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Las fuerzas que cambian la historia
son las mismas que cambian
el corazón del hombre
Con ocasión de las recientes elecciones generales
–que han supuesto un vuelco político en nuestro
país– y ante la crítica situación económica que
estamos atravesando, Comunión y Liberación ha
lanzado a la sociedad española la propuesta de
“construir en tiempos de crisis”.
Esta provocativa afirmación se hace eco de la
permanente invitación que Benedicto XVI está
realizando desde el inicio de su pontificado: que
todos, comenzando por los cristianos, colaboremos en la edificación de la ciudad común.
Resulta indudable que son muchos los desafíos
a los que esta construcción ha de hacer frente:
de una parte, una crisis económica sin parangón
alguno desde que finalizó la Segunda Guerra
Mundial, que ha socavado y puesto en entredicho el modelo de estado del bienestar; y, de otra
parte, un clima social caracterizado por la fragilidad antropológica y cultural, por el crecimiento
de la violencia y la marginación social, por el desencanto frente a la política y por un laicismo que
ha pretendido arrinconar en el ámbito privado la
dimensión religiosa del hombre.
¿Cuál es, pues, el punto de partida para llevar a
cabo esta tarea?
El cambio que deseamos, y que en esta hora advertimos con especial urgencia, no puede llegar
de la mera aplicación de una nueva política, ni de
un intento vano de recuperar la hegemonía cultural o de alcanzar nuevas cotas de influencia social.
La tentación de la utopía, tan viva en todas las crisis, puede alcanzarnos a todos. Por eso, en el lema
de este EncuentroMadrid 2012, hemos recuperado una afirmación que pronunció Luigi Giussani
en un momento dramático de la historia –los años
de mayor influjo del marxismo en la sociedad
occidental–, en que el señuelo de la revolución
político-social fascinaba también a muchos católicos: “Las fuerzas que cambian la historia son
las mismas que cambian el corazón del hombre”.
En ella se resume la posición que ha de caracterizar la tarea del cristiano en el mundo actual: una
concepción de la persona como ser comunional
y social, que integra las nociones de ciudadano y
persona, y la necesidad, consecuentemente, de
partir siempre de las exigencias más profundas
del corazón humano –lo que podríamos llamar
sentido religioso- para construir la ciudad común.
El verdadero cambio sólo llegará a través de una
presencia capaz de medirse con los interrogantes
y deseos de los hombres de esta época. Una presencia de personas que testimonien una humanidad más libre, razonable y alegre, en todos los
campos de la vida social. Que no se contenten con
un discurso fuerte o una reivindicación bien organizada, sino que construyan un tejido de obras y
relaciones que suscite verdadera esperanza.
Las palabras de Benedicto XVI alumbran, también
en este caso, nuestra ruta: “Estad en medio de los
hombres con simpatía, comunicando con vuestro
propio estilo de vida ese humanismo que hunde
sus raíces en la fe cristiana, dispuestos a construir
junto a todos los hombres de buena voluntad una
ciudad más humana, más justa y solidaria”.
A través de las diferentes conferencias, exposiciones, espectáculos, conciertos y mesas redondas
de esta nueva edición de EncuentroMadrid, queremos comprender en qué consiste este humanismo que brota del hecho cristiano y mostrar
experiencias vivas que lo atestiguan
Más información encuentromadrid.com