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ESCUELA MINISTERIAL PRECURSORA – DAVID SLIKER Examinando el corazón: Parábola del sembrador (Mt.13; Mc. 4; Lc. 8) I. LA ORACIÓN DE DAVID (SAL. 139:23-24): « ESCUDRÍÑAME…» 23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. 24 Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno. (Sal. 139:23-24) II. A. El rey David nos revela una profunda verdad de sí mismo en el Salmo 139—ésta es que él no está consciente de las profundidades de su pecado y la condición de su corazón en los momentos de debilidad y quebrantamiento. ¿Hasta dónde una mente no renovada y un corazón dormido y desconectado pueden dar forma a nuestras decisiones, pensamientos y emociones? El profeta Isaías comprendió lo profundo de su problema cuando identificó que sus labios impuros eran algo profano; aún más, también comprendió que sus labios impuros formaban parte de un pueblo de labios impuros, lo que ocultaba el problema de su vista. B. En muchas ocasiones nuestros corazones están demasiado dormidos y desconectados de Dios como para comprender verdadera y completamente cuán dormidos y desconectados estamos de Él. Nuestras vidas están llenas de pecado y orgullo, los cuales no logramos concebir; la oración de David fue una gloriosa aceptación de que su eterno Creador lo conoce completa e inexorablemente. Dios nos conoce infinitamente mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. La oración de David está ligada al deseo de llegar a la única y real verdad que podemos conocer de nosotros mismos. Solo lo que Dios piensa y habla sobre nosotros es verdadero. C. David le pide a Dios que haga cuatro cosas: que lo «examine», que lo «conozca», que lo «pruebe»y que lo «guíe». David abre por completo su corazón a la examinación de Dios, con el deseo de que las cosas que le son ocultas se revelen a través de las pruebas y juicios. Lo segundo, David abre por completo toda su vida a Dios para que lo guíe, por gracia, lejos de su condición pecaminosa y el mal camino—hacia el «camino eterno» o superior que nunca falla. David quería información certera sobre la condición de su corazón, así como la gracia y ayuda para ser librado de la misma. El conocimiento sobre la condición que guarda nuestro corazón unida al afecto y amor de Dios nos pueden dar poder para ejercitar nuestra fe y decir convencidos «sí» a los procesos que realice Dios para revelar y remover lo que sea necesario. D. La parábola del sembrador opera como un espejo que nos permite ver lo que realmente somos y a lo que tenemos que decir «sí» para dejarnos sostener por la inmensidad de Dios y los propósitos y promesas que tiene para nosotros en esta vida y la venidera. La oración de David es crítica cuando analizamos la parábola del sembrador a fin de recibir todo lo que Dios quiere impartir y capacitar en nuestro pensamiento y obras para asirnos de su plenitud. LA INVITACIÓN DE JESÚS (MT. 13:9; MC. 4:9; LC. 8:8) «EL QUE TIENE OÍDOS…» 9 El que tiene oídos, que oiga. (Mt. 13:9) IHOP-KC Base de Misiones www.IHOPlatino.org ESCUELA MINISTERIAL PRECURSORA – DAVID SLIKER Examinando el corazón – La parábola del sembrador III. PÁGINA 2 A. La parábola del sembrador es contada en tres ocasiones, en Mateo, Marcos y Lucas. El relato que se encuentra en los tres Evangelios, cuenta con notables similitudes pero también notables adiciones y perspectivas. El Espíritu Santo toma muy en serio la invitación de Jesús al momento de registrar esta parábola: necesitamos poner suma atención a los tres diferentes registros que se hacen de la misma. El Espíritu Santo desea una atención cuidadosa en el estudio y lectura de cada registro. B. La invitación de «el que tiene oídos, que oiga», es también una advertencia de que existen diversas capas a desentrañar en esta parábola, y de que perderemos muchas de ellas no importa la cantidad de veces que la leamos. Debemos darnos a nosotros mismos a una devoción cuidadosa y detallada en la recepción de esta parábola a fin de obtener todo lo que el corazón de Jesús quiere transmitirnos aquí—y necesitamos su gracia y ayuda. La meta del Señor es nuestra plenitud, sin quedarnos cortos pero no en el corto plazo (siembra en buen terrero—Mt. 13:8, 23; Mc. 4:8, 20; Lc. 8:8, 15—«esperar el fruto con paciencia»). C. He encontrado que es de gran ayuda leer la parábola, su propósito y su explicación durante y después del proceso de su estudio, tener una interpretación, regresar y leerla nuevamente. Me resulta bastante interesante lo mucho que se puede aprender de dicha parábola si la estudiamos de esta forma. También debemos reconocer que dicha parábola juzga y revela el corazón mientras la leemos y escuchamos. No podemos apresurarnos a «asignar» una categoría para nosotros mismos y asumir que encajamos en la misma. Es también importante comprender que en esta parábola los cuatro terrenos representan a los creyentes y las diversas formas en que recibimos la palabra de Dios, al ser «sembrada» por el sembrador. Al escuchar esta parábola podemos ser rápidos en pensar acerca de otros que encajan en estas descripciones, en lugar de evaluar la condición de nuestro corazón. PRIMER TERRENO: LA SEMILLA QUE CAE JUNTO AL CAMINO (MT. 13:4,19; MC. 4:4,15; LC. 8:5,12-13) 4 Y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. (Mt. 13:4) 19 A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino. (Mt. 13:19) 15 Y éstos que están junto al camino donde se siembra la palabra, son aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos. (Mc. 4:15) 5 El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron. (Lc. 8:5) 12 Y aquéllos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. (Lc. 8:12) IHOP-KC Base de Misiones www.IHOPlatino.org ESCUELA MINISTERIAL PRECURSORA – DAVID SLIKER Examinando el corazón – La parábola del sembrador PÁGINA 3 A. Este primer grupo se refiere a los creyentes que reciben la palabra (la cual es «sembrada en sus corazones» y ellos «escuchan») del sembrador—sin embargo, no tiene impacto en sus corazones. ¿Por qué? Tanto Mateo como Lucas nos indican por qué los que los que están en el camino no son realmente impactados por la palabra—ellos no la entienden, por lo tanto la pisotean; lo que quiere decir que no la valoran, no la atesoran o no la cuidan. B. Cuando alguien está junto al camino y ve que una semilla valiosa («la palabra del reino») está siendo esparcida en ese terreno donde no podrá tener ningún impacto o crecimiento, reconoce el valor de dicha semilla cuando la levanta y la pone en un lugar donde podrá crecer de una manera sana. Esta es la imagen que los escritores de los Evangelios buscaban enfatizar en esta sección de la parábola: los que escuchan no tiene revelación sobre el valor de lo que están recibiendo y por tanto la pisotean—no malévolamente sino por distracción. C. Ellos «pisotearon» la semilla porque no entendían lo qué era o por qué era valiosa. El enemigo no va a robar la palabra del corazón de una persona que simplemente no la aprovecha aún—Jesús se refiere a aquellos que escuchan la palabra pero no la estudian, no la reflexionan y no dialogan con el Espíritu Santo sobre cómo aplicarla en su vida y obedecerla. Jesús habla a sus discípulos sobre una simple declaración del valor de sus palabras y las explicaciones del reino en Mateo 13:16-17: 16 Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen. 17 Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron. (Mt. 13:16-17) 1. IV. Jesús le está diciendo a sus discípulos que el valor de lo que están recibiendo es inmensurable. La habilidad para entender—de verdaderamente comprender o «escuchar» por gracia, es un regalo de Dios que los santos en tiempos antiguos anhelaron, pero que no vieron o no recibieron. Jesús establece el valor de sus palabras en una manera que busca mover nuestra química emocional o nuestras «inclinaciones» hacia lo que Él dice. Debemos apreciar lo que aquellos antes de nosotros no pudieron recibir—y lo que se nos ha ofrecido gratuitamente. Debemos estar conscientes y ser agradecidos, que somos «ricos» por el simple hecho de recibir la «semilla» de verdad sembrada por Jesús en nuestras vidas. SEGUNDO TERRENO – LA SEMILLA QUE CAE EN PEDREGALES (MT. 13:5-6, 20-21; MC. 4:5-6, 16-17; LC. 8:6, 13) 5 Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; 6 pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. (Mt. 13:5-6) 20 Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae. (Mt. 13:20-21) IHOP-KC Base de Misiones www.IHOPlatino.org ESCUELA MINISTERIAL PRECURSORA – DAVID SLIKER Examinando el corazón – La parábola del sembrador PÁGINA 4 16 Y de igual manera, estos en que se sembró la semilla en pedregales son los que al oír la palabra enseguida la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz profunda en sí mismos, sino que sólo son temporales. Entonces, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan y caen. (Mc. 4:16-17) 6 Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad. (Lc. 8:6) 13 Y aquéllos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben. (Lc. 8:13) A. El segundo grupo de creyentes valora la palabra de Dios y la recibe con regocijo entendimiento; este tipo de personas creen por un tiempo. Sin embargo, aunque valoran la palabra no van más allá y no desarrollan un sistema de raíz sustentado en estas verdades. La palabra entra en sus vidas y sus corazones pero nunca moldea o forma sus paradigmas, su mentalidad, su forma de ver al mundo, sus emociones y valores. Se puede alegrar en la enseñanza—e incluso puede estar avergonzado por ella con verdadero arrepentimiento—sin jamás haberse comprometido con la verdad que ella encierra, de tal forma que ésta transforme nuestros deseos y renueve nuestra forma de pensar. B. Existe un beneficio inmediato cuando recibimos la verdad—esto es, que nos hace libres (Jn. 8:32) y puede ser la fuente de un gran gozo. Pero la palabra necesita «humedad», o ser «regada» tal y como lo indica Pablo en 1 Corintios 3:7 («sembrar»y «regar»). C. La palabra que libera también tiene la intención de ser la palabra que limpia y purifica (Ef. 5:2533); se trata de un continuo caminar en la palabra por medio del cual somos santificados y limpiados por ella, a medida que tenemos comunión con el Espíritu Santo y los unos con los otros en relación con la misma. La palabra está destinada a dar forma y moldear nuestra cultura y a reformar lo que sabemos es verdadero. La verdad de la palabra tiene la intención de consumir la totalidad de nuestros pensamientos y estabilizar nuestros corazones, conectándonos con lo que importa y desconectándonos de lo que no. Tiene la intención de traernos verdadera paz en relación a nuestro futuro y gran tranquilidad en relación a la condición del mundo que nos rodea. Tiene la intención de generar una gran hambre de Dios y de remover el apetito de las cosas vanas de este mundo. Profundidad en la palabra nos lleva a escuchar y percibir a Dios en momentos de tribulación. D. El problema del cual Jesús estaba hablando es un problema que Él mismo causa. Es el «sol»que sale y seca a las plantas sin raíces, sin suficiente húmedad. La palabra misma, como indica Mateo 13:21, genera gran aflicción y persecución para el creyente. Esto es porque el mundo odia a Dios, porque sigue su propio curso apartado de Él—en profundo desacuerdo con Él (Ef. 2:13)—la verdad y sus implicaciones son por naturaleza negativas para aquellos que están viviendo cómodamente en sus propias agendas y sus propios caminos. La palabra de Dios es poderosa y causa disturbios e interrupciones en el curso natural que siguen las cosas para los hombres malvados. El estadio de Éfeso estaba llena de aquellos que estaban molestos con Pablo, a causa de la naturaleza agitadora de su predicación en esa ciudad (Hch. 17). Aquellos que profundizan en la palabra van a encontrarse en franca oposición con aquellos que la rechazan. Aquel que no esté preparado para el «calor del sol», terminará quemado por él.. IHOP-KC Base de Misiones www.IHOPlatino.org ESCUELA MINISTERIAL PRECURSORA – DAVID SLIKER Examinando el corazón – La parábola del sembrador V. PÁGINA 5 TERCER TERRENO: LA SEMILLA QUE CAE ENTRE ESPINOS (MT. 13:7, 22; MC. 4:7, 1819; LC. 8:7, 14) 7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. (Mt. 13:7) 22 Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto. (Mt. 13:22) 7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. (Mc. 4:7) 18 Otros son aquellos en los que se sembró la semilla entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra, 19 pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril. (Mc. 4:18-19) 14 Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura. (Lc. 8:14) A. El creyente puede valorar y profundizar en la palabra y como consecuencia terminar ahogado, o paralizado por otros deseos, preocupaciones o necesidades, y terminar sin dar fruto. La palabra no dará al creyente madurez, plenitud o prosperidad en sus relaciones con su matrimonio, hijos o amigos. Los deseos por impactar a las naciones con el Evangelio están en competencia con los deseos por obtener placer, confort y «riquezas falsas». (cf. Col. 1:9-11—«dar fruto en toda buena obra»; Flp. 1:9-11—«llenos del fruto de justicia»). IHOP-KC Base de Misiones www.IHOPlatino.org