Download 1 El surgimiento de Talcott Parsons y el institucionalismo de J. R.

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
El surgimiento de Talcott Parsons y el institucionalismo de J. R. Commons
Carlos Mallorquin
El contexto de la ciencia en general -no solamente el de las ciencias socialesen la década de los años 1920 y 1930, cuando Talcott Parsons estudia e inicia
su carrera profesional como profesor en Harvard, está marcado por un claro
giro hacia el desarrollo teórico modelado en la física y modelos matemáticos
(Russett 1966; Weintraub 2002; 1991; Mirowski 1989; 1988); de allí surgirán
ciertas nociones sobre el “equilibrio” así como lo que se pensaba conformaría
la economía como disciplina lo cual en parte explica la aversión abierta contra
los “institucionalistas norteamericanos”.
La figura del profesor Lawrence Joseph Henderson, profesor de Harvard en
biología química tiene una importante participación en la forma de pensar la
ciencia, y su forma de evolución. Henderson difusor de la obra de V. Pareto
reunía a varios intelectuales en el llamado “circulo de Pareto” (Heyl, 1968)
incluyendo al entonces jefe de Parsons: Pitirim Sorokin. Henderson también fue
miembro de la “Society of Fellows” por la misma época en la universidad con
gran poder en la toma de decisión para la contratación de profesores. El grupo
tendrá gran influencia en difundir ciertas visiones sobre la noción de la
“cientificidad” en jóvenes estudiantes como el Nobel en economía Paul A.
Samuelson. Las ideas en torno a la termodinámica y la física hegemonizaban
mucho del vocabulario teórico entonces ejemplificado por la frase: “La
Matemática es un Language” (J. Willard Gibbs, 1906 en Weintraub 1991 :62).
Parsons había estudiado bajo W. Hamilton y C. Ayres, connotados líderes del
institucionalismo perspectiva que Parsons irá desplazando como centro de
interlocución paras elaborar sus ideas sobre las ciencias sociales y en
particular para su propuesta sociológica muy particular. Parsons percibe el
adverso ambiente intelectual donde los “institucionalistas” ya habían sido
tipificados como simplemente recolectores de datos sin apreciación teórica
alguna. (Hodgson 2004, 2001; Camic 1992, 1991, 1987). No existe mejor
manifestación del clima intelectual de la época que por propia pluma, e
inclusive cuando su obra aun presentaba aspectos teóricos “institucionales” no
“superados”: “La batalla metodológica furiosa entre formas ´ortodoxas´ o
1
institucionalistas en la economía u otras formas no ortodoxas ha estado vigente
por un buen número de años sin muchos signos de paz.” (Parsons 1935 en
Camic 1991: 181). Una historia reciente ha descrito elocuentemente el periodo
como una lucha por el “alma” de la economía entre aparentemente dos
corrientes que no lograban conciliarse (Yonay 1998).
Por lo mismo, la situación profesional de Parsons en Harvard parecía muy frágil
lo cual explica que sus interlocutores teóricos serían aquellos menos
identificados con lo que por aquella época se entendía por “institucionalismo”
que lo indujo a cruzar el atlántico para continuar sus estudios. A su retorno,
entrenándose como instructor en economía, Parsons fue construyendo un
espacio teórico que lo alejaron de ciertas nociones ortodoxas de la “economía”
y la “sociología”, a las cuales volvía a incorporar como fuente de interlocución y
demostración de ciertas ausencias conceptuales y contradicciones que lo
llevarían a proponer el teorema sociológico a partir de sus críticas: la
concepción “voluntarista de la acción”.
Sus primeros trabajos previos a la Estructura de la acción social (1937) resaltan
las inconsecuencias teóricas de algunos teóricos de la economía donde varios
aspectos coneptuales como “las actividades” en Marshall, por ejemplo, que
suponían repensar lo “no económico” en términos de una teoría sobre las
“instituciones” (Parsons 1932, 1934, 1935a, 1935b; 1936a, 1936b, 1937a). La
“economía” seguía apareciendo como simplemente una cadena intermediaria
entre medios y fines racionalmente, cuyos fines o condiciones estaban fuera de
la reflexión y dados como datos pero que podrían haberse resuelto por la vía
del
argumento
institucionalista.
Hoy
sabemos
eso
no
sucedió.
Sus
interlocutores demuestran por lo general deficiencias, ya que los economistas
parecen apoyarse en nociones teóricas, o categorías “residuales” que no
obedecen lógicamente a sus perspectivas teóricas. Aspectos que Parsons
inicia señalando como “sociológicos”, en algunos casos y “valorativos” en otros,
aspectos que hacen del cálculo entre medios y fines un problema difícil de
resolver en los propios términos de sus interlocutores.
Hablaba de suplementar conceptualmente a la economía con aspectos
sociológicos, y es en ese espacio que lucha por construir, contra la
hegemonización del pensamiento económico ortodoxo, un ámbito que
corresponde a otras disciplinas, especialmente el sociológico. Las fronteras
2
disciplinarias entonces eran importantes pero aún no se habían establecido. La
idea de las condiciones últimas y de un sistema de valores último integrados
como parte de una sistema más general que incluyera la noción conceptual de
la (s) cadena (s) medio-fin (es) tomaría unos años. Las cadenas intermedias
entre medios y fines eran las que corresponderían al ámbito de la economía; el
aspecto técnico de la relación entre los medios y fines, a la teoría política y el
poder, aspectos distributivos lo cual suponía resuelto la estabilidad e integrados
de los fines.
Por consiguiente, dada la estrategia teórica y vocabulario seguida por Parsons
y por la sospecha de que discursos con similares apreciaciones cercanas a las
de los institucionalistas no eran bien vistas por ese entonces, desarrollaremos
en primer lugar la propuesta de Parsons (“La convergencia del pensamiento
social: Talcott Parsons”) siguiéndole la visión de Commons (“La mente
institucionalizada de John R. Commons”) que como podremos ver elabora un
vocabulario análogo sobre una concepción de la acción muy similar, para
culminar con una serie de señalamientos sobre la pertinencia del debate en las
ciencias sociales en términos de la presente coyuntura teórica (“Problemas del
pasado para el futuro”).
Así paradójicamente, Commons el institucionalista culmina teóricamente con un
esquema conceptual que si no fuera porque sus fuentes teóricas proceden de
polos diametralmente opuestos a los de Parsons, si no consideramos la
participación de Weber en ambos, podría haberse tachado de una especie de
plagio por parte del joven intelectual, lo que a su vez da pie a ciertas
especulaciones sobre el conocimiento de Commons por parte de Parsons y/o lo
que podría haber construido Parsons si no hubiera cambiado de rumbo.
Además, no es precisamente ese aspecto de los discursos lo que plantea
Parsons con su tesis sobre la “convergencia” téorica? Más aún si recordamos
que tanto Commons, como Parsons creyeron haber resuelto el problema tan
acucioso entonces como hoy día entre los que se dicen “metodólogos
individualistas” o “colectivistas”: Commons habla de haber “reconcilia(do) las
teorías colectivistas e individualistas” (Commons: 1934: 1), lo cual Parsons
3
plantea en términos del “dilema individualismo-socialismo” (Parsons, 1968: VI y
XI) (1).
La convergencia del pensamiento social: Talcott Parsons
En 1937 Parsons llega a la teoría voluntarista de la acción (Parsons, 1937: 45,
cursivas del autor), después de haber "rastreado" los orígenes del esquema
conceptual "común" a partir de A. Marshall, V. Pareto, M. Weber y E. Durkheim.
Fue a ello que llamó la “convergencia” del pensamiento social de la época.
Supuso a su vez haber superado lo que llamó la "tradición positivistautilitarista", con H. Spencer su más importante exponente, no obstante
su
desaparición del horizonte teórico: "...el objetivo de este estudio es seguir con
detalle un proceso de cambio fundamental de la estructura de un único sistema
teórico de las ciencias sociales"(Ibid.: 81). Operaba así un rescate y superación
teórica de las estructuras elementales del esquema utilitarista positivista hasta
entonces vigente. Por tanto tenía que explicar por qué la concepción utilitarista,
que partía del punto de vista del individuo racional persiguiendo sus propios
fines e intereses, se volvió insostenible y facilitó su superación.
La unidad básica de investigación es el “acto unidad”, no el individuo; ahora
bien, ¿cúal sería la "unidad" o "partes" que constituyen el sistema de la acción
social? La "unidad básica" a la que se refiere puede llamársele "acto unidad",
es la máxima descomposición de los elementos del esquema conceptual. De
ésta forma, un "acto" implica "lógicamente": un "agente o "actor", que tenga
cierto "fin" en mente, por eso es un "acto"; es en este sentido que Parsons
define el "fin" como un "estado de cosas futuras hacia el cual se orienta la
acción" (Ibid.: 82, 83). Por otra parte, la "acción" se da en una "situación"
determinada, que supone cambios debido a que el actor tiende a transformar
algunas de sus condiciones originales en la consecución de su (s) fin (es), es
un proceso más radical que el de una mera “adaptación” a la "situación".
La "situación" del actor está compuesta -en términos analíticos- de dos
elementos diferenciados como "condiciones" y "medios" y existe una elección
posible entre varios "medios" (alternativos) para la consecución de sus fines,
por lo cual se deduce que los "medios", en contraste con las "condiciones",
están bajo control del actor en la persecución de ciertos "fines"; las acciones
1 Aparece en la “Introduction to the Paperback edition” de la La estructura de la acción social (1937),
que no forma parte de la versión en español.
4
incluso pueden remitirse a cambiar las mismas "condiciones" pero a través de
ciertos "medios" determinados dentro de un contexto, con cierta "orientación
normativa". La unidad básica entonces, (actor, condiciones, medios, fin) posee
cierta articulación.
Esto supone que las elecciones del actor entre posibles medios a su alcance,
para realizar cierto fin, no se deben, ni son productos "exclusivamente" de las
"condiciones", sobre las cuales no tiene necesariamente alguna injerencia, pero
tampoco son realizadas al "azar", por eso en cuanto existe una acción ésta es
"normativa". Existe entonces el elemento subjetivo que implica que el actor
tome cierto curso de acción una vez que ha tomado en cuenta las alternativas
entre los medios y los fines en cuestión. Cuando se habla de "adaptación" a las
"condiciones" se pierde precisamente la actividad intencional del actor y se
evaporan las posibles elecciones entre los medios y sus respectivos fines. Es la
propia posibilidad de una elección entre una serie de "medios" por parte del
actor la que nos dice que la "situación" es un complejo de circunstancias que
podrían transformarse debido a su acción. Esto es lo que entiende Parsons por
la idea de que la acción tiene una "orientación normativa" (Ibid.:118-119), o
sea, supone que el actor debe seguir y tomar en consideración ciertas reglas y
normas específicas (su "situación" particular) para seleccionar ciertos "medios"
para lograr la consecución de cierto "fin". Pero en términos analíticos las
acciones se dan a través del tiempo, son temporales y el hecho de que ocupen
el "espacio", dentro de cierto contexto ecológico, no las convierte en un objeto
de las ciencias físicas o biológicas, o por lo menos no el sentido “subjetivo” al
que hace referencia Parsons.
El esquema de la acción, a partir del "acto unidad", tiene una serie de
implicaciones que caben resaltarse una vez descritos sus elementos. En primer
lugar debido a que se realiza en algún espacio y tiempo en particular, con la
consecución de cierto "fin", ello supone que la acción implica un cálculo. O sea,
considera las consecuencias y resultados de perseguir ciertos fines, lo cual no
garantiza alcanzarlos, ni la ausencia de "errores" como producto de una
inadecuada elección ya sea entre los medios y/o los "fines". Entonces el
elemento esencial en el esquema de la acción es la diferencia entre aspectos
normativos y lo no normativos.
5
La teoría de la acción presupone que sus categorías se "expresen" en términos
"subjetivos"; esto significa que tienen un sustrato referencial en el "estado
mental" del actor e inteligibles por él como parte de su accionar. Lo subjetivo,
no es simplemente una estrategia metodológica según Parsons, es más bien el
principio básico de la teoría de la acción voluntarista, que estudia fenómenos
muy específicos que sólo se pueden comprender y analizar a partir de
categorías subjetivas. No niega que algunos elementos de la acción social
puedan ser analizados sin referirse a "estado mental alguno". Por ejemplo: es
posible observar y validar científicamente conceptos desde el "exterior" si
asumimos que cierto saber está "determinando" a la acción, lo cual
presupondría que sigue normas científicas de la racionalidad, haciendo
innecesario conocer el estado mental del actor o hacer referencia a su
subjetividad. La física, la biología, la química, ciencias y conocimientos que
podrían influir al agente hace factible clasificarlos bajo los aspectos de la
herencia y el medio (biología) donde no se requieren las categorías subjetivas.
Pero las partes estructurales del esquema conceptual de la acción ("acto
unidad" y sus respectivos elementos: fin, medios, condiciones y normas
orientadoras), son productos teóricos de un acto de “abstracción” que logra
"descomponer" el objeto en sus partes o unidades ("elementos más simples"),
que pueden ser incorporados también a otros sistemas teóricos. Para explicar
el caso, Parsons hace una analogía con el objeto de la física y la biología así
como con una serie de acciones sociales que aparentemente también pueden
disgregarse en sus elementos o partes respectivas:
La explicación teórica exige que se descomponga en elementos más
simples, que sirvan como unidades de uno o más sistemas teóricos, de
acuerdo con los cuales será explicado"( Ibid: 67).
Proceso que se realiza a partir de cierto “realismo analítico” (Ibid: 887). Según
Parsons, la observación del objeto de investigación como un todo "orgánico",
integrado por sus respectivas partes, no significa perder de vista que son las
"relaciones" entre ellas lo que:
determina las propiedades de sus partes. Las propiedades del todo no
son mero resultado de las últimas.[…] en la medida en que esto es cierto,
el concepto de `parte´ adquiere un carácter abstracto y, en realidad,
`ficticio´. Y es que la parte de un todo orgánico no es ya la misma una vez
separada, fáctica o conceptualmente, del todo.", (Ibid: 68)
6
En otras palabras: las partes y sus propiedades no pueden explicarse, fuera del
dominio de sus relaciones con las otras, lo cual supondría el "caso extremo
mecanicista".
La "abstracción" es indispensable en la medida que sus elementos son
"orgánicos", lo que significa de que analíticamente es posible desmenuzar el
objeto sin por ello perder la noción de su "totalidad", ya sea un sistema total de
acción o una acto-unidad individual específico. En otras palabras, no se pueden
agregar un sin fin de actos unidad y describirlos adecuadamente como
formando un sistema de acción total porque los sistemas de acción son más
que la suma de sus partes, tienen:
propiedades que sólo se manifiestan a un cierto nivel de complejidad en
las relaciones recíprocas entre los actos unidad. Estas propiedades no
son identificables en ningún acto unidad aislado, considerado aparte de
sus relaciones con otros actos unidad del mismo sistema. No pueden
derivarse, mediante un proceso de generalización directa, de las
propiedades del acto unidad", (Ibid.: 896). (2)
Por otra parte, las "relaciones emergentes de las unidades de los sistemas" no
son:
lógicamente inherentes al concepto de un sistema como tal, pero se
muestra empíricamente que existen en sistemas que van más allá de
ciertos grados de complejidad. Realmente, en contraste con el sistema
utilitario, es principalmente el reconocimiento de la importancia empírica
de estos aspectos emergentes de los sistemas totales lo que caracteriza a
la teoría voluntarista de la acción".(Ibid.: 891).
Parsons propone que existe cierta propiedad específica a nivel del sistema de
acción total (o sea varias unidades actos) llamada "relaciones emergentes de
las unidades de los sistemas"(Ibid.: 891), entidad supraindividual, la cual "existe
empíricamente".
El esquema de la acción social puede remontarse a ciertos elementos
provenientes de una vieja tradición hasta el siglo XVIII que hoy se denomina
como "iusnaturalista". Para el siglo XIX, un "subsistema" (o, quizá mejor, un
grupo interrelacionado de varios sub-sistemas", (Ibid.: 90) de la teoría de la
2 Esta indeterminación, una forma de inadecuación empírica, es la dificultad fundamental de las teorías
atomistas cuando se aplican a los fenómenos orgánicos. No pueden hacer justicia a propiedades, tales
como la racionalidad económica, que no son propiedades, de `la acción como tal´, o sea, de los actos
unidad aislados o de los sistemas atomísticos, sino sólo a propiedades de los sistemas orgánicos de acción
más allá de un cierto grado de complejidad. (Parsons, 1937: 898, cursivas mías).
7
acción "dominaba" el escenario social de Europa. Sus elementos, nuevamente
reorganizados, serían incorporados, con todas sus limitaciones, por los autores
(Marshall, Weber, Durkheim, Pareto) cuyas obras Parsons analizará para
construir el esquema de la acción "voluntarista", reconstituyendo sus elementos
y su superación teórica.
Según Parsons, el "...origen de la costumbre de pensar en términos del
esquema de la acción" es muy viejo, y que al igual que la "física clásica", ".está
enraizado en la experiencia de sentido común de la vida cotidiana (...) de un
tipo (...) que puede considerarse universal para todos los seres humanos."
(Ibid.: 90-91). Sus elementos a pesar de haber sido organizado de variadas
formas, conserva "ciertos caracteres comunes". Uno de éstos es el "atomismo",
es decir, toma de manera "aislada" a los elementos del acto unidad y de allí
deduce los componentes de los sistemas de acción generalizándolos. Los
"actos unidad" pasan a formar parte de sistemas. Los posibles actos pueden o
no ser importantes como "medios" y/o "condiciones" para la acción del "otro".
Parsons explica la simplicidad del esquema o teorización por su proximidad al
"sentido" común", que se supera cuando se desentrañan (Ibid.: 91) sus
consecuencias lógicas.
El esquema "atomista" fue reforzado por toda una tradición "intelectual" a "partir
de la Reforma". Los sistemas "orgánicos" que subsumen al "individuo" en la
"sociedad" no fueron muy importantes con la excepción de Alemania. El
"individualismo" es obviamente un elemento "ético" más que "científico". La
Cristiandad creó entonces toda una serie de condiciones para que el
"individualismo" se desarrolle logrando sus máximas consecuencias con la
Reforma.
Un segundo aspecto del "subsistema de acción" es la relación "normativo de la
relación medio-fin en el acto unidad", o sea su rasgo principal es que exista una
especie de parámetro que guíe o norme el cálculo en la consecución de ciertos
fines a partir de la elección de ciertos medios. Debe considerarse la existencia
de una "norma racional de eficiencia", que presupone la elaboración de ciertos
pasos que deben tomarse con ciertos medios para alcanzar adecuadamente
ciertas metas. En síntesis se trata de la "racionalidad" de la acción, no obstante
la ausencia de una definición "positiva" del elemento normativo que regula la
relación medio-fin. La violación de la "norma racional" aparece como "ilógico" o
8
"irracional". La acción racional se piensa en términos de que está guiada por un
conocimiento válido o científico de las circunstancias. El actor social aparece
como la réplica del investigador científico. Así Parsons establece los gérmenes
de los elementos (atomismo y norma) que compondrían la noción de la acción
social más general. La relación medio-fin debe suponer la existencia de varias
alternativas para transformar la "situación" a raíz de diversos medios al
alcance.
Es "atomista" ya que usa el modelo "acto unidad racional" (enfatizando el
aspecto racionalidad).Para analizar los sistemas de acción hay que teorizar la
manera en que dicha "unidad" al lado de otras, se constituyen en sistemas
generales de acción. Inicialmente, la teorización de "sistemas concretos de
acción" partió del supuesto que sólo cabía agregar otras unidades con las
mismas características. Pero a este nivel, el análisis se refiere, a lo sumo, a la
relación medio-fin y ni si quiera se intuyó la posibilidad de hacerse preguntas
en torno a la "relación de los medios entre sí" (Ibid.: 99). Y si se trata de un
modelo "concreto", existen dificultades porque excluye como importante el
planteamiento sobre las elecciones entre los medios posibles para los
respectivos fines. En otras palabras, parecería que las elecciones de los fines
no pueden explicarse, y aparecen de manera "aleatoria". No puede haber
explicación alguna que no considera pertinente razonar en torno a la elección
de los medios posibles o existentes que hicieron o hubieran hecho posible otros
fines. Surge entonces, de manera "indirecta", en el esquema del sistema, la
noción de que los "fines" son fortuitos o aleatorios. Este elemento implícito, no
explícito, siempre estará "asechando en la sombra" al sistema teórico de la
acción social.
Así como partirá del "atomismo", será "racional" y supondrá un "empirismo
ingenuo", en el sentido de que no analiza las consecuencias de sumar
"unidades"
con
las
mismas
características,
implícitamente que presupone una aleatoriedad
de
donde
cabe
deducir
o carácter "fortuito" de los
"fines" perseguidos, o sea, niega la pertinencia a la propia noción de
racionalidad: la consideración central entre medios-fines desaparece, es
insignificativa, cualquier "fin" es posible; en síntesis ese esquema ("centro
lógico del cuerpo de pensamiento") lo llama Parsons: "sistema utilitario de la
9
teoría social" y del cual surgirán una serie de alternativas, inviables según
Parsons, que serán rescatadas bajo su acepción "voluntarista".
Pero la estructura lógica del esquema de la acción utilitarista lleva a Parsons ha
plantear que ésta es en última instancia una teoría social "positivista". Esto se
debe a que si examinamos al sistema utilitarista desde el punto de vista del
actor, no obstante que presupone "cierto conocimiento científico racional" de su
situación, no le resulta muy útil “para la determinación completa de la
acción"(Ibid.: 101), porque ante la ausencia de un "criterio selectivo alternativo
para la elección de los fines o de los medios" (Ibid. cursivas del autor), el
sistema aparece como aleatorio, fortuito. Este modelo hace pensar que la única
vía del actor (acción, el no yo, su mundo externo), en la acción es la "ciencia
positiva". Por eso cabe la idea de que el "sistema utilitarista" es realmente un
"sistema positivista" y una versión históricamente previa a éste último, lo cual
no implica que allí se agoten sus posibilidades teóricas, de hecho otras
variantes caben desde el punto de partida del esquema positivista.
La estructura lógica del pensamiento positivista y sus variantes, inclusive la
utilitaria, puede verse más fácilmente si se intenta desplazar el atomismo de
sus otros dos elementos explícitos: el status de los fines de la acción y la
propiedad de la racionalidad. Habría, no obstante serias dificultades, porque el
esquema positivista impone ciertas limitaciones para dicha desviación de su
base utilitaria. Otras alternativas sin dejar el marco positivista pueden
plantearse.
Una alternativa posible parte diferenciando los fines de la acción de los
elementos de la acción, es decir, la situación per se, interponiendo el aspecto
"positivista" consistente en que los fines deben entenderse como algo fortuito,
independientes, no deducibles de la relación medio-fin, ni del conocimiento por
parte del actor de su situación. Esta postura no podía quedarse sin ser
cuestionada. La misma perspectiva positivista la pone en duda intentándole dar
una respuesta, que de hecho no existe.
Si se parte de la idea de que los fines no son "fortuitos" sino que son productos
de un cálculo del actor, dentro de las bases positivistas, es decir, con
conocimiento de la realidad empírica, se produce un devastador efecto teórico:
se asimilan los fines a la situación de la acción, evaporándose la independencia
analítica de los fines. La acción se perdía como parte integrante de las mismas
10
condiciones, o como producto de las condiciones. El actor se convierte en un
ser que se adapta a las condiciones. Las condiciones y los medios como
elementos para la acción quedan borrados si los fines pierden su
independencia
o
aleatoriedad,
transformándose
en
productos
de
las
condiciones. Bajo la sospecha positivista, Parsons se pregunta sobre la
posibilidad de que la acción del actor alguna vez se "equivoque" si su acción
estaba subsumida y determinada por el conocimiento de sus condiciones. En
los hechos, el pensamiento positivista se veía encerrado en lo que llamó el
"dilema utilitario":
o bien la mediación activa del actor en la elección de los fines es un factor
independiente de la acción, y el elemento fin debe ser fortuito, o bien se
niega la implicación objetable del caracter fortuito de los fines. Pero, en
este último caso, su independencia desaparece y son asimilados a las
condiciones de la situación; es decir, a elementos analizables en términos
de la herencia y del medio, en el sentido analítico de la teoría
biológica."(Ibid. : 104-105).
El "dilema utilitario" es, según Parsons, el trasfondo problemático teórico de los
autores que se analizarán con mayor profundidad; y lo que denominó como
"positivismo racionalista radical" es el caso límite porque prácticamente
prescinde del "utilitarismo", y la "acción" se convierte en producto de sus
"condiciones". También existe otro elemento problemático del esquema
utilitarista, la propia "norma de racionalidad", su maximización implica que el
actor posee algún conocimiento de la situación para la consecución de sus
fines. Un distanciamiento de dicha norma supone que sus "conocimientos" no
son los adecuados. Pero desde una postura utilitarista y/o positivista no existe
una norma distinta a partir de la cual se podría evaluar la extensión o razones
del "desvío", eso hace posible que surja el "error" y/o "ignorancia". Ante la
ausencia de la adaptación a la "norma racional", el esquema sólo propone que
el actor "creía que sabía, pero, en realidad, no sabía" (Ibid. : 106)
A su vez, el "anti-intelectualismo positivista radical" lleva al extremo el uso de la
biología negando la pertinencia de la teoría de la acción voluntarista ya que los
fines están dados por las condiciones. Asimismo, Parsons tampoco acepta que
la teoría de la acción se reduzca a la psicología, cuando mucho la psicología
podría haberse supuesto vía los procesos deterministas de la herencia
genética, lo cual supone un esquema conceptual que opera a otro nivel, como
el conductismo. Una forma de alejarse de dicho reduccionismo, supondría la
11
posibilidad de negar la homología entre el organismo individual biológico y el
sujeto de la psicología. La biología estudiaría la anatomía y las relaciones de
las partes o elementos, que de hecho son "espaciales", pero la propia
psicología no podría deducirse de sus principios de la misma forma, se explaya
en términos no espaciales. En última instancia los dos esquemas dice Parsons,
se compenetrarían pero no pueden reducirse el uno al otro.
Además la teleología implícita de los organismos biológicos no significa que
requieran una referencia subjetiva, no obstante que son entes activos. En
contraste, el organismo en psicología sí implica una referencia subjetiva. Utiliza
necesariamente términos como "sensación", "fin", "propósito", etc. Pero a nivel
biológico éstas categorías subjetivas pierden significado porque no son
reducibles a términos de ubicación en el espacio
Al pensar en términos biológicos, nos enfrentamos con condiciones del
aspecto subjetivo de la acción humana, condiciones que son necesarias
pero no suficientes [ ] el hecho de que los rasgos mentales se transmitan,
en parte, por herencia no prueba que sean, en este aspecto reducibles a
categorías biológicas. [ ] Así pues, debe considerarse que los términos
herencia y ambiente con los cuales se han resumido, desde el punto de
vista del análisis de la acción, los factores positivistas radicales incluyen
elementos tanto biológicos como psicológicos. (Ibid.: 131, cursivas del
actor).
En este sentido, el positivismo radical elimina la referencia subjetiva y termina
en el conductismo donde la psicología es subsumida por la biología. Por otra
parte, el esquema de la “personalidad” es otro esquema descriptivo secundario
o de acción: "es un sistema organizado de actos unidad, reunidos por su
referencia común al mismo actor." (Ibid.: 904). Este proceso de "agregación"
puede ampliarse, cuando se deben considerar sistemas de acción donde se
suponen una pluralidad de actores que pueden identificarse como "grupos"; y la
persona se convierte en un miembro de un grupo. Así mismo los propios
"grupos" tienen propiedades que no pueden deducirse de las "personas",
aisladamente. Así podemos describir el grupo haciendo economía, excluyendo
detallar los caracteres de las personas. Al mismo tiempo, las "propiedades", del
grupo pueden ser reducidas a las propiedades de los sistemas de acción y "no
hay teoría analítica de grupo no traducible a términos de la teoría de la acción."
(Ibid: 906.) de hecho, según Parsons, Durkheim partió de las características de
los grupos produjo el esquema de la acción y a la teoría general de la acción.
12
La mente institucionalizada de John R. Commons
En contraste, para Commons la “ultima unidad de la investigación económica”
(Commons 1934: 4), es la “transacción”, que se convierte en la base para
poder explicar la transferencia del control legal a diferencia con aquella unidad
última de la economía política clásica bajo la idea de “mercancías, trabajo,
deseos, individuos e intercambio”.
Una transacción, con sus participantes, es la unidad más pequeña de la
economía institucional. (…) no son los intercambios de mercancías en el
sentido físico de su entrega, son la alienación y adquisición entre
individuos de los derechos de la futura posesión de las cosas físicas,
determinadas por las pautas de trabajo de la sociedad. La transferencias
de estos derechos deben negociarse entre las partes en cuestión, en
acorde a las pautas de trabajo de la sociedad, antes de que el trabajo
pueda producir y los consumidores puedan consumir, o las mercancías
puedan entregarse físicamente a otras persona (Commons, 1934: 57.-58).
Por ello el centro de atención debe darse en torno a las “transacciones” y cuya
actividad económica mayor la representaba, la del proceso interesado
(outgoing concern), donde confluyen varias transacciones dependiendo del
punto de vista observado, empleadores, gerentes, bancos, etcétera.
Si las unidades de las “transacciones de regateo” (bargaining) son las unidades
de investigación” (Commons 1934: 93), entonces el mundo cambiante de la
acción colectiva y el “cambio perpetuo del mundo futuro” es el objeto de la
economía institucional. Sin embargo, desde el punto de vista de los
economistas del pasado la unidad última de investigación fue la “mercancía”
(Commons 1934: 118) tanto en las corrientes objetivas y como en las
subjetivas. La primera hace de la mercancía algo útil (valor de uso; objetivo) la
segunda, recupera los sentimientos para explicar la mercancía (decrecimientos
marginales; marginales-subjetiva), los economistas transaccionales hacen de
las transacciones la unidad última de investigación. Lo cual supone una
relación de propiedad, entre los hombres, mientras aquellos que tratan a la
“mercancía” como tal, como su última unidad de investigación, omiten la noción
de posesión y la convierten en una relación de hombre-naturaleza: una relación
física de producción de riqueza o la relación psicológica de satisfacción de
necesidades. Pero ello supone que la transacción -como una unidad propietaria
o unidad de investigación- contiene en sí misma todos los efectos que había
13
dividido a esas escuelas. “Conflicto, dependencia y Orden. Toda transacción
las supone.” (Commons 1934: 120).
Es cierto que en su previa obra, Legal Foundations of Capitalism (1924) ya
había hecho hincapié sobre la estructura elemental de las relaciones sociales
de las Transacciones, la cual supone a cinco partes interactuantes: por un lado,
en el caso del proceso interesado -una empresa por ejemplo-, existe el
vendedor actual de cierta mercancía a cierto precio y la contraparte potencial
de otra oferta, y por el otro, el comprador actual y el comprador potencial
alternativo con otro precio, y finalmente la quinta parte: “juez, paterfamilias,
sacerdotes, árbitro” (Commons 1924: 67), que trata el aspecto de los límites de
poder que se pueden ejercer para resolver cualquier diferendo antes o después
de la “veta-compra” (que como veremos más adelante se trata de posesiones
de deudas y sus liberaciones), en otras palabras se trata de un fenómeno que
es por esencia conflictivo que se pierde por la economía ortodoxa que lo
estipula como un simple acto de intercambio y/o demanda-oferta.
Pero lo que distingue Legal Foundations…, de Institutional Economics (1934),
es que en el primer libro, se presenta la historia legal de las transformaciones
de propiedad, de posesión en separación entre distintas “propiedades” y la
manera como evolucionaron, siguiendo de cerca las decisiones de la Corte
Suprema Estadounidense, mientras que en el segundo, se relata la historia de
la comedia de errores del pensamiento económico sobre dicha “unidad última”,
la cual se organiza bajo ciertas “pautas de trabajo” (working rules) para que el
proceso interesado pueda proseguir su actividad hacia el futuro con cierta
“estabilidad”.
Las pautas de trabajo establecen límites sobre la conducta del individuo y
por lo tanto reduce su voluntad a cierta acción uniforme (...) Lenguas y
muchas otras pautas de trabajo son aceptadas por individuos a través de
la experiencia cotidiana e instrucción de sus mayores (...) [las pautas]
nacen a raíz de los convenios que surgieron de disputas y de la acción
asociada del grupo como masa en ofensiva o defensa con otros grupos.
Esto necesariamente significa la selección entre los buenos hábitos y las
prácticas de los individuos y los malos hábitos y prácticas que debilitan al
grupo como totalidad. (...) No debe pensarse que las pautas de trabajo
son algo externo, fijo o preciso, existiendo fuera del mismo
comportamiento. Se manifiestan solo como actos, transacciones y
actitudes - siendo la actitud una disposición para actuar de cierta manera
en vez de otra. (...) Éstas pautas de trabajo (...) han atribuido su origen
histórico a muchas y diferentes fuentes, tales como dioses, antecesores,
14
conquistadores, ´a la naturaleza', ´la voluntad del pueblo', etcétera. (...) De
todas formas, aparecen, en la historia de la raza humana, como el último
medio y esencia a través de los cuales los miembros de las unidades
pueden trabajar de manera conjunta por un fin común y ejercer su poder
de manera conjunta contra otras unidades.", (Commons 1924: 135 - 136 138 - 140 - 68 y 69).
La economía política clásica -insiste Commons-, así como la escuela ortodoxa
suponía que la posesión era un fenómeno relacionado con cosas materiales, y
por tanto eludía temas sobre la ética, la costumbre y el derecho. Todo podía
verse como el intercambio o “circulación” físico de materiales y servicios.
Omitían derechos de propiedad, porque lo suponían natural. Commons señala
que los economistas de la escuela histórica alemana enfrentaron a dichas
corrientes teóricas pero no lograron superarlas ya que no descubrieron la
unidad de actividad común al derecho, a la economía y la ética. La materia de
la economía política no son solamente “los individuos y las fuerzas de la
naturaleza, sino seres humanos obteniendo su sustento mutuo y transferencias
entre sí derechos de propiedad” (Commons 1934: 57), Lo cual exigía observar
al derecho y a la ética para comprender los grandes cambios que dichas
actividades traen consigo. Pero en la economía clásica, basada en las
relaciones de los hombres y la naturaleza no existía el
conflicto de interés( ) entre demandante y defensor (...) no tenían
conflictos de intereses las unidades de investigación, debido a que sus
unidades eran mercancías e individuos” (…) Estas unidades últimas
produjeron, en los hechos, con la analogía de equilibrio, una armonía de
intereses en lugar de conflicto. Por lo tanto la última unidad de actividad
debe buscarse en el problema de correlacionar derecho, economía y la
ética es la unidad de intereses de la posesión en conflicto. Pero esto es
insuficiente. La unidad última de actividad debe ser también una unidad
de intereses dependientes mutuos. La relación entre el hombre y hombre
es una de interdependencia al igual que el conflicto. Más aún, esta unidad
última debe ser una que no solamente se repite continuamente a sí
misma, con variaciones, pero también cuyas repeticiones se esperan que
continúen en el futuro por parte de los participantes (…) La unidad debe
contener una seguridad de expectativas. A este tipo de esperanza la
nombramos Orden. (Commons, 1934: 57, cursivas en el original).
Por lo tanto la unidad última de actividad, que correlaciona el derecho, la
economía y la ética, debe contener en sí mismo los tres principios de conflicto,
dependencia y orden. Como se ha enfatizado, esta unidad es la Transacción.
15
Por lo mismo las acciones individuales son realmente “trans-acciones”
(Commons, 1934: 73), acciones entre individuos así como “comportamiento
individual”, ya que todo acto individual es algo que incorpora a los “otros”. Es
“el cambio de mercancías, individuos e intercambios hacia el de las
transacciones y las pautas de trabajo de la acción colectiva lo que marca la
transición de la escuela clásica y hedonista”(Ibid.) a la escuela institucional; la
transformación teórica se da en torno a la unidad última de la investigación
económica: de mercancías e individuos a transacciones entre individuos” (Ibid).
Pero estrictamente hablando se trata de
ciudadanos de un proceso interesado. En lugar de fuerzas de la
naturaleza, ellos son la fuerza de la naturaleza humana. En lugar de las
uniformidades mecánicas del deseo de los economistas hedonistas, ellos
son personalidades altamente variables. (…) participantes en
transacciones, miembros del proceso interesado”(Commons, 1934 :74).
Dada la noción de propiedad explícita como implícita de los economistas
clásicos, les estaba vedada la observación de que no solamente se trataba de
bienes corpóreos sino de un poder de regateo (“bargaining power”) y la
“libertad”, como poder de regateo, en todas las transacciones económicas.
Igualmente, fue el concepto del “Tiempo” subyacente en el pensamiento
económico del pasado donde se encuentran las limitantes: Macleod fue el
primero -no obstante su inconsistencia de señalar que “el presente” es el punto
cero del tiempo entre el “futuro entrante” y el “pasado que se aleja”(Commons,
1934: 83)-, en destacar que se trataba de la posesión y traslado de deudas, de
entidades incorpóreas e intangibles, de “cantidades de tiempo” entre el precio
actual y el precio “esperado” en el futuro de las deudas-débitos en cuestión,
siendo las “cosas materiales” algo incidental. Fue difícil aceptar que se debían
observar las transacciones en lugar de las “mercancías” y su producción para
incrementar la “riqueza”. Según Commons, todo gira en torno a la “posesión”,
no de los materiales sino de la venta y la compra de deuda, que como tal es
una mercancía, lo cual supone reglas para su enajenación. Un aspecto es de la
posesión de una cosa material, propiedad corpórea, el otro es el de una
“posesión de deudas” (ownership), propiedad incorpórea. Por un lado, una
deuda de un vendedor para entregar productos a futuro como obligación y su
ejecución, y por otro, se trata de una deuda del comprador de pagar por dichos
16
productos, obligación de pagar: estas deudas son los equivalentes económicos
de las obligaciones legales. Esa es una idea de la “cantidad económica” de
Macleod, algo que no es una cosa física, sino una “cantidad” comerciable.
La confusión en la economía política clásica surge de la noción de riqueza con
su doble significado, por un lado como algo material y por el otro como su
“posesión”. Los derechos y las libertades aplican no a cosas físicas per se, sino
al de su posesión y el significado de la propiedad se convierte en la expectativa
de transacciones entre individuos y/o en el proceso interesado. Por lo tanto el
“significado de propiedad se amplía de cosas físicas a transacciones y a la
esperanza de la repetición de las transacciones y de valores de uso a valores
en términos de escasez (“scarcity values ”) expresados en precios.”(Commons,
1934: 168).
Igualmente, si bien en Legal Foundations… se menciona el concepto de
escasez, es en Institutional Economics… donde se desarrolla ampliamente el
tema, ya que se trata de un fenómeno que implica la exclusión de la posesión y
del uso de ciertos bienes-precios respecto otros agentes potenciales. Lo cual
nuevamente implica desarrollar la idea de posesión y su enajenación.
Cada sociedad resuelve con pautas específicas del trabajo las bases para
la exclusividad de la posesión de aquello que es escaso. La escasez es
causada por las misma acción colectiva política y propietaria al igual a la
que denunciaba (Smith) como monopolios artificiales del mercantilismo
(Commons 1934: 198) .
Por ello el valor de la “propiedad” se incrementa con el valor de escasez. Y el
“significado de la propiedad se mantiene como la retención de aquello que es
escaso relativamente a las necesidades de otros.(Ibid.: 201)
Commons insiste que la base de la posesión es su escasez y la “acción
colectiva de la sociedad construye las reglas de intercambio de la
posesión”.(Ibid.: 253) Pero su significado tiene consecuencias, ya que un
aspecto tiene que ver con el monto de la producción (output) -valor de uso- que
no decrecen con su producción ampliada y el otro, el del -valor de escasez-,
tiene que ver con el del ingreso que depende de la diferencia entre los
materiales y su posesión, entre riqueza y activos, con la capacidad de excluir a
otros de su posesión y por tanto incrementar su escasez para elevar el ingreso.
La “economía tecnológica” (“engineering economics”) se dedica a incrementar
la producción de materiales independientemente de quien los posea, pero el
17
derecho de propiedad lo convierte en ingreso. Existe una diferencia crucial:
entre “output e ingreso, entre capital tecnológico que amplia el output y el
capital propietario que obtiene y limita su demanda u oferta.” (Ibid.: 254).
Por tanto si el valor de uso, la producción de riqueza (output), se define
anticipadamente como ingreso de la riqueza, es obvio que se trata del doble
significado señalado por Fisher: “la propiedad y los servicios son, es cierto,
inseparables de la riqueza y la riqueza de ellos, pero ellos no son riqueza. Al
abrazar a todos bajo un término implica un especie de conteo triple” (Ibid.: 253).
Pero la posible duplicación contable sólo sucede si previamente existía un
doble significado de riqueza: riqueza y activos, lo cual reniega del significado
que el otorga Macleod, ya que no son cosas las que se intercambian o
“circulan”, sino los derechos de posesión, o mejor dicho, son deudas las que se
intercambian. En lugar de las cosas, Macleod elabora un concepto de “cantidad
económica”. El crédito, puede comprarse, poseerse y venderse. Commons
señala que a pesar de la noción contradictoria de crédito en Macleod, él señaló
que el ingreso monetario derivado de una venta futura de productos -propiedad
incorpórea- es un ingreso-deuda y que el ingreso monetario del pago futuro de
una deuda -propiedad intangible- se trata de una venta-ingreso. No obstante,
hizo del “intercambio de posesiones” el centro de su sistema en lugar del de
intercambio de cosas.” (Ibid.: 417).
Sin embargo, una deuda-crédito es simplemente “una institución negociable, un
estatus económico de seguridad y conformidad, una cantidad económica con
futuro como una de sus dimensiones, hechas como una mercancía para
venderse.”(Ibid.: 413) lo cual se convierte en el sentido moderno de capital.
Con ello la teoría bancaria y la economía quedaron fusionadas. Producto
teórico de Macleod que trastoca los materiales al “futuro” y los sustituye por
actos mentales y el ejercicio del derecho que dan pie a derechos-propiedades.
Si derechos-propiedades “son en sí mismos créditos, entonces lo bancario es
solamente un caso especial del principio universal de comprar y vender
créditos.” (Ibid.: 413).
Por lo tanto, Macleod fue uno de los primeros en relacionar la concepción de la
economía objetiva como algo relacionado con el Futuro. (“futuristic”). Fue su
significado contradictorio del “crédito como ingreso futuro de pagos de deudas
e ingreso futuro de ventas” (Ibid.: 418), traslapado a veces como significado de
18
una propiedad corpórea, lo que lo excluyó de ser tomado en cuenta por los
economistas quienes se quejaban que contabilizaba dos veces la misma
actividad.
Tuvo que surgir la noción moderna de propiedad incorpórea para poder
distinguir y comprender que el intercambio yla “circulación”, comprar-vender,
se realiza entre los derechos a deudas y su aplicación legal. Así el “ingreso
futuro de las ventas –a saber, propiedad intangible- es distinguida del ingreso
futuro de los pagos-deudas- a saber, propiedad incorpórea.” (Ibid.: 419) La
propia empresa, el “proceso interesado” entre la gente y los empleados, crea y
libera deudas y obligaciones al final del periodo de producción. Por lo mismo, el
proceso interesado es “una sucesión de propiedades incorpóreas e intangibles,
creadas sucesivamente” (Ibid. 423).
Obviamente que el crédito no produce mercancías, como lo hace el trabajo,
pero “el crédito incrementa la velocidad de las transacciones sobre las cuales
depende la producción de riqueza.” (Ibid. :450) Similar a Ricardo, la maquinaria
no es capital, “solamente incrementa la productividad del trabajo”, igualmente el
crédito es productivo, no produciendo “algo”, “sino que incrementa la velocidad
de producir algo”.(Ibid.)
Macleod cambia el sentido de la “producción” por el de “velocidad de la
producción”, un cambio de la producción por la eficiencia, de “circulación” por la
tasa de repetición, o sea, el crédito incrementa la velocidad de rotación, y por
tanto, la tasa de producción de riqueza: “Si la corriente de la Circulación o la
Producción se detendría hasta que los Consumidores hayan pagado por los
bienes en dinero, (la producción) se disminuiría ampliamente.” (Ibid.: 451).
Pero el universo “económico” del cual habla Commons, no se puede
comprender sino se recupera el aspecto “volitivo” (“volitional”), o de la voluntad
de los actores respecto del futuro: “Si la economía institucional es una
economía volitiva (“volitional”), requiere una psicología volitiva (“volitional”) que
la acompañe”,(Ibid.: 90) que es la psicología de las transacciones. Había hecho
alusión en Legal Foundations al aspecto de la voluntad:
Detrás del comportamiento está la voluntad. (...) Es esto lo que
distinguimos como la diferencia entre la teoría del ´conductismo'
(behavioristic) y la teoría volitiva del valor. Una teoría del conductismo
toma en cuenta todos los factores de un mecanismo en movimiento bajo
el principio de múltiples hipótesis (...) En otras palabras es una ciencia
19
natural (physical science). Llega a su fin cuando todos los factores del
mecanismo pueden establecerse en términos de números y ecuaciones.
(...) Por otro lado, la teoría volitiva va un paso más adelante; después de
eliminar la voluntad divina, el éter cósmico y toda metafísica, subsiste la
voluntad humana que actúa misteriosamente a la distancia, sencillamente
debido a que no toma en cuenta a todos lo factores complementarios sino
que selecciona aquél factor limitante que puede ser controlado y cuyo
control puede ser utilizado para guiar otros factores (...) En este sentido,
todos los fenómenos de la voluntad humana son ´artificiales', en contraste
con aquellos que se pueden distinguir como ´naturales'. Aquello que es
´artificial' no es por ello lo no natural, sino que es el proceso altamente
´natural' de la voluntad humana, seleccionando los factores limitantes de
la naturaleza con el fin de guiar ciertos factores complementarios en la
dirección deseada por las intenciones humanas (...) El atributo esencial de
la teoría volitiva es el concepto del fin último o meta y los instrumentos
directos o indirectos para alcanzar esa meta. (Commons, 1924: 375-376 y
381) (3)
Se trata de una causalidad pensada hacia el futuro en lugar de un anterior o del
pasado, que es donde lo ubican las teorías del trabajo de Locke, los
economistas clásicos y los comunistas. La teoría de voluntada (“volitional”)
tiene de consecuencias futuras ya que mira las “negociaciones actuales y
transferencias del control legal, determinando si es que la producción se llevará
a cabo”, (…) determinando hasta que punto la “producción será expandida o
contraída” (Commons 1934: 7). Sin embargo, el tiempo es un fenómeno
totalmente “institucional” (Ibid.: 642).
Se trata del tiempo humano (durante las transacciones) dirigido hacia el futuro;
y “una economía teórica basada sobre ella no es ni una teoría materialista de
mercancías, ni una teoría subjetiva de las sensaciones o fisiología, sino una
teoría volitiva de la actividad económica dirigida hacia metas en el futuro. (Ibid.:
643)
Igualmente hay subrayar que el análisis no inicia con el “individuo” sino con
las transacciones entre individuos y las repeticiones esperadas de dichas
transacciones, que desde el punto de vista organizado es el de los
3 Cabe mencionar que uno de sus primeros libros la noción de “voluntad propia” no tiene participación
alguna en su libro A Sociological View of Soverignty (1899), solamente la “soberanía” de la “coerción y la
persuasión”¡¡¡ Sin mebargo en el libro póstumo subraya la relación entre la valuación y la voluntad . “Los
primeros economistas fueron descarrilados (“misled”) por lo problemas de valuación por su imitación de
las ciencias naturales (“physical sciences”). Una teoría más adecuada de la valuación gira sobre el análisis
de las metas humanas y la voluntada humana en acción. Tal teoría debe rechazar una teoría causal
mecánica simple; también debe mirar más hacia el futuro que el pasado. Finalmente una teoría del valor
que sea suficiente para las necesidades de la acción moderna, debe ser relevante para la acción colectiva y
los intereses en conflicto” (Commons 1950: 150).
20
procesos interesados y desde el desorganizado el de la costumbre. Cada
transacción de regateo en sí misma es un proceso colectivo. En su más
extrema simplicidad la transacción no puede resolverse en unidades de
individuos, sino que requiere la actual o potencial presencia de por lo
menos cinco individuos quienes representan ante los otros varias
relaciones de oportunidad iguales o desiguales, justa o injusta
competencia, moral, económica y poder físico y la compartida esperanza
de una decisión en disputas posibles por parte de una quinta parte
representada por la colectividad de la cual cinco individuos son sus
miembros.” (Commons 1934: 241-242, mis cursivas).
El concepto de lo volitivo -“volitional”- es distinto al de Benthan hedonista, e
igualmente diferente al del voluntarismo -“volitional”- tradicional de la ética
individualista, tratase aquí del voluntarismo -“volitional”- colectivo. Este es un
concepto de una elección entre oportunidades relativamente escasas:
es por lo tanto un concepto económico de voluntad, contra el concepto
introspectivo del placer y el dolor. Estas oportunidades son la propiedad
del yo y otra gente; esta propiedad depende de una acción concertada, no
sólo del Estado, sino de corporaciones, sindicatos, agrupación criminal,
que determinan por medio de sanciones morales, económicas físicas,
cuales deberán ser los valores, conformidades, libertades y la exposición
de los individuos en su elección de oportunidades, ejercicio del poder y
competencias”. (Commons 1934: 242-243).
En el rescate de la obra de Commons, hemos intentado presentarla
subrayando la similitud con la tesis de Parsons sobre la “acción”, a veces
extraordinariamente equivalentes no ostante la manera tan dispar en la manera
de construir sus conceptos, Parsons aludiendo a nociones de “análisis” y
“abstracción” y Commons vía la reconstrucción de un vocabulario que no
percibía los significados que implícitamente llevaba el lenguaje, que asu vez se
considera como algo estrictamente “artificial” y utilizado “pragmáticamente” por
el Hombre para calcular el futuro.
Problemas del pasado para el futuro
Creemos entonces poder “traducir” ciertas nociones comunes entre Parsons y
Commons y que desafortunamente solamente pueden percibirse a posterior. La
idea de las condiciones de los valores últimos para la acción puede ser el
análogo de las pautas de trabajo en Commons, y también podemos realizar la
misma identidad cuando se piensa en la acción como un acto volitivo o
voluntarista pensado hacia el “futuro”.
21
Pero finalmente la propia obra de Parosns es el claro ejemplo de intentar
recomponer tardíamente su alejamiento del institucionalismo norteamericano;
sus libros como el de Economy and Society (1956) escrito con Smelser y El
Sistema Social (1951) intentan “integrar” conceptualmente a la “economía”
dentro de un medio ambiente sociológico general que entonces había sido
relegado como un sector “intermedio de la cadena medio-fines”. El análisis
“estructural de los sistemas de acción” reveló, según Parsons que la “teoría
económica no está, en modo alguno, igualmente interesada por todos los
elementos estructurales de tal sistema” (Parsons 1937: 340), o sea solamente
a lo que llama el “sector intermedio” (Ibid. 341) el cual Parsons divide a su vez
en tres subsectores: a) “el orden distributivo” y las reglas no explicada por la
ortodoxia económica, o los intentos por romper con las reglas en cuestión; b)
el sector tecnológico de la cadena medio-fin que los supone resueltos
y
finalmente c) el “subsector central” del “sector intermedio” como el punto central
de “la teoría económica”:
Es el punto en el que resultan implicadas consideraciones de asignación
de medios escasos entre recursos escasos. Consiguientemente, y a
efectos de este estudio, cabe definir a la economía como la ‘ciencia que
estudia los procesos de adquisición racional de medios escasos para los
fines del actor mediante la producción y el intercambio económico, y de su
asignación racional entre usos alternativos’ (ibid.)
De esta manera Parsons otorga a la “economía” un ámbito muy específico no
obstante que estaría bajo la lógica más general de los sistemas de acción que
se guían por valores últimos que en ningún sentido podrían deducirse de
aspectos “tecnico-racionales”.
Las posturas de Parsons y Commons facilitan actualmente poder pensar a los
actores y sus respectivas decisiones en términos que hacen posible desplazar
la dicotomía “individualismo-social”. Siempre y cuando no busquemos construir
a su vez lo que Parsons intentó realizar -como hemos mencionado- en su obra
posterior a La estructura de la acción social…: una teoría general del “sistema
social” o de la “personalidad”.
Pero la noción de un agente que toma decisiones con ciertas metas en una
situación y medios específicos todavía asume el fenómeno de lo “subjetivo” el
cual debe problematizarse. Si no existe razón alguna para suponer que
solamente “individuos” humanos pueden tomar decisiones, entonces cabe
sostener la idea que no todos los agentes-actores son individuos-humanos
22
cuyo presupuesto es fundamental en Parsons y Commons. Si bien la estructura
de la acción o las pautas de trabajo son el elemento indispensable para pensar
la acción y decisión de los agentes, ya sea en su versión parsoniana o en la de
Commons, cabe plantear que existen agentes de otra naturaleza con
“capacidades” similares para realizar cálculos y tomar decisiones. Toda una
serie de agentes sociales, partidos, estados, universidades, corporaciones,
etcétera, lo hacen sistemáticamente y por tanto la idea sobre la necesaria
“orientación subjetiva” sale sobrando siempre y cuando las entidades en
cuestión posean algún mecanismo de resolución-decisión. (Hindess 1988;
1989)
Es cierto que la crítica de Savage (1999) y Hindess (1977) a Parsons tiene
sentido si nos referimos a sus escritos después del texto clásico de 1937
cuando intentaba construir una teoría general sobre una totalidad social
específica. Pero si los discursos no tienen unidad necesaria alguna, hace
factible la recuperación de los mejores momentos teóricos de 1937 y los que le
antecedieron que son aspectos teóricos que asimilan gran parte del corpus
institucionalista sin confesarlo. Como de lo que se trata es evadir la
construcción de una teoría general sobre las decisiones y cálculos de los
agentes y los sitios específicos desde los cuales se llevan a cabo por medio de
ciertos medios discursivos en particular, entonces elementos de la obra de
Commons y Parsons resaltadas pueden sernos muy útiles. De hecho en la
latitud latinoamericana, a partir de la década de 1950 surgieron discursos en
torno a la problemática del desarrollo muy similares, corriente teórica
denominada como la “escuela estructuralista latinoamericna” (veáse por
ejemplo: Sanchez Torres y Mallorquin, 2006).
Eso cabe solamente donde se presupone que no existen “centros” (Hirst 1982;
1979) o totalidades organizadas de antemano. Ese es el proyecto de
construcción de la “integración” y “socialización” del sujeto de Parsons post
1937 que no debemos porqué asumir. Por otra parte las críticas de Hodgson
(2004) a Commons son sin duda alguna coherentes, especialmente las que se
refieren a la interpretación de Darwin por parte de Commons respecto la
distinción entre la “selección natural y la “artificial” y también si lo que se busca
es establecer un principio básico último sobre el “origen” y “causalidad” de las
acciones de los agentes, lo cual supone la teorízación de los “hábitos” y la
23
“predisposición” del ser humano. Pero esa postura no cree posible una
explicación “científica” de las acciones humanas solamente a partir de actos de
voluntad, sus creencias y sus formas discursivas específicas ya que las supone
determinadas bajo una causa primordial, que son las predisposiciones
engendradas por la información genética. Sin embargo, el supuesto de los
aspectos de la herencia en los seres humanos no necesariamente implica que
sean el punto de la causalidad privilegiada para explicar las acciones sociales.
Para el caso podemos señalar la idea rescatada por D. Davidson de que las
propias “razones” explicativas de los agentes pueden operar en el sentido
“causal” de su acciones y que en parte subsume la idea que presenta Hodgson,
ya que como todo “materialismo” acepta que los eventos son algo “físico” pero
reniega de la idea de que los fenómenos mentales se les pueda dar una
“descripción puramente física” (Davidson en Malpas 1992: 71, nota a pie de
página) postura que se ha llamado “materialismo anómalo”. Las acciones de
los agentes y los términos planteados como las razones para sus actos -lo cual
no significa que siempre procedan correctamente- obviamente ofrece la
posibilidad de eludir la idea de un criterio “causal” ontológico privilegiado,
supuesto por cierta noción de ciencia y su validación, pero tal vez esa idea ya
no sea necesaria, como argumentarían D. Davidson y R. Rorty entre otros.
Bibliografía
Camic Charles (coordinador), Talcott Parsons, The Early Essays, The
University of Chicago Press, Chicago y Londres 1991.
-“The Making of a Method: A Hsitorical Reinterpretation of the early
Parsons”, American Sociological Review, vol 52, agosto 1987.
-“Reputation
and
Predecesor
Selection:
Parsons
and
the
Institutionalists”, American Sociological Review, vol 57, agosto 1992.
-, “Introducción” en Charles Camic (1991),
Commons J. R., Legal Foundations of Capitalism, The Macmillan Company,
New York, 1924.
-,Institutional Economics. Its Place in Political Economy, Transaction
Publishers, New Brunswick, New Jersey, 1990; original 1934
-,A Sociological view of Sovereignty, Augustus M. Kelley Publishers, New
York 1967 (original 1899).
-,The Economics of Collective Action, The Macmillan Company, New
York, 1950.
24
Hindess B. (Coordinador), Sociologcal Theories of the Economy, The Macmillan
Press, Limited 1977.
- Political Choice and Social Structure, Edward Elgar Publishing
Limited, Inglaterra, 1989.
- Choice, Rationality and Sicial Theory, UnwinHyman, Boston, Sidney,
Wellington, 1988.
Hirst P., Woolley P., Social Relations and Human Attributes, Tavistock
Publications Ltd., Londres, 1982.
HIrst P. On Law and Ideology, The Macmillan Press, Limited 1979.
Hodgson G., How Economics Forgot History, Routledge, Londres, 2001.
-,The Evolution of Institutional Economics, Routledge, Londres, 2004.
Malpas J. E., Donald Davidson and the Mirror of Meaning, Cambridge
University Press, Great Britain, 1992
Mirowski P., More Heat than Light, Cambridge University Press, Cambridge,
1989.
- Against Mechanism, Rowan & Littlefield Publishers, 1988.
Parsons Talcott, La estructura de la acción social Ediciones Guadarrama,
Madrid, 1968, edición en español, original en inglés 1937.
- (1937) The Structure of Social Action (vol. I y II), The Free Press Collier
Macmillan Publishers, London, New York, 1937.
-,(1932) “Economics and Sociology: Marshall in relation to the Thought of
His Time”, en Camic 1991.
-,(1934) ”Some Reflections on “The Nature and Significance of
Economics” , en Camic 1991.
-,(1935a) ”Sociological Elements in Economic Thought”, en Camic 1991.
-,(1935b) ”The Place of Ultimate Values in Sociological Theory”, en
Camic 1991.
-,(1936b) “Pareto´s Central Analytical Scheme”, en Camic 1991.
-,(1936a) ”On Certain sociological Elements in Profesor Taussig´s
Thought”, en Camic 1991.
-,(1937a) ”Review of Economics and Sociology, by Adolph Lowe”, en
Camic 1991.
Russett C. E., The Concept of Equilibrium in American Social Thought, Yale
University Press, New Haven, Connecticut., 1966
Sánchez Torres R. y Mallorquin C., (coordinadores), El institucionalismo
norteamericano y el estructuralismo latinoamericano, ¿discursos compatibles en
la teoría social contemporánea? Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
Puebla, México, 2006.
Savage S. P. Las teoría de Talcott Parsons. Las relaciones sociales de la acción,
McGraw-Hill Interamericana Editores S.A. de C.V., México,1999
Weintraub Roy. E., How Economics became a Mathematical Science, Duke
University Press, 2002.
- Stabilizing Dynamics, Cambridge University Press, Cambridge 1991.
Yuval P. Yonay, The Struggle Over The Soul of Economics, Institutionalist and
Neoclassical Economists In America Between the Wars, Princeton University
Press, Princeton, New Jersey, 1998.
25