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A22. EL COMERCIO
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PEDRO
CANELO
POSDATA
DANTE PIAGGIO/ARCHIVO
Francis Fukuyama
Politólogo estadounidense
Nací el 27 de octubre de
1952 en Chicago. Creo
que uno de los grandes
desafíos es reformar el
sistema educativo. Aún
enseñamos como hace
50 años, con profesores
acartonados. Todo país,
sin importar si goza de una
democracia o no, deberá
resolver el desafío de la
desigualdad educativa, en
plena globalización y dados
los avances tecnológicos
de los últimos años.
Debemos transmitir a la
inmensa mayoría de la
población conocimientos
que sean realmente útiles
en la vida contemporánea,
en la que cada día las
máquinas sustituyen a los
trabajadores en cada vez
más tareas. Ese será todo
un desafío para la próxima
generación.
“Hoy es más importante un
buen ministro de Educación
que de Economía”
HUGO ALCONADA
MON
“La Nación” de Argentina
La primera impresión que causa
es la de un académico distante,
desconfiado y brillante. Uno de
esos cráneos que se las saben todas y les dicen a todos lo que tienen que hacer. Pero con el correr
de los minutos surge otra imagen, la de alguien distendido.
P
olitólogo de renombre
mundial, Fukuyama
reparte hoy su tiempo
entre sus clases en Stanford, al sur de San Francisco, y sus estadías en Washington
DC, donde aún colabora con otra
universidad, la Johns Hopkins, e
integra el directorio del Diálogo Interamericano, el principal centro
de estudios sobre América Latina
en la capital de Estados Unidos, que
le permitió seguir los cambios en la
región durante la última década.
— Con 61 años, usted es muy conocido desde que a los 30 publicó “El
fin de la historia” . ¿Cuántas veces le
han preguntado sobre ese libro?
[Risas] Bastantes. Pero muchos ni
siquiera lo entendieron. Da igual,
porque más allá de lo que pueda
decir gente como el fallecido Hugo
Chávez, no creo que haya una forma
más elevada de civilización que la
democracia liberal en combinación
con algún tipo de economía de mercado. Así que lo único que expuse en
aquel libro es que la modernización
y el progreso en marcha que vivimos
parecen llevar hacia la democracia
liberal, no hacia el socialismo.
—¿Cambiaría algo?
Sí. En el 2011 publiqué “Los orígenes del orden político” y en octubre
saldrá el segundo volumen, “Orden
político y decadencia política”, ambos textos representan mi esfuerzo por actualizar aquella obra. Y sí,
creo que algunos aspectos son hoy
diferentes. Primero, le insisto en
que aun hoy no creo que haya una
forma de organización política superior a la democracia liberal, pero
“
No creo que haya
una forma política de
organización superior
a la democracia liberal”.
“
La generación anterior de
latinoamericanos peleó
por la democracia frente a
dictaduras, esta generación
debe concentrarse
en desarrollar una
administración pública
de calidad”.
sí creo que esta puede variar muchísimo en lo que respecta a su calidad. Y segundo, que un país adopte
la forma de una democracia liberal
no significa que esta vaya a durar
para siempre. Por el contrario, puede desplomarse o declinar.
—¿Qué cabe esperar para América
Latina?
No hay duda de que la región está hoy mucho mejor que 30 años
atrás. Creció, la desigualdad se ha
reducido y se evidencia un avance
como bloque, aunque algunos países han sufrido retrocesos. Venezuela es uno y Argentina también
[...]Para un politólogo comparativo
resulta un laboratorio estupendo.
—¿Cómo es eso?
Tiene el mayor número de democracias como región, algunas de las
cuales funcionan muy bien y otras
no y eso resulta interesante.
—En ocasiones hay una obsesión
por buscar atajos para alcanzar resultados rápidos, pero que a la larga
resultan contraproducentes...
En ocasiones hay una tendencia
populista a pensar que se pueden
solucionar estas profundas inequidades sociales sin preocuparse por
el crecimiento y los recursos indispensables para una economía. Por
eso, el populismo impulsa medidas
que no son sustentables y llevan al
colapso. Sí creo que se han intentado muchos atajos en América Latina. Y creo que uno de los mayores
déficits en la región, ahora que es
democrática en bloque, pasa por la
mala administración burocrática de
sus estados. Sé que suena extraño,
porque si uno habla de estados fuertes de inmediato la gente lo asocia
con el riesgo de una dictadura o violaciones de los derechos humanos,
pero nada más lejos de eso. Por el
contrario, por estado fuerte aludo a
uno capaz de reafirmar el Estado de
Derecho, aplicar las leyes, garantizar la seguridad jurídica y proveer
los servicios básicos, como educación, salud o infraestructura. Por
eso creo que la generación anterior
de latinoamericanos peleó por la
democracia frente a dictaduras brutales; esta generación debe concentrarse en desarrollar una administración pública de elevada calidad.
—¿Puede ser más específico?
La clave en muchos países pasa hoy
por dejar atrás el clientelismo. Para
eso un eje crítico es que la sociedad
mantenga la presión sobre sus gobernantes y se movilice para reclamar servicios públicos de calidad.
En países como Argentina y pensando en el largo plazo, hoy es más
importante tener un buen ministro
de Educación que de Economía.
—Usted es crítico sobre Estados
Unidos y el declive que percibe en
su sistema político...
Ese declive responde a una polarización entre demócratas y republicanos que es la más extrema que he
percibido. Se rechazan mutuamente y están metidos en un juego de suma cero. Y creo que los republicanos
tienen más culpa, pero la situación
también responde a las derivaciones
extremas del sistema de balances y
contrapesos por el cual resulta fácil
para una minoría interesada boicotear los intereses de la mayoría.
UNA FLOR
DORMIDA
“Los expertos en ‘farandulogía’ peruana dirán
que cada vez es más fácil ser famoso en la TV
de sabor nacional”.
L
a televisión peruana a veces parece un desordenado laboratorio
de científicos locos. Cientos de
afiebrados productores buscando todos los días la fórmula perfecta para ganar sintonía y para ser cada día
más famoso. Y en ese laboratorio de ficción,
allí en una jaula enorme, aparece Flor Polo
Díaz, junto a su desesperada necesidad de
cámaras. Una mujer que tiene casi treinta
años pero que lleva más de veinticinco dando vueltas frente a la mirada de los otros,
como si fuera un conejillo de indias condenado a probarlo todo. Florcita ha bailado
como vedette, fue actriz cómica de discutible suceso pero sobre todo se ha transformado en una peligrosa fábrica parlante que
produce escándalos desde que abre la boca. Allí está Flor, dando vueltas sobre su eje
como si fuera un hámster de la ciencia en el
‘reality’ de sus días. Su vida ha sido un experimento, sus días han sido encerrados para
siempre en un frío tubo de ensayo.
Flor es el cuy en tómbola de Chollywood. Fue deformada desde niña para hacer hoy cosas tan extremas como involucrar a su hijo en sus desvaríos mediáticos.
Susy Díaz, la ‘Big Mama’ del ‘show business
perucho’, la abandonó al centro de un escenario. Esa nerviosa niña bautizada como
Florcita solo cultivó los valores numéricos
del ráting. Era inocente, tan inocente como
ese pequeño (el pobre nieto de Susy e hijo
de Flor) que ha sido rodeado por todas las
hienas del amarillismo televisivo.
Los expertos en ‘farandulogía’ peruana
dirán que cada vez es más fácil ser famoso
en la TV de sabor nacional. Peléate con tu
pareja, golpea a tu mejor amiga, enamórate de un competidor de “Combate” o de una
modelo de “Esto es guerra”. Ese es el pésimo mensaje que nos deja el caso de Flor, su
esposo Néstor y su hijo (la verdadera víctima de este figuretismo obsesivo). Fórmulas
hay muchas, pero Susy Díaz las tiene todas.
Y Flor, su peor heredera, es una prueba irrefutable de que existe la cadena de involución humana donde cada generación nace
con una neurona menos.
El problema no es que exista alguien como Florcita Polo Díaz en el ambiente artístico. Lo trágico es cada uno de sus gritos para
llamar la atención encuentran ecos en la
carroña del mediodía o de la medianoche.
Carlos Galdós, en su afán por exhibir la gracia que no tiene, le dedicó todo su programa a este drama de la vida real que podría
titularse: “Doña Flor y sus dos maridos”.
Hazte fama y échate a la cama. Ese debe ser
el único refrán que debe conocer Florcita. Por eso esta semana ha cumplido como
niña aplicada cada una de estas lecciones.
Hizo el escándalo y se desmayó. Es una
Flor dormida enfocada por todas las cámaras. Una Flor marchita que solo despertará cuando se vaya el último de los ‘chacales’.