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4 Enrique Marco El área metropolitana es una realidad de 3,5 millones de habitantes y 600 km2. Los problemas y soluciones van más allá de las fronteras municipales. El Plan Estratégico es una mesa de discusión profunda y compartida donde se debaten los términos de las opciones de futuro y de las soluciones de presente. No es sólo una mesa de planificación económica. El Plan Estratégico, una forma de compartir el futuro TEXTO Joan Clos Presidente del Consejo general del Plan Estratégico Metropolitano y alcalde de Barcelona LOS MONOGRÁFICOS DE B.MM NÚMERO 5 l área metropolitana es una realidad innegable desde el punto de vista físico, social y económico, pese a que no lo acabe de ser en la organización política por la cicatería del actual ordenamiento territorial. Esta realidad se ha ido elaborando poco a poco, en un proceso histórico no siempre regido por una voluntad común. La inmigración española a partir de los años cincuenta y hasta la crisis de los setenta es uno de los hechos que más marcaron la configuración del actual mapa metropolitano, en el sentido de que dio forma y volumen demográfico a nuestras ciudades. Fue entonces cuando se plasmó la característica de “red de ciudades” que hoy conforma nuestra realidad metropolitana, porque se absorbió el crecimiento a partir de los municipios preexistentes, que lógicamente multiplicaron su población –y, por tanto, la ocupación del territorio– hasta límites impensables unos cuantos años antes. El territorio se llenó, y se llenó no siempre de manera planificada y racional. El hecho de que este proceso se llevara a cabo sin planificación ni coordinación ya es un dato a tener en cuenta. Bastante trabajo le ha costado a la democracia ir aumentando los niveles de calidad urbana de muchos barrios que eran –y que ya no son– estricta periferia. El otro dato, creo que más significativo aún, es que en los últimos veinticinco años se ha ocupado más territorio que en toda la historia metropolitana anterior. Entre la gran migración interior y las actuales oleadas de nueva inmigración, precisamente cuando la población se mostraba más estable, la ocupación del territorio se disparó. Es comprensible que, buscando unos mínimos de sostenibilidad, hoy nos planteemos preservar los intersticios de terreno rural entre municipios, las grandes o pequeñas zonas verdes que nos estructuran, lo que es un objetivo de primer orden, irrenunciable. Debemos apostar por un modelo en red de ciudades densas y compactas, que sean capaces de regular su población creciente “hacia dentro”, repensando y rehabilitando los núcleos históricos, los barrios, y no por la fórmula, artificial entre nosotros, del crecimiento “en mancha de aceite”. E 5 “Debemos apostar por un modelo en red de ciudades densas y compactas, que sean capaces de regular su población creciente “hacia dentro”, repensando y rehabilitando los núcleos históricos, los barrios, y no por la fórmula, artificial entre nosotros, del crecimiento en mancha de aceite”. Estamos viviendo el tránsito de la economía industrial manufacturera a la economía del conocimiento, con la consolidación de equipamientos como Barcelona Activa. En la página anterior, entre la migración interior y las actuales oleadas de inmigración, la ocupación del territorio se ha disparado. Esta mirada sobre el área metropolitana que enlaza pasado, presente y futuro posee una importancia clave porque estamos inmersos en un proceso de transformación de nuestro tejido productivo. La era industrial, que va ligada a aquella masiva inmigración histórica, ya es una realidad cerrada. Lo que no significa que haya dejado de existir –un paseo por los polígonos industriales metropolitanos lo desmentiría– ni quiere decir que haya dejado de ser una parte importante de nuestra creación de riqueza. Significa, y no es poco, que no tenemos que poner en ello los principales esfuerzos estratégicos, porque el futuro depende de la capacidad que tengamos de procesar otro tipo de materia prima. Estamos viviendo, pues, el tránsito de la economía industrial manufacturera a la economía del conocimiento; un tránsito que hoy puede parece sutil pero que marca de forma rotunda la emergencia de nuevos sectores de producción de riqueza: las nuevas ocupaciones y las nuevas formas de ocuparse. Se trata de un proceso que no hemos inventado nosotros, sino que nace de la epifanía de las nuevas tecnologías. No decidimos el futuro, pero sí que decidimos nuestro futuro. Hoy podemos decir que, en Barcelona, los sectores emergentes –económicos y laborales– son los mismos que en otras ciudades que caminan hacia el predominio de la nueva economía del conocimiento. Son sectores con un alto valor añadido y una alta cualificación, que tienen la particularidad de dinamizar todo el mercado de trabajo y arrastrar también los puestos y las ocupaciones menos cualificados. Me pregunto hasta qué punto este fenómeno se repite de forma homogénea en toda el área metropolitana y sé que la respuesta no es todavía del todo satisfactoria. Si en Barcelona esta transformación se está produciendo de manera continuada, el proceso en el área metropolitana avanza muy bien en unas zonas y más lentamente en otras. CRECIMIENTO CONJUNTO Sin embargo, lo que debemos tener en cuenta es que el área metropolitana constituye un conjunto coherente, con un funcionamiento que recuerda al de los vasos comunicantes. No se puede producir un crecimiento importante en una punta y un decrecimiento en otra: la media de calidad de vida será un indicador compartido por todo el mundo. Por lo tanto, la transformación productiva debe llegar a la vez a todas partes, con el motor claro y definido de la ciudad de Barcelona, que, por su peso de capital, actúa como locomotora y, en Eva Guillamet cierto modo, orientadora de los nuevos caminos, y en un contexto de diversificación económica y de actividades en el que cada ciudad, cada territorio, tiene valores y especialidades que, sumadas y, sobre todo, interrelacionadas, componen un conjunto de primera línea, situado en el grupo de vanguardia de las conurbaciones metropolitanas europeas. Está claro que este proceso no se puede llevar a cabo sin una planificación conjunta, o sea, un Plan Estratégico que ponga en común las opiniones y las necesidades, las ideas y las problemáticas no solamente de todos y cada uno de los municipios, sino de todos y cada uno de los sectores políticos y civiles presentes en nuestra sociedad. Ya han pasado suficientes años para saber que los problemas y las soluciones traspasan las fronteras municipales. El área metropolitana 2 es una realidad de 3,5 millones de habitantes y 600 km ; por cierto: una realidad equivalente al municipio de Madrid y similar a otras áreas metropolitanas europeas del mismo nivel. Todo esto da a Barcelona una dimensión competitiva y da a los municipios metropolitanos la inclusión en un proyecto de plena ambición. Es una realidad simbiótica. Carente, de momento, de instrumentos políticos eficaces –un gobierno local metropolitano con competencias y recursos PLAN ESTRATÉGICO METROPOLITANO 6 Tavisa La urbanización de Valldoreix forma parte de Sant Cugat del Vallès, uno de los 36 municipios del área metropolitana. En la página siguiente, proyecto de Can Suris CityLab de Cornellà, una fábrica textil modernista que será un símbolo de la Cataluña digital: biblioteca-mediateca, vivero de empresas, espacios de investigación, etc. “Si hoy el mundo global camina hacia la producción y gestión del conocimiento, el área metropolitana de Barcelona, una de las cinco o seis más grandes de Europa, no puede quedarse al margen del proceso”. LOS MONOGRÁFICOS DE B.MM NÚMERO 5 7 para pilotar este proceso–, el área metropolitana no puede renunciar a planificar con todo detalle su futuro. En la medida en que planifiquemos conjuntamente nuestras estrategias, podremos controlar los pasos que damos para salir exitosos de los retos actuales. El gobierno metropolitano nos vendrá por pura convicción, porque la realidad ya es tan evidente que difícilmente tardaremos mucho en verla reconocida con una estructura viable de mando. El Plan Estratégico es una mesa de discusión profunda y compartida, donde se debaten los términos de las opciones de futuro y de las soluciones de presente. No es sólo una mesa de planificación económica. Si hemos hecho una referencia más detallada al proceso de transformación productivo es porque estamos viviendo uno de aquellos momentos de transición que acaban marcando todos los aspectos de la vida cotidiana. Pero cuando hablamos de estrategias metropolitanas estamos hablando de coordinar también el desarrollo cultural, ecológico y social, con desafíos muy concretos como la necesidad de un salto adelante en vivienda accesible para todos o en políticas de integración eficaces ante la nueva inmigración. Estamos, por tanto, ante una realidad contradictoria, con blancos y negros, pero presidida por una voluntad de cohesión social, con todo lo que ello comporta de calidad, de oportunidades, de integración, de formación y, en definitiva, de riqueza económica y vital. Es en esta cohesión en lo que nos jugamos el futuro: la nuestra ha de ser una sociedad de oportunidades para todos, vengan de donde vengan y sea cual sea su nivel de preparación y de ambición. En la medida en que estas oportunidades funcionen –o que funcionen los apoyos que la sociedad brinda a los que de algún modo se quedan atrás, es decir, las políticas de prevención y bienestar– tendremos una vida metropolitana equilibrada, compartida, apasionante. Los temas concretos, que son los que forman el esqueleto de nuestro Plan Estratégico, son fundamentales: vivienda, transporte, infra- estructuras, inmigración, formación, nueva economía, cultura... Todo esto es básico, son las primeras piedras que erigen el edificio del futuro, y es importante que nuestros objetivos estén coordinados para que sumen y no resten; para que sean complementarios, para que una zona de desarrollo no comprometa el desarrollo de la zona vecina. Éstas son las cosas tangibles. También sabemos qué infraestructuras son indispensables en el momento en que la economía se basa en brains & airports, como establece Richard Knight –uno de los primeros teóricos de la sociedad del conocimiento–, estos cerebros y aeropuertos que estamos en proceso de crear. Todo esto lo sabemos y lo compartimos –no en vano nudos viarios, aeropuerto, puerto, zonas logísticas, universidades, etc., están diseminados por el territorio metropolitano al alcance de los ciudadanos de todas partes. Asimismo, sabemos cuáles con las carencias en conectividad, en transporte público, en inversiones, en plataformas, en ferrocarril... Pero más allá de todo esto, la importancia del Plan Estratégico es que nos dibuja un horizonte de equilibrio y de equidad. Si queremos más y mejores infraestructuras es para asegurar nuestro crecimiento; si queremos crecimiento sostenible es para asegurar nuestra calidad de vida, y si queremos instrumentos metropolitanos de control, de gestión y de decisión es porque aspiramos hacia una mayor cohesión social, cultural, económica y territorial. La economía nunca lo es todo, pero es una de las claves que facilitan lo demás. Si hoy el mundo global camina hacia la producción y gestión del conocimiento, el área metropolitana de Barcelona, una de las cinco o seis grandes áreas metropolitanas de Europa, no puede quedarse al margen del proceso. Ni puede renunciar a ser pionera y abanderada de esta transformación, porque es así como garantizamos que la calidad de vida se extenderá por todas partes, dándonos una sociedad más integrada, más rica, más interesante y más feliz. Archivo Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona PLAN ESTRATÉGICO METROPOLITANO