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UN LLAMADO A LA SANTIDAD
1 Tesalonicenses 4:1-12
Una de las preguntas que debernos hacernos es ¿Cuál es la naturaleza de nuestros
pensamientos, palabras y acciones? Estudios recientes han demostrado que una persona
promedio, tiene 60.000 pensamientos por día. Lo más relevante de éste descubrimiento, es
que cerca del 90% de dichos pensamientos, suelen ser negativos o superfluos.
La Biblia no es ajena a esta verdad. Dios dotó al ser humano de múltiples habilidades e
infinitas capacidades entre ellas: pensar, hablar y actuar. Sin embargo, no siempre las
usamos correctamente. ¿Qué haremos entonces? La Biblia puede guiarnos en esta
constante búsqueda de la santidad. Pues bien, la palabra de Dios tiene algunos consejos
para aquellos que buscan la santidad:
PROCURA PENSAR EN TODO LO BUENO
Los pensamientos son la raíz inmediata de las palabras y las acciones. Por tanto, lo
que pensemos, definirá la naturaleza de nuestras expresiones y también de
nuestros comportamientos. A veces, invertimos demasiado tiempo recordando experiencias
pasadas o eventos desalentadores y perdemos la oportunidad de apreciar un futuro alegre
y prometedor de la mano de Dios. ¿Por qué pensar en cosas que no valen la pena?
1
El deseo de Dios, es que en nuestra mente se esfuerce por mantenerse pura y esclava de
los sanos pensamientos. El consejo de la Biblia es: Por último, hermanos, piensen en
todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo
puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase
de virtudes, en todo lo que merece alabanza1. Filipenses 4:8. Ocupemos nuestra mente
en asuntos productivos.
Meditemos:
¿En qué piensas la mayor parte del día?
CUIDA TUS PALABRAS
¿Cuantas de nuestras palabras son positivas? ¿Lo que decimos durante el día es
realmente inspirador? Somos fuertemente influenciados por las malas noticias, al
punto que la perspectiva que tenemos de la vida tiende a ser negativa. De aquí que
pasamos mucho tiempo hablando sobre los aspectos perjudiciales de nuestra familia,
barrio, ciudad y país, dejando de lado sus bondades. Un gran porcentaje de nuestras
palabras son el fruto de la queja.
2
1
Versión, Dios Habla Hoy.
Es necesario que cambiemos el “Chip” de nuestra mente y aprendamos a hablar de forma
positiva. No se trata de ignorar la realidad, se trata de enfrentarla con el legado
esperanzador del evangelio de Cristo. Perdemos tiempo cuando hablamos sobre “la
mancha del traje y olvidamos que estamos luciendo un buen vestido”. La Biblia provee un
consejo oportuno: Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así
sabrán cómo responder a cada uno. Colosenses 4:6. Las personas negativas, con
regularidad, no suelen ser plenamente aceptadas por otras.
3
HAZ EL BIEN A OTROS
Los hijos de Dios, nos caracterizamos por nuestra actitud de servicio a los demás.
Juan Wesley, el predicador más representativo en la historia de Inglaterra afirmó: no
conozco otra santidad, que no sea la santidad social. Esto significa que quien ame a Dios,
debe amar también a su hermano. Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos
del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no
ama a su hermano. 1 juan 3:10.
A veces evitamos servir a otros debido al temor de ser rechazados o mal recompensados,
sin embargo, la Biblia es clara cuando nos llama a perseverar en hacer el bien. Ustedes,
hermanos, no se cansen de hacer el bien. 2 Tesalonicenses 3:13. El consejo del apóstol
Pablo al joven Timoteo fue: Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas
obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán
para sí un seguro caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera. 1 Timoteo 6:18.
Aplicación
1. Educa constantemente tus pensamientos. Hay algunas actividades
sencillas que pueden hacer la diferencia. Ejemplo: leer un buen libro,
hacer deporte, etc.
2. Evalúa tus hábitos y amistades con las que pasas tiempo. Tal vez sea
esa la razón por la que te cuesta pensar, hablar y comportarte como un
verdadero hijo de Dios.
Para concluir la reunión
Reflexiona en esto constantemente: ¿mis pensamientos, palabras y acciones están en
armonía con Dios y con Su voluntad?