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¿Cómo se están financiando las ciudades del mundo? Por Dr. Ignacio Kunz Bolaños Universidad Nacional Autónoma de México ignaciokunz@yahoo.com.mx La respuesta a la pregunta planteada en el título de este artículo es uno de los pocos temas en donde hay una notable coincidencia entre especialistas en todo el mundo. La mesa 5 de Habitat III se dedica precisamente a la cuestión de cómo conseguir recursos para que las ciudades puedan solventar sus necesidades, y en los documentos de trabajo que se están preparando hay una clara tendencia a plantear la conveniencia de recuperar parte del aumento de valor (plusvalía) del suelo urbano como mecanismo de financiamiento. distinguen dos: los que sacan provecho de la especulación del suelo para apropiarse de las plusvalías; y los que tienen muchas confusiones acerca del fundamento e implicaciones del cobro de una parte de la plusvalía. A este grupo va dirigido el presente artículo. Se trata de una estrategia que se usa en muchísimos países en muy diversas modalidades, no sólo países desarrollados sino también de Latinoamérica y del Sureste asiático. Sin embargo, en México, aunque está contemplada la posibilidad de cobrar los cambios en la valorización del suelo en el Artículo 115 de la Constitución, existe una enorme resistencia por algunos grupos en donde se La plusvalía se refiere al aumento de valor del suelo producido por un actor que no es el propietario de ese suelo. Por ejemplo, el aumento que tienen los terrenos por una inversión pública o por un cambio en la norma, como los cambios de uso de suelo para urbanizar. En otras palabras, la propiedad sube de valor por el esfuerzo de terceros o porque les va a costar a terceros, así, esa Google Earth, CDMX. 2016 valorización pertenece legítimamente al actor que la produjo o al actor que le cuesta, que casi siempre es el conjunto de la sociedad. Otro ejemplo, el especulador que retiene terrenos ociosos en el interior de la ciudad: 1) genera desperdicio de la infraestructura urbana instalada; 2) provoca una limitación de la oferta y el encarecimiento del suelo; y 3) obliga a que las nuevas necesidades de crecimiento se resuelvan hacia la periferia, todo lo cual produce altos costos públicos. Su estrategia es retener el suelo hasta que, debido a la escasez de terrenos en esa localización, pueda vender con un sobreprecio (plusvalía), así él gana a costa de toda la sociedad. Por lo anterior, cobrar las plusvalías o la valorización es un acto de justicia social, es recuperar una parte del valor que costó a la sociedad y que se están apropiando unos cuantos acaparadores de terrenos. Así se debe de sospechar de las ciudades que se extienden mucho, que de repente presentan desarrollos de gran altura, que tienen muchos cambios de uso del suelo o que tienen muchos baldíos; porque todas estas acciones describen situaciones que permiten a los especuladores del suelo obtener enormes ganancias. Se utiliza como argumento en contra de la recuperación de plusvalía que los inversionistas deben apropiarse de ella como un estímulo a sus inversiones que crean empleos y ayudan a la economía. Argumento falso porque los inversionistas inmobiliarios son víctimas de la especulación. Se debe distinguir a los inversionistas que si pueden crear empleo y dinamizar la economía de los acaparadores de suelo, aunque a veces hacen las dos cosas al mismo tiempo. El desarrollo inmobiliario sí se debe apoyar, es una actividad legítima y necesaria para la sociedad que debe tener una ganancia legítima producto de su esfuerzo y del riesgo que toman. Pero no tendrían ninguna razón de apropiarse de un recurso (la plusvalía) que se forma a partir del esfuerzo de la sociedad, lo que los calificaría como “rentistas”. De hecho, la mayoría de los inversionistas inmobiliarios (que no son acaparadores de suelo) son víctima de esta situación porque la especulación del suelo restringe la oferta y hace más caro al suelo, que es su insumo más importante, por lo que tienen que pagar cantidades exorbitantes que ponen la viabilidad de su negocio en el límite. Google Earth, Querétaro. 2016 En países como Colombia y Brasil los desarrolladores inmobiliarios ven con buenos ojos la captura de plusvalías por parte de los gobiernos locales, ya que se traduce en una presión para que los precios del suelo bajen porque se cancela el incentivo a la especulación. Recuperar parte de las plusvalías (parte, porque difícilmente se recupera más del 50%) no solo puede ser una fuente muy importante de recursos para la sociedad, lo que permitiría atender muchas necesidades como transporte público, seguridad, servicios y vivienda, además puede diseñarse como un mecanismo que permita desestimular conductas que resultan perniciosas para la ciudad, o en su defecto, obtener recursos para mitigar las externalidades (consecuencias negativas) de esas conductas, como sería desarrollar fraccionamientos lejanos o edificios altos para el contexto de la ciudad, ambas, conductas que generas externalidades o costos social. Pero regresemos al tema de que, al cobrar la plusvalía ya no resulta tan interesante la especulación, entonces no se restringe ni se sobrevalora el suelo, por lo que como se ha experimentado en muchas ciudades, los precios del suelo tienden a bajar, fenómeno que hace más competitivas a las ciudades, ya que el suelo es un factor de producción en cualquier tipo de inversión, no hay negocio que no requiera suelo. Esto permite que mayores sectores de la población puedan acceder al suelo, una condición necesaria para acceder a la vivienda y ejercer el derecho a la ciudad. Los que se oponen a la recuperación de las plusvalías van en contra del bienestar de la sociedad. *Esta columna y su contenido son responsabilidad del autor. Forópolis Capítulo Querétaro