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Cabello ‘made in China’ Por Anna Vilajosana Madre e hijo, Silvia Muntané y Oscar Guisado, ambos peluqueros de profesión, han pasado de regentar una peluquería de Cardona (Barcelona) a convertirse en uno de los principales distribuidores de cabello natural y sintético en Cataluña. Y todo eso en menos de cinco años. El salto se produjo un buen día del año 2002, cuando Guisado recuerda que «cargué mi coche con cuatro cajas de pelucas y cuatro extensiones, y me fui a visitar a otras peluquerías de la zona». La idea la tuvo la madre durante un viaje a Estados Unidos. «En aquel momento, estaban de moda las extensiones, y vi que, allí, la gente compraba pelucas como quien se compra un jersey. Para ellos era un complemento más». De vuelta a casa, decidieron fundar La Central del Cabell (la central del cabello, en catalán), y empezaron a importar pelucas, extensiones y postizos listos para vender. Actualmente, trabajan casi en exclusiva para ellos dos fábricas de China, que les subministran artículos hechos a medida «con las características, la calidad y el color que nosotros queremos», manifiesta Oscar Guisado. En Asia no es raro encontrar a personas que cada día, cuando se cepillan el pelo, guardan los que se les caen en una cajita que, cuando se llena, la llevan a vender. El cabello natural que se emplea para la elaboración de los complementos capilares procede de India, China e Indonesia. El cabello europeo es más delgado y de menor calidad, y, según dice el responsable del negocio, «necesitamos una materia prima virgen, fuerte y gruesa, que resista el proceso químico del color, el estirado o la permanente. Los colores rubios muy claros que vemos han salido castaños o negros». El cabello sintético, por otro lado, tiene un mercado más reducido. Se utiliza, por ejemplo, para trenzas de verano, pero es menos resistente. En Asia no es raro encontrar a personas que cada día, cuando se cepillan el pelo, guardan los que se les caen en una cajita que, cuando se llena, la llevan a vender. Guisado comenta que en India existe un stock porque es costumbre en ciertas culturas del país que las chicas no se corten la cabellera hasta que se casen y, una vez casados, hombres y mujeres no se la pueden volver a cortar hasta pasados muchos años. La Central del Cabell inició su crecimiento vendiendo, sobre todo, por las comarcas del interior de Cataluña. El coche particular cargado de artículos fue reemplazado por una furgoneta equipada con una tienda móvil que permitía mostrar toda la gama de productos a los clientes potenciales. Hoy, los complementos para cabellos que importa esta empresa catalana se pueden encontrar en peluquerías de toda la comunidad, e incluso en establecimientos y distribuidores de la Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla y León y Canarias. La previsión, según Guisado, no es otra que la de crecer y abarcar todo el territorio estatal. Mientras, el negocio originario, “Silvia Perruquera”, continúa funcionando en el centro de la pequeña villa de Cardona (unos 5.500 habitantes). Pero para la empresa ha sido fundamental la apertura del centro de operaciones de La Central del Cabell en Manresa (a 25 minutos, y con 72.000 habitantes); un establecimiento a modo de showroom donde poder mostrar, físicamente, todos los productos de que dispone y sus utilidades. Y es que el local cuenta con un apartado reservado para pruebas de pelucas, además de un aula de formación para que otros profesionales del sector aprendan las técnicas de colocación de los complementos y experimenten con todas sus posibilidades. A pesar de la buena respuesta del mercado, «el chip de Estados Unidos aquí todavía no ha llegado. Para ellos, una peluca es como una bolsa o unos zapatos», asegura el director del negocio. En cambio, en Cataluña, la mayoría de las pelucas que se compran son como consecuencia de los efectos de una enfermedad o, sencillamente, por cuestión de calvicie u otras necesidades. Aun así, se está detectando un incremento de ventas en mujeres mayores que tienen que acudir a un evento o celebración y quieren un buen look para la ocasión. Para tener una actitud abierta al cambio, es necesario «levantarse cada mañana con pensamientos positivos y mirar el mundo con nuevos ojos» Silvia Muntané se muestra muy satisfecha del camino recorrido: «A mis 61 años, me considero todavía una persona emprendedora. No me conformo, me gusta innovar». Añade que, para tener una actitud abierta al cambio, es necesario «levantarse cada mañana con pensamientos positivos y mirar el mundo con nuevos ojos. Siempre estoy tramando algo, voy por la calle con curiosidad, mirando lo que pasa a mi alrededor. Y, cuando me voy a dormir, también me gusta pensar en todo lo que he visto y en lo que me ha pasado. Hay que ser constante y trabajador». El hijo coincide en que ha sido básico en la puesta en marcha de La Central del Cabell «luchar mucho y, sobre todo, ofrecer un buen producto al mejor precio posible, porque la competencia es feroz». No pueden faltar, según dice, muchas ganas y un gran entusiasmo. La ampliación del negocio vendiendo pelucas y extensiones fue todo un reto: «Yo no soy comercial, soy peluquero. Nunca he hecho ningún curso de marketing y, eso, cuando empecé a ir a vender, era un poco extraño. Después, ves que tu experiencia te sirve para contar cómo se trabaja el cabello, y eso es muy positivo, porque, por encima de todo, nosotros somos peluqueros».