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Plegaria a María (Fragmentos) Virgen pura, Virgen santa, Madre del huérfano triste, calma el dolor indecible que agobia mi corazón. Huye de mí la esperanza, el mundo me causa espanto, tengo miedo y a tus brazos vengo de la calma en pos. Ve como oculto mis penas y vivo siempre riendo, sin que encuentre ni tormento ni fin, ni consolación. Cada instante van creciendo las horas de mi agonía, sin poder madre querida, mi amargura revelar. ¿A dónde irán los suspiros que el pecho oprimido exhala, si no hay un ser que comparta de mi constante sufrir? Siempre a solas devorando, voy mil lágrimas ocultas y es mi pecho triste tumba donde a sepultarse van. ¡A dónde irán, oh María! huérfanos y sin abrigo del corazón los latidos, de ésta que te ama sin fin. Escúchame, Virgen pura, dame la paz que pido, que el dolor no corte el hilo de la vida para mí. Sobre la tierra mezquina que con mis lágrimas riego, tan solo amarguras cuento que en vano quise olvidar. Porque mi madre adorada de mi amparo necesita, y aunque sufra sin medida quiero por ella vivir. Que han abierto una honda herida dentro el pecho de tu esclava, que aunque el tiempo raudo pasa nunca la llega a cerrar. Tú que sabes mis congojas y mis íntimos pesares, calma Señora mis males que siempre en tu amor confié. Su triste adiós una a una mis ilusiones me envían, y al perderlos madre mía agoniza el corazón. Haz que encuentre en la ternura el bálsamo de mis penas, y desheche las tristezas que me hacen desfallecer. Chorrillos, 1896