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Pontificia Universidad Católica de Chile Facultad de Agronomía Departamento de Zootecnia Informe de Residencia Ácidos Grasos Omega 3 y Omega 6 Informe de residencia realizada como parte de los requisitos para optar al título de Ingeniero Agrónomo María Elena Covarrubias Reydet Karen Lilian Ortega Muñoz Profesor Guía: Fernando González, Med. Vet., MSc. Profesor Informante: Fernando Bas, Ing. Agr., Ph.D. Santiago- Chile 2002 Índice Introducción 3 Antecedentes Generales 4 Características de los ácidos grasos esenciales 8 Función de los Eicosanoides 11 Metabolismo de los Eicosanoides 15 Inactivación de Oxigenasas 22 Efectos fisiopatológicos de los ácidos grasos omega 3 23 Ensayos para determinar el efecto de los omega 3 sobre el organismo 25 Función de los ácidos grasos poliinsaturados durante la gestación y lactancia 29 Importancia de la nutrición fetal y neonatal 40 Consumo de ácidos grasos esenciales 41 Toxicidad 47 Implicancias para la salud 48 Referencias 53 2 Introducción Los ácidos grasos esenciales (AGE) son ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) de cadena larga que forman parte de estructuras celulares y subcelulares básicas y sus derivados intervienen en procesos metabólicos esenciales en mamíferos. En las últimas décadas se han realizado numerosos estudios que han demostrado que el consumo de estos ácidos grasos en cantidades adecuadas, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, produce un efecto inhibitorio sobre el crecimiento anormal de la próstata y desarrollo del cáncer mamario, retarda la perdida de las funciones inmunológicas y son requeridos para un desarrollo normal del cerebro y de la visión del feto. Es por ello que el enriquecimiento de distintos alimentos con omega 3 es una práctica habitual en un número creciente de países, que consideran de importancia para la salud pública la función de estos AGE, asegurando de este modo que la población ingiera en forma permanente la cantidad adecuada para satisfacer sus requerimientos diarios. El objetivo de este trabajo es describir el rol de los ácidos grasos omega 3 y omega 6 en la salud humana. 3 Antecedentes Generales Los lípidos son un grupo heterogéneo de compuestos insolubles en agua, pero solubles en éter, cloroformo y benceno, presentes en la materia vegetal y animal. Se clasifican según su similitud química en lípidos saponificables y no saponificables (terpenos, esteroides, prostaglandinas). Dentro del primer grupo existen los lípidos simples (grasas y ceras) y los compuestos (glicolípidos y fosfolípidos). Las funciones generales que desempeñan los lípidos son cinco: 1) como componentes estructurales de la membrana celular, 2) depósito de reservas intracelulares, 3) una forma de transporte de combustible metabólico, 4) aislante térmico y eléctrico, y 5) como agente de protección de las paredes celulares de diversos organismos. También existen algunas sustancias lipídicas que poseen una intensa actividad biológica, comprendiendo algunas vitaminas y precursores, así como cierto número de hormonas. Los ácidos grasos son los principales constituyentes de los lípidos. Todos los ácidos grasos presentan una cadena hidrocarbonada de longitud variable y un grupo carboxilo terminal. Dependiendo si ellos contienen enlaces simples o dobles, darán origen a los ácidos grasos saturados (AGS) o insaturados (AGI) respectivamente. La mayoría de los ácidos grasos presentes en los lípidos de plantas y animales superiores poseen un número par de átomos de carbono y tienen cadenas rectas con longitudes entre los 14 y 22 átomos de carbono; los que poseen 16 a 18 carbonos son los más abundantes e importantes. 4 Los ácidos grasos determinan las características de las grasas, existiendo importantes diferencias según se trate del reino animal o vegetal. Dentro de los primeros, los de origen marino contienen una mayor proporción de ácidos grasos insaturados (66%) principalmente de cadena larga, a diferencia del reino animal que normalmente poseen mayor cantidad de ácidos grasos de 16 y 18 átomos de carbono con un grado comparativamente bajo de insaturación. En los vegétales los triglicéridos están compuestos principalmente por ácidos grasos mono (AGMI), y poliinsaturados (AGPI), aunque con cadenas de menor longitud que los marinos. Su punto de fusión es inferior, siendo líquidos a temperatura ambiente, por lo que reciben la denominación de aceites. Dentro de los ácidos grasos existen dos que se caracterizan por ser esenciales: el ácido Linoleico (C18:2, n-6) y el ácido Linolénico (ALN, ácido α-linolénico, C18:3, n-3), estos se encuentran en la dieta como parte de los fosfolípidos y triglicéridos; ambos son usados en el cuerpo para propósitos estructurales donde son incorporados a los fosfolípidos de las membranas celulares, en procesos de oxidación para producir energía y para la síntesis de hormonas (Brody, 1998). Los ácidos grasos esenciales (AGE) reciben esta denominación puesto que: a) no pueden ser sintetizados por el organismo; b) cumplen un importante rol metabólico y c) la ausencia de estos produce un síndrome clínico (Grundy, 1986). Los AGE de cadena larga, especialmente los ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega 6 se encuentran en los aceites vegetales, principalmente representados por el Linoleico y su metabolito el ácido Araquidónico (AA, C20:4, n-6); los ácidos grasos de la serie omega 3 son constituyentes de los aceites de pescado, encontrándose en mayor concentración los ácidos Eicosapentaenoico (EPA, C20:5, n-3), conocido 5 también como ácido timnodónico y Docosahexaenoico (DHA, C22:6, n-3), llamado también ácido cervónico o clupanodónico. Los animales marinos (mamíferos, peces y crustáceos), se caracterizan por acumular en sus tejidos cantidades relativamente importantes de AGPI omega 3, especialmente EPA y DHA. Estos ácidos grasos provienen mayoritariamente de la alimentación de estos animales, ya que se estima que ellos son poco eficientes para realizar la biosíntesis de EPA y DHA a partir de precursores más simples (ALN) (Valenzuela, 2001). Quienes constituyen la fuente primaria de AGPI omega-3 son la gran diversidad de microorganismos e invertebrados que forman el fito y zooplancton marino, estos pueden elongar y desaturar el ALN transformándolo a través de una serie de intermediarios en EPA y posteriormente en DHA, que se transfieren vía cadena alimenticia a peces, crustáceos y mamíferos. Mientras mayor es el contenido de grasa de estos animales, mayor es el contenido de EPA y DHA de su carne y del aceite que se obtiene de muchos de ellos. El EPA se acumula principalmente en el tejido adiposo, mientras que el 90% o más del DHA constituye el tejido nervioso y cerebro de estos animales, principalmente en la forma de fosfatidil serina y fosfatidil etanolamina. De esta manera, peces como el atún, la caballa, la sardina, el jurel, el salmón y la anchoa, constituyen importantes fuentes de EPA y DHA, consumidos como tal o a través de los productos de su industrialización (harina y aceite, principalmente). Los mamíferos tales como los lobos marinos, las focas, las ballenas, entre otros, son también fuentes importantes de EPA y DHA pero no desde el punto de vista cuantitativo ya que la explotación comercial de muchos de ellos está restringida o definitivamente prohibida. Los crustáceos constituyen más bien una alimentación minoritaria o de elite, por lo cual su participación en el aporte de AGPI omega 3 es 6 secundaria (Valenzuela, 2001). En la Tabla 1 se observa la composición de ácidos grasos presentes en distintas fuentes de lípidos. Tabla 1. Composición de ácidos grasos linoleico, linolénico, eicosapentaenoico, docosapentaenoico y docosahexaenoico de la fracción lipídica de diferentes fuentes de lípidos. Ácido Graso (% del lípido) AL ALN EPA DPA DHA C18:2 n-6 C18:3 n-3 C20:5 n-3 C22:5 n-3 C22:6 n-3 Anchoveta 1,68 0,75 16,68 1,43 8,50 Jurel 1,15 0,60 13,13 2,00 9,88 Menhaden 1,13 1,26 13,83 2,46 7,83 Sardina 1,49 0,80 18,28 1,78 9,46 Capelán 1,15 0,50 7,54 0,45 6,25 Arenque 1,48 1,28 5,51 0,93 5,76 Caballa 1,45 1,40 7,05 0,60 8,40 Salmón 3,80 0,91 8,10 3,88 11,55 Anchoveta 2,38 0,77 11,91 1,61 11,50 Jurel 1,05 0,54 10,74 3,30 17,55 Pescado 0,90 0,60 19,0 2,90 6,00 Coco 2,0 - - - - Palma 10,00 0,20 - - - Canola 20,20 9,52 - - - Oliva 13,90 0,80 - - - Linaza 16,80 41,0 - - - Lupino 21,20 9,10 - - - Maní 35,00 - - - - Soya 56,00 7,00 - - - Pepa Uva 71,10 1,00 - - - Producto Harinas de Pescado Aceites de origen marino Aceites de origen vegetal 7 Grasas de origen animal Vacuno 4,20 - - - - Cerdo 8,10 >1,5 - - - Pollo 25,29 1,36 0,81 0,37 0,71 Fuente: González, 2000. Características de los ácidos grasos esenciales La característica bioquímica que distingue a los AGE es que presentan un doble enlace dentro de los últimos 7 carbonos de la cadena carbonada a partir del grupo metilo terminal, ocupando la posición 3 (serie n-3 u omega 3) o la posición 6 (serie n-6 u omega 6). El doble enlace confiere un valor especial a estos ácidos grasos, dado que los organismos ubicados en la escala evolutiva superior (mamíferos) son incapaces de sintetizarlos (Simopoulos, 1986; Uauy y Hoffman, 1991), por lo que necesitan disponer de al menos, los precursores de ambas series, los ácidos Linoleico de la serie omega 6 y ácido Linolénico de la serie omega 3. A partir de estos precursores se sintetizan el resto de los elementos constituyentes de estas familias o series. De los ácidos grasos mencionados, sólo AL es estrictamente esencial desde un punto de vista dietario, pues el resto de los AGE se pueden formar a partir de AL, aunque con una eficiencia variable. Los AG omega 3 (EPA y DHA) constituyen solo un pequeño porcentaje de los AG de los fosfolípidos de membrana, pero alcanzan altas concentraciones en órganos específicos, como el caso del DHA en la retina y corteza cerebral, lo que sugiere una gran importancia en las funciones visuales y cerebrales (Uauy y Hoffman, 1991; Otto et al, 2000). El DHA constituye hasta un 50 por ciento del total de los ácidos grasos en los fosfolípidos de estos tejidos, aunque su rol específico en la fisiología y bioquímica de los tejidos neuronales no ha sido totalmente caracterizado (Simopoulos, 2000; Uauy y Olivares, 1993). También se encuentra un 8 elevado contenido de este ácido graso en los testículos, espermios y ovarios. Determinaciones en ratas, indican que el contenido de DHA en eritrocitos, plasma, ovarios, glándulas adrenales y tejido adiposo constituye respectivamente el 2,7; 3,2; 1,6; 1,9 y 0,07% de los ácidos grasos totales (Simopoulos, 1986). El ALN no es equivalente en su actividad biológica a los otros AG omega 3, EPA y DHA, estos últimos se incorporan más fácilmente en los lípidos plasmáticos y de membrana y producen un efecto más rápido. EPA y DHA reemplazan parcialmente a los AG omega 6, particularmente al AA en las membranas celulares de plaquetas, eritrocitos, neutrófilos, monocitos y células hepáticas (Ziboh et al., 1986). La carencia de AL y ALN se manifiesta por signos específicos: falta de crecimiento, lesiones cutáneas, menor pigmentación de la piel, pérdida de tono muscular, cambios degenerativos en el riñón, pulmón e hígado, aumento en el metabolismo basal, alteraciones en la permeabilidad de las células, trastornos en el balance de agua, aumento en la susceptibilidad a las infecciones y en cambios en el electroencefalograma y electrocardiograma (Uauy y Hoffman, 1991). Los signos del déficit de ácidos grasos de la serie omega 3 son más sutiles. Estos incluyen cambios en la piel, alteraciones visuales y neuropatías periféricas que no se mejoran con la suplementación de ALN. Las alteraciones visuales y del sistema nervioso se deben probablemente al déficit de DHA. A partir de los precursores AL y ALN, mediante la acción de un sistema enzimático de elongasas y desaturasas, alternativo y común para ambas series, se sintetiza un conjunto de ácidos grasos más largos (hasta 22 carbonos) y más desaturados (hasta 6 dobles enlaces) que tienen una enorme importancia metabólica, ya que regulan diversas respuestas 9 fisiológicas. La actividad enzimática puede ser desviada competitivamente hacia una de las dos series cuando el precursor se encuentra en exceso (Fig. 1) (Lee et al., 1985). Figura 1. Metabolismo de los ácidos grasos de las series Omega 3 y Omega 6 Acidos grasos Omega 3 Enzima α - Linolenico (18:3n3) Acidos grasos Omega 6 Linoleico(18:2n6) D-6-desaturasa γ -Linolenico (18:3n6) Octadecatetraenoico (18:4n3) elongasa dihomo- γ -linolenico (20:3n6) Eicosatetraenoico (20:4n3) series PG1 D-5-desaturasa Eicosapentaenoico (20:5n3) Series PG3 anti-inflamatorio Docosahexaenoico (22:6 n3) Araquidonico (20:4n6) series PG2 pro-inflamatorio Series LT5 anti-agregatorio series LT4 pro-agregatorio No inmunoreactivo Imunoreactivo 10 Muchas reacciones fisiológicas y fisiopatológicas tales como alteraciones cardiovasculares, prevalencia de diabetes tipo 2, trombosis, reacciones inflamatorias y de hipersensibilidad (artritis reumatoídea, alergias), coagulación sanguínea y vasomotilidad, son moduladas por derivados oxigenados de AA y otros ácidos grasos poliinsaturados, principalmente EPA. Estos metabolitos son colectivamente llamados eicosanoides e incluyen a las prostaglandinas (PGE), prostaciclinas (PGI), tromboxanos (TX), leucotrienos (LT), lipoxinas (Lx) y ácidos grasos hidroxilados (ácido hidroperoxieicosatetraenoico, HPETE y ácido hidroxieicosatetraenoico, HETE) (Weber et al., 1986). Función de los Eicosanoides Las prostaglandinas y prostaciclinas son hormonas que cumplen funciones muy importantes en la regulación de la presión arterial, de la función renal, de la función inmunitaria y ciclo sexual (acción sobre el cuerpo lúteo, contracción del útero y mecanismo inductor de parto). Otras, como los tromboxanos, son responsables de la agregación de las plaquetas y por lo tanto son claves para la coagulación de la sangre. Los leucotrienos son importantes en los procesos inflamatorios y en la respuesta alérgica (Simopoulos, 1986). Finalmente, Las lipoxinas participan en las reacciones inhibitorias de la actividad de las células asesinas naturales (AN) del ser humano. Los eicosanoides específicos derivados de EPA son menos potentes como inductores de inflamación que los derivados de AA. El AA es convertido en eicosanoides de las series dos y cuatro, que participan en reacciones inflamatorias y de hipersensibilidad (alérgicas), generalmente son pro- inflamatorios, pro-agregatorios e inmunoreactivos. En contraste, EPA u otros ácidos grasos omega 3 son metabolizados 11 hasta eicosanoides de las series tres y cinco, con poca o nula potencia inflamatoria y moduladores de la agregación de plaquetas y la reactividad inmune (Tabla 2). Tabla 2. Propiedades fisiológicas de los eicosanoides derivados de los ácidos Araquidónico (AA) y Eicosapentaenoico (EPA). Plaquetas Endotelio Neutrofilos AA, 20:4 n- 6 EPA, 20:5 n- 3 TXA2 TXA3 Proagregatorio No agregatorio Vasoconstrictor Débil vasoconstrictor PGI2 PGI3 Antiagregatorio Antiagregatorio Vasodilatador Vasodilatador LTB4 LTB5 Quimotactico fuerte Quimotactico débil Fuente: Weber et al, 1986. Existen dos fuentes de ácidos grasos precursores de eicosanoides: a) un pool metabólico estrechamente relacionado al consumo dietario de ácidos grasos precursores preformados, y b) un pool a nivel de la membrana celular, liberado por efecto de una estimulación aguda celular 12 que controla la captación, liberación y oxigenación de los ácidos grasos precursores, relacionados al aporte dietario como también al metabolismo de éstos (Weber et al., 1986). La mayor cantidad de precursores de eicosanoides están en los fosfolípidos colina y etanolamina y la mayor concentración por mol de lípido está en la forma de inositol (Lands, 1986). En la Figura 2 se observa el mecanismo sugerido para los efectos bioactivos de los ácidos grasos omega 3 en la formación y función de eicosanoides. Estos efectos son producidos principalmente por el ácido eicosapentaenoico (EPA). Los EPA compiten por la incorporación en los fosfolípidos que proporcionan los ácidos grasos para la sintesis de eicosanoides, y también compiten con AA por el acceso a las enzimas que participan en la síntesis de eicosanoides. 13 Figura 2. Mecanismo de la formación y función de eicosanoides. Fosfolípidos Competencia por la incorporación en los fosfolípidos AA EPA Competencia por la síntesis de eicosanoides Enzimas para la formación de eicosanoides Formación reducida Eicosanoides formados a partir de AA Eicosanoides formados a partir de EPA Menor bioactividad 14 Metabolismo de los Eicosanoides El primer paso en la biosíntesis de todos los eicosanoides es catalizado por una enzima ácido graso oxigenasa. Esta enzima requiere la presencia de un hidroperóxido activador, lo que significa que el producto de la oxigenación, un hidroxiperóxido, puede servir como amplificador de la reacción mediante un mecanismo de feed back positivo. La combinación de la enzima ciclo oxigenasa y AA es muy sensible a pequeñas cantidades de hidroperóxidos que no pueden ser removidos eficientemente por las peroxidasas celulares. Como resultado, la enzima puede facilitar un aumento explosivo en la formación de eicosanoides e hidroperoxidos, amplificando pequeñas cantidades iniciales de hidroperoxidos a mayores concentraciones. Esta amplificación tendría un papel importante en la mayor velocidad de formación de eicosanoides, suficiente para acumular material activo en los receptores locales (Lee et al.,1985). En la figura 3 se muestra una representación esquemática de la producción de los eicosanoides por acción de lípidos hidroperóxidos. La rápida amplificación de los hidroperóxidos permite un aumento de la síntesis que excede la velocidad de inactivación metabólica y posibilita a los eicosanoides interactuar con receptores celulares para producir los efectos fisiopatológicos. 15 Figura 3. Síntesis y acumulación a nivel celular de los eicosanoides por efecto de los hidroperóxidos. AA (20:4 + AA (20:4 ROOH Formación de Eicosanoides a nivel celular Efectos fisiopatológicos en tejidos por acumulación de eicosanoides Producción normal de metabolitos en los tejidos Cuando EPA sustituye a AA, la enzima ciclooxigenasa no es tan sensible como amplificador de hidroperóxidos. Los ácidos grasos omega 3 requieren de una mayor concentración de hidroperóxidos para activar y sostener la reacción de oxigenación para formar prostaglandinas. Cuando altos niveles son reducidos por las peroxidasas celulares, la oxigenación que ocurre con AA no es tan fácilmente gatillable a partir de EPA. 16 La diferencia en la efectividad de estos dos ácidos grasos como sustrato para la reacción catalítica de las ciclooxigenasas en la formación de hidroperóxidos y prostaglandinas, se demuestra usando la enzima glutation-peroxidasa, inactivadora de los hidroperóxidos. La velocidad de formación de prostaglandinas a partir de EPA disminuye abruptamente al agregar pequeñas cantidades de glutation peroxidasa. Una aplicación interesante de la habilidad de EPA para atenuar la amplificación de los hidroperóxidos por acción de las ciclooxigenasas y AA puede ser en la modificación de eventos inflamatorios relacionados con el cáncer de mamas. Se ha observado un aumento del desarrollo tumoral en presencia de cantidades aumentadas de ácidos grasos de la serie omega 6 y que serían bloqueadas con drogas anti-oxigenasas. Los ácidos grasos omega 3 pueden también actuar como depresores de la acción de las ciclooxigenasas y entonces no favorecer el desarrollo tumoral. La baja incidencia de cáncer mamario en mujeres japonesas y esquimales, además de menor propensión a enfermedades cardiovasculares y reumatoídeas, podrían ser un indicativo de esta acción beneficiosa por el alto consumo de productos marinos en estas poblaciones (Simpoulos, 1986). Probablemente muchas formas de eicosanoides podrían ser sintetizadas a partir de varios ácidos grasos poliinsaturados en la naturaleza; sin embargo, la enzima oxigenasa que participa en la síntesis de las prostaglandinas es un requerimiento básico para el sustrato y que sólo es sintetizada por individuos situados en la escala evolutiva superior. 17 Los eicosanoides derivados de EPA al tener un espectro de actividad biológica más bajo que los eicosanoides derivados de AA producirían efectos benéficos para la salud humana. Esta menor actividad biológica se explica por la formación oxidativa de un eicosanoide semejante al formado a partir de AA, pero con una actividad agonista débil, y por tanto antagonista, a nivel de los receptores fisiológicos. Dos tipos diferentes de receptores regularían el destino de los eicosanoides: el sitio receptor de la enzima catabólica que inactivaría los eicosanoides y los receptores de membrana que transmitirían la señal autacoide para modificar la conducta celular. Si el sitio de la enzima catabólica es temporalmente bloqueado por un análogo, el AA se acumulará en grandes cantidades. Sin embargo, si el receptor celular es temporalmente bloqueado por un análogo, el AA acumulado tendría un acceso y efectividad disminuida (Figura 4). 18 Figura 4. Producción y mecanismo de acción de los eicosanoides. Estimulo Àcidos grasos libres Fosfolipasas Lipoproteínas Fosfolipidos Àcido araquidónico Señal de transducción Eicosanoides Eicosanoide Autocrino Paracrino Células adyacentes 19 El rápido incremento y disminución de metabolitos de eicosanoides indica que los AGPI dietarios tienen un efecto muy rápido sobre la producción de eicosanoides. Se ha observado una lenta respuesta en la formación de eicosanoides ante cambios en la concentración de AL dietario, pero esta lentitud podría deberse a una desaceleración de la conversión metabólica de AL a AA, más que de AA a eicosanoides. Diversos estudios indican que el pool de precursores de prostaglandina puede ser modificado por el flujo de AGPI dietarios (Fig. 5). Figura 5. Vías metabólicas de los ácidos grasos poliinsaturados. Acyl -CoA Lípidos dietarios + Elongación Desaturación Oxidación (CO2 + H2O) Pool ácidos grasos no esterificados (NEFA) Lípidos tisulares Prostaglandinas Leucotrienos 20 Es posible que la entrada continua de ácidos grasos poliinsaturados a través de la ingesta diaria hacia el pool de ácidos grasos no esterificados tenga un impacto fuerte en la formación de eicosanoides, sin cambios en la composición de los ácidos grasos de los fosfolípidos tisulares. Cuando el ácido graso dietario es AL podrían no formarse directamente eicosanoides activos, sino más bien ser distribuidos entre los tres destinos para la formación de Acetil coenzima A: elongación / desaturación, oxidación y esterificación hacia lípidos tisulares. El Araquidonil CoA formado por reacciones de elongación / desaturación en los microsomas parece destinado más bien a una rápida esterificación que a la formación de eicosanoides. De esta manera no debería esperarse que AL produzca la misma respuesta rápida en el aumento de la síntesis de eicosanoides que ocurre seguido a la ingestión de AA. La producción diaria de metabolitos urinarios de prostaglandina aumenta en respuesta al incremento del consumo dietario de AL, pero la respuesta no es tan aguda como lo es con AA. Tampoco debería esperarse que el AL dietario sea tan efectivo como EPA en mostrar un rápido antagonismo de la conversión de AA hacia eicosanoides (Lands, 1986). La accesibilidad de los AGPI hacia las enzimas que sintetizan prostaglandinas y leucotrienos puede ser fuertemente influenciada, si ellos están en una forma directamente útil después de su absorción o si primero deben moverse a través del pool celular de lípidos esterificados. Los eicosanoides son rápidamente inactivados en el sitio de producción y por pasaje pulmonar. La alta capacidad de la mayoría de las células para inactivarlos, significa que éstos ejercen su acción a niveles muy cercanos a su concentración inicial de síntesis, donde sólo se alcanza 21 a producir una acumulación leve y ello puede ocurrir exclusivamente cuando la velocidad local de síntesis excede su inactivación. Inactivación de Oxigenasas La enzima ácido graso oxigenasa induce una reacción de autoinactivación durante la reacción de oxigenación, lo que limita la cantidad total de eicosanoides que pueden ser eventualmente formados desde una molécula de la enzima. Aún cuando esta inactivación ocurre, cantidades apreciables de eicosanoides pueden ser formados cuando AA es el sustrato. Esta reacción de autoinactivación asociada al proceso de oxigenación, parece representar una reacción abortiva de alguna reacción intermediaria que se produce sólo si están presentes todos los reactantes, de manera que ninguna reacción de inactivación por auto catálisis ocurre en ausencia de oxígeno (Lands, 1986). Experimentos con omega 3 muestran una autoinactivación solamente cuando los niveles de hidroxiperóxidos alcanzan una concentración que permite que la oxigenación proceda. El proceso de inactivación por auto catálisis parece ocurrir durante todo el proceso de oxigenación de los ácidos grasos, catalizada ya sea por la ciclooxigenasa o lipoxigenasa. Cada vez que una molécula de la enzima es inactivada, la capacidad para acumular suficiente cantidad de eicosanoides disminuye. Podría esperarse que cuando EPA, o cualquier otro análogo de EPA, reaccione con la enzima ácido graso oxigenasa, se producirá proporcionalmente una mayor inactivación tiempo dependiente que lo que ocurriría con AA, disminuyendo la formación de eicosanoides desde AA. 22 La acumulación de eicosanoides rara vez ocurre bajo condiciones normales, puesto que la capacidad total de un tejido para producirlos nunca es completamente expresada, y los tejidos normales parecen estar bajo una restricción constante de un abastecimiento del sustrato AA o de activadores de hidroperóxidos. Ambas restricciones pueden ser favorecidas por los ácidos grasos de origen marino que antagonizan las funciones del AA (Lands, 1986). Cuando EPA reemplaza a AA en los tejidos pueden ocurrir cuatro tipos de antagonismos: 1. competencia por acceso a las oxigenasas; 2. disminución de la amplificación de los hidroperóxidos; 3. inactivación de las oxigenasas y 4. modulación de la síntesis de eicosanoides, disminuyendo su sobreproducción a partir del AA. Efectos fisiopatológicos de los ácidos grasos omega 3 Una regulación desbalanceada en la formación de eicosanoides es un elemento común a varios tipos de enfermedades, asociada a disturbios de la función de células o tejidos y que trae consigo la presencia de síntomas no deseados (Lands, 1986). La corrección de estos problemas requiere el conocimiento de cómo el manejo de la concentración de los ácidos grasos omega 3 y omega 6 dietarios puede ayudar a prevenir un desbalance en la generación de eicosanoides y la excesiva producción y acumulación local en ciertas células, lo que produciría alteraciones fisiopatológicas en el organismo (Tabla 3). 23 Tabla 3. Origen de los Eicosanoides y sus efectos patológicos. Origen Eicosanoides Efecto Patológico Plaquetas Tromboxanos Trombosis Ataque cardiaco Plaquetas/Neutrofilos Macrofagos /Linfocitos Tromboxanos Arterosclerosis Leucotrienos Enfermedades coronarias Prostaglandinas Artritis Leucotrienos Asma Desordenes Imunológicos Células malignas Prostaglandinas Cáncer Endotelio Prostaglandinas Trombosis Fuente: Adaptado Weber et al, 1986. 24 Ensayos para determinar el efecto de los omega 3 sobre el organismo Resultados de diversos experimentos realizados por Weber et al. (1986) sugieren que: a) La disminución de AA en los fosfolípidos plaquetarios, la disminución del metabolismo y la liberación de los TXA2 proagregatorios, podría ser un mecanismo por el cual una dieta enriquecida con omega 3 reduciría la agregación plaquetaria. b) En una dieta que aporta ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados casi exclusivamente de la serie omega 3, sola o suplementada con 40ml/día de aceite de hígado de bacalao (4-5 g de EPA y 5-6 g de DHA por día), el tiempo de coagulación es mayor, sin embargo, el recuento de plaquetas, la agregación plaquetaria sobre colágeno y ADP y la formación de TXA inmuno reactivo, disminuye. 25 c) La hormona TXA3, derivada de EPA, no agrega plaquetas ni produce vasocontricción como lo hacen los TXA2 derivados de AA. En contraste, PGI3 derivado de EPA es tan antiagregatorio y tan vasodilatador como PGI2 derivado de AA. Además, los leucotrienos B5 derivados de EPA (LTB5) son biológicamente menos activos que LTB4 derivados de AA, menos quimotacticos y agregatorios. Estudios posteriores realizados por Weber et al. (1986) relacionados con la formación de eicosanoides a partir de ácidos grasos omega 3 dietarios, han demostrado que: a) La hormona TXA3, la cual posee una menor actividad biológica, es formada desde EPA celular en plaquetas humanas. Por otra parte, la formación de TXA2 disminuye al suplementar EPA y DHA en la dieta, como también el contenido de AA en los fosfolípidos de membranas, la agregación plaquetaria y la vasoconstricción. b) Al evaluar los efectos de EPA dietario en pacientes voluntarios sobre el rango de excreción del mayor metabolito urinario de TXA2 y TXA3, 2,3 – Dinor- TXB 2/3 que se forma endogenamente, se encontró que no hay cambios en la 26 excreción de este metabolito durante el período experimental. Sin embargo, en pacientes asintomáticos con alta excreción en el período de control -lo que indicaba una activación plaquetaria- se observa una disminución significativa de este metabolito luego de la adición de omega 3 dietario. c) El mayor metabolito urinario endógeno, delta 17- 2,3 dinor-6Keto PGF1α de PGI3, activo vasodilatador inhibidor de agregación plaquetaria, es excretado en individuos que han ingerido aceite de hígado de bacalao. Estos resultados demuestran que células endoteliales responsables de la formación de PGI3, fácilmente convierten EPA a PGI3 y que los omega 3 no alteran la liberación y ciclooxigenación de AA a PGI2. d) El DHA de origen dietario se encuentra en mayor concentración en los fosfolípidos de plaquetas y neutrofilos, pero el nivel de DHA libre es probablemente demasiado bajo para afectar significativamente el metabolismo de AA y su función relacionada en esas células. e) Se ha observado que el consumo de DHA y EPA determina una menor producción de metabolitos de prostaglandinas E2. f) El efecto biológico de los leucotrienos B4 (LTB4) y de la la enzima 5 lipoxigenasa derivada de AA, sobre la adherencia de los leucocitos polimorfos nucleares sugiere una importancia fundamental de LTB4 en los procesos fisiológicos y fisiopatológicos como quimotaxis, inflamaciones y alergias, incluyendo artritis reumatoidea y asma. 27 g) Los LTB5 sintetizados a partir de EPA han demostrado poseer 1/30 de la potencia quimotáxica y agregatoria de LTB4. Se ha comprobado que los LTB5 se forman fácilmente a partir de EPA celular por leucocitos polimorfos nucleares después de una suplementación con aceite de higado de Bacalao (4 g de EPA por día) aumentando su concentración. En cambio, la formación de los LTB4 desde AA no se ve alterada después de cuatro semanas de suplementación. h) Los rangos de conversión EPA celular y AA a LTB5 y LTB4 respectivamente, fueron similares. También se demostró que una alta concentración de EPA exógeno suprimió completamente la formación de LTB4 desde AA endógeno. Algunos efectos bioquímicos y metabólicos de los ácidos grasos Omega 3, se presentan en la tabla 4. Tabla 4. Efectos bioquímicos y funcionales de una dieta enriquecida con ácidos grasos Omega 3. Efectos bioquímicos: 1. Los ácidos grasos Omega 3, EPA y DHA, son rápida y reversiblemente 28 incorporados en los fosfolípidos del plasma; plaquetas; glóbulos rojos y leucocitos polimorfos nucleares. 2. In vivo, la formación de PGI3 es demostrable, independiente si permanece inalterada o aumenta la síntesis de PGI2 . 3. Ex vivo, la síntesis de TXA2 en plaquetas disminuye; mientras que pequeñas cantidades de TXA3 son formadas. 4. LTB5 es formado en leucocitos polimorfos nucleares periféricos a partir de EPA endógeno, aun cuando la formación de LTB4 no se altere o disminuya. 5. Disminución de Triglicéridos. 6. Disminución de lipoproteínas de baja densidad (LDL). Efectos funcionales: 7. Aumento en el tiempo de coagulación. 8. Disminución de la agregación plaquetaria sobre colágeno. 9. Disminución de la presión sanguínea y en la respuesta de la presión sanguínea a la angiotensina II y norepinefrina. 10. Disminución de la quimotaxis en leucocitos polimorfos nucleares. 11. Disminución de la respuesta inflamatoria. Fuente: Weber et al., 1986. Los ácidos grasos omega 3 también tienen una gran importancia en los proceso de crecimiento y desarrollo perinatal. Función de los ácidos grasos poliinsaturados durante la gestación y lactancia A nivel fetal los AGPI, EPA y DHA son los únicos que atraviesan fácilmente la barrera hematoencefálica, existiendo además, un transporte placentario preferencial que favorece su aumento con la gestación, de forma que el aporte directo de éstos es diez veces más eficaz para el 29 crecimiento de las células nerviosas que el de los precursores AL y ALN (Uauy y Hoffman, 1991). Durante la gestación existe una estrecha correlación entre los AGE de la madre y del neonato. El nivel de AGE en la madre disminuye de forma continua y permanente, mientras que en el feto los niveles son bajos al inicio y luego aumentan con la edad gestacional. El feto es incapaz de introducir un doble enlace a nivel del C-6 y del C-3 de los ácidos grasos y debe recibir a través de la placenta, al menos, los precursores de las series, AL y ALN. Por otro lado, dado que la placenta no elonga la cadena de carbonos ni la desatura, y a que el sistema enzimático fetal de elongasas y desaturasas es muy débil, debe recibir por vía transplacentaria los metabolitos de mayor importancia, fundamentalmente los ácidos grasos AA, EPA y DHA (Uauy y Hoffman, 1991). Los mayores requerimientos de ácidos grasos poliinsaturados, AA y DHA principalmente, ocurren en el feto durante el tercer trimestre de gestación debido al rápido crecimiento fetal y del sistema nervioso central, por lo que se debe asegurar un aporte suficiente y equilibrado de los mismos durante el embarazo y periodo neonatal, ya que son necesarios para el normal desarrollo de las funciones neurológicas y visuales (Carlson et al., 1993, Uauy y Hoffman, 1991) y pueden actuar como promotor del crecimiento prenatal y neonatal. Se ha demostrado además, que la suplementación con aceite de pescado durante el último tercio de la gestación, parece retrasar el parto, 30 sin afectar el crecimiento continuo del feto ni el proceso de parto. El consumo de ácidos grasos omega 3 podría prolongar el período gestacional de dos formas: primero, puede retrasar la iniciación de la labor de parto y la maduración cervical por la inhibición de la producción de prostaglandinas y segundo, por una relajación del miometrio al haber un aumento en la producción de prostaciclinas. Esto sugiere que los ácidos grasos omega 3 de origen marino tienen una función regulatoria en el comienzo del parto en los seres humanos, posiblemente por un cambio en el balance de producción de eicosanoides a favor de aquellos derivados de omega 3 en vez de omega 6 (Olsen et al., 1992). A través de la leche materna, el lactante continúa recibiendo no sólo los precursores de las dos series esenciales, sino que también importantes cantidades de AG derivados de las mismas. Esto hace suponer también que el sistema enzimático del neonato aún no se encuentra completamente activo como para sintetizar AA y DHA a partir del AL y ALN. La leche materna humana tiene una cantidad balanceada de ácidos grasos esenciales de las series omega 3 y omega 6. El balance entre estas dos series es fundamental para la formación de los derivados de cadena larga (mayor a 18 carbonos) de los ácidos grasos esenciales. Considerando la relativa inmadurez en la formación de estos derivados por parte del recién nacido, la leche materna los aporta ya preformados; en el caso de los omega 3, para formar órganos vitales como la retina y el cerebro, y en el caso de los omega 6, contribuye sólo en parte a la necesidad de AA (Uauy y Hoffman, 1991). 31 Los ácidos grasos omega 3 se encuentran en bajos niveles en la leche materna y son particularmente sensibles a cambios dietarios como se puede observar en la Tabla 5 al comparar las medias de los contenidos de ácidos grasos en la leche materna en Europa y África. Estudios indican que estos ácidos constituyen entre el 1,1 a 1,8% del total de ácidos grasos en la leche de madres bien alimentadas, mientras que otros estudios señalan que el DHA está presente en un 0,59 % del total de ácidos grasos en la leche. Una formula basada en leche bovina sólo alcanza al 0,02% del total de los ácidos grasos, probablemente debido al tipo de dieta que consumen estos animales, mayoritariamente compuesta por vegetales (Tabla 6). 32 Tabla 5. Valores promedios del contenido de ácidos grasos de la leche humana en Europa y África. Medias e intervalos Europa (14 estudios) África (10 estudios) Ácidos grasos totales (% p/p) Saturados 45,2 (39,0-51,3) 53,5 (35,5-62,3) Monoinsaturados 38,8 (34,2-44,9) 28,2 (22,8-49,0) AGPI omega 6 + omega 3 13,6 (8,5-19,6) 16,6 (6,3-24,7) C18:2omega 6 11,0 (6,9-16,4) 12,0 (5,7-17,2) C20:2omega 6 0,3 (0,2-0,5) 0,3 (0,3-0,8) C20:3omega 6 0,3 (0,2-0,7) 0,4 (0,2-0,5) C20:4omega 6 0,5 (0,2-1,2) 0,6 (0,3-1,0) C22:4omega 6 0,1 (0,0-0,2) 0,1 (0,0-0,1) C22:5omega 6 0,1 (0,0-0,2) 0,1 (0,1-0,3) omega 6 totales AGCL 1,2 (0,4-2,2) 1,5 (0,9-2,0) C18:3omega 3 0,9 (0,7-1,3) 0,8 (0,1-1,44) C20:5omega 3 0,2 (0,0-0,6) 0,1 (0,1-0,5) C22:5omega 3 0,2 (0,1-0,5) 0,2 (0,1-0,4) C22:6omega 3 0,3 (0,1-0,6) 0,3 (0,1-0,9) AGPI omega 6 (% p/p) AGPI omega 3 (% p/p) 33 omega 3 totales AGCL 0,6 (0,3-1,8) 0,6 (0,3-2,9) Fuente: Adaptado de Koletzko et al., 1992. Tabla 6. Composición de los ácidos grasos de la leche bovina. Ácidos grasos g/100 g grasa de leche C 4: 0 2,98 C 6: 0 2,19 C 8: 0 1,56 C 10: 0 3,15 C 12: 0 3,97 C 14: 0 13,86 C 14: 1 1,28 C 15: 0 1,36 C 16: 0 33,89 C 16: 1 2,36 C 17: 0 0,78 C 18: 0 9,32 C 18: 1 21,97 C 18: 2 2,51 C 18: 3 0,98 Fuente: González, 2002. Datos no publicados. 34 Una deficiencia de DHA en la dieta de niños como resultado de una fórmula alimenticia desbalanceada o de una dieta de madres vegetarianas que no contemple especies vegetales con mayor concentración de ALN, resulta en una disminución en los lípidos totales en los eritrocitos y en las fracciones fosfatidylcolina (PC) y fosfatidyletanolamina (PE) a niveles menores que la mitad de aquellos encontrados en niños alimentados con leche materna de mujeres bien alimentadas. Por otra parte, también se ha encontrado una marcada disminución de los ácidos grasos de las series omega 3 y omega 6 en los triglicéridos sanguíneos en niños de 6 semanas de edad alimentados con leche de vaca, y un aumento de 26 veces en la relación trieno/tetraeno (ácidos grasos con tres dobles enlaces/ácidos grasos con cuatro dobles enlaces), índice de deficiencia de ácidos grasos esenciales. Por el contrario, la suplementación de ácidos grasos de la serie omega 3 en la dieta de madres lactantes mediante la adición de aceites de pescado, aumenta el contenido de DHA en proporción al nivel de aceite de pescado consumido. Se ha demostrado que el consumo de 47g por día de aceite de pescado durante 8 días produce leche con un contenido de 4,8% de DHA (Uauy y Olivares, 2001). Para calcular un requerimiento promedio estimado, se puede utilizar un consumo de referencia llamado “consumo adecuado” que reemplazaría lo recomendado en una dieta determinada. Este consumo es un valor derivado de la experimentación con distintos niveles o aproximaciones de consumo de nutrientes principales por un grupo (o grupos) de personas saludables. El consumo adecuado para niños se espera que alcance o exceda la cantidad necesaria para mantener un estado nutricional definido 35 o cumpla con un criterio adecuado para todos los integrantes de una población específica y saludable, como se muestra en la Tabla 7. Tabla 7. Composición de la dieta, considerando un “consumo adecuado” de ácidos grasos en lactantes. Ácidos Grasos % de los Ácidos grasos AL1 10,00 ALN 1,50 AA2 0,50 DHA2 0,35 EPA3 (máximo) 0,10 Fuente: Simpoulos et al., 2000. 1 Patrón países occidentales. 2 Dada su mayor importancia en el desarrollo infantil, adicionar a todas las dietas formuladas para lactantes. 3 EPA es un constituyente natural de la leche materna, pero en cantidades mayores al 0,1% en la dieta infantil, puede producir un efecto antagónico con el AA e interferir en el crecimiento del niño. La composición de los ácidos grasos en el plasma e hígado responde muy rápidamente a cambios en el perfil de los ácidos grasos dietarios. El nivel de DHA disminuye en estos órganos cuando el ALN dietario se mantiene en bajos niveles y es reemplazado por AA cuando se suministran precursores de omega 6. Un aumento en los niveles de omega 3 en la dieta produce una disminución de AA y un aumento de DHA en hígado. Contrariamente, el suministro de AL o AA produce un 36 aumento en los niveles de esos ácidos y una disminución de los ácidos grasos omega 3 en el hígado. En humanos, la suplementación de aceite de pescado aumenta los niveles de EPA y DHA en plasma, plaquetas y eritrocitos y produce una disminución de AA. Sin embargo, la remoción de ácidos grasos omega 3 de la dieta, tiene muy poco efecto sobre el contenido de DHA en el sistema nervioso central y en la retina (Simopoulos, 1986). Experimentos en ratas destetadas alimentadas con AL o AA como única fuente de lípidos demuestran que no hay disminución de DHA después de 100 días. Cuando se las suplementa con ALN hay un pequeño aumento de los niveles de DHA en el cerebro (Uauy y Hoffman, 1991). Puesto que el cerebro adulto es resistente a la pérdida de DHA, un estado de deficiencia sólo puede ser alcanzado privando al animal en los primeros estados del desarrollo neonatal o a la madre durante la preñez; esto da como resultado una severa depleción de DHA en los lípidos cerebrales, neuronas, terminaciones nerviosas y mielina. La alimentación con una dieta deficiente en AGE durante 9 meses produce sólo un 5% de perdida de DHA en la retina, aún cuando hay un 63% de pérdida de AA y un aumento de ácido eicosatrienoico (C20:3, n-9), desde trazas a 7,1% del total de ácidos grasos. Estudios demuestran que tejidos con alta concentración de DHA retienen estos ácidos grasos frente a una disminución dietaria y los reemplazan con otros ácidos grasos de 20 o 22 carbonos cuando sea necesario (Valenzuela, 1998). El déficit de AGE de la serie omega 3 ha sido demostrado usando AL puro como fuente de grasa o usando aceite de cártamo o girasol, que son muy ricos en AL y bajos en ALN. La relación omega 6:omega 3 en estos aceites es de aproximadamente 250:1. Las fórmulas infantiles basadas en aceites de maíz o de maravilla usadas en algunas partes del mundo tienen relaciones omega 6:omega 3 superiores a 50:1, lo que 37 puede condicionar un déficit de omega 3, ya que la leche materna presenta una relación que varía de 5:1 a 15:1, dependiendo del consumo de aceites ricos en AL por parte de la madre (FAO, 1994). Niños con bajo peso al nacer y alimentados con una fórmula artificial con grasa aportada por aceite de maíz, han servido como modelo de deficiencia de omega 3 por ser un grupo particularmente vulnerable al déficit. Esto se debe a que no tienen reservas grasas al nacer y a la probabilidad de poseer una insuficiente capacidad de elongar y desaturar el ALN (Uauy y Olivares, 2001). Se han realizado estudios que caracterizan los efectos del déficit de AGPI de la serie omega 3 sobre los lípidos del plasma y tejidos y sobre el desarrollo visual. En un comienzo las fórmulas infantiles eran muy bajas en ácido α -linolénico, pero como resultado de estas investigaciones, la gran mayoría de las fórmulas para niños con bajo peso al nacer han sido enriquecidas con ácido α -linolénico proveniente del aceite de soya; en Japón y en algunos países europeos se ha adicionado DHA y AA (derivados de fosfolípidos de huevo o aceites marinos). También se ha demostrado en cultivo de células de retina humana que el déficit de DHA condiciona alteraciones en la fluidez de las membranas celulares y en el transporte de nutrientes y neurotransmisores a través de ella (Valenzuela, 2001). El reemplazo de los AGPI de la serie omega 3 por AGPI de la serie omega 6 o de la serie n-9 altera el desarrollo de la retina y de la función cerebral ligada a la visión (Uauy y Hoffman, 1991; Uauy y Olivares, 1993). Niños que recibieron aceite de maíz como fuente de grasa presentaron niveles de DHA significativamente más bajos que los que consumieron fórmulas suplementadas con omega 3 provenientes de aceites marinos. Otro grupo que recibió aceite de soya tuvo niveles intermedios, pero sólo el que recibió aceite marino alcanzó los niveles de 38 DHA similares a los observados en el grupo que fue alimentado con leche materna. Los niveles de ácido docosapentaenoico (ADP), que indican un posible déficit de DHA, fueron más altos en el grupo que recibió aceite de maíz. Un estudio controlado de alimentación con leche materna con un contenido normal de DHA v/s una fórmula artificial que no contenía DHA, en niños prematuros con bajo peso al nacer, dio evidencia indirecta a favor de la existencia de efectos a largo plazo. El estudio reveló, a los ocho años de edad, una diferencia de 8 puntos en el cuociente intelectual a favor del grupo que recibió leche materna (Lucas et al., 1992). Lo único que explicó la diferencia en el cuociente intelectual - luego de las correcciones por el nivel cultural y social de la madre- fue el haber recibido leche materna a través de una sonda puesta en el estómago por 30 días. Los estudios sobre los efectos del déficit de AGPI de la serie omega 3, sugieren un posible mecanismo para tales observaciones (Uauy y Olivares, 2001). Los posibles efectos a largo plazo no pueden ser descartados ya que estudios de la concentración de DHA en la corteza cerebral, han revelado que la dieta temprana efectivamente influye en la composición del cerebro humano. Aquellos que alcanzaron a recibir leche materna presentaron mayor contenido de DHA en la corteza cerebral en 39 comparación a los que recibieron una fórmula artificial; más aún, las fórmulas con alto contenido de AL se asociaron con un menor contenido de DHA en la corteza cerebral (Uauy y Olivares, 2001). Importancia de la nutrición fetal y neonatal La nutrición fetal y probablemente también la neonatal precoz, pueden tener consecuencias en la vida posterior del individuo, afectando los índices de morbilidad y mortalidad. En relación a este hecho, el concepto de “programación”, según el cual estímulos positivos o negativos en momentos críticos del desarrollo pueden tener consecuencias incluso para toda la vida; se aplicaría perfectamente a situaciones metabólicas de riesgo cardiovascular, diabetes no insulina dependiente o enfermedad pulmonar obstructiva, relacionadas a estas etapas del crecimiento. A corto plazo, importantes deficiencias nutricionales fetales en AGPI de cadena larga y especialmente en AA y DHA, pueden facilitar grandemente la morbilidad de los neonatos, especialmente los prematuros (Crawford et al., 1997). En ellos, el déficit de dichos ácidos grasos se acompaña de una insuficiencia de antioxidantes exógenos (que aparecen en la cadena alimentaria junto a los AGPI: Vit. A, C, E, beta-carotenos) y endógenos (los individuos inmaduros son muy deficitarios). Teniendo en cuenta que los AGPI son muy sensibles a la peroxidación (por ser 40 poliinsaturados), particularmente en el ambiente en que se encuentra el recién nacido prematuro que proporciona una oxigenación superior a la que recibiría en el seno materno, y a que, como se ha dicho, es muy deficiente en antioxidantes, se produce fácilmente la peroxidación de los lípidos de la membrana con alteración de la integridad de la misma. Consecutivamente ocurre la liberación de enzimas lisosomales y la producción de eicosanoides a partir de la misma del AA, lo cual da lugar a ruptura de membrana celulares, alteración plaquetaria y vasoconstricción, agravando los problemas del niño nacido prematuramente (Crawford et al., 1997). Consumo de ácidos grasos esenciales Las lipoproteínas son los principales transportadores de los lípidos del plasma que contienen ácidos grasos, están formadas principalmente por triglicéridos y apoproteínas (apo B, apo C, apo E). Estas incluyen los quilomicrones sintetizados por el intestino y las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) que son producidas en el hígado. Este último es el precursor de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), el mayor transportador de colesterol. El hígado produce VLDL el que contiene apo B-100, apo C y apo E. Los triglicéridos VLDL son sometidos a lipólisis por la enzima lipoproteína lipasa y el resultado de los VLDL residuales o lipoproteínas de densidad intermedia (IDL) pueden tener dos destinos: pueden ser separados vía receptores LDL (B-100/E) o pueden ser convertidos a LDL. El LDL también puede ser removido por los mismos receptores. La mayoria del LDL puede 41 ser extraído en el hígado pero pequeñas cantidades también pueden ser removidas por tejidos extra hepáticos (Fig. 6). Figura 6. Vías metabólicas de las lipoproteínas. B-100 C Producción de VLDL VLDL Lipólisis de VLDL E Remoción de los residuos de VLDL Receptores B-100/E IDL Remoción del LDL C 42 Conversión de los residuos de VLDL a LDL LDL Otros Sitios Existe otra clase de lipoproteínas llamadas de alta densidad (HDL) que representa un grupo complejo de lipoproteínas que aparecen como producto de diversos procesos. Está compuesto por fosfolípidos y colesterol no esterificado que es liberado desde la lipólisis. El HDL de origen se forma a partir del hígado y del intestino, contiene apoproteínas A I, A II y E combinado con fosfolípidos. En la circulación el HDL adquiere colesterol no esterificado (ch) desde la superficie de las células, y al mismo tiempo, interactúan con una enzima, la lecitina colesterol acyltransferasa (LCAT) que esterifica el colesterol. El HDL adquiere pequeñas cantidades de apoproteínas E y C del VLDL, y el producto es el HDL3. Que ingresen más esteres de colesterol y triglicéridos de VLDL transforma el HDL3 en HDL2 que es más grande (Fig. 7). Figura 7. Pasos básicos en el metabolismo de HDL. Células ch ch E LP LP AI VLDL AII E LP LP E LCAT 43 AI AII C HDL de origen AI AI LP LP AII ch CE CE TG E C HDL3 CE ch Residuos de VLDL AII E HDL2 C TG VLDL El HDL tiene un rol importante en el transporte reverso del colesterol, es decir, desde las células periféricas hacia el hígado para la excresión. El HDL puede facilitar la remoción del colesterol desde las paredes arteriales y disminuir la aterogénesis. Metabólicamente, el consumo de ácidos grasos saturados incrementa el colesterol y los niveles de LDL, aumentando el riesgo tromboembólico cardiovasculares, de arterias mientras que coronarias muchos y de otras los alteraciones ácidos grasos poliinsaturados tienen el efecto contrario (Woollett et al., 1992). Desde hace años se reconoce que el AL favorece una modificación oxidativa del colesterol LDL disminuyendo los niveles de colesterol sanguíneo; aumenta la respuesta plaquetaria a la agregación y estimula el sistema inmune. Al contrario, el consumo de ALN está asociado a un efecto inhibitorio en la actividad coagulativa de las plaquetas y en su respuesta a la trombina, siendo activo en la disminución del colesterol 44 sanguíneo y en la regulación del metabolismo de AA. Un aumento de EPA y DHA dietario produce una disminución en los niveles plasmáticos de triglicéridos y LDL y eventualmente de las concentraciones de colesterol y apolipoproteína B (Nestel et al., 1986). El consumo de AGE disminuye los niveles circulantes de lipoproteínas ya que aumenta la degradación de apolipoproteína B en formación en las células del hígado (Grundy, 1986). Los AGE se requieren también para la esterificación del colesterol plasmático, necesario para su transporte por lipoproteínas de baja densidad y la excreción normal como esteroles y ácidos biliares (Brinton et al., 1990). Los ácidos grasos omega 3 son considerablemente más hipocolesterolémicos que los omega 6 (Kestin et al., 1990), debido a que EPA aumenta la captación de colesterol en hígado y su excreción a través de la bilis, además produce una sobre expresión del receptor hepático de HDL. También es considerado hipotrigliceridemico por su acción inhibitoria en la síntesis de triglicéridos a nivel hepático y la secreción de VLDL. Estas consideraciones están implícitas en relación a la presencia de ácidos grasos poliinsaturados en la dieta: 1) reemplazan a los ácidos grasos saturados,2) disminuyen la síntesis de ácidos grasos saturados, 3) disminuyen los niveles circulantes de lipoproteínas y 4) regulan la síntesis de eicosanoides. Altos niveles de lipoproteínas en circulación pueden ser un factor de riesgo de varias enfermedades y la excesiva formación de eicosanoides puede ser un elemento común a muchas enfermedades (Lands, 1986; Hayes et al.,1991). Las tres primeras situaciones pueden ser corregidas con cualquier dieta rica en AGPI, pero todas ellas y especialmente la formación de una 45 cantidad excesiva de eicosanoides es regulada más eficientemente por los ácidos grasos poliinsaturados presentes en los aceites de pescado. Al consumir un alto contenido de AG omega 6 en desmedro de omega 3, los eicosanoides originados de AA, especialmente prostaglandinas, tromboxanos, leucotrienos, ácidos grasos hidroxilados y lipoxinas, se forman en mayor cantidad en relación a los que se forman a partir de omega 3, especialmente de EPA. Los eicosanoides originados a partir de AA se encuentran normalmente en pequeñas concentraciones, pero en grandes cantidades contribuyen a la formación de trombos y ateromas, al desarrollo de desordenes alérgicos e inflamatorios (particularmente en individuos susceptibles) y proliferación celular. Evidencias sugieren que el consumo de omega 3 puede retardar la velocidad de formación de los eicosanoides y así prevenir la acumulación y acción de éstos en los sitios receptores que transmiten la señal fisiopatológica. Se sugiere que la relación adecuada de AL:ALN en el alimento debe ser 4:1 o menos para una elongación de ALN a EPA. Se ha estimado que en condiciones óptimas, 11 g de ALN dan origen a 1g de EPA en el hombre. En la medida que AL aumenta en la dieta, la eficiencia de conversión de ALN a EPA disminuye. Uauy y Hoffman (1991) estiman que algunas manifestaciones fisiopatológicas desaparecerían al proporcionar un 2 por ciento de la energía requerida en la dieta como AGE, especialmente AL. 46 La Tabla 8 muestra la estimación de un “consumo adecuado” de ácidos grasos en adultos y la contribución energética en el total de una dieta de 2000 kcal. Tabla 8. Consumo adecuado de ácidos grasos en adultos*. Ácidos grasos Dieta de 2000 kcal (g /día) % de la Energía AL1 4,44 2,0 AL ( máximo) 6,67 3,0 ALN 2,22 1,0 DHA +EPA 0,65 1,0 DHA (mínimo) 0,22 0,1 EPA (mínimo) 0,22 0,1 Trans (máximo) 2,00 1,0 Saturados (máximo) - Menor a 8,0 Monoinsaturados - - Fuente: Simopoulos, et al. 2000 1 Patrón países occidentales. *Para la embarazada y madre lactante, se recomienda un consumo de 300 mg/día de DHA. Toxicidad En teoría, la manipulación de la composición de ácidos grasos de las membranas celulares puede modificar las respuestas inflamatoria, inmune y agregatoria de los tejidos. Este concepto es la base para el uso de los ácidos grasos omega 3 con fines no sólo terapéuticos, sino más bien como importantes agentes preventivos. 47 La suplementación con altas dosis de ácidos grasos poliinsaturados puede resultar dañina, porque son intrínsicamente inestables y requieren de la presencia de agentes antioxidantes. La oxidación de estos ácidos grasos puede ocurrir por almacenaje prolongado o defectuoso, o por mala dosificación de los antioxidantes. La toxicidad de las fuentes de los ácidos grasos también debe preocupar, porque los aceites extraídos de peces de aguas frías son contaminados a menudo con metales pesados y pesticidas, de tal manera que dosis altas pueden producir intoxicación con estos metales. También la suplementación prolongada de ácidos grasos de la serie omega 3 puede producir una deficiencia parcial de los ácidos grasos de la serie omega 6 y disminuir los efectos fisiológicos de AL y sus metabolitos. Dosis altas de omega 3 ha producido alteraciones en la homeostasis, registrándose aumentos significativos en los tiempos de coagulación. Otros efectos secundarios señalados incluyen letargo, prurito, diarrea y urticaria. La depresión de la función inmune es otro efecto secundario importante. Implicancias para la salud Durante la gestación, el periodo neonatal y toda la etapa de crecimiento, el aporte de ácidos grasos esenciales de la serie omega 3 es fundamental para el óptimo desarrollo de las funciones intelectual y de la visión, por esta razón es de vital importancia la existencia un balance 48 nutricional adecuado que cubra los requerimientos del niño en cada una de estas etapas. La madre debe consumir una dieta equilibrada que proporcione un depósito de grasas adecuado en cantidad y calidad para sus respuestas hormonales y nutrición del feto ya que a partir del primer trimestre de la gestación, se observa en ella una gran demanda nutricional debido a la acumulación normal de grasa, crecimiento uterino y desarrollo de las glándulas mamarias. En el caso del feto, el requerimiento comienza a aumentar desde el segundo trimestre en adelante, alcanzando una mayor demanda de ácidos grasos esenciales en el último trimestre de gestación. En el caso de los lactantes menores de seis meses, la leche materna debería constituir la mejor fuente de grasa, ya que aporta entre el 50 y 60 por ciento de la energía en forma de lípidos. Por otra parte, aproximadamente el 5 por ciento de la grasa láctea total está constituida por ácidos grasos esenciales, de los cuales el 1 por ciento está en forma de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (OMS, 1985). Dependiendo de la composición de la leche, la alimentación de la madre durante la lactancia debe aportar al lactante entre 3 y 4 g/día de ácidos grasos esenciales en el primer trimestre de lactancia, adicional al aporte de los nutrientes acumulados en el periodo gestacional. El aporte de los ácidos grasos esenciales deben aumentar a 5 g/día cuando las reservas de grasa durante la lactancia comiencen a disminuir (Koletzo et al., 1992), lo que es posible aumentando la ingestión normal de alimentos ricos en estos ácidos grasos poliinsaturados o suplementos nutritivos para tales propósitos. Después de terminada la lactancia, la que se cumple entre los seis meses y dos años, un aporte en grasa cercano al 30 por ciento de las 49 calorías totales es necesario para cubrir el requerimiento de ácidos grasos esenciales, lograr una buena densidad energética que asegure suficiente energía para la actividad física y mantener una reserva calórica apropiada. En niños mayores de dos años, se recomienda lo mismo que para la población adulta, es decir, hasta un 30 por ciento de la energía, haciendo hincapié en que la cantidad de grasas saturadas no supere un 8 por ciento de las calorías totales, para permitir un adecuado equilibrio entre estas y la porción de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, especialmente los de la serie omega 3. Por otro lado, los grupos constituidos por jóvenes, adultos y adultos mayores también necesitan de una cantidad adecuada de ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega 3 por la importancia de estos en la prevención de alteraciones cardiovasculares, procesos inflamatorios, de hipersensibildad y colesterolémicos que aumentan su incidencia con el ritmo de vida acelerado, el sedentarismo y el consumo de dietas hipercalóricas. En países industrializados y en los grupos de altos ingresos en los países en desarrollo, existe una alta tasa de mortalidad de origen cardiovascular, lo que ha estimulado el consumo de carnes y productos lácteos bajos en grasas y colesterol, situación que podría causar un déficit de omega 3 tanto en niños como en adultos activos de grupos de bajos ingresos, en donde el consumo de grasa es ya insuficiente. Los antecedentes antes expuestos enfatizan la gran importancia de los ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega 3 para la salud humana en los diversos procesos metabólicos y en la prevención de enfermedades, por lo que es indispensable tomar conciencia de los beneficios que otorga el consumo constante a través de distintos alimentos que contengan estos ácidos grasos. 50 Diversos estudios realizados en Chile y a nivel mundial sobre la composición de la leche, muestran bajas concentraciones de omega 3 en la leche bovina. Esta situación sumada al bajo consumo de productos marinos en nuestro país, cercanos a 5,1 Kg/año en promedio, comparado con el de otros países de la región como Perú (22,5 Kg/año), o con el consumo de países europeos como Noruega (38,0 Kg/año) o España (37,1 Kg/año), o el de países asiáticos como Japón (72,1 Kg/año), sea por hábitos alimenticios, precio o disponibilidad de productos frescos, debería traducirse en un aporte deficiente de estos ácidos grasos en la dieta (Valenzuela y Garrido, 1998). Existen en el mercado, sobre todo en los países desarrollados de occidente, muchos productos que aportan AGPI omega 3. Para los países en menor desarrollo esta vía es aún de muy bajo impacto debido a la escasa disponibilidad y el mayor costo de estos productos enriquecidos. Una alternativa interesante y con un futuro muy auspicioso es utilizar la cadena alimentaria natural, a través de una manipulación nutricional de los animales que constituyen nuestro alimento, como un vehículo para proveer masivamente a la población de AGPI omega 3. Si un animal es alimentado con una determinada dieta, sus tejidos van a reflejar la composición de esta dieta o la transformación metabólica que ocurra a los componentes de la dieta en el organismo. Dicho de otro modo, si se aumenta la ingesta de AGPI omega 3 en la alimentación de cerdos, peces de cultivo y aves, la carne y los productos que se obtengan de estos animales (carne y huevos) van a aumentar su contenido de AGPI omega 3 en una proporción que varía con las características metabólicas propias de animal, de cómo se provea la suplementación de la 51 alimentación y del manejo posterior que se realice de las partes del animal que constituirán el alimento humano. Las autoridades de salud pública deberían adecuar estrategias para estimular la ingesta de AGPI omega 3 en la alimentación a través del consumo directo de productos que contengan EPA y/o DHA, ya sea en la forma de concentrados (cápsulas), emulsiones de aceites marinos debidamente desodorizados, o de preparados que contengan estos ácidos grasos ( margarinas, leches, derivados lácteos, etc), además de vegetales ricos en ALN y productos marinos, de manera que los distintos sectores de la comunidad, especialmente aquellos de menores ingresos y los más susceptibles a la ausencia de ácidos grasos esenciales (sector maternoinfantil y adulto mayor), puedan cubrir este requerimiento y obtener beneficios adicionales de salud que mejoren significativamente los estándares de vida de la población. 52 Referencias 1. Agostoni, C. Scaglioni, S. Bonvissuto, M. Bruzzese, M. Giovannini, M. Riva, E. 2000. Biochemical effects of supplemented long chain polyunsaturated fatty acids in hyperphenylalaninemia. 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