Download Carta de presentación
Document related concepts
Transcript
Carta de PresentaciÓn Carta de presentación Lesiones precursoras de cáncer de mama: qué, cómo y dónde Hablar de cáncer de mama en general es algo así como hablar de crisis económica y globalización: nos vienen a la cabeza cifras inabarcables que más allá de su valor, acaban siendo ejemplos concretos de nuestro día a día más cercano. ¿Quién no tiene una amiga/vecina/compañera de trabajo, o madre/hermana/prima/ hija con un cáncer de mama? La realidad social del problema nos golpea en la cara miremos donde miremos, pero también los grandes avances ocurridos en todos los campos de diagnóstico precoz, cirugía y tratamientos médicos adyuvantes. Además, en estos últimos 20 años hemos avanzado considerablemente en el conocimiento de las lesiones precursoras del cáncer de mama y en cómo podemos prevenirlo. Se ha hablado, y mucho, de quimioprevención, término en exceso ambicioso, de ahí que se prefiera hablar de tratamientos preventivos como parte de una estrategia más amplia que también incluiría medidas no farmacológicas destinadas a modificar estilos de vida: evitar la obesidad, implementar el ejercicio físico y disminuir el consumo de alcohol. En cuestión de cáncer, las medidas preventivas están poco desarrolladas y aunque los primeros ensayos de quimioprevención con tamoxifeno se iniciaron en 1990, la prevención del cáncer de mama está resultando más compleja de lo esperado y queda mucho todavía por hacer, fundamentalmente en el campo de la patología: faltan criterios morfológicos (tamaño, grado de atipia, índices proliferativos, expresión de receptores...) que permitan discriminar aquellas lesiones verdaderamente precursoras del carcinoma invasor y así identificar el grupo de mujeres con el mayor beneficio/ riesgo de las maniobras preventivas. El concepto de lesión premaligna o de alto riesgo de cáncer de mama puede resultar confuso dependiendo del contexto en el que se considere, pero nos ceñiremos a dos condiciones concretas desde un punto de vista pronóstico. De un lado están aquellas lesiones que, dejadas a su evolución, tienen una alta y significativa probabilidad de convertirse en lesiones malignas con potencial para metastatizar. De otro lado están aquellas que, sin ser malignas ni llegar a serlo, son marcadores ciertos o casi ciertos de asociar una lesión maligna. El denominador común de ambas es su carácter proliferativo y, específicamente, una proliferación con tendencia a las atipias y a diferentes grados de distorsión arquitectural tisular, todo ello relacionado de una u otra forma con las lesiones malignas. El presente Boletín Geicam pretende dar respuesta a dos demandas reales: por un lado, implementar el conocimiento de las lesiones premalignas, y por otro, generar recomendaciones de manejo consensuadas por las diferentes disciplinas implicadas en la patología mamaria. “Demasiado tóxico, demasiado inespecífico, demasiado difícil de demostrar y también, demasiado caro” son “demasiadas presunciones” ligadas al capítulo de quimioprevención del cáncer de mama y si bien las cosas están cambiando muy rápidamente -avances en la búsqueda de medidas preventivas ajustadas a factores de riesgo de cáncer de mama específicos- lo cierto es que es el área con mayor incertidumbre de entre las que nos movemos habitualmente los que nos dedicamos al cáncer de mama: demasiado etéreo diría yo. Busquemos el porqué. “Los programas de cribado poblacional con mamografías constituyen la mejor oportunidad hoy disponible para aconsejar sobre riesgo individual de cáncer de mama y actividades preventivas; desde su implantación ha aumentado de forma drástica la detección de indicadores de riesgo y de lesiones premalignas” 4 Boletín GEICAM | NOV 2013 Dra. Encarna Adrover Servicio de Oncología Médica. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete. Para empezar y creo que en esto estaremos todos de acuerdo, falta una terminología correcta y unificada con la que podamos manejarnos tanto los profesionales como las pacientes: hablamos con naturalidad de quimioprevención, término con connotaciones negativas por la asociación entre “quimioterapia y cáncer”; ¿son carcinomas in situ o son neoplasias intraductales, preinvasivas o premalignas? O en palabras de nuestras pacientes: ¿tengo, o no tengo cáncer?, ¿ya soy paciente por tener una lesión de riesgo? Para complicar más las cosas, desde hace relativamente poco hay una nueva clasificación patológica de las lesiones premalignas poco usada en nuestro ámbito a pesar de contar con el reconocimiento de la OMS. En segundo lugar, ¿cómo puedo identificar a esas mujeres con riesgo de desarrollar un cáncer de mama? Esto es irrelevante en los casos de mujeres de muy alto riesgo en las que un único factor es el dominante (portadoras BRCA, con una historia familiar importante, por ejemplo) y vital en los casos de riesgo intermedio: es aquí donde se incluyen la mayoría de mujeres con un riesgo aumentado y candidatas a aplicar medidas preventivas. Los programas de cribado poblacional con mamografías constituyen la mejor oportunidad hoy disponible para aconsejar sobre riesgo individual de cáncer de mama y actividades preventivas; desde su implantación ha aumentado de forma drástica la detección de indicadores de riesgo (fundamentalmente microcalcificaciones, asimetrías o distorsiones) y de lesiones premalignas (CDIS). La incertidumbre sobre cuál será el comportamiento biológico de estas lesiones precursoras condicionará en última instancia el manejo de estas pacientes; hay quien habla incluso de sobrediagnóstico -algo similar a lo que ocurre con el PSA y el cáncer de próstata-, por lo que es de vital importancia mejorar el conocimiento y usar criterios comunes y consensuados de actuación sobre las mismas, ya que condicionarán los tratamientos locales o médicos a aplicar. Otro punto fuerte y poco explotado de los programas de cribado poblacionales es que nos permiten identificar marcadores fenotípicos asociados al cáncer de mama, como la densidad mamográfica (DM). En términos poblacionales, la DM> 75% es el principal factor de riesgo para desarrollar un cáncer de mama, hasta 4-5 veces el riesgo de una mujer con densidad mamaria media/baja. Cumple además dos características importantes: puede determinarse con la misma mamografía del cribado y es modificable, por lo que podría ser también un factor predictivo de res- puesta al tratamiento preventivo de manera similar al descenso de colesterol LDL y riesgo de enfermedad coronaria. La búsqueda de biomarcadores de respuesta es de vital importancia si queremos identificar correctamente a las mujeres que se beneficiarán del mismo y a la vez, disminuir efectos secundarios. En tercer lugar, ¿cuál es el manejo de estas lesiones de riesgo?, ¿me tienen que operar? Lamentablemente, sí, salvo lesiones muy pequeñas que pueden extirparse completamente con biopsias por vacío (BAV), el resto precisan tumorectomías no sólo para extirpación completa, sino por el riesgo asociado de lesiones más complejas y carcinomas invasores que en algunas series llegan hasta el 30% de los casos. Dicho de otra forma, el 80% de estas lesiones se curan con una cirugía mayormente conservadora, aunque también tienen sus peculiaridades como veremos en el capítulo correspondiente de este boletín. 5 Boletín GEICAM | NOV 2013 Carta de PresentaciÓn En cuarto lugar, ¿de cuánto riesgo hablamos? Existen diferentes modelos de predicción de riesgo de cáncer de mama, el más conocido y usado es el test de Gail; está pendiente de validar una nueva versión que incorpora como factor de riesgo la densidad mamográfica. Todos estos tests han sido validados en diferentes poblaciones pero ninguno es capaz de identificar a aquellas mujeres de riesgo más alto que se beneficiarían de los tratamientos preventivos. Otro punto importantísimo que no podemos olvidar cuando hablamos de cálculo de riesgo de cáncer de mama es que estos tests han sido validados en poblaciones con riesgos diferentes: la incidencia estandarizada por edad de cáncer de mama en España (61 casos por 100.000 mujeres en 2008) es substancialmente más baja que en EE.UU. (76) o que en el norte de Europa (84), de hecho el test de Gail sobrediagnostica un 46% de eventos en población española, fundamentalmente 6 Boletín GEICAM | NOV 2013 en mujeres mayores o con riesgos extremos (bajo o muy alto). Con esto en mente, ¿qué dintel de riesgo tengo que usar para recomendar un tratamiento preventivo a mis pacientes castellano manchegas?, ¿1.6 de Gail, 2, 4? ¡Esto no viene en ninguna guía clínica! En marzo de 2010 un panel de expertos en cáncer de mama se reunió en Saint Gallen y firmó un primer consenso en prevención farmacológica del cáncer de mama que se publicó en 2011. El panel acordó que un riesgo a 10 años de cáncer de mama del 4-8% era el adecuado para iniciar tratamientos preventivos. El grupo mayor dentro de esta población de riesgo alto estaría constituido por las mujeres con densidad mamográfica aumentada y antecedentes familiares de cáncer de mama. En cualquier caso, toda recomendación para una mujer en particular dependerá siempre de la valoración personal de sus posibles riesgos de cáncer y efectos secundarios del tratamiento ofertado. En cuanto al riesgo de desarrollar cáncer invasor de mama y lesiones proliferativas con atipias (hiperplasia ductal o lobulillar atípica) o CLIS, datos de series recientes reportan riesgos a 5 años del 5-11% y a 10 años del 17-26%. El test de Gail infravalora de manera considerable el riesgo asociado a las lesiones con atipias, tampoco valora el grado de atipia como condicionante del riesgo y además excluye al CLIS del cálculo. Esto es debido a que se desarrolló teniendo en cuenta una prevalencia de atipia del 7.8% y un riesgo relativo (RR) de cáncer de mama del 1,96%. Datos más actuales evaluando el riesgo de atipia definida según los criterios de Dupont y Page reportan mayor RR (35,3) y menor prevalencia (apróx. 4%). Teniendo en cuenta las recomendaciones del consenso, toda mujer mayor de 35 años con lesiones tipo HDA, HLD, CLIS o HDA severa cumpliría el criterio de riesgo del 4-8% y sería candidata a tratamientos preventivos si no tuviera contraindicaciones médicas para recibirlo. Con tratamientos preventivos “Toda mujer mayor de 35 años con lesiones tipo HDA, HLD, CLIS o HDA severa cumpliría el criterio de riesgo del 4-8% y sería candidata a tratamientos preventivos si no tuviera contraindicaciones médicas para recibirlo” (tamoxifeno, raloxifeno o exemestano), este riesgo puede reducirse en un 50% a 5 años (de 8,3 a 4,1%) y en un 65% a 10 años (de 21,3 a 7,5%). El efecto protector es el mismo para cualquier tipo de atipia. Varios autores han intentado correlacionar el tamaño de la lesión, gº de atipia y Ki-67 con el riesgo de cáncer invasor: en algunas series, un tamaño >7 mm, ki-67 >2% o marcada atipia, se asocian con un riesgo del 14% de desarrollar cáncer invasor en los siguientes 10 años. Ninguno de estos valores está validado como marcador pronóstico, pero de serlo podrían convertirse en marcadores fenotípicos capaces de identificar aquellas lesiones proliferativas con mayor riesgo de transformación a un cáncer invasor. Y por último, pero no menos importante: ¿tengo que ir al oncólogo para hablar de tratamientos preventivos? Parece una total incongruencia, pero lo cierto es que en la mayoría de nuestras unidades, somos los oncólogos los que recomendamos dichos tratamientos. Sea quien sea el que lo haga, sólo espero que sea capaz de usar una lengua maravillosa como es el castellano para no transmitir miedos, dudas ni más efectos secundarios que los normalmente esperables. Es imprescindible explicar correctamente las características de la lesión mamaria, ya que según las palabras que se empleen, el impacto psicológico, emocional e incluso la comprensión de la naturaleza de la enfermedad puede variar. Las palabras sí importan. No es lo mismo explicar que padece un “carcinoma in situ”, que hablar de “neoplasia intraductal”; de “lesión mamaria” o de “células atípicas intraductales”. Una explicación clara y precisa permitirá lograr una buena adherencia a la propuesta terapéutica, comprendiendo bien la razón de las actuaciones quirúrgicas y/o radioterápicas indicadas, así como la finalidad quimiopreventiva del tratamiento médico. No olvidemos que en nuestras salas de espera además de pacientes, también hay mujeres con un riesgo de cáncer de mama algo mayor del que les corresponde por haber tenido una lesión premaligna. Yo me niego a considerarlas pacientes. Bibliografía 1. J. Cuzick et ál. Preventive therapy for breast cancer: a consensus statement. Lancet Oncol 2011; 12: 496–503. 2. S.B. Coopey et ál. The role of chemoprevention in modifying the risk of breast cancer in women with atypical breast lesions. Breast Cancer Res Treat 2012; 136:627–633. 3. M. Santisteban et ál. Ki67: a time-varying biomarker of risk of breast cancer in atypical hyperplasia. Breast Cancer Res Treat 2010; 121:431–437. 4. M.A. López-García et ál. Breast cancer precursors revisited: molecular features and progression pathways. Histopathology 2010, 57, 171–192. 5. Y. Ansquer et ál. Risk of invasive breast cancer after lobular intra-epithelial neoplasia: Review of the literature. EJSO 2010; 36: 604-609. 6. V.S. Pankratz et ál. Assessment of the accuracy of the Gail model in women with atypical hyperplasia. J Clin Oncol 2008; 26:5374-5379. 7. R. Pastor-Barriuso et ál. Recalibration of the Gail model for predicting invasive breast cancer risk in Spanish women: a population-based cohort study. Breast Cancer Res Treat 2013 DOI 10.1007/s10549-013-2428-y. 8. C.I. Li, et ál. Risk of Invasive Breast Carcinoma Among Women Diagnosed with Ductal Carcinoma In Situ and Lobular Carcinoma In Situ, 1988-2001. Cancer 2006; 106: 2104–12. 9. G.L. Gierach et ál. Lobular Involution, Mammographic Density, and Breast Cancer Risk: Visualizing the Future? JNCI 2010; 102, (22):1685-1687. 7 Boletín GEICAM | NOV 2013