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Juan Bautista Scalabrini, profeta y testimonio * Yahvé dijo: He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltratan sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos ( Ex 3,7). El Señor nunca es insensible a las lágrimas de sus hijos, el grito de la desesperación siempre llega hasta El. Así eleva a los profetas, entrañas maternas de Dios. Su solicitud y su amor son tan grandes al punto de donarnos su Hijo. Jesús eligió encarnarse en el seno de Maria, una sencilla joven de Nazareth, perteneciente a los pobres de Yahvé. La familia de Nazareth conoció el sufrimiento de la migración, el salir de noche, la madre con el niño, sin esperar, dada la urgencia de alejarse de una situación de riesgo. De vuelta a la patria, después de una vida humilde y silenciosa, Jesús, durante tres años, llevó a cabo su misión por las calles polvorientas de Galilea, con predilección por los necesitados y los últimos de la tierra, sembrando la Buena Nueva, escuchada por centenas de hombres y mujeres, hace dos mil años. Muchos son los que lo acogieron y testimoniaron y se convirtieron en luz para la Iglesia. Así también fue para nuestro J.B. Scalabrini, Profeta y Padre de los Inmigrantes. La profecía no es hacer previsiones para el futuro. Profeta es solamente una persona que, a pesar de su vulnerabilidad y fragilidad, entiende la realidad desde una óptica profunda y el corazón transfigurado, con los ojos y el corazón de Dios! Este es el primer punto al cual quiero referirme. El testimonio del Beato Obispo es tan actual y tan impresionante! El haberse percatado de la importancia política, social y religiosa del fenómeno migratorio, y el haber auscultado su dimensión global y permanente fue una intuición profética muy grande. Desde su punto de vista providencial, el mundo sufrido de las migraciones es el mundo para el cual se vuelve con amor de padre, que no cesa de escuchar el grito de su pueblo y, continua a construir relaciones de solidaridad, de justicia y de paz para hacer de todos los pueblos un solo pueblo, de todas las familias una sola familia, éste era el sueño de Scalabrini, este es el sueño mismo de Dios, del cual él se hizo intérprete pidiéndonos, aún en las dificultades y con pocos recursos para continuar su santa obra, en una época donde las tensiones sociales entre el Sur y el Norte del mundo, en lugar de ser resueltos, están cada vez más incandescentes. El objetivo hoy no es de obstaculizar la movilidad, sino el de administrarla de la mejor forma, mirando el interés de todos, con normativas que no sean restrictivas en las fronteras, que prevén expulsiones fáciles, y sí haciendo crecer la sensibilidad para con la categoría extremamente vulnerable como es la de los inmigrantes, expuestos a abusos y explotación, desde los primeros momentos que inicia su éxodo bíblico. La referencia es el fenómeno del tráfico y del contrabando de personas, del que no se salvan ni mujeres ni niños, sobre el cual continúa nos interpelando el Padre de los Inmigrantes. La fuerza de la intuición profética continúa a obrar en el tiempo y en nosotros, Hermanas y Laicos, llamándonos a recoger lágrimas y problemas, a que seamos puentes entre distancias, culturas y divergencias porque el Mundo de la Movilidad Humana, hoy más que nunca, desafía a la Iglesia y a la Congregación a dar respuestas adecuadas a sus exigencias. Pensamos que escribir el mensaje sobre el Fundador significa también la realización de una tarea muy importante, segundo momento de esta carta. Se trata, queridas hermanas y hermanos, de hacer un trabajo sencillo y al mismo tiempo muy importante!. Hacer memoria. Este momento está estrechamente vinculado al primero, el uno genera al otro y el segundo depende del primero. Al considerar el aspecto profético somos motivados y llevados a realizar nuestro Carisma, que nunca es completo, siempre en construcción, porque todos somos llamados a ser profecía de Dios, pequeño fragmento del Reino, aunque esto tuviere un precio muy alto! Es la realización del Reino, del “ ya y todavía no” que cada uno lleva en sí y busca encarnar entre las mil dificultades y los propios límites, y de las incomprensiones del mundo, gracias a la esperanza que anima nuestra fe encarnada en el Amor por Jesús, pobre inmigrante por los caminos del mundo! Pasé como forastero y ustedes me recibieron en su casa ( Mt 25,35). Pero para dar el mejor fruto de los dones del Espíritu Santo es conveniente penetrar en lo íntimo de la memoria, para aplicar los fundamentos de nuestro verdadero Carisma. La memoria es identidad, conciencia siempre renovada de las propias raíces que deben ser incesantemente alimentadas e irrigadas para que sean vitalizadas y den buenos frutos. Conciencia de ser heredera/o, guardián de este Carisma, pero nunca propietaria/o exclusiva/o. Así pensamos que, yendo al corazón de la intuición scalabriniana, sea un momento para re-acoger en el silencio de un corazón que sabe guardar y también sabe abrirse a la profecía, para volver vivificada en los caminos del mundo y servir a los inmigrantes. Que la imagen indeleble que se imprimió en los ojos y en el corazón del Beato Scalabrini, hace más de cien años, sea todavía el motor interior de propulsión para nosotros hoy, en cada lugar del mundo donde vamos en misión, se trate de Alemania, Brasil o de una pequeña ciudad al Sur de Italia, como Regio Calabria, de donde llega hasta ustedes nuestros más calurosos saludos. * La presente reflexión fue elaborada por la Hermana Maria Clotilde di Noia, mscs, en un plan de acción integrado entre el CSEM y la colaboración de las Hermanas de la Congregación MSCS.