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El Árbol del Descanso Corazón Cañete, un hombre, nacido y criado en Yvycu’i, cuna del Centauro, que en aquellas épocas era alabado, por sus virtudes de gran luchador y fundador del gran y magnífico Partido Colorado, que en aquellos ensoñadores momentos, estaba liderado por el Gran y Único Líder “Mi general Stroessner”. Corazón Cañete, hombre honesto, campesino teeté, uno de los que se podría llamar un “mboriahú ryvatá”, era de aquellos cuya piel estaba curtida por el sol, usaba sombrero pirí y un mostacho fino y negro con rulos en la comisura de los labios; sus manos acumularon a través te tantos años los callos que le produjeron incontables jornadas en el kokué, con la azada y del arado tirado por su fiel compañero “Mocho” el buey. Este Corazón, de temple forjado con trabajo honrado y sacrificio, en su infancia, durante las noches cálidas, en la compañía de “El Centauro” (así se llamaba esta localidad), mantenía largas conversaciones con su Taitá, éste, le contaba como tuvo que pelear en la guerra del Chaco, para mantenerse con vida y que el enemigo no eran realmente los “Bolí” sino el calor y la sed. También le contaba como tenían que cavar profundo para encontrar “el sandía yvyguy” y saciar un poco la sed, o como extendían sus ponchos y sus mantas durante la noche para que el “sereno” (rocío) se acumulara en ellos, y al amanecer retorcían dichas prendas, para extraer el preciado líquido. Taitá encendía un cigarro po’i, y mientras lanzaba una bocanada de humo, Corazón le preguntó: - Ha nde Taitá- dijo Corazón, ha upé revolución del 47ramo guarépiko mba’ere la oñe ñorairombá raka’e? - Che ra’y – le dijo su Taitá, umí liberal kuéra ningo iformal etereí vaekué, colorado upéichante aveí, ha oñorairombá hikuái amoité Paraguaype. - Liberal ojukasé coloradope, a colorado o jukasé lilberalpe… upéicha oikóni ogüahemevé, ko ñande ypy’etépe- seguía diciento su Taitá. - Ne mandu’apa ku ja disparapáramo guaré, ha ña kañy ka’aguype, ndéve ha nde kyvymime, poro hupí va’ekué yvyrá rakare, pe kañy hagüá, ha la nde kyvy hasé ha no kiriríi, upéro hasy vaekué chupé isusuá ha ijapysá rasynte ma aveí, ha aimeté meté ro je pillá. Upero nde sy, oñembo’e kuri Tupasy Ka’akupépe ponó ore topa umí liberal ha colorado. Nde sy ningo liberal che ra’y, ha che ha’e colorado. Ro je pillá riré o re juká paité mo’a hikuái. - Upéi ojupí ore presidenterá karaí General Stroessner, ha’e ogüerú ñandéve la py’a guapy, ko karaí niko iñarandú, omongarú mboriahúpe, ha opá ñorairó, rikópa porämba jevy. Ndaipóri mboriahú, ndaipori comunista, ndaipóri ojapóseva mba’ve ivaíva ñane retäme. General Stroessner ogüerú aipó “paz y justicia” ko ñande retäme. Entre el murmullo de la voz de Taitá, Corazón, se iba quedando dormido… Con el trascurrir de los años, en el pensamiento y el alma de Corazón en aquellos días de su vida adulta, todavía resonaban con fuerza, las palabras que Taitá había pronunciado aquella noche. Esa mañana, en el kokué, después de comer su sabrosa media mañana (compuesto de abundante mandi’o chyryry) de tomar su refrescante tereré, se dispuso a reanudar el trabajo… cuando a lo lejos divisó, algo que le pareció la silueta de un hombre… - El arribeño se cayo!... - Corazón corrió hacia él ohuguaïtí hagüá chupé! Cuando Corazón llegó hasta donde había caído aquel hombre, se encontró con un espectáculo, que no solo le sorprendió sino que también lo asustó! - Ndéiko mava? – preguntó Corazón, con la azada en la mano, apuntando a la cabeza del hombre caído. - Che, ha’e hina nde tió Meneleo, che ra’y… nde sy ryke’y… dijo jadeando, Corazón lo miró y lo reconoció: - Tio! Moogüi piko re ju? Mba’epiko ojehú ndéve! – dijo Corazón. - Mohapy ary riré, a dispará hina che ra’y. A kañy, ajú paraguaygui… ndereguerekói ymí jay’u hagüa? – dijo Meneleo, con la voz cansada. Mientras Corazón le pasaba la caramayola, para que el hermano de su mamá tome agua, tío Meneleo, continuó con su explicación… - Aipó departamento de investigaciones de la policíagüi ma’embo a dispará, aipó, “comunista, que amenaza la paz de la República y al Unico Líder” ñandeko che. Hetá che mbuepotí umí Tahachi, hetá che mboi’u a hetá oñembosarái che rehé peteí karaí, hi’a cheve, upéva la tahachikuéra Ruvichá. - Oké ajá peteï tahachi’i, ojeí la oké, ha’eté ku tupasy mba’e oipe’a pe oké! Ha’e yre mba’evé avavépe, a dispará, ha kañyhápe agüahé ko’ape… akyhyje, che muña aipó caperucita roja ma’embo… - Mba’ere piko tió upéva? Preguntó Corazón, mientras ayudaba a su tío materno a levantarse del suelo. Cuando, así lo hizo, notó que su tío, vestía harapos, no ropas. En las muñecas llevaba marcas profundas y sangrantes, como si le hubieran atado las mismas con algo (no sabía que, ¿alambre? ¿cuero?), también los tobillos presentaban las mismas heridas. En la cabeza de Corazón iban creciendo las dudas… de pronto, Corazón se detuvo en es instante, y haciendo un movimiento brusco, desvió del sendero del Kokué a su tío Meneleo, y le dijo: - Re ñemuñáro tió, naiporäi regüahé taitá rógape, jaha che ndivé, ro güeraháta rekañy porä hagüame, upépe repytu’u ta. Agurerúta nde aóra, rey’umí hagüá, ha reumíarä, ña mopitïta ndeve la nde py ha la nde pomí, che tió. Che ra’arö ko’ape. Y Corazón, lo llevó al monte y lo ocultó en lo alto de aquel árbol, que le sirviera de refugio, recordando su infancia. Meneleo Permaneció oculto en ese lugar 3 días, era el 31 de enero de 1989. Corazón, llevó las ropas, las vendas y los alimentos. En el camino de regreso a la casa de Taitá, Corazón, se sentía confundido, qué sucedía, por qué su tío era una amenaza, para el Gran Lider… Cuando llegó a la casa de Taitá, Corazón, divisó a unos hombres cuyos rostros no conocía, estos pidieron hablar con la esposa de Taitá, Doña Guillerma. Salió doña Guillerma, estos hombres se identificaron como de la “Comisión de los Derechos Humanos” acompañados por representantes de la Organización “Por los Derechos HumanosDictadura Nunca Más”, querían saber del paradero de su hermano Don Meneleo Alonso, ya que deseaban escuchar los relatos de sus vivencias en las instalaciones del Cuartel Central de Investigaciones de la Policía y hacer averiguaciones. Quizá Don Meneleo, habría conocido a algunas personas que posteriormente desaparecieron. En aquel lugar entraron muchas personas, pero jamás volvieron a salir… Claro, Doña Guillerma, no sabía del paradero de su hermano. Corazón, asustado, no comprendía lo que pasaba, ni quienes eran esos hombres. Corazón casi no hablaba en castellano, cerró la boca y se hizo del ñembotavy, el creía que la Caperucita Roja, venía por su tío Meneleo. Taitá, ndopillái mba’evé… Se retiraron estos hombres, con la promesa de regresar, para conversar con Don Meneleo. Reinaba la confusión en la casa de Taitá… Y más aún, alrededor de las 21:00 hs. Del 2 de febrero de 1.989, la artillería de Paraguarí se movilizaba hacia ParaguaY, contó Don Taní a Taitá… mba’e la oikóva… Confusión total. Se escucharon descargas, armas ligeras… armamento pesado… nadie salía de su tava, todo estaba oscuro, silencio…. Mañana del 3 de febrero 1989, se escuchó por Radio Nacional del Paraguay, una y otra vez hasta el cansancio, el mensaje de un tal General Rodríguez “Hemos salido de nuestros cuarteles”… “Eso Son lo que yo le prometo”… Corazón preguntó…. Pensó… salió corriendo… Tío! Tío! Okañyma la caperucitaaaaaaaaaaaaaaa! Don Meneleo bajó presuroso de su refugio… acompañó a Corazón… Abrazos iban, besos venían, algarabía! Era tal la alegría por el regreso de Meneleo a su valle… hacía ya 3 años que se había ido a paraguaY, en busca de un crédito en al I.B.R. para regresar tanto tiempo después… A propósito, también estaban contentos por el golpe de estado, a pesar de que no entendían nada al respecto, solo que Caperucita Roja (ma’embo) no perseguía más a Meneleo, y eso era bueno. Un mes después regresaron, los de la Organización Por los Derechos Humanos Dictadura Nunca más… Otra vez… el miedo. Costaba acostumbrarse a la incipiente democracia en Paraguay… Una explicación en guaraní bien fluido, de manera detallada y concisa, sobre la situación que los llevaba hasta la casa de Taita, por parte de la Organización Por los Derechos Humanos Dictadura Nunca Más. Don Meneleo Alonso, accedió a conversar con los mismos. Esto era positivo. De manera pausada, con una voz calmada hasta a veces casi inaudible, Don Meneleo Alonso fue brindando los pormenores aquellos terribles días acaecidos en el Cuartel Central de Investigaciones de la Policía. Dónde se encontraban algunos cuerpos. Qué ocurrió con algunas personas… Gracias Don Meneleo! Expresaron los integrantes de la Comisión Por Los Derechos Humanos Dictadura Nunca Más… cuando se retiraron. Tiempo después… Don Meneleo cayó enfermo, consecuencia de los quebrantos que recibió en el cuerpo, en aquel terrorífico lugar, cada vez que cerraba los ojos, los volvía a revivir… ninguna democracia pudo devolverle la paz a su mente… a su espíritu… que ahora era libre, pero preso por el miedo… que se marchaba a ratos, pero que regresaba de manera insistente, constante. Una mañana de verano, descansando en aquel refugio, en aquel árbol. Aquel que le había brindado tanta seguridad, durante el tiempo que duró su alojamiento, su escondite… así como los momentos de paz que vivió ya en tiempos de la democracia, descansando a su sombra… Si, aquella mañana de verano, Don Meneleo, sintió que todos sus dolores y todos sus temores quedaron atrás… sabía que los horrores de la dictadura, NUNCA MÁS podrían hacerle daño, porque sintió que… supo que… vio que… aquel hermoso lugar, se convirtió en el sitio de su descanso eterno. A mis Abuelos maternos, a mi vice abuela materna y a mi vice abuelo materno… , a mi mamá y a mi hermano… gracias por hacer de este un Paraguay hermoso en el que puedo vivir…. Nelly.