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DESAFIANDO LA GOBERMENTALIDAD NEOLIBERAL: EL LEVANTAMIENTO DE OCTUBRE EN EL ALTO, BOLIVIA 1 Laura María Gutiérrez Escobar* Introducción Entre octubre 8 y 17 de 2003, la ciudad boliviana de El Alto fue el epicentro de un levantamiento indígena-popular en contra de las políticas neoliberales que terminó en el derrocamiento del presidente Gonzalo Sánchez de Losada. Los manifestantes, en su mayoría parte de la empobrecida población aymara de El Alto, se levantaron en contra del proyecto del gobierno que permitía la exportación de gas natural, a través de Chile, por compañías multinacionales como la British Petroleum y Sempra Energy International 2. El “Levantamiento de Octubre” preparó el escenario político que permitiría la elección de Evo Morales como el primer presidente indígena de Bolivia, después de derrocar a Carlos Mesa, el sucesor de Sánchez de Losada. Este levantamiento, también conocido como la Guerra del Gas, plantea problemas analíticos interesantes sobre el estudio de los movimientos sociales en Latinoamérica en tiempos neoliberales. Recientes estudios en Antropología han mostrado cómo la “buena gobernanza” neoliberal ha desempoderado los grupos subalternos en el sur global mediante el desmantelamiento de la estructura sindical, el aislamiento de los discursos de izquierda, y la cooptación y persecución de los movimientos sociales que critican y desafían las inequidades estructurales producidas por las reformas neoliberales.3 Asociaciones cívicas, ONGs, instituciones caritativas y otras organizaciones de la sociedad civil en los países pobres han encauzado el descontento popular hacia la competencia por escasos fondos para financiar proyectos que buscan resolver problemas locales sin alterar las desigualdades de poder y riqueza. Estos estudios argumentan que la buena gobernanza es una 1 Este artículo fue publicado en Juan Luis Hernández, Marisa Armida y Alberto Bartolini (comp.). Bolivia, conficto y cambio social (1985-2009). Buenos Aires: Newen Mapu, 2010. El artículo está basado en mi tesis de maestría Defying Neoliberal Governmentality: The October Uprising in El Alto, Bolivia en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Texas en Austin. Quisiera agradecer en Bolivia a Jorge Ocsa, Edwin Catácora, Zenón Quispe, Mario Martínez, Oscar Olivera, Felipe Quispe, Ximena Soruco, Jiovanni Sammanamud, Pablo Mamani, Eulogia Tapia, Edwin Ochoa, Germán Guaygua, Filomena Mina, Beatriz Chambilla, George Gray Molina y Victor Huanca. En Estados Unidos, a mis directores de tesis Charles Hale y Javier Auyero, así como al personal de la Benson Latin American Collection, en especial Mrs. Carmen Méndez. Mi familia y Roque Planas también fueron indispensables para el desarrollo de esta investigación. * Doctorado en Antropología, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, EE.UU. lgutierr@live.unc.edu 2 Gordon, Gretchen y Aaron Luoma. “Oil and Gas: the Elusive Wealth Beneath Their Feet”, En: Dignity and Defiance. Stories from Bolivia’s Challenge to Globalization, Berkeley, University of California Press, 2008, pp. 867; García Mérida, Wilson. “Todo el gas para Chile”, el Juguete Rabioso, 09/2003, disponible en http://www.voltairenet.org/article120409.html. Consultado febrero 10, 2009. 3 Gill, Lesley. Teetering in the Rim: Global Restructuring, Daily Life, and the Armed Retreat of the Bolivian State, New York, University Press, 2000; Li, Tania. The Will to Improve: Governmentality, Development, and the Practice of Politics, Durham, Duke University Press, 2007; Hale, Charles. “Does Multiculturalism Menace? Governance, Cultural Rights and the Politics of Identity in Guatemala”, en: Journal of Latin American Studies (34), 2002, pp. 485 – 524. expresión de lo que Michel Foucault llamó “gobermentalidad” porque los grupos subalternos han internalizado los valores, las conductas y los discursos producidos por las élites gobernantes. 4 Nikolas Rose, por ejemplo, argumenta que en las sociedades (neo)liberales los grupos dominantes -ya sea el Estado o las entidades privadas- ejercen y aumentan su poder mediante la utilización de la libertad de los gobernados y no solamente a través de la coerción de los mismos.5 La gobermentalidad neoliberal -o liberal avanzada en términos de Rose- opera principalmente mediante el proceso de formación de sujeto por el cual los individuos se comportan, por su propia iniciativa, como empresarios de sí mismos. Por tanto, los individuos dejan de depender de los aportes del Estado o sus empleadores para acceder a los beneficios de la seguridad social -como sucede dentro del marco de Estado de Bienestar- y comienzan a adquirir dichos beneficios al integrarse como competidores en el ‘libre’ mercado. La formación del sujeto empresarial permite que el modelo neoliberal sea aplicado sin encontrar mayor resistencia por parte de la población afectada quien ha internalizado los valores de sus gobernantes y contribuido, por iniciativa individual, a su propio gobierno. 6 En Bolivia, las reformas neoliberales desmantelaron la poderosa estructura sindical y la reemplazaron con la de la sociedad civil. A partir de la aplicación de la buena gobernanza y la formación del sujeto neoliberal, ex-miembros de organizaciones políticas de izquierda y sindicatos pasaron a formar parte de ONGs, grupos culturales y otras organizaciones de la sociedad civil. Estas organizaciones se dedicaron a diseñar e implementar diferentes proyectos como micro-empresas, talleres de liderazgo u obras de infraestructura local que fueron a menudo financiadas por donantes internacionales y recursos estatales canalizados a través de las autoridades municipales7. Estas reformas también promovieron el multiculturalismo neoliberal 8 al definir el sujeto indígena como sujeto de derechos siempre y cuando no cuestionara su posición subordinada en la jerarquía racial que ha regido la sociedad y el estado bolivianos desde los tiempos coloniales9. Como resultado de la gobermentalidad neoliberal, un drástico programa de reformas logró ser implementado en Bolivia desde 1985 y hasta el fin de siglo sin enfrentar una radical y efectiva resistencia popular indígena. Sin embargo, en el año 2000 este escenario cambió dramáticamente. Una amplia gama de luchas antineoliberales emergieron en todo el país: el levantamiento de los ayllus aymaras en el Departamento de La Paz; la lucha de los cocaleros de los Yungas y el Chapare en contra de la erradicación de cultivos de coca; la “Guerra del Agua” en Cochabamba en el 2000 que logró reversar la privatización de los servicios de acueducto y alcantarillado de la ciudad; y el “Febrero Negro” en La Paz en el 2003 contra el incremento de los impuestos municipales10. La cima de este ciclo de rebelión fue el Levantamiento de Octubre en El Alto. ¿Cómo explicar esta aparentemente inesperada explosión de la protesta social en 4 Rose, Nikolas. Powers of Freedom: Reframing Political Thought, Cambridge, Cambridge University Press, 1999; Li, Tania. The Will to Improve…, cit.; Gill, Lesley. Teetering on the Rim..., cit. 5 Rose, Nikolas. Powers of Freedom…, cit. 6 Rose, Nikolas. Powers of Freedom…, cit., pp. 142-144. 7 Kohl, Benjamin y Linda Farthing. El boomerang boliviano: hegemonía neoliberal y resistencia social, La Paz, Plural Editores, 2007. 8 Hale, Charles. “Does Multiculturalism Menace?..., cit. 9 Postero, Nancy. Now We Are Citizens. Indigenous Politics in Postmulticultural Bolivia, Stanford, Stanford University Press, 2007. Bolivia? ¿Por qué, a pesar de la implementación del “multiculturalismo neoliberal” y la “buena gobernanza”, la población boliviana, y específicamente alteña, se levantó contra el gobierno neoliberal de Sánchez de Losada? En otras palabras, ¿Por qué la gobermentalidad neoliberal en El Alto fracasó en gran medida en su intento de crear sujetos que internalizaran las lógicas y valores de la economía neoliberal? Mi hipótesis es que los habitantes de El Alto se levantaron contra las reformas neoliberales porque la gobermentalidad neoliberal fue incapaz de reemplazar y subsumir por completo la “economía moral” de los alteños que incluye lógicas, valores y subjetividades radicalmente opuestas a las de la economía neoliberal. 11 La población de El Alto creció exponencialmente en los últimos veinte años debido a la masiva migración de mineros desempleados por la privatización y cierre de las minas y de campesinos aymaras desplazados por las importaciones masivas de alimentos. Estos migrantes reconfiguraron la economía moral que trajeron de sus comunidades de origen en el espacio urbano y en la economía informal de El Alto. Este artículo se enfoca en la economía moral de las juntas vecinales de El Alto, y su organización matriz la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (Fejuve), que se convirtieron en lugares estratégicos para la acción colectiva anti-neoliberal. En las juntas vecinales emergieron nuevas prácticas democráticas, basadas en la democracia sindical y del ayllu, que chocaron con las limitadas nociones de participación popular neoliberal y el autoritarismo de Sánchez de Losada.12 Igualmente, las juntas vecinales se convirtieron en comunidades que regulaban el trabajo y los recursos de los vecinos a través de mecanismos no mercantiles basados en la reciprocidad y la redistribución. Por último, como legado de la Revolución de 1952, de la tradición sindical y de las ideologías de izquierda, las juntas vecinales demandaron el control y la propiedad del Estado sobre los recursos económicos claves, como el gas, para financiar la inversión pública en sistemas de seguridad social y pleno empleo. 13 La economía moral de las juntas vecinales está basada en estas prácticas y discursos económicos y democráticos comunitarios que terminaron siendo incompatibles con los valores neoliberales de individualismo, ‘libre’ mercado, mercantilización de los recursos naturales y comunales, y la democracia participativa. 10 Mamani Ramírez, Pablo. El rugir de las multitudes. La fuerza de los levantamientos indígenas en Bolivia/Qullasuyu, La Paz, Aruwiriyi y Yachaywasi, 2004. 11 Marc Edelman describe la economía moral como las demandas de las poblaciones rurales por ‘precios justos’ y sus “[…] expectativas, desarrolladas a través del tiempo histórico largo, de lo que los Estados y las élites pueden reclamar y lo que deben, a cambio, proveer en tiempos de necesidad. Finalmente, asuntos como cuáles valores son conmensurables, qué puede ser convertido en mercancía, y cuáles recursos naturales o comunales pueden ser apropiados para uso y ganancia privada también son importantes para la comprensión que las poblaciones rurales pobres tienen sobre la justicia” Edelman, Marc. “Bringing the Moral Economy back in . . . to the Study of 21stCentury Transnational Peasant Movements”, American Anthropologist, Vol. 107, Issue 3, September 2005, p. 332. Traducción de la autora. 12 El concepto de la “democracia del ayllu” viene de Ticona, Esteban. “El Thakhi entre los Aymara y los Quechuas o la democracia en los gobiernos comunales”, en Ticona, Esteban (comp.). Los Andes desde los Andes, La Paz, Ediciones Yachaywasi, 2003. 13 Sin embargo, la influencia de la tradición sindical y de izquierda, así como del Katarismo (movimiento indigenista Aymara), no serán discutidos a profundidad debido a los límites de espacio. Para mayor información, puede consultarse mi tesis de maestría. Las reformas neoliberales y la Ley de Participación Popular Las reformas neoliberales en Bolivia, como en el resto de Latinoamérica, se implementaron como respuesta a la crisis del modelo de Industrialización por Substitución de Importaciones y la hiperinflación de la década de 1980. Las reformas se realizaron en dos fases. Primero, la Nueva Política Económica (1985 – 1992) de Víctor Paz Estenssoro implementó el programa de ajuste estructural, de carácter eminentemente económico, que incluyó la desregularización del sistema financiero, la “flexibilización laboral” y sentó las bases para la privatización de las empresas públicas, en especial la minería estatal, con el famoso Decreto Supremo 2106014. El programa de ajuste estructural desmanteló el ya precario Estado de Bienestar boliviano y transfirió enormes cantidades de riqueza, poder y control sobre recursos naturales y empresas públicas a compañías multinacionales. Este proceso fue posible porque las más importantes reformas fueron diseñadas y acordadas a puerta cerrada entre las multinacionales, las instituciones financieras internacionales IFIs (FMI, Banco Mundial, BID) y los funcionarios del gobierno boliviano. La “puerta giratoria” entre el sector privado, usualmente extranjero, y el sector público produjo fuertes conflictos de interés cuando la oligarquía boliviana subsumió el interés nacional con sus propios intereses y los de los inversionistas extranjeros.15 El ejemplo más claro fue el proyecto de exportación de gas por el cuál el consorcio Pacific LNG exportaría las reservas de gas boliviano a Chile, Argentina, México y los Estados Unidos. El negocio estaba estimado en cerca de 1.9 billones de dólares; sin embargo, Bolivia recibiría solamente 190 millones dado que el gobierno de Sánchez de Losada -en un esfuerzo por crear un “buen clima de inversión”- redujo los impuestos a las compañías extranjeras del 50% al 18%. 16 Paralelamente, las reformas neoliberales provocaron un rápido deterioramiento de las condiciones de vida y trabajo que el pueblo boliviano había mejorado a través de la lucha sindical y popular desde la Revolución de 1952. Debido a los programas de ajuste estructural y la privatización de las empresas públicas gran parte de los trabajadores bolivianos perdieron sus trabajos y sus tierras, pagaron mayores impuestos y recibieron educación, salud y servicios públicos a elevados costos y de menor calidad. 17 Como resultado, gran parte de los bolivianos fueron desposeídos de sus medios de producción y reproducción por las elites bolivianas en conjunción con el capital transnacional en un ejemplo claro de lo que David Harvey ha denominado “acumulación por destitución.” 18 14 Kohl y Farthing. El boomerang boliviano…, cit. Por ejemplo, Sánchez de Losada -dueño de la compañía Comsur, la quinta más grande de Bolivia- invirtió en las minas Colquiri y Bolívar y en la fundición Vinto después de que la capitalización de Comibol devaluó enormemente el valor de las mismas para “atraer la inversión privada”. Ver: Ramos Andrade, Edgar. “Goni, más que un hombre, u n a e m p r e s a t r a n s n a c i o n a l ” , E l j u g u e t e r a b i o s o, 1 3 / 1 0 / 2 0 0 3 , d i s p o n i b l e e n http://www.voltairenet.org/article120438.html. Consultado en febrero 14, 2009; Solís Rada, Andrés. “La telaraña del p o d e r e n l a v e n t a d e l g a s ” , E l j u g u e t e r a b i o s o, 1 5 / 0 9 / 2 0 0 2 , d i s p o n i b l e e n http://www.voltairenet.org/article120342.html. Consultado en febrero 14, 2009. 16 Gordon y Luoma. “Oil and Gas…”, cit., pp. 86-91. 17 Kohl and Farthing. El boomerang boliviano…, cit. Mediante el D.S. 21060, Comibol despidió aproximadamente 25,000 mineros quienes perdieron todo acceso a los beneficios de la seguridad social y debieron integrase a la economía informal de ciudades como El Alto. Gordon y Luoma. “Oil and Gas…”, cit., p. 88. 18 Harvey, David. A Brief History of Neoliberalism, New York, Oxford University Press, 2005. 15 La segunda fase, El Plan de Todos (1993 – 2003), si bien continuó con el ajuste estructural, también introdujo reformas políticas como la buena gobernanza y el neoliberalismo multicultural a través de la Ley de Participación Popular, la Ley de Reforma Educativa y la Ley de la Reforma Agraria o “las leyes malditas” como son conocidas en Bolivia. Esta segunda fase se diseñó como respuesta a las críticas de lo que Naomi Klein llama la “doctrina del shock” o la aplicación radical y autoritaria de las reformas de primera generación aprovechando contextos de crisis como el que vivía Bolivia a mediados de los años 80s con hiperinflación y suspensiones en el pago de la deuda externa. 19 El ‘multiculturalismo neoliberal’ fue diseñado con la participación de un sector del Katarismo, a la cabeza de Víctor Hugo Cárdenas, quién sería vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Losada en su primera administración. 20 Las reformas de segunda generación devolvieron parte del poder de decisión a la gente del común en Bolivia al expandir el sistema democrático formal y permitir la creación de nuevos partidos políticos como el Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales, y el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) a la cabeza de Felipe Quispe. Sin embargo, la LPP fue más allá de la política electoral al implementar la buena gobernanza neoliberal a través de la ‘participación popular’ cuyo objetivo era “devolver el poder de decisión al ciudadano en sus organizaciones de base, comunidades, gobiernos locales ya sea urbanos o rurales, y provinciales.”21 La LPP devolvió parte del poder del gobierno central al local al desembolsar 10% del presupuesto nacional a las autoridades municipalidades. En consecuencia, 250 nuevas municipalidades fueron creadas y la participación popular promovida a través de organizaciones civiles denominadas Organizaciones Territoriales de Base (OTB). Según lo estipulado en la LPP, las municipalidades y las OTB debían implementar planes de desarrollo de poca envergadura con fondos del gobierno en cooperación con organizaciones privadas y ONGs. Adicionalmente, las OTB, debían crear Comités de Vigilancia para controlar la manera en que las autoridades municipales invertían dichos recursos. 22 La LPP definió los derechos y responsabilidades de las OTB, como las juntas vecinales de El Alto, en un contexto limitado. Primero, la LPP definió la participación popular en términos de residencia por lo que su jurisdicción se restringía a la comunidad que representaban sin poder proyectar sus demandas a nivel provincial o nacional. Segundo, la LPP estableció que cada comunidad podía ser representada por sólo una OTB desconociendo la pluralidad de intereses locales y fomentando la competencia, en vez de la solidaridad, entre las distintas organizaciones por adquirir el rango de OTB. Tercero, la LPP promovió el ostracismo político de los sindicatos que no cumplían con la característica de territorialidad y, por tanto, no podían ser considerados OTB. 19 Klein, Naomi. The Shock Doctrine. The Rise of Disaster Capitalism, New York, Picador, 2008. La coalición Cárdenas - Sánchez de Losada fue criticada por el movimiento indígena y sectores del katarismo. Ver: Albó, Xavier. “Y de Kataristas a MNRistas: la sorprendente y audaz alianza entre aymaras y neoliberales en Bolivia”, La Paz, Cedoin - Unitas, 1993. Le agradezco a Juan Luis Hernández por señalar este aspecto. 21 Plan de Todos. En: Albó, Xavier. “Y de Kataristas a MNRistas...”, cit., p.42. 22 Kohl yFarthing. El boomerang boliviano…, cit. 20 El Levantamiento de Octubre: una protesta basada en la organización vecinal La creciente pobreza y explotación traída por las reformas neoliberales resultaron en la revitalización de las estructuras económicas comunitarias no capitalistas como una estrategia de sobrevivencia de los sectores más pobres en Bolivia. Esta economía comunitaria, basada en los esquemas andinos de reciprocidad y redistribución, se convirtió en un contrapeso al proceso de formación de sujeto y gobermentalidad neoliberal. Los tecnócratas y políticos neoliberales impulsaron los derechos individuales, la micro-empresa, la formación de capital humano y la mercantilización de los recursos colectivos como los pilares de la política gubernamental para el crecimiento económico y la creación de empleo. La población indígena de bajos recursos, sin embargo, se encontró progresivamente destituida de sus medios de reproducción social y económica y dependiendo aún más para sobrevivir de estructuras comunitarias que provenían del ayllu. Estas estructuras comunales andinas, a diferencia de las políticas neoliberales, defendían los derechos colectivos sobre los recursos naturales, las formas de intercambio no mercantiles y el trabajo comunitario. En El Alto, las prácticas comunales del ayllu fueron fácilmente combinadas con la economía informal como estrategia de sobrevivencia y como muestra de la pervivencia de formas socio-económicas y culturales no-capitalistas. Como la antropóloga boliviana Ximena Soruco me explicó en una entrevista: El ayllu ha sobrevivido, a pesar de todas las transformaciones que ha sufrido, por una razón. La comunidad es la única garantía que poblaciones vulnerables, como la aymara, tienen para enfrentar su pobreza y sobrevivir. El ayllu garantiza la supervivencia de la comunidad incluso cuando los individuos o las familias puedan fracasar en el mercado. 23 Varios de los alteños entrevistados durante mi trabajo de campo continuaron manteniendo los vínculos con sus comunidades, viajando periódicamente a trabajar en sus tierras y regresando a la ciudad con alimentos para el consumo personal o para vender en el mercado local. Una gran parte de la población en El Alto mantiene el contacto con sus comunidades de origen al participar en festividades religiosas y comunarias, así como en eventos políticos. 24 Isabel Huanca Mamani, una joven alteña, describe en una entrevista cómo la reserva alimenticia del campo es esencial para la supervivencia de los alteños más pobres: El anteaño pasado diez meses he trabajado, pero el año pasado ya no tuve suerte, sólo cinco meses he trabajado… de momento estoy hilando lana de vicuña… también vamos al campo para hacer unas chacritas, así, para traernos algunas cositas: papita, chuñito, eso es de nosotros nuestra comida…25 23 Soruco, Ximena. Entrevista personal. Gill, Lesley. Teetering on the Rim..., cit.; Lazar, Sian. El Alto, Rebel City. Self and Citizenship in Andean Bolivia, Durham, Duke University Press, 2008. 25 Huanca Mamani, Isabel. Entrevista, en: Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro. Mujeres en la guerra contra la discriminación y la pobreza, 2da Ed, La Paz, Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza, 2007, p.150. 24 Incluso mineros desempleados en el Alto restablecieron vínculos con sus comunidades y, dada su experiencia en los sindicatos, fueron elegidos para cargos dentro de las mismas. Un minero entrevistado por Romero Zumarán recuerda que […]después de relocalización, he vuelto a mi pueblo UMALA, donde me han nombrado autoridad. He sido Secretario General del Sindicato, durante año y medio. También he sido Presidente del Concejo Municipal del Municipio de Umala […]”26 Los alteños pobres son conscientes de que son capaces de sobrevivir a la feroz competencia del mercado en El Alto gracias a esta otra economía comunitaria alrededor del ayllu que redistribuye tierra, agua, ganado y otros recursos básicos entre las familias de acuerdo con sus necesidades específicas, para asegurar la subsistencia de todos los miembros de la comunidad. Este tipo de comunitarismo se contrapone al sistema neoliberal que no promueve la solidaridad social sino que legitima las desigualdades sociales a partir de los distintos desempeños individuales en el mercado. Los esquemas de trabajo comunitario basados en la reciprocidad, como la minka y el ayni, son aspectos importantes de esta economía solidaria.27 La fuerte relación entre las comunidades rurales aymaras y la ciudad de El Alto ha tenido como resultado la reconfiguración de estas prácticas andinas de reciprocidad dentro de las juntas vecinales para mejorar las viviendas, pavimentar las calles, construir redes de alcantarillado y otros servicios básicos para los barrios.28 Las juntas vecinales tienen algunos elementos de la estructura del ayllu, aunque la cohesión social está más definida por el lugar de residencia urbano que por los lazos de parentesco o la tenencia de tierras comunales. Los líderes de estas organizaciones, como las autoridades tradicionales aymaras, regulan la mano de obra y otros recursos dentro de los barrios. Todos los vecinos deben pagar cuotas a su junta vecinal para cubrir los gastos que implica tramitar las solicitudes de obras públicas y otras necesidades al gobierno municipal. Adicionalmente los vecinos brindan mano de obra de manera rotativa para construir infraestructura en sus barrios y la reciprocidad entre familias es igualmente común. Como en el campo, los beneficiarios, ya sea una familia o varias, brindan alimentos a los demás vecinos mediante una fiesta comunal o apthapi.29 Muchos de los jóvenes, nacidos y criados en El Alto, valoran las tradiciones comunitarias y las han integrado en sus organizaciones. Remberto, un líder de la Federación de Estudiantes de Secundaria FES afirmó en una entrevista: 26 Minero 20, ex – dirigente sindical y ahora dirigente vecinal. Entrevista, en: Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos: practicas político — vecinales en El Alto, Master’s Thesis, La Paz, UMSA, 2003, p. 81. Le agradezco a la autora por enviarme la versión electrónica de su tesis. 27 La minka es la movilización de lazos de parentesco dentro del ayllu por parte de las autoridades tradicionales o los sindicatos campesinos para proveer mano de obra para proyectos comunitarios. Como retribución, los beneficiarios de la minka brindan alimentos y bebidas (apthapi) iniciando un pacto de reciprocidad por el cual están obligados a proveer mano de obra a las otras unidades familiares en tiempos de necesidad. El ayni es un sistema de distribución rotativa de recursos y mano de obra, especialmente para trabajar en las tierras comunales. Mamani, Pablo. El rugir de las multitudes…, cit., pp. 32-34. 28 Gill, Lesley. Teetering on the Rim..., cit. 29 Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit. La gente aymara siempre ha vivido en comunidad, bajo ideales de igualdad, nadie era rico ni pobre y todo el mundo se ayudaba entre sí con ayni, la minka, nuestra justicia comunitaria. Nosotros estamos recuperando todas estas tradiciones en nuestra organización juvenil.” 30 El comentario de este líder puede ser entendido como una idealización de la historia aymara y las actuales condiciones en los ayllus. Sin embargo, esta interpretación de los valores y prácticas aymaras ha influenciado el comportamiento de los jóvenes en El Alto y propiciado una estructura democrática dentro de la FES. No obstante, las prácticas comunitarias también conducen a usos de poder y explotación de los miembros más débiles. El pacto de reciprocidad puede ser fácilmente violado cuando miembros pudientes de la familia se benefician del trabajo de aquellos más pobres sin ofrecer suficiente compensación. Dicha explotación se ha profundizado bajo el modelo neoliberal de la microempresa basado en condiciones precarias de trabajo debido a los niveles extremadamente bajos de capital y tecnología y la explotación de mano de obra familiar. 31 En El Alto, la tradición de trabajo comunal no es legítima para todos los vecinos. Los antiguos mineros son especialmente renuentes ya que el ayni no es una tradición tan arraigada dado que los sindicatos mineros siempre han exigido al Estado y a sus patrones el mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo.32 Una líder de una junta vecinal expresa su resentimiento en contra de los antiguos mineros: [...]Creo que ellos están acostumbrados a vivir de lo gratis o que el gobierno les dé, en las zonas no aportan nada, al contrario todo quieren gratis, no quieren ni apoyar en los trabajos, no quieren dar ni una cuota[…]33 Así mismo, los líderes de las juntas vecinales constantemente se quejan de que los vecinos no son “solidarios” y esperan conseguir obras comunales sin contribuir con dinero o trabajo. Por el otro lado, los vecinos reclaman que los líderes son corruptos y pertenecen a redes clientelistas asociadas a partidos políticos.34 Más aún, las autoridades municipales y el gobierno central han distorsionado las estructuras comunitarias de El Alto al contratar trabajadores para llevar a cabo obras públicas a cambio de comida. Uno de estos esquemas de trabajo comunal, llamado “trabajo por alimentos”, está financiado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). 35 El testimonio de Isabel Huanca Mamani permite observar como las organizaciones internacionales promueven la continua depreciación del valor de la mano de obra no calificada en países pobres como Bolivia: 30 Remberto. Entrevista personal. Puente, Florencia y Francisco Longa. “El Alto: los dilemas del indigenismo urbano” “, en: Svampa Maristella, y Pablo Stefanoni. Memoria, insurgencia y movimientos sociales: Bolivia, Buenos Aires, CLACSO / OSAL / Editorial El Colectivo, 2007, p. 104. 32 Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit. 33 Vecina 20, dirigente vecinal. Entrevista en: Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit., p.103. 34 Romero Zumarán, Raquel Bertha. De mineros y vecinos…, cit. 35 Lazar, Sian. El Alto, Rebel City…, cit. 31 Entonces empecé a trabajar en un proyecto extranjero de trabajo por alimentos. Casi nueve años trabajé ahí… pero no nos han pagado con dinero, solamente nos han dado harina y víveres. Era un proyecto de forestación de barrancos, de terrenos municipales, allí plantábamos planticas que ahora ya son árboles grandes.36 Sin embargo, a pesar de los abusos, la tradición comunitaria ha chocado con las reformas neoliberales. A través del trabajo solidario en las juntas vecinales, los alteños han seguido valorando las estructuras comunitarias y se han definido como parte de una comunidad de vecinos que puede mejorar colectivamente sus condiciones de vida y de trabajo. Esta economía moral se ha enfrentado a la subjetividad neoliberal basada en el modelo de empresarios responsables de triunfar en el libre mercado mediante la competencia y la inversión en su capital humano. Fue precisamente esta poderosa organización vecinal la que originó y mantuvo la protesta durante octubre de 2003 en contra de las políticas neoliberales del gobierno de Sánchez de Losada. Juntas vecinales: desafío a la democracia (neo)liberal Nancy Postero argumenta que con la LPP, los pueblos indígenas en Bolivia se concibieron como ciudadanos reales por primera vez, y como tales exigieron sus derechos constitucionales. Cuando el modelo del multiculturalismo neoliberal no pudo cumplir sus promesas a los pueblos indígenas, las reformas de la LPP fueron contraproducentes originando una masiva ola de protestas sociales en Bolivia. Por lo tanto, la LPP produjo consecuencias inesperadas: en vez de crear sujetos obedientes, promovió la insurrección indígena. Como resultado, una forma radicalizada de multiculturalismo emergió en Bolivia, a la que Postero denomina “ciudadanía post-multicultural”, que desafió el racismo institucionalizado y exigió una verdadera inserción de los pueblos indígenas en la generación y distribución de riqueza y el disfrute de los derechos ciudadanos.37 Claramente la LPP fue un factor importante en la creación de un movimiento antineoliberal en El Alto. Sin embargo, en mi opinión, las juntas vecinales se transformaron en lugares de lucha contra el neoliberalismo no tanto como resultado de las altas expectativas creadas por la LPP, sino por la confrontación entre las tradiciones democráticas traídas por los migrantes y las formas neoliberales de participación popular. La economía moral forjada en las juntas vecinales contribuyó a la creación de formas democráticas vecinales que fueron contrapuestas a la idea de la “participación popular” neoliberal. El Levantamiento de Octubre se caracterizó por la utilización espontánea de las formas organizativas vecinales para mantener las protestas a pesar de la fuerte represión estatal. Dado el carácter orgánico de la organización vecinal, las protestas continuaron aún cuando la mayoría de los altos dirigentes fueron neutralizados por el gobierno, siendo perseguidos o presuntamente sobornados. Según Reinaldo, un joven líder de El Alto, durante el Levantamiento de Octubre: “La gente sobrepasa a sus 36 37 Huanca Mamani, Isabel. Entrevista en: Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro…, cit., p. 150. Postero, Nancy. Now We Are Citizens…, cit. dirigentes vendidos burocráticos que no querían que las marchas bajaran a La Paz porque tenían pactos por debajo de la mesa con el gobierno” 38 El sociólogo Boliviano Pablo Mamani ha acuñado el término “gobiernos microbarriales” para definir la rigurosa organización vecinal que se estableció durante el Levantamiento de Octubre. Manani explica cómo los vecinos se organizaron por turnos rotativos y obligatorios para construir barricadas, trincheras, destruir las “pasarelas”39, hacer rondas de vigilancia para avisar sobre ataques del ejército, ayudar a los heridos, entre otras tareas. 40 Brigadas de jóvenes se formaron para proveer “armamento” como explosivos caseros, palos, piedras y hasta rudimentarias catapultas en el barrio de Villa Tunari. Los vecinos controlaron la circulación de comida, gas para cocinar y otros bienes esenciales para evitar desabastecimientos en El Alto, mientras que mantenían a la ciudad de La Paz incomunicada o “sitiada,” reviviendo la estrategia militar de Tupac Katari durante la rebelión de 1781 contra el gobierno colonial español. Según Wara, una líder juvenil alteña, el abastecimiento de víveres en El Alto durante el Levantamiento de Octubre funcionaba de la siguiente manera: En el caso de mi familia […] salíamos a las 2 de la mañana a comprar huevos a la tienda porque era un sentimiento de que nada se abra hasta que el presidente renuncie […] sólo en la madrugada podíamos ir a comprar comida […] si se acaban los huevos en una tienda, la gente corría a la otra tienda a comprar, para el pan era lo mismo, para el gas era lo mismo. Le tocaban al vecino y le decían: tienes unas papas y luego te las devuelvo. 41 Otras prácticas aymaras como el apthapi (o la comida en comunidad), las técnicas de deshidratación para preservar comida como el ch’uñu (papa) o el ch’arqui (carne) le permitieron a los alteños sobrevivir en El Alto durante la fase más dura del levantamiento cuando la ciudad quedó completamente incomunicada y su vida comercial paralizada. 42 Estos ‘gobiernos microbarriales’ reflejan las prácticas democráticas forjadas en las juntas vecinales a partir de la reconfiguración de formas democráticas del ayllu y de los sindicatos. La democracia directa –a través de asambleas comunales de vecinos- es practicada más a menudo y tiene un impacto más fuerte en las juntas vecinales que en Fejuve dado que es más fácil implementarla en comunidades pequeñas, como los barrios, que en organizaciones más amplias. Fejuve tiene una estructura de liderazgo más jerárquica, como los sindicatos, que toma decisiones de manera más independiente de las bases y de acuerdo a los Estatutos, o el conjunto de normas y objetivos por los cuales se rige esta organización. A pesar de la estructura más jerárquica y de democracia representativa, el control social sobre los líderes es fuerte en Fejuve a través de una serie de mecanismos formales e informales como los ampliados y la aclamación directa. 38 Reinaldo. Entrevista personal. Los alteños destruyeron las pasarelas o puentes para peatones para bloquear las vías y para evitar que la policía disparara desde allí a los manifestantes. 40 Mamani, Pablo. Microgobiernos barriales. Levantamiento de la ciudad de El Alto (Octubre de 2003), El Alto-La Paz, CADES/IDIS-UMSA, 2005. 41 Wara. Entrevista personal. 42 Mamani, Pablo. Microgobiernos barriales…, cit. 39 Por otro lado, la democracia del ayllu está muy presente en las juntas vecinales -y en menor medida en Fejuve- a través del ayni por el cual el liderazgo en las juntas vecinales es obligatorio y rotativo convirtiéndose en un mecanismo para prevenir corrupción y autoritarismo. Adicionalmente, los líderes de las Juntas son responsables ante los vecinos por sus acciones y deben respetar las decisiones de la asamblea. Edwin Ochoa, ex-presidente de una junta vecinal de El Alto, me explicó las implicaciones de ser elegido como líder de Fejuve: Tampoco uno puede retractarse porque las masas ven en ellos [los dirigentes] buenos elementos, honestos, responsables, principalmente que no sean corruptos como las autoridades; y una vez que llegan [a los cargos directivos] tienen que seguir actuando así, quien se mantiene bastante tiempo es quien ha actuado bien, como quieren las masas.”43 La tradición de democracia comunal jugó un rol crítico dentro de las juntas vecinales al fomentar la “formación política” a través de la divulgación masiva de información acerca de las reformas neoliberales. En las asambleas, reuniones y ampliados, los vecinos discutían el impacto negativo de las políticas de ajuste estructural que los afectaban y su lucha para mejorar las condiciones en los barrios. Las juntas vecinales y Fejuve se convirtieron en lugares de organización popular críticos del gobierno que ejercían gran influencia dentro de la población alteña. Las juntas vecinales divulgaban la información a través de medios de comunicación populares. Durante el Levantamiento de Octubre, las radios locales como Radio Pachamama y Radio Huayna Tambo fueron unos de los pocos medios que denunciaron la violenta represión del gobierno mientras que las estaciones de radio y canales de televisión basados en La Paz se aliaron con el gobierno o fueron incapaces de llegar a El Alto. Víctor Huanca, de Radio Pachamama, me relató cómo salió a las calles a reportar lo que estaba pasando durante todos los días que duró la insurrección. De acuerdo a su testimonio, la gente llamaba a la radio para coordinar con los demás vecinos el bloqueo de las avenidas, el auxilio de los heridos, el entierro de los muertos, el aprovisionamiento de alimentos y la denuncia de los ataques del ejército. 44 La prensa escrita también fue una muy importante forma de organización y de concientización política desde antes de la insurrección de Octubre y hasta la actualidad. Según Víctor Huanca: Antes de Octubre, lo que pasaba era que en las calles se vendía información: una o dos páginas, por 30, 50 centavos. La gente compraba información, artículos de magazines y periódicos alternativos, resúmenes de lo que estaba pasando; eso era lo que se vendía y lo que la gente leía y había un proceso de empoderamiento. La gente veía que había razones estructurales para su miseria45. El proyecto para vender gas vía Chile, el Febrero Negro, las consecuencias del Alca, la Ley Inra y la Ley de Reforma Educacional fueron discutidos en la prensa radical e independiente durante el 2003. Para entender el alcance de la difusión de esta información, uno sólo tiene que 43 Ochoa, Edwin. Entrevista personal. Huanca, Víctor. Entrevista personal. 45 Huanca, Víctor. Entrevista personal. 44 consultar magazines de izquierda como Semanario Pulso y Barataria, periódicos como El Juguete Rabioso y Le Monde Diplomatique (Edición Bolivia), y folletos como Palabra Obrera y Tunupa. Cuando estas publicaciones eran demasiado costosas, las juntas vecinales fotocopiaban los principales artículos y los distribuían entre sus miembros o los compraban ya fotocopiados en la calle por unos cuantos centavos, como Huanca recuerda. La tradición sindical, especialmente minera, es un elemento clave para entender la politización de las juntas vecinales. Los mineros relocalizados en El Alto defendieron el importante papel del estado en la economía y las políticas del Estado de Bienestar en contra de las reformas neoliberales de privatización. Igualmente, los ex-mineros defendieron el derecho de los trabajadores y los ciudadanos del común de participar en el diseño e implementación de las políticas de Estado. Es importante recordar que desde la Revolución de 1952, los trabajadores, especialmente mineros, han participado de una u otra manera en la conducción del Estado y la economía nacional a través del “control obrero con derecho a veto” y la influencia que la COB ha ejercido sobre los gobiernos de turno. Como resultado de estas prácticas democráticas en las juntas vecinales, los bolivianos blancos y mestizos y los extranjeros que trabajan para las ONGs no han monopolizado el liderazgo comunal en El Alto, sino que por el contrario, deben competir con un vibrante grupo de dirigentes populares. De hecho, existe una fuerte “reserva de líderes” en El Alto dado que un alto porcentaje de la población ha adquirido alguna experiencia de liderazgo y son reconocidos como representantes legítimos de los barrios. Esta reserva de líderes fue activada espontáneamente durante el Levantamiento de Octubre permitiéndole a la gente mantener la lucha aún cuando los líderes del momento fueron neutralizados por el gobierno. Los límites de la democracia vecinal Cabe subrayar que las dinámicas dentro de Fejuve y las juntas vecinales no son siempre democráticas. Los intereses personales y las desigualdades de poder pueden imponerse sobre los intereses colectivos y algunos líderes se mantienen por largos periodos de tiempo porque los vecinos no son siempre capaces de forzar su retiro cuando no representan sus intereses. Si bien la independencia de los partidos políticos y de poderosos intereses públicos y privados (como los del gobierno nacional o local y de las ONGs) es altamente valorada; el clientelismo, la corrupción y la cooptación están presentes. 46 Por ejemplo, Ismael Ferrera, presidente de Fejuve en el 2008, expresaba con preocupación: “Algunos de nuestros camaradas han caído en el prebendalismo porque la necesidad los fuerza a sobrevivir; esperemos que durante mi periodo nadie caiga en la maldición que es la corrupción.” 47 El individualismo y la competencia entre los presidentes de las juntas vecinales no son inusuales, aunque la solidaridad está también presente: Entre los presidentes de las juntas vecinales ha habido tremenda desconfianza, tremendo individualismo y competencia entre ellos: el que dirige mejor o al que consigue más obras públicas para su zona, o lo que 46 47 Lazar, Sian. El Alto, Rebel City…, cit. Ferrera, Ismael. Entrevista personal. sea. Y esto los lleva a tremendas confrontaciones. Pero después, por necesidad, el hecho de que si pelean individualmente no consiguen lo que quieren, esto los fuerza a unirse.48 La complementariedad aymara entre el hombre y la mujer –el chacha-warmi- es a menudo un ideal más que una realidad dado que las relaciones patriarcales siguen estando muy presentes en Fejuve. Las mujeres en El Alto se han convertido en el pilar económico de la familia al integrarse masivamente a la economía informal y son reconocidas por su valentía al ubicarse frecuentemente en primera línea a la hora de enfrentar a la policía. 49 Sin embargo, los hombres prevalecen en las juntas vecinales y en Fejuve, especialmente en las altas posiciones de liderazgo. En el 2002, el número de mujeres presidentes de las 399 juntas vecinales no constituían más del 5% y las mujeres generalmente ocupaban rangos bajos como secretarias y vocales.50 Nelly, una líder de COR-El Alto me explicó la discriminación de género combinando ideales aymaras con el marco teórico de los estudios feministas que aprendió en los talleres de liderazgo para mujeres de la ONG Gregoria Apaza: Nosotras hablamos sobre discriminación porque aunque tenemos derechos por ley, esos derechos no se respetan. Chacha-warmi significa complementariedad entre hombre y mujer, pero los hombres no nos dan esa oportunidad. Nosotras luchamos por igualdad de género.51 Finalmente el ideal de la disciplina sindical traído por los mineros y la preeminencia de la comunidad sobre el individuo como parte de las tradiciones aymaras pueden imponerse sobre las libertades individuales. Durante el Levantamiento de Octubre algunas familias o individuos que optaron por mantenerse al margen de las protestas fueron obligados por el resto de los vecinos a participar en los bloqueos de vías, las marchas, los grupos de vigilancia, etc. Según los testimonios, grupos de vecinos amenazaban con saquear las viviendas de aquellos que no participaran así como los negocios de quienes no cumplieran con los limitados horarios de atención que fueron impuestos por las asambleas de vecinos. Pamela Chuquimia, estudiante de la Escuela Normal de El Alto, escribió recordando cómo los enfurecidos manifestantes saquearon y atacaron los bares y discotecas que se atrevieron a abrir sus puertas durante los días previos a la masacre.52 Como Roberto de la Cruz, el principal líder de la COR en el 2003, explicó en una entrevista: “Con la rabia de la gente no se juega; si es paro, es, pues, y nadie se mueve o…caen los piedrazos.”53 A pesar de estas limitaciones, la democracia vecinal y las juntas vecinales se convirtieron en un fuerte contrapeso a las formas elitistas y distantes de la “participación popular” neoliberal. Las ONGs nacionales y extranjeras y los organismos de gobierno generalmente no son representativos de las comunidades y las relaciones de poder entre el liderazgo blanco-mestizo y la base indígena popular dificultan el ejercicio del control social y la construcción de consensos. 48 Ochoa, Edwin. Entrevista personal. Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro…, cit. 50 Puente y Longa. “El Alto: los dilemas…, cit., p.103. 51 Nelly. Entrevista personal. 52 Chuquimia, Pamela. “Días de saqueo”, en: Navia, Mónica. Y todo comenzó de nuevo: memorias de octubre. La Paz, INSSB, 2004, p. 137. 53 Cruz, Roberto de la. Entrevista, en: Gómez, El Alto de pie…, cit., p. 31. 49 Por el contrario, estas dificultades son más fácilmente resueltas dentro de las juntas vecinales, e incluso en Fejuve, donde el control social y las diferencias de poder y riqueza no son tan marcadas. Un ejemplo del poder de la base sobre el liderazgo de Fejuve me lo explicó Edwin Ochoa quien integró el Comité de Huelga de Fejuve en El Alto en 1997 que exigió la renuncia del alcalde, militante de Condepa, un partido populista con una marcada reputación por corrupción entre los alteños. Ochoa recuerda dirigiéndose con otros miembros del Comité a una reunión con el Concejo Municipal. El Comité fracasó en convencer a los miembros del concejo de unirse a la campaña para hacer renunciar al alcalde como la gente en las juntas vecinales quería. “Los vecinos estaban afuera del Concejo Municipal, esperando por una respuesta positiva, gritando y con dinamita.”54 Finalmente, dos miembros del comité le comunicaron a la manifestación que el alcalde no iba a renunciar. Ochoa recuerda que “En cuanto dijeron eso, los agarraron a los dirigentes y los llevaron toda una cuadra a golpes, a patadas, les dijeron que se habían vendido, que eran malos dirigentes y todo eso.”55 Para Javier Torres, miembro de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y líder juvenil, el proceso democrático en El Alto ha estado marcado por el contraste entre la ‘democracia burguesa’ y una ‘democracia popular’: En el 82 [1982] se recupera la democracia, pero es una democracia ficticia, es una democracia al estilo burgués, donde todos pueden votar […] pero no participan ni dan su voz en las políticas de Estado […] Nosotros como organizaciones juveniles hemos rescatado el sistema rotatorio de líderes que se da en las comunidades. Entonces el jefe no es el que tiene el poder para decidir sino es el que puede ser elegido por ser más sabio o al que le toca servir […] es un honor y una gran responsabilidad. 56 El testimonio de Torres muestra la hibridación de discursos políticos marxistas con los ideales de democracia comunitaria andina que se contraponen a las formas democráticas (neo)liberales. El golpe final a la imagen del neoliberalismo como un sistema democrático participativo fue el resultado del autoritarismo del gobierno de Sánchez de Losada o su “Democradura”57. Durante el Levantamiento de Octubre, el gobierno se negó a negociar con los actores en conflicto y envió al ejército a custodiar los camiones cisternas que bajaban gas a La Paz desde la planta de Senkata en El Alto. Sánchez de Losada nunca reconoció la legitimidad de las demandas contra el proyecto del gas y estaba convencido que era una “conspiración del narco-sindicalismo” apoyado por oscuros intereses foráneos como de las guerrillas peruanas y colombianas. 58 El enfrentamiento entre el ejército y los civiles desarmados produjo la muerte de 26 personas y 54 Ochoa, Edwin. Entrevista personal. En El Alto, debido a la fuerte presencia minera, el uso de cachos de dinamita es una práctica común durante las protestas. 55 Ochoa, Edwin. Entrevista personal. 56 Torres, Javier. Entrevista personal. 57 Ana María Romero de Campero, defensora del Pueblo en 2003, acuñó esta descripción del gobierno de Sánchez de Losada en una entrevista en el Semanario Pulso.. Guzmán Víctor y Víctor Orduna. “‘Democradura’: Entrevista con Ana María Campero”, en: Pulso, Año 4, No. 218, Octubre 10-16, 2003, p. 12. 58 Gómez, Luis. El Alto de pie…, cit. decenas de heridos. Como resultado, las organizaciones sociales en El Alto empezaron a comparar el régimen neoliberal con las dictaduras militares de los años 60s y 70s y siguieron siendo víctimas la violencia racista del Estado que no dudó en matar a los pobladores de ascendencia indígena de El Alto como “si fueran animales” como varios de mis entrevistados me dijeron. Conclusión El Levantamiento de Octubre desafía los recientes estudios sobre la relación entre la gobermentalidad neoliberal y los movimientos sociales en países con mayorías indígenas como Bolivia. Las reformas neoliberales ciertamente debilitaron el movimiento obrero en Bolivia, pero también abrieron nuevos espacios políticos para organizaciones como las juntas vecinales en El Alto. La LPP no pudo implementar del todo la gobermentalidad neoliberal puesto que los alteños no constituyeron las juntas vecinales ni entendieron la “participación popular” de acuerdo a los imaginarios políticos neoliberales. Muchos de los miembros de estas organizaciones vecinales no internalizaron los valores de lo empresarial y el libre mercado sino que combinaron la economía informal con prácticas económicas comunitarias y demandaron una mayor participación del Estado en el bienestar común. Si bien los alteños construyeron su ciudad y la economía informal con sus propias manos y sudor, no se entendieron como empresarios individuales que estaban participando en un mercado que justa e imparcialmente recompensaba sus esfuerzos y trabajo. Por el contrario, construyeron una economía moral basada que valoraba la solidaridad, reciprocidad, trabajo y recursos comunales. Además los vecinos continuaron rechazando el desmantelamiento del Estado de bienestar que era visto como una obligación moral del Estado de redistribuir parte de la riqueza nacional producida bajo un sistema económico donde los indígenas han sido reiteradamente discriminados. Esta economía moral fue el resultado de la incorporación de prácticas y valores traídos por los migrantes del campo y las minas. Las juntas vecinales de El Alto, en vez de participar solamente a través de los canales legales provistos por la LPP, se dedicaron a la acción colectiva no institucional como marchas y bloqueos de vías y, durante octubre de 2003, a la desobediencia civil abierta en contra del gobierno. Tercero, las juntas vecinales no se limitaron a la discusión de problemas locales sino que reclamaron sus derechos como ciudadanos para participar en el diseño y la implementación de políticas de Estado como el desarrollo de la industria de hidrocarburos. Como resultado, las juntas vecinales se convirtieron en sitios donde florecieron formas de democracia popular y de conciencia política radical. Los vecinos de El Alto cuestionaron la falta de representatividad y control social y el autoritarismo del sistema político neoliberal a pesar de las reformas traídas por la LPP; y la violencia racial del Estado que defendía los intereses de las compañías multinacionales y la élite boliviana por encima de los intereses de la mayoría de la población boliviana. Bibliografía Libros: Cabezas Fernández, Marta. A Chonchocoro. Mujeres en la guerra contra la discriminación y la pobreza, 2da Ed., La Paz, Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza, 2007. Chuquimia, Pamela. “Días de saqueo”, en: Navia, Mónica. Y todo comenzó de nuevo: memorias de octubre, La Paz, INSSB, 2004. Gill, Lesley. Teetering on the Rim: Global Restructuring, Daily Life, and the Armed Retreat of the Bolivian State, New York, University Press, 2000. Gómez, Luis A. El Alto de pie. Una insurrección aymara en Bolivia, La Paz, Imprenta Wa-Gui, 2004. Harvey, David. 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