porque tuviera un interés especial en pisar la Luna, sino porque quería saber qué había en aquel espacio oscuro que queda entre las estrellas por la noche. Se imaginaba que al final de aquellos agujeros había siempre una luz brillante que abría la puerta a otro universo, con nuevas estrellas, nuevos planetas y otros seres parecidos a él que le invitaban amablemente a charlar con ellos y que vivían junto a océanos de aguas moradas y jardines con tierra naranja como la piel de las naranjas. Pensaba que llegar hasta aquellos nuevos universos costaba mucho esfuerzo y mucho tiempo, y que nadie antes había llegado hasta allí porque ninguno de los que lo habían intentado había tenido la paciencia suficiente para buscar el final. Por eso quería hacerse astronauta. Quería ser el primero en escarbar en el espacio oscuro y encontrar la luz que le abriera el camino a ese mundo nuevo. Cuando el resto de los niños dejó de soñar con viajar al espacio o con ser futbolistas y empezaron a tomarse la vida en serio, Jorge seguía mirando el cielo por la noche. Pensar en aquel mundo le hacía creer que él entendía la vida mejor que todos aquellos que se afanaban en cosas pequeñas y mezquinas, que se dejaban matar y morían por nimiedades. Jorge sentía que todo en la Tierra era pequeño y que, si alguien llegaba hasta la puerta de aquel otro mundo y era capaz de abrirlo, la Humanidad descubriría lo confundida que había estado siempre y nunca más volvería a equivocarse. Así que muy pronto decidió que él no podía traicionar su sueño, como hacen normalmente todos los niños al crecer, y se lanzó a estudiar como loco y a prepararse para salir de la Tierra. Estudió todas las lenguas que le parecieron importantes, todas las leyes de la Física y de la Naturaleza, aprendió a distinguir piedras y minerales, aprendió los nombres de los órganos humanos y sus funciones. Cuando le pareció que ya había aprendido todo lo que podía saberse so- 34 bre el cuerpo humano, la Tierra y el Universo, se esforzó mucho en conseguir una plaza de astronauta en la Agencia Espacial Europea y, después de un par de intentos, la consiguió. Jorge ya era astronauta, tenía licencia para volar a las estrellas, y estaba deseando salir enseguida a explorar el espacio. Sin embargo, aún tuvo que esperar con paciencia unos cuantos años – no se mandan astronautas al espacio todos los días, y la lista de espera para subir a un cohete espacial es larguísima. Decidió que, para acortar esa espera, lo mejor sería convertirse en el mensajero de los astronautas que orbitaban alrededor de la Tierra. Estos astronautas pasaban a veces meses enteros en el espacio, solos, aislados, mortalmente aburridos y la Agencia Espacial les enviaba periódicamente un mensajero con regalos de la Tierra, recuerdos de su familia y, en general, un poco de conversación. Los “astro-mensajeros” no podían emplear mucho tiempo en sus misiones: salían de la Tierra, llegaban a la Estación o al satélite en el que vivieran los astronautas, dejaban sus regalos y regresaban rápido; todo en un tiempo récord. Era la categoría más baja dentro de la escala de los astronautas, la peor pagada y la menos reconocida, pues sus viajes no se anunciaban en la prensa y su misión no consistía en traer cosas asombrosas del espacio a la Tierra, sino en llevar cosas cotidianas de la Tierra al espacio. Sin embargo, los astronautas adoraban a los astro-mensajeros y esperaban sus visitas como esperan los niños la llegada de los Reyes Magos, y para Jorge era la oportunidad perfecta para salir cuanto antes al espacio. Así que solicitó el puesto de astro-mensajero oficial de la Agencia, y pronto empezaron sus excursiones espaciales. Por lo general, duraban unas pocas horas, a lo sumo un día, y tenía tanto que hacer en ese tiempo que apenas lo tenía para mirar la Tierra por la ventanilla de su nave espacial. Llegaba agotado de sus viajes y siempre pensaba que en el siguiente lograría escaparse del control de la Agencia y que entonces pondría su cohete rumbo al vacío interestelar, donde podría llevar a cabo su anhelado viaje. En realidad, después de tantos años de preparación ya no se atrevía a decirle a nadie que él creía que detrás de todas las estrellas, en un hueco entre ellas, había una puerta que daba a un universo paralelo; de hecho, ni siquiera se atrevía a confesárselo a sí mis mismo en serio; pero como en ninguno de los libros y artículos que había leído en su vida sobre el Cosmos había encontrado nada que desmintiera esa idea, siguió creyendo en ella con la misma infantil tenacidad de siempre. Un día le encargaron volar hasta la Estación Espacial y llevar a los dos astronautas que estaban allí viviendo una tuerca que se les había perdido, y, de paso, unos cuantos regalos de la Tierra: camisas limpias, unas cuantas chocolatinas, unas rosquillas caseras (hechas por la madre de uno de los astronautas), unos bocadillos de jamón ibérico… En principio, parecía una expedición más, pero esa vez Jorge decidió que sería el comienzo de SU viaje, y que, a pesar de que tenía órdenes estrictas de regresar en un día a la Tierra, en vez de dirigirse a la Estación Espacial, giraría un poco más a la izquierda y saldría de la órbita terrestre para adentrarse en el océano oscuro más allá de los rayos del Sol. Hizo todos los cálculos necesarios y llenó su nave con las provisiones que consideró que iba a necesitar. Pero de los dos astronautas de la Estación Espacial, un ruso y un chino, uno era un loco del embutido ibérico, y el otro ya no se aguantaba las ganas de ver el regalo del padre que le había hecho su hija en la guardería y que era uno de los objetos que Jorge tenía que entregar, así que ambos esperaban la llegada del astro-mensajero como agua de mayo. A pesar de sus ganas de emprender su propio Gran Viaje, Jorge sintió ciertos remordimientos ante la ansiosa espera de aquellos compañeros y pensó que bien podría hacer un alto en la Estación y hacer la entrega rápidamente antes de poner rumbo a las estrellas. Se puso su traje y su casco, se calzó las grandes botas de esastronauta y se metió en su nave. Casi no podía es perar a que terminara la cuenta atrás; si hubiera sido por él, habría apretado todas las teclas de la cabina quepara salir de la Tierra cuanto antes; pero aún le que daba ser un poco paciente y, sobre todo, disimular su nerviosismo, no fuera a ser que alguien sospechara de su huida. Cuando llegó a la Estación Espacial el recibimiento sufue espectacular, casi como si los dos astronautas su (momentáneapieran a lo que Jorge había renunciado (momentánea mente) por llegar hasta ellos. Eran dos hombres muy simpáticos y tenían muchísimas ganas de hablar, así que, desobedeciendo todas las órdenes e incluso sus propios planes, Jorge decidió quedarse con ellos unos cuantos días. Juntos se comieron todas las rosquillas emy el jamón, y cuando ya no había más que comer, em pezaron a hablar de sus vidas, a reírse y a sincerarse como no lo habían hecho nunca. Jorge se sentía muy mara gusto con ellos y no tenía grandes deseos de mar charse de allí, pero una voz interior le llamaba de vez en cuando para recordarle su misión: “No has esperado tanto tiempo para acabar metido en una caja de zapatos”, le decía. “Tienes una teoría que demostrarle al mundo, y poco tiempo que perder”. Así que, al quinto día, se levantó temprano, antes que los demás, y sin decirles adiós, se montó en su nave espacial y se alejó de allí. No se dio cuenta de qué dirección había tomado cuando vio la Luna frente a sí. Realmente, no entraba en sus plantes detenerse allí, pero pensó que sería curioso emular a Armstrong y a Aldrin, así que hizo una pequeña parada para tomar tierra (es decir, luna). La Luna nunca le había llamado especialmente la atención, siempre le había parecido fría y dura, pero pensó que un astronauta que se precie no puede pasar de largo por ella sin detenerse un minuto, de modo que bajó de su nave espacial y se sentó en el suelo lunar, para contemplar, una vez más, la Tierra desde allí. Se esforzó mucho en distinguir los países, en atisbar alguna de las grandes cordilleras, y se acordó de los niños de su clase, de aquellos que habían compartido su sueño y de aquellos otros que no lo habían compartido. Todos se habían quedado abajo, haciendo sus cosas, viviendo su vida como si nada. Se le ocurrió pensar que, si se esforzaba mucho, tal vez lograría verlos. Sin saber muy bien lo que hacía levantó la mano y se puso a saludar, pensando que tal vez alguien podría verlo a él. Pero no, qué bobada. De pronto, sin saber por qué, se acordó de los compañeros de la Estación Espacial a los que acababa de dejar, del sabor del jamón ibérico, de las risas que habían compartido y, por primera vez en su vida se sintió solo, muy muy solo. Se sintió tan solo que le dieron ganas de echarse a llorar. Se tumbó sobre la Luna y empezó a llorar y a gritar, pero hasta sus gritos le parecieron solitarios porque no podían oírse. “Qué absurdo es todo esto”, pensó. Cuando se incorporó y volvió a mirar a la Tierra, las lágrimas le nublaban la vista, y como con el casco no podía secarse los ojos, vio que los océanos se habían vuelto de color morado y que las nubes que cubrían la tierra eran rosadas y el suelo naranja como la piel de las naranjas. Aquella era una combinación de colores que Jorge no había visto nunca en su vida pero que reconoció enseguida. “Ahí está, he aquí mi mundo”. Y, de repente, sintió como su alma se despegaba de su cuerpo y se lanzaba al vacío, atravesaba la atmósfera terrestre y se zambullía en las frías aguas moradas del Océano Atlántico. Susana (mamá de Hugo) 35 Clase de los colores ejos de entender a los 3 años qué significado tiene el Universo y qué ocurre en ese lejano mundo, en la clase de los colores nos atrevemos a pasear por él. Tras una breve y concisa información sobre el tema, divagamos charlando en nuestras noticias matinales. -A ver, Pedro, ¿qué noticias tienes hoy? 36 -Que yo un día voy a ir con papá y mamá a los cohetes en avión. -¿Y no te dan miedo? – pregunta Carlos. -Nooooo, dice Pedro. -¿Sabes Geli?, la luna tiene dos pinchos, continúa Carlos, porque los señores de arriba la han cortado. -¡Que son planetas Carlos! dice Pedro, que te has confundido, y además, continúa Carlos, “el sol tiene rayos de sol”. -Manuel: yo he ido a ver las estrellas esta mañana con papá y mamá y había una luna y un cohete muy largo sí, he ido con avión. -Pues en mi casa, continúa Estrella, ha habido una estrella gigante en el cielo y una luna muy pequeñita que estaba en mi casa. -Mario, ¿tú qué nos cuentas? Pues que me “sabo” los planetas, mira: Mercurio, la Luna, la Tierra... -¿Y tú Irene? Pues yo, yo, yo, que cuando dormía he visto la Luna, y ya no más. -Unai nos cuenta que papá y mamá van a ir a ver el cohete de la Luna conmigo. -La Luna es azul, comenta Isabel. -“Pos” Geli, prosigue Carlos, la Luna no es azul es blanca, sí Geli, que yo la “ha visto”. -Pero cuando se hace de noche se ponen las nubes negras y por el día azules y blancas ¡HOMBRE!, dice Mario. -¡Basta ya! afirma Marcos: yo he ido al espacio a ver las estrellas jugar y eran gigantes y las lunas y los soles, y tenía un Sol que tenía dentro luz de Sol. -¿Dónde está el espacio? pregunta Miguel. Puesss... al lado de mi casa, contesta Marcos. -Aroa dice: Que, que...el Sol cuando es de día se pone con luz y algunos planetas están cerquita del Sol. -Pues yo, dice Daniela, he visto por la ventana la Luna y era blanca. -Yo he ido al espacio y he visto la Luna y mi papá ha visto un cohete “golando”, dice de nuevo Unai. -Mañana voy a ir a la Luna a quererla, insiste Daniela. -Pues mi espacio estaba sucio y lo ha limpiado mamá, dice Marcos. -¿Qué espacio?, pregunta Aroa. -Donde está el Sol, contesta Marcos. -Cuando he ido al espacio con Carlos había tierra, estrellas pequeñas y estrellas “fugares”. -Yo no he ido, dice Carlos, síííí, afirma Mario, esta mañana, un barco que te llamó mi mamá por teléfono y has ido. Adiós, estrellas, soles, lunas, mentes imaginarias de colores que divagan por el espacio, adiós. Geli. 37 La mochila de Los Rosales H ace ya dos años que mi hijo dejó Los Rosales y empezó la Primaria en su nuevo cole. Recuerdo el primer día: iba cargado con su mochila, también nueva, enorme, llena de libros, cuadernos, lápices, el bocata y algún que otro Gormitti. Y en casa todos pensaban ¿lo llevará todo? ¿Seguro que no le falta nada? Y claro que no le faltaba de nada: porque además de su “preciosa” mochila del Capitán Sparrow llevaba otra: la mochila de Los Rosales. Esta mochila, invisible, la fue llenando aquí todos los días: con el gusto por saber y la curiosidad por aprender; con el País de las Letras, el placer de escuchar un cuento y regalar dibujos a los compañeros. Con el conocimiento de la naturaleza, de los “bichos”, de plantar una huerta y recoger los huevos. Y con el dato de que a los caracoles no les gusta la miel. Fue completando su contenido con el respeto a las profes, y la confianza en ellas; también con las enseñanzas de los amigos. De unos se llevó la admiración por el que sabe; de otros, la risa, algunas palabras de otro idioma y otras cosas importantes, como la manera de utilizar bien el papel higiénico. Y una amistad verdadera. La mochila no pesa, sino que aligera su camino: va cargada de educación y de alegría. Cada profe la va completando poco a 38 poco con palabras, normas y afecto. También yo me llevo una pequeña parte de sus enseñanzas, aunque sé que nunca podré hacer unas comidas tan ricas como las de la Tata. Este ha sido el último año aquí para su hermana. Y sé que ella, en septiembre, irá acompañada por la misma mochila. Y que ambos la guardarán para siempre, como un tesoro. Sonia Mamá de Jaime y Ana ¡Hasta siempre! M uchas son las decisiones que debemos tomar en nuestra vida, desde las más insignificantes hasta aquellas cuyas consecuencias pueden ser determinantes para nuestro futuro o el de aquellos que nos rodean. Y precisamente a estas últimas pertenecen las decisiones que atañen a nuestros hijos, más aún cuando se trata de dejarlos en manos ajenas y compartir con ellas algo tan importante como su educación. Aún recuerdo (¡y parece que fue ayer!) el primer día que pusimos nuestros pies en Los Rosales, con la preocupación y la angustia en nuestros rostros, invadidos por una mezcla de incertidumbre y expectación, la cabeza repleta de palabras y consejos aportados por unos y otros… Pero recuerdo aún más la sensación que se apoderó de mí nada más traspasar la puerta del jardín: no me sentía recibida sino acogida, percibía la consideración hacia viejos conocidos más que la atención cortés a una visita, y todo ello sin afectación, con la misma naturalidad presente a nuestro alrededor, junto al árbol del jardín. En aquel momento no necesitamos palabras ni argumentos de ningún tipo; por primera vez desde que iniciamos la aventura de conocer los centros educativos me sentí reconfortada: ahora sí sentía, sabía, que ese era el lugar donde mi hija iba a estar bien. Supongo que muchos de los que ahora leéis estas letras reconoceréis perfectamente de qué estoy hablando. Lo que no sé ya es si compartiréis también la experiencia –terrible experiencia- de abandonar cada mañana el colegio dejando tras la puerta a vuestra pequeña llorando amargamente, pidiendo –más bien suplicando- que no te vayas,…, y recogerla por la tarde en el mismo estado, eso sí, acompañada con el correspondiente informe del día: no ha querido participar en la actividad, no ha querido jugar, no se ha relacionado con otros niños, apenas ha dormido, está un poco triste,… Y todo esto día tras día durante un interminable mes, un primer mes casi exclusivamente caracterizado por miradas cargadas de tristeza, llantos, vómitos, pesadillas eternas y noches en vela, oyendo a unos y otros repetir si realmente merecía la pena. Por supuesto, cada día te preguntas una y otra vez si estarás haciendo lo correcto, si realmente has tomado la mejor decisión, si merece la pena “sufrir” esa situación… y te asaltan mil y una dudas que se van apoderando de tu estado de ánimo como una plaga de langostas. Sólo el convencimiento que tenía en mi interior de que no estaba equivocada nos ayudó a mantenernos y soportar ese tremendo período de adaptación: y el tiempo nos ha dado la razón. Cuatro años han transcurrido desde entonces, cuatro años que difícilmente pueden resumirse en unas cuantas líneas, sobre todo porque, al menos para mí, es muy complicado plasmar en un papel los sentimientos y vivencias que hemos ido experimentando: la tranquilidad de estar a 70 Km. de distancia sabiendo que María está bien, disfrutando de aquello que la jornada le depare, y que un imprevisto en la carretera o en el trabajo no supone ningún problema, que sólo significa un retraso a la hora de recogerla; la confianza en quienes la atienden en nuestra ausencia, con firmeza pero con todo el afecto y cariño que precisa; el descubrimiento de los progresos que día a día va realizando y que, aun siendo esperados, no dejan de sorprender; la alegría compartida en los momentos de ocio, de convivencia, de sabernos partícipes en la vida del cole… Como ya mencioné anteriormente, sé que no soy capaz de expresar con palabras cuanto me gustaría. Por eso, sólo deciros GRACIAS: Gracias por habernos dado la posibilidad de conoceros y compartir con vosotras estos años tan importantes en la vida de María. Gracias por haber escuchado y atendido nuestras pequeñas o grandes preguntas y sugerencias como si realmente en ese momento nada más existiera en el mundo. Gracias por habernos hecho sentir desde el principio como si no estuviéramos en una casa extraña. Gracias por permitirnos ver a nuestra hija esperar con alegría el regreso al colegio después de un descanso o unas vacaciones. Pero, sobre todo, gracias por seguir pensando que el principal objetivo es, precisamente, algo que en muchos colegios están olvidando o, al menos, relegando a un segundo o tercer plano: formar PERSONAS, primando lo que consideramos que son valores fundamentales; también aquí nuestra hija ha aprendido, porque así lo ha vivido, el respeto a la naturaleza (animales y plantas), al trabajo propio y ajeno, a los demás, a las diferencias, a sí misma, el valor de la amistad, la responsabilidad… Hace cuatro años, el 1 de septiembre, dejé a mi hija llorando y cerré la puerta de Los Rosales con un nudo en la garganta (o quizá en el corazón). Sé que en junio, cuando venga a recoger a María porque empieza sus vacaciones, volveré a cerrar esa puerta con un nudo como aquel; pero ese día probablemente no sea mi hija la que llore sino yo. Gracias por todo y ¡hasta siempre! Mamá de María Vidal 39 H Mamá Luna ace mucho, mucho, muchísimo tiempo, hasta el infinito..., el sol se enamoró de la luna. La luna no estaba interesada en amoríos, ella prefería pasear por el firmamento, visitar a su gran amiga la tierra, seguir cometas, jugar con astros... Pero tanto la rondó y rondó el sol que empezó a hacerle gracia, luego reír y finalmente la conquistó. Pasaban día y noche paseando por los cielos, a veces jugaban al escondite, otra veces al corre que te pillo y otras veces se juntaban mucho hasta que se daban un beso... ¡¡¡eso si que era un espectáculo!!! Bueno, pues así pasó el tiempo hasta que tuvieron a su primera hija, después a la segunda, luego a la tercera... el sol quería un varón, así que tuvieron hijas a montón, cientos, miles, millones... hasta el infinito... Ellos adoraban a sus hijas, que tenían el brillo del padre y el encanto de la madre. La luna cuidaba de sus hijas con asombrosa dedicación. Por la noche las pequeñas lloraban y lloraban hasta que veían a su mamá, que les traía la luz y el calor de su papá. Todas la necesitaban las más pequeñitas y también las más mayores, que se iban marchando lejos, muy lejos, hasta el infinito... Y mamá luna se iba cansando y agotada se iba durmiendo poco a poco, cada día un cachito, hasta quedar en casi nada. Esa era la noche que las estrellitas más lloraban. Era entonces cuando venía el sol y la abrazaba con su calor y la despertaba con canciones que hablaban de sus hijas, de lo bonitas que estaban, de como brillaban... y así la luna empezaba a despertar poco a poco, hasta ponerse igual de ancha que de larga orgullosísima de su prole. Y así pasó el tiempo, mucho, muchísimo, hasta el infinito... Las hijas crecieron, algunas se quedaron cerca de sus papás, otras fueron lejos, 40 muy lejos, lejísimos, hasta el infinito... Mamá luna se quedó con su amor, el sol y con su incondicional amiga, la tierra, que ahora se había llenado de personas, de perros, de caballos, de elefantes... que tenían bebés, que también lloraban por la noche. Y cuando sus mamás caían rendidas de cansancio era ella la que los cuidaba con canciones que sólo ellos oyen, con un calor que sólo ellos sienten. Y así decidió quedarse aquí, en nuestro cielo, cuidando de nuestros cachorros, porque ahora son ellos los que la llaman con canciones y ovaciones para que la luna lunera vele por ellos y por sus sueños. Y su fiel amante, el sol, le sigue dando su calor, tan enamorado como el primer día, para que ella brille intensamente, mucho, muchísimo, hasta el infinito... Y a veces se juntan y se besan y... ¡¡¡eso si que es un espectáculo!!! Ana Pídele a un adulto que te ayude con esta actividad. • • • • • • • • Papel normal de 216 por 279 mm (8-1/2 por 11 pulg.), como el papel para impresoras o incluso una hoja de cuaderno. Un recipiente plástico para rollos de película de 35 mm (consulta los siguientes consejos) Cinta adhesiva transparente Tijeras Una tableta antiácida efervescente (de las que se toman para el malestar estomacal) Toallas de papel Agua Protección para los ojos (como lentes, gafas oscuras o gafas de seguridad) La tapa DEBE calzar en el INTERIOR del recipiente y no sobre la parte exterior del borde. A veces a las tiendas de fotografía les sobran recipientes y estarían felices de donarlos para una causa tan noble. Recuerda: Al igual que los cohetes verdaderos, tu cohete volará más alto mientras más liviano sea y menos resistencia tenga al aire (fricción). Primero debes decidir cómo recortar el papel. Puedes recortarlo a lo ancho o a lo largo para hacer el cuerpo del cohete. No hay una sola forma correcta de hacer un cohete de papel. Prueba con un cohete largo y delgado, o uno corto y gordo. Prueba con una nariz en punta o plana. Prueba con alerones o sin alerones. ¡Experimenta! Ésta es sólo una idea de cómo podrías hacer todo el cohete con una sola hoja de papel: 1. 2. Corta todas las piezas del cohete. Enrolla y pega con cinta un tubo de papel alrededor del recipiente para rollos de película. Consejo: Pega el final del papel al recipiente antes de comenzar a enrollar. ¡Importante! Coloca el extremo con tapa del recipiente hacia abajo. 3. Si deseas, puedes pegarle alerones al cuerpo del cohete. 4. Enrolla el círculo (al cual se le ha cortado una cuña) para formar un cono y pégalo con cinta en la parte superior del cohete. 1. 2. 3. Colócate la protección para los ojos. Voltea el cohete y quita la tapa del recipiente. Llena un tercio del recipiente con agua. 1. Coloca media tableta antiácida efervescente en el recipiente. Coloca firmemente la tapa del recipiente. Coloca el cohete en una plataforma de despegue, como la acera o la entrada de vehículos de tu casa. Retrocede y espera. ¡El cohete despegará! 2. 3. 4. 41 Moost, Nele Una estrella brilla para ti Santa Marta de Tormes (Salamanca): Lóguez, cop. 2008 Pocas cosas resultan tan misteriosas para los niños como el brillo de las estrellas. En este libro de cartón, hay una estrella para cada uno que brilla intensamente. Para el ratón, con dolor de muelas, para los pequeños osos, necesitados del calor de su madre... y una brilla especialmente para ti. De 0-5 años Steven, Kenneth La pequeña Martina y las estrellas Barcelona : RBA/Molino, 2005 Una oscura noche de invierno, mamá ratón despierta a sus dos ratoncitos para que vean un maravilloso cielo resplandeciente de estrellas fugaces. Según les cuenta su tío, estas estrellas son mágicas, un regalo para proteger a los ratones marineros durante el duro invierno. Esa noche la familia ratón tendrá que salir en medio de la oscuridad y la tormenta para recoger las estrellas.... Horácek, Petr Y la luna sonrió Barcelona : Beascoa, cop. 2003 Aquella noche, en la granja, todo estaba patas arriba, y la luna decidió que no sonreiría hasta que todo volviera estar en su lugar. Ya era hora de encender las estrellas, una a una. Cuenta las estrellas que la luna va encendiendo para ti. Lincoln, Hazel El pequeño oso polar Barcelona : ING, 2004 El pequeño oso polar nació en la cima del mundo en una tierra de nieve y de hielo. Vivía con su madre en una cueva calentita y profunda El invierno llegaba y en aquel país el sol desaparecía durante mucho tiempo. ¿Que pasaría si el sol no volviera se preguntaba el pequeño oso: Entonces emprendió un largo viaje para buscarlo. A lo largo de su camino descubrirá la aurora boreal , conocerá al sabio reno, la pequeña foca y la gran ballena azul. A partir de 3 años Layton, Neal La sensacional historia del mundo: desde el Big Bang hasta nuestros días Barcelona : RBA/Molino, 2006 Puede que parezca imposible concentrar más de quince millones de años en doce páginas, pero con imaginación, mucho sentido del humor y una explosión de color en sus más de treinta desplegables se puede conseguir. Extraordinario, conciso y divertido. Para 5 años. Para saber más: - Fundación Germán Sánchez Ruipérez: http://www.fundaciongsr.es/ 42 - SOL, Servicio de Orientación a la Lectura: http://sol-e.com/ - Bibliotecas Públicas: http://www.bibliotecaspublicas.es/ - Bibliotecas municipales de Salamanca: http://bibliotecas.aytosalamanca.es/ Real Escuela de los Rosales Clase de Los Colores • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Vamos hoy a la clase del “circo” (Psico). Son “de potistas” (deportivas). “Colanosaurio” (Dinosaurio). Que te “estontonas” (caes). Que te “desmochas” (caes). “Trabajeros” (Trabajadores). “Baloncentista” (Jugador de baloncesto). “Miligolas” (gominolas). “Ya me puedo descastigar” Mi amigo tiene una “confusión” en la espalda. “Sordista” (Médico de los oídos que no oyen). Vamos a “regalarnos” (relajarnos). Ya me he comido el “tocadillo” (bocadillo). Me he pintado las “castañas” (pestañas). “Me estoy portando “fenómeno MAL” (fenomenal). “Lepófono” (Teléfono). “Los chocadores” (Coches chocones). “Agargantar” (atragantar). “Armar el árbol” (poner el árbol). “Payelos” (playeros). Ayer fui a los “Besuritas” (parque Jesuitas). “Ayer hubo un “Tormental” (Aire + Tormenta). “Murcialago” (Murciélago). “Potinga” (Compota). Clase de La Ratita • • • • • • • • “Tobán (Tobogán). “Posa” (Mariposa). “Teta” (Galleta). “Poma” (Paloma). “Stila” (Mochila). “Teza” (Cereza). “Totototó (Conductor). “Petateta” (Piruleta). Clase de El Tren • • • • • • “Palva” (Vulva). “Peine” (Pene). “Pestañas” (Castañas). “Láminas / Gánimas” (Lágrimas). “Zironte” (Rinoceronte). “Foforico” (Frigorífico). Tema del próximo número de El Papelero: Los Medios de Comunicación. 43