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208 Cena hora europea De competir a compartir ! ! ! 16 de Mayo de 2013 ! ! DE COMPETIR A COMPARTIR JOSEP M. FORCADA CASANOVAS ! ! ! ! !! ! PONENTES DAVID MARTÍNEZ GARCÍA Economista. Socio Director de AddVANTE ! ! JORDI RIERA ROMANÍ Catedrático de Educación de la Universidad Ramon Llull Vicerrector dew Política Académica y Adjunto al rector de la Universidad Ramon Llull. ! ! BEGOÑA ROMAN MAESTRE Profesora de Ëtica de la Universidad de Barcelona Presidenta del Comité de Ética de los Servicios Sociales de Cataluña ! ! JULIEN SCHMITT Coordinador del Grupo de Empresas del Campo de Energía de la Economía del Bien Común - Barcelona ! ! ! APORTACIONES EN EL COLOQUIO ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! DE COMPETIR A COMPARTIR Josep M. Forcada Casanovas Las grandes escuelas de negocios, entre otros, educan para la competitividad que no es lo mismo que la competencia. Ésta es la capacidad de estar al nivel de lo que se necesita para poder hacer con responsabilidad y conocimiento determinadas actividades. La competitividad es la exageración de estas capacidades que se da al realizar una actividad que conduzca a superar a los otros. Si no se transformara esta competición en una lucha en la que fácilmente se rompen las reglas de juego, quizás la sociedad se pondría de acuerdo, pero hoy más que nunca es innegable que, con astucia, fácilmente se pisa los demás para conseguir los primeros puestos y se prescinde del respeto. Incluso no importa la desigualdad, convirtiéndose en una forma de dominio del que tiene más frente al que tiene menos. La competitividad puede transformarse en la más dura fuente de desigualdad, especialmente en lo que respecta a la economía, como lo sufre hoy nuestra sociedad occidental y convertirse en una carrera por conseguir beneficios por encima de todo. La ambición de la ganancia siega fácilmente la razonable dimensión social que éticamente propone una nivelación de la economía que ayude a estabilizar el reparto de la riqueza. Hoy, en cierto modo, se puede entender la economía como un despiadado juego de beneficios en favor de un gran capital que está en manos de pocos, los cuales, evidentemente, siempre han de ganar, y cuando no es así se producen hecatombes que afectan a varios países. Es innegable que el ciudadano debe conseguir la defensa de su subsistencia mediante esfuerzos, a menudo inalcanzables para buena parte de ellos, ya que el juego del endeudamiento aturde de manera enloquecida al cerrarse créditos, reconduciendo la economía hacia unas áreas favorecidas por los sectores que la dirigen. La subsistencia vital entra en el posibilismo social, en el que se establecerán unas ayudas sociales que cambian el bienestar por la posibilidad de subsistir. Si se apuesta por compartir, es evidente que hay una realidad social que demanda unos cambios de actitud en todos los aspectos de nuestra sociedad, es decir, por entender que se debe llegar a acuerdos en los que se juega el bienestar de la sociedad. Estos pactos, en democracia, requieren actitudes de transigencia y considerar, de una manera lúcida, que la sociedad la integramos personas que tenemos vida, necesidades y una libertad que también debe ser compartida por todos. Es decir, el individualismo feroz que se había proclamado como ideal, hoy cae en favor de una nueva integración de los individuos para superar carencias en todos los aspectos de la sociedad, desde Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org el económico, bastante evidente, hasta el familiar, el educativo, el empresarial, el político, el religioso, etc. No se puede negar que en estos niveles de complementariedad, en el hecho de compartir tienen un gran papel las comunidades sociales intermedias o las redes de personas a las que se puede acceder plenamente sin otra obligación que sentirse bien con los que integran estos grupos. ! Compartir hoy es un grito a la solidaridad para que se abra con fuerza ante la precariedad. Desarrollar esta capacidad será posible si se afloja el deseo de tener por el de ser para alcanzar una dignidad social gratificante. Quizás tendremos que aprender a gestionar, compartiendo y cooperando, la pobreza, la inseguridad, la incertidumbre para superar pesimismos que enferman la felicidad. ¿Los dirigentes de los regímenes democráticos, están ya lo suficientemente concienciados como para potenciar el bienestar social y lograr así que las personas se sientan protagonistas de auténticas redes colaborativas? ¿Acaso hay que luchar para que sea posible un nuevo reparto de bienes como, por ejemplo, renunciar a determinados sueldos para compartirlos, siendo más bajos, con otros y ofrecer así dos puestos de trabajo para un solo sueldo? Las políticas sociales y públicas de un país son en gran parte fruto de la cultura y de la educación. Sin embargo, ¿educamos para compartir y cooperar? Compartir es una esperanza. ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! DAVID MARTÍNEZ GARCÍA! Economista. Socio director de AddVANTE ! Hablaré desde el punto de vista de la economía y de las organizaciones. En estos momentos estoy trabajando en los modelos de transformación de las organizaciones. Creo que hay mucho de competir y de compartir en ellas e intentaré aportar mi experiencia y mis reflexiones. Competir puede ser positivo y en cambio, compartir puede ser negativo. Competir no es negativo en sí mismo. Educando la competitividad, desde la perspectiva de alcanzar diferentes competencias para lograr un objetivo aporta ciertos valores positivos al individuo. Por ejemplo, para ser competitivo hay que trabajar la excelencia, excelencia en la disciplina personal y en la disciplina de equipo. Requiere desarrollar competencias y capacidades como la paciencia, la persistencia, la capacidad de planificación, la gestión, la capacidad para aceptar la presión, y también la capacidad de gestionar las emociones. No sé si nacemos con esa capacidad de competir, o la adquirimos cuando somos muy pequeños, pero, de hecho, cuando somos muy pequeños, competimos con nuestros hermanos. Cuando hacemos estudios primarios y secundarios estamos compitiendo por unas notas. En el mundo del deporte, la competitividad es un elemento muy potente. Por otra parte, compartir también puede ser negativo. Mantener modelos basados en un esquema de compartir puede llegar a provocar actitudes de falta de iniciativa, de falta de actitud creativa e, incluso, puede llevarnos a la pasividad y a limitar el propio crecimiento personal y, a veces, llegar a delegar nuestra responsabilidad personal sobre la responsabilidad del grupo en el que yo ya no tengo el mismo nivel de responsabilidad. Tenemos un caso muy claro y muy cercano, que es nuestro propio modelo autonómico en España, donde ciertas comunidades han vivido de este fondo de solidaridad compartido. Una actitud obsesiva o enfermiza respecto a la competitividad traerá consecuencias negativas a los demás y por otra parte, una actitud malentendida y aprovechada respecto a la idea de compartir potenciará más personas dependientes o que se apoyan. La clave está en la eutrapelia, la virtud de encontrar la justa medida de las cosas y, por lo tanto, de buscar un equilibrio entre competir y compartir, de forma que una calidad compense y pueda potenciar a la otra. Considero que competir y compartir no son ideas excluyentes y que pueden cooperar entre ellas. Para pasar de competir a compartir, probablemente, el ejercicio más natural y fácil sea hacerlo por pasos y el paso más natural sería pasar de competir a colaborar. Normalmente, en el mundo empresarial funciona de esta manera, colaborar o cooperar. En el mundo empresarial, tú estás compitiendo y normalmente pasas a cooperar y por último acabas Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org compartiendo. En la familia aún se ve más claro. Cuando una pareja empieza a vivir, habla muchas veces de cómo compartir las tareas. En algunas parejas hay una persona que hace las tareas y la otra que es la que colabora. O sea, una lleva el peso y la otra colabora. Hay todo un proceso que nos permite pasar de competir a compartir pasando por la cooperación. Por otra parte, si mi actitud es de compartir, se entiende que ya sé lo que hay que hacer y cómo hacerlo y que, por tanto, soy autónomo en la gestión del trabajo que puedo realizar, porque ya he visto qué cosas faltan, qué cosas hay que cuidar y por cuáles hay que velar; he olido, he sentido, he percibido y he detectado cuáles son las carencias y las necesidades de unos y otros. Para compartir se da una actitud contemplativa y reflexiva que nos ayuda a ver cómo dar respuesta a una situación y que por lo tanto, nos haría hablar de una actitud mucho más proactiva, a diferencia de la de cooperar, que es una actitud mucho más reactiva. Compartir supone un grado de autonomía previa, saber detectar las necesidades y lo que hay que hacer para solucionarlas. Colaborar sería más bien depender de lo que el otro detecta. Compartir significa trabajar en equipo, no ir por mi cuenta, sino asumir la corresponsabilidad, la responsabilidad compartida con los demás, y esto implica un engranaje, un ir a la una, habiéndolo hablado todo antes. Es interesante observar que la autonomía no es contradictoria con el trabajo en equipo, con la coordinación con los otros. Por ello, muchos autores prefieren hablar de la interdependencia. Somos necesariamente dependientes unos de otros, sin que ello quiera decir que tengamos que hacernos subordinados unos de otros. Aprender a compartir significa saber ser autónomo, pero no independiente, sino interdependiente. La actitud de competición ve al otro como un enemigo y se centra en el propio ego, sea de la persona, del grupo, de la empresa, etc. En cambio, la actitud de compartir pone el centro en la otra persona, que ya no es vista como un enemigo. Entender este concepto de compartir como no enemigo es el primer paso para pasar de competir a compartir. Por lo tanto, probablemente, un factor que ayuda a pasar de competir a compartir es la confianza en el otro, en la persona, en la organización, en la otra empresa, etc. Otro aspecto que puede facilitar este recorrido entre competir y compartir es la existencia de un bien común más elevado que los bienes individuales que pueda perseguir cada una de las partes. Como ejemplo, tenemos que en Sudáfrica existe una ONG dirigida por el padre de una persona asesinada durante el apartheid y la madre del asesino. Antes competían, y ahora, en cambio, comparten un mismo ideal que es trabajar juntos y este ideal hace que los motivos que los enfrentaban se hayan eliminado. Compartiendo puedo competir mejor. Éste es un tema importante en las empresas y las organizaciones. Competir es absolutamente necesario en el mundo en el que estamos, pero probablemente es más eficiente competir sabiendo compartir. En cualquier escuela de negocios, la máxima es buscar una solución que sea, ganas tú / gano yo. Personas especialistas en la resolución de conflictos hablan de “ceder, ceder” y de “perder, perder” para Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org cada una de las dos partes. Podemos percatarnos de que el lenguaje del mundo de los negocios y el de la resolución de conflictos son muy diferentes. Según he leído, Vera Grave, una excombatiente colombiana que dejó las armas, decía que lo que más le había costado dejar no era las armas sino el afán de protagonismo y de poder. El protagonismo y el afán de poder son las principales enfermedades del ser que merman la capacidad de compartir. Por lo tanto, trabajar ese afán de poder y protagonismo es la primera puerta o un paso importante para pasar de este competir a compartir Un ejemplo muy cercano que tenemos de cómo se puede competir mejor sabiendo compartir es el premio que acaban de recibir los hermanos Roca del Celler de Can Roca. Tres hermanos con habilidades en un mundo absolutamente competitivo como es el gastronómico han podido compartir todas sus capacidades y habilidades y llegar a ser el número uno. En un entorno como el actual, las empresas que saben compartir tienen o tendrán siempre mayor éxito. Dos de las características clave que tenemos en el entorno actual son la incertidumbre y la complejidad. Estos dos elementos se unen y son dos virus que nos están paralizando. Para poder avanzar en este entorno debemos utilizar dos antivirus. Contra la incertidumbre debemos aplicar el antivirus de la capacidad de adaptación y contra la complejidad, debemos aplicar una forma de trabajo más inteligente. Para conseguir organizaciones más adaptables al entorno y más inteligentes, que sean capaces de superar esta incertidumbre y la complejidad, es necesario desarrollar organizaciones que tengan cuatro características: 1. Que sean más creativas; que puedan desarrollar un pensamiento no convencional, un pensamiento lateral, un pensamiento diferente que busque soluciones diferentes a los problemas corrientes. 2. Con más capacidad para interesarse por lo que ocurre en el entorno, organizaciones curiosas y ávidas por saber todo lo que pasa y que estén atentas a las nuevas tendencias. 3. Con capacidad de proyectar, de ver más allá del corto plazo y de desarrollar visiones estratégicas. 4. Con capacidad de hacer “surfing” en medio de los cambios tecnológicos constantes, sabiendo utilizarlos. De alguna manera, el talento individual se multiplica cuando somos capaces de ponerlo en contacto para trabajar con los demás; y aquí la actitud de compartir es absolutamente clave. Compartir es absolutamente básico en organizaciones que son capaces de sobrevivir en un entorno postcrisis. ¿Cómo debe ser el liderazgo de las organizaciones para que favorezca la capacidad de compartir? El liderazgo debe basarse en la armonía, en lugar de basarse en la uniformidad, como, de hecho, ocurre en la mayoría de los liderazgos que tenemos en este momento. La armonía es un equilibrio de proporciones y de diferentes partes de un todo y su resultado siempre desprende belleza. ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org Desde un punto de vista de la gestión, la armonía sería la capacidad de conjuntar todas estas voluntades diferentes, heterogéneas, con el objetivo de conseguir algo mucho más valioso que cada una de las partes. Podríamos comparar la armonía con una orquesta de jazz donde todos los músicos son solistas y cada sesión es diferente. Gestionar en organizaciones basadas en relaciones de armonía sería ideal para organizaciones donde existe una gran complejidad y una fuerte incertidumbre. ¿Cómo cultivar una organización para que se pueda gestionar bajo un criterio de armonía en vez de hacerlo bajo un criterio de uniformidad? Según la experiencia que tenemos en la implantación de estos modelos en compañías, hay siete aspectos que pueden potenciar la armonía en una organización: ! 1. Aprender a enseñar a vivir la vida profesional y la propia vida con energía y con entusiasmo. ! 2. ! Potenciar un buen clima laboral y relacional entre las personas. ! 4. ! Desarrollar una visión positiva y resiliente. ! 6. ! Conseguir individuos que sepan pensar o enseñar a pensar. 3. Educar la buena gestión del tiempo. Hay un tiempo para cada cosa: un tiempo para la familia, para el trabajo y otro para la broma y para el ocio… 5. Favorecer el trabajo cooperativo e interdisciplinario entre todos sus miembros. 7. Fomentar el sentido del humor dentro de la propia organización. No veo posible que la gente sea capaz de compartir dentro de una organización o de trabajar armónicamente, si las personas son pasivas, negativas, si tienen poco entusiasmo, no saben trabajar en equipo, muestran su mal humor y no piensan a medio y a largo plazo. Las organizaciones que mejor se adaptarán a un entorno postcrisis serán aquellas que estén trabajando con un programa de competencias que fomente las capacidades para compartir el conocimiento y las habilidades personales. ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! JORDI RIERA ROMANÍ! Catedrático de educación de la Universidad Ramón Llull. Vicerrector de política académica-adjunto a rector de la Universidad Ramón Llull Cuando inicié la reflexión sobre este tema pensando en lo que podía compartir con todos ustedes esta noche, intuí que esta pregunta ocultaba una pregunta en torno al modelo de estado. Creo que preguntarse por el modelo de Estado debería ser siempre un a priori antes de preguntarse por el Estado. Este tema de competir a compartir me lo planteo desde el punto de vista personal. En el ámbito personal, cuando uno intenta resolver la cuestión sobre competir o compartir, lo primero que debe intentar decidir es cómo se posiciona a sí mismo. Es decir, no creo que podamos hablar de compartir si no somos capaces de compartir con nosotros mismos algunas preguntas fundamentales. Puede parecer algo extraño, porque compartir siempre parece que debe convertirse en una acción con el otro o hacia el otro, hacia aquel que es de mi misma naturaleza. Pero me pregunto si no hay un paso anterior que es el de ver cómo nos respetamos a nosotros mismos y por lo tanto, cómo compartimos con nosotros mismos algunas inquietudes. Puede ocurrir que, si no tenemos esa capacidad de introspección, de auto-interpelación y de trascender de nosotros mismos, difícilmente logremos estar preparados para compartir con el otro. Con la condición bien entendida de que el otro es y forma parte de mi propia naturaleza, la primera prueba de esta naturaleza es con nosotros mismos. Por lo tanto, me preocupa y me ocupa la reflexión de compartir con uno mismo. Y eso, lejos del egoísmo, entiendo que es el a priori preventivo para poder pasar al segundo estadio, que es el de compartir con los demás. Siempre me ha preocupado mucho el efecto de competir con uno mismo, por ejemplo, ante un juego electrónico, cuando después de horas y horas de jugar y de superar muchos niveles, el juego te dice que eres el mejor, te dice game over. Me pregunto si no se experimenta precisamente aquello que sería la antítesis de compartir con uno mismo, en una tarea a la que has dedicado muchas horas pensando que competías o, incluso, ingenuamente pensando que compartías con alguien aquel hito, aquel reto. La depresión del game over, les aseguro que es espectacular cuando uno se da cuenta que no competía con nadie. Y cuando uno no compite con nadie y se ha pensado estaba compitiendo con alguien, empieza a pensar si no es la hora de compartir ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org Por lo tanto, me ha preocupado siempre la reflexión de compartir desde uno mismo. El experimento de compartir desde la dimensión más espiritual de la propia percepción, esta capacidad de introspección, de dialéctica interna, nos prepara para poder ejercer un segundo nivel y desarrollar la competencia también de compartir con los demás. Compartir con los demás pasa básicamente por dos condiciones necesarias, aunque no sé si suficientes. La primera es que compartir con los demás es reconocer al otro. Reconocer al otro es importantísimo, porque en este otro hay más que una información superficial, más que unos datos curiosos. En este reconocerlo hay una parte de mí. Reconocer al otro y amarlo con la dimensión más profunda del amar, con la dimensión más profunda del que ama la naturaleza íntegra, la naturaleza compleja, diferente y diferenciada. Este estadio de amar pasa por este gesto de donación de unos a otros, porque uno no sólo reconoce, sino que quiere compartir las competencias que mutuamente van creciendo porque no tiene nunca las mismas competencias que el otro. Y en este sentido quiero emplear el término competencia como todo aquello que supone destreza y conocimiento, que siempre es diferente pero que nunca es discapacidad en la persona humana. Y desde aquí podemos alcanzar otro estadio, el de compartir con los demás para pensar, por lo tanto, que es posible que haya comunidades que comparten. ¿Quién no conoce hoy en día alternativas comunitarias o redes comunitarias de todo tipo? El concepto “red” es otro de los conceptos que se han ido extendiendo, tanto en el mundo virtual como en el real. ¿Quién no habla hoy de redes de corresponsabilidad o de redes vinculadas a todo tipo de retos? ¿Conocen proyectos como los de los hogares compartidos? Si se fijan, utilizan el término compartir. ¿Qué significa un hogar compartido? Quizás cuando reconozco el otro y amo sus competencias y su naturaleza, soy capaz de compartir con ellos incluso la vida. Fenómenos como los de los hogares compartidos suponen una ejemplificación de este paso atrevido de compartir vidas y no necesariamente era previsible. Personas mayores que se vuelven a encontrar, que creen que compartiendo el hogar pueden hacer más sostenible y enriquecedora el resto de su vida. Hay fenómenos muy actuales que fuerzan a veces este compartir comunitario. Es un poco triste que se produzcan fenómenos de reagrupamiento familiar, pero no en el sentido de familias que no tenían relación y que se han reagrupado, sino familias que se reagrupan buscando la esencia principal del núcleo familiar clásico, pero que tal vez lo hacen, desgraciadamente, de una manera interesada. El caso más crítico es el de personas jubiladas que están en determinadas hogares, pero que son de alguna manera reclamadas al reagrupamiento familiar porque aquella pensión de jubilación es la que puede dar viabilidad a un contexto familiar más extenso. Por lo tanto, si nos fijamos, son fenómenos de compartir forzados por los acontecimientos y, probablemente, fenómenos de éstos, los encontraremos también en situaciones y contextos mucho más sólidos desde el punto de vista del planteamiento de compartir. Estamos viviendo, pues, fenómenos diversos que expresan el sentido de compartir en comunidad, que ahora nos es a todos necesario y primordial y que, de alguna manera, desbloquean el mismo Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org binomio de competir a compartir. Parece que es un camino sin retorno y que la sociedad crece en la búsqueda de ese compartir con otras diversas dimensiones de la vida misma y que tal vez un planteamiento histórico y social muy arraigado en el capitalismo más extremo nos ha colapsado y nos ha bloqueado la posibilidad de seguir por este camino. ¿Qué modelo de sociedad queremos? ¿Qué quiere decir un modelo de Estado que se plantea el compartir desde esta perspectiva que intento expresar esta noche? Desde mi punto de vista, es un modelo de Estado que pondrá el énfasis en la dimensión relacional entre las personas, los grupos, las entidades, los sectores. Por tanto, podríamos estar hablando de la alternativa hacia estados de modelo relacional, es decir, estados dentro del bienestar social que apuestan por estados relacionales. ¿Qué quiere decir un Estado relacional? Un Estado que comparte y en el que los distintos sectores comparten, hasta modelos de economía inclusiva, partiendo de la base de la pirámide o de finanzas socialmente responsables, de emprendimiento social. Son todas ellas dimensiones que están tomando fuerza a partir de la necesidad de salir del bloqueo en el que nos hemos encontrado dentro de este modelo tan altamente competitivo, tan nihilista respecto a la relación con los demás, que ha colapsado, que ha hecho crisis, y que nos ha llevado a la necesidad de dibujar una nueva manera de construir las relaciones dentro de un Estado. Este Estado relacional es un Estado que da cuenta de que se ha convertido en algo insuficiente para el modelo anterior. Ha dejado de ser un Estado omnipotente, un Estado autosuficiente. Ha comprendido que hoy es necesario reconocer la complejidad, la intensidad de las relaciones, la interdependencia de las personas, la interdependencia de los sectores como un elemento estratégico de Estado. Por tanto, es un Estado que busca la corresponsabilidad y el saber compartir. No podremos resolver, pues, el paro, el fracaso escolar, el incremento delictivo, la violencia de género, la exclusión social, la contaminación ambiental, etc., de manera individual. No tenemos soluciones que se puedan desprender sólo desde uno de los sectores, o de la administración pública, o del sector privado productivo, o del tercer sector. Estamos ante un gran reto. El debate sobre competir y compartir no tiene marcha atrás; compartiremos casi por la necesidad de tener éxito. Este Estado relacional se convierte en un Estado más garante, que impulsa redes, que implica a todos en el bienestar, que busca la complicidad entre sectores y sociedad, desde el gran reto de la cooperación. La pregunta de hoy nos interpela sobre qué estado queremos construir en la medida en que se ha colapsado cualquier otro mecanismo de construcción de Estado que se centre estrictamente en los valores anteriores. ! ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! BEGOÑA ROMÁN MAESTRE! Profesora de Ética de la Universidad de Barcelona. Presidenta del Comité de Ética de Servicios Sociales de Cataluña. Creo que siempre es fundamental comenzar con algunas aclaraciones conceptuales. Es importante clarificar bien qué entendemos con según que palabras, y un caso muy claro es la palabra “beneficio”, que no significa lo mismo para uno que viene de la filosofía moral que para un capitalista salvaje. En el segundo apunte haré también referencia al vocabulario y a las reglas del juego cooperativo. Y en el último punto comentaré aportaciones de filósofos y filósofas, explicando qué han dicho y cómo lo han dicho. Haré referencia al desarrollo de las capacidades, de Martha Nussbaum, y a la importancia del esfuerzo, de Amartya K. Sen, que proponen los horizontes de la economía ética. Cuando hablamos de competir, de compartir, de cooperar, siempre se da una lectura positiva y una lectura negativa de estos conceptos. Valorándolo rápidamente, diríamos que una lectura positiva es buena y una lectura negativa, mala. Competir puede tener una lectura negativa cuando es la del ganador, la del número uno; es decir, uno que gana, está más solo que la una, y el 99% de la gente está condenada a perder. Un juego en el que sólo uno gana y el 99% pierden, hace muy difícil creer la afirmación de que lo más importante es participar. Además, el número uno tiene su minuto de gloria, pero luego sufre un estrés considerable al tener que mantener esta posición. Y también tiene una parte negativa porque se trata de ganar a cualquier precio, y hay aquello de que “todo necio confunde valor y precio”. Pero competir también tiene una lectura positiva, bien ilustrada por Kant con la metáfora del árbol. Si un planta muchos árboles a unos dos metros de distancia entre ellos y en un clima como el de la Selva Negra, todos tienen posibilidad de tener luz del sol, todos suben y crecen esbeltos, altos y muy frondosos. Pero si sólo planta uno en la Sabana y este árbol no tiene competencia –mejor dicho, competitividad–, quedará bajo, expandirá sus ramas, pero no hará un bosque frondoso. La competitividad implica una cuestión positiva porque los demás te hacen espabilar. Hay luz del sol para todos, pero no para quien se duerme. En cuanto a lo que respecta al talento y a los conocimientos, –y el conocimiento es un gran liberador de supersticiones y de ignorancia–, la competitividad puede generar un gran progreso y, por lo tanto, no necesariamente es mala. Además, la competitividad puede generar también excelencia, innovación y una tensión sana, dado que nos plantea retos para mejorar continuamente. ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org También hay una lectura negativa en el compartir, aunque no lo parezca. Compartir es buenísimo si respeto y me agradan las reglas de la cooperación. Pero puede ser malo cuando algunos no aportan nada y, sin embargo, se benefician de los demás. Es negativo también cuando se trata de algo impuesto, cuando uno tiene que compartir la escasez y hacer de la necesidad una virtud. Compartir cuando no hay para todos, cuando lo que se reparte es muy poco y el otro no lo hace, puede llegar a generar una cierta injusticia, si no ingenuidad. En la cooperación pasa un poco lo mismo: puede haber una parte muy positiva, porque nos interesa rescatar hoy en día aquello que es común, el mundo compartido y no compartimentado, la comunidad, la comunión, la voluntad de superar el individualismo, la autosuficiencia, el autodidacta, el narcisismo. Pero cooperar también tiene su parte negativa según el dilema del prisionero. Si cooperar es una mera estrategia para conseguir algo, sea lo que sea, desde el punto de vista moral, a mí no me interesa. En el dilema del prisionero yo acabo cooperando no porque quiera, sino porque es estratégicamente inteligente para continuar mejorando aquello que me interesa, que no es el bien común, sino el individualismo posesivo, egoísta y ambicioso. Por lo tanto, también puede darse una lectura perversa del cooperar y de según qué visiones sobre el compartir. Como a mí me importa un compartir y un cooperar basados en la confianza, me interesa descifrar las mentalidades y las antropologías que se encuentran detrás de la competitividad para constatar si están basadas en la competencia, en la excelencia y en la cooperación basada en la confianza. Necesitamos pasar de la competencia basada en políticas y relaciones alienantes que convierten al otro en un alienígena totalmente diferente a mí , a considerar al otro como otro yo igual a mí, que se halla en igualdad de condiciones y con el que tengo que compartir un mismo mundo y un espacio público que es el de todos. Es necesario, así, poder superar un individualismo posesivo extremo, una mera racionalidad estratégica instrumental, de uso y abuso, por una racionalidad comunicativa de reconocimiento, respeto y responsabilidad por el otro, que es un interlocutor válido y compañero. Pero también hay que superar el hecho de vivir la dependencia como una condición de vergüenza, porque nos hemos creído que lo que importa es la pura autosuficiencia y la pura autonomía. La condición de dependencia no es mala; de hecho, es muy humana. Soy, como humano, un ser falible, vulnerable, que necesito a los otros para ser yo. No hay yo sin nosotros. Es necesario superar esa visión contractual de la justicia jurídica, según la cual se debe escribir todo porque no nos fiamos de nadie, de forma que al proceder así, el ordenamiento jurídico se colapsa. Se debe pasar a unas relaciones de alianza y de amistad cívica, de fraternidad, de solidaridad, en las que la vulnerabilidad y la dependencia sean precisamente la base de esta fraternidad que es más que solidaridad. Descubrimos el valor de las cosas cuando las estamos perdiendo. El deseo nos hace constatar la necesidad. Muchas veces nosotros hemos puesto en juego cosas que eran muy valiosas sin saber que las perderíamos. El vocabulario económico ha impregnado el vocabulario de la vida cotidiana y también Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org nuestras mentalidades: la economía no se podía separar de la ecología, del equilibrio y las normas de la casa y del yo (autonomía), etc. En efecto, en tiempos de Adam Smith, que era un filósofo moral, la economía aún no estaba separada de la casa compartida en la que estaban todos. La economía se separa de la filosofía moral, de los valores, cuando comienza el capitalismo aislado del marco normativo: la economía se independiza de la filosofía moral y de ese rendir cuentas a la finalidad a la que estaba destinada, que era producir medios para la casa común, digamos que se desarraiga: y acaban olvidándose de las finalidades y el medio, que era el dinero, se auto-transforma en la finalidad. Los humanos nos convertimos en los medios del capital y dejamos de ser fines en nosotros mismos. Y en este giro de valores, los stockholders, los que se la juegan, no son los stockholders que ponen y poseen el capital. Nos ponemos en juego, pero resulta que no es un juego limpio, un fair play, de reglas compartidas, universales y necesarias para convivir en la casa, sino que es el dominio de unas reglas que no son dadas por quienes las deben obedecer (autonomía), sino que no sabemos de dónde vienen, ya que son un mecanismo extraño, –el mercado–, que no es muy transparente y que se ha independizado de las personas a las que debía rendir cuentas. ! Amartya K. Sen y Martha Nussbaum han criticado el hecho de valorar la riqueza de las naciones en los términos de Producto Interior Bruto (PIB), porque no genera riqueza a las naciones, sino que puede generar mucha pobreza a gran cantidad de gente y a muchas naciones con un alto PIB. También critican el hecho de hablar en términos de mera satisfacción, porque la satisfacción está relacionada con la cultura y con las expectativas creadas en la gente. Por ejemplo, el colectivo de mujeres puede estar satisfecho con su esclavitud por el hecho de que este colectivo ha sido educado para ser súbdito y no sujeto. Martha Nussbaum habla de diez capacidades que son buenos indicadores para auditar, desde el punto de vista de los valores, como pasar de la competición salvaje y egoísta a compartir en un espacio público que debe ser de todos y para todos. Ella dice que estas diez capacidades deben de tener todas un mínimo grado y que no basta tener en una un grado muy alto y en otra uno muy bajo sino que todas deben estar equilibradas. En las diez capacidades de Nussbaum, encontramos la vida entendida también en términos de longevidad –los sociólogos también miden la pobreza y la riqueza de las naciones en términos de longevidad–; los sentidos; la imaginación; el pensamiento; las emociones; la razón práctica (la capacidad de investigación del proyecto de tener una buena vida, porque una vida digna es una vida dedicada a la búsqueda de una buena vida, donde podemos pluralizar los conceptos de buena vida siendo la dignidad igual para todos); la libertad de asociación y de expresión; la relación con las otras especies; el juego y la capacidad de reír (de disfrutar, de entretenerse –y los mejores juegos son aquellos en los que uno disfruta con un grupo de amigos–); y, por último, el control del propio entorno político y material, es decir, la democracia como una distribución de los mínimos recursos para que todos tengan la posibilidad de este desarrollo de capacidades. Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org No se trata de denostar el individualismo. Hemos recuperado cuotas de autosuficiencia, de autonomía, de pensar por nosotros mismos y por lo tanto, de discrepar de comunidades totalitarias, cerradas, que sometían el individuo. No criticamos, así, al individualismo defendido por los ilustrados británicos o alemanes, origen del concepto de autonomía. El individualismo se convierte en malo o en perverso cuando se retira a la vida privada y se olvida de la comunidad y del espacio público. El promedio virtuoso seguramente sería el acertado. Pero, ¿por qué deberíamos ser capaces de llegar a este promedio? Porque está en juego algo que nos interesa mucho, como es la dignidad de la vida, la misma para todos, y está en juego la calidad de vida, diversa para todos, pero en condiciones de equidad, de justicia. El ser humano necesita vínculos, estabilidad, y tiene capacidades de autorrespeto y de esperanza. La economía tiene que mirar más allá del corto plazo, más allá de su propio beneficio; el concepto de horizonte común plantea precisamente estas oportunidades de crecimiento, de empoderamiento de todos, y no un ejercicio de poder o de dominio de uno y de sumisión del resto. ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! JULIEN SCHMITT! Coordinador del Grupo de Empresas del Campo de Energía de la Economía del Bien Común de Barcelona Sócrates decía: «el secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no a luchar contra lo viejo, sino a construir lo nuevo». Orientaré mi intervención en este sentido, no sólo en un plano conceptual sino en la presentación concreta de un modelo, de una alternativa, que nos llegó hace un año a España y que creo que puede constituir un elemento de referencia para guiar esta transición entre competir y compartir, cooperar o colaborar. Competir, en latín, es ser competente. Por la acepción violenta que muy a menudo utilizamos sería más correcto hablar de “contra-petencia”. “Contra” da un sentido violento a la palabra. En este sentido, se entiende que competir sería como un contravalor, ganar uno y los otros no. Por eso esta transición va hacia la cooperación, hacia la compartición, que son valores en un sentido positivo. Si uno coopera con el otro, si uno quiere compartir, compartirá con el otro. Son acepciones positivas, valores contra valores. Este creo que es un elemento importante para comenzar a presentar el concepto de la economía del bien común. La economía antes no estaba separada de la filosofía, de la sociología, ni de todas las ciencias humanas. Considerar que la competición es un objetivo natural de la economía no formaba parte del razonamiento de los pensadores o de los pensamientos previos al siglo XIX o al siglo XX, aunque tengamos la sensación de que esto formaba parte de la historia desde siempre. Pensamos que competir es la regla económica básica, y esto no es así. Incluso podemos considerar que es artificial porque ¿en qué nos basamos para decir que la competición es lo mejor para tener una economía competitiva? Si pensamos en los estudios de las ciencias humanas, se muestra que una persona es mucho más, tiene un rendimiento, una felicidad y un nivel de excelencia mucho más importante si coopera que si está compitiendo, en la acepción violenta del término. Esta justificación, que parece evidente, de la competición como objetivo natural de toda economía, podemos dejarla ya de tener en consideración. Christian Felber analizó las palabras que el gobierno alemán utilizaba en 2009 en algunos de los documentos principales que trataban de economía y el término competición o competencia salía más de ochenta veces, mientras que el término democracia salía sólo seis veces. Deberíamos interrogarnos sobre esta tendencia, porque al final la base de nuestras sociedades no es la competencia sino la democracia, sobre todo en economía. Tenemos otra contradicción cuando hablamos de los valores que se Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org encuentran ligados a la economía o a nuestras relaciones sociales. ¿Cuáles son los valores de la economía? Si nos hacemos esta pregunta, muchas veces la respuesta es: egoísmo, violencia, desconfianza, desconsideración, envidia, etc. Podemos considerar que todo es relativamente negativo. Por otra parte, respecto a nuestras relaciones sociales, si nos preguntamos qué nos hace felices, responderemos que la confianza, la solidaridad y la responsabilidad. Vemos que son conceptos positivos. Y la pregunta es: ¿por qué se da una oposición tan fuerte entre los valores que consideramos de la economía, que hacemos nosotros, y los del mundo de nuestras relaciones sociales? ¿No deberíamos ser más coherentes? Porque aquí ya observamos una oposición desde el inicio. ! Partiendo de esta constatación, Christian Felber ha propuesto una alternativa, elaborada partiendo de la base de que deberíamos ir más a favor de los valores humanos y deberíamos también tener la misión de integrarlos en nuestra economía para ser coherentes con nosotros mismos. Además, no nos estamos inventando estos valores como, por ejemplo, el del bien común porque, de hecho, ya forma parte de las Constituciones. O sea, la base de nuestra sociedad, que es la Constitución, ya integra este elemento. Christian Felber siempre utiliza el ejemplo de Baviera, en dónde se encuentra escrito específicamente que toda actividad económica debe servir al bien común. En la Constitución también encontramos unas palabras que dicen que el objetivo de esta economía es promover el bien de los que la integran. ¿Como hemos interpretado esta frase en nuestra economía? No hemos inventado nada, no estamos utilizando valores artificiales, sino los valores que son los pilares de nuestra sociedad, que se encuentran dentro de nuestras Constituciones. Y sobre esto, Felber planteó esta propuesta de cambio, este acompañamiento en el camino de la transición del competir al compartir, colaborar y cooperar. Cuando hablamos de la economía, nos damos cuenta de que lo que está puesto en medio, como objetivo o indicador, es el medio, el dinero. Por ejemplo: nuestro objetivo es maximizar el beneficio, competir para hacer beneficios. Los indicadores que utilizamos son puramente financieros. Pero las finanzas son un medio, no una meta. Si hablamos a nivel micro, hablamos de beneficio de las empresas y es, a menudo, el único criterio que utilizamos para valorar una empresa y su nivel de éxito. La propuesta es volver a orientar los objetivos y los indicadores en la dirección del bien común, porque el bien común es, al final, la felicidad. Si compartimos, si podemos cooperar y colaborar, seremos más felices porque todo será coherente con los valores de nuestras relaciones sociales. Si hablamos de nosotros, hablamos del producto del bien común; si hablamos de beneficio, hablamos de contribución al bien común, y todo ello construido en torno a diferentes indicadores. En el balance del bien común hay treinta y tres indicadores. Obviamente es una herramienta limitada, imperfecta, pero es el inicio del camino. Y, como mínimo, se puede empezar a aplicar, que es el reto que ahora tenemos Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org Nuestras responsabilidades como ciudadanos se encuentran en todos los ámbitos: en el de la economía del bien común, en el político, etc. Es fundamental que el político sea un actor completamente integrado en este cambio social y que lo acompañe y facilite, integrando las propuestas de quién tiene y de quién quiere hacer. Es promulgar, a largo plazo, incentivos legales que vayan en la buena dirección. Es decir, si tienes un beneficio máximo en detrimento del medio ambiente o de las personas, tendrás un beneficio financiero importante y en la bolsa te premiarán. Qué contradictorio, ¿verdad? Nuestra postura es intentar cambiar esto y premiar a los que lo hacen bien. En el ámbito social, actuar para motivar la implicación de la gente en este cambio social, e insistir en el hecho de que cada uno es único y cada uno puede aportar algo para el cambio social, como ciudadano. En el ámbito económico lo podemos hacer con esta herramienta que comentaba: el balance del bien común. Quizás no sea perfecta, pero es muy potente y da la posibilidad de comenzar este camino hacia una mayor colaboración, cooperación y bienestar medioambiental, social y económico. La integridad de este balance reposa en los ejes y valores que promociona: el primer eje está basado en los valores humanos: la dignidad, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica y la justicia social. El otro eje es la parte de los grupos de contacto, con una caracterización diferente en su acepción de los grupos de interés, denominación utilizada muy a menudo, por otra parte, en temas de responsabilidad social corporativa. Los treinta y tres indicadores que resultan de confrontar estos ejes ofrecen una visión muy completa de la organización y hacen posible, evidentemente, identificar puntos y acciones de mejora, para avanzar en el sentido de una economía más humana y adecuada a nuestras necesidades como sociedad. Al final, el balance permite asumir plenamente esta responsabilidad de la acción que comentaba antes, confiando en las personas y en las organizaciones, para que nuestra economía sea más coherente con nuestros valores humanos, más equilibrada en el aspecto social y más beneficiosa en lo económico. ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! A ! PORTACIONES EN EL COLOQUIO «Cuando se regularon las treinta y cinco horas laborales en Francia, tuve muchas discusiones con varias personas porque este tema fue percibido como una locura o un contrasentido. ¿Por qué? Porque había que trabajar más para intensificar aún más esta competición. Muchos lo interpretaron como un paso atrás, sin embargo, hoy nos damos cuenta de que reducir el tiempo de trabajo y compartir un puesto de trabajo, puede ser una alternativa para mejorar el acceso al mundo laboral. »En el barrio de Gracia está la ONG “Dentistas sobre ruedas”, que ha creado una clínica solidaria que tiene dos entradas: una es la de una clínica privada normal que financia el 13% del funcionamiento de la clínica solidaria. A cambio de los tratamientos solidarios, los usuarios dan su tiempo. Son mecanismos de dinamismo social, de integración y de reintegración social. Estas personas, que a menudo no tienen trabajo, no tienen relaciones sociales con el mundo laboral, pueden volver a tenerlas ofreciendo su tiempo. Estos mecanismos de innovación social, las nuevas maneras de repartir los bienes, pueden aportar soluciones positivas de integración y de reintegración social. »Y otro ejemplo, el social car o car sharing es una solución para compartir tu coche. Tú utilizas el coche a veces y cuando no lo usas lo pones a disposición de otras personas que lo necesiten. Es una solución que tiene un modelo de negocio ya consolidado y que puede aportar una solución tanto en el plano medioambiental (para reducir la contaminación) como en el de movilidad (saturación del tráfico que tenemos en las ciudades). Además, en el ámbito social puede volver a favorecer las relaciones entre los ciudadanos; es una nueva manera de considerar el bien "coche", que típicamente es un bien muy protegido, de tu intimidad. Creo que hay que ver este cambio, esta nueva manera de compartir los bienes sociales, como una oportunidad, una fuente de positivismo ». (J.S.) «Aquí en España tenemos el grupo corporativo Mondragón Cooperativo, con más de 85.000 trabajadores y más de doscientas cooperativas; es un grupo que comparte su dinero, y eso es lo más difícil que puede darse entre las empresas. Y además no están fusionadas, no es que haya alguien que sea el propietario de estas empresas, sino que cada empresa tiene sus trabajadores y todas juntas cogen el 10% de sus recursos y los aportan a un fondo, a una cooperativa, que es de todos ellos y que es un fondo solidario que sirve para potenciar su crecimiento como cooperativas y para ayudar a otras que puedan tener dificultades económicas en un momento dado. Todo el grupo tiene 85.000 empleados y aprovechan muchísimo todos los elementos y plataformas Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org internacionales que tienen las empresas para desarrollar aterrizajes internacionales, incluso de otras compañías. »El ejemplo de compartir el dinero entre empresas sin tener un único propietario, sino siendo todas propietarios entre sí y poniendo el dinero en común para ayudarse entre ellas, es un ejemplo clarísimo de cómo compartir para competir mejor en un entorno muy competitivo». (D.M.G.) ● Todos habéis dicho al comenzar que vivimos en un momento difícil, de crisis, y me parece que lo que hay que intentar es sobrevivir. Parece que cuando se sobrevive, lo hace sólo el que es más fuerte, el que está más preparado, el que es más capaz y más competitivo. La vida nos es dada y es gratuita, pero esto de sobrevivir siempre se ha presentado como una lucha, como la lucha del más fuerte contra el más fuerte. Pero a mí me parece que compartir brotaría de descubrir la vulnerabilidad y la fragilidad. Nosotros somos muy frágiles e incluso, los sistemas económicos que tenemos, por más bien asentados que parezcan, no son tan potentes, no son tan radicalmente perfectos, sino que tienen muchos elementos de imperfección. La fragilidad, el límite o la vulnerabilidad hacen descubrir un valor que es el de siempre; la ayuda mutua. Sin la ayuda mutua no se va a ninguna parte. Por más que yo hubiera querido sobrevivir cuando tenía meses, por más fuerte que hubiera sido, sin los otros no hubiera podido sobrevivir nunca. En este sentido, pienso que la crisis debería ayudarnos a descubrir la necesidad de esta fragilidad y eso nos haría descubrir la actitud nueva que aporta el compartir. Pero yo creo que todavía estamos en la fase en la que sobrevive sólo el más fuerte. No sé cuántos masters deben tenerse hoy día para entrar a trabajar, cuántos doctorados habremos de necesitar para poder hacer cualquier cosa, cuántos estudios deberemos tener para hacer de fontanero. Cuando acabé la carrera de Económicas intenté hacer el doctorado, pero pedí hacerlo con varias personas, hacer la tesis doctoral y la presentación conjuntamente, como un trabajo en equipo. En la Facultad de Económicas, en aquellos momentos me dijeron que esto no era posible pero, a mí, en cambio, me parecía que era de un valor añadido enorme que un grupo de personas llevaran a cabo una tesis doctoral conjunta ». (J. Cussó) «Creo que en el fondo subsiste una gran huella de darwinismo social y de Nietzsche que pronosticaba que los débiles estaban condenados a desaparecer. La teoría de la evolución de las especies, que es biológica, natural y realista, hemos decidido, parece, que a la vez sea también el canon moral. Y precisamente los cánones morales son un combate continuo contra lo biológico. A mí me gusta mucho una idea de John Rawls que dice que el nivel de justicia de un país es inversamente proporcional a la incidencia que tiene la suerte en él. La lotería biológica social, la suerte que uno tenga, esto no se elige, no tiene ningún mérito, no supone ningún esfuerzo. El mundo natural no es justo, es salvaje, es competitivo, es la lucha por la vida. La idea de la justicia contiene la cooperación, precisamente esto sobre lo que estamos hablando hoy, el mundo compartido. La vulnerabilidad y la fragilidad no son extraordinarias. Se dan al inicio y al final de la vida, pero también de vez en cuando, por ejemplo, estamos enfermos, y esto es algo ordinario. La forja de la Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org propia identidad se encuentra en la interdependencia. Nosotros hemos convertido la ayuda que necesita una persona que no es capaz de salir adelante por sí misma en una condición vergonzosa. Nacer más fuerte no es ningún mérito porque tú no has hecho nada para conseguirlo. ¿Qué hace la sociedad para dar oportunidades a quién no ha nacido tan fuerte? Ésta es la cuestión moral, porque depende de nosotros». (B.R.M.) «Pasar del estado del bienestar a la sociedad del bienestar es una forma de decir que el compromiso en torno al bienestar no depende sólo de la estructura estatal, sino del compromiso social en el que todos estamos implicados y llamados a aportar nuestra competencia, nuestras capacidades, nuestro conocimiento e incluso, nuestros recursos. ¿Cómo podemos pensar en la sostenibilidad de un estado del bienestar que parece que quiebra justamente en el bienestar? Y propongo que el núcleo duro de esta evolución sitúe el que este bienestar esté propiamente vinculado a lo que haga la sociedad y no a lo que pueda hacer el Estado que, obviamente, ha de garantizar que la sociedad tenga la posibilidad de encontrarse y de interrelacionarse. El Estado debe estimular la interacción, la aproximación entre sectores que históricamente han estado enfrentados. Desde mi perspectiva, el gran reto de convertirse en una sociedad del bienestar pasa por todos los mecanismos que seamos capaces de crear para favorecer la posibilidad real de esta interacción. ¿Somos capaces de compartir? ¿Es suficiente tener una sociedad llena de asociaciones, entidades u organizaciones para entender que es una sociedad en red, una sociedad que empieza a cooperar? ¿O lo que tenemos es un fenómeno de fragmentación en redes que no se encuentran? »Me interpelo con respecto a la persona, con respecto a su capacidad de crear comunidad y con respecto a la capacidad del Estado de querer evolucionar hacia otro modelo que cuestiona la esencia del modelo de Estado. Por eso, he hablado antes de la relevancia que tendría establecer y posibilitar el encuentro entre sectores, porque hoy todavía me preocupa que del encuentro entre sectores podamos decir responsabilidad social corporativa o, por ejemplo, conciliación entre el mundo laboral y el mundo personal. Determinadas prácticas de esta conciliación pueden permitir compartir retos comunes o, todo lo contrario, seguir segregando, pues todo dependerá de cómo conciliemos. Debemos aprovechar el momento actual y ser capaces de articular una autocrítica individual comunitaria de estado o de polis». (J.R.R.) ! «Creo que el Estado debe ser facilitador en el acompañamiento de la metamorfosis social. Si el Estado, si la política se queda atrás, este cambio tampoco no será posible, porque entonces se transformará en un obstáculo que creará violencia y entraremos en otro círculo que no será creativo sino destructivo. Por eso, creo que el trabajo de concertación con los políticos, el diálogo con los políticos para desarrollar herramientas concretas de acompañamiento del cambio social es fundamental. Y es un eje de trabajo que debemos activar absolutamente a todos los niveles. Cuando hablo de política, hablo tanto de la de nivel intermedio, más técnica y de gestión, como del nivel Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org más alto de la política. Todos los niveles deben ser sensibilizados para que haya efectividad en el campo de las políticas públicas. »Creo que la capacidad de acción de los municipios, en el ámbito social y de contacto con el terreno y con la realidad social, es directa. Y creo que es un nivel de acción social y de integración progresiva de este cambio social que es muy interesante. Es en este nivel en el que tendremos efectividad como ciudadanos, porque es el primer nivel directo de nuestra integración en esta sociedad. »Un tema fundamental es el de la educación. No es verdad que sea natural, que los sistemas educativos en los que estamos evolucionando tengan como base aprender a ser competitivos. Creo que se puede modular esta percepción. Para mí, que soy padre, es un objetivo. Mis dos niñas, de cinco y de veinte meses, espero que no sean educadas en la escuela en un ámbito de competición, porque en cierto modo iría en contra de los valores que yo estoy defendiendo en casa. ¿Cómo podrían entender esta dicotomía? Al final se preguntarían quién tiene razón y entraríamos en competición. Creo que es fundamental volver a hablar de educación. »En mi escuela de negocios me han enseñado a cooperar, a colaborar, pero no como principio de vida sino como táctica. Y en el oligopolio sabemos muy bien que los grupos se pueden unir y pueden colaborar y cooperar para tener aún más poder. O sea, es una percepción misma del hecho de cooperar y colaborar. Es decir, tenemos que estar muy vigilantes sobre cómo se desarrollan estos conceptos y, más concretamente, en el mundo de la economía, en el de la educación, etc.». (J.S.) ● Existe el riesgo de esperarlo todo de la política o de la economía. Elliot decía que estamos soñando siempre sistemas tan perfectos que ya no sería necesario que fuéramos buenos. En su exposición yo percibo el talante cristiano, y me cuestiono si no debe hacerse éste más explícito. ¿Qué fundamento podemos tener en este mundo para la ética si no tenemos claro que nos podemos llamar hermanos, hijos del mismo Dios y preocuparnos de los demás? Las Cajas eran un fenómeno cooperativo que no tenía como razón de ser el beneficio sino la ayuda social. Pero ahora acaban de convertirse en bancos e incluso, ya han pedido aún más recursos y condiciones de los que piden los bancos. En Italia hay toda una tradición de cooperativismo muy rica, tanto en el ámbito católico como en otros ámbitos, el socialismo, el comunismo, etc. Pero se está perdiendo todo porque el capitalismo actual lo está desterrando todo. He trabajado treinta y cinco años, y hace ocho meses me han echado de la empresa donde estaba después de 26 años. Me han pagado lo que tocaba, o sea que desde el punto de vista legal todo está perfecto, pero ha habido algo que no ha funcionado. En este proceso he podido hacer, también, como una experiencia de gratuidad. Con este dinero que me han dado me he planteado qué hacía. Evidentemente, tengo que pensar en mi familia, en mi futuro, para no cargar con él a los demás, pero también me he planteado si una parte de este dinero era justo que la repartiera. Deberíamos convencernos de que el Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org otro es un bien para mí, que yo no vivo solo, sino que estoy llamado a vivir con los demás. Deberíamos tener el coraje de replantearnos la economía a partir de otra base que sería como la de dar, como hacían en Israel, el 10% de nuestros ingresos, sean cuáles sea, para la solidaridad. De la forma que fuera o como cada uno lo creyera más conveniente. Estamos habituados a medir la economía en PIB, en euros, y no en términos de felicidad y de desempeño de vida. Las relaciones interpersonales son fundamentales, sobre todo las que hay dentro de la familia. En el plano político, creo que la crisis que padecemos es hija de un individualismo exasperado, pero, también, de un estatalismo estúpido porque se ha suprimido la iniciativa de la persona y se ha forzado a esperarlo todo del Estado. Esto es inviable y sería preciso redescubrir la subsidiariedad. En Italia se ha llegado a hacer un grupo político de solidaridad donde se encuentran personas de derechas y de izquierdas que colaboran e intentan plantear no sólo la solidaridad horizontal, que es más fácil de entender, sino la vertical, que es la más interesante. La familia debe ayudar a la persona, pero no sustituirla: los organismos intermedios deben ayudar a la familia, pero no sustituirla». (G. Chevallard) ! «Se debe fomentar la fraternidad, que no es simplemente comparable a la solidaridad y, sobre todo, cuando la solidaridad se ha transformado en solidaridad de bolsillo y, de vez en cuando, es decir, de forma algo excepcional, y cuando llegan periodos en los que estamos un poco sensibles. Se ha de recuperar el concepto de fraternidad, que implica a su vez recuperar las fuentes religiosas y también los agentes fundamentales de cooperación para lograr un cambio de mentalidades. Nos hemos de liberar del prejuicio que tenemos de que la religión es el opio del pueblo o un episodio primitivo de la humanidad. Nos hemos de liberar de esta ignorancia. Hans Küng, entre otros, ha insistido mucho en que la religión es una gran fuente de motivación psicológica, de horizontes de esperanza, de inversión en ética cívica. Hay personas que, pese a no estar motivadas por la fe religiosa, pueden tener un fundamento ético estrictamente laico de categorías de origen o genealogía religiosa, como es el perdón. Hay que hacer un ejercicio filosófico para no desaprovechar las grandes tradiciones de sentido que tenemos, pero también ser capaces de dar sentido y fundamentación desde éticas laicas y, por lo tanto, no necesariamente religiosas. »Estoy totalmente de acuerdo en el tema de la subsidiariedad, en la importancia de los cuerpos intermedios y en el recuperar la dimensión política de todos los elementos y no sólo de la política del Estado. Y eso pasa por volver a pensar algunas medidas que en su momento se propusieron, como la del salario máximo interprofesional, que llega a ser desproporcionado y desajustado porque no se debería aumentar la riqueza de los más aventajados por la lotería biológica social si no disminuir las desventajas de los menos favorecidos por aquella lotería». (B.R.M.) «A mí me preocupa mucho la cuestión de la autenticidad y la de algunos planteamientos claramente sofistas, cuando lo que prevalece en realidad es una cierta apariencia en los discursos. Es decir, ¿cómo podemos decir que Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org tenemos un modelo de bienestar cuando somos capaces de levantar tres centros cívicos en un solo barrio en el que vecinos de ese mismo barrio están pasando hambre? Y levantar tres centros cívicos en un mismo contexto porque responden a tres iniciativas por las que se ha competido desde dos administraciones y una iniciativa privada. Esto es competir. Ésta es la autocrítica que nos debemos hacer. Sin esta autocrítica no podemos plantear alternativas a compartir. Esta autocrítica para mí es sustancialmente necesaria y previa a cualquier construcción de modelo, y para construir modelos debemos partir de una revisión crítica, profunda, sobre determinadas prácticas que nos han llevado también a competir en la acción social. En la vertiente negativa, esto de competir puede tener también todo el sentido del mundo en la medida en que se esté hablando del esfuerzo de superación. Pero yendo a la dimensión negativa, tenemos ejemplos en nuestra sociedad que nos deberían hacer poner la piel de gallina y lo hemos estado practicando durante décadas, partiendo del estado del bienestar. Yo propongo que lo que se active aquí sea la sociedad corresponsable con capacidad de autocrítica para rehacer algunos de los esquemas que nos han llevado al colapso ». (J.R.R.) ● Comparto la idea de que tanto competir como compartir pueden ser positivos o negativos. No son antitéticos. Creo que debería ser un deseo de futuro hacer una simbiosis, o sea, trabajar con ambos. Creo que esto responde a la verdadera naturaleza humana, a la verdadera condición humana, que por un lado tiene un comportamiento humanista, espiritualista, generoso, y también un componente de egoísmo. Quiero expresar mis dudas sobre la economía del bien común de Christian Felber. Estuve, hace unos días en la Universidad de Barcelona, en un acto que se celebró. Seguramente seré algo duro en mi exposición, precisamente porque soy consciente de que esta propuesta está creando una corriente de simpatía, ya que cuando el mundo va mal, si alguien dice algo que puede parecer que ayuda a resolver la situación, crea automáticamente simpatía. El otro día me decían que Alfred Pastor comentó que la denominación de la “economía del bien común” no es una invención de Felber, porque parece que había sido una aportación de teólogos humanistas de la Edad Media, y esto me remitió a la obra de Bruni y a la de otros que habían profundizado sobre esta cuestión y que recogen este pensamiento de tantos siglos atrás. Por tanto, es un pensamiento de raíz cristiana. Tanto es así que tengo la impresión de que la “economía del bien común” de Christian Felber quiere ser como una versión laica o seglar de la doctrina social de la Iglesia, pero con una diferencia, que la doctrina social de la Iglesia correctamente expresada son principios que deberían orientar la vida económica y social en general. Siempre han tenido cuidado de no especificar fórmulas concretas de cómo se aplica esto a la realidad económica de las empresas o de la sociedad en general, porque eso es tarea de la sociedad civil y no de la autoridad eclesiástica. En cambio, me da la impresión de que la “economía del bien común” ya quiere dar este paso y también intentar aportar fórmulas concretas. Aspira a unos principios que nos dejan a todos encantados, pero luego ponen en duda las fórmulas concretas. ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org Mi formación es de economista y el otro día se hizo en Justicía i Pau y en Cristianisme i Justícia, una doble sesión, un fin de semana, que llevaba por título “Por un mundo mejor”. A uno de los ponentes, que era de la Universidad de Comillas, se le preguntó qué opinaba de la “economía del bien común” de Christian Felber. Él explicó que a un grupo de alumnos de un máster, los había puesto a discutir con profundidad sobre la “economía del bien común” y que finalmente llegaron a la conclusión de que todo era una quimera. Yo no soy un profundo conocedor del tema, pero aunque no pongo en duda las magníficas intenciones y la inspiración, sí pongo en duda que, como solución económica, no pueda ser una quimera». (I. Farreras) ! ! «Sin que sea adoptar una posición de defensa, porque yo pienso que se trata de una cuestión de integrar todas las visiones, estaría encantado de que se hiciera la comparación con la Iglesia, para tener el mismo nivel de impacto en la sociedad. »Sobre la aplicación de la “economía del bien común”, yo me lo creo. Lo he visto desde su inicio y en la práctica y necesitaba ver una aplicación potencial de cómo podemos orientar este camino de transición, más de integración y de positivismo de lo que es la competición, con la colaboración y la cooperación. Necesitaba encontrar una herramienta que pudiera transmitir la idea de que podemos empezar a hacer este camino, no sólo criticando el estado actual de las cosas, sino empezando a construir una alternativa. No sé si es la mejor, y creo que nadie en este movimiento tiene la pretensión de que los sea, pero como mínimo sí que tenemos la de empezar a trabajar, con toda la modestia del mundo. Evidentemente, tendremos éxitos, fracasos, y así aprenderemos, y poco a poco, corregiremos nuestra trayectoria, pero tenemos la obligación de actuar, por nosotros, por la sociedad actual y para las generaciones futuras. Este es un movimiento que de momento tiene una repercusión mediática, porque tiene un alto grado de seducción y porque Christian Felber es un comunicador muy hábil. Pero, aparte de eso, en mi empresa hemos empezado a aplicar el balance y estamos viendo el inicio de un impacto, de un camino de transformación, y creemos que de mejora de la sociedad y de la economía en general. Es este el objetivo que tenemos, con toda la modestia del mundo». (J.S.) ! «Pensar que la “economía del bien común” debe sustituir todo el modelo económico puede verse como una quimera, pero es verdad que iniciativas como la de la “economía del bien común” ayudan a construir, a pensar. Las organizaciones que se adaptarán mejor a un entorno postcrisis son aquellas que ya son creativas, curiosas, que saben analizar tendencias, que saben "hacer surf” en medio de los problemas, utilizar los cambios tecnológicos y los ecológicos, etc. La “economía del bien común” aporta toda una serie de temas que pueden ser bandera. Es muy difícil que todos funcionen, pero es más fácil que algunos de estos elementos que está aportando la “economía del bien común”, sean integrados en procesos empresariales económicos y sociales. ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org »Soy profesor del máster internacional de la Carta de la Paz, y uno de los temas que trabajo es la existencia de un salario por el simple hecho de existir. Esto del bien común es algo fabuloso al lado de este otro tema, porque este del salario por existir sí que es una quimera absoluta. Hace diez años era una quimera absoluta, pero ahora resulta que estamos implantando el salario, no por el hecho de existir, pero casi, porque hay gente que no puede sobrevivir y hay que darle un salario. Cosas que hace años parecían una quimera, en estos momentos y en una situación como la actual se están aplicando. Creo que la “economía del bien común” puede aportar muchos elementos que ayuden a transformar estructuras, pero se necesitarán aún muchas más cosas». (D.M.G.) ● Quiero hacer unas aportaciones con una voluntad un poco naíf, simplificadora, porque tengo que confesar que entre la complejidad del comportamiento humano, que se ha tocado mucho y la economía, voy perdido, ya que no puedo entender ni la economía actual ni el comportamiento humano, empezando ya por mí mismo. Creo que competir es muy propio de la esfera privada del individuo: debemos ser competentes porque, si no, nos comen. Por biología tenemos que competir porque, si no, no podemos sobrevivir. Compartir, en cambio, está situado en la esfera comunitaria social. Por otra parte, he seguido con mucha simpatía y entusiasmo el tema de Christian Felber, de la “economía del bien común”. No soy economista, soy ingeniero, y, por tanto, no entro tanto en el mecanismo económico que conlleva, pero me lleva a una reflexión punzante, simplificadora y naíf, que es preguntarme a qué dios adoramos, y si este dios es el dinero. Debemos hacer una fuerte mutación, debemos cambiar del dios dinero al dios economía del bien común. Este es un modelo que invita a pensar en lo que tenemos en común, en el compartir, en todo aquello que nos hace ser personas. (A. García) ● Escucharos es una maravilla, es como una sinfonía, todo un planteamiento de temas para tratar de solucionar situaciones, no sólo la económica, sino situaciones que afectan a las personas. Hoy en día se habla muy poco de la cantidad de gente que se está quitando la vida a causa de la situación económica. ¿Qué podemos hacer para llegar a muchas personas y comunicarles esta sensibilidad de pasar del bien privado al bien común? En el deporte, a un nivel sencillo, ya vemos que se hacen partidos de un equipo contra otro, de un deportista contra otro. Deberíamos llegar a hacer partidos de uno con otro. Este espíritu de lucha y de eliminar al otro deberíamos cambiarlo y ayudar a nuestros hijos a no ser tan competitivos en el juego y en lo más elemental, sino a saber compartir. (J. L. Fernández) «El problema del mundo competitivo del deporte en niños y jóvenes es un problema de todo el entorno, empezando por los propios padres, que juegan a competir de forma extrema en vez de compartir un rato de juego en armonía. ¿Quién no ha presenciado momentos lamentables en los que la actitud entre los adultos que contemplan la actividad deportiva de sus hijos es la que falla? Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org Propongo esta dimensión de autocrítica proactiva, no para desesperarnos, sino para poder levantar otros modelos, porque estas nuevas generaciones se nutren mucho del aprendizaje por imitación. Los valores se viven antes de entenderlos. Hemos podido presenciar situaciones de deporte escolar en las que la lamentable actuación de los adultos que se encontraban alrededor no genera ningún modelo de ruptura respecto a lo que hoy estamos comentando aquí, sino todo lo contrario. Si queremos generar cambio, lo primero que tenemos que hacer es esta revisión autocrítica social a escala individual, comunitaria y de polis, que nos permita avanzar desde esta revisión crítica hacia modelos alternativos. No sé si la “economía del bien común” es una alternativa o es una provocación. Yo, particularmente, pienso que es una provocación muy interesante en estos momentos que vivimos. A pesar de conocer poco su desarrollo sí que al menos me parece que actúa como una provocación muy interesante en un ejercicio de adultez. Parece que la sociedad está pidiendo a los niños que «se vuelvan adultos» y, en cambio, a los adultos «que se infantilicen». Si esta es la dinámica, no podremos llegar a captar el significado de compartir». (J.R.R.) ● ¿Qué modelo de estado se busca en este indagar en el estado del compartir? Actualmente, toda una serie de poderes supranacionales, están por encima de los estados y están afectando la vida cotidiana de personas concretas. ¿Cómo caminar en este compartir, no tanto desde una visión únicamente personal o colaborativa local, sino también para lograr afectar a esos superpoderes que están dirigiendo actualmente la vida más cotidiana de las personas? Por otra parte, querría plantear si ese afán por el emprendimiento no estará escondiendo, en cierta forma, una manera de restar responsabilidad al Estado como buscador de ese bien común y también a los otros agentes sociales y económicos. (C. Galaz) «Creo que tenemos que volver a controlar nuestro entorno y eso significa volver a meter la economía en casa, en la comunidad: no padecerla sino hacerla, construirla. Y eso significa poner fin a la autorregulación de la misma esfera económica que se encuentra desbocada, descontrolada, Deberíamos volver a recuperar el control de la economía por parte de la política y volver a hacer realidad la política económica, que ya ha desaparecido por el camino. Esto sólo lo podemos hacer si nos unimos. La economía nos ha dividido y, por ello, ha vencido. Si con Marx, en el siglo XIX, el grito era «¡Proletarios del mundo, uníos!", en el siglo XXI debería ser «¡ciudadanos, profesionales, organizaciones del mundo, uníos!». No se trata de matar la economía, sino de recolocarla, de acotarla en los límites de la legitimidad. No podremos hacerlo sin competitividad ni sin conocimientos. Necesitamos conocimientos, astucia y saber cuáles son las finalidades que perseguimos. Por ello, tendremos que volver a explicitar la finalidad del bien común». (B.R.M.) ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org «Lofti Zadeh, un matemático y filósofo, dice que en problemas complejos, en situaciones complejas, cuando uno pretende hacer diagnósticos simplificados, uno ya se ha alejado definitivamente del significado de esos diagnósticos. Es decir, diagnosticar con simplicidad una situación tan compleja como la que tenemos en estos momentos, no sólo es errar, sino que además pierde todo significado. Creo que, a pesar de la dureza del momento, en que todo lleva a la preocupación, es tiempo de esperanza y también de esperanza cristiana para aquellos que vivan el sentido de la esperanza desde esta convicción profunda y trascendente. Pero también de la laica, también de la esperanza del final de la vida, de Heidegger. Esperar, en estos momentos, quiere decir que todos debemos asumir co-liderazgo y, por tanto, es una esperanza proactiva, una esperanza que nos implica a todos, que nos obliga a movernos. Creo que ahora es el momento del co-liderazgo, de un co-liderazgo distribuido. Estamos todos interpelados, no hay nadie en esta sala que no esté interpelado. Todos tenemos un factor de liderazgo hacia este cambio que necesitamos, porque este un momento también, pese a todo, de esperanza». (J.R.R.) «Creo que con la acción en el ámbito de los municipios, en el ámbito local, vamos avanzando poco a poco con iniciativas, con proyectos piloto, trabajando y poniendo las manos en la masa. Estoy convencido de que tenemos el deber de actuar, de equivocarnos, de provocar, porque si provocamos habrá una reacción y se empezará a compartir el diálogo. Debemos tener creatividad, no importa si a través de la “economía del bien común” o no. La “economía del bien común” es una herramienta, una posibilidad y existen miles. Si tenemos creatividad, si somos creativos, al final todos en conjunto encontraremos soluciones. Yo tengo esa esperanza, soy optimista. Para concluir, creo que el trabajo que tenemos que hacer es de conciencia, de volver a ser conscientes del impacto que como ciudadanos podemos tener directamente en nuestra sociedad, y del peso que tenemos como individuos, como grupo, como asociación, como empresa, como Estado, como provincia autónoma, etc. Podemos actuar, y el poder de la acción en todos los grupos en los que nos impliquemos, creo que acompañará positivamente el cambio social ». (J.S.) «Desde pequeño he hecho deportes de competición y he participado en competiciones pero mis padres no me acompañaron nunca a ningún partido, ni a mí ni a nadie del equipo, y siempre hemos competido. Independientemente de los padres, cuando juegas a un deporte de competición, juegas contra el otro equipo, y tienes que ganar. El problema no es que haya competitividad en el deporte, el problema es la actitud con que eduques en esta competitividad. Actualmente dirijo un despacho de más de cien profesionales, ingenieros, abogados y financieros que prestan servicios en un mercado, híper competitivo, y el problema es la actitud con que tus profesionales y tu empresa ejercen esta competitividad. ¿Cómo respetas a tu rival, cómo lo tratas, cómo le hablas, cómo valoras sus éxitos o como aprendes? ¿Es una actitud positiva o negativa, en la que tienes respecto a tu competidor? Todos estos elementos deben entrenarse para conseguir que una organización, un equipo deportivo o un grupo, sepa competir limpiamente y aceptar la derrota cuando sea necesario. Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org »Respecto al tema de los emprendedores o del emprendimiento, creo que se dan dos visiones: la más política, que sería la de sacarme el problema de encima generando emprendedores y otra, la que ve que el emprendimiento es necesario para poder generar, crear e innovar, para desarrollar mejor un país. Pero, ciertamente, parece que se esté utilizando el concepto de emprendimiento en la actualidad, para deshacerse un poco también del problema del paro». (D.M.G.) ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! Lauria 89, 2º 1ª - 08009 Barcelona T. 93 2722950 info@ambitmariacorral.org www.ambitmariacorral.org ! ! ! ! Libros publicados ! ! 50 Cenas hora europea. Diálogos de Cultura De la 51 a la 100 Cenas Hora Europea. Diálogos de Cultura ! ! ! ! 202 203 204 205 206 207 208 ! 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