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RAMADÁN EN EL RESTO DE AÑO Por Houssien El Ouariachi Hace varias semanas, los musulmanes esperaban el bendito mes de Ramadán para cumplir con el cuarto pilar del Islam y ayunar los días y orar las noches, en un ambiente de espiritualidad y alegría que denotan cuán puede hacer el ser humano cuando tienen interiorizado los valores y decide actuar desde la voluntad. Todo lo que se hablaba, y se habla antes de cada Ramadán, giraba en torno a cómo sacar el máximo provecho para adquirir los mejores hábitos, acabar con los malos, y elevar el nivel de fe y práctica para ser mejores creyentes y mejores personas. Durante este bendito mes los musulmanes han podido acudir masivamente a las mezquitas en los cinco rezos comunitarios diarios, leer, recitar y memorizar el sagrado Corán, dar limosna y caridad, reforzar los lazos familiares y de amistad, asistir a charlas y consejos, rupturas de ayuno comunitarias y vecinales, apertura sobre la sociedad y las autoridades locales… en definitiva, durante este mes se ve lo mejor de la comunidad musulmana. Ahora que han pasado dos terceras partes de Ramadán y se vislumbra el fin, la mayor preocupación es qué hacer y cómo hacer después de Ramadán para poder mantener el nivel de espiritualidad, de rigor, bondad y generosidad individual y la apertura de las comunidades sobre su entorno. Muchas veces no sirve de mucho saber las cosas si no se sabe cómo hacerlas efectivas. Los musulmanes de todo el mundo saben lo básico de su religión, y sobre todo, saben lo que está bien y lo que no, pero la realidad no concuerda con sus ideales. Y la razón principal es la ausencia del saber cómo hacer las cosas, los pasos que se deben seguir para que aquello que anhelamos se pueda convertir en realidad. Los mismos textos del Glorioso Corán y la bendita sunnah nos ofrecen la solución. A nivel individual, son tres los requisitos para mantenerse en forma, es decir, mantener un nivel óptimo de fe que permita llevar a cabo las prácticas mejor recomendadas y que logramos respetar en este bendito mes y no sabemos mantenerlas fuera de él. La primera es la conciencia de cuán importante es lo que se quiere y se desea hacer, como el ayuno mismo, los rezos voluntarios, estudio,… la mentalización nos ayuda a saber a dónde queremos llegar, en este caso, el fin último es Dios Altísimo, el encuentro de Dios. Dice Dios Altísimo: “Toda alma probará la muerte,”1; y dice el Mensajero de Dios, la paz sea con él: “Quien desea el encuentro de Dios, Dios desea su encuentro”2. Concienciarse del destino hace que el viaje sea ameno, y sobre todo, ofrece la fuerza necesaria para resistir y perseverar en la marcha. La mentalización por sí sola no es suficiente, por eso es igualmente imprescindible aprovisionarse bien, en este caso, hablamos del alimento espiritual, del recuerdo de Dios, el Dikr. Un programa 1 2 Sagrado Corán, 03:185 Narrado Bujari y Muslim de nuestra madre Aisha, Dios esté complacido con ella. diario de dikr, en árabe wird, es imprescindible para mantener la llama de la fe viva. Dice el amado Profeta, la paz sea con él: “El ejemplo de aquel que recuerda a su Señor y quien no lo recuerda, es como aquél que está vivo y quien está muerto”.3 La conexión directa con Dios e intimar con Él es fundamental para disfrutar del viaje y anhelar el deseado Encuentro. Dice Dios Altísimo: “Aquellos que creen, sus corazones se sosiegan con el recuerdo de Allah. ¿Acaso no es con el recuerdo de Allah que se sosiegan los corazones?”.4 Y mientras no llega el momento, uno se esfuerza cada vez más por llegar lo mejor posible en intenciones y obras de bien. A los dos primeros requisitos hay que añadir un último, que es el compañerismo. La soledad es mala consejera para un viaje tan importante como es el esfuerzo de combatir el ego y las pasiones. La vida mundana es una tentación enorme, y el satanás un manipulador experto en embellecer lo feo y su mayor aliado es nuestro propio ego y nuestras debilidades. De ahí la importancia de la comunidad y del compañerismo. Elegir con quién amistarse y relacionarse para reforzar los valores de la fe es fundamental, el ser humano es social por naturaleza, influye y es influenciable. Dice el Profeta, la paz sea con él: “El Hombre sigue la religión de sus amigos, así que mirad bien con quién os amistáis”5. De ahí que es muy importante estar con personas de fe, personas que intentan vivir la espiritualidad de Ramadán fuera de Ramadán, puesto que este bendito mes es un don de Dios para que las personas recapaciten descansen del mundo material y materialista para redescubrir su lado que les convierte en personas, redescubrir la dimensión humana profunda y poder vivir el resto de la vida con esa conciencia. Tan importante es el compañerismo que conocemos a la primera generación de los musulmanes como Compañeros, Dios esté complacido con ellos. Una orden divina que encontramos repetirse mucho en las enseñanzas del sagrado Corán y la sunnah bendita. Dice Dios, alabado sea, “¡Oh, creyentes! Temed a Dios, y estad junto con los veraces.”. A nivel de las comunidades, queda aún mucho por hacer, por concienciarse de la necesidad de apertura sobre la sociedad, de transformarse en lugares de paz y armonía de referencia para el global de los vecinos. Observamos pasos e iniciativas importantes en este sentido, pero aún queda mucho por hacer. Quizá permitiendo a los jóvenes jugar un papel mayor y entender el Islam como es, una religión de compromiso con la sociedad, y no como una mera práctica cultual ayudará a afianzar su apertura y participación. Cumpliendo estos requisitos podemos vivir el resto del año como Ramadán. Tal como dice el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él y con su familia: “Si mi nación supiera lo que encierra Ramadán de bien, desearía que todo el año fuera Ramadán”.6 3 Narrado por Bujari de Abu Musa Al-Ash’ari. Sagrado Corán, 13:28 5 Narrado por el imam Ahmad. 6 Abu Ya’la; Hadiz 9/180, e Ibn Juzaima, Hadiz 1886. 4