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216 Entre la imprudencia y la avaricia. Consecuencias del mal gobierno Llevan mucha prisa —dijo el principito— ¿Qué buscan? Hasta el hombre de la locomotora lo ignora —dijo el guardagujas. F a curso gurméndez Antoine de Saint- Exupéry ferrol ana lisis 25.indd 216 Hace ya bastantes años, mi universidad me encargó unas charlas informativas para alumnos próximos a concluir el bachillerato y, junto a otros colegas, peregrinamos por los institutos de Galicia para hablarles de las distintas carreras. Recuerdo todavía cómo les resultaba fácil a médicos y juristas entrar en materia, mientras que la economía presentaba más obstáculos. Partiendo de la objetivación de las respectivas funciones sociales, la medicina está al servicio de la salud, el derecho procura la justicia, pero ¿y la economía? Entonces se cubría el expediente poniendo la profesión, en sus múltiples facetas, a la búsqueda de sociedades más justas, en la lucha contra la pobreza. A día de hoy, “n” reformas educativas después, nuestros jóvenes tienen la oportunidad de acercarse a la lógica económica en edad más temprana; lo que ya no es tan seguro es que en esa introducción preuniversitaria se les transmita —más allá de algunas técnicas elementales y excesivos prejuicios nocivos en exposiciones hiperideologizadas— un conjunto de valores que deberían impregnar los objetivos de la economía y que a mi juicio siguen instalados en aquella lejana exposición: menos desigualdad y minimización del número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Sin embargo, la profunda crisis financiera y económica que estamos sufriendo todavía refleja una irresponsabilidad individual y colectiva que está íntimamente ligada a una visión —tanto instrumental como teleológica— de lo económico, situada a años luz de planteamientos éticos, modo de ver el mundo fundamentalmente a-moral. 9/11/10 17:04:47 Luis Caramés Viéitez 217 Prácticamente todos los economistas han visto en la renta y la riqueza los medios necesarios para alcanzar fines verdaderamente humanos. Y siempre alertaron de los peligros del reduccionismo: buena parte de la actividad del hombre no se rige exclusivamente por la búsqueda del éxito económico pues el altruismo siempre ha estado ahí, más allá de la tan popular “caridad espectáculo”, omnipresente en el mundo actual. En definitiva, el telón de fondo de la actividad económica habrá de consistir en una buena combinación entre el tener y el ser. En línea con los teóricos de la Escuela de Salamanca, la economía debería verse como un proceso cuyo objetivo es proporcionar mayores grados de libertad a las generaciones futuras. Ser rico, podríamos decir parafraseando a Malthus, es saber apreciar y disfrutar una sinfonía, un cuadro, un poema. Por eso es tan importante la educación, que modela la sensibilidad. Nuestros gustos no son ferrol ana lisis 25.indd 217 ni innatos ni determinados genéticamente sino influenciables por la cultura, la educación, aunque también por la publicidad. Precisamente, el “corpus” teórico de la economía se refiere a la “soberanía del consumidor” que, a través de su demanda, orienta la producción y las inversiones de las empresas. La gran pregunta continúa siendo si los precios armonizan las estructuras de la producción con las preferencias de los consumidores o si la publicidad dirige los gustos de la gente al objeto de ajustarlos a esa estructura. Por supuesto que desenvolvemos nuestra vida en un marco en el que existe la libertad para elegir, aunque no siempre seamos conscientes de cómo se forma nuestra demanda. Por eso es tan importante la formación y también la enseñanza de la economía desde el bachillerato. Más y mejor educación va a significar mayor capacidad e independencia para elegir. Pero volvamos al escenario de la crisis, que nos tiene postrados en una especie de depresión colectiva reforzando, a través de mecanismos de “feed back”, unas expectativas pesimistas. Esta crisis ha puesto al descubierto una compleja red de comportamientos ilícitos o de ética blanda, que se multiplican cuando el mercado o, más propiamente la autorregulación, falla y no cumple sus funciones, generando redistribuciones de riqueza injustas, agravando la crisis y dificultando la recuperación. Digámoslo más esquemáticamente: el mercado falla cuando genera beneficios y rentas que no tienen el respaldo de la producción de bienes y servicios y propicia redistribuciones no justificadas por el valor que se aporta a la producción. En este sentido, la crisis actual proviene de comportamientos ilícitos de algunos intermediarios financieros. Claro que la intermediación es necesaria, pero el dinero ha sido creado fundamentalmente para facilitar los cambios, F a curso gurméndez Ilustración: Eduardo Estrada. 9/11/10 17:07:11 Entre la imprudencia y la avaricia… 218 siendo a la economía lo que la lengua a la comunicación, acelerando los intercambios, antiguamente embridados por el trueque. El dinero ofrece una cierta libertad en el espacio y en el tiempo pero estando las finanzas al servicio del hombre. complejos turísticos y comerciales que, a la postre, quedarían vacíos. Un fermento auténtico de burbujas especulativas y ganancias rápidas que beneficiaban a unos pocos en el corto plazo y, con el tiempo, acabarían perjudicando a toda la sociedad. Los intermediarios financieros desarrollan formas para reducir y repartir riesgos pero la falta de regulación acabó por alentar una actuación desligada de la actividad económica real. Pronto surgieron mercados y entidades que actuaron al margen de un adecuado control y, usando sofisticadas tecnologías, generaron transacciones financieras que acabaron por multiplicar por mucho el valor de las transacciones comerciales. Una sociedad sumergida en unas expectativas de ganancias permanentes que, por si fuera poco, contribuyen a degradar la naturaleza y a nutrir la corrupción. Actuando así, muchos bancos y otros intermediarios financieros aumentaban y concentraban riesgos, en lugar de reducirlos y dispersarlos. Y todo con la protección, en última instancia, del contribuyente, que había de aportar su sacrificio para evitar quiebras y perniciosos contagios en un mecanismo tan delicado como es el sistema financiero. Cuando las burbujas estallan, es el sector público el obligado a utilizar fondos públicos para rescatar a las entidades irresponsables, evitando males mayores. En definitiva, la consagración de una perversa asimetría que impide drásticas terapias como las que derivarían del funcionamiento estricto del mercado. F a curso gurméndez Parecía existir una especie de consigna que patrocinaba el aumento de la financiación, sin reparar en la solidez de los prestatarios, mucho menos aún en la utilidad social de las operaciones. Floreció así el método de mover el dinero troceando y “empaquetando” activos financieros sin una garantizada cobertura, en muchas ocasiones para posibilitar la construcción de edificios desocupados o ferrol ana lisis 25.indd 218 En los últimos tiempos se ha producido tal trasgresión ética que, olvidando incluso algunos elementos asumidos de legitimación —“ethics is good business”—, aquellos que han contribuido esencialmente al desastre, a la pura y dura especulación destructiva, se siguen repartiendo primas escandalosamente cuantiosas, nutridas en muchos casos de los rescates y ayudas públicas. Al fin y al cabo, la muestra patente de que el dinero es mejor servidor que dueño. Si observamos cómo se sigue y controla la trazabilidad de los productos farmacéuticos y alimenticios, con la exigencia de rigurosas autorizaciones, se entiende mal el porqué de la laxitud ante la generación de créditos tóxicos, que acaban por conducir a crisis de liquidez, afectando a toda la sociedad. Ha de volver una inteligente reticencia ante la autorregulación de los mercados financieros para que se reconcilien con sus fines genuinos: financiar la economía y facilitar los intercambios. El modelo actual se creó entorno al crédito fácil de los bancos y la burbuja de los precios del ladrillo. 9/11/10 17:07:12 219 La cineasta italiana Sabina Guzzanti presentó en la “63 edición del Festival de Cannes (2010) el documental Draquila, mostrando a Berlusconi salpicado por la corrupción que imperó tras el terremoto de L’Aquila. Imagen inspirada en La Creación de Adán de la Capilla Sixtina, obra de Miguel Ángel. La miseria ética se manifiesta por el desequilibrio entre el tener y el ser, utilizando además medios injustos. No es sano compensar la insatisfacción en el orden del ser con el afán desmesurado de tener, obviando la relación con la naturaleza, el otro y el propio yo. No podemos por menos que dirigir la mirada más allá de la gigantesca perplejidad en la que se ha visto sumida buena parte de la humanidad. No se puede colocar como maquinaria motriz del desarrollo la codicia exacerbada, ni convivir sin desasosiego ni inquietud con una verdadera estafa antropológica. En definitiva, no debemos excluir la ética de las relaciones económicas. ferrol ana lisis 25.indd 219 El economista Paul Samuelson solía decir que la suya era una ideología sencilla, que favorecía al desvalido y que aborrecía la desigualdad. Este premio Nobel, que gustaba de análisis técnicos profundos y formalmente elegantes, sabía, y lo hacía explícito, que la economía no exige la neutralidad ética. Pero subidos al ciclo largo del crecimiento habíamos olvidado que la propia lógica subyacente al auge acabaría por darnos de bruces con la recesión. Y ahora reparamos en la ausencia de ética, que nos ahoga igual que la falta de oxígeno, como refería Amartya Sen: no nos damos cuenta de su importancia hasta que comienza a escasear. No tiene sentido excluir la ética de las relaciones económicas, antes al contrario, su presencia contribuye a conseguir sus objetivos: crear las buenas condiciones para la existencia de una sociedad equitativa y democrática de ciudadanos libres. La crisis nos ha puesto ante ese desafío, cuya respuesta —sin negar el mercado— no puede consistir en su idolatría. La competencia es beneficiosa siempre que se practique en un marco jurídico transparente, que defina límites que preservan el respeto por el ser humano, por la sociedad y por el medio natural. La economía, digámoslo alto y claro, no es un fin en sí misma, no nos puede hacer olvidar la jerarquía ética de las cosas. No hay, sin embargo, muchas razones para el optimismo ya que no hemos sabido anclar nuestras relaciones sociales y económicas en auténticos valores, circunstancia que no ha sido combatida adecuadamente desde la escuela. Una sociedad que sacraliza de facto la asimetría entre derechos y obligaciones es una sociedad desequilibrada, tanto en el plano individual como colectivo, hambrienta de bienes que acaben por ser el paradigma del bienestar. Pero ha de llegarse al convencimiento de que la economía sólo será útil si introduce consideraciones éticas en sus fundamentos. Bibliografía BAUMOL, W.J. (1991) Perfect markets and easy virtue, Blackwel, Oxford. CRANACH, M. von (2008) “Pas d’économie au service de l’homme sans fondements éthique”, Horizons et debats, nº44. GALAVIELLE, J.P. (2002) “De l’éthique économique a la éthique des affairs”, Document de Travail, Université Paris 1. LIPOVETSKY, G. (1992) Le crépuscule du devoir, Gallimard, París. ULRICH, P. Y MASTRONARDI, Ph. F a curso gurméndez Hoy ya no se puede negar que uno de los vectores de la crisis es el de la ética. La crisis viene de esos comportamientos que hemos esbozado, pero también, como se ha dicho, del corazón del hombre. Está ligada a la desmesura, a aquello que los griegos llamaban “hybris”. El propio sistema segrega incontrovertibles señales de una hipocresía individual y colectiva, como son, por ejemplo, los paraísos fiscales, al mismo tiempo que se hacen peticiones de principios acerca de los valores. 9/11/10 17:07:13