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Economa Ecolgica y el Modelo Transformacional de la Actividad Social Eugenia Perona (Universidad Nacional de Córdoba) Resumen El objetivo del presente trabajo es mostrar a la economa ecolgica como una escuela heterodoxa, que sin embargo no ha alcanzado el estatus de otras escuelas como el institucionalismo, el feminismo o el post-keynesianismo. Una raz Palabras clave: economía ecológica, economía heterodoxa, modelo transformacional de la actividad social, recursos naturales Clasificación JEL: B4, B5 Abstract The objective of this article is to present ecological economics as a heterodox school which, however, has not reached the status of other schools, such as institutionalism, feminism or postkeynesianism. One of the reasons for this unhappy situation is that the so-called transformational model of social activity is not quite explicit regarding the role of the environment. In this paper we endeavour to make some progress in this direction, by developing a potentially broader version of the TMSA. In order to do so, we take into account the ideas that some heterodox schools have advanced with respect to the natural realm, and we reinterpret them by putting them into a general framework of thought. Key words: ecological economics, heterodox economics, transformational model of social activity, natural resources JEL Classification: B4, B5 Economía Ecológica y el Modelo Transformacional de la Actividad Social Eugenia Perona 1 Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Córdoba Av Valparaíso s/n, Ciudad Universitaria, (5000) Córdoba, Argentina eperona@eco.unc.edu.ar 1. Introducción A partir de la década de los ‘70 y hasta la actualidad, los problemas relacionados con el medio ambiente han ido creciendo en importancia dentro de la agenda política y económica de los gobiernos, especialmente en los países desarrollados, pero también a escala mundial. Este interés por el medio ambiente se ha visto reflejado en la investigación científica en todas las disciplinas, incluyendo la economía, en donde está teniendo un impacto notable (Harris 2006). En medio de la proliferación de cursos, journals y libros acerca del medio ambiente en economía, los autores reconocen dos tendencias separadas y definidas (Mearman 2005a, Perkins y Kuiper 2005, Villena y Villena 2000). Por un lado, se encuentra la denominada economía ambiental, que utiliza las herramientas y técnicas del mainstream tradicional, aplicándolas a problemas relacionados con el ambiente. Por otro está la economía ecológica, que ve a la actividad económica como inserta en los contextos físico, biológico y cultural que subyacen a la vida humana. A diferencia de la economía ambiental, esta última puede ser considerada como una escuela heterodoxa, y es en la que centraremos nuestro análisis en las secciones subsiguientes. Una de las características que distinguen a la economía heterodoxa —que incluye enfoques diversos como la economía institucional, austríaca, social, post-keynesiana, etc.2 — es que todas las escuelas comparten una ontología común, a pesar de los distintos temas en que centran su interés. Es decir, todas sostienen una idea similar respecto de cuáles son la naturaleza y cualidades fundamentales de la economía y los fenómenos económicos. Una consecuencia de esta ontología común es que todos los enfoques pueden ser vistos como instancias particulares de un modelo general conocido como el modelo ‘Agencia/Estructura’ o, según la denominación más técnica propuesta por el realismo crítico, el ‘Modelo Transformacional de la Actividad Social’ o MTAS (Lawson 2003a, 1997). Sin embargo, a pesar de su pretensión generalizadora, el MTAS no contempla en forma explícita el hecho de que el sustrato ecológico se encuentra en la base de la actividad social, actuando como ‘soporte’ de la vida humana. En consecuencia, este modelo debe ser expandido para incluir a la economía ecológica junto a las otras escuelas heterodoxas. Uno de los objetivos de este trabajo es, justamente, poner de manifiesto la omisión (explícita) de la base biológica del MTAS. Asimismo, a pesar de que los defensores del realismo crítico sostienen que el MTAS y la filosofía en que éste se sustenta sirven de base y de guía para las restantes escuelas heterodoxas, en los últimos tiempos ha habido diversas críticas por parte de estas escuelas, reclamando que lo anterior no ha sido un camino de doble vía (Perona 2005). En otras palabras, si bien los realistas críticos se han esforzado por destacar la contribución que han Se agradece a Iván Iturralde por sus comentarios y aportes a la discusión. Para una clasificación gráfica de las distintas escuelas heterodoxas véase la Figura 1 en Radzicki (2003). 1 2 2 hecho a la heterodoxia, dichos autores no han reconocido debidamente el aporte que cada uno de los enfoques puede hacer, a su vez, al realismo crítico. En este sentido, otro objetivo del presente trabajo es mostrar que el sustrato ecológico es un tema transversal a las distintas escuelas heterodoxas, que puede contribuir a hacer más general la visión del MTAS. En efecto, en las últimas décadas, la economía institucional y evolucionista se han ocupado frecuentemente del tema. Y más recientemente, enfoques como el post-keynesianismo y la economía feminista se han sumado a esta tendencia. Dichas contribuciones, si bien aparecen como dispersas y centrándose en diferentes aspectos, pueden re-interpretarse en términos de un esquema o ‘circuito tecnológico’. A su vez, este esquema puede ser insertado en el marco más general del MTAS, ampliado para incluir la dimensión biológica y natural. El análisis no sólo nos permite observar las relaciones entre las distintas escuelas y su aporte a una heterodoxia más integrada, sino que también nos lleva a apreciar la dimension ética que subyace no sólo a los temas ecológicos sino a la actividad social en general. El trabajo comprende dos grandes partes o secciones. En la sección 2 se busca explicar qué es la economía heterodoxa y por qué la economía ecológica pertenece a esta categoría. Además, se desarrolla y critica el MTAS, sugiriéndose la necesidad de una versión más general del mismo. En la sección 3 se discuten los aportes específicos de tres escuelas heterodoxas a la cuestión ecológica, para luego conectar estas posiciones en un esquema integrado que muestra a dichos aportes como énfasis particulares del proceso transformador de la actividad social y natural. Finalmente, en la sección 4 se presentan algunas conclusiones. 2. Economía heterodoxa, economía ecológica y el MTAS Para entender por qué la economía ecológica es una escuela heterodoxa, es necesario primero definir el significado y alcance de la ‘heterodoxia’ en economía. Si bien es un concepto elusivo, existen algunas contribuciones notables que han intentado establecer criterios para diferenciar entre ortodoxia/heterodoxia. Una de estas contribuciones fue propuesta por Backhouse (2000), quien adoptó una perspectiva más bien histórica o contextual para establecer la distinción. Según este autor, existen tres condiciones necesarias (1-3) más dos condiciones generales (4-5), que una escuela debe satisfacer para ser considerada heterodoxa3: 1. Auto-identificación como ‘heterodoxos’ por parte de autores que integran la corriente; 2. Existencia de un contexto sociológico separado (journals, conferencias, citas, autores notables, etc., propios de la escuela); 3. Existencia de un conjunto de supuestos clave a los que los autores de la escuela adhieren; 4. Una ortodoxia dominante respecto de la cual pueda tener lugar la ‘reacción’; 5. Un ambiente en el cual el disenso sea tolerado y pueda ser institucionalizado. En general, las condiciones 4 y 5 se cumplen para todas las escuelas heterodoxas, a partir aproximadamente de 1970. Si bien las tradiciones primero clásica y luego neoclásica tuvieron cierta preponderancia por sobre otras corrientes, hasta después de los años ‘50 la economía mundial gozaba de una atmósfera pluralista. En palabras de Backhouse: “fue sólo después de la ‘Revolución Keynesiana’ que una ortodoxia comenzó a aparecer... [la cual] gradualmente se volvió menos ‘Keynesiana’ y más ‘neoclásica’... para los 1970, la ortodoxia estaba claramente establecida (2000:151). La enunciación de las condiciones es ligeramente distinta a la de Backhouse, con el objeto de hacerlas más comprensibles para el lector. 3 3 Con respecto al ambiente en el que el disenso pueda ser institucionalizado, éste también se vuelve más abierto y receptivo después de los ‘70. En el período siguiente a la Segunda Guerra Mundial y durante la guerra fría, los cambios en el contexto internacional hicieron que, al menos en los países centrales, los economistas heterodoxos fueran muy poco aceptados en la academia (Lee 2004). Es así que casi todas las corrientes heterodoxas se establecen firmemente recién en los últimos treinta años. La economía ecológica, en particular, sienta sus primeras bases entre fines de los ‘60 y comienzos de los ‘70, siendo establecida como escuela independiente mediante la creación de la International Society for Ecological Economics (ISEE) en 1988 (Røpke 2005)4. En relación a la condición 1, ¿existen autores dentro de la economía ecológica que se auto-identifiquen como heterodoxos? Este es ciertamente el caso de N. Georgescu-Roegen o Herman Daly, además de los denominados por Røpke como ‘socio-economistas’ (ibid.:270) entre los que se incluyen autores notables en temas del medio ambiente, como James Swaney, John Gowdy o Peter Söderbaum. La existencia de un contexto sociológico propio de la economía ecológica a la que se refiere la condición 2, es decir, la existencia de revistas especializadas, reuniones y conferencias específicas al tema, y un conjunto de autores ‘de referencia’ para sus practicantes; también es puesta de manifiesto por Røpke (ibid.) o Mearman (2005a). Finalmente, respecto de la condición 3, pueden mencionarse una serie de supuestos clave a los que los seguidores de la economía ecológica adhieren, entre los que se cuentan las siguientes ideas: • El crecimiento económico se ve limitado por el ambiente; • El pluralismo y la trans-disciplinariedad son esenciales para los estudios ambientales; • El contexto en el que tienen lugar los problemas del medio ambiente es de incertidumbre pura, la cual se manifesta en nuestra ignorancia acerca de la naturaleza y sus cambios; • El análisis ambiental debe llevarse a cabo mediante un pensamiento y métodos que reflejen su naturaleza sistémica, dinámica y evolutiva; • Hay un compromiso con las cuestiones de equidad y distribución; • La naturaleza tiene valor por sí misma (no sólo es importante como recurso económico); • La economía está inmersa en un sistema social y cultural más amplio, y todos estos sistemas ‘coevolucionan’ simultánea e indefinidamente. En síntesis, podemos ver cómo, según el criterio de Backhouse, la economía ecológica califica como una escuela heterodoxa, al cumplir con todos los requisitos. No obstante, dicha clasificación puede ser engañosa, ya que, como el mismo Røpke (2005) manifiesta, desde los ‘90 la economía ecológica está intentando ser ‘colonizada’ por la economía neoclásica, con el riesgo de perder su identidad como una alternativa a la tradición mainstream. Esto se debe, entre otras cosas, a que los economistas mainstream son más numerosos, la presión por publicar en revistas académicas llevó a que muchos de ellos optaran por enviar artículos a revistas ecológicas de buena reputación, los economistas heterodoxos de otras extracciones no han puesto demasiado énfasis en cuestiones relativas al ambiente, y/o algunos premios importantes en el área fueron entregados a trabajos en microeconomía (neoclásica) aplicada. Por este motivo, la clasificación anterior muchas veces no resulta suficiente, debiendo recurrirse a una distinción más profunda entre economía ortodoxa/heterodoxa. Esta es, precisamente, la motivación del realista crítico Tony Lawson. Para Lawson (2003b), lo que distingue al mainstream de la heterodoxia es la insistencia que el primero pone en el uso de un tipo de método en particular, el método 4 Por su parte, la rama ‘mainstream’ (i.e. la economía ambiental) se hizo fuerte recién durante los ‘90. 4 matemático-deductivo. Es el énfasis indiscriminado en la modelización matemática, más que la adhesión a un conjunto de supuestos o a una ideología particular, lo que define al mainstream. Prueba de esto es que ciertos enfoques modernos en economía —como los modelos de agentes adaptativos o ciertas versiones de teoría de los juegos— dejan de lado la mayoría de los supuestos clave que caracterizan a la tradicional escuela neoclásica y, sin embargo, siguen formando parte del mainstream y no de la economía heterodoxa. Para este autor, no obstante, no es sólo el no aceptar la inexorabilidad de los modelos matemáticos a priori lo que distingue a la heterodoxia. Unido a esto está el hecho de coincidir en una ontología común. En otras palabras, los heterodoxos comparten una cierta idea acerca de la naturaleza de los fenómenos económicos, que es diferente de la visión (implícitamente) defendida por el mainstream (Lawson ibid.). En pocas palabras5, la ontología común que caracteriza a la economía heterodoxa sostiene que los fenómenos sociales se dan como: a) sistemas abiertos (hay incertidumbre pura, la novedad es posible), b) estructurados de una manera compleja (existen redes y entramados sociales densos) y c) dinámico-evolutivos (el tiempo es real y la noción de equilibrio pierde sentido). Dentro de estos sistemas se distinguen los individuos (o agentes humanos), y las estructuras sociales, siendo cada uno de dichos niveles irreducible al otro. A su vez, la concepción de agente individual es amplia: el agente es intencional, responde a diferentes motivaciones de orden biológico, psicológico o social, y actúa en forma instintiva, habitual o deliberada. Por su parte, las estructuras sociales están dadas por relaciones sociales que habilitan, condicionan o restringen el comportamiento individual; cuando estas relaciones vienen dadas por reglas exhortativas del tipo “en la situación Z, si X, entonces hágase Y”, estamos frente a un tipo particular de estructura social que son las instituciones. Por el contrario, la concepción ontológica que subyace a la economía mainstream ve a los fenómenos económicos como: a) sistemas cerrados (el riesgo es computable, la novedad no es posible), b) estructurados en forma simple (no hay interacción directa entre los agentes y si la hay, es a través de reglas predeterminadas por el autor del modelo) y c) dinámico-mecanicistas (el tiempo es lógico, no real, y los sistemas tienden a un estado estacionario). La concepción de agente individual es estrecha: el agente está caracterizado por una función de utilidad no explicada por la teoría, es un reactor pasivo y no intencional, responde sólo a ‘incentivos’ y actúa sólo en forma deliberada. No se reconoce la existencia de estructuras sociales y el contexto institucional es usualmente ignorado o tomado como dado. La relación entre los niveles ‘micro’ y ‘macro’ del sistema se da mediante la simple agregación de acciones individuales resultando en una ‘variable’ o magnitud agregada, potencialmente cuantificable. Mucho se ha escrito para demostrar que las distintas escuelas heterodoxas aceptan, en forma explícita o implícita, una visión de la economía como la señalada más arriba. Si bien no existen trabajos analizando la ontología subyacente a la economía ecológica en particular, de los escritos de varios autores podemos inferir que su posición, al menos, no es incompatible con la idea de sistemas abiertos, complejos y evolutivos, así como con nociones más ricas de agencia humana y estructura social. Por ejemplo, mencionamos anteriormente (p.3) que entre las ideas clave que caracterizan a la economía ecológica están la incertidumbre respecto de la comprensión de la naturaleza, que incluye “la ignorancia más básica de que no sabemos lo que no sabemos” (Røpke 2005:267). Gintis (2000) por su parte, reclama que la economía ecológica debería utilizar una versión revisada y expandida del modelo del actor económico individual, donde Por falta de espacio y por no ser el tema central de este trabajo, es imposible llevar a cabo una descripción detallada del tipo de ontología común sustentada por la economía heterodoxa. Por esto, se remite al lector a las referencias correspondientes, principalmente al paper “Economía heterodoxa: ¿qué es?” (Lawson 2003b) y en general, a los trabajos de este autor. 5 5 éste se encuentre definido por una fuerte interacción recíproca y la inconsistencia temporal de sus acciones. Otros ecologistas como Swaney (2003), Perkins (2005) e Isla (2005) reparan en la cuestión estructural e institucional al relacionar los problemas ambientales con la dimensión política y/o comunitaria de los mismos. En tanto, Van den Bergh y Gowdy (1998) se explayan sobre el carácter evolucionista de la economía ecológica, afirmando que “no existe un único estado ‘bueno’ o ‘mejor’ para la economía/ecología. La irreversibilidad y el lock-in histórico de las tecnologías crean límites severos para la (re)asignación óptima de recursos en el tiempo”. En definitiva, existen fuertes indicios de que al menos una rama dentro de la economía ecológica responde a la conceptualización Lawsoniana, pudiendo ser ésta caracterizada o aceptada como una escuela heterodoxa. 2.1) El modelo transformacional de la actividad social (MTAS) Una consecuencia de adoptar el tipo de ontología común descrito anteriormente es que las teorías sustentadas por las diversas corrientes heterodoxas pueden enmarcarse en un modelo abstracto general conocido como el ‘modelo transformacional de la actividad social’. El MTAS parte de la base de que el reino social está conformado, por una parte, por seres humanos complejos e intencionales, y por otra, por estructuras sociales (instituciones, organizaciones, etc.) que tienen una existencia independiente de las acciones y decisiones humanas, y son irreducibles a aquéllas. La relación entre ‘agentes’ y ‘estructuras’ está caracterizada por propiedades emergentes; es decir, las estructuras sociales poseen propiedades, poderes y mecanismos de acción que van más allá de las propiedades, poderes y mecanismos de acción de los individuos que las componen. Lo que hace el MTAS es describir la conexión agencia/estructura (A/ES), esto es, la conexión que existe entre los dos niveles del sistema. A continuación realizaremos una expliación gráfica del funcionamiento del modelo, pero un análisis detallado puede encontrarse en Lawson (1997, Cap.12) y Hodgson (2004, Cap.20). Figura 1. Funcionamiento del MTAS Reglas se asientan por medio de habituación 1. 2. Instituciones moldean preferencias endógenamente Restricciones (sanciones, incentivos) A ES 3. Ideas innovadoras Decisión, acción (habitual o deliberada) Individuos reproducen, transforman o crean nuevas ES Fuente: elaboración propia en base a Hodgson (2004). La Figura 1 muestra las distintas partes del MTAS o modelo agencia/estructura en forma simplificada. A nivel del agente (A) es importante distinguir entre sus motivaciones, propensiones o disposiciones (parte superior de la esfera, denotada con ‘1.’), y sus acciones o decisiones (parte inferior de la esfera, denotada con ‘2.’). Las primeras no son reducibles a las segundas. Por ejemplo, una persona puede tener la motivación de ir al cine y sin embargo no hacerlo, o bien puede tener el hábito adquirido de manejar por la izquiera/derecha de la ruta y sin embargo (por una actitud de protesta o simplemente por conveniencia), alguna vez manejar por el otro lado (Lawson 1997). Dicho de otra manera, 6 las motivaciones o propensiones individuales tienen un estatus ontológico diferente al de las elecciones o acciones. Por otro lado, las estructuras sociales (ES, denotadas por ‘3.’) son variadas (lo cual se indica mediante las distintas formas geométricas) y están interrelacionadas unas con otras. Por ejemplo, en las sociedades occidentales coexisten numerosas estructuras, como el estado, las firmas, ONGs, asociaciones civiles o profesionales de distinto tipo, la justicia, las universidades, el lenguage, una estructura demográfica, una estructura económicoindustrial, un sistema financiero y monetario, normas de comportamiento respecto a cómo hay que vestirse en cada ocasión, saludar, etc. Cada una de éstas, a su vez, puede estar interconectada con otras: el estado impone regulaciones para el funcionamiento de las empresas, la estructura industrial determina patrones de asentamiento demográficos y viceversa, algunas ONG pueden controlar las acciones del gobierno, los centros de investigación pueden llevar a cabo innovaciones que afecten la estructura de consumo de ciertos bienes, y así sucesivamente. Es importante destacar que aunque ‘3.’ depende de ‘2.’, es irreducible al mismo. Ello ocurre porque las estructuras sociales siguen existiendo aunque nadie ejercite en la práctica las reglas o normas que las definen. Por ejemplo, si bien la universidad permanece cerrada los fines de semana, el conjunto de normas, derechos y obligaciones que la caracterizan como institución, no deja de existir a pesar de que nadie las esté ejercitando en ese momento. El confundir acciones individuales con estructuras sociales, o postular que las instituciones son equivalentes a ‘patrones colectivos de acción individual’, es un error frecuente en el que han caído algunas corrientes mainstream como el neo-institucionalismo. Ahora bien, ‘3.’ depende de ‘2.’ porque para su creación, reproducción y/o transformación las estructuras sociales necesitan de la agencia humana. Si la universidad permanece cerrada por diez años, es probable que las normas, prerrogativas, derechos y obligaciones inherentes a la misma, terminen por desaparecer. Al manejar por un lado del camino, comprar y pagar cosas, hablar, enseñar economía, o pagar los impuestos, estamos (inconscientemente) reproduciendo y/o transformando un conjunto de estructuras sociales. La discusión anterior refleja la conexión desde A hacia ES, y puede visualizarse en la Figura 1 por medio de las flechas de la parte de abajo del diagrama (i.e. de ‘2.’ hacia ‘3.’). La flecha inferior muestra las acciones que los agentes toman en forma habitual (ej. caminar, comprar pan en el mismo negocio todos los días, realizar nuemerosos trabajos rutinarios) o deliberada, es decir, prestando atención y concentrando sus esfuerzos mentales en la acción a tomar (ej. todas las ‘decisiones racionales’ a las que se refiere la teoría neoclásica). La flecha superior (con una ‘estrella’ encima) denota las acciones innovadoras o ideas creativas de los agentes que llevan a crear nuevas ES o cambiar las existentes (ej. decisión de formar una nueva empresa, invención de un nuevo producto o servicio). La conexión de ES hacia A viene dada por las flechas de la parte de arriba del diagrama (i.e. de ‘3.’ hacia ‘1.’). Esta idea dentro del MTAS nos dice que, así como las estructuras sociales no son equivalentes al comportamiento individual, los individuos no son totalmente moldeados por la sociedad. La influencia primaria de las estructuras sobre las acciones individuales no es directa sino indirecta (a través de ‘1.’), y se da mediante la influencia que tienen las primeras sobre las motivaciones o predisposiciones de los agentes. En particular, se da por medio de procesos de ‘habituación’ (ver Hodgson 2004, 2006). En la Figura 1, cada una de las flechas superiores representa un tipo diferente de influencia. La de abajo muestra cómo las instituciones pueden imponer restricciones o habilitar a los individuos creando un sistema de ‘incentivos’. Por ejemplo, el estado puede poner multas u otorgar subsidios para favorecer ciertos tipos de comportamiento. La flecha de arriba indica la modificación endógena de las preferencias que se verifica como consecuencia de la incidencia de ciertas estructuras sociales. Por ejemplo, en lugar de imponer sanciones, el gobierno podría llevar a cabo una campaña publicitaria, mostrando los beneficios de comportarse de determinada manera (éste es también el caso de la 7 publicidad privada). Como puede observarse, la economía tradicional sólo contempla el primer tipo de influencia. Al comienzo de la presente sección afirmamos que las diversas corrientes heterodoxas pueden ser vistas como instancias particulares de la ontología común que las mismas sustentan. Asimismo, si el MTAS es un modelo general que muestra las interconexiones existentes entre agentes y estructuras sociales que responden a dicho tipo de ontología, las distintas escuelas heterodoxas deberían poder enmarcarse también en el MTAS. Esto se muestra en la Figura 2 a continuación. Figura 2. Las distintas escuelas heterodoxas y el MTAS procesos de habituación (viejo institucionalismo) negociación entre agentes o grupos sociales (postkeynesianismo) A restricciones diferenciadas (economía feminista) ES procesos de selección institucional (economía evolucionista) ideas creativas (economía austríaca) Fuente: elaboración propia en base a Hodgson (2004) y Lawson (2003). Así, si bien el (viejo) institucionalismo reconoce todas las interacciones del MTAS, su énfasis particular es en explicar el rol de los hábitos para mostrar la manera en que las estructuras sociales afectan las disposiciones de los agentes. Lo mismo ocurre con otras escuelas. La economía feminista se aboca, principalmente, a mostrar cómo la cultura afecta la elección de los agentes imponiendo restricciones diferenciadas a distintos grupos sociales. El post-keynesianismo, trabajando a un nivel más agregado donde los agentes (A) están dados por grupos definidos en función de su inserción en el circuito productivo (i.e. capitalistas, sindicatos, sector financiero), se centra en las diferencias de poder y las negociaciones que se dan entre dichos grupos. La economía austríaca, por su parte, destaca la importancia del empresario innovador como requisito para alcanzar la coordinación económica. Esta clasificación no pretende ser exhaustiva, pero sirve para ilustrar la medida en que las escuelas heterodoxas son instancias particulares, más substantivas, del MTAS. 2.2) Economía ecológica: hacia la necesidad de un MTAS ampliado Continuando con nuestra discusión sobre economía ecológica, si aceptamos (como lo hemos hecho más arriba) que la misma (o al menos una rama de la misma) es potencialmente una escuela heterodoxa, ¿cómo se insertaría en el marco del MTAS? La formulación de esta pregunta sirve para mostrar la medida en que el modelo agencia/estructura no es tan general como pretende serlo, ya que no incluye en ningún momento referencias respecto al medio físico y biológico en que tienen lugar la acción humana, la creación y transformación de estructuras sociales y/o los procesos de habituación. Un ejemplo concreto podría ser el hecho de que el consumir cierto tipo de bienes (como dulce de leche en Argentina) responde a un hábito motivado en una cuestión cultural. El MTAS explica esto. Pero no explica (al menos en forma directa) por qué el consumo de ciertos productos tiene un límite dado por el máximo que el cuerpo humano 8 puede absorber (un factor biológico), o por qué a veces las compras de ciertos bienes no responden a factores puramente culturales (puede haber cosas que nos gusten, pero que no sean beneficiosas por razones físicas). También omite referirse al tema de los recursos al no considerar las posibilidades y restricciones físicas a la producción, junto a las posibilidades y restricciones determinadas por las instituciones, la cultura, etc. En efecto, al referirse explícitamente al MTAS, Lawson afirma que: ...la realidad social se concibe como intrínsecamente dinámica y estructurada en forma compleja, consistiendo en la agencia humana, las estructuras [sociales] y los contextos de acción, ninguno de los cuáles está dado o es fijo, y donde cada uno presupone al otro sin ser reducible a, identificable con, o explicable completamente en términos de, cualquiera de los demás (1997:159; énfasis añadido). Podría interpretarse que los ‘contextos de acción’ incluyen en forma tácita a los elementos del medio ambiente. Pero Lawson nunca es claro respecto de este punto. Su principal preocupación es la de señalar los mecanismos de transformación social que tienen lugar a partir de seres humanos intencionales y sociedades que los preceden temporalmente. Esto no es una crítica al MTAS per se, sino que es simplemente un llamado de atención sobre el hecho de que, así como Lawson expresa que las escuelas heterodoxas son instancias particulares de un modelo más general; también podría verse al MTAS como una instancia particular (una instancia ‘social’), de otro modelo a su vez más general aún. Este modelo más general debería incluir la conexión con el medio ambiente físico-biológico y podría denominarse ‘modelo transformacional de la actividad social y natural’ (MTASN). De este modo, la rama heterodoxa de la economía ecológica quedaría expresamente contemplada dentro del modelo, junto al resto de las escuelas. Sobre este punto cabe destacar las posiciones de algunos investigadores que se han ocupado más específicamente del tema. Muchos autores netamente ecologistas como Underwood (1998), Gallopín (2003) o Harris (2006), plantean un enfoque sistémico donde el sistema económico es un sub-sistema de los sistemas social y natural, respectivamente. En palabras de Underwood (ibid.), la econosfera está incluida en la sociosfera, que a su vez está incluida en la bíosfera6. Por su parte, la ecofeminista Mellor (2005) realiza una crítica directa a Lawson, defendiendo una versión extendida del realismo crítico a la que denomina ‘realismo inmanente’. Para la autora, “todas las actividades humanas tienen que tener en cuenta las condiciones, límites e incertidumbres naturales, porque los seres humanos son inmanentes antes que trascendentes respecto del reino natural” (ibid.:125). Finalmente, quien llega a desarrollar una postura sistémica para explicar los fenómenos sociales bastante similar a la propuesta por el MTAS, es Mario Bunge. El filósofo postula que los sistemas económicos están caracterizados por “el cuádruplo composición – medio ambiente – estructura – mecanismo” (1999:124). La composición está dada por “la colección de personas (agentes económicos) y cosas de ciertas clases (...fuentes de energía, herramientas, máquinas y seres vivos domésticos)”; el medio ambiente es “la colección de elementos naturales, sociales y artificiales vinculados con miembros del sistema”; en tanto que la estructura y el mecanismo incluyen “la colección de relaciones” y “la colección de procesos... que determinan la estructura del sistema”, respectivamente (ibid.:124). Aunque una comparación puntual del esquema propuesto por Bunge con el MTAS excede el alcance del presente trabajo, no es difícil darse cuenta de que el funcionamiento de los sistemas económicos postulado por el autor no difiere demasiado de la concepción 6 Bosfera como sinnimo de esfera biolgica (notar la diferencia con ‘bisfera’). 9 de Lawson7. Sin embargo, en el caso de Bunge, el sustrato natural de la actividad económica está explícitamente contemplado. A los fines de expandir el MTAS en la dirección mencionada, es necesario establecer qué elementos conforman el medio ambiente natural. Siguiendo a Nelson y Goodwin (2005), los sistemas económicos están constituidos por cinco clases de capital: capital natural, capital manufacturado, capital humano, capital social y capital financiero. El capital natural incluye los “activos físicos provistos por la naturaleza”, es decir, los minerales, el agua, el aire, la tierra, los animales y plantas, la atmósfera, la tierra cultivable, etc., y todos aquellos elementos que no siendo de creación humana (sino de ‘creación externa’) contribuyen potencialmente a la supervivencia del hombre8. La contribución a la supervivencia del hombre puede, a su vez, darse en dos sentidos. Por un lado, el capital natural cumple con la función de ser un recurso, es decir posee la “capacidad de producir servicios y materia prima para el uso humano” (Harris 2006:8). Por otro lado, cumple con la función de sumidero, esto es, la “capacidad de absorber y volver inofensivos los desperdicios que surgen como sub-producto de la actividad humana” (ibid.:8). El stock de capital natural en cuanto a recursos no es fijo y ha crecido en el tiempo, pero un stock dado puede agotarse por dos motivos: a) sobre-explotación del recurso y b) contaminación o daño del recurso. El stock de capital natural en cuanto a sumidero es más bien inflexible (a menos que nos imaginemos la remota posibilidad de colonizar algún planeta para arrojar allí nuestros deshechos) y puede agotarse más rápidamente, también por dos razones: c) los desperdicios son demasiado grandes o abundantes y d) los desperdicios son demasiado tóxicos (por lo que demandan mayores recursos ambientales para su absorción). Como veremos en la siguiente sección, esta distinción es importante para los investigadores de algunas escuelas como el institucionalismo, quienes sostienen que si bien los recursos son potencialmente infinitos, la disminución en la capacidad de sumidero del ambiente representa una verdadera amenaza para la continuidad del desarrollo económico, al menos al ritmo que viene dándose actualmente. Para concluir, es importante destacar que el MTASN (o MTAS ampliado para incluir al ambiente) permite también incorporar la noción de ‘sustentabilidad’ dentro del análisis de transformación de los procesos sociales. La dimensión ética sostenida implícitamente por el realismo crítico y las escuelas heterodoxas, indica que la evolución social debe tender a la emancipación del ser humano, es decir, a la eliminación de las barreras sociales que impidan la plena realización de las capacidades, aspiraciones y potencialidades de las personas (Lawson 1997). No obstante, dicho objetivo (por altruista que sea), no es necesariamente compatible con la sustentabilidad medioambiental. Es en este sentido que algunas escuelas heterodoxas han comenzado a interesarse por la cuestión del ambiente biofísico, destacando las interacciones que existen entre su calidad y la calidad de la vida humana. En la siguiente sección discutiremos la medida en que los énfasis particulares de algunas escuelas heterodoxas en los aspectos ecológicos pueden contribuir a una visión más amplia de la disciplina de la economía. Llama la atención que los realistas crticos nunca mencionan la obra de Bunge, ni ste cita los trabajos de aquellos, siendo que las conclusiones a las que arriban son bastante similares en muchos aspectos. 8 El adverbio ‘potencialmente’ indica la importancia de recursos que quizás no tienen una utilidad inmediata pero que en caso de desaparecer algunos de los recursos existentes pasarían a jugar un rol predominante. Este fenmeno, denominado ‘resiliencia’, es un argumento importante a favor de la biodiversidad (Van den Bergh y Gowdy 1998). 7 10 3. El sustrato ecológico como tema transversal a las escuelas heterodoxas Así como el trabajo de Lawson (y los realistas críticos en general) busca encontrar un modelo que sirva de marco general a la heterodoxia, es posible plantear el problema en el sentido inverso: pueden las distintas escuelas heterodoxas estar desarrollando ciertos temas que sirvan luego para articular una base de pensamiento común? En la presente sección sugerimos que uno de estos temas es, justamente, la cuestión ecológica, que aparece como un tópico ‘transversal’ del que las diferentes corrientes heterodoxas se han ocupado en mayor o menor medida durante los últimos años. Si bien los avances y/o ideas que cada una de estas escuelas propone en relación al medio ambiente han sido desarrollados en forma independiente, es posible destacar que tienen muchos puntos en común. Esto permite re-interpretar dichos avances en términos de un esquema más general, que nos conduzca a una caracterización particular del MTASN. A continuación nos centraremos en las contribuciones de tres escuelas heterodoxas a la cuestión ecológica: la economía institucional (i.e. el ‘viejo’ institucionalismo derivado de la concepción Vebleniana), la economía feminista y el post-keynesianismo9. Si bien no pretendemos llevar a cabo una descripción exhaustiva, al menos intentaremos brindar un panorama conciso de los problemas centrales en que se ha enfocado cada escuela al estudiar la cuestión del sustrato físico-biológico de la actividad humana. 3.1) Economía institucional y medio ambiente El institucionalismo es quizás la escuela heterodoxa que más (o durante más tiempo) se ha ocupado del tema ecológico. Como muestra de ello, pueden revisarse los numerosos artículos en la materia publicados en el Journal of Economic Issues desde los '80 en adelante. Como temas centrales en la interacción entre la economía institucional y la economía ecológica, Villena y Villena (2000) mencionan los siguientes: la idea de co-evolución y sistemas con retroalimentación positiva, la noción de sistemas abiertos donde se da una permanente interacción entre lo social y lo biótico, la importancia del contexto institucional y la configuración de las instituciones, la idea de que el mercado no es neutral, la necesidad de una investigación inter-disciplinaria en relación a los problemas del ambiente, y la dimensión ética e ideológica de los fenómenos económico-ecológicos que siempre están enmarcados en un conflicto de intereses. En particular, nos centraremos en los siguientes puntos cruciales del argumento institucionalista: A) El capital natural como fuente de recursos y como proveedor de servicios de sumidero Para los autores de esta corriente, la distinción entre las dos funciones del capital natural (ver p.9) es muy importante, ya que sostienen que el agotamiento de los recursos no es un problema, sino que la amenaza principal a la sustentabilidad viene dada por la disminución progresiva en la capacidad del planeta para absorber los desperdicios generados por la producción. El problema de los recursos es un problema físico y los institucionalistas se han caracterizado por defender la idea de que, fuera de los alimentos (en un sentido primario), todos los demás ‘recursos’ son producto de la creación humana (De Gregori 1987)10 . Estos surgen de la aplicación de ‘ideas’ y ‘herramientas’ a ciertos materiales existentes y por lo tanto, siempre es posible inventar nuevos recursos para utilizar en la producción. Si un Por razones de tiempo y espacio no se incluir la escuela austraca, que tambin presenta algunos referentes en temas de economa ecolgica (por ejemplo, Cordato 2004). 10 Una expresin usual dentro de esta escuela es: “resources are not, they become”, frase que fuera ideada por Erich Zimmermann en 1951. 9 11 recurso se agota, otro será creado para sustituirlo; los recursos de hoy no son los de mañana. El único recurso escaso, en otras palabras, es el ingenio de los hombres. Por el contrario, la disminución en la capacidad de sumidero del planeta, un problema biológico, sí es preocupante. En este sentido, Swaney afirma que “la escasez de recursos es secundaria frente a la amenaza ecológica” (2003:268). El autor llega a sugerir que la mayoría de los institucionalistas ven a la Tierra como ‘vacía’ y ‘pequeña’, lo que significa que la presión demográfica sobre los recursos está lejos del límite (de ahí la idea de ‘vacía’), pero sin embargo, la capacidad de ‘soporte ecológico’ del planeta se encuentra en una situación crítica (de ahí la idea de ‘Tierra pequeña’). Esta noción se contrapone al pensamiento usual (defendido implícitamente por la teoría neoclásica) de que la Tierra tiene un comportamiento acomodante respecto de la absorción de desechos. Swaney expresa su preocupación de un modo contundente en la siguiente cita: Cuanto más exitosos seamos en aumentar la base de recursos del planeta, más destruiremos la capacidad de la Tierra para soportar la vida. La [continua] expansión en la base de recursos puede demorar el hecho de que la Tierra se vuelva “llena”, pero mientras tanto, hace que la Tierra se vuelva aún más “pequeña” (2003:277). B) Derechos de propiedad El institucionalismo critica la idea de los derechos de propiedad defendidos por la teoría económica tradicional por considerar que estos funcionan bien cuando se aplican a ‘bienes’ (recursos), pero no cuando se aplican a ‘males’ (desechos). En el primer caso, los derechos de propiedad asignan privilegios y oportunidades para el uso de recursos; en el segundo, asignan deberes y responsabilidades. Dado que los procesos productivos emplean ‘bienes’ y arrojan ‘males’ como subproductos necesarios (lo cual responde a leyes no económicas sino físicas), surge una asimetría importante. Los empresarios reclamarán al estado la implementación de derechos de propiedad bien definidos para los recursos, pero no reclamarán lo mismo respecto de los ‘males’ asociados a los ‘bienes’ que producen (Swaney ibid.). Un problema relacionado es que muchos bienes naturales, al no ser de propiedad privada o estatal, son tratados como si no fueran propiedad de nadie. Esto no es así, sino que muchos de ellos son ‘propiedad común’, sobre la cual todos los habitantes de un territorio tienen derechos y responsabilidades. El confundir ‘propiedad común’ con ‘ausencia de propiedad’ es una de las razones que ha llevado al capitalismo a ser insostenible ecológicamente. C) Los mercados como construcciones políticas Otra dificultad importante con la noción de derechos de propiedad y el dejar las cuestiones del ambiente libradas al arbitrio del mercado, es que ni los primeros ni el segundo surgen ‘de la nada’. Establecer derechos de propiedad es una actividad costosa que debe ser arbitrada e impuesta por un estado o ente superior con capacidad de decisión y de control. Del mismo modo, los mercados son construcciones políticas; no existen independientemente de alguna forma de regulación estatal, incluyendo leyes o normas (formales e informales) que indiquen: a) quiénes pueden participar del mercado, b) qué bienes pueden ser transados en dicho mercado, c) cómo se llevarán a cabo las transacciones, d) cómo se resolverán los conflictos en caso de aparecer, etc. (Chang 2005). Swaney (1992) afirma que en este sentido, no se puede distinguir entre mercado e intervención estatal, ya que el mercado presupone la intervención y regulación del gobierno. Las normas que existen por detrás de los mercados siempre favorecen a algunos grupos o actores y perjudican a otros, por lo tanto siempre conllevan una ‘escala de valores’ asociada. De dónde surge dicha escala de valores? En los países democráticos ésta viene dada o se expresa por medio del voto de los ciudadanos. Por esto es que los mercados, en última instancia, son construcciones políticas. 12 Lo anterior se aplica a todo tipo de mercados. El punto de Swaney (ibid.) es argumentar que los problemas ecológicos son tan diversos y heterogéneos, que requieren políticas públicas complejas, con múltiples objetivos y no necesariamente subordinadas a motivos pecuniarios. Debido a esto, para resolver cuestiones ambientales es preferible la regulación directa (teniendo en cuenta los múltiples objetivos y sectores involucrados) a la regulación indirecta y no menos políticamente sesgada del mercado. D) Necesidades y deseos crecientes La distinción entre ‘necesidades’ y ‘deseos’ —donde por ejemplo, beber es una necesidad, pero beber agua o una gaseosa es un deseo― no es privativa de la economía institucional, sino que es un tema que aparece frecuentemente en los restantes enfoques heterodoxos. Sin embargo, la medida en que la aparición de ‘nuevos deseos’ es determinada socialmente, es un tema prominente en el discurso institucionalista. La conexión que los autores institucionalistas efectúan entre ‘deseos’ y economía ecológica es el hecho de que la demanda mundial de bienes de consumo es creciente y excede largamente las necesidades de subsistencia y bienestar, ejerciendo una presión innecesaria sobre el ambiente. Las medidas de política que se derivan de esta concepción son evidentes: educación de los consumidores, investigación científica, e instituciones flexibles, que lleven a disminuir la intensidad en el uso de recursos y la capacidad de absorción de la naturaleza (Villena y Villena 2000). E) Adaptación institucional ante variaciones en el medio ambiente natural Una cuestión adicional que se han planteado algunos autores de esta escuela es la adaptación institucional ante cambios (exógenos) en el ambiente. La actividad económica y social afecta al medio ambiente en gran medida, pero también hay veces en que es el sustrato físico-biológico el que cambia, y las instituciones tienen que ajustarse a dichas variaciones para que la provisión de las necesidades y la vida humana sigan siendo posibles. En definitiva, la transformación ambiental y la transformación institucional son procesos que co-evolucionan y se afectan recíprocamente (Underwood 1998). 3.2) Economía feminista y medio ambiente La relación entre la economía feminista y la economía ecológica es una de coincidencias en numerosos aspectos, lo que explica que recientemente esté cobrando importancia el campo de estudio denominado ‘ecofeminismo’. En un número reciente de la revista Feminist Economics, la relación entre género y ambiente fue debatida por un conjunto de expertos en la materia. Al abrir la discusión Perkins y Kuiper se expresan del siguiente modo: [La economía feminista y la economía ecológica] presentan problemas metodológicos similares, abarcando tópicos que no se prestan fácilmente a la evaluación monetaria, incluyendo el trabajo doméstico y la reproducción en el caso de la economía feminista, y la biodiversidad y el conocimiento ecológico en el caso de la economía ecológica (2005:107). En efecto, uno de los planteos de esta escuela es que tanto los recursos naturales (especialmente en su función de sumidero) como el trabajo no pago (generalmente el trabajo doméstico, llevado a cabo por mujeres en una gran proporción), no se consideran como insumos con valor en el proceso productivo. Si se los reconociera, podría cambiar la concepción de ‘crecimiento económico’ en aras de un mayor bienestar de la comunidad. Por el momento, la omisión de estos factores es una de las causas que explican la crisis en el medio ambiente, la reproducción, y el bienestar familiar y comunitario. 13 A) Sustentabilidad biológica y humana Relacionado con lo anterior está la noción amplia de sustentabilidad propuesta por la economía feminista, que afirma que la misma debe cumplirse en sus dimensiones biológica y humana. En particular, la sustentabilidad humana se refiere a la provisión de las necesidades de todos los seres humanos. La idea de ‘provisión’ es diferente a la de ‘producción’ en que no asume implícitamente que la misma debe darse a través del mercado, sino que la satisfacción de las necesidades para la vida puede llevarse a cabo por medio de transferencias o auto-consumo en el hogar. Por su parte, al referirse a ‘todos’ los seres humanos, estos autores ponen de manifiesto su preocupación por la cuestión distributiva y especialmente, la situación de los grupos menos favorecidos. No puede llamarse sustentable a un sistema económico mundial en que el crecimiento sostenido en el consumo y la producción por parte de un grupo de individuos, produce un deterioro creciente en el ambiente, así como la exclusión de otro grupo de individuos que no logran satisfacer sus necesidades básicas. B) Contexto institucional Este aspecto representa, en cierta medida, un punto de convergencia entre el feminismo y el institucionalismo desarrollado más arriba. En primer lugar, la economía feminista reconoce que una manera de aliviar la presión sobre los recursos naturales, aumentar la preocupación por el ambiente, y contribuir a la provisión de las necesidades humanas; es fomentar la realización de proyectos productivos, y/o realizar campañas de información a nivel local o comunitario (Mellor 2005, McMahon 2005). Esto equivale a una transformación institucional que se daría a través de un cambio en la organización de la producción. Asimismo, el feminismo reconoce expresamente la existencia de un entramado complejo de grupos sociales con diferentes derechos, obligaciones, intereses y poder. Hay, en este sentido, también una dimensión ética involucrada en el análisis. Por otra parte, el contexto institucional define la conexión desarrollo/género/ambiente que se da en cada territorio en particular (Todorova 2005). En otras palabras, el contexto institucional, a través de un mecanismo de habituación como el descrito en la sección 2.1, incide sobre las motivaciones individuales y prioridades, que luego tienen un impacto en la acción humana y el ambiente. La autora explica, por ejemplo, como la institución ‘dinero’ en el sistema capitalista moderno ha llevado a desarrollar hábitos de cálculo y comparación en los individuos, además de la creencia de que la acumulación monetaria es lo más importante. Una consecuencia de dicha situación es que la noción de supervivencia o sustentabilidad humana ha quedado relegada a un segundo plano; esto es, la supervivencia (física) y el bienestar personal son subsidiarios al proceso de acumulación. 3.3) Economía post-keynesiana y medio ambiente Hasta hace poco, los autores post-keynesianos han ignorado la dimensión físico-biológica de la actividad económica (Mearman 2005a). Según una encuesta realizada por este autor entre figuras prominentes de la escuela post-keynesiana (Mearman 2005b), las razones más importantes para esta omisión fueron: • Los post-keynesianos son un grupo minoritario que lucha por un espacio dentro de la economía, por lo que es difícil que haya autores ocupándose de todos los temas; • Sus principales objetivos y/o preocupaciones han sido criticar al mainstream y desarrollar un programa de pensamiento económico alternativo; • Al criticar a la teoría neoclásica con sus propias herramientas (usualmente estáticas), quedaron restringidos a métodos que no son apropiados para los estudios ambientales; 14 Siendo el crecimiento y el empleo temas prioritarios para el post-keynesianismo, el aparente conflicto medio ambiente/crecimiento económico puede haber obrado como un factor disuasivo para los investigadores; • Su historia intelectual determinó que a lo largo de los años la investigación se centrara en determinados temas y autores, sin una relación directa con el sustrato ecológico. • A) Sustituibilidad del capital y empleo de los recursos Un punto de conexión importante entre el post-keynesianismo y la economía ecológica se da en relación al concepto de capital natural. Para la teoría tradicional (mainstream) todos los tipos de capital (físico, humano, financiero, etc.) son medibles y sustituibles entre sí. Los autores post-keynesianos rechazan esto. El capital natural no es medible, ni tampoco sustituible por otras formas de capital; por el contrario su naturaleza es complementaria respecto del capital físico y del trabajo. Una cuestión que puede haber obrado también, en gran medida, a favor de la omisión del medio ambiente por parte del post-keynesianismo, es que esta escuela tradicionalmente se ha centrado en analizar situaciones de desempleo de recursos, esto es, capacidad productiva ociosa y mano de obra desocupada (por ej. véase Lavoie 2004). Los recursos naturales, por su parte, no están generalmente subempleados. Al contrario, algunos de ellos (como el combustible) están siendo utilizados a un ritmo acelerado. Por lo tanto una posible vía de cooperación entre la economía ecológica y la post-keynesiana podría ser la extensión de los modelos kaleckianos (o de otro tipo) tomando en cuenta la restricción natural. Asimismo, un aspecto fundamental del post-keynesianismo es el proceso de negociación que tiene lugar durante la fijación de precios. Dada una rentabilidad esperada y precios de los insumos de referencia, los empresarios negocian: a) con los sindicatos por el salario, b) con el sector financiero por la tasa de interés sobre los créditos, y c) con los proveedores de insumos por el precio de las materias primas. Del resultado de esta puja surgen las ‘participaciones relativas’ de cada agente en el precio del producto. El punto ‘c)’ podría ser un nexo para introducir la escasez de recursos naturales en el análisis, que hasta ahora ha sido ignorado. B) Compatibilidades y metáforas En un simposio reciente sobre post-keynesianismo y economía ecológica organizado por Mearman (2005a), un conjunto de autores destacan algunas posibles coincidencias entre las dos escuelas. Holt (2005) expresa, por ejemplo, que la noción de sustentabilidad es análoga a la idea post-keynesiana de que el gobierno debe cumplir con la función de estabilizar la economía frente a posibles crisis. En tanto Christensen (2005) destaca las raíces históricas de la escuela, afirmando que las ideas de los clásicos como A. Smith o W. Petty estaban fuertemente influenciadas por consideraciones acerca de la naturaleza. Sin embargo, es posiblemente más que nada una cuestión metafórica lo que (hasta ahora) acerca a estas escuelas. Holt (2005) explica que ambas tienen en común la noción de tiempo real o histórico, la incertidumbre y el pluralismo metodológico. Respecto de este último punto, Courvisanos (2005), entre otros, es optimista en relación a ciertos métodos de análisis modernos como la teoría de sistemas o la teoría de complejidad, que parecieran ser aplicables a los temas ambientales. 15 3.4) El esquema o circuito tecnológico A continuación intentaremos efectuar una generalización de los conceptos desarrollados por la heterodoxia en relación a la cuestión ambiental, re-interpretando algunos de estos conceptos en términos de un esquema o circuito tecnológico. Nuestra propuesta es preliminar y no pretende ser exhaustiva en modo alguno, pero consideramos que es un posible punto de partida para analizar la problemática de la economía ecológica desde una visión heterodoxa más integral. Sea Ti t una tecnología (i.e. modo de combinar recursos o elementos de distinto tipo) prevaleciente en el lugar ‘i’ en el momento ‘t’. Los recursos o elementos a combinar incluyen diferentes tipos de capital, como capital físico (K), capital humano (H), capital natural (R), capital social (S) y fuerza de trabajo (L)11. El trabajo puede ser interpretado como un tipo de capital si pensamos en los trabajadores como un stock biológico (de seres humanos) que produce servicios laborales (esto es análogo a la idea de máquinas que producen servicios de capital, fuerza motriz, etc.). La relación puede escribirse de la siguiente manera12: ― Q (Producto: bienes y servicios de todo tipo; conocimiento) ― D (Subproducto: desperdicios o desechos) Ti t ( L, K, R, H, S ) L = stock biológico que produce servicios laborales K = stock de maquinarias, infraestructura, herramientas, etc., producto de la creación humana R = stock de minerales, vida animal y vegetal, tierra, agua, atmósfera, etc. H = stock de conocimientos S = stock de relaciones y normas sociales que producen capacidad de interrelación u organización (instituciones formales e informales en un sentido amplio; Hodgson 2006) Como resultado del proceso de transformación obtenemos: a) el producto ‘Q’ que incluye bienes de consumo, intermedios, de capital, servicios y conocimiento; y b) el subproducto ‘D’ que representa los desperdicios que surgen como consecuencia del proceso, en forma de residuos o contaminación. Ahora bien, es importante notar que este proceso es dinámico, es decir, Q y D tienen un impacto ulterior sobre L, K, R, H, S. El producto afectará el stock L, por ejemplo, a través de los bienes de consumo que se requieren para la subsistencia humana (Q―. Algunos bienes se utilizan como insumos intermedios en la producción de nuevos bienes de capital (Q―K), o de nuevos conocimientos (Q―H). Del mismo modo, una computadora puede ser utilizada para mejorar los sistemas de organización (Q―S), o algunos conocimientos ser aplicados para la preservación de ciertos recursos naturales (Q―R). Por su parte, el subproducto o desecho D incide sobre L, por ejemplo, deteriorando la salud de los seres humanos y en consecuencia su capacidad de generar servicios laborales (D― ó ño ― í í su potencial para otros usos ― ón directa sobre H o S, porque el subproducto D es un subproducto material (físico, químico, etc.) que por lo tanto puede afectar sólo a los elementos de existencia material como los seres vivos, el capital físico o la biósfera en Por razones de simplicidad omitiremos el ‘capital financiero’ (ver secci Ns 11 12 16 general. El capital humano (H) y social (S), en tanto, tienen una existencia ideal (no material) que no está sujeta a daño o deterioro físico. Si bien los feedback específicos que tienen lugar desde (L, K, R, H, S) hacia (Q, D) y viceversa no pueden ser desarrollados en forma general sino que dependen de cada caso de análisis en particular, en lo que sigue intentaremos llevar a cabo una descripción algo más concreta del proceso transformador que tiene lugar en una socio-econo-ecología dada, a los fines de poder relacionar el esquema o circuito tecnológico con las consideraciones que realizáramos anteriormente sobre el MTASN. Antes que nada, es necesario aclarar que el stock de cada una de las clases de capital en un momento dado no sólo se ve afectado por Q y/o D, sino por cada uno de los restantes tipos de capital. En símbolos: L, K, R, H, S t ― Q, D t ― L, K, R, H, S t + 1 lo que muestra el ‘círculo tecnológico’ permanente que tiene lugar a partir de la actividad productiva y transformadora del hombre (De Gregori 1987). En este sentido, podemos intentar desagregar un poco más los efectos, de la siguiente manera13: L = fL [ Q (bienes de consumo, ‘necesidades vs. deseos’); D (salud); L (factores demográficos); S (características sociales de la reproducción, normas respecto a quin puede trabajar o no) ] K = fK [ Q (bienes de capital); D (aumento de la tasa de depreciación); K (obsolescencia, depreciación, stock de capital anterior); S (grupos con distinta PmgS, cultura respecto de la formación de capital, estabilidad y credibilidad institucional) ] R = fR [ Q (bienes y servicios para mantener recursos renovables, conocimiento para la creación de nuevos recursos); D (polución); R (obsolescencia, tasa de uso de los recursos no renovables); S (actitud y normas respecto del conservacionismo) ] H = fH [ Q (nuevo conocimiento); H (obsolescencia, stock de conocimiento anterior); S (sistema de educación y normas respecto a la misma) ] S = fS [ Q (nuevo conocimiento institucional u organizacional) ; S (obsolescencia institucional, historia institucional) ] ―agencia humana Para que el stock biológico de seres humanos capaces de ofrecer servicios laborales (L) se mantenga, es necesario que existan bienes en forma de alimentos que contribuyan a su subsistencia. Aquí surge de lleno el dilema ‘necesidades’ vs. ‘deseos’ que se plantean casi todas las escuelas heterodoxas (hasta qué punto es necesario un auto último modelo para la subsistencia y el bienestar humano?)14. Asimismo, la contaminación ambiental que surge como subproducto del proceso productivo (D) ocasiona diversos problemas de salud que repercuten sobre la cantidad y calidad de L. Si bien no está incluido en la función fL, podríamos pensar que H, a través de los nuevos descubrimientos de la medicina, afecta a L justo en el sentido contrario. La evolución previa del stock biológico que constituye la fuerza laboral también impacta sobre sus posibilidades futuras, de allí la importancia de los gico lgico y psicolgico, para contemplar el hecho de que el no satisfacer necesidades ms elevadas (o de lujo) puede ocasionar frustracin y afectar la calidad de la prestacin de servicios laborales. 14 17 factores demográficos. Finalmente, el stock de instituciones es crucial ya que incidirá, por ejemplo, sobre las características de la reproducción biológica y/o sobre las normas respecto de qué grupo de seres humanos forman parte de L o no (éste es el caso de países con legislaciones que prohíben trabajar a las mujeres, los niños, los inmigrantes, etc.). Los factores que afectan al stock de capital físico son más conocidos, ya que de ellos se ocupa generalmente la teoría económica tradicional. En general, K es igual al stock en el período anterior, más los bienes de capital nuevos (inversión), menos la depreciación y el descarte por obsolescencia. A ello podemos añadir el efecto de D, ya que es posible que la contaminación contribuya a acelerar el ritmo de desgaste de los bienes de capital. El stock de instituciones S también es fundamental, puesto que afectará la ‘cultura de ahorro e inversión’ propia de una sociedad y tendrá un impacto directo sobre la acumulación de capital físico vía la calidad del marco institucional para las inversiones. En tercer lugar, el stock de capital natural estará en función de Q, pudiéndose citar como ejemplo el hecho de que algunos recursos naturales como los rodeos de ganado necesitan de bienes y servicios tales como alimentos balanceados o servicios veterinarios. Del mismo modo, el conocimiento producido en un período puede ayudar a incrementar el stock de recursos naturales (ej. descubrimiento de nuevos materiales). En este caso, los desechos (D) que emanan del proceso productivo tienen un impacto directo en la cantidad y calidad del capital natural. La tasa de uso de algunos recursos, así como la obsolescencia de otros por la aparición de nuevos recursos son también factores importantes. Al igual que en los casos anteriores, las normas sociales e institucionales cumplen un papel significativo al moldear las actitudes sociales respecto de la conservación del stock de capital natural. Con respecto al capital humano, el stock de conocimientos en un momento dado depende directamente del stock de conocimiento anterior (H) y el conocimiento añadido en el período corriente (Q). En otras palabras, es un proceso que exhibe feedbacks positivos: cuanto más conocimiento poseamos hoy, más poseeremos mañana. Por cierto que esto no es inexorable, ya que hay casos en que si bien el stock de conocimientos no se deteriora, éste pierde vigencia o se desacelera (a veces sustancialmente). La magnitud en la que se aprovecha la multiplicación del conocimiento depende en gran medida de cuestiones de orden político-institucional, como el alcance y eficacia de los sistemas de educación de cada país. Así vemos como, también para H, el stock de instituciones S juega un rol fundamental. Finalmente, dicho stock de capital socio-institucional ― ón, reproducción y transformación de las estructuras sociales (ver sección 2.1) determinado por el conocimiento social, organizacional, cultural o institucional, el cual depende de la agencia humana en forma directa. Por otra parte, las instituciones pueden volverse obsoletas y suele darse una situación de dependencia histórica (path-dependency) respecto del tipo de normas que prevalecieron en el pasado (S). En este punto del circuito tecnológico se da, por lo tanto, el contacto con el MTASN. Para repetir, insistimos en que el desarrollo llevado a cabo en esta sección es meramente ilustrativo. En las funciones fi planteadas más arriba podrían agregarse numerosos efectos e impactos adicionales, haciendo depender a L, K, R, H, S de cada uno de los restantes elementos en forma compleja. Sin embargo, esto sólo tiene sentido al estudiar casos prácticos o fenómenos concretos, donde una parte importante del estudio consistirá en identificar las cadenas de relaciones (al menos las más importantes) que tienen lugar entre los distintos elementos. Planteado de esta manera general, no obstante, el circuito tecnológico es útil para mostrar cómo los distintos temas económicos, sociales y biológicos15 pueden visualizarse En la discusión previa mencionamos temas como la producción, la salud, la educación, el consumo, las instituciones, la polución ambiental, las técnicas para la reproducción animal, las expectativas y actitudes sociales, etc.; que en el marco de la economía mainstream rara vez se estudian en forma integrada. 15 18 como partes de un esquema integral y no como compartimentos estancos del conocimiento. En la siguiente sección nos explayaremos más sobre la conexión con el MTASN. 3.5) Conexión con el MTASN y los énfasis particulares de las escuelas heterodoxas La elaboración del circuito tecnológico surgió, en gran medida, de tomar en cuenta varios de los elementos que diversas escuelas heterodoxas han aportado en su discusión sobre los problemas del medio ambiente y el capital natural. Es decir, procedimos en el sentido contrario a la sección 2 de este trabajo. En dicha sección presentamos al MTAS como un modelo abstracto y general, que afirma ser una representación global de la cual los distintos enfoques heterodoxos constituyen instancias particulares. A su vez, criticamos el hecho de que el MTAS pareciera no incluir consideraciones respecto del reino natural con lo cual perdería generalidad, ya que dejaría afuera a una rama importante de la heterodoxia cual es la economía ecológica. A diferencia de ello, en la sección 3 partimos de conceptos particulares e intentamos llevarlos a un marco global. xiste algún punto de unión entre dicho marco global, esto es, el circuito tecnológico, y el MTASN (que vendría a ser, para recordarlo, el modelo transformacional de la actividad social ampliado para incluir el sustrato físico-biológico de la actividad económica)? Creemos que la respuesta es afirmativa. El MTAS nos explica la manera en que tiene lugar la interacción entre agentes (individuos intencionales) y estructuras sociales. Esta es una relación de tipo sistémica, donde agentes y estructuras constituyen niveles diferentes dentro del sistema, dependiendo cada nivel del otro, afectando cada nivel al otro, pero siendo irreducible uno al otro. Dentro del circuito tecnológico presentado en la sección 3.4, dicha interacción biunívoca tiene lugar dentro de fS . La agencia humana transforma el stock de capital socioinstitucional (S), en tanto que éste moldea (parcialmente) la acción humana. A su vez, el conjunto de normas institucionales (formales e informales) que surgen de este proceso, repercute sobre el resto de las actividades y, en última instancia, sobre el stock de capital físico, natural, humano, y la fuerza de trabajo. Expresado sintéticamente: ― ― Agencia humana <― Esta es una manera posible (aunque sin dudas no la única) de entender al modelo transformacional de la actividad social de un modo amplio, tal que incluya el sustrato ecológico. Es decir, es una forma concreta que podría tomar el MTASN. Un tema adicional que queda por discutir es mostrar que en esta versión específica del MTASN, las diferentes escuelas heterodoxas (esta vez incluyendo a la economía ecológica) pueden seguirse visualizando como enfoques con intereses o énfasis particulares en distintas partes del modelo, que sin embargo aceptan su visión general. En efecto, podemos pensar en la economía feminista como una corriente que hace hincapié en los determinantes del elemento L (función fL); en particular, en temas como la reproducción, la relación entre instituciones, género y mercado laboral, o bien la idea de provisión y satisfacción de las necesidades para la subsistencia y el bienestar humanos. Esto no implica que dicha escuela niega la importancia de otros elementos como la acumulación de capital físico, el capital humano, o los procesos de conservación de recursos naturales. Pero dentro de esta visión integrada, es posible afirmar que los autores feministas han prestado más atención, o han centrado su interés, en ciertos tópicos. De la misma manera, podemos ubicar al post-keynesianismo como ocupándose primordialmente de los determinantes de la inversión y el crecimiento económico, lo cual 19 implica un énfasis especial en fK. No obstante, como se mencionara antes, se observa un interés creciente por parte de los investigadores post-keynesianos en expandirse hacia otros ámbitos como el capital natural o la formación de capital humano, considerando que estos fenómenos forman parte de la realidad social y económica. La economía ecológica propiamente dicha puede situarse, indudablemente, como centrada en resolver las cuestiones relacionadas con los recursos naturales y el ambiente (esto es, en fR). La economía institucional y evolucionista, en tanto, se focaliza en el proceso transformador de las instituciones y las repercusiones de éstas sobre la agencia humana (fS); así como también en el papel de la innovación y el cambio tecnológico como fuente u origen del cambio social (fH). Es síntesis, nuestra propuesta para la elaboración de una versión específica del MTASN: (i) cumple con las condiciones de generalidad del MTAS aducidas por el realismo crítico; (ii) muestra a las distintas escuelas heterodoxas como instancias particulares del mismo; pero además (iii) incluye el sustrato físico-biológico explícitamente, como parte integral del modelo. 4. Conclusión En el presente trabajo hemos intentado llamar la atención sobre los siguientes aspectos de la economía ecológica como una escuela independiente de pensamiento: 1. La economía ecológica, o al menos una rama importante dentro de la misma, cumple con todas las características para ser considerada una escuela heterodoxa. Prueba de esto es que se observan numerosas críticas por parte de los autores ecologistas hacia la teoría neoclásica, como por ejemplo la omisión que ésta hace de los condicionamientos culturales, el altruismo, el rol de los hábitos y las instituciones, las consideraciones éticas que subyacen al mercado, las distintas formas de propiedad, la tecnología, la incertidumbre medioambiental, y las distintas formas de entender el problema de la sustentabilidad. 2. Sin embargo, para tener un estatus similar al de las restantes escuelas heterodoxas, la economía ecológica debería ser asimilable al modelo transformacional de la actividad social, que ha surgido en los últimos años como un marco ontológico general en el cual se insertan, respondiendo a intereses o énfasis particulares, todas las escuelas. 3. Esto hasta ahora no ocurre porque el MTAS no hace consideraciones explícitas respecto del reino natural. Como expresa Mellor, el realismo crítico ha “sobre-enfatizado los aspectos sociales o el subjetivismo, [lo] que niega la realidad y la agencia del universo natural” (2005:125). En este artículo, no pretendemos afirmar que el realismo crítico está en contra de incluir consideraciones del medio ambiente; simplemente hacemos notar que ésta es una omisión importante, así como una posible vía de ampliación del MTAS. 4. Dicha ampliación podría tomar en cuenta el trabajo de otros autores que también han desarrollado versiones sistémicas de la socio-econo-ecología como Bunge (1999) o Gallopín (2003). La importancia de extender el MTAS en este sentido es que de no hacerlo, se corre el riesgo de que la economía ecológica termine por ser absorbida completamente por el mainstream, una tendencia que se viene verificando en forma creciente en la última década (Rpke 2005). 5. Por otra parte, hemos señalado que algunas escuelas heterodoxas, en forma independiente, han incursionado en los temas del medio ambiente como base fundamental de la actividad económica y social. Asimismo, intentamos sistematizar estas ideas de modo de ofrecer una forma concreta que podría tomar el MTASN. 20 6. Lo anterior sirve para mostrar, además, la medida en que la relación entre el realismo crítico y las restantes corrientes heterodoxas es de doble vía; es decir, los intereses substantivos de las distintas escuelas también pueden contribuir a ampliar la visión más general del primero. La problemática ecológica, como tema transversal a la heterodoxia, es un ejemplo puntual en este sentido. 7. Con respecto a las posibilidades de investigación futura, pueden mencionarse: a) la aplicación del modelo general desarrollado en la sección 3.4 a casos particulares de regiones o sectores de actividad económica, b) la demostración de cómo funcionaría este modelo bajo distintos sistemas de valores subyacentes, c) consideraciones de sustentabilidad respecto, por ejemplo, de la actividad turística, o d) la explicación de cambios institucionales o tecnológicos ante episodios de variaciones en el ambiente. 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