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MERIDIANO 49 2015-01-08 El escritor de origen rusa Nicolai Lilin, dice: “muchas veces confundimos el egoísmo de nuestros rencores con el sentido de justicia. No cedamos entonces a la venganza, apostémosle a la vida, al perdón, a la felicidad”. Lo dice alguien que viene de la guerra de Ucrania y de una familia que según el abuelo de Nicolai, Boris, era de criminales y siempre perdía la libertad por lo menos una vez en la vida. En estos días la venganza es la dueña de la plaza. Con sus muertos a cuesta y el surco de sangre cada vez más profundo me pregunto dónde quedamos los seres humanos. Me pregunto qué se les puede decir a los familiares de aquellos asesinados en el ataque en Francia al semanario Charlie Hebdo. Qué se le dice para que el corazón no se les colme de odio. Qué nos decimos para que la mandíbula de la desesperación no atrape las almas de los que quedamos. ¿Dónde está la verdadera rebelión? La fórmula ya la conocemos y Nicolai nos da la clave. El, que ha salido del hielo negro de la violencia, y aprendió la palabra justicia de la boca de su abuelo. “La palabra venganza”-decía su abuelo Boris, ”es del diablo y nos lleva al infierno. Preferimos la palabra justicia que devuelve al mundo al orden natural de las cosas, respeta la dignidad de cada ser vivo y no destruye el equilibrio del mundo que nos rodea. El deseo de la venganza nace desde nuestra debilidad y egoísmo”. Entonces en nuestras disputas pequeñas y grandes apostémosle a la justicia, al equilibrio y a la dignidad. Es la única manera de salvarnos. Bienvenido y bienvenida