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COMPOSICIÓN DIGITAL CARLOS RAMOS 3 SÁBADO 21 DE FEBRERO DE 2015 La economía compartida cambia las reglas del juego El consumo colaborativo está reescribiendo el modelo de negocio tradicional. Mientras los emprendimientos más importantes ganan billones de dólares en ingresos, las viejas compañías reclaman por su falta de regulación y los acusan de competencia desleal. ¿Es este el futuro de la economía o una tendencia pasajera? GUILLERMO TUPPER. E Para algunos expertos, este modelo es el reflejo de una tendencia clara: la mayoría de los jóvenes buscan alquilar servicios, en vez de invertir y poseer un activo. n el invierno del 2012, Kevin Petrovic (20) estaba discutiendo con su amigo Rujul Zaparde (20) acerca de las compañías de economía compartida, aquellos servicios que incluyen trueque de bienes y el intercambio de servicios entre particulares. Ambos se dieron cuenta de que el compartir autos era una frontera que ya había sido explorada. “Sin embargo, como viajero frecuente, me percaté de que no había ninguna compañía que facilitara el servicio de autos compartidos en los aeropuertos”, relata Petrovic a “El Mercurio”. “Así fue como surgió la idea básica”. Ambos emprendedores declinaron ofrecimientos de Harvard y Princeton para dar vida a FlightCar, una compañía que permite a otros usuarios utilizar el auto de otra persona mientras estás de viaje. El sistema es simple: el dueño del vehículo y FlightCar se contactan vía online y, cuando llega el momento de viajar, el propietario se dirige a los estacionamientos de la firma donde los encargados revisan su coche, le toman fotos y chequean su kilometraje. Luego el cliente es llevado al aeropuerto y, mientras está lejos, la empresa pone a disposición el vehículo para aquellos que quieran ocuparlo por el tiempo que dure su periplo. Según FlightCar, el negocio es redondo: el dueño no tiene que pagar por dejar su auto estacionado, gana dinero por un activo fijo que no está ocupando y recibe su auto lavado por la empresa; y, por su parte, el arrendatario accede a tarifas mucho más bajas. Desde que empezó a funcionar en el aeropuerto de San Francisco (California), el crecimiento de FlightCar ha sido exponencial: hoy sus servicios abarcan diez aeropuertos de Estados Unidos e incluyen 50 mil usuarios. “Hemos tratado de trabajar con cada aeropuerto para asegurar una alianza y cooperación exitosa”, dice Petrovic. “Creo que la economía compartida trae un gigantesco rango de beneficios a los usuarios. Es amistosa y eficiente para el medio ambiente. Pero, lo más importante, es que ahorra dinero para ambos lados de la transacción. Esto es ciertamente un nuevo concepto y, en general, los primeros en adoptarlo tienden a ser jóvenes”. Un cambio de mentalidad ¿Por qué pagar por algo que puedes arrendar mucho más barato a través de internet y sin intermediarios? Ese es el principio básico de la economía compartida, un amplio rango de servicios online que conecta a dueños de recursos infrautilizados —autos, habitaciones, bicicletas, electrodomésticos y otros ítems— con otras personas dispuestas a pagar por ocuparlos. La oferta va desde firmas populares y consolidadas como Airbnb — un mercado comunitario para publicar, descubrir y reservar viviendas— y Uber —la red de transporte que conecta pasajeros con conductores de vehículos a través de una aplicación móvil—, pero también se ha diversificado a rubros más específicos, tales como la custodia de perros (Rover.com), el arriendo de instrumentos musicales (SparkPlug.it) o la invitación a comer en casas privadas (EatWith.com). Para algunos expertos, este modelo repre- senta una alternativa válida al sistema ecores que en las opiniones nómico tradicional. Según la experta Rachel Botsman —autora del libro “Lo que es mío es de los expertos, lo que favotuyo: el auge del consumo colaborativo” (Har- rece los servicios de econoperBusiness, 2010)—, el valor del mercado de mía compartida”. Según Hernæs, la mayoalquiler de consumidores particulares alcanza los 26 billones de dólares. “La economía cola- ría de los servicios asociados borativa es un modelo construido sobre redes con la economía compartida descentralizadas de personas conectadas, se basan en la conveniencia y la quienes crean, distribuyen y consumen valor facilidad de acceso. Y, en muchos pasando por alto las instituciones centraliza- casos, su mayor beneficio es la destrucdas tradicionales”, afirma. “Estamos en el ini- ción de modelos de negocio ineficientes y obsocio de una revolución colaborativa que será tan letos. “La economía compartida está impactando las empresas existentes y a los trabajadores significativa como la Revolución Industrial”. Los principios de la economía compartida de muchas maneras, pero hay dos implicacio—tales como trueques, cooperativas y alquile- nes principales”, afirma. “Para las empresas res— han existido por cientos de años. Sin em- que han fracasado en renovarse con el tiempo, bargo, en la década pasada estos conceptos se la economía compartida representa una fuerza revalorizaron gracias al uso de internet y los dis- disruptiva que está desafiando el manual estrapositivos móviles. “Creo que la crisis financiera tégico de los mercados. En algunos casos, las plataformas colaborativas crean un de la última década ayudó a empujar muy solicitado equilibrio de oferta y los servicios de economía compartida demanda. Para algunos trabajadoal foco de atención”, dice Beth Buczres, la economía compartida pueynski, autora del libro “Compartir es de proveer un segundo ingrebueno: Cómo ahorrar dinero, tiempo so, pero también actuará como y recursos a través del consumo de coun fundamento para freelancers laboración” (New Society Publishers, de diversas profesiones”. 2013). “Con el fin de sobrevivir, las Un buen ejemplo de esto es Bellpersonas hicieron cambios drásticos hops, una compañía de mudanza actien su estilo de vida. Necesitaban forva en 143 ciudades estadounidenses. mas más convenientes, asequibles y Kevin Petrovic. La mayoría de sus cinco mil trabajadoeficientes de acceder a los bienes y serres son estudiantes o deportistas recluvicios — así como nuevas formas de tados de reputadas instituciones. En generar ingresos — y encontraron vez de lidiar con un montón de papeles esas alternativas en la economía comy dinero en efectivo, la misión de la partida”. compañía es reducir los costos y difiPara algunos expertos, este modecultades de una mudanza a baja escala lo es el reflejo de una tendencia clara: a través de un proceso automatizado. la mayoría de los jóvenes buscan alDe esta forma, los clientes agendan con quilar servicios, en vez de invertir y un pequeño depósito en su tarjeta y, al poseer un activo. “Muchos activos se han vuelto más caros o menos útiles, Rachel Botsman. llegar a la casa, los trabajadores marcan su hora de inicio de trabajo en sus en términos relativos, de lo que eran smartphones y, luego, hace lo propio hace algunos años”, postula Charles con su hora de salida. Arthur, periodista del diario The “No aceptamos dinero en efectivo, Guardian. porque queremos proporcionar el proceso más ágil y simplificado posible”, El ejemplo de Airbnb dice Cameron Doody, uno de los fundadores de la compañía. “Los jóvenes Creada en 2008 en San Francisco, esperan precios bajos, transparencia y Airbnb es el ejemplo emblemático una experiencia humana cuando reserdel modelo de economía compartida. Para los fundadores Brian Chesky, Beth Buczynski. van servicios en la economía compartida. Y tú debes ser capaz de reservar Joe Gebbia y Nathan Blecharczyk, la premisa inicial era simple: ¿para qué buscar desde tu smartphone, por supuesto”. Los beneficios más notorios e inmediatos del hoteles costosos si puedes encontrar un lugar mucho más barato e interesante proporciona- consumo colaborativo incluyen el ahorro de dido por individuos iguales que tú? Hoy la firma nero, tiempo y recursos. Para Buczynski, sin funciona en 192 países y es utilizada por un embargo, uno de los principales es el establecimiento y la reconstrucción de los vínculos entre promedio de 425 mil personas cada noche. Cuando apenas era un proyecto, Airbnb fue las personas y las comunidades en las cuales virechazado por varias entidades de capital de ven. Uno de las iniciativas que más destacan es riesgo, pero hoy está avaluada en 13 billones de Couch Surfing, una comunidad masiva de aldólares, casi la mitad de la cadena hotelera Hil- quiler y cuyo foco inicial no estaba en el interton. Al igual que otros emprendimientos, la cambio de dinero, sino en fomentar los vínculos clave de su éxito es internet, que permite tran- entre las personas. “Compartir nos permite ver sacciones entre personas que no se conocen ba- a los demás como vecinos, amigos y un sistema sado en la confianza que da el sistema de califi- de apoyo”, sostiene. “Cuando nos damos cuencación y rating popularizado por sitios como ta de que casi todo lo que necesitamos puede ser eBay. De esta forma, los responsables de firmas proporcionado por nuestra comunidad, nos como Airbnb califican a sus arrendatarios y es- volvemos más responsables y autosuficientes”. tos últimos califican su estadía. Así, los clientes pueden estar cada vez más seguros de la calidad de la experiencia que tendrán. “La generación más joven espera que los bienes y servicios sean entregados en los domicilios de los clientes, en vez de estar en el extremo receptor de una cadena de valor de la empresa”, agrega Christoffer Hernæs, experto en la materia y vicepresidente de Estrategia, Innovación y Análisis del grupo SpareBank 1, la segunda mayor institución financiera de Noruega. “La generación millennial también ha expresado su falta de confianza en los operadores tradicionales y están ansiando una alternativa. Varias encuestas consignan que los consumidores más jóvenes tienen más confianza en las reseñas de sus pa- Los beneficios más notorios e inmediatos del consumo colaborativo incluyen el ahorro de dinero, tiempo y recursos, pero además fortalecen los vínculos entre las personas y las comunidades en las cuales viven. Los peligros y la falta de regulación A medida que se han hecho más numerosos y populares, los servicios de economía compartida han tropezado con inconvenientes, y hay diversos cuestionamientos acerca de su seguridad y responsabilidad legal. En un gran número de ciudades —incluidas Londres y París— los conductores de taxi han protestado ante la presencia de Uber, alegando que esta firma escapa a un montón de regulaciones, lo que le permite ofrecer precios más bajos. Por su parte, Airbnb recibió una multa de 30 mil euros en Barcelona por incumplir las reglas regionales que rigen el alquiler de propiedades, y actualmente se encuentra en litigio con las autoridades de Nueva York ante las críticas del sector hotelero por una presunta competencia desleal. ¿Deben aplicarse impuestos a los modelos de negocios de la era de internet? “Estos problemas legales pueden surgir cuando los reguladores intentan tratar a Uber como si fuera una compañía de taxis y a Airbnb como una cadena hotelera. Creo que ese enfoque es inapropiado”, dice Matthew Feeney, analista de política del Instituto Cato, uno de los principales think tank en Estados Unidos. “Tal vez la diferencia más importante es que Uber y Airbnb actúan como proveedores de tecnología e información, no como los dueños de la propiedad. En lugar de tratar a estas empresas de tecnología como si fueran compañías de taxis y hoteles, los legisladores deben desregular las industrias de taxi y hotel para permitirles competir más fácilmente con las compañías de economía compartida”. Según Beth Buczynski, las cooperativas, librerías y los círculos de intercambio de ropa, comida, bicicletas y niñeras, entre otros, son los ejemplos más útiles y beneficiosos de una economía basada en el compartir. Sin embargo, cree que estas ini- ciativas nunca llegarán a los titulares de los grandes medios. “Mientras las grandes compañías como Uber, Airbnb y TaskRabbit solo estarán de moda por unos pocos años —debido a las dificultades regulatorias o cambios en el interés del consumidor—, las soluciones compartidas fuera de internet y a nivel de barrio solo seguirán creciendo”, afirma. “La gente está redescubriendo lo que se siente ser la solución, en vez de depender de una gran corporación para que les venda esa solución, y no creo que vayan a renunciar a eso en el corto plazo”.