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4to Secundaria – Literatura LECTURA DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI PRIMER ENSAYO I. LA ECONOMÍA COLONIAL EN EL PLANO de la economía se percibe mejor que en ningún otro hasta qué punto la Conquista escinde la historia del Perú. La Conquista aparece en este terreno, más netamente que en cualquiera otro, como una solución de continuidad. Hasta la Conquista se desenvolvió en el Perú una economía que brotaba espontánea y libremente del suelo y la gente peruanos. En el Imperio de los Inkas, agrupación de comunas agrícolas y sedentarias, lo más interesante era la economía. Todos los testimonios históricos coinciden en la aserción de que el pueblo inkaico –laborioso, disciplinado, panteísta y sencillo– vivía con bienestar material. Las subsistencias abundaban; la población crecía. El Imperio ignoró radicalmente el problema de Malthus. La organización colectivista, regida por los Inkas, había enervado en los indios el impulso individual; pero había desarrollado extraordinariamente en ellos, en provecho de este régimen económico, el hábito de una humilde y religiosa obediencia a su deber social. Los Inkas sacaban toda la utilidad social posible de esta virtud de su pueblo, valorizaban el vasto territorio del Imperio construyendo caminos, canales, etc., lo extendían sometiendo a su autoridad tribus vecinas. El trabajo colectivo, el esfuerzo común, se empleaban fructuosamente en fines sociales. Los conquistadores españoles destruyeron, sin poder naturalmente reemplazarla, esta formidable máquina de producción. La sociedad indígena, la economía inkaica, se descompusieron y anonadaron completamente al golpe de la Conquista. Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en comunidades dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo solidario y orgánico. Los conquistadores no se ocuparon casi sino de distribuirse y disputarse el pingüe botín de guerra. Despojaron los templos y los palacios de los tesoros que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres, sin preguntarse siquiera por su porvenir como fuerzas y medios de producción. El Virreinato señala el comienzo del difícil y complejo proceso de formación de una nueva economía. En este período, España se esforzó por dar una organización política y económica a su inmensa colonia. Los espa- ñoles empezaron a cultivar el suelo y a explotar las minas de oro y plata. Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía feudal. Pero no envió España al Perú, como del resto no envió tampoco a sus otras posesiones, una densa masa colonizadora. La debilidad del imperio español residió precisamente en su carácter y estructura de empresa militar y eclesiástica más que política y económica. En las colonias españolas no desembarcaron como en las costas de Nueva Inglaterra grandes bandadas de pioneers. A la América Española no vinieron casi sino virreyes, cortesanos, aventureros, clérigos, doctores y soldados. No se formó, por esto, en el Perú una verdadera fuerza de colonización. La población de Lima estaba compuesta por una pequeña corte, una burocracia, algunos conventos, inquisidores, mercaderes, criados y esclavos. El pioneer español carecía, además, de aptitud para crear núcleos de trabajo. En lugar de la utilización del indio, parecía perseguir su exterminio. (…) SEGUNDO ENSAYO TODAS LAS TESIS sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos –y a veces sólo verbales–, condenados a un absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema. La crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los “gamonales”. 4to Secundaria – Literatura RESUMEN DE LA OBRA MATALACHE DE ENRIQUE LOPEZ ALBÚJAR y LETRA DEL PLEBEYO EL PLEBEYO La noche cubre ya con su negro crespón de la ciudad las calles que cruza la gente con pausada acción. La luz artificial con débil proyección propicia la penumbra que esconde en su sombra venganza y traición. Después de laborar, vuelve a su humilde hogar Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo, el hombre que supo amar. Y que sufriendo está esta infamante ley de amar a una aristócrata siendo plebeyo él. Y que sufriendo está esta infamante ley de amar a una aristócrata siendo plebeyo él. Trémulo de emoción, dice así en su canción: El amor, siendo humano tiene algo de divino, amar no es un delito porque hasta Dios amó Y si el cariño es puro y el deseo es sincero ¿Por qué robarnos quieren la fe del corazón? Mi sangre aunque plebeya, también tiñe de rojo el alma en que se anida mi incomparable amor. ella de noble cuna y yo humilde plebeyo, no es distinta la sangre ni es otro el corazón. ¡Señor por qué los seres no son de igual valor!... Así en duelo mortal abolengo y pasión en silenciosa lucha condenarnos suelen a grande dolor al ver que un querer porque plebeyo es, delinque si pretende la enguantada mano de fina mujer El corazón que ve destruido su ideal reacciona y se refleja en franca rebeldía que cambia su humilde faz. El plebeyo de ayer es el rebelde de hoy que por doquier pregona la igualdad en el amor. El plebeyo de ayer es el rebelde de hoy que por doquier pregona la igualdad en el amor. ARGUMENTO DE MATALACHÉ En la ciudad de Piura, don Juan Francisco de los Ríos y Zúñiga, es propietario de la fábrica de jabones “La Tina”. La hermosa hija de don Francisco, María luz, llega a la hacienda de su padre procedente de la ciudad de Lima, en forma inesperada. Se queda en la hacienda y como sirvienta le ponen a una vieja esclava Casilda, para que la atienda. María luz se siente fastidiada y deprimida por el ambiente que respira y por las costumbres de las personas del lugar. Una mañana, José Manuel “Matalaché” saludo a la señorita María luz, quien se encontraba en el balcón de su recámara. Ella se interesa por José Manuel y empieza a investigar sobre su persona y su oficio de “Padrillo”. Una mañana, la hija de don Francisco recorre la fábrica de jabones y cueros en compañía de Matalaché y de la esclava Casilda. Al terminar el paseo descubre inesperadamente la “alcoba” de la reproducción. Una tarde, en medio de la inmensa soledad, le viene al recuerdo la imagen del negro mulato. Esto se va tornando una terrible obsesión que el devora el alma a la dulce María luz. Ocurre lo inesperado: María luz terminan por enamorarse perdidamente de Matalaché, este también se enamora de ella. La muchacha enloquecida de amor le confiesa en secreto a su esclava Casilda que está enamorada de José Manuel y le suplica que le prepare una cita amorosa. María luz, haciéndose pasar por Rita, una esclava, cita a Matalaché en la habitación de la esclava y él no se da cuenta de la suplantación por que la habitación esta oscura. El mulato no desea poseerla sexualmente sino más bien le confiesa que ama a otra. María luz al escuchar esto se emociona y revela su propia identidad. Matalaché al enterarse de que es María Luz se siente el hombre más feliz de la tierra. Ambos se juntan en cuerpo y alma porque se aman verdaderamente. María luz, al enterarse de que está embarazada, intenta abortar, pero al no lograrlo intenta suicidarse. Toma sustancias de hierbas venenosas. Don Juan Francisco de los Ríos y Zúñiga al enterarse de lo sucedido se vengan de José Manuel, quien es lanzado a una tina hirviente por dos fornidos esclavos. Poco después se cerró la fábrica “La Tina” y se puso en la puerta un letrero que decía: se traspasa, en San Francisco darán razón.