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Los antiinflamatorios como psicofármacos y los antidepresivos como antiinflamatorios ■ Hay quienes consideran que es posible que algunos me- dicamentos prescritos contra la inflamación pudieran servir como medicación adicional para los tratamientos utilizados en algunos padecimientos psiquiátricos. Por medio de una revisión bibliográfica actualizada, los autores de un interesante trabajo se dieron a la tarea de identificar qué tanta evidencia existe sobre la eficacia de los antiinflamatorios en tres condiciones de enfermedad mental: el trastorno depresivo mayor, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Exploraron para ello varias bases de datos conteniendo tanto ensayos clínicos abiertos como controlados. Su búsqueda dio por resultado la identificación de cuatro tipos de antiinflamatorios utilizados en estos padecimientos: los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI), los inhibidores de la ciclooxigenasa (COX), los medicamentos contra el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y el antibiótico minociclina. Se analizó con detalle la efectividad y el riesgo/beneficio de cada uno de ellos para las tres enfermedades mencionadas. Varios estudios de meta-análisis mostraron que los AGPI tienen efectividad para la depresión con un buen perfil de tolerancia; un trabajo en particular encontró que específicamente los inhibidores de la COX-2 mostraron eficacia en la esquizofrenia y otro estudio de este tipo encontró que los fármacos anti TNF-α son útiles en la condición de depresión resistente con anormalidades sanguíneas de tipo inflamatorio. Finalmente, hubo cierta evidencia de que la minociclina es de utilidad en la esquizofrenia. Los autores llegan a la conclusión de que si bien los AGPI son los que muestran el mejor balance riesgo/beneficio, su efectividad sólo se limita a la depresión. Los otros, si se usan con cautela, podrían ser una alternativa razonable para el resto de las enfermedades cuando exista resistencia a responder a los tratamientos convencionales. Si bien este tipo de medicamentos puede ser de beneficio como tratamiento adicional, se puede considerar que aún no hay suficiente evidencia sustentada para implementarlos en todos los casos en condiciones de resistencia. Un aspecto a resaltar al respecto, es que el que funcionen en algunos pacientes pone en evidencia que en la fisiopatología de estas enfermedades existe la participación de otros elementos neurobiológicos que tienen relación con los fenómenos inflamatorios. Esta es una interesante vía de análisis para Vol. 25, Número 5, Mayo 2014 incrementar el conocimiento de las bases neurobiológicas de estos padecimientos. Otro aspecto relacionado con este tema es el que surgió hacer algunos años y que postula que los antidepresivos, particularmente (pero no exclusivamente) los inhibidores selectivos de la recaptura de la serotonina (ISRS), pueden tener efectos de tipo antiinflamatorio y que es factible que esos efectos participen en el mecanismo antidepresivo global. La primera evidencia de que tienen efectos contra la inflamación surgió con la publicación de un trabajo en 1993 en el que se describió que algunos de ellos mostraban habilidad para inhibir la proliferación linfocítica estimulada por mitógenos. Posteriormente se detectó que en los monocitos también inhiben la liberación del TNF-α y de la interleucina 1β. Otros trabajos han encontrado que ejercen un efecto antiinflamatorio sobre los linfocitos T, las células dendríticas y los neutrófilos. Además de estos efectos sobre las células del sistema inmune periférico, hay evidencia de que también pueden reducir los procesos inflamatorios de la microglía y de los astrocitos. Aunque estos resultados muestran que de manera definitiva los antidepresivos modulan los procesos inflamatorios en el cerebro, aún se desconocen cuáles mecanismos moleculares están involucrados en ello. Hay varias teorías al respecto; una de ellas propone que estos fármacos pueden ser capaces de desactivar las vías intracelulares de señalización inmuno/ inflamatoria, específicamente reduciendo la actividad de una de estas vías: la del factor nuclear kappa beta (NF-κB) o factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas, el cual es un factor de transcripción que funciona como componente final de diversas vías intracelulares de señalización. El NF-κB tiene en la célula múltiples ubicaciones y es responsable de mediar la transcripción del ADN. La vía se puede activar por una gran variedad de estímulos incluyendo el estrés celular, las citocinas, los radicales libres, la radiación ultravioleta y las infecciones bacterianas o virales. Una vez activado, el NF-κB pasa al núcleo en donde se une a secuencias específicas del ADN denominadas elementos de respuesta. El complejo ADN-NF-κB usa entonces polimerasas de ARN y otros co-activadores que promueven la transcripción del ADN a ARNm para llevar a cabo la síntesis proteica. La regulación defectuosa del NF-κB está relacionada con el cáncer, las enfermedades inflamatorias y autoinmunes, así como con el shock séptico y las infecciones. En la figura 1 se puede observar el mecanismo de acción del factor. En su estado inactivo el NF-κB se encuentra en el citoplasma formando un complejo con la proteína inhibitoria IκBα. Una gran variedad de enzimas extracelulares activan la enzima IKK que fosforila a la proteína IκBα, con lo 47 Señales Receptor Membrana celular Receptor Degradación del proteosoma IkBa IkBa RelA p50 IkBa IKK RelA p50 RelA p50 Función modificada PORO nuclear Citoplasma Proteína Coactivador Polimerasa del ARN Ribosoma ARNm ARNm ADN nuclear ER Gen blanco Membrana nuclear Figura 1 cual se disocia el complejo IκBα/NF-κB. Posteriormente el NF-κB activado penetra al interior del núcleo y se une a los elementos de respuesta (ER) con lo cual se transcribe el ARNm. Hay experimentos in vitro que demuestran que los antidepresivos tricíclicos y los ISRS, en condiciones de inflamación celular, reducen la translocación nuclear de este factor en los astrocitos y en la microglía. Esto implica entonces que cuando las vías mediadoras de la inflamación están ya activadas (como por ejemplo en los estados depresivos), los antidepresivos podrían operar reduciendo la actividad de las moléculas de transducción de señales y de esa manera aminorarían el estado inflamatorio. Adicionalmente, otros trabajos de investigación han demostrado que los antidepresivos son capaces de incrementar los niveles de la interleucina IL-10 la cual es una de las principales citocinas antiinflamatorias. Finalmente, se postula que es- 48 tas acciones antiinflamatorias participan en los ya identificados efectos proneurogénicos y neurotróficos que tienen estos medicamentos. La hipótesis de que los procesos inflamatorios son factores que contribuyen a la etiología de la depresión ha sido postulada desde hace varios años. El identificar entonces que los antidepresivos son una especie de fármacos antiinflamatorios sostiene esta hipótesis y la hace más creíble. Bibliografía FOND G, HAMDANI N, KAPCZINSKI F y cols.: Effectiveness and tolerance of anti-inflammatory drugs’ add-on therapy in major mental disorders: a systematic qualitative review. Act Psychiatr Scand, 129:163-179, 2014. ROHAN WALKER F: A critical review of the mechanism of action for the selective serotonin reuptake inhibitors: do these drugs possess antiinflammatory properties and how relevant is this in the treatment of depression? Neuropharmacol, 67:304-317, 2013. Vol. 25, Número 5, Mayo 2014