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XIV International Economic History Congress (Helsinki, Finland, 21 to 25 August 2006) Session 55: The modernization of tax systems in Latin America and the Iberian Peninsula: a comparative perspective Kendall W. BROWN (Brigham Young University, EE.UU.) kwb3@byu.edu Ponencia: La transformación del la real hacienda peruana bajo los borbones: el caso de Arequipa RESUMEN: Durante el siglo XVIII, el gobierno español instituyó una serie de reformas fiscales en el imperio con la meta de fortalecer el Estado y proveer ingresos para pagar los gastos militares. Desde la perspectiva administrativa, estas reformas contribuyeron a la modernización del sistema fiscal. Por emplear a un número más grande de funcionarios, la real hacienda pudo eliminar la práctica tradicional de cobrar los impuestos por arrendamiento o encabezamiento. La introducción de contabilidad por partida doble dio al gobierno una visión más clara de la recaudación de los impuestos y los gastos fiscales. Durante los años que inmediatamente siguieron a las reformas, la hacienda arequipeña produjo una cantidad mucho más grande de rentas. Las reformas, sin embargo, no consiguieron modernizar el sistema fiscal colonial. En vez de estimular la producción económica regional a largo plazo, los impuestos nuevos y las tasas más altas tendían a dañar la economía arequipeña. Las reformas fiscales hicieron poco para crear impuestos más equitativos entre los súbditos peruanos y tampoco tuvieron como una meta principal la promoción del bienestar social. A la verdad la política fiscal y los impuestos nuevos fueron una causa importante de la gran Rebelión de Túpac Amaru (1780-1781). 2 Paper The Transformation of the Peruvian Royal Treasury under the Bourbons: The Case of Arequipa ABSTRACT: During the eighteenth century, the Spanish government instituted a series of fiscal reforms throughout the empire in an attempt to strengthen the state and provide revenues for military spending. From an administrative perspective, these reforms contributed to a modernization of the treasury system. By hiring more officials, the treasury was largely able to stop the traditional practice of tax farming. Introduction of double-entry accounting gave the government a clearer understanding of the state of tax collection and treasury expenses. In the years immediately following the reforms, the Arequipa treasury produced a significantly higher level of revenue. In important respects, however, the reforms failed to modernize the colonial fiscal system. Rather than stimulating long-term economic production, the new taxes and higher rates harmed the economy of Arequipa. The fiscal reforms made little attempt to achieve an equitable tax burden among the citizenry nor did they aim to promote the social well-being of the populace. Indeed, the fiscal policies and new taxes were a principal cause of the Tupac Amaru Rebellion (1780-1781). 3 Al amanecer la edad moderna, la monarquía española borbónica impuso una serie de reformas fiscales para aumentar sus ingresos y para consolidar su control sobre el imperio. La historia de Arequipa durante el siglo XVIII demuestra los resultados mezclados de estas iniciativas, en proveer al gobierno una renta más grande y el grado a lo cual las reformas modernizaron la región social y económicamente. Entre otras características la modernización significa igualdad y un estado cada vez más poderoso y centralizado. En el antiguo régimen, dice el historiador Roberto Darnton, “la mayoría de la gente daban por supuesto que los hombres eran desiguales, que la desigualdad era una buena cosa, y que se conformaba con la orden jerárquica construida en la naturaleza por Dios mismo”.1 La sociedad moderna mantiene que “todos los hombres son creados iguales”. En la orden feudal, los nobles gozaron de la libertad de ciertos impuestos porque eran miembros de un estado privilegiado. La modernidad sostiene que todos deben tener privilegios iguales y obligaciones iguales. Es decir un sistema fiscal modernizante tendría el propósito de sujetar a todos los ciudadanos a los mismos impuestos más bien que a eximir algunos debido a su raza, su etnicidad o su privilegio social. Para realizar sus propósitos fiscales, un sistema modernizante tendría, según Max Weber, la tendencia de burocratización: el empleo de funcionarios asalariados en vez de recaudar los impuestos por arrendamiento o encabezamiento; jurisdicciones administrativas bien definidas; reglas escritas de 1 Robert Darnton, “What Was Revolutionary about the French Revolution?” The New York Review of Books, 35:21-22 (January 19, 1989), 4. 4 procedimientos; y reclutamiento de funcionarios con formación especializada. Para el siglo XVIII estas características representaban cambios con respecto al sistema del régimen antiguo, tanto con las instituciones y procedimientos administrativos como con los preconceptos de quién debería pagar los impuestos. Así representa, en las palabras de Juan Pro Ruiz, “una ruptura con la tradición”.2 Pro Ruiz afirma también que la modernización fiscal promueve, entre otras cosas, “el crecimiento económico, el bienestar social, la igualdad entre los ciudadanos, el reparto equitativo de la riqueza, la lucha contra la pobreza y la sostenibilidad del crecimiento económico a largo plazo”.3 En cuanto al poder del estado, el siglo XVIII era el período del absolutismo real, cuando los monarcas aspiraron realzar su control sobre sus súbditos. Las monarquías llegaron a ser más fuertes en parte debido al aumento en el tamaño de sus gobiernos. El crecimiento de burocracias políticas y fiscales dio lugar en parte debido a la necesidad de recaudar fondos para la paga de un ejército y una marina de guerra más grandes, requeridas por las muchas guerras durante el siglo. No importaba si la nación era el agresor o intentaba solamente defenderse, necesitó a fuerzas militares poderosas. España tuvo que defender no solamente sí mismo pero su imperio. Esto requirió infusiones financieras masivas para proteger las colonias contra invasiones enemigas y para construir los buques de guerra capaces de defender el comercio marítimo. Cuando Carlos III (1759-1788) adoptó una política extranjera altamente agresiva, la necesidad de ingresos fiscales incrementó 2 3 Pro Ruiz, “Notas sobre la idea de ‘modernización fiscal’,” trabajo inédito, 9. “Notas”, 12-13. 5 dramáticamente.4 Mientras que las presiones impositivas crecían, los burócratas, los soldados y el policía eran necesarios para recoger los impuestos y mantener la orden pública. En realidad los estados del siglo XVIII crecían principalmente en virtud de las muchas guerras y los impuestos que recaudaron para financiarlas.5 Las reformas fiscales borbónicas instituidas en el Perú meridional eran de dos tipos complementarios. 6 Desde 1752, pero principalmente entre 1775 y 1780, los funcionarios reales instituyeron nuevos impuestos e incrementaron otros para generar más renta. Entonces, a partir la 1780 a 1785 centralizaron y aumentaron la burocracia fiscal para hacer más eficiente la colección de impuestos. Esto coincidió con iniciativas políticas tales como el establecimiento del sistema de intendentes en 1784 que dieron a la corona mayor control sobre 4 John Lynch describe el militarismo de Carlos III y sus consecuencias financieras en Bourbon Spain (Cambridge, Mass., 1989), 324. Entre las obras sobre las reformas borbónicas fiscales son John Fisher, Government and Society in Colonial Peru: The Intendant System, 1784-1814 (New York, 1970); Oswaldo Holguín Callo, “El visitador Areche y el consulado del comercio de Lima: el problema de la alcabala de rentas”, Boletín del Instituto Riva-Agüero 9 (1972-1974), 83-109; Jacques A. Barbier, “Peninsular Finance and Colonial Trade: The Dilemma of Charles IV’s Spain”, Journal of Latin American Studies 12:1 (1980), 21-37; Jacques A. Barbier y Herbert S. Klein, “Revolutionary Wars and Public Finance: The Madrid Treasury, 1784-1807”, Journal of Economic History 41:2 (1981), 315-339; Scarlett O’Phelan Godoy, “Las reformas fiscales borbónicas y su impacto en la sociedad colonial del Bajo y el Alto Perú”, Historia y Cultura 16 (1983), 113-128; Oscar Rodríguez, “Anotaciones al funcionamiento de la real hacienda en el nuevo reino de Granada. Siglo XVIII”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 11 (1983), 71-88; Herbert S. Klein, “La economía de la Nueva España, 1680-1809: un análisis a partir de las cajas reales”, Historia Mexicana 34:4 (1985), 561-609; Álvaro Jara, “Años de guerra y presión fiscal en América a fines del período español: notas para una renovación de la historia americana”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas 23 (1986), 173-187; Kendall W. Brown, Bourbons and Brandy: Imperial Reform in Eighteenth-Century Arequipa (Albuquerque, 1986); José Coello, “The Economic Impact of the Bourbon Reforms and the Late Colonial Crisis of Empire at the Local Level: The Case of Saltillo, 1777-1817”, The Americas 44:3 (1988), 301-323; Herbert S. Klein, The American Finances of the Spanish Empire: Royal Income and Expenditures in Colonial Mexico, Peru, and Bolivia, 1680-1809 (Albuquerque, N. M., 1998); y Carlos Newland y Martín Cuesta, “Revueltas y presión impositiva en el espacio peruano, 1691-1790”, Revista de Historia Económica 21(2003), 477-500. 5 Véase, por ejemplo, Edgar Kiser y April Linton, “Determinants of the Growth of the State: War and Taxation in Early Modern France and England”, Social Forces 80:2 (2001), 411-448. 6 Guillermo Céspedes del Castillo, “Reorganización de la hacienda virreinal peruana en el siglo XVIII”, Anuario de Historia del Derecho Español 23 (1953), 329-369. 6 Perú meridional y de tal modo facilitaron la imposición de las reformas fiscales. En los ojos de José Pablo Valiente, ministro togado del Consejo de Indias, el sistema de Real hacienda se había arreglado sobre las bases y principios verdaderos de la Economía política: se había dedicado el Gobierno a fomentar todos los ramos de producción y de riqueza natural, contentándose con recoger para los gastos del Estado por mas rectas una parte mínima de aquellos mismos valores que había creado, y cuyo principal goce dejó en las manos de los comerciantes. Los cuantiosos productos de las Aduanas de mar y tierra, vinieron a ser la medida menos equívoca, de la riqueza de los contribuyentes.7 Luego después que fue fundada por los conquistadores españoles en 1540, Arequipa vino a ser el centro económico y religioso dominante en el Perú meridional, pero la centralización política y fiscal real de la región se retrasaron. Arequipa era uno de los centros comerciales principales entre Lima y los mercados ricos de Alto Perú tales como Potosí. Controló el comercio local y también era la sede de la diócesis regional. La autoridad política real, sin embargo, se dispersó entre siete provincias (Camaná, Condesuyos, Arequipa, Cailloma, Moquegua, Arica, y Tarapacá). Cada una tenía su propio corregidor que era directamente responsable al virrey en Lima, el único funcionario peruano que supervisó la región en su totalidad. La provincia de Arequipa no tenía más importancia en cuanto a su jurisdicción que cualquiera de las otras. De una manera semejante, la responsabilidad fiscal estaba dividida entre tres entidades de la Hacienda real, las reales cajas de Arequipa, de Cailloma y de Arica. Cada una recogía y desembolsaba los ingresos reales, bajo la supervisión del corregidor local o directamente de Lima. La escasez de personal fiscal, sin 7 Parecer de José Pablo Valiente, Sevilla, 16 septiembre 1809, AGI, Indiferente General 830. 7 embargo, forzó la Hacienda a depender de entidades fuera de la caja para recaudación de los impuestos. Una manera “era el arrendamiento, sistema por el cual una corporación o particular obtenía en subasta pública el derecho de recaudar a cambio de un canon anual”. La otra manera principal era el encabezamiento, cuando la caja “cobraba el impuesto a una corporación o municipio en base a una estimación, y este último distribuía la carga entre los contribuyentes”.8 Arequipa poseía una economía diversa, aunque la prosperidad de la región dependía del dinamismo de la viniviticultura. Las minas en Cailloma y Huantajaya producían una fuente moderada de plata, pero Arequipa no dependía directamente de la minería como era típico de una gran parte del Perú. El consulado comercial de Lima monopolizó la importación de la mercancía europea, relegando a comerciantes arequipeños a un papel periférico. Los arequipeños dominaban el comercio regional y la agricultura seguía siendo la fundación de la economía local. Autosuficiente en alimentos básicos, la región producía para el consumo local cantidades sustánciales de trigo, maíz, patatas, azúcar, y frutas. El vino y el aguardiente de uva, los dos productos agrícolas de más valor, constituyeron un recurso económico de gran importancia: con un volumen relativamente pequeño, podían ser transportados al Alto Perú y vendidos allí. Los viñedos prosperaron a través de la región, pero los productores más grandes eran los valles de Moquegua, al sur de Arequipa; Vitor, al oeste; y Majes, al norte. Del comercio del vino y del aguardiente la región 8 Carlos Newland y Martín Cuesta, “Revueltas y presión impositiva en el espacio peruano, 1691-1790”, Revista de Historia Económica 21:3 (2003), 482. 8 ganó la plata necesitada para importar las mercancías europeas y para pagar impuestos reales. Las reformas y sus resultados fiscales En 1752 la corona estableció en el virreinato un estanco real lucrativo de tabaco.9 A mediados de 1754 el virrey Superunda creó una administración de tabacos en Arequipa.10 Por 1768 hubo administradores para Arica, Moquegua, Cailloma, Condesuyos, y Camaná, todos subordinados al administrador general en Arequipa. Se mantenían los caudales del estanco separados de la hacienda real y así no afectaron el nivel total de la renta de la caja de Arequipa. El estanco fue lucrativo. A fines de los 1750, producía 17,000 a 18,000 pesos netos anualmente, mientras la caja de Arequipa contó un ingreso grueso de apenas 13,160 pesos durante el año fiscal de 1758-1759. Hacia los años 1780 la renta neta de la administración de Arequipa fue 70,000 pesos anuales, aunque las ganancias tendían a bajar después de eso (véase el Gráfico 1). Los administradores locales remitían casi todo el excedente a Lima, donde se lo gastaba para fines militares, especialmente en Chile, o lo invertía nuevamente en la producción de tabaco. 9 Para un análisis del estanco desde el perspectivo del nivel virreinal e imperial, véase Kathleen Maria Vizcarra, “Markets and Hierarchies in Late Colonial Spanish America: The Royal Tobacco Monopoly in the Viceroyalty of Peru, 1752-1813” (tesis doctoral, University of Illinois at Urbana-Champaign, 2001); y Guillermo Céspedes del Castillo, “La renta del tabaco en el virreinato del Perú”, Revista Histórica 21 (1954), 138-163. 10 Superunda a Ensenada, Lima, 20 dic. 1754, AGI, Lima 1129. El administrador recibía como salario 10% del valor de las ventas del almacén de tabacos y 4% del ingreso neto de los estanquillos. Los minoristas ganaban 10% de las ventas de tabaco procesado y 4% del tabaco en hoja. 9 Grafico 1: Valor neto de la administración de tabacos de Arequipa, 1757-1811 120000 pesos de ocho 100000 80000 tabaco 60000 40000 20000 0 1755 1765 1775 1785 1795 1810 año Fuente: AGN, Real Hacienda, Arequipa 24, 26, 28, 29, 33; AGI, Lima 658, 1092, 1099, 1105, 1228, 1229, 1236, 1237, 1238, 1441. La real caja de Arequipa permaneció, sin embargo, con pocos cambios hasta 1777.11 En aquel año el virrey Guirior mandó cobrar el nuevo impuesto sobre aguardiente, una tarifa de 12.5% sobre la primera venta de aguardiente. Se pretendió que la renta del impuesto ayudara a pagar por la expedición militar que atacó la provincia brasileña de Santa Catarina y las hostilidades que siguieron.12 En 1780 el visitador-general José Antonio Areche incrementó la The expulsion of the Company of Jesus in 1767 gave the crown access to the Jesuits' vast holdings. The properties of the Jesuit colleges of Arequipa and Moquegua had an estimated value of about 700,000 pesos. After an initial attempt to run the haciendas and vineyards itself, the crown soon ordered their sale, which subsequently provided hundreds of thousands of pesos for the royal treasury. Pablo Macera dall’Orso da el valor de la propiedades en “Instrucciones para el manejo de las hacienda jesuitas del Perú (ss.XVII-XVIII)”, Nueva Crónica 2:2 (1966), entre 8 y 9. Véase también AMA, Libros de Reales Cédulas .05, folios 380-404. Se analiza la disposición de las propiedades en Brown, Bourbons and Brandy, 156-158. 12 Representación de la ciudad de Arequipa remitida al consejo con Real Orden de 22 de enero de 1791, folios 1-10, AGI, Lima 939, expediente 63. 11 10 alcabala de 4% a 6%.13 Areche quiso que el fisco aprovechara de la expansión comercial que resultó de la proclamación de comercio libre en 1778. El real en marco de minería (1786) exigió que los refinadores de plata pagaran un real por cada marco de plata que produjeran.14 La última innovación importante ocurrió en 1796, cuando la hacienda real empezó a cobrar el subsidio eclesiástico de 2,000,000 ducados otorgado a Felipe V por el papa Clemente XI en 1722, lo cual la hacienda nunca había conseguido recaudar del clero americano, incluyendo los arequipeños.15 Que la hacienda pudo administrar los nuevos impuestos resultó en gran parte del mejoramiento de la burocracia fiscal. Los oficiales virreinales y especialmente el visitador general Areche y su sucesor Jorge de Escobedo centralizaron la burocracia fiscal y proveyeron más personal. En 1780 Areche cerró la caja de Cailloma, que recaudaba poco más que los impuestos mineros en el asiento de Cailloma, y transfirió sus responsabilidades a la caja arequipeña. Esta caja también recibió la plata excedente de la caja de Arica, que principalmente cobraba los impuestos comerciales del puerto de Arica. Mientras tanto, Areche y virrey Guirior mandaron establecer una aduana en Arequipa en 1779 y se fundaron otras aduanas en Arica y Moquegua, además de 20 receptorías subordinadas por toda la región. La caja de Arequipa tuvo 17 funcionarios en 1784 y la aduana empleó a 15 más, comparado con una 13 Cabildo de Arequipa a Areche, Arequipa, 8 abril 1782, AMA, Libros de Actas de Cabildo 25, folios 4043. 14 Fisher, Government and Society, 138-139. 15 “Libro particular del Ramo de Subsidio que empieza a correr desde 1 de Disiembre de 1791”, AGN, Real Hacienda, Caja de Arequipa 80. 11 burocracia fiscal arequipeña de solamente cuatro antes de las reformas.16 Con los oficiales en Arica, Moquegua y las receptorías periféricas, esto daba al gobierno el personal suficiente para emprender la recaudación eficiente y los procedimientos necesarios de contabilidad. En particular el encabezamiento de alcabalas fue eliminada, pues había bastante personal para recaudarlas directamente. Una otra reforma importante fue la introducción en 1787 de la contabilidad por partida doble. Hubo gran confusión en el inicio, pero el sistema dio al gobierno una visión más clara de los ingresos y los gastos de la hacienda.17 Cuadro 1: Aproximación a la Renta de las Cajas de Arequipa y Cailloma, 1720 y 1780 1720 Ramo Pesos Minería Comercio Indios Oficios Agricultura Iglesia Azogues Total 50,000 7,000 1,000 4,000 4,000 5,000 20,000 100,000 1780 % del total 50 7 1 4 4 5 20 Pesos 60,000 100,000 60,000 7,000 25,000 44,000 30,000 325,000 % del total 17 29 17 2 7 13 9 Fuente: Las cuentas para 1719-21 y 1779-81 en AGI, Contaduría 1823, 1868; AGI, Lima 1282, 1304; y ANP, Real Hacienda, Caja de Cailloma 171 Los impuestos nuevos y la hacienda más eficiente cambiaron la estructura fiscal de la región (Cuadro 1). Anteriormente la caja de Arequipa dependía de la minería por sus ingresos. Cerca de 1720, por ejemplo, los impuestos sobre la 16 17 Brown, Bourbons and Brandy, 180-185. TePaske, Klein, and Brown, Peru, xv. 12 producción minera generaron casi la mitad de las rentas de las cajas de Arequipa y Cailloma y la venta de azogues a los refinadores de plata proveyó un otro 20 por ciento. Ingresos de la población indígena, principalmente de los tributos, constituyeron una parte muy pequeña del cargo de la caja debido a la manera poco controlada por la cual el gobierno los recaudaba y daba cuenta de ellos. De lo cobrado en tributos, el corregidor solía restar su propio salario, los sínodos de todos los doctrineros que trabajaban en las aldeas de su provincial y cualesquiera otros gastos antes de remitir el excedente a la caja. Corregidores, curas y kurakas intentaron esconder tributarios, quizás un tercio de ellos, para impedir la salida de dinero de sus jurisdicciones.18 Fue una lucha continua para la hacienda determinar cuántos tributarios vivían en cada provincia y por lo tanto la cantidad que se debía cobrar. Por estas razones, cerca de 1720 la caja de Arequipa registraba un poco más de 1,000 pesos en tributos (cerca de 1% de la renta total de la caja) aunque sustancialmente más tribute había sido cobrado. En 1780, cuando los oficiales de la caja empezaron a dar cuenta de todo el tributo recaudado, los ingresos de los indios dentro del distrito fiscal llegaron a 60,000 pesos anuales. En parte, el incremento resultó de crecimiento demográfico y procedimientos más eficientes de recaudación pero el cambio en el sistema de contabilidad hizo que el aumento pareciera mucho más grande que fue en verdad. A pesar de la resistencia de los indios y muchos españoles, la hacienda trató de empadronar periódicamente la población indígena. A veces muchos años pasaron sin nuevas revisitas. Mismo al inicio de la década de 1780 las revisitas de casi todas las provincias no estaban corrientes (Cuadro 2). 18 O’Phelan Godoy, “Las reformas fiscales borbónicas”, 125. 13 Cuadro 2: Matrículas de Tributos en el Obispado de Arequipa, 1783 Corregimiento Arequipa Arica Cailloma Camaná Condesuyos Moquegua Tarapacá Año de la última revisita 1764 1774 1783 1763 1758 1765 1771 Años desde la última revisita 19 9 0 20 25 18 12 Valor de los tributos y del tomín de hospital 1753 1776 1783 3,786 ? 11,297 1,690 9,419 7,280 ? 4,351 5,101 17,394 17,389 17,986 14,550 1,000 1,425 11.123 11,092 15,388 15,388 8,947 8,946 Fuente: “Estado en que se reconocen las Provincias de la Jurisdicción de este Virreynato del Perú, que carecen de nuevas Revisitas," Lima, 13 diciembre1783, AGI, Lima 1109, Número 297; AGI, Lima 1173; "Calculo aproximado a los valores que tubieron los ramos de Tributes . . . en el Quatrienio 1773-1776," AGI, Lima 1103, Número 410); y Libro Común (mayo de 1752 hasta abril de1753), ANP, Real Hacienda, Caja de Arequipa 23). El programa borbónico de reformas tuvo que romper la dependencia de la hacienda sobre la minería, si fuera a incrementar sus rentas de modo significante. Se ve su éxito en el hecho de que en 1780 solamente 26% de los ingresos arequipeños se recaudaron de la minería y de la venta de azogues, una baja grande del porcentaje de 70% registrada en 1720 (Cuadro 1). Por otra parte, los impuestos comerciales habían crecido de 7% del total a 29% y constituyeron la fuente más importante de la renta real de Arequipa. Los ingresos comerciales incrementaron por algunas razones: (1) el sistema de aduanas eliminó la necesidad de encabezar o arrendar la alcabala y así aumentó la eficiencia en la recaudación de la alcabala y el nuevo impuesto; (2) 14 el tipo más alto de la alcabala y impuesto sobre aguardiente fueron muy lucrativos; y (3) a corto plazo la proclamación de comercio libre estimuló la importación de mercadurías, que generó más impuestos. El comercio no fue, sin embargo, la única fuente de caudales más grandes para el Erario. Comparado con las primeras décadas del siglo, los impuestos sobre la agricultura regional y el clero también daban seis a ocho veces más ingresos. La tendencia temporal en la renta bruta de la hacienda indica que las reformas borbónicas fiscales fueron verdaderamente significantes. Los ingresos de las cajas de Arequipa y Cailloma durante el período 1700-1775 incrementaron un mero 0.4% anualmente, un contraste claro con el 7.2% entre 1775 y 1800. De 1775 a 1780, el período más intenso de reforma, los ingresos brutos de Cailloma y Arequipa crecieron con una tasa anual asombrosa de 40.9%19 El incremento no se debió solamente a expansión demográfica o crecimiento económico, aunque los dos desempeñaron un papel. El aumento resultó principalmente de impuestos nuevos y más altos, recaudados con más eficiencia. Por supuesto, los ingresos brutos no son una medida enteramente satisfactoria de beneficios. Con la expansión de la burocracia fiscal, sus desembolsos también montaron.20 Los gastos anuales alrededor de 1800 sumaron aproximadamente 95,000 pesos, comparados con 7,300 pesos en 19 20 Se calcularon las tasas de crecimiento de datos en TePaske, Klein y Brown, Peru, 15-83. Los salarios fiscales sumaron casi tres veces más en 1784 que antes de las reformas pero mismo estos gastos contenían ganancias para la corona. Los burócratas, muchos de los cuales eran peninsulares, fortalecían los grupos locales que apoyaron al programa reformista. Del mismo modo la corona compró la lealtad de los oficiales políticos y fiscales. Tales beneficios nomonetarios fueron importantes a la orden y seguridad imperial. 15 1775, un crecimiento anual de 10.8%. Aunque los costos montaron rápidamente, sin embargo, todavía había bastante dinero para los propósitos reales. Renta neta, como reflejada en la cantidad de plata remitida de Arequipa a Lima, incrementó 5.9% anualmente durante el último cuarto del siglo. Durante los primeros tres cuartos, las remesas casi no crecieron, apenas 0.5% al año. Es evidente que las reformas fiscales produjeron un excedente significante de caudales que los oficiales reales arequipeños remitieron a Lima para usar en otros lugares del imperio. Caja de Arequipa: Valor de lo cobrado y remitido 800000 700000 600000 pesos 500000 400000 300000 200000 100000 17 00 17 04 17 08 17 12 17 16 17 20 17 24 17 28 17 32 17 36 17 40 17 44 17 48 17 52 17 56 17 60 17 64 17 68 17 72 17 76 17 80 17 84 17 88 17 92 17 96 18 00 18 04 18 08 18 12 18 16 0 año Cobrado Remitido a Lima Las reformas adquirían velocidad en el Perú meridional un poco más tarde que era el caso del Lima y aún más que en México. Los ingresos de Lima, que era la caja matriz para todo el virreinato, aumentaron rápidamente cerca de 1760, 15 años más temprano que en Arequipa, y las rentas mexicanas 16 empezaron a crecer desde los años 1720. La diferencia cronológica probablemente se originó en la naturaleza diversificada de la economía arequipeña, el hecho de que la hacienda real no había cobrado impuestos significantes de los viniviticultores antes de 1777 y que los oficiales establecieron algunas reformas primero en Lima y después en las provincias como Arequipa a fines de los 1770. Las Reformas a Largo Plazo Aunque las reformas claramente disfrutaban de algún éxito en Arequipa, dando rentas más grandes que el gobierno entonces remitía a otros lugares, su éxito a largo plazo era más efímero. La mayoría de los índices de rentas demostró aumentos durante los años 1780, por ejemplo, pero sufrieron estancamiento después. La caja de Arequipa no pudo mantener su tasa de crecimiento o los niveles que había alcanzado. Esto resultó en parte de los choques causados por las guerras con los ingleses y franceses, empezando en los 1790. Pero las iniciativas fiscales también causaron problemas económicos dentro de la región y esto se reflejó en estancamiento del producto de los impuestos. Hay poca duda que las nuevas políticas fiscales contribuyeron a minar la vitalidad económica regional. Los viniviticultores regionales tradicionalmente pagaban el diezmo eclesiástico y la alcabala de 4%. El nuevo impuesto y la alcabala de 6% cortaron profundamente su margen de beneficio, que ya encogía debido a la demanda decadente en los mercados del altiplano. Los viticultores reaccionaron por expandir su producción pero la demanda fue cada 17 vez menos elástica. Los precios de aguardiente bajaron, compensando la producción más alta. Con un valor de diez o doce pesos el quintal en 1770, el aguardiente decayó a seis pesos en los 1790. Por lo tanto, las condiciones noelásticas del mercado y presiones fiscales borbónicas combinaron para minar el comercio de vino y aguardiente de lo cual dependía la prosperidad económica regional. En 1804 los viñateros reclamaron que su aguardiente no tenía valor ninguno. La escasez de mercurio debido a la guerra entre España y Gran Bretaña creó una depresión minera en el Altiplano, reduciendo cada vez más la demanda para aguardiente. 21 Los impuestos estimularon la producción, pero la naturaleza del mercado fue tal que las cantidades más grandes de vino y aguardiente rendían precios más bajos en vez de beneficios mayores. La rentabilidad de las reformas fiscales requería un continuo incremento comercial pero los ingresos de los impuestos comerciales empezaron a bajar a fines de los 80. De un máximo de 116,502 pesos en 1786, la renta bruta de la aduana arequipeña cayó a 57,016 pesos en 1790 y 39,517 en 1807 (ver Cuadro 3). Si, como pretendió Valiente, los ingresos aduaneros fueron la mejor medida de la riqueza colonial y la vitalidad económica, ellos revelaron problemas crecientes para Arequipa. La economía, y especialmente la viniviticultura, no tenían la fuerza para sostener una expansión comercial de largo plazo, con la carga pesada de impuestos que había de soportar. Aunque la liberalización del comercio promovió un auge comercial breve, los impuestos 21 Pablo Macera Dall’Orso y Felipe Márquez Abanto, “Informaciones geográficas del Perú colonial”, Revista del Archivo Nacional del Perú 23 (1964), 99; Francisco Xavier Echeverría y Morales, “Memoria de la santa iglesia de Arequipa, 1804”, en Víctor M. Barriga, ed., Memorias para la historia de Arequipa 4 vols. (Arequipa, 1940-1952), 4:4. 18 lo impidieron que continuara después de los 80. En consecuencia bajaron los beneficios de la hacienda real. Cuadro 3: Renta Total de la Aduana de Arequipa, 1781-1807 Año Pesos de ocho 1781 31,646 1782 64,240 1783 ? 1784 ? 1785 71,945 1786 116,502 1787 101,216 1789 72,162 1790 57,016 1791 78,802 1792 86,362 1793 77,800 1794 57,335 1795 74,291 1796 77,503 1797 81,110 1798 71,359 1799 67,410 1800 48,368 1801-06 ? 1807 39,517 Fuente: AGI, Lima 1292-1297, 1299, 1791; y AGN, Real Hacienda, Caja de Arequipa 48, 59, 70. *De 1781 a 1783, la caja de Arequipa manejó las responsabilidades de la aduana, que temporalmente se cerró después de la rebelión de 1780 y sólo se abrió nuevamente en 1784. Los resultados para la minería fueron también mezclados. Aunque los oficiales borbónicos trabajaron para promover la minería, la falta de azogue y capital, dificultades con la mano de obra y la baja calidad de minerales y tecnología crearon obstáculos insuperables. Para el período 1778-1800 el cargo total de la caja correlaciona estadísticamente en términos positivos con la 19 producción minera cuatro o cinco años después. La correlación fue mucho más fuerte que era el caso para mediados del siglo, cuando los impuestos no parecen haber estimulado la minería.22 Quizás la situación se relacionó con los mejoramientos ya mencionados en la recaudación de tributos. Al paso que los tributos extraían más plata de las aldeas, movilizaba mano de obra indígena para las minas y así remedió en parte la falta de obreros que afligía la industria. Visitador general Jorge de Escobedo instituyó el real en marco en agosto de 1786 para financiar el Tribunal de Minería, subvencionar mejoramientos tecnológicos en la industria, y establecer bancos de rescate, donde los mineros podían cambiar su plata para monedas.23 Los mineros de Cailloma, sin embargo, recibieron poco por sus impuestos. El Tribunal se recusó a establecer un banco de rescate en Cailloma. Tampoco fundó un colegio peruano de minería, como se hizo en México, para mejorar la pericia tecnológica de los mineros; ni proveyó remesas suficientes de azogue, que era absolutamente esencial para amalgamar los minerales de plata. En 1800 la falta de mercurio dejó las minas de Cailloma completamente paradas.24 22 Brown, Bourbons and Brandy, 289. John Fisher, Minas y mineros en el Perú colonial, 1776-1824 (Lima, 1977), 72. 24 Expediente pendiente relativo a dos solicitudes del Gremio de Cailloma, 1781-1787, folio 15, Biblioteca Nacional del Perú, MSS, C963. 23 20 Así el éxito de corto plazo y la rentabilidad de las reformas desvanecieron en su contexto más ancho. Por explotar nuevas fuentes de ingresos, la renta de la hacienda se lanzó arriba pero los impuestos exploradores debilitaron la economía regional. La monarquía re-invirtió poco de la renta en Arequipa. Durante las dos décadas finales del siglo, los oficiales de la caja solían remitir 70 o 80% de los caudales a Lima. 25 Agotó la vitalidad económica y al declinar la economía, las rentas fiscales dejaron de incrementar. Hacia 1810 la renta total de la caja sumó menos de 500,000 pesos anuales, mientras que durante los 1780 la caja producía hasta 800,000 pesos por año.26 Las investigaciones de Carlos Newland y Martín Cuesta dan una impresión de la carga impositiva pesada que los peruanos sufrían (Cuadro 4). Cuadro 4: Presión fiscal en Gran Bretaña y Bajo Perú, en porcentajes sobre producción Período Gran Bretaña Bajo Perú 1691-1700 8.8 8.3 1701-1710 9.2 40.3 1711-1720 10.8 32.8 1721-1730 10.7 41.1 1731-1740 8.7 31.1 1741-1750 10.5 36.0 1751-1760 11.5 37.1 1761-1770 10.5 59.5 1771-1780 11.7 66.0 1781-1790 12.3 86.3 Fuente: Carlos Newland y Martín Cuesta, “Revueltas y presión impositiva en el espacio peruano, 1691-1790”, Revista de Historia Económica 21 (2003), 490; y Patrick K. O’Brien, “The Political Economy of British Taxation, 16601815”, Economic History Review, new series, 41:1 (1988), 3. 25 26 Brown, Bourbons and Brandy, 233. TePaske, Klein y Brown, Peru, 46-47, 60. 21 Ellos calcularon la proporción representada por la renta fiscal en comparación al producto bruto virreinal. Se puede discutir la exactitud de sus números, pero es interesante el incremento que ocurrió después de 1760, cuando las reformas empezaron. Según Newland y Cuesta, la carga de impuestos en relación con el producto bruto dobló entre 1760 y la década de 1780. La presión fiscal británica fue levísima en comparación. Es claro que la centralización y el poder del estado permitían una extracción fuerte de caudales y que Arequipa y muchas de las otras colonias recibían pocos beneficios en compensación. Consideraciones en conclusión El economista y sociólogo Joseph Alois Schumpeter escribió: “Las finanzas públicas son uno de los mejores puntos de partida para la investigación de una sociedad. El espíritu de un pueblo, su nivel cultural, su estructura social, las hazañas que puede preparar su política—todo esto y más está escrito en la historia de su fisco.”27 La experiencia de Arequipa y el Perú con las reformas financieras demuestra lo que dijo Schumpeter. A pesar del aumento de su poder, la corona nunca intentó gravar las colonias con impuestos directos “universalísticos”. En Francia la monarquía rompió con la tradición e impuso la capitation, dixième y vingtième, que “fueron impuestos universalísticos y representaron un desafío directo a una sociedad saturada con privilegio y sugirieron una reconfiguración de la relación entre 27 Citado en Patrick K. O’Brien, “The political economy of British taxation, 1660-1815,” Economic History Review, 2nd ser., 41:1 (1988), 1. 22 monarquía y herarquía social”. 28 En la España de Fernando VI, el ministro Ensenada intentó una reforma semejante, con la introducción del catastro, pero fue retirado cuando él cayó. Carlos III pretendió imponer un impuesto directo similar al catastro, pero su iniciativa también falló. 29 Esto deja la cuestión, es claro, de por qué la corona no intentó imponer un impuesto universalístico en las colonias, como Arequipa. El tributo indígena fue un impuesto directo, pero fue una imposición étnica o racial. En realidad no todos los indios adultos lo pagaron. Los forasteros, que habían perdido su vínculo con su ayllu y en consecuencia no tenían derecho a tierras de la comunidad, tradicionalmente no tenían que pagarlo, aunque el gobierno de vez en cuando intentó reclasificar los forasteros para originarios. Durante el período de las reformas borbónicas, el gobierno quería forzarlos a pagar tributos. El visitador Areche intentó compeler los mestizos y mulatos a pagar también30 Cuando los rumores de sus intenciones llegaron a Arequipa a fines de 1779, causó un grande alboroto. Los mestizos y otras castas se resentían tanto de la exacción fiscal como de cualquier tentativa de reducirlos a la condición social de indios. Temor de tal reforma fue una de las causas de la “rebelión de los pasquines”, que convulsionó Arequipa en enero de 1780. 31 En realidad, los cambios en los tributos, la alcabala más alta y el impuesto fueron factores 28 Michael Kwass, “A Kingdom of Taxpayers: State Formation, Privilege, and Political Culture in Eighteenth-Century France”, Journal of Modern History 70:2 (1998), 301. A pesar de la creencia tradicional de que la aristocracia francesa era exenta de los impuestos, había un “incremento notable en la carga impositiva sobre los privilegiados” durante la Guerra de los 7 Años. 29 John Lynch, Bourbon Spain, 173 y 324. 30 Consúltese Cynthia Milton y Ben Vinson III, “Counting Heads: Race and Non-Native Tribute Policy in Colonial Spanish America”, Journal of Colonialism and Colonial History 3:3 (2002). <http://muse.jhu.edu/journals/journal_of_colonialism_and_colonial_history/toc/cch3.3.html> 31 Guillermo Galdós Rodríguez, La rebelión de los pasquines (Arequipa, 1967), 49-52. 23 decisivos en el comienzo de la rebelión masiva de 1780-1782, que sacudió una gran parte del virreinato. Según Scarlett O’Phelan Godoy, las reformas gravaron “todas las ramas de la economía colonial” y por lo tanto “el proyecto fiscal de una u otra manera afectó a todos los sectores de la sociedad colonial, propiciando la plataforma ideal pra montar una alianza, la cual se materializó con la gran rebelión de 1780”.32 Después de resistencia tan violenta por parte de las clases bajas, la corona no dio señal de atreverse a desafiar los criollos y los peninsulares, la élite colonial. Los reformistas lo hallaron más fácil usar impuestos indirectos sobre el consumo, como la alcabala, el nuevo impuesto o el estanco de tabaco. Los alimentos básicos eran generalmente exentos de la alcabala y los indios solían no pagar la alcabala sobre su producción. Además, para extraer cantidades siempre mayores de tales impuestos, la economía había de ser fuerte porque la demanda fue elástica para mercadurías importadas, tabacos y aguardiente. A pesar de la calidad potencialmente adictiva del tabaco y del aguardiente, los consumidores podían reducir sus compras durante tiempos difíciles, así diminuyendo las rentas de la hacienda. Se pregunta también cual de los grupos sociales fue más perjudicado por las reformas fiscales. Es natural asumir que los impuestos más altos hubieran reducido los indios y otras castas a un estado todavía más precaria y miserable. Puede ser, sin embargo, que no fue el caso. Una gran parte de la población indígena vivía al nivel de subsistencia. Ellos tenían que participar en la economía colonial para satisfacer sus tributos y repartos y para proveer mano de 32 O’Phelan Godoy, “Las reformas borbónicas fiscales”, 126. 24 obra coaccionada. Pero los jornales de obreros de la clase baja, sea indio o casta, probablemente subieron lo suficiente para compensar los impuestos. Estudios del efecto de impuestos en Gran Bretaña del siglo XVIII han demostrado que los jornales incrementaron para compensar las exacciones fiscales.33 Los economistas clásicos Adam Smith y David Ricardo hallaron, por ejemplo, que los salarios después de deducir los impuestos serán suficientes para mantener la subsistencia. Por lo tanto, un incremento de impuestos producirá un aumento en sueldos. La mano de obra arequipeña ganaba dos reales por día al comienzo del siglo XVIII y los jornales subieron a cuatro reales a fines del XVIII.34 Esto ocurrió a pesar de la expansión demográfica regional que podría haber causado que los jornales bajaran con una oferta más grande de mano de obra. Si la plata hubiera permanecida dentro de la región, la inflación habría sido más fuerte, pero la salida de moneda parece haber sido un refreno sobre la inflación.35 Quizás los más perjudicados por las reformas fueron los viniviticultores y otros productores. Veían sus ingresos reducidos y no podían recuperarlos porque la falta de demanda en el mercado no lo permitía. Los hacendados de viñas, los mineros y los comerciantes necesitaban capitales pero el Erario 33 Giuseppe Tullio, “Smith and Ricardo on the Long-Run Effects of the Growth of Government Expenditure, Taxation, and Debt: Is Their Theory Relevant Today?” History of Political Economy 21:4 (1989), 725. 34 “Trata de las diligencias relativas al disernimiento de la tutela y cura de los hijos menores del Dr. Don Nicolás de Barreda”, Archivo Departamental de Arequipa (ADA), Intendencia 1792-IV; Autos sobre don Josef Basquez Franco, arrendatario de Viña Guatiapa, 1785-1789”, ADA, Intendencia 1786-II; Razón y memoria de jornales pagados a los peones que han trabajado en la hacienda de don Juan de Goyeneche, 1807”, BN, D11659. 35 Kendall W. Brown, “Price Movements in Eighteenth-Century Peru—Arequipa”, en Lyman L. Johnson y Enrique Tandeter, eds., Essays on the Price History of Eighteenth-Century Latin America (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1990), 173-200. 25 exportaba la plata fuera de la región. Ellos no podían reducir los jornales, como se vio. Más que cualquier otra cosa, las reformas perjudicaron los ahorros e inversiones regionales. 36 Al largo plazo, esto contribuyó al malestar económico que Arequipa ya experimentaba cuando empezaron las guerras en vísperas de la época de la Independencia. Con las reformas la monarquía consiguió consolidar su control en Arequipa. Las reformas no introdujeron cambios estructurales duraderos, sin embargo, porque dañaron la economía regional sin ofrecerla otras posibilidades. La economía política de los borbones consistía en el fomento de la minería y la liberalización del comercio. Reformas más radicales confrontaron perjuicios culturales e intereses económicos tanto en España como en el Perú. Por ejemplo, en los años 1740 el español Melchor Rafael de Macanaz desarrolló un proyecto tan ambicioso que no fue publicado hasta 1787.37 Forzado a huir de España por la Inquisición debida a sus ideas religiosas heterodoxas, Macanaz hizo un análisis muy astuto de la política económica española. Concluyó que España no pudo beneficiar de sus colonias porque el comercio imperial fue flojo. Esto se debía a problemas fundamentales: (1) la manía para la minería de metales preciosos; (2) la concentración de las tierras en manos de pocas personas; y (3) la pobreza de la gran mayoría de la población, que impedía que ellos compraran los productos del comercio imperial. 36 Mismo en Inglaterra, la carga de impuestos sobre el consumo cortaron la demanda para manufacturas y así dañaron la industrialización, que dependía de la demanda por los consumidores. Beckett and Turner, “Taxation and Economic Growth”, 401. 37 Véase, por ejemplo, Macanaz, “Auxilios para bien gobernar una monarquía católica”, vol. 5, 215-303, en Semanario erudito : que comprehende varias obras inéditas, criticas, morales, instructivas, politicas, historicas, satiricas, y jocosas, de nuestros mejores autores antiguos y modernos / dalas a luz don Antonio Valladares de Sotomayor. 34 vols. (Madrid, 1787-1791). 26 Macanaz propuso reformas radicales para transformar a los indígenas y otras castas en consumidores (“industriar a los Yndios”). Él haría europeos de los indios “a través de la reforma agraria, distribuyendo a las masas sin tierras los recursos de producción, así facilitando su participación en el mercado formado y dominado por europeos donde ellos podrían vender sus productos y sobre todo satisfacer sus necesidades importadas”.38 Al final el asunto verdadero no parece ser el nivel de presión impositiva y sí los resultados económicos y sociales de ella. Los economistas políticas del siglo XVIII habrían “acordado que los intereses de un Estado no serían lo mejor servido por la concesión de libertad de acción sin límites a individuos, que frecuentemente era necesario sacrificar los intereses inmediatos de estos para la seguridad y majestad de aquél.” David Hume comentó “que ‘parece haber una especie de oposición entre la grandeza del Estado y la felicidad de sus súbditos.’”39 Carlos III, ministro de las Indias José de Gálvez y los visitadores generales Areche y Escobedo se interesaron primero en el poder de la monarquía y la competencia internacional. El Erario les servía para fortalecer el estado y competir con sus enemigos internacionales. Realizaron reformas modestas del sistema fiscal pero no consiguieron imponer cambios estructurales que desafiaran los perjuicios sociales y culturales de la colonia. Para ellos los impuestos y la renta de la hacienda real fueron, en las palabras de José Pablo 38 Macanaz, “Auxilios para bien gobernar una monarquía católica”, en Antonio Valladares de Sotomayor, ed., Semanario erudito, que comprehende varias obras inéditas, críticas, morales, instructivas, políticas, históricas, satíricas, y jocosas mejores autores antiguos, y modernos, 17 vols.(Madrid, 1787-1791), 5:215303; y Stanley J. Stein y Barbara H. Stein, Silver, Trade, and War: Spain and America in the Making of Early Modern Europe (Baltimore, 2000), 221-226. 39 M. S. Anderson, Europe in the Eighteenth Century, 1713/1783 (New York, 1976), 93. 27 Valiente, “la medida menos equívoca, de la riqueza de los contribuyentes” y no una manera de cambiar la sociedad peruana. Las reformas fiscales de los borbones tenían el fin de fortalecer el Estado. No fueron impuestas para promover la felicidad, la igualdad y la prosperidad de los súbditos peruanos. Las reformas fueron modernizante en el sentido burocrático. Mejoraron la administración para hacer el sistema más racional. No obstante, los cambios no promovían a largo plazo el crecimiento económico, la igualdad social o el bienestar social. 28 Incremento anual de renta y gastos de las cajas de Arequipa y Cailloma, 1700 a 1797 (porcentaje) Ramo 1700-1735 1736-1770 1771-1797 Minería 5.1 -2.8 1.3 Comercio 1.2 2.1 8.4 Indios 6.4 4.9 15.9 Oficios 0.3 3.8 1.4 Agricultura -0.7 4.5 2.2 Iglesia -2.7 4.6 0.8 Tierras 0.0 1.5 7.6 Azogues 5.0 -6.5 0.2 Cargo total 2.3 0.5 4.8 Gastos 4.3 -0.4 2.2 totales Fuente: Se calcularon los porcentajes de la recopilación de datos en TePaske, Klein y Brown, Peru, 15-83. 29 30 31