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El guerrero generoso y valiente
Un cuento español
Anónimo
Hace muchos años, mucho antes de que tú y yo hubiésemos nacido, España estaba dividida
entre dos reyes. El primer rey reinaba en el norte, mientras que el segundo rey lo hacía en el
sur. Estos dos reyes lucharon en muchas batallas a lo largo de los años y en ellas perdieron
sus vidas innumerables soldados. Los reyes luchaban en busca de gloria, luchaban en
nombre del honor y luchaban para incrementar sus tierras. Con el transcurso de los años
cientos y cientos de hombres murieron en el campo de batalla, pero aún así los reyes
continuaron declarándose la guerra el uno al otro.
Había una ciudad que se encontraba situada en la frontera entre las tierras del norte y del
sur. Esta ciudad era preciosa y próspera, de forma que los dos reyes estaban ansiosos de
reinar sobre ella. Pero los reyes eran lo suficientemente inteligentes para saber que las
guerras entre el norte y el sur no podían continuar... se habían perdido demasiadas vidas y
se había gastado demasiado dinero en las guerras. De forma que se reunieron una mañana
en el centro de la bella ciudad y concibieron un sencillo plan.
“Yo tengo el guerrero más valiente en mi ejército”, dijo el Rey del Norte. “Es un capitán y
ha ganado muchas batallas. No hay hombre al que no pueda derrotar”.
“Pero yo conozco a un guerrero más grande”, declaró el Rey del Sur. “Es un hombre
sencillo, pero es valiente y hábil en batalla”.
“Entonces deberíamos enfrentar a estos dos hombres en un combate”, dijo el Rey del
Norte, “y de esta forma veremos quién gobernará esta ciudad”.
Y así fue como se decidió. De forma que el Rey del Norte reclamó los servicios de su
capitán invicto y el Rey del Sur preguntó al valiente Rodrigo si lucharía por la gloria de su
rey.
“Lucharé por ti con mucho gusto”, dijo Rodrigo, “pero primero debo completar mi
peregrinaje. Cuando vuelva me enfrentaré a este capitán y espero ganar la ciudad para mi
rey”.
Y así Rodrigo intentó olvidarse de la batalla e iniciar su sagrada peregrinación.
En sus viajes Rodrigo se cruzó con un leproso enfermizo que estaba pidiendo limosna al
lado del camino. A pesar de que estaba evidentemente hambriento y de su estado de
desesperación, la gente ignoraba al pobre hombre y pasaban a su lado como si no existiera.
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Pero Rodrigo se detuvo y preguntó al hombre: “¿No te importaría venir conmigo a la posada
y comer y descansar?”.
El pobre leproso accedió, de forma que Rodrigo ayudó al hombre a subirse a su caballo y le
condujo hasta la posada de la aldea próxima. Una vez allí Rodrigo y el leproso comieron del
mismo plato de madera y, más tarde, durmieron en la misma cama.
Mientras que nadie osaba mirar al leproso, Rodrigo estaba dispuesto a compartir su
comida y la calidez de su cama con el extraño porque no solo era un valiente guerrero, sino
que también era un hombre generoso que creía en ayudar a los demás.
Era adentrada la noche cuando Rodrigo estaba seguro de haber oído un viento soplando a
través de la pequeña habitación, un viento que parecía penetrar el mismo corazón, y en el
viento escuchó una suave voz:
“Fuiste amable conmigo, Rodrigo, y por ello te otorgo un valioso regalo. Porque eres
valiente y puro de corazón, nadie nunca te derrotará en batalla”.
Cuando Rodrigo se despertó a la mañana siguiente, el leproso había desaparecido, pero el
joven guerrero recordó la voz de la noche anterior y sintió en su interior una nueva
determinación.
No pasó mucho tiempo hasta que Rodrigo completó su peregrinaje y viajó hacia el sur,
hacia donde su rey esperaba ansiosamente su retorno.
“¿Sabes que la gente te tiene por el hombre más valiente e intrépido del reino?, le
preguntó el rey cuando Rodrigo entró en el palacio real. “Yo estoy de acuerdo con ellos y sé
que hoy nos enorgullecerás a todos y ganarás para nosotros la última ciudad en estas
tierras”.
Más tarde esa misma mañana, una gran muchedumbre se reunió en las afueras de la
ciudad. Había venido gente de todos los lugares para ver a Rodrigo luchar con el soldado
del norte.
Cuando Rodrigo entró en el campo de batalla estaba nervioso e inseguro de sus
habilidades. El soldado del norte era más alto y musculoso, vestido de los pies a la cabeza
con una brillante armadura de oro y se reputación era bien conocida. No conocía la derrota
en batalla y mostraba poca clemencia con sus enemigos.
Los dos hombres se colocaron frente a frente con las espadas en la mano. La
muchedumbre se volvió silenciosa debido a la expectación. Rodrigo sintió el corazón
latiendo desbocado en su pecho. “Debo ser valiente”, pensó el joven guerrero. “No debo
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avergonzar a mi familia o a mi rey. Y si he de morir hoy, debo hacerlo con dignidad y con la
espada en mi mano”.
Fue entonces cuando Rodrigo oyó la voz del leproso en una ligera brisa que movió las
hojas de los árboles y levantó el polvo del suelo. “Porque eres valiente y puro de corazón,
nadie nunca te derrotará en batalla”.
Con las palabras del leproso guardadas firmemente en su corazón, Rodrigo apretó la
empuñadura de su espada y cargó hacia el soldado del norte.
Nunca sabremos si el leproso era un fantasma o un dios o un santo, pero sus palabras eran
verdad. Rodrigo venció al soldado ese día y ganó para su rey la ciudad más bella de España.
Rodrigo se convirtió en un héroe para la gente de España. Sus aventuras y numerosas
victorias se convirtieron en motivo de leyenda y fue para siempre conocido como el
guerrero generoso y valiente.
Fin
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