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antropología La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes propicia la investigación en las más diversas áreas del conocimiento social. Como parte de esa política, la Colección Prometeo divulga y publica las tesis más destacadas de los estudiantes de sus programas de maestría y doctorado en Antropología, Arqueología, Ciencia Política, Estudios Culturales, Filosofía, Geografía, Historia y Psicología. COLECCIÓN PROMETEO MAESTRÍA ESTE TRABAJO BUSCA reconstruir la trayectoria de una sensibilidad política particular que surge en el dominio de la experiencia personal y que se cristaliza en la práctica académica. A partir del análisis de las principales características del quehacer de las docentes e investigadoras de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional, la investigación ilumina las condiciones que permiten constituir un proyecto integral en la academia y el significado que tal empeño puede tener en este ámbito específico. En la trama que se descubre, se pone en evidencia la existencia de un tipo de “activismo académico” con sus propios ritmos, deberes, urgencias, expectativas e ideales. ---- itinerarios_pantone.indd 1 Itinerario de una sensibilidad política Feminismo y trabajo académico en la Universidad Nacional • Vanessa Gómez Pereira • PUBLICACIONES RECIENTES Destrucción, reconstrucción y efecto Shiva: una apuesta femenina en El Salado, Montes de María Giovanni Conte --Tejiendo la vida universitaria en la capital: nuevos dilemas de la mujer indígena contemporánea Ángela María Gil Itinerario de una sensibilidad política COLECCIÓN PROMETEO MAESTRÍA Vanessa Gómez Pereira COLECCIÓN PROMETEO --Noticia al aire… Memoria en vivo. Etnografía de la comunicación mediática de una muerte violenta y su influencia en la experiencia del duelo Erika Diettes --Una historia de nuestros otros. Indígenas, letrados y antropólogos en el estudio de la diferencia cultural en Colombia (1880-1960) Héctor García 10/20/10 10:22 AM Itinerario de una sensibilidad política Itinerario de una sensibilidad política Feminismo y trabajo académico en la Universidad Nacional Vanessa Gómez Pereira Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Bogotá, junio de 2010 Gómez Pereira, Vanessa Itinerario de una sensibilidad política: feminismo y trabajo académico en la Universidad Nacional / Vanessa Gómez Pereira. -- Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología, CESO, Ediciones Uniandes, 2010. 160 p.; 17 x 24 cm ISBN 978-958-695-509-6 1. Feminismo - Aspectos políticos - Investigaciones - Colombia 2. Feminismo - Aspectos sociales - Investigaciones - Colombia I. Universidad de los Andes (Colombia). Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Antropología II. Universidad de los Andes (Colombia). CESO III. Tít. Primera edición: junio de 2010 © Vanessa Gómez Pereira © Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología, Centro de Estudios Socioculturales (CESO) Ediciones Uniandes Carrera 1ª núm. 19-27, edificio AU 6, piso 2 Bogotá D. C., Colombia Teléfono: 339 49 49 - 339 49 99, ext. 2133 http//:ediciones.uniandes.edu.co infeduni@uniandes.edu.co ISBN: 978-958-695-509-6 Corrección de estilo: Julio Mateus Diseño y diagramación: Leonardo Cuéllar Diseño carátula: Impresión: Editorial Kimpres Ltda. Dirección: Calle 19 sur núm. 69C-17, Bogotá, D. C. PBX: 413 68 84 info@kimpres.com Impreso en Colombia - Printed in Colombia Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, de la editorial. A la Mona, desde el comienzo presente en mis cuestionamientos y búsquedas Agradecimientos Realizar esta investigación me planteó en cada momento retos tanto intelectuales como emocionales, y de no ser por el soporte y orientación de las personas que me acompañaron en este proceso tal vez no hubiese sido posible madurar mis ideas e intuiciones. Agradezco, en primer lugar, a mi padre y a mi madre por su inagotable amor, por su paciencia y su cuidado. Desde siempre, en mi consciencia. A todos en mi familia, pero en particular a Gloria, por su constante ternura y compañía; a Juanita, por ofrecerme momentos indispensables de dispersión y renovación, y a mi hermano-primo por su amorosa disposición a entrar en mi mundo, por su mirada crítica y su interés sincero en cada detalle de esta apertura sensible, por contener muchos de mis altibajos y, sobre todo, porque junto a él he aprendido a oírme con mayor atención. A Zandra Pedraza no sólo le agradezco su impecable labor como tutora, su trabajo dedicado, sistemático y diligente, su actitud siempre pedagógica, sus observaciones agudas y su confianza; a ella debo en gran medida la forma de mi empeño y no me queda sino reconocer que es una verdadera maestra. A Magdalena León extiendo mi gratitud por su interés y colaboración en cada una de las etapas de esta investigación, por abrirme camino y por mostrarme distintas perspectivas. A Héctor agradezco cada día y cada palabra... porque ha sido un esfuerzo conjunto, de constante interlocución y comprensión mutua. A él dedico igualmente este trabajo. Aprovecho también para dar las gracias a todas aquellas personas que de diversas maneras contribuyeron al buen término de este proyecto: a mis amigas y amigos por ofrecerme espacios de diálogo; a mis compañeros y compañeras de coloquio por sus comentarios y atención; a los jurados, Carmen Millán ix x Vanessa Gómez Pereira y Fabricio Cabrera, por la lectura crítica del texto y por la enriquecedora retroalimentación, y en especial a Carl Langebaek por el apoyo en la conclusión del informe final que acá presento. Por último, quisiera destacar la gran deuda que tengo con cada una de las entrevistadas, pues con la mejor disposición atendieron a mis inquietudes y me mostraron las versiones de la trama que han construido durante más de dos décadas. Sea ésta pues la oportunidad para rendirles un pequeño homenaje por su trabajo firme y sostenido, y, ante todo, por ser precursoras de estas líneas. Tabla de contenido Agradecimientos ix Introducción 11 i. Génesis de una sensibilidad 11 Sensibilidad feminista: resonancias y co-incidencias Formación en la militancia Continuidades: sensibilidad feminista y campo laboral 15 22 30 Mujer y género: en pos de la academia El impulso del desarrollo La ruta histórica El umbral del feminismo: movimiento social y estudios de mujer y género 36 37 43 ii. La academia como epicentro Fundar e instituir: los estudios de mujer y género en la Universidad Nacional Prolegómenos: Mujer y Sociedad El paso definitivo hacia la institucionalidad: tensiones y progresos Entonces y ahora 47 55 59 60 66 73 Reconocimiento y resistencias 77 Academia, compromiso político y militancia 89 iii. Política del feminismo académico 97 Perspectiva feminista y enfoque de género La revolución feminista del género Visiones del género en el feminismo académico 102 103 108 La apuesta epistemológica, ¿conocimiento para qué? Visibilizar Mirada crítica 111 114 120 Sensibilizar y filtrar la academia 123 Epílogo 129 Bibliografía 137 Introducción Los estudios de mujer y género en Colombia, y en el resto de la región, aparecen actualmente como el resultado de distintas estrategias de institucionalización (Wills, 2007) y como expresión del pensamiento feminista en el mundo académico (Estrada, 1997; León, 2004; Valdés, 2000). Ha sido ante todo en la crítica y la política feministas que se han gestado las inquietudes y cuestiones propias de lo que hoy se conoce como estudios de género (Barreto, 2005). En el caso colombiano, los trabajos que se han ocupado de rastrear la presencia del feminismo en la academia y la emergencia de los estudios de mujer y género identifican como ejemplo destacado la creación de Mujer y Sociedad y de la Escuela de Estudios de Género, de la Universidad Nacional (Meertens, 1998; Puyana, 2007; Wills, 2000, 2007). Su prominencia en el proceso de constitución de estos estudios en el país deriva no sólo de su afiliación a una de las instituciones más destacadas de educación superior, sino también del impulso sostenido y progresivo que las académicas involucradas han dado, desde mediados de los ochenta, a las investigaciones enfocadas en mujer y género (Wills, 2007). Por lo demás, la responsabilidad de consolidar la veta feminista de los estudios de mujer y género en la Universidad Nacional ha sido asumida por las académicas feministas, que reconocen en la Escuela un centro de convergencia de sus reflexiones e iniciativas y se convierten, de este modo, en agentes del feminismo dentro de la academia. El objetivo del presente trabajo es caracterizar los principales rasgos del quehacer de las docentes e investigadoras de la Escuela de Estudios de Género en el intento por arraigar un proyecto feminista en la academia y, con ello, hacer 1 2 Vanessa Gómez Pereira seguimiento a la trayectoria de una inquietud que surge en el dominio de la experiencia personal y se convierte en práctica académica. Una constatación histórica y de principio motiva inicialmente este propósito: el feminismo no tiene su lugar de origen en la academia; nace como una práctica política que se resuelve en sus primeras etapas -aunque evidentemente acompañada por la reflexión- en el terreno del movimiento social (Michel, 1983; Solé Romero, 1995). Su dimensión política, claro está, no se agota en la militancia. El feminismo se afirma, fundamentalmente, como una corriente o proyecto político moderno que denuncia la construcción de la jerarquía sexual en la cual lo masculino deviene hegemónico y lo femenino resulta ser subordinado, procurando reformar los valores que la sustentan (Amorós, 2000; Valcárcel, 2000). Pero la definición académica del feminismo es posterior y no deja de ser problemática. El pensamiento feminista y su herencia militante irrumpen en la academia con el propósito de construir conocimientos que fortalezcan al movimiento social, amplíen y modifiquen la comprensión del mundo y, en consecuencia, se conviertan en instrumentos del cambio social; se atribuye también el deber de trastornar el androcentrismo que ha predominado en la academia. De entrada, el feminismo académico es desafiante y pareciera incompatible con la inexpresividad de la academia, del lenguaje científico (Kirkwood, citada en Valdés, 2003); en realidad, carga consigo una tensión consustancial: apelar a un modo de producción y de transmisión del conocimiento que busca al tiempo transgredir, instalarse en un mundo que vela aún por la neutralidad y la independencia de la autoridad científica y se muestra ajeno a cualquier interés que exceda la finalidad misma del saber y de la razón (Bourdieu, 2000a). El feminismo fue introducido en los años setenta a la academia anglosajona por académicas y feministas que impulsaron la creación de los estudios de mujer y posteriormente los de género (Estrada, 1997; Morcillo, 2005; Navarro, 1979; Wiegman, 2002). En sus inicios estuvieron estrechamente vinculados a los estudios culturales (During, 1999; Turner, 1996) y con éstos quedaron inmersos en el dilema que supone conciliar un trabajo relativamente abstracto de clarificación teórica y un activo compromiso político de transformación social (Turner, 1996). En Latinoamérica las académicas e investigadoras feministas, integrantes activas del movimiento social de mujeres (que en los años setenta era uno de los movimientos sociales más importantes de la región [Giraldo, Introducción 3 1994; Cañizares, 2004]), desempeñaron un papel crucial en la institucionalización de los estudios de mujer y género (Bonder, 1998a; Valdés, 2002, 2007).1 Su participación en este proceso estimuló, desde finales de los setenta y durante la década de los ochenta, complejos debates sobre las difíciles pero necesarias relaciones entre academia y militancia (Bonder, 1998a; Valdés, 2007). En países como Brasil y República Dominicana se llegó a considerar que la labor simultánea de algunas académicas en el movimiento social y en la universidad no hizo más que producir una indeterminación de las funciones propias de cada esfera, afectando sobre todo la identidad académica, pues las investigaciones y actividades emprendidas se regían por la inmediatez de las demandas sociales y se alineaban con el discurso de protesta e inconformismo, sin lograr avanzar en una comprensión reflexiva, profunda y sistemática de las múltiples realidades que afrontan las mujeres (Rosemberg, 1998; Taulé, 1998). En general, la conformación de este campo de estudios y su reconocimiento como una forma de institucionalización académica del feminismo han estructurado un escenario marcado por diversas tensiones (León, 2007) que reflejan la confluencia de las exigencias académicas de rigor, excelencia y legitimación, el carácter político del feminismo y las demandas del movimiento social (Bird, 2000; Wiegman, 2002). Evidentemente, la Escuela de Estudios de Género no es la excepción, y las académicas feministas que allí se desempeñan se han enfrentado al imperativo de preservar el acento político del feminismo, esto es, de garantizar la posibilidad de inducir transformaciones favorables, a través de la reflexión y la crítica, para la situación de las mujeres. Pues bien, en el ejercicio de llevar el feminismo a la academia y de instaurar y mantener una sensibilidad política particular en un dominio distinto al del movimiento social se perfila una trama personal e institucional que revela la existencia de una suerte de “activismo académico”. Las académicas feministas 1 Otros motores importantes para el surgimiento de los estudios de mujer y género en América Latina fueron: la democratización de la región (Bonder, 1998a, 1998b; León, 2004, 2007), el significativo aumento de la participación de las mujeres en la educación superior, incluyendo la investigación y la docencia —aunque ésta siga siendo marginal y minoritaria— (Bonder, 1998b; Olaya, 2003; Villaveces, 2003; Wills, 2003); los eventos internacionales como la Década de la Mujer, declarada por la onu en 1975 (Bonder, 1998a); y la implementación de políticas públicas orientadas a estimular la inclusión equitativa de la población femenina a los programas de desarrollo (Caro, 1995; Corvalán, 1998; Molina, 2001). 4 Vanessa Gómez Pereira de la Escuela han encontrado en los estudios de mujer y género la ocasión para conciliar sus intereses académicos y su agenda feminista. Dicho de otro modo, en la vida académica las feministas realizan su actividad política. Ahora: comprender cómo delimitan e interpretan su labor y qué ha supuesto tal articulación en cuanto a retos, ideales, obstáculos y gratificaciones, es justamente la intención primera de este estudio. En este sentido, me propongo delinear las características prominentes de un tipo de labor profesional que implica constituir y sobrellevar las tensiones emergentes en un ámbito que, pese a estar aparentemente distante de los compromisos políticos de cambio social, es reconocido como un mundo significativo para llevarlos a cabo. Y digo características “prominentes” porque sobresalen desde el punto de vista de las académicas feministas. La especificidad de su quehacer será entendida a partir de la forma como ellas conciben su lugar y tarea como feministas en la academia. La reconstrucción de la trayectoria profesional y feminista se tendrá, entonces, como un recurso para explorar en qué ha consistido la confluencia de la vida académica y del feminismo en un campo de estudios específico. En términos generales, este interés se ve animado por la posibilidad de desentrañar el sentido que pueda tener el feminismo en un espacio ajeno al de la militancia y perfilar las dinámicas académicas que acompañan su institucionalización. En especial, porque reconocer el lugar del feminismo en la academia implica considerar que sus necesidades, urgencias y esfuerzos se encuentran ahora anclados al tiempo de la reflexión, de la producción de saber y de los requerimientos institucionales propios del campo de las ciencias en donde las investigaciones, la docencia, las teorías, los métodos y las técnicas de registro revelan los límites de un juego distinto: el de la competencia por la autoridad científica, por la capacidad de producir una forma determinada, y legítima, de concebir la realidad (Bourdieu, 2000a). En consideración de las cualidades establecidas, la academia se entenderá como un campo, tal como lo define Bourdieu (1998, 2000a): un sistema de concurrencia en el que se ratifica y se disputa la capacidad de hablar y de actuar en nombre de la ciencia. Parte del análisis, de la caracterización de la labor de las académicas feministas, incluye entonces el valor, las posibilidades y las dificultades que encuentran en el campo académico. La academia es un campo de apuestas políticas, y esta afirmación constituye una premisa central de mi trabajo. Vale la pena, sin embargo, hacer una