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Los suegros Son los segundos padres para la pareja elegida por sus hijos. Son respaldo emocional y afectivo que brinda apoyo a una relación que nace y busca su continuidad. Son ese libro escrito con la experiencia, que presta con amor sus notas para que pueda aprenderse de lo que ya han vivido. Son padres que hacen extensivo a ese nuevo ser que llega, todo el amor que sienten por sus retoños. Ese es el verdadero significado que define a la palabra: Suegros. Ahora, ¿Por qué se les ha otorgado un titulo de terror? En qué punto una plataforma tan básica para una relación, ha perdido su verdadera connotación? Por seguro se debe al manejo que se le da en la vida práctica, porque en muchas ocasiones en vez de abrírseles el corazón con júbilo por su ingreso a la familia, son recibidos con ojo crítico y receloso. Si desde el primer instante se predisponen a juzgar a la pareja de los hijos, a encontrárseles peros, el chance de que se gane el afecto de la familia política es complicado y una carga extra para la persona que llega. De otra manera, se está comparando lo que los padres tienen en mente para sus hijos, contra lo que ellos eligieron. Este tipo de prejuicios no trae nada bueno, porque de inmediato esa nueva persona percibe que haga lo que haga, no es bienvenida. Qué por más que lo intente, le buscaran el lado malo y la distancia afectiva se formará de manera inconsciente. Al paso del tiempo, frente a una actitud de suegros negativa, será un ingrediente más para acabar con tanta ilusión. La familia y los padres de los conyugues pesa, pesa en la mente y en el corazón, porque son el afecto primario y si choca con el nuevo amor, así éstos sean de diferente naturaleza, termina por dividir el sentimiento. A quién se le ocurre pensar que un hijo elige una pareja para complacer el egoísmo de cada miembro de su familia? De por sí, la relación de pareja es de las pruebas más difíciles de la vida, sinó la más, ya que involucra: Entrega, bondad, respeto, generosidad, tolerancia, comprensión, honestidad y lealtad. Estos ingredientes y el conocimiento real de cada uno de ellos, es lo que la hace más exigente y complicada por la cantidad de valores que encierra; uno de ellos que falle y ya empieza la relación a cojear. Así que en su papel de suegros, sirvan de soporte, ese es su oficio, no el de aumentarles la carga con legítima soberbia y egoísmo. Qué distinto fuera si le abren el corazón con una sonrisa cálida, amorosa y si enfocan la mirada en sus valores y virtudes; qué diferente sería, si se le da respeto al buen juicio de los hijos y apoyo a lo que con tanta alegría nace. Bastante tendrá la nueva pareja con el día a día que conforma una relación, como para que los padres se conviertan en una piedra más de su camino. Si la nuera o el yerno no se prestan al desarrollo de una relación cordial, no lo usen de excusa para en su posición de suegros portarse peor. No, no. Suegros por favor saquen a relucir su grandeza pues aun la prudencia, el amor y una buena actitud, van minimizando ese efecto negativo y tornando la tiniebla en luz. Siempre y desde que el mundo es mundo: “Una sola gota de miel, ha podido más que una cucharada de hiel” Cuando los hijos conforman una relación de pareja, comienzan una nueva vida, no van a vivir la de ustedes los padres. Por lo tanto, respeto y más respeto por su decisión es un ingrediente obligatorio; dejen que acierten o se equivoquen solos, tienen derecho, pero no bien empiezan y ya les cortan las alas necesarias para lograrlo. Cuando se les acerque un hijo con voz lastimosa a contar sus dificultades de entendimiento, no le permitan que empiece a culpar o a expresarse mal de su pareja. Eso suena como a excusa o como a querer ocultar sus propias faltas. <Tirémosle el agua sucia al otro y así mi familia me apoya porque soy la víctima>. Qué mal hábito. Suegros, si no tienen un consejo atinado y reconciliador, callen, sean prudentes; la prudencia siempre hace verdaderos sabios. Se trata de escucharlos…no de alimentar su rabia con opiniones intrigantes y desatinadas; se trata de apagar el incendio con palabras reconciliadoras, no incrementar el fuego; se trata de que se desahogue, no de que venga a hundir al otro. Se trata de que ponga en orden sus ideas y emociones, no de que se confunda más con comentarios injustos; si, injustos por que los suegros no están en la intimidad de su alcoba para ver lo que en realidad sucede. Es deber enseñar a los hijos con el ejemplo que la grandeza de corazón es capaz de albergar en un primer plano: Los padres, la pareja y los hijos cuando estos lleguen. ¿Por qué esa mala costumbre de determinar un primero, segundo y tercer puesto? Al ser todos estos amores de diferente naturaleza no se repelen; así que no hay razón que justifique el pelearse por el primer puesto; eso es mezquindad; eso es caer en la pereza espiritual, para no tener que hacer un esfuerzo de ensanchar el corazón al tamaño que las circunstancias lo exigen. Las estadísticas han comprobado que el treinta por ciento de la opinión de los suegros sobre la pareja de los hijos la forma la actitud que les ven; el otro porcentaje y muy alto, es decir el setenta por ciento, la construye la manera como sus hijos se expresan de su pareja. He ahí el secreto. Son los suegros los llamados a bendecir desde lo más profundo de su corazón, que alguien ame… lo que ellos más aman. Padre y madre, equivalente a suegro y suegra. MafeV