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CONTRIBUCIONES DE LA ETNOBOTANICA AL DESARROLLO DE LA INVESTIGACION EN PLANTAS MEDICINALES Por Luis Eduardo Forero Pinto Biólogo-Etnobotánico, Profesor Asistente, Universidad Nacional de Colombia, Sede Palmira (Valle). En los años cincuenta del siglo pasado aparece tímidamente un área interdisciplinaria de la investigación producto del sincretismo de las ciencias naturales, de las ciencias sociales y de las ciencias de la salud, conocida ahora mundialmente como Etnobotánica. Lo más importante como contribución innegable de esta disciplina en el escenario mundial de la ciencia occidental, es el haber llamado de nuevo la atención sobre el “Conocimiento Ancestral Asociado a Los Recursos Fitogenèticos”, que poseen las comunidades rurales (llámense campesinas, afrocolombianas o indígenas) sobre el manejo, el uso y la conservación de la naturaleza. Conservación en el sentido de Gómez-Pompa (1985) como: “La utilización racional y sostenida de los recursos naturales en el largo plazo”. La exploración de plantas medicinales enmarcada dentro de la investigación etnobotánica como una vía segura, rápida y adecuada para encontrar nuevos medicamentos, ha adquirido gran importancia en el mundo moderno, para enfrentar los grandes problemas de la salud, especialmente cuando el hombre se encuentra sorprendido e indefenso como lo estuvo en la primera década del siglo XX, con nuevas o reconocidas enfermedades infecciosas y gran cantidad de patógenos resistentes a principios activos efectivamente utilizados como los antibióticos. Este saber ancestral, con la síntesis química se había olvidado y se mantenía con cierto desprecio como un conocimiento empírico “de tercera categoría” sin mayores implicaciones o pretensiones, a pesar de los grandes descubrimiento históricos de principios activos de origen vegetal, que revolucionaron la práctica de la medicina, específicamente, en la cirugía a un nivel alto de intervención y del manejo de enfermedades como el cáncer, la diabetes, la tensión arterial alta y muchas otras. Criterio ligado obviamente a la situación política, social y económica de las comunidades, donde el abandono estatal y la indiferencia de la sociedad, permitían que todas las expresiones culturales entre estas el uso de plantas medicinales se mirara con vergüenza y pena, entre tanto, se procuraba a través de los programas oficiales, imponer la cultura occidental de corte norteamericano como el símbolo de progreso y civilidad. El avance de la luchas reivindicadoras por parte de las organizaciones de base de estas comunidades y de sectores académicos consecuentes, ha permitido el recate y la valoración de ese gran acervo cultural de la farmacopea tropical. Los productos botánicos han sido como todos conocemos la materia prima de muchas de las terapias medicinales alternativas durante siglos. En los Estados Unidos entre 1959–1980, el 25% de las drogas farmacéuticas prescritas, tenían principios activos derivados de extractos de plantas superiores ( Farnsworth, 1990 ). En Europa el porcentaje es mayor, y en Latinoamérica se aproxima casi al 80% debido al difícil acceso a las medicinas alopáticas por parte de la población económicamente menos favorecida la mayoría rural. La etnobotánica juega entonces un papel crucial en el desarrollo de este largo proceso de valoración del Conocimiento Ancestral de los Curanderos, Parteras, Chamanes o Jaibanás, sobre quienes recae de una manera especial la gran responsabilidad de la salud de la comunidad en los aspectos social, mental, y físico. El trabajo etnobotánica contribuye de una manera eficaz evitando la degradación y pérdida de la diversidad de plantas medicinales aún desconocidas, lo cual tiene implicaciones directas para la salud humana. Dentro de este contexto se integran la salud y los ecosistemas naturales de una forma dinámica como lo es la investigación científica participativa. La etnobotánica tiende un puente que une el conocimiento botánico puro y el conocimiento tradicional de las comunidades, generando una sinergia que potencia la posibilidad para la humanidad de emplear las propiedades curativas de las plantas medicinales para su bienestar. Provee una gran cantidad de información especializada y de diagnósticos y tratamientos de las enfermedades tropicales que en su mayoría tienen falencias en su conocimiento integral por parte de la medicina occidental. Rescata y valora sistemas de selección, domesticación y manipulación de especies con potencial económico, procesos llevados a cabo tanto en el pre cultivo como en el cultivo realizado por las comunidades y también de aquellas especies que son toleradas como individuos o poblaciones en los cultivos o cerca de ellos sin ninguna manipulación, solo por su valor medicinal. La historia nos muestra con detalle todos los abusos realizados tanto por científicos como por instituciones de investigación y empresas farmacéuticas, dedicados al descubrimiento y desarrollo de fármacos nuevos para aliviar las dolencias de las principales enfermedades del hombre moderno. En los primeros setenta años realmente no se reconoció ni valoró la experiencia, y el conocimiento obtenido por las comunidades producto de su contacto cotidiano con la naturaleza y de la necesidad de interactuar con ella de una forma sincronizada como parte de una estrategia integral para la supervivencia, basada en generar conocimiento empírico con el método de ensayo y error, y con el respeto por los organismos vivos. Acumulando, de esta manera durante miles de años un invaluable conocimiento en la memoria colectiva, el cual fue difundido, conservado y fortalecido en forma oral como única vía de socialización, en la mayoría de los casos. Sólo en los últimos veinte años se ha investigado sobre el valor de las plantas medicinales con una ética diferente, que esencialmente respeta el conocimiento ancestral como otra forma de percibir el mundo, lo asocia con la memoria colectiva de la comunidad, reconoce el valor de las prácticas médicas alternativas y propende por la conservación de la diversidad biocultural de las etnias minoritarias y de las comunidades tradicionalmente mantenidas en el aislamiento y el abandono social. De acuerdo con Caballero (1986), la población de cualquier región en el mundo utiliza el 10% de los recursos fitogèticos, de las cuales el 40% en promedio son de uso medicinal, estamos hablando en nuestro caso, entonces de cerca de 5000 especies de plantas superiores colombianas, sabemos que desde el punto de vista fotoquímica, farmacológico y terapéutico no más de cien especies han sido evaluadas, por lo tanto estamos ante un universo de cerca de 2000 especies de plantas desconocidas para la ciencia moderna. Primer período (1900-1970): Listado de plantas útiles. Caracterizado por los inventarios y listados de plantas útiles, muchas de las cuales fueron reportadas como medicinales, pero realmente los objetivos de estos trabajos fueron más acordes con los de la Botánica Económica, se basaban en la búsqueda de materias primas para las industrias nacionales y extranjeras. Una característica sobresaliente de esta época es el objeto de la investigación botánica, la cual se preocupa por la utilidad de las plantas “per se” sin importar otros aspecto ya sean estos biológicos o sociales, las comunidades no eran objeto de investigación para el botánico económico. Por lo tanto, aspectos como la situación económica y social de la comunidad donde se lleva a cabo el estudio, su futuro dentro de un contexto regional o nacional no importan y están fuera de interés del etnobotánico, que sólo ve a los conocedores como “informantes” y a la comunidad como “proveedora de materias primas” y de información sobre nuevas formas subsistencia, organización social o estructuras lingüísticas novedosas para los antropólogos. Segundo período (1970-1990): Etnobotánica descriptiva. Se trascendió en los inventarios y listados, debido a la realización de trabajos de etnobotánica descriptiva empleando métodos de la antropología, estos trabajos aportaban datos sobre la organización social de las comunidades, de su historia, de su entorno y del contexto mágico-religioso en el cual muchas plantas medicinales se empleaban, esto permitió entender el papel de las plantas medicinales dentro de una realidad más objetiva por parte de los investigadores, quienes se hacían preguntas más objetivas además del simple uso de la planta, y se presentaban temas cruciales como las sinergias en las mezclas de plantas, sobre los métodos de extracción, los sistemas de preparación, sobre las dosis efectivas, sobre la toxicidad, sobre los cuidados pre y pos tratamiento etc. Tercer período (1990- hasta la fecha): Etnobotánica participativa. La investigación etnobotánica acción - participación. Caracterizada por el empleo de metodologías de la antropología social, enmarcada dentro de la participación activa donde los médicos tradicionales jaibanás y Chamanes pasan a ser actores principales de la investigación y donde las comunidades como gestoras de su propio desarrollo por consenso y concertando con los investigadores, priorizan las necesidades y objetivos de investigación y los métodos de apropiación y socialización del conocimiento, la propiedad intelectual comunitaria sobre los resultados y los hallazgos científicos etc. Se caracteriza este periodo a diferencia de los dos anteriores por el hecho de que en los últimos 15 años, el objeto de la investigación dejó de ser la planta misma “per se”, o el de entender su papel y significado cultural en el ámbito de las comunidades. En la actualidad y de una forma muchas veces radical las comunidades han reclamado en la mesa de discusión y de negociación, los derechos consignados en La Constitución de 1991, donde se legisla sobre la propiedad intelectual del conocimiento colectivo ancestral de las comunidades, sobre la propiedad colectiva del territorio, sobre el beneficio económico justo y equitativo derivado del acceso a los recursos genéticos y al conocimiento asociado a dichos recursos, no sòlo sobre los usos, sino en aspectos tan importantes como la domesticación de plantas, el desarrollo y selección de variedades, la invención de prácticas y métodos que les permitió la conservación, propagación y cultivo de plantas que garantizaron su soberanía alimentaria y el bienestar de la comunidad. No solo el tiempo del proceso de desarrollo de una nueva medicina se redujo significativamente, sino en cuanto tiene que ver también con el número de especies que se deben colectar y analizar, éste fue drásticamente reducido, si se tiene en cuenta todos los estudios etnobotánicas realizados en una región o comunidad específica que corroboran las propiedades medicinales de una especie o grupo de especies medicinales, empleadas por diferentes comunidades en diferentes regiones con el mismo objetivo y con gran éxito terapéutico. El panorama es todo un reto si tenemos en cuenta que en la actualidad existen en Colombia 87 comunidades diferentes con historia, costumbres, lengua y cultura diferentes, las cuales están interactuando de manera Compleja (relaciones hombre-planta) con cerca de 50.000 especies de plantas superiores, en el contexto natural de un número grande de ecosistemas diferentes a lo largo y ancho de nuestro País. Un ejemplo sorprendente es el del Instituto Nacional de Cáncer de Los Estados Unidos, el cual durante los años 1960– 1982 recolectaron y evaluaron 35.000 muestras de plantas superiores provenientes de 60 países de las regiones templadas del mundo (Cragg, 1994) en búsqueda de principios activos para controlar y curar los diferentes tipos de cáncer. Luego de este intento desaforado, a partir de 1986 el INC inicia un programa de investigación en América Latina dentro de una nueva concepción de trabajo con los países del área, la cual incluye firma de convenios donde se consignan los beneficios no solo de tipo económico, sino también de transferencia de tecnología y formación de talento humano para la investigación de frontera. En este nuevo enfoque se reconoce el conocimiento de las comunidades y el trabajo etnobotánico, por lo tanto sólo se han estudiado 1.200 muestras de plantas, en contraste con la experiencia en los países templados, según Cragg (loc. Cit.). Debemos subrayar que no es lo mismo hacer una inversión tanto en lo económico, en talento humano y en tiempo para realizar un barrido de la flora de una región determinada, en búsqueda de moléculas con actividad biológica y en la identificación de modelos de tratamientos médicos que ayudan a entender los procesos fisiológicos y la evolución de las enfermedades, donde se dan pasos de ciego, que cuando por el contrario se tienen estudios de carácter etnobotánica donde la comunidad ha participado como gestora e investigadora en asocio con institutos y universidades en la obtención de resultados importantes. Es aquí entonces, donde surge la problemática mundial que se plantea actualmente sobre la propiedad intelectual comunitaria y los derechos que le son implícitos y explícitos, aparece también el aspecto crucial de las patentes individuales o comunitarias, temas que los protocolos de Rìo de Janeiro (1992) y Kyoto (1997) han enfrentado en su reglamentación e implementación de los convenios, los cuales han sido desconocidos por Los Estados Unidos país donde existen las oficinas de patentes y de derechos de propiedad intelectual más grandes y activas del mundo, que en principio protegían los descubrimientos e innovaciones industriales. La propuesta de la Etnobotánica como un nuevo enfoque de la investigación en el siglo XXI es: Realizar proyectos comunitarios con la activa participación como investigadores de los depositarios o custodios del conocimiento en las comunidades, los cuales se deben desarrollar en colaboración entre técnicos, científicos y la comunidad, estos proyectos deben integrarse en una perspectiva regional y local con una vinculación de lo rural hacia lo urbano, orientados al fortalecimiento y desarrollo de las culturas y la recuperación del equilibrio ecológico. La creciente necesidad de la población para satisfacer los requerimientos de una vida sana y libre de enfermedades letales y la gran velocidad con que ocurre la pérdida y erosión de germoplasma de plantas medicinales, determina la urgencia de presentar planes bien coordinados de investigación interdisciplinaria e interinstitucional, para la óptima utilización del enorme potencial de los recursos fitogenèticos disponibles. Es claro que en una tarea como esta la Etnobotánica tiene un papel pionero de mucha trascendencia e importancia. BIBLIOGRAFIA: Caballero, Javier. 1986. Etnobotánica y Desarrollo: La búsqueda de nuevosrecursos vegetales. En IV Congreso Latinoamericano de Botánica.Simposio de Etnobotánica.100 pp. Caballero M. Rodrigo. 1995. La etnobotánica en las comunidades negras e indígenas del delta del río Patía. 248 pp. Cayón, E., S. Aristizabal. 1980. Lista de plantas utilizadas por losindígenas del chami de Risaralda. Cespedesia 9: 7- 114. Forero-Pinto, L. 1980. Etnobotánica de las comunidades Cuna y Waunana del Chocó, Colombia. Cespedesia 9: 115-306. Glenbosky, L. 1983. The Ethnobotany of the Takuna indians, Colombia. Biblioteca Jose Jeronimo Triana 4. pp. 1-92. Instituto de CienciasNaturales. Santa Fé de Bogotá. La Rotta, C. 1983. Observaciones etnobotánicas sobre algunas especiesutilizadas por la comunidad indígena Andoque (Amazonas, Colombia). Dainco. Corporación Araracuara. pp. 1-117. Cragg, G. M. et al. 1994. Policies for International Collaboration and Compensation in Drug Discovery and Development at the Unite States National Cancer Institute. The NCI Letter of Collection. In Intellectual Property Rights for Indigenous Peoples. A Source Book. pp. 274. Farnsworth, N.R. 1990. The Role of Ethnopharmacology in Drug Development. In Bioactive Compounds from Plants, Ciba Foundation Symposium. Gomez, J. A. 1996. Ethnobotanique de trois communautes amerindiennes Embera dans la region Pacifica de Colombia. 207 pp. Tesis Doctoral (en prensa). Gomez-Pompa, A. 1985. Los recursos bióticos de México. Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos. Alambra Mexicana. México D. F